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del autor y no necesariamente la opinión


 2019
de la Superintendencia de Banca,
Superintendencia de Banca, Seguros y Seguros y Administradoras Privadas de
Administradoras Privadas de Fondos de Fondos de Pensiones.
Pensiones.

DT/02/2019 SUPERINTENDENCIA DE BANCA, SEGUROS Y ADMINISTRADORAS PRIVADAS


DE FONDOS DE PENSIONES (SBS)

Género e Inclusión Financiera

Fiorella Arbulú1 Sissi Heras2


SBS – Departamento de Análisis de Microfinanzas SBS – Departamento de Análisis de Microfinanzas

Aprobado por Manuel Luy


Diciembre, 2019

Resumen

El presente estudio analiza la relación entre género y la inclusión financiera en el Perú, e identifica
potenciales brechas de género en el acceso a los servicios financieros, explorando los factores que
podrían explicarlas. Para ello se utiliza la información de la Encuesta Nacional de Demanda de Servicios
Financieros y Nivel de Cultura Financiera (ENDSFCF). El estudio comprende el análisis descriptivo de
las diferencias de género en la tenencia de cuentas de depósito y créditos en el Sistema Financiero, la
estimación de modelos econométricos a fin de evaluar su relación con el género, incorporando
variables de control, así como la descomposición de la brecha, con el propósito de explorar la naturaleza
de las brechas. Los resultados del análisis sugieren que las brechas en el acceso a los servicios
financieros responden principalmente a desigualdades en ámbitos fuera del sistema financiero,
asociadas principalmente al tipo de empleo, nivel de ingresos y nivel de educación. En efecto, al
controlar por estas variables, las desigualdades de género en la tenencia de cuentas y crédito se
reducen, e incluso desaparecen.
Clasificación JEL: G28, O16, R51
Palabras clave: Inclusión financiera, género, acceso, servicios financieros
E-Mails: farbulu@sbs.gob.pe, sheras@sbs.gob.pe

1 Fiorella
Arbulú es Analista Principal del Departamento de Análisis de Microfinanzas de la SBS (Lima, Perú).
2 Sissi Heras
era Analista del Departamento de Análisis de Microfinanzas de la SBS (Lima, Perú), a la fecha de elaboración del
documento de trabajo. Actualmente, es Inspector de Microfinanzas del Departamento de Supervisión Microfinanciera A.
1
1. Introducción

La inclusión financiera, entendida como el acceso y uso de servicios financieros adecuados por parte
de todos los segmentos de la población, ha concitado un creciente interés por parte de los hacedores
de política y la comunidad internacional en los últimos años, convirtiéndose en un tema clave en la
agenda para reducir la pobreza y fomentar el crecimiento económico, especialmente en los países en
desarrollo. En particular, un mayor acceso y uso de los servicios financieros puede contribuir a
disminuir la vulnerabilidad de los hogares más pobres y mejorar su calidad de vida, así como mejorar
la productividad de las micro y pequeñas empresas y aumentar su formalización; al mismo tiempo
que afecta positivamente el crecimiento económico y reduce la desigualdad 3.

Incrementar la inclusión financiera de las mujeres es especialmente importante para promover el


crecimiento económico y desarrollo, no solo porque las mujeres son más vulnerables a la pobreza 4,
sino porque de ellas depende gran parte del bienestar de las familias, comunidades y sociedad. Si
bien, tanto hombres como mujeres necesitan acceso a servicios financieros para invertir en sus
familias y negocios; la evidencia empírica sugiere que son las mujeres quienes tienden a invertir una
mayor parte de su dinero en educación, salud y bienestar de los hijos 5. Estas prioridades no solo
fortalecen a sus familias, sino que también impactan en el bienestar social a largo plazo. De otro lado,
el impacto del acceso a los servicios financieros sobre el empoderamiento económico y social de las
mujeres refuerza esta espiral virtuosa, en la medida que mujeres empoderadas, con mayor control
sobre sus ingresos y activos, participan más en las decisiones del hogar y procuran mejores opciones
para ellas y sus familias6.

Según los datos del Global Findex 2017, poco menos de un billón de mujeres a nivel mundial
permanece fuera del sistema financiero formal, representando 56% de la población no incluida.
Diversos estudios revelan que las mujeres se encuentran en una posición de desventaja respecto a los
hombres en cuanto al conocimiento, acceso y uso de los servicios financieros. Comparadas con los
hombres, una menor proporción de mujeres tiene una cuenta (65% versus 72%) y la usa, o tiene
créditos del sistema financiero formal. Esta brecha se reduce a 3 puntos porcentuales para la región,
donde el 57% de los hombres informó tener una cuenta en comparación con el 54% de las mujeres7,
en tanto se mantiene una brecha similar en la tenencia de créditos. Esta situación ha conducido a que
autoridades, organismos reguladores e instituciones de desarrollo hayan situado a la inclusión
financiera de las mujeres entre las prioridades de la agenda para el desarrollo y la igualdad de género.

En un gran número de economías del mundo, aún existen factores legales y culturales que impiden a
las mujeres tener las mismas oportunidades económicas que los hombres, lo que convierte en un
desafío su inclusión al sistema financiero. Según el reporte de Women, Bussiness and the Law 8, en
ciertos países todavía existen disposiciones legales y normas culturales que restringen la autonomía
de las mujeres para trabajar fuera del hogar, celebrar contratos a nombre propio, controlar la
propiedad, heredar activos y obtener documento de identidad. Estas restricciones a la independencia
económica de las mujeres y a su capacidad para tomar decisiones dentro del hogar tienen

3 Existe amplia literatura sobre la relación entre el desarrollo financiero y el crecimiento económico, entre ellos Levine (1997),
Beck, Demirgüc-Kunt y Levine (2007), King y Levine (1993); Klapper, Laeven y Rajan (2006) y Demirguc-Kunt y Levine
(2009).
4 Naciones Unidas (2015).
5 Pitt y Khandker (1998), Cheston y Khun (2002), Pitt et al. (2006) y Swamy (2014) presentan evidencia empírica sobre el

impacto del acceso de la mujer al microcrédito sobre el bienestar de la familia.


6 Mayoux (2000) y Holloway et al. (2017).
7 Demirgüc-Kunt et al. (2018).
8 Banco Mundial (2016).

2
consecuencias directas sobre su capacidad para acceder a los servicios financieros, tales como créditos
y cuentas de depósito.

A diferencia de la creciente literatura que documenta las brechas de género a nivel internacional, el
estudio de las desigualdades en el acceso a los servicios financieros para América Latina y el Perú, en
particular, es más bien escaso9. En este sentido, el presente estudio tiene como finalidad contribuir al
análisis de la dimensión de género en el acceso a los servicios financieros y explorar la existencia de
discriminación en la inclusión financiera en el país. Para ello se utiliza la información recogida en la
Encuesta Nacional de Demanda de los Servicios Financieros y Nivel de Cultura Financiera
(ENDESFCF). A continuación se presenta la revisión de la literatura; en la tercera sección se exploran
las brechas de género a través de un análisis descriptivo de la información recogida en la Encuesta;
mientras que en la cuarta y quinta sección se presentan la metodología y los resultados del análisis
multivariado y la descomposición de las brechas.

2. Revisión de la Literatura

La evidencia internacional muestra que existe un sesgo hacia los hombres en el acceso a los servicios
financieros cuando se diferencia por género. Los últimos datos del Global Financial Inclusion
database (Global Findex 2017), recogidos por el Banco Mundial en 144 países alrededor del mundo,
indican que las mujeres son menos propensas que los hombres a tener una cuenta, ahorrar o pedir
prestado10. Según los resultados de esta encuesta, mientras que el 72% de los hombres declara tener
una cuenta en una institución financiera, este porcentaje se reduce a 65% en el caso de las mujeres;
en tanto que, 12% de los hombres manifiesta haber solicitado un préstamo de alguna institución
financiera formal en los últimos 12 meses frente a 9% de las mujeres. Estas desigualdades también se
extienden al uso de estos servicios, ya que incluso entre los adultos que poseen una cuenta, las mujeres
son menos propensas que los hombres a usarlas.

Aunque creciente en los últimos años, el estudio de las brechas de género en el acceso a los servicios
financieros, y los factores que las determinan, es aún escaso. Gran parte de la literatura que ha
documentado las disparidades de género en este ámbito, se ha centrado principalmente en el acceso
al crédito, principalmente con fines productivos. Con relación a la unidad de análisis, aunque el
alcance de la literatura es diverso, el foco de los estudios ha sido principalmente la empresa, dada la
escasez de data sobre el acceso y uso de los servicios financieros a nivel de hogares e individuos11. Es
por ello que, aun cuando el análisis a nivel de empresas está fuera del alcance del presente estudio, la
revisión de los estudios en los cuales se distingue al conductor de la empresa según género, puede
brindar luces acerca de los factores que explicarían estas brechas, así como sobre las metodologías y
técnicas para medirlas a otros niveles.

