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II.

DOS PERSONAJES FUNDAMENTALES EN LA


CONSTITUCIÓN ÉTICA Y ESPIRITUAL DE CARRIZAL
Tomado del Libro:
Carrizal Ciudad Municipio
Autor: Mario Dum. © Ediciones Neblina, Carrizal 2017.

Augustinovich y Palacios
Nos referimos al Presbítero Agustín Augustinovich y al Maestro Francisco Palacios:
ambos son dos próceres de la vida religiosa y ciudadana de Carrizal y merecen ser
recordados con respeto y admiración perdurable, por su contribución al forjamiento de la
fe en la obra humana y a la formación ética y moral de varias generaciones de carrizaleños.
Formaron parte del equipo de firmantes de la solicitud de autonomía municipal de
Carrizal que agregaron prestigio e inspiración al movimiento popular en aquellos años, a
finales de los ochenta. Como testimonio de respeto y dignidad, se deja constancia en las
siguientes notas, aspectos de la vida y obra de estos importantes personajes de la
“carrizaleñidad”.

Agustín Augustinovich
Cuando el Padre Agustín llegó a Carrizal para
encargarse de la Parroquia San Juan Bautista, el 13
de noviembre de 1969, ya tenía 52 años de edad y
mucho camino recorrido desde el lejano pueblo de
Skakava Superior en Croacia, donde nació el 20 de
marzo de 1917, en plena primera guerra mundial.
Una ficha biográfica elaborada por Gucek (2012)
dice que su fe cristiana se manifiesta aun siendo
niño e ingresa al seminario franciscano en su natal
Croacia; luego de ser ordenado sacerdote viaja a
Roma en 1942, durante la segunda guerra mundial,
en donde obtuvo el doctorado en Teología y
aprendió varios idiomas. En 1947, no pudiendo
regresar a la Yugoslavia comunista en donde se
perseguían a los sacerdotes, emigra a Tierra Santa y
se dedica a investigar y enseñar en el Instituto
Bíblico Franciscano de Jerusalén; de allí nace su
inmensa pasión por conocer en los sitios sagrados lo
relativo a la vida de Jesús, recorriendo los lugares
en donde Jesús peregrinó, estudiando y escribiendo
prolíficamente hasta convertirse en una autoridad
reconocida mundialmente como investigador y
escritor del Hijo de Dios.
Pero nuevamente los rigores de la guerra, esta vez entre fracciones árabe-israelíes lo
impulsan a emigrar en 1952 para poner a prueba su don de servir “a la franciscana” y
consigue un destino misionero en Venezuela, en un pueblito denominado Capaya en