A pesar de que la evidencia confirma la existencia de diferencias en el acceso al crédito y a otros


servicios financieros entre hombres y mujeres, tanto a nivel empresarial como individual, los estudios
no son concluyentes acerca de la existencia de discriminación de género en el sistema financiero. Si
bien diversos autores han encontrado evidencias que podrían respaldar la hipótesis de discriminación
(Goheer, 2003; Muravyev et.al., 2007, Beck et al., 2011; Presbitero et al., 2014, entre otros), un
número creciente de estudios sugiere que las brechas en el acceso a los servicios financieros serían

9 Entre los estudios desarrollados para la región figuran CEPAL (2004), Pailhé (2014), Echeverría (2016) y SBIF (2017); así
como Field y Torero (2004), Paredes (2013) y Trivelli (2007).
10 Demirgüc-Kunt et al. (2018)
11 Los estudios con este alcance han utilizado las bases de datos del Global Financial Inclusion (Global Findex database) y

Finscope Consumer (FinMark Trust).


3
más bien el resultado de diferencias de género en otros sectores (Baydas et al., 1994; Coleman, 2002
y Aterido et al., 2013). Esta dificultad para llegar a resultados concluyentes sobre el tema, se debe en
gran medida a las limitaciones para controlar por todas las características de los individuos y firmas,
así como por los diversos aspectos institucionales, legales y culturales, que podrían estar afectando el
acceso de las mujeres a los servicios financieros formales.

La mayoría de estudios que argumentan la hipótesis de discriminación detrás de las brechas de género
en el acceso a los servicios financieros a nivel empresarial, han encontrado que las mujeres
empresarias en países como Pakistán y Europa del Este, tienen menor probabilidad de obtener un
préstamo o, de hacerlo, enfrentan condiciones menos favorables que los hombres, con tasas de interés
más elevadas o plazos más cortos (Goheer, 2003; Murayev et al., 2007; Beck et al., 2011). Esta
evidencia es complementada por Piras et al. (2013), Presbitero et al. (2014) y Henderson et al. (2015),
quienes aun controlando por características de la firma, tales como tamaño, tipo de propiedad, sector
y capital humano, encontraron resultados similares para países del Caribe. De igual modo, Asiedu et
al. (2013) en un estudio comparativo para África Sub-Sahariana hallaron que, respecto de otras
regiones, las empresas de propiedad femenina enfrentan mayores restricciones crediticias que
aquellas dirigidas por hombres, incluso controlando por características específicas del país.

Por su parte, Baydas et al. (1994), Coleman (2000) y Aterido et al. (2013) sugieren que las brechas en
el acceso y uso de financiamiento serían más bien el resultado de las características de las firmas de
propiedad femenina. Aterido et al. (2013) encontraron, por ejemplo, que las brechas en el uso de
financiamiento desaparecen una vez que se controla por variables observables de la firma, tales como
tamaño, industria, tipo de propiedad, participación extranjera, orientación hacia la exportación y
años de operación. Estas características serían determinantes claves del acceso de las empresas al
financiamiento, especialmente el tamaño, en la medida que las empresas de propiedad femenina
suelen ser más pequeñas, además de dedicarse a sectores que requieren menos financiamiento
externo. Si bien estas diferencias estructurales entre las empresas propiedad de hombres y mujeres
no reflejan necesariamente discriminación, diversos estudios han encontrado que las mujeres
empresarias perciben discriminación en el acceso al crédito, además de considerarlo un proceso
engorroso, lo cual impacta en la decisión de solicitar un préstamo12.

A nivel individual, los resultados son igualmente ambiguos. Por un lado, Beyene y Mutsonziwa (2016),
a través de un análisis multivariado para los países de África del Sur, encontraron que el género afecta
la inclusión financiera aun después de controlar por características individuales, tales como los
ingresos, empleo, lugar de residencia y nivel de educación, sugiriendo la existencia de discriminación
en estos países. En la misma línea, Klapper y Singh (2015) hallaron que incluso después de controlar
por ingresos, empleo, educación y edad, el hecho de ser mujer en Turquía disminuye la probabilidad
de tener una cuenta. No obstante, estos últimos encontraron que la participación en la fuerza laboral
está altamente correlacionada con la brecha de género en la tenencia de cuentas, ya que las mujeres
asalariadas o auto-empleadas tienen la misma probabilidad de tener una cuenta que los hombres en
similares condiciones.

Del mismo modo, Demirgüc-Kunt et al. (2013), usando data individual del Global Findex para países
en desarrollo, confirman la existencia de brechas de género en la tenencia de cuentas, ahorro y crédito,
tanto formal como informal; las mismas que persisten aún después de controlar por características
individuales, como ingresos, educación, empleo, ámbito de residencia y edad. Al respecto, los autores

12 McCracken et al. (2015).


4
sugieren que la relación entre género y las medidas de inclusión financiera no solo se da de manera
directa, sino también indirectamente, a través de las diferencias de género en los ingresos, educación
y empleo. A diferencia de los estudios previos, los autores también exploran el impacto de la
discriminación legal de la mujer y las normas de género en las diferencias en el uso de los servicios
financieros13. Los resultados muestran que efectivamente las brechas en el uso de los servicios
financieros son mayores en aquellos países donde las mujeres enfrentan mayores restricciones
legales, en la capacidad de trabajar, ser jefe del hogar, elegir donde vivir o heredar propiedades; o
donde se registran elevados niveles de violencia contra la mujer o mayor incidencia de matrimonios
a temprana edad.

Por otro lado, Aterido et al. (2013), usando data individual del FinScope para países del África
mostraron que a pesar de la evidencia sobre la existencia de brechas de género en el uso de los
servicios financieros, estas diferencias pierden significancia una vez que controlan por ciertas
características del individuo. Además de las variables de control empleadas en estudios previos, los
autores incluyen la tenencia de teléfono móvil, como señal de vínculos comerciales y, por ende, de
necesidad de servicios financieros; así como ciertas circunstancias personales, tales como el estado
civil, si es jefe del hogar, si es el principal proveedor o tomador de decisiones, en la medida que
representan mayores responsabilidades económicas. Además, a través de la descomposición de la
brecha, utilizando la metodología Oaxaca-Blinder, los autores sugieren que ella se explicaría más bien
por desventajas en otras áreas, principalmente en la educación y el empleo, sumado a la baja
probabilidad de ser jefa del hogar. Utilizando técnicas de descomposición similares (descomposición
de Fairlie), Abdu et al. (2015) encontraron que la educación y los ingresos explican gran parte de las
brechas en la tenencia de cuentas en Nigeria.

Con relación a los factores que explicarían los bajos niveles de inclusión financiera de las mujeres
respecto a los hombres, la literatura sugiere que si bien ambos enfrentan las mismas barreras en el
sistema financiero tanto por el lado de la demanda como de la oferta, las mujeres podrían afrontar
aún mayores desafíos para acceder a los servicios financieros debido a factores legales, institucionales
y culturales, que estarían afectando su capacidad para generar, adquirir y controlar los ingresos y la
propiedad al interior del hogar (Rao, 2015). Según el último reporte de Women, Business and the
Law14, aún en ciertos países existen disposiciones constitucionales y legales que restringen la
autonomía de las mujeres para trabajar fuera del hogar, celebrar contratos a nombre propio, controlar
la propiedad dentro y fuera del matrimonio, heredar u obtener documentos de identidad, las cuales
tendrían consecuencias directas sobre su capacidad para acceder a servicios financieros. Ciertamente,
en economías donde hay diferencias legales por género, la probabilidad de que las mujeres tengan
una cuenta, ahorren o soliciten un préstamo es significativamente menor (Demirgüc-Kunt et al.,
2013; Banco Mundial, 2016).

Si bien existen diversos factores que podrían limitar el acceso a los servicios financieros a hombres y
mujeres en general, algunos de ellos estarían fuertemente relacionados a aspectos de género. Por el
lado de la demanda, por ejemplo, los bajos niveles de ingresos y el tipo de empleo resultan factores
claves para explicar estas diferencias de género, dada la segregación laboral y las brechas salariales
existentes en el mercado de trabajo. Las mujeres suelen estar concentradas en empleos poco
remunerados o con ingresos inestables, principalmente fuera del sector formal (Banco Mundial,

13 Los autores utilizan información de los datos recogidos en el estudio Women, Business and the Law del Banco Mundial para
identificar la discriminación en el marco legal y de propiedad; así como información sobre las normas de género cuantificadas
por la OECD en el estudio Género, Instituciones y Desarrollo.
14 Banco Mundial (2016).

5
2016). Las restricciones legales y culturales, que limitan la capacidad de la mujer para ejercer las
mismas actividades económicas que los hombres y restringen su movilidad e interacción fuera del
hogar, habrían ocasionado que las mujeres terminen confinadas a empleos menos remunerados,
realizando actividades informales o negocios en casa, generalmente extensión de las actividades del
hogar (Johnson, 2004).

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2016), aún en muchas regiones las mujeres
tienen más probabilidades que los hombres de encontrarse y permanecer en situación de desempleo,
así como menos oportunidades de pertenecer a la fuerza de trabajo, y cuando lo hacen, suelen verse
obligadas a aceptar empleos de peor calidad. Al respecto, aun cuando las cifras indican que a nivel
global la proporción de mujeres con empleo remunerado se ha incrementado en las últimas décadas 15,
ello no se ha traducido necesariamente en empleos de mejor calidad, ya que en muchos casos se trata
de trabajos informales e inseguros. Como resultado, las mujeres se concentran en una gama reducida
de ocupaciones, con una mayor incidencia en trabajos de tiempo parcial, y con salarios relativamente
más bajos, que les permita atender también sus responsabilidades domésticas y familiares.

De otro lado, los bajos niveles de educación representan una barrera importante, en la medida que se
convierte en una limitante el hecho de que las personas no tengan los conocimientos básicos sobre
finanzas personales. Si bien, en general las brechas de género en educación se han reducido
considerablemente en los últimos años, llegando incluso a revertirse en ciertos casos 16, diversos
estudios evidencian que las mujeres suelen tener un menor conocimiento financiero que los hombres
(Hung et al., 2012)17. Aunque la literatura sobre los factores que determinan estas diferencias es aún
limitada, las investigaciones sobre el tema ofrecen varias explicaciones, entre las que destacan las
diferencias en habilidades, actitudes y los roles tradicionales de género en la toma de decisiones
dentro del hogar y en la sociedad (Fonseca et al., 2010).

Por el lado de la oferta, una de las restricciones más importantes es la exigencia de requerimientos
formales por parte de las instituciones financieras, como los colaterales. En general, la tenencia de
activos constituye uno de los factores determinantes para las entidades financieras a la hora de
evaluar la capacidad de pago y las garantías que pueden presentar los clientes para avalar cualquier
operación de crédito. No obstante, la desigualdad en la distribución y acceso a la propiedad dentro
del hogar, reduce la capacidad de la mujer para poseer y utilizar los activos personales, convirtiéndose
en una barrera para su acceso al sistema financiero (Field y Torero, 2003). Las leyes que rigen las
relaciones de propiedad son en ciertos casos restrictivas para las mujeres, limitando su capacidad
para heredar, administrar, adquirir y controlar los activos, y, por ende, para acceder a préstamos
garantizados por colaterales requeridos usualmente por las entidades financieras (Rao, 2015; Banco
Mundial, 2016).

A ello se suman los mayores costos de transacción que enfrentan las mujeres debido a la distancia de
los puntos de atención del sistema financiero, los cuales se intensifican por las restricciones de
movilidad y la menor disponibilidad relativa de tiempo que enfrentan en comparación a los hombres

15 Según la OIT (2016), en el 2015 el 52% de las mujeres tenían un trabajo remunerado. Sin embargo, el 40% de ellas no
contribuye a la protección social.
16 INEI (2018), WEF (2016).
17 Estos estudios han encontrado que las mujeres suelen tener igual o menor cultura financiera en una serie de dimensiones.

Así, por ejemplo, las mujeres suelen tener menos conocimientos financieros y menos confianza en sus habilidades y, en
promedio, obtienen peores resultados que los hombres en las pruebas de conocimientos financieros (cálculo de tasa de interés
o comprensión de diversificación de riesgos).

6
debido a sus responsabilidades familiares y funciones al interior del hogar (Field y Torero, 2003; Rao,
2015). Ciertamente, la elevada carga de trabajo no remunerado dentro del hogar y su dedicación al
cuidado de los hijos y padres, restringen su capacidad de movilidad fuera del hogar y encarecen los
costos de transacción de acceder a los servicios financieros, sobre todo en las zonas rurales donde los
puntos de atención suelen estar más alejados.

Por otro lado, los sesgos de género presentes en las leyes, costumbres o normas sociales desfavorables
para las mujeres, podrían generar el auto-racionamiento, desalentando su participación en el sistema
financiero. Al respecto, Ongena y Popov (2015) encontraron, en un estudio para Europa, que en
aquellos países con un sesgo de género más arraigado es más frecuente que las mujeres no soliciten
créditos porque creen que no se les va a otorgar, por lo que suelen depender de créditos fuera del
sistema formal. En el mismo sentido impacta la percepción de las mujeres sobre las instituciones
financieras, las cuales suelen ser vistas como entidades demasiado formales, alejadas de sus
necesidades y con procesos difíciles de entender; así como la relativa mayor aversión al riesgo o temor
de las mujeres a tomar un crédito en comparación a los hombres (Pailhé, 2014).

3. Brechas de Género en el Acceso a Servicios Financieros

A fin de explorar la relación entre el género, los hábitos financieros y el acceso a los servicios
financieros en el Perú, se utilizó la base de datos de la ENDESFCF. Esta encuesta se desarrolló a nivel
nacional en las áreas urbana y rural de los 24 departamentos del país y la Provincia Constitucional
del Callao, entre noviembre 2015 y febrero 2016. La muestra estuvo conformada por un total de 6 565
personas entre 18 y 70 años, y el cuestionario recogió información sobre el acceso y uso de los canales
y servicios financieros, hábitos financieros, educación financiera y calidad del servicio otorgado por
las entidades financieras, así como de ciertas características del individuo.

El análisis consta de tres etapas, la primera consiste en un análisis descriptivo de los resultados
arrojados por la Encuesta, mientras que la segunda comprende la aplicación de técnicas
econométricas a fin de controlar por otras características individuales. Por último, se aplican técnicas
de descomposición a fin de evaluar la brecha de género en el acceso a los servicios financieros y
determinar en qué medida es explicada por factores observables y no observables.

3.1. Análisis Descriptivo

Se empezará el análisis documentando las diferencias de género en los hábitos financieros y en el


acceso a los servicios financieros, utilizando la información recogida en la Encuesta. Para efectos de
este análisis, se tomaron los datos ponderados por su representatividad a nivel nacional.
Adicionalmente, para complementar el análisis de las brechas en el acceso al crédito se utilizó la
información del Reporte Crediticio de Deudores (Anexo 6 – RCD).

3.1.1. Ahorro y tenencia de cuentas:

Según los resultados de la Encuesta, el 66% de la población a nivel nacional ahorra de forma
voluntaria, sea dentro o fuera del sistema financiero, o de forma obligatoria (en una cuenta donde el
empleador le deposita el beneficio de la CTS 18 y/o a través de aportes a un sistema de pensiones). Al
diferenciar según género, se observa una mayor proporción de hombres con ahorros
respecto de las mujeres (74% versus 59%). El resultado varía si se distingue entre ahorro fuera

18 Compensación por tiempo de servicio.


7
del sistema financiero y ahorro en instituciones financieras. Si bien la incidencia del ahorro solo fuera
del sistema financiero es similar para hombres y mujeres (en ambos casos fue de 37%), las
diferencias de género se hacen más evidentes en el ahorro en instituciones del sistema
financiero, donde se aprecia una brecha de 15 puntos porcentuales (ver Gráfico N° 1).

Gráfico N° 1
Población que ahorra dentro y fuera del Sistema Financiero
(En porcentaje)
Hombre Mujer

26
37 37 41

37 22

No ahorra En el SF Solo fuera del SF No ahorra En el SF Solo fuera del SF


Fuente: ENDESFCF

Al analizar por ámbito de residencia, se observa que las diferencias de género en el ahorro,
desfavorables para las mujeres, son mayores en las grandes zonas urbanas (Lima y
Callao, y grandes ciudades) comparadas con las pequeñas ciudades urbanas y el área
rural. En Lima y Callao y las grandes ciudades, las diferencias de género en el ahorro se ubicaron en
18 y 14 puntos porcentuales, respectivamente, reduciéndose en las pequeñas ciudades urbanas y en
la zona rural (ver Gráfico N° 2). Cabe notar que en casi todos los ámbitos de residencia, con excepción
del área rural, la incidencia de ahorro fuera del sistema financiero es mayor en las
mujeres, lo cual coincide con los hallazgos de la literatura en relación a las diferencias en los hábitos
de ahorro entre hombres y mujeres encontrados para otras regiones (Demirgüc-Kunt et al., 2013;
Beyene y Mutsonziwa, 201619).