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Barlovento, dice Gucek (Ob. Cit). De allí a Caucagua, capital del Municipio Acevedo, hasta
que Monseñor Juan José Bernal, Obispo de la Diócesis de Los Teques, lo traslada a la
Parroquia San Juan Bautista de Carrizal.
El mismo Padre Agustín, en su obra De Orilla a Orilla (1992), narra con excelente prosa
poética, el impacto sensorial que sintió a su llegada a un lugar imposible llamado Capaya,
el 4 de marzo de 1952:
“Y de golpe, ahora en Venezuela, en Barlovento, en Capaya, uno de los pueblecitos más
desconocidos de Venezuela: antes de venirme, lo busqué en todos los mapas que me fueron
accesibles y no lo encontré en ninguno. (…)
Lo primero que me cautivó fue la indescriptible riqueza del clima tropical. (…) el cielo se veía
altísimo y resplandeciente, el sol penetrante y cegador, sensación de exuberancia, te parecía ver
cómo crece la hierba…Y el verde, enorme, abarcador, omnipresente: campos infinitos verdes,
bosques verdes, parecen verdes también los ríos y el ganado en los pastos…!”
El motivo de su decisión de venir a Capaya y no a Caracas donde hubiese podido servir
en los círculos más cercanos a la jerarquía eclesial, dado su prestigio y trayectoria
internacional, fueron dos: quería ser más sacerdote que profesor, porque en diez años de
ordenado sacerdote la única actividad sacerdotal que ejercía era celebrar la eucaristía:
sentía la necesidad de tener mayor contacto con la gente y sus necesidades, visitar
enfermos, bautizar niños: ¿No estaría desperdiciando su vocación?
El segundo motivo fue de orden práctico: en Capaya tenía donde llegar, a casa del
párroco que era un hermano franciscano venido también de su provincia religiosa y
prófugo de la guerra.
Por coincidencia de la vida, el actual párroco de Carrizal, Presbítero Leonel Vera, fue
recibido y apoyado por el Padre Agustín en la parroquia de Caucagua, cuando aquel
todavía seminarista, se preparaba para ser sacerdote y Agustín hacía maletas para hacerse
cargo de la parroquia San Juan Bautista. Por eso, nos permitimos decir con sana ironía, que
para ser cura en Carrizal hay que hacer una pasantía en Barlovento.
De modo que Augustinovich llega a Venezuela proveniente de la convulsionada
Palestina de esos años, antes había sido desterrado de Roma bajo la dominación fascista y
exiliado de su natal Croacia (Yugoslavia), para vivir la experiencia de los humildes de los
pueblos del Municipio Acevedo del Estado Miranda y luego de Carrizal, y en estas tierras
tropicales, adoptar una nueva Patria. Nos comenta Jesús Rafael Cortez, quien fuera su
monaguillo durante los últimos seis años de la vida del Padre, entre los años 1992 hasta
1998, que el pasaporte de Augustinovich tiene el sello “sin patria”, estampado al ser
desterrado de la Yugoslavia comunista.
Monaguillo, quien le conoció muy bien, destaca el perfil de probidad, honradez,
sencillez y calidad humana del excelso Padre Agustín: a pesar de su elevada edad visitaba
a los enfermos en sus casas, hacía los cursillos de cristiandad en las comunidades y
siempre estaba dispuesto a servir al modo franciscano, es decir, con la mayor austeridad,
sin lujos ni medios de confort. Aún se conserva en el museo que lleva su nombre, los
escasos bienes domésticos y el catre para su descanso.
Los cursillos de cristiandad le permitieron un mayor encuentro y amistad con los
jóvenes, las familias y comunidades de Carrizal en el fomento de la fe cristiana, más allá
del recinto y el oficio de la iglesia. De esta manera, además de ejercer de guía espiritual,
compartió las inquietudes sociales y comprendió la razón política de los jóvenes
cursillistas quienes en un momento determinado, en el año 1985, crearon el Centro de

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Jóvenes de Carrizal y se dispusieron luego a luchar por la autonomía municipal de su
parroquia, entre quienes se encontraban Félix Palacios, José Luis Rodríguez y Sergio
Hidalgo.
Revela el Padre Agustín en su libro “De Orilla a Orilla” ya citado, que él no pidió a
Monseñor Bernal que lo trasladara a la Parroquia San Juan Bautista de Carrizal, pero el
cambio le resultó favorable, porque a su edad de 52 años el calor sofocante de Barlovento
ya le resultaba agobiante y aquí entre estas lomas y neblinas, podía disfrutar de mayor
tranquilidad para el trabajo, la meditación y la escritura. Muchos de sus 69 libros
publicados fueron escritos durante los 29 años que vivó en Carrizal.
De Carrizal escribió:
“La gente en primer lugar uno la siente amiga y cercana. Hay algo suave, confiado y próximo en
el trato. Todavía nuestro pueblo otorga al sacerdote una cierta categoría de familia. Este clima de
eterna primavera. El mejor clima que he conocido hasta hoy.”
El Padre Agustín dedicó a Carrizal en la portada de la Memoria y Cuenta del año 1994,
las siguientes palabras: “Con todo mi cariño y gratitud al Municipio Carrizal, destinado a
un futuro grande”. En su honor y memoria, la Alcaldía del Municipio Carrizal dispensó
con su nombre, el Bulevar que une a la Plaza Bolívar con la Escuela José Manuel Álvarez y
la Iglesia San Juan Bautista, en un solo espacio público destinado al encuentro familiar y la
convivencia social. Su muerte acaeció el 24 de julio de 1998 y sus restos reposan desde el
año 2003 en el seno de la iglesia de su Parroquia, con el siguiente epitafio poético que
expresan sus últimas palabras de transición al Cielo: ¡Qué bella la claridad que se me
acerca…!

Los restos mortales de Agustín Augustinovich


reposan al pie del Santo Sepulcro y El Nazareno en
la Iglesia San Juan Bautista de Carrizal