19 Estos estudios mostraron diferencias de género en las formas de ahorro, en los que una mayor proporción de hombres,
comparado con las mujeres, separan o ahorran dinero a través de instituciones financieras, mientras que las mujeres dominan
el mercado de ahorros informal.
8
Gráfico N° 2
Población que ahorra dentro y fuera del Sistema Financiero según Ámbito de
residencia
(En porcentaje)

Fuente: ENDESFCF

Por otro lado, al comparar las modalidades de ahorro fuera del sistema financiero, se observan claras
diferencias en las formas de ahorro utilizadas entre hombres y mujeres. Así, por ejemplo, mientras
que el ahorro a través de dinero guardado en casa, juntas, panderos o tanomoshi es más frecuente
entre las mujeres (84% versus 75% de los hombres), el ahorro en bienes, principalmente animales,
semillas, materiales, mercadería e inmuebles tiene una mayor incidencia entre los hombres (64%
versus 47% de las mujeres) (ver Gráfico N° 3).

Gráfico N° 3
Distribución de la población que ahorra fuera del Sistema Financiero según
modalidad de ahorro
(En porcentaje)

Fuente: ENDESFCF

9
Tenencia de cuentas de depósito:

El 41% de la población a nivel nacional tiene al menos una cuenta de depósito 20 en el sistema
financiero. Según datos de la encuesta, los hombres registran una mayor incidencia de
tenencia de cuentas respecto de las mujeres, observándose una brecha de 10 puntos
porcentuales. Mientras que el 46% de los hombres señaló tener una cuenta en alguna institución
financiera, este porcentaje llegó a 36% en el caso de las mujeres (ver Gráfico N° 4).

Gráfico N° 4
Población con cuenta en el Sistema Financiero
(En porcentaje)

Hombre Mujer

64
54
46
36

Tiene cuenta No tiene cuenta Tiene cuenta No tiene cuenta

Fuente: ENDESFCF

La brecha es mucho mayor en Lima y Callao y las grandes ciudades (20 p.p. y 17 p.p.,
respectivamente), comparadas con las pequeñas ciudades urbanas (6 p.p.). Aunque, en
general, la incidencia en la tenencia de cuentas es menor en el área rural respecto a los estratos
urbanos, a diferencia de estos últimos, se observa una brecha favorable hacia las mujeres (26% de
mujeres con cuenta versus 22% de hombres). Estos resultados obedecerían a la cobertura del
programa de transferencias condicionadas (Programa Juntos), en el cual los beneficiarios son
principalmente mujeres de las zonas más pobres, ubicadas mayormente en el área rural. En efecto,
de acuerdo con los datos de la Encuesta, el 74% de las mujeres rurales con alguna cuenta abierta
durante el 2014 señaló que fue abierta por o a pedido del gobierno, principalmente para recibir las
transferencias del Programa Juntos.

20 Cuenta de ahorro, a plazo o CTS.


10
Gráfico N° 5
Población con cuenta en el Sistema Financiero según estrato geográfico
(En porcentaje)

Fuente: ENDESFCF

En general, el análisis descriptivo de los datos revela la existencia de brechas de género en la tenencia
de cuentas. Sin embargo, tal como lo sugiere la literatura, estas brechas podrían estar explicadas por
diferencias en ciertas características individuales, tales como el empleo, ingresos o educación.

Con relación al empleo, existe evidencia de que las mujeres suelen concentrarse en actividades menos
remuneradas fuera del sector formal o en trabajos no remunerados extensión de las actividades del
hogar. Esta situación podría afectar su capacidad para ahorrar y, por ende, la probabilidad de tener
alguna cuenta en el sistema financiero. De hecho, la brecha de género se reduce entre la población
con empleo (48% de los hombres con empleo tiene cuenta versus 46% de las mujeres), observándose
en el caso de los trabajadores asalariados, que las mujeres son tan propensas como los hombres a
tener una cuenta, la cual estaría asociada principalmente a la recepción de los sueldos (ver Gráfico N°
6). No obstante, los datos de la encuesta también revelan que la incidencia de trabajo asalariado es
mayor entre los hombres comparados con las mujeres. Mientras que el 43% de los hombres con
empleo trabajan como empleados asalariados, este porcentaje se reduce a 36% en el caso de las
mujeres con empleo.

Gráfico N° 6: Población con empleo y tenencia de cuentas

Fuente: ENDESFCF

11
A diferencia de los hombres, que son principalmente empleados asalariados, las mujeres con empleo
son en su mayoría trabajadoras independientes (42%)21, además de dedicarse al trabajo familiar no
remunerado en mayor proporción que los hombres. Según los datos de la Encuesta, la brecha en la
tenencia de cuenta entre los trabajadores independientes hombres y mujeres se ubica en 5 puntos
porcentuales. Tal como lo sugiere la evidencia, esta brecha podría estaría asociada a las diferencias
en la calidad del empleo y en los ingresos percibidos por hombres y mujeres, las cuales suelen ser
mayores en el sector informal22, situación que reduce su capacidad para ahorrar o para realizar
transacciones, y por ende de tener una cuenta en el sistema financiero. Por el contrario, se observa
que la brecha se revierte en el caso de los agricultores, trabajadores familiares no remunerados y
trabajadores dedicados a otras actividades, lo cual podría estar asociado a los programas de
transferencias del gobierno, considerando que las mujeres son las principales receptoras de dichas
transferencias.

Los ingresos constituyen una variable clave para explicar la tenencia de servicios financieros, sobre
todo en el caso de las mujeres, dada la segregación laboral y las brechas salariales existentes. Al
respecto, los datos de la encuesta arrojan un mayor porcentaje de mujeres con ingresos por debajo
del salario mínimo (58% de las mujeres frente a 40% de los hombres). Al controlar por la variable
ingresos, se observa que las brechas en la tenencia de cuentas se reducen considerablemente. Así,
mientras que el 49% de los hombres con ingresos señaló tener una cuenta, el porcentaje se ubicó en
47% en el caso de las mujeres con ingresos. Las brechas se reducen en casi todos los rangos de
ingresos, revirtiéndose en algunos casos (ver Tabla N° 1). Así, por ejemplo, entre la población con
menores ingresos (menos de S/ 400), las mujeres son más propensas a tener una cuenta, lo cual
podría estar asociado, una vez más, a los programas de transferencia del gobierno. Lo mismo ocurre
entre la población con mayor rango de ingresos, con una mayor incidencia de tenencia de cuentas en
el caso de las mujeres. No obstante, solo el 58% de las mujeres manifestó tener ingresos por trabajo,
pensión o rentas, frente a más del 80% de los hombres.

Tabla N° 1: Población según rango de ingresos* y tenencia de cuentas

(*)Porcentajes respecto a la población que recibe ingresos por trabajo, pensión y rentas.

Fuente: ENDESFCF

Al controlar por nivel educativo, se observa más bien que las brechas en la tenencia de cuentas se
mantienen para casi todos los niveles educativos, en ciertos casos superiores a las diferencias en el

21 De acuerdo al Informe sobre las brechas de género en el Perú elaborado por el INEI (2018), al 2017 el 52,9% de las mujeres
ocupadas son trabajadoras independientes o se dedican al trabajo familiar no remunerado, en tanto 52,0% de los hombres son
asalariados.
22 Según INEI (2018), la relación del ingreso promedio por trabajo de las mujeres comparado con el de los hombres a nivel

nacional fue de 70,7% al 2017. Según tipo de ocupación, las brechas de género más altas se producen entre las/los que se
desempeñan como comerciantes, vendedores, ambulantes o se dedican a servicios manuales, ocupaciones en las que las
mujeres solo ganan un poco más de la mitad de los ingresos de los hombres.
12
nivel educativo alcanzado por hombres y mujeres (ver Gráfico N° 7). Si bien, las estadísticas
educacionales a nivel nacional indican que se ha avanzado mucho hacia la paridad entre mujeres y
hombres en lo que concierne al acceso a la educación, observándose incluso que la situación educativa
de las mujeres ha igualado o superado la masculina, sobre todo en la educación primaria y secundaria,
aún existen obstáculos (trabajo infantil, matrimonios tempranos, embarazos precoces, situación de
pobreza, entre otras)23 que impiden que dichos avances se materialicen en la realización de las
mujeres en el mercado laboral y en los ingresos. En efecto, a pesar de que el 30% de las mujeres
cuentan con educación superior, la situación laboral indica que solo el 20% cuenta con un trabajo
asalariado.

Gráfico N° 7
Tenencia de cuenta según nivel educativo

Fuente: ENDESFCF

Al indagar sobre las posibles barreras para no tener una cuenta en el sistema financiero, los datos no
muestran mayor diferencia entre hombres y mujeres. En general, ambos indican como principal
razón para no tener una cuenta en el sistema financiero el no encontrar ninguna ventaja en hacerlo
(19% de los hombres y 20% de las mujeres que no tienen cuenta), mientras que la poca rentabilidad
y costos, así como el desconocimiento son el segundo y tercer motivo más importantes (ver Gráfico
N° 8).

23 INEI (2018).
13
Gráfico N° 8
Principales razones para no tener una cuenta
(En porcentaje)

Fuente: ENDESFCF

No obstante, comparadas con los hombres, un mayor porcentaje de mujeres reporta la falta de
ingresos o trabajo como una de las barreras para no tener una cuenta de ahorro (15% versus 11% de
los hombres), lo que se explicaría por su situación laboral y las brechas salariales existentes. En efecto,
según los datos de la Encuesta, solo 58% de las mujeres (más del 80% de los hombres) recibió ingresos
por trabajo, pensión o rentas, de las cuales más de la mitad manifestó recibir ingresos por debajo del
sueldo mínimo, principalmente menores a los S/ 400.

3.1.2. Financiamiento y Crédito:

A continuación se analizan los hábitos de financiamiento según género así como el acceso a préstamos
del sistema financiero. El análisis de la información de la Encuesta se complementó con el análisis de
los datos provenientes del Reporte Crediticio de Deudores al cierre de 2018.

Financiamiento

Con relación al acceso a financiamiento, tanto dentro como fuera del sistema financiero, los
resultados de la Encuesta muestran en general que una menor proporción de mujeres pidió
prestado en comparación a los hombres (27% de las mujeres manifestó haber pedido prestado
durante el 2014 frente a 32% de los hombres).

14
Sobre el destino de los préstamos solicitados no se encontraron mayores diferencias entre hombres y
mujeres. En ambos casos, los préstamos fueron utilizados principalmente para cubrir emergencias o
imprevistos, e invertir en algún negocio (ver Gráfico N° 9). No obstante, en comparación a los
hombres, una mayor proporción de las mujeres que pidió prestado señaló haber
utilizado el préstamo para cubrir gastos como alimentación y vestido (22% versus 19%) y
salud (8% versus 5%).

Gráfico N° 9
Destino de los préstamos solicitados dentro y fuera del Sistema Financiero
(En porcentaje)

Fuente: ENDESFCF

Con relación a los préstamos solicitados en el sistema financiero, aunque en general las tasas de
solicitud son bajas, la proporción de mujeres que solicitó algún crédito en alguna entidad financiera
durante el 2014 fue menor a la de los hombres (13% versus 16%). Esta diferencia se mantiene si se
consideran los préstamos aprobados, mientras que a 12% de las mujeres le aprobaron algún
crédito en el sistema financiero, este porcentaje se ubicó en 15% en el caso de los
hombres. Las brechas de género se reducen entre la población con empleo, sobre todo la asalariada
en la que tanto hombres como mujeres registran la misma incidencia de aprobación de créditos (ver
Gráfico N° 10). Es de notar que entre los trabajadores independientes o autoempleados, la incidencia
de aprobación de créditos es mayor entre las mujeres respecto de los hombres, lo cual podría deberse
en gran medida a la oferta de financiamiento orientado al segmento de mujeres emprendedoras. En
efecto, las mujeres tienen una participación importante en la cartera de créditos a la microempresa
del sistema financiero (más del 50% de las deudores de la micro y pequeña empresa son mujeres),
sobre todo en las entidades especializadas en microfinanzas. Lo anterior explicaría los resultados
obtenidos al controlar por ingresos, ya que se observa que entre la población con menores ingresos,
una mayor proporción de mujeres tiene créditos aprobados en el sistema financiero.

15
Gráfico N° 10
Aprobación de créditos en el Sistema Financiero según actividad principal e ingresos
(En porcentaje)

Fuente: ENDESFCF

Al indagar por las principales razones para no solicitar un préstamo al sistema financiero, la mayoría
de hombres y mujeres señala que no lo necesita, cree que no le darán o lo considera muy caro. Cabe
notar que, en comparación a los hombres, un mayor porcentaje de mujeres no solicita créditos porque
cree que no se lo darán, principalmente por tener pocos ingresos o por tener ingresos irregulares.

Gráfico N° 11
Principales razones para no solicitar préstamo al Sistema Financiero
(En porcentaje)

Fuente: ENDESFCF

Con relación a posibles diferencias en las condiciones crediticias recibidas (monto, plazo y costo)
tanto por hombres como mujeres, según los datos de la Encuesta un mayor porcentaje de hombres
señala haber recibido un monto de crédito menor al solicitado (24% versus 18% de las mujeres que
recibieron algún crédito), no encontrándose mayor variación en el caso de los plazos y costos.
Contrario a lo que se podría esperar si existiera discriminación de género en el sistema financiero,
una vez solicitado el crédito, las mujeres muestran una menor incidencia a ser racionadas. Respecto
a los motivos del rechazo, tanto hombres como mujeres coinciden en mencionar la falta de ingresos
o de ingresos regulares como la principal causa para que no se les haya aprobado el crédito solicitado.

16
Con relación a la tenencia de tarjeta de crédito, se observan resultados similares a los observados en
los créditos cuando se diferencia por género. Mientras el 17% de los hombres señaló tener alguna
tarjeta de crédito, el porcentaje se reduce a 12% en el caso de las mujeres.

Créditos del Sistema Financiero

Con relación a los créditos, la información del Reporte Crediticio de Deudores muestra que la
participación femenina en el número de deudores del Sistema Financiero se ha venido
incrementando, llegando a 49% a diciembre 2018. A dicha fecha se registra una brecha
equivalente a 1,2 puntos porcentuales, menor a la observada a fines de 2010 (12 puntos porcentuales),
lo que evidenciaría una mejora en el acceso de las mujeres al sistema financiero. En dicho periodo, el
número de mujeres con crédito se incrementó en poco más de un millón, mucho más que el
incremento registrado en el número de deudores hombres, llegando a registrarse a fines de 2018 un
total de 3,40 millones de mujeres con al menos un crédito en alguna institución financiera.

Asimismo, el crédito promedio otorgado a las mujeres también se ha venido incrementando, aunque
aún se ubica muy por debajo del promedio registrado por los hombres (S/ 17 041 versus S/ 25 832).
Ciertamente, al analizar la distribución de los deudores según rango de deuda se observa una mayor
proporción de mujeres con créditos menores o iguales a S/ 1 500 comparado con los deudores
hombres (32% versus 25% de los hombres), quienes suelen recibir créditos de mayor tamaño. Al
respecto, se encontró que alrededor del 60% de los deudores con créditos mayores a S/ 30 000 son
hombres.

Gráfico N° 12
Distribución de deudores según rango de deuda
(En porcentaje)

Fuente: Reporte Crediticio de Deudores (RCD).

Este hallazgo sería explicado por la mayor participación de las mujeres en los créditos a la pequeña y
microempresa (Mype); pues, según datos a diciembre 2018, el 57% de los deudores de la cartera
Mype eran mujeres.

Si bien los resultados del análisis descriptivo dan indicios sobre la existencia de brechas de género en
el acceso a los servicios financieros, también indican que estas diferencias tienden a reducirse e
17
incluso a desaparecer una vez que se controla por ciertas características de los individuos. En este
sentido, un estudio más riguroso de las brechas de género exige controlar por las características
individuales y examinar si la situación desventajosa de las mujeres en el sistema financiero persiste.
Este análisis es materia de las siguientes secciones.

3.2. Análisis Multivariado

Como aproximación al análisis de las brechas de género en el acceso a los servicios se tomó como
referencia la metodología empleada por Aterido, Beck y Iacovone (2013) y Demirgüc-Kunt, Klapper
y Singer (2013), quienes a través de un análisis de regresión multivariada analizan la persistencia de
las brechas de género luego de controlar por diversas características de los individuos.

A continuación se presenta la metodología y posteriormente los resultados finales obtenidos del


análisis.