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Francisco Palacios
Quien sí vino de Barlovento porque nació allí el
3 de noviembre de 1925, en el Caserío Mendoza,
asentado en una hacienda de cacao del Municipio
Acevedo del Estado Miranda, fue Francisco José
Palacios.
El mismo Palacios relata en unas notas
autobiográficas escritas en el año 1976, tenidas a
buen resguardo por la profesora María Soledad de
Márquez, que sus primeras letras las aprendió en
escuelitas particulares de aquel caserío, atendidas
por maestros vocacionales, entre ellos, el señor
Pedro Francia, quien también era el Barbero del
lugar; éste le dijo una vez: “Tú serás maestro y
tendrás una gran biblioteca cuando seas grande”.
Estas palabras dichas a un muchachito negro del
bosque de cacao, con apenas seis o siete años de
edad, marcaron inconscientemente una visión de
vida que al pasar de los años orientaron a Palacios
a servir a los niños y a la educación.
Teniendo catorce años se muda con su mamá Bárbara Palacios a una casa de vecindad
en la Parroquia San Juan de Caracas, en donde termina la educación primaria en una
escuela nocturna e inicia sus estudios de bachillerato, mientras trabajaba de día como
ayudante de oficios: hasta que lo alcanzó la recluta para ir al servicio militar en el año
1943.
Destinado Palacios a ser maestro de escuela, tuvo que ser antes soldado raso, luego
distinguido, sargento ayudante y nuevamente soldado raso. ¿Cómo se explica esto?
Veamos: luego de cumplir los dos años del servicio militar, Palacios alcanzó el grado de
Sargento Ayudante y furriel de la escuela militar, y se perfilaba a continuar la carrera de
oficial para convertirse en Subteniente, alentado por los oficiales superiores quienes veían
en este espigado “negrito arriscao” muchas cualidades de liderazgo y disciplina.
Precisamente estas cualidades lo llevaron a formar parte en junio del año 1945, del
primer alzamiento militar contra el gobierno de Isaías Medina Angarita, denominado en
aquella época, la “Rebelión de los Sargentos”, azuzados por una conspiración cívico-
militar: por esa incursión los sargentos alzados fueron procesados por un Consejo de
Guerra y Palacios fue degradado por el régimen a “soldado raso” y encarcelado, primero
en el Cuartel San Carlos y luego en el Castillo de Puerto Cabello.
Cuatro meses después de aquel alzamiento, el 18 de octubre de 1945, se produjo con
éxito el golpe de estado denominado “revolución de octubre”, liderada por los Mayores
Marcos Pérez Jiménez y Carlos Delgado Chalbaud, junto a los dirigentes del partido
Acción Democrática, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa y
Gonzalo Barrios, que derrocaron el gobierno del General Isaías Medina Angarita,
constituyéndose la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt,
quien de inmediato ordenó dejaran en libertad a Palacios y al resto del grupo de sub-
oficiales y clases.

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Luego de esta experiencia en su carrera militar y ante la convulsa situación política
durante el trienio 1945 – 1948, Palacios trabajó en la Secretaría de la Escuela Militar y
terminó su bachillerato, tiempo en el que su madre Bárbara Palacios se encargó de orientar
a Pancho para que abandonara la carrera militar y se dedicara más bien a lo que luego
sería su gran pasión vital: la docencia.
Por recomendación del jefe de la Escuela Militar, Palacios fue designado por el
Ministerio de Educación como Maestro N° 3, en la Escuela Nacional Paracotos, el 28 de
septiembre de 1948. Gracias a ese punto crucial en su vida, a los 23 años de edad, Palacios
pudo ofrendar los mejores años de su magisterio a servir a los niños de las comunidades
de Paracotos y de Carrizal, en este caso desde el año 1956, hasta su muerte el 4 de
diciembre de 1993. En Paracotos se le reconoció su apostolado con muchas
manifestaciones de respeto y admiración, tanto que fue bautizada la casa de la cultura de
esa Parroquia con su epónimo.
Siempre tuvo especial sensibilidad humanitaria, puesta de manifiesto al abrigar a niños
y jóvenes muy pobres o desamparados. Nos cuenta su hija María Concepción, “Concha”,
que en las casas donde vivieron en Paracotos, Carrizal y Los Teques, en la medida que
crecía su prole hasta llegar a tener 11 hijos con Doña Ana María Colina de Palacios,
convivían con ellos otros niños y niñas, e incluso adultos que necesitaban de apoyo y
afecto, y a quienes Palacios amparaba con especial deferencia y dignidad.
La trayectoria y contribución de Palacios a la vida educativa, social, cultural y política
de Carrizal son de reconocida importancia y trascendencia. El profesor Félix “Pocho”
Palacios, su hijo y ex - alcalde de Carrizal y el profesor Hildemaro Mago, ex cronista de
Carrizal, me ayudaron a delinear el siguiente perfil multifacético de nuestro admirado
amigo Palacios.

Francisco Palacios: del cuartel a la escuela.


En uniforme de Sargento del Ejército en una foto del 29 de noviembre de 1947 y luego graduado
de Maestro de Instrucción Primaria el año1956.