3.2.1. Metodología

Las estimaciones se enfocan en dos variables que miden la dimensión de acceso a los servicios
financieros: i) la tenencia de cuentas y ii) la tenencia de crédito (o tarjeta de crédito)24. En ambos
casos se lleva a cabo una regresión multivariada. La forma estructural del modelo puede ser
especificada de la siguiente manera:

𝑌𝑖 = 𝛽0 + 𝛽1 𝑔é𝑛𝑒𝑟𝑜 𝑖 + 𝛽2 𝑋2𝑖 + ⋯ + 𝛽𝑗 𝑋𝑗𝑖 + 𝜇𝑖 ……………….. (1)

Donde 𝑦𝑖 es una variable dummy, que toma el valor de 1 cuando el individuo tiene una cuenta de
depósito o tiene un préstamo o tarjeta de crédito en el sistema financiero y toma el valor 0 de otro
modo. Además, se incluyó un set de variables de control Xji, correspondiente a características del
individuo, incluido el género, y finalmente 𝜇𝑖 captura los errores del modelo. De esta manera, a través
del análisis econométrico se busca entender el comportamiento de las variables. Particularmente, este
modelo ayuda a medir la dirección del impacto de cada una de las variables de control sobre la variable
dependiente.

Para la estimación se utilizó un modelo de elección discreta Probit, dado que no se cumplen los
supuestos para realizar una regresión OLS (Greene, 2012). La forma estructural para estimar el
modelo Probit que se deriva de la ecuación (1) es la siguiente:

Pr(𝑌𝑖 )
𝐿𝑜𝑔 [ ] = 𝛽0 + 𝛽1 𝑔é𝑛𝑒𝑟𝑜𝑖 + 𝛽2 𝑋2𝑖 + ⋯ + 𝛽𝑗 𝑋𝑗𝑖 + 𝜇𝑖 ……………………. (2)
1−Pr(𝑌𝑖 )

Donde Pr(𝑌𝑖 ) es la probabilidad de tener una cuenta o un crédito en el sistema financiero. Mientras
Pr(𝑌𝑖 )
que es el complemento de la probabilidad anterior, es decir representa la probabilidad de no
1−Pr(𝑌𝑖 )
tener una cuenta o crédito en el sistema financiero.

Sin embargo, para la interpretación de los resultados en relación al aporte explicativo de cada
variable, la evaluación del modelo por sí solo no permite un análisis completo sobre la importancia
de cada una de ellas. Dado que no se trata de un modelo lineal, los resultados solo indican la dirección
del impacto de cada una de las variables de control sobre la variable dependiente, es decir si cada

24 Le aprobaron algún crédito durante el 2014 o tiene una tarjeta de crédito.


18
variable aumenta o disminuye la probabilidad de tener cuenta o tener un crédito. En este sentido, se
utilizó un modelo dProbit, a fin de conocer la magnitud en la que aporta cada variable a través de los
efectos marginales resultantes del modelo.

Adicionalmente, con la finalidad de corroborar que el análisis empírico explica el comportamiento


que se muestra en los estadísticos descriptivos, se incorporaron variables adicionales que reflejan la
interacción de variables explicativas con género. De esta manera, se evalúa la influencia de otras
variables en la inclusión financiera de la mujer. La forma estructural del modelo puede ser
especificada de la siguiente manera:

𝑌𝑖 = 𝛽0 + 𝛽1 𝑔é𝑛𝑒𝑟𝑜 𝑖 + 𝛽2 𝑋2𝑖 + ⋯ + 𝛽𝑗 𝑋𝑗𝑖 + 𝜃1 𝑔é𝑛𝑒𝑟𝑜 𝑖 𝑋2𝑖 + ⋯ + 𝜃𝑗 𝑔é𝑛𝑒𝑟𝑜 𝑖 𝑋𝑗𝑖 +𝜇𝑖 ….. (3)

El resultado de los estimadores 𝜃 indica el efecto del género por nivel educativo, por nivel
socioeconómico, por grupo etario, entre otros, sobre la tenencia de cuenta y acceso al crédito.

Cabe notar que para cada una de las regresiones se ha buscado controlar por la mayoría de
características importantes que puedan influir en la tenencia de cuentas y el acceso al crédito. Ello
permite determinar la existencia de la brecha de género de mejor manera ya que no se crean sesgos
ni problemas de multicolinealidad. Es preciso mencionar que, dado que no se puede controlar por
variables no observables, la estrategia de identificación puede presentar sesgo por variables omitidas.

Finalmente, con el propósito de evaluar la bondad de ajuste y calidad del modelo, se mide el Índice
de cociente de verosimilitudes. Es uno de los índices más usados en la literatura econométrica para
medir la bondad de ajuste en un modelo Probit. Este índice es conocido también como el 𝑅2 de
McFadden. El estadístico compara el valor de la función de verosimilitud de dos modelos. El primer
modelo hace referencia a la regresión estimada que incluye todas las variables explicativas, es decir,
es el modelo completo, mientras que el segundo modelo hace referencia a un modelo con única
variable explicativa que es la constante, es decir, es el modelo restringido. En ese sentido, el indicador
se define como:

𝑙𝑜𝑔𝐿
𝐼𝐶𝑉 = 1 −
𝑙𝑜𝑔𝐿(0)

Donde L es el valor de la función de verosimilitud del modelo completo y L(0) es el valor del modelo
restringido. El índice de cociente de verosimilitudes muestra valores entre 0 y 1. Mientras el valor del
índice sea más cercano a la unidad, reflejará una mejor capacidad explicativa del modelo debido a que
el valor de L sobre L(0) será mayor.

19
3.2.2. Variables empleadas

La ENDSFCF es la principal fuente de información para el análisis de las brechas de género. Varias
preguntas de la Encuesta fueron empleadas para la construcción de las variables de interés en el
presente estudio. La Tabla A1 del Anexo muestra la descripción de las variables empleadas en las
estimaciones así como las preguntas usadas en su construcción.

Variables dependientes:

Acceso al crédito: La probabilidad de acceso al crédito se construye como una variable binaria,
igual a uno si el individuo tuvo algún crédito aprobado por alguna institución financiera durante el
año 2014 o si reportó tener una tarjeta de crédito a la fecha de recojo de datos de la ENDSFCF, y cero
en caso de que, necesitando un crédito, no cuente con uno. La definición de la variable partió de la
identificación de la demanda efectiva de créditos, es decir se excluyó de la muestra a aquellos
individuos que manifestaron no necesitar un crédito del sistema financiero.

Acceso a cuentas: De manera similar, la probabilidad de acceder a cuentas de depósito se construye


como una variable binaria igual a uno si el individuo reportó tener al menos una cuenta de ahorro o
cuenta sueldo, cuenta CTS o cuenta a plazo y cero en otro caso.

Variables explicativas:

Como variables explicativas se incluyeron diversas características individuales que podrían explicar
diferencias en el acceso y uso de los servicios financieros.

Características sociodemográficas y familiares: Considera variables relacionadas al género,


ámbito de residencia, edad, nivel educativo, ingresos, situación laboral, estado civil, tamaño del hogar
y autonomía dentro del hogar. Con relación al ámbito de residencia, se incluyó una variable binaria
que indica si el individuo vive en el área rural (Rural). Respecto a la Edad, se incluyó la edad de los
individuos así como la edad al cuadrado. El nivel educativo se divide en tres categorías de acuerdo al
último nivel de estudios aprobado, incluyéndose variables binarias si el individuo tiene educación: i)
Primaria, ii) Secundaria y iii) Superior. La variable ingreso se categoriza en cuatro grupos: i) Menor
a S/400, ii) entre S/400 y S/750, iii) entre S/750 y S/1500, e iv) superior a
S/1 500, el escenario base sería no tiene ingresos. Respecto a la situación laboral, se incluyeron las
variables binarias i) dependiente, que indica si el individuo labora como dependiente y recibe una
remuneración, e ii) independiente, que indica si el individuo tiene negocio propio (es empleado o
patrón), es independiente o autoempleado, productor agropecuario o agricultor. Asimismo, se incluyó
una variable de estado civil (estado civil casado), que indica si el individuo está casado, es conviviente
o tiene concubino, el tamaño del hogar, y una variable que indica si el individuo es jefe del hogar, la
cual podría dar indicios acerca del grado de autonomía en la toma de decisiones al interior del hogar.
A estas se suma la variable programa social, que indica si el individuo recibe alguna transferencia del
gobierno.

Características de la vivienda: Se miden a través de un índice que clasifica los materiales de


construcción de los pisos, paredes y techo y el acceso a servicios de agua, desagüe, teléfono, cable,
internet, gas y celular de la vivienda, por medio de métodos de análisis de clases latentes, agrupando
a los individuos según las referidas características de sus viviendas en cinco grupos. El primer grupo
se caracteriza por viviendas de materiales rústicos y sin acceso a servicios básicos, y constituye el
escenario base; el segundo grupo presenta carencias en materiales y servicios (Con carencias); el

20
tercero no carece de los mismos, pero muestra deficiencias en ellos (Con deficiencias); el cuarto no
presenta ni carencias ni deficiencias, aunque los materiales no son superiores (Sin deficiencias);
mientras que en el quinto grupo las viviendas se caracterizan por tener materiales superiores y acceso
a todos los servicios (Materiales superiores).

Propiedad: Se mide como una variable binaria (propiedad), que indica si el individuo tiene alguna
propiedad, tal como vivienda, terrenos, locales, vehículos y otros, y si además puede disponer de ella
en caso lo requiera.

Educación financiera: El nivel de educación financiera de la población se aproxima a través de


tres variables binarias. La primera corresponde a la planificación efectiva (planifica), es decir, si los
individuos reportan planificar sus ingresos y gastos de manera regular realizando además gastos no
planificados con poca frecuencia. La segunda captura si los individuos saben calcular una tasa de
interés simple (calcula tasa de interés), mientras que la tercera mide si las personas conocen la
relación entre los conceptos de rentabilidad y riesgo en las inversiones que realizan (conoce relación
riesgo-rentabilidad).

3.3. Descomposición de la brecha de género

A partir de los modelos de regresión es posible identificar los factores observables que podrían estar
explicando las diferencias en el acceso a las cuentas de depósito y créditos entre hombres y mujeres.
No obstante, además de dichos factores, estas brechas podrían ser atribuibles también a factores que
no son observables, asociados a aspectos culturales, sociales o normativos, que no están siendo
totalmente capturados en los modelos. Con el propósito de analizar la brecha de género en el acceso
a los servicios financieros, y determinar en qué medida es explicada por factores observables y no
observables, se utilizó la metodología no paramétrica propuesta por Ñopo (2004).

Si bien existen diversas metodologías para detectar y explorar la naturaleza de las brechas25, el
método propuesto por Ñopo presenta ciertas ventajas sobre los modelos de regresión y los métodos
de descomposición basados en estos, comúnmente usados en la literatura, ya que parte de observar
que la distribución de las características entre hombres y mujeres es distinta. Ciertamente, el
problema con la descomposición paramétrica radica en que estima ecuaciones para todos los
miembros de los grupos que se quieren comparar sin restringirlo a aquellos con características
comparables, con lo que se sobreestima el componente no explicado de la brecha. Por el contrario, de
acuerdo con la metodología no paramétrica de Ñopo, existirá un sub-grupo de mujeres que podrá ser
comparado con un sub-grupo de hombres sobre la base de características comunes, a las que se
denomina soporte común.

El procedimiento de estimación propuesto por Ñopo supone la aplicación de una técnica de


emparejamiento (matching) entre los individuos, en el cual la variable dicotómica género se trata
como el factor de tratamiento. Esta técnica permite mayor precisión en la estimación del componente
discriminatorio de la brecha, y además otorga información sobre la porción de la brecha que podría
deberse a que existen mujeres con características que no son comparables a las de ningún hombre y
viceversa.

25 Fortin et al. (2010).


21
A partir de la descripción del autor, el algoritmo del emparejamiento se resume en los siguientes
pasos:

1) Seleccionar una mujer de la muestra.


2) Seleccionar todas las observaciones de la sub muestra de hombres que tienen las mismas
características de la mujer seleccionada en el paso 1.
3) Con los hombres seleccionados en el paso anterior, construir un hombre representativo, con
características iguales al promedio. Cada hombre puede ser usado más de una vez para
formar el grupo de control.
4) Emparejar el hombre representativo con la mujer seleccionada en el paso 1 y poner las
observaciones de ambos individuos en sus respectivas nuevas muestras emparejadas.
5) Repetir los pasos del 1 al 4 con toda la muestra original de mujeres.

Después del emparejamiento, las observaciones de mujeres y hombres son agrupadas en tres
conjuntos: i) uno de mujeres cuyas características observables no coinciden con las de algún hombre
de la muestra, ii) uno de los hombres cuyas características no coinciden con las de alguna mujer de la
muestra, y iii) uno de las mujeres y hombres emparejados, es decir la distribución de las
características de las mujeres es igual a la de los hombres. Así, la brecha en la tenencia de cuentas y
créditos en el sistema financiero entre mujeres y hombres (∆) se descompone en cuatro
componentes26:
∆ = ∆𝑀 + ∆𝑥 + ∆ 𝐻 + ∆0
Donde:

 ∆𝑀 representa la parte de la brecha explicada por la existencia de mujeres con combinaciones de


características observables que no son alcanzadas por ningún hombre.

 ∆𝑥 es el componente de la brecha asociada a las diferencias en la distribución de las


características observables entre las mujeres y hombres en el soporte común.

 ∆𝐻 representa la parte de la brecha explicada por la existencia de hombres con combinaciones


de características observables que no son alcanzadas por ninguna mujer .

 ∆0 es el componente “no explicado”, es decir la parte de la brecha que no puede ser atribuida a
diferencias en las características observables de hombres y mujeres. En la literatura, esta es
considerada como una combinación de características no observables o discriminación.

Con relación a las características que determinarán el soporte común, se tomaron como referencia las
variables que, de acuerdo con la literatura y los resultados del modelo, estarían explicando en mayor
medida las diferencias en el acceso a las cuentas y créditos entre ambos grupos de análisis. En este
caso se optó por el modelo más parsimonioso posible y de significancia conjunta para cada caso, dado
el problema de dimensionalidad del que adolece la metodología de emparejamiento perfecto. Esto es,
a mayor número de categorías y variables a emparejar, se reduce la probabilidad de encontrar
individuos que compartan el mismo soporte.

26El programa Stata cuenta con un comando que permite hacer el emparejamiento completo y provee los resultados de la
brecha y sus distintos componentes.
22
Así, se incluyeron las variables edad (medida en años), rural (variable dicotómica referida al lugar de
residencia, que toma el valor 1 para individuos que habitan en el área rural y 0 en el área urbana),
nivel educativo (comprende las categorías: primaria, secundaria y superior, con el escenario base sin
educación), ingresos (comprende las categorías: Menor a S/400, entre S/400 y S/750, entre S/750 y
S/1500, y superior a S/1 500, con el escenario base sin ingresos), así como el tipo de empleo
(comprende las categorías: independiente, dependiente, trabajador no remunerado, con el escenario
base sin empleo).

4. Resultados

4.1.Análisis Multivariado

Las estadísticas descriptivas muestran diferencias en las variables evaluadas para los grupos, según
género (Tabla A2 del Anexo). Estas confirman la existencia de diferencias entre hombres y mujeres
en la tenencia de cuentas y de crédito en el sistema financiero, las cuales resultaron ser significativas
a un nivel de confianza del 1%. Estas diferencias de género, a un mismo nivel de significancia, también
prevalecen para otras variables explicativas, tales como ámbito de residencia (rural), nivel de
educación (primaria y superior), edad, jefe del hogar, ingresos (<S/ 400, S/ 750-S/1500,
>S/ 1500), situación laboral (independiente, dependiente), tamaño del hogar, planificación, tenencia
de propiedad y características de la vivienda (con deficiencias y sin deficiencias), así como en las
variables estado civil y cálculo de la tasa de interés.

Continuando con el análisis, se presentan los resultados de los modelos econométricos mencionados
en la sección anterior. La evaluación de los resultados está orientada a la significancia de las variables
explicativas y su efecto marginal en la probabilidad de tener una cuenta o un crédito en el sistema
financiero. En el Anexo (Tabla A3) se reportan los resultados del análisis de la probabilidad de tener
una cuenta en el sistema financiero, se incluyen los resultados del modelo base y de los modelos que
incorporan las interacciones de las variables relevantes (estadísticamente significativas) con género.
En base a la significancia individual de cada variable, los signos esperados, la significancia global y el
índice de cociente de verosimilitud se tomó como referencia el Modelo 5, el cual arroja un valor para
el indicador de bondad de ajuste en torno al 0.26. Adicionalmente, a fin de medir el impacto
porcentual sobre la probabilidad de tener una cuenta ante un cambio unitario o un cambio de estado
(en el caso de las variables dicotómicas) en cada una de las variables explicativas del Modelo 5, se
presentan los resultados obtenidos de la regresión dProbit (Tabla N° 2).