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Se graduó de profesor en el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, luego
de haber estudiado educación en la UCV y la UCAB; fue dirigente gremial y Presidente de
la Federación Venezolana de Maestros, Seccional Tuy-Guaicaipuro; promotor cultural
desde la escuela, pero también en las comunidades y en el Ateneo Popular que fundó en
Carrizal; impulsó el programa de alfabetización de adultos en varias comunidades y fundó
dos escuelas en Paracotos y Brisas de Oriente, en donde fue maestro de aula, sin recibir
por ello remuneración adicional alguna; creó la Sociedad Bolivariana y tuvo especial
dedicación por la educación moral y cívica de los niños y jóvenes; promovió y formó a
grupos infantiles de danza, teatro, música; creó los Niños Cantores de Carrizal durante los
años ochenta; fue miembro honorario del Rotary Club de Los Teques y miembro de la
directiva de la Red de Emergencia de Radioaficionados 5YX-1000, en los tiempos en que
las redes sociales no existían, pero podía comunicarse en onda corta de alta frecuencia con
internautas de Venezuela y de otros países, como una forma de servicio de protección
civil; fue organizador popular de las fiestas de San Juan, donde la zumba y el toque de
tambor barloventeño resonaba en estos Altos de Miranda; militante de Acción
Democrática primero y luego se hizo parte del Movimiento Electoral del Pueblo en el año
1967, que lideró el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, con quien compartió las mismas
ideas pedagógicas de la educación democrática y popular para todos, como un soporte
para el ascenso social y el progreso personal.
Testigos de lo que aquí afirmamos son las varias generaciones de estudiantes del Grupo
Escolar José Manuel Álvarez que recibieron del Maestro Palacios su enseñanza,
orientación y consejos, muchos de los cuales son connotados profesionales, políticos y
personas de bien. Fue tal la inquietud natural de Palacios por el aprendizaje polivalente,
que se hizo enseñar el sistema de lectura y escritura braille, por el invidente Eduardo
Mena, actual músico de la Parroquia San Juan Bautista, para lo cual se sometía al vendaje
de los ojos en cada sesión de aprendizaje con las manos.
Para el Maestro Palacios el derecho al acceso a la educación en todos sus niveles y
modalidades, desde el preescolar hasta la universitaria, fue su máxima aspiración y
preocupación. Propugnaba a favor de la creación de un nuevo liceo y una universidad
para Carrizal: esta reivindicación sigue siendo tarea pendiente para la población del
Municipio.
Palacios se hizo del aprecio y el respeto de las comunidades de Carrizal, que le permitió
recibir el respaldo electoral como candidato a Alcalde que fue, en las primeras elecciones
municipales de Carrizal en diciembre de 1989. El resultado de esas elecciones le dio el
triunfo a José Luis Rodríguez por estrecho margen de votos, susceptible de ser sometido a
revisión o impugnación ante el Consejo Supremo Electoral.
Al preguntar a “Pocho” Palacios sobre aquel trance electoral, cuál fue la reacción de
Francisco Palacios, éste respondió: mi papá ante quienes le azuzaban, dijo: “Si el pueblo de
Carrizal eligió a este muchacho que fue mi alumno, pero también eligió a mi hijo como
concejal, no emprenderé ninguna acción contra los resultados electorales; el tiempo dirá,
porque el tiempo de Dios es perfecto. “Carrizal eligió bien y apoyaré la gestión del primer
gobierno autónomo…”. Con estas palabras, reveladas al público 26 años después, se
confirma a las actuales generaciones el talante democrático, vertical en sus convicciones y
la ecuanimidad de Francisco Palacios.

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Al requerirle a “Pocho” Palacios que describiera las múltiples facetas de su padre,
responde:
–Labor imposible; cada día de mi papá fue diferente, siempre andaba con un proyecto
nuevo, en materia educativa, cultural y social.
Algunas personas que le conocieron le llamaron “Maestro de Maestro”, “Forjador de
Juventudes”; yo prefiero llamarlo, “Palacios, el profesor humilde”
El Complejo Cultural que lleva su nombre, construido durante las administraciones de
los alcaldes Félix Palacios y José Luis Rodríguez, se erige como testimonio del afecto
imperecedero de todos los carrizaleños. También en su honor y para honrar a otros
meritorios ciudadanos, el Concejo Municipal sancionó el 11 de noviembre de 2004, la
reforma de la Ordenanza que crea la Orden y el Botón al Mérito “Gran Maestro Francisco
José Palacios”.

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