Con relación a la variable de interés, los resultados del Modelo 5 (Tabla A3 del Anexo) muestran que
la variable género guarda una relación negativa con la probabilidad de tener una cuenta, mientras
que los resultados presentados en la Tabla N° 2 indican que ser mujer reduce la probabilidad de tener
una cuenta en 3.90%; no obstante, el valor del coeficiente relacionado no es estadísticamente
significativo. Por el contrario, al analizar la significancia y magnitud de impacto del resto de variables
explicativas, se encuentra que el nivel de educación (sobre todo educación secundaria y superior), la
edad, los ingresos, la propiedad, el recibir transferencias del gobierno, planificar y saber calcular la
tasa de interés, así como las características de las viviendas muestran una relación positiva y
significativa con la probabilidad de tener una cuenta, lo que respaldaría la hipótesis que la tenencia
de cuenta obedece más bien a otros factores fuera del sistema financiero.

Tabla N° 2: Modelo dProbit – Cuenta SF

23
Nota: Errores estándar en paréntesis. *** Nivel de Significancia al 1%, ** Nivel de
Significancia al 5%,*Nivel de significancia al 10%.
Los resultados sugieren que el nivel de educación es un fuerte predictor de la tenencia de cuentas.
Los coeficientes obtenidos en la Tabla N° 2 son positivos, y se incrementan a mayor nivel educativo,
24
tornándose estadísticamente significativos a los niveles secundario y superior, lo cual sugiere que las
personas con mayor educación presentan mayor probabilidad de tener una cuenta en el sistema
financiero que aquellos individuos sin educación. Respecto a la edad, se incluye la variable edad y
edad al cuadrado con la finalidad de capturar el efecto lineal y no lineal en los modelos. Los resultados
del modelo 5 sugieren que a medida que se incrementa la edad, los individuos tienen mayor
probabilidad de tener una cuenta hasta una determinada edad donde un año más genera el efecto
contrario, tal como lo indicaría el signo de la variable edad al cuadrado, lo cual podría estar asociado
al retiro de las personas de mayor edad del mercado laboral. Respecto a la interacción entre la variable
género y el grupo etario27, se observa una relación positiva y estadísticamente significativa en los
menores rangos. En promedio, y manteniendo las demás variables constante, las mujeres más
jóvenes, cuyas edades se encuentran en el rango de 18 a 43 años, presentan mayor probabilidad de
tener una cuenta en el sistema financiero.

De otro lado, todos los niveles de ingresos muestran una relación positiva y significativa con la
tenencia de cuenta. Tal como indican los resultados de la Tabla N° 2, el efecto marginal se incrementa
a medida que aumenta el nivel de ingresos. Es decir, mayores ingresos están asociados a una mayor
probabilidad de tener una cuenta. Asimismo, la tenencia de propiedades de las que pueda disponer
el individuo, incrementa en 5.54% la probabilidad de tener una cuenta, resultado que es
estadísticamente significativo. Por el contrario, ser trabajador independiente disminuye la
probabilidad de tener una cuenta en poco más de 16.24%, lo que podría ser explicado por los ingresos
bajos e inestables percibidos por la gran mayoría de individuos dedicados al trabajo independiente,
situación que afectaría su capacidad para ahorrar. Respecto a las características de la vivienda,
se observa una relación positiva y estadísticamente significativa, sobre todo en el caso de las viviendas
sin carencias ni deficiencias. Estos resultados sugieren que mejores condiciones de la vivienda
estarían asociadas a una mayor probabilidad de tenencia de cuentas. En promedio, y manteniendo
las demás variables constantes, un individuo que tiene acceso a todos los servicios y a los mejores
materiales de construcción, tendría una probabilidad mayor en 23,95% de tener una cuenta en el
sistema financiero, comparada con aquel que no tiene acceso a los servicios básicos y su vivienda está
construida con materiales rústicos.

Asimismo, los resultados indican que la educación financiera es un elemento clave. En promedio y
manteniendo las demás variables constantes, un individuo que sabe calcular la tasa de interés tiene
una probabilidad mayor en 8.97% de tener una cuenta en el sistema financiero, respecto a alguien
que no sabe cómo realizar este cálculo. Del mismo modo, los individuos que planifican sus ingresos
y gastos, y que pocas veces o casi nunca realizan gastos no planeados, tienen una mayor probabilidad
de tener una cuenta en el sistema financiero. Tal como lo indican los resultados, el coeficiente de esta
variable es positivo y significativo, a un nivel de significancia de 10%. En efecto, es de esperar que
aquellos individuos con un mayor control de sus ingresos y gastos, y administración del presupuesto
familiar, tengan un mayor margen para ahorrar y, por ende, mayor probabilidad de tener una cuenta.
Por último, ser mujer jefa del hogar incrementa la probabilidad de tener una cuenta en el sistema
financiero en 8.40%.

Por el contrario, el ámbito de residencia guarda una relación negativa y estadísticamente significativa
con la probabilidad de tener una cuenta. Los individuos que habitan en el ámbito rural tienen una
probabilidad menor en 11.43% de tener una cuenta en el sistema financiero respecto de aquellos que
habitan en el área urbana (Tabla N° 2). En efecto, las barreras geográficas constituyen una limitante

27 Las edades se dividieron en 4 grupos: de 18 a 30 años, de 31 a 43 años, de 44 a 55 años y 56 a 70 años.


25
para acceder a los servicios financieros, sobre todo en el área rural, donde la lejanía de los puntos de
atención es considerada uno de los principales motivos para no acceder a cuentas en el sistema
financiero28. No obstante, la interacción entre las variables rural y género indicarían que las mujeres
rurales tienen mayor probabilidad de tener una cuenta, lo que estaría asociado a los programas de
transferencias condicionadas del gobierno, los cuales están dirigidos principalmente a las mujeres
más pobres del área rural.

Con relación a la segunda variable que mide el acceso al crédito, el Anexo muestra los resultados del
modelo probit (Tabla A4). En base a la significancia individual de cada variable, los signos esperados,
la significancia global y el índice de cociente de verosimilitud se tomó como referencia el Modelo 5, el
cual arroja un valor para el indicador de bondad de ajuste en torno al 0.19. Con relación a la variable
de interés, los resultados del modelo muestran que el género tiene una relación negativa no
significativa estadísticamente con la probabilidad de tener crédito. En este sentido, al igual que en el
caso de tenencia de cuentas, no se encuentran indicios de la existencia de discriminación por género
en el sistema financiero. Por el contrario, al analizar la significancia y magnitud de impacto de las
variables explicativas obtenidos en el modelo dProbit (Tabla N° 3), se encuentra que la edad, ingresos
(mayores a S/ 400), estado laboral (independiente, dependiente), tenencia de propiedad,
características de la vivienda y educación financiera (sabe calcular tasa de interés, planifica y conoce
la relación riesgo y rentabilidad) muestran una relación positiva y significativa con el acceso al crédito.

Con relación a la edad, los resultados sugieren que a medida que se incrementa la edad, los
individuos tienen mayor probabilidad de acceder al crédito hasta una determinada edad, donde un
año más de vida genera un efecto contrario, esto se explica a través del signo negativo de la variable
edad al cuadrado. De otro lado, el nivel de ingresos (sobre todo los niveles superiores a los S/400)
muestra una relación positiva y significativa con la tenencia de crédito en el sistema financiero. Tal
como se observa en la Tabla N° 3, el efecto marginal se incrementa a medida que aumenta el rango
de ingresos, esto es mayores ingresos determinarían una mayor probabilidad de tener crédito, en
todos los casos con coeficientes de elevada magnitud y significancia. De igual modo, el ser trabajador
independiente incrementa la probabilidad de tener un crédito en 6.04%, lo cual obedecería a la
existencia de programas de crédito destinados a los microempresarios, ofrecidos principalmente por
las instituciones microfinancieras. Del mismo modo, ser dependiente y remunerado aumenta en
9.55% la probabilidad de tener un crédito. En efecto, es de esperar que los individuos con ingresos
estables tengan mayor capacidad de pago y, por ende, tengan una mayor probabilidad de ser sujetos
de créditos del sistema financiero.

28De acuerdo con datos de la encuesta, el 15% de los pobladores rurales sin cuenta, mencionaron la lejanía de las oficinas como
una de las principales barreras para tener una cuenta en el sistema financiero.
26
Tabla N° 3: Modelo dProbit – Crédito SF

Nota: Errores estándar en paréntesis. *** Nivel de Significancia al 1%, ** Nivel de


Significancia al 5%,*Nivel de significancia al 10%.

27
Asimismo, la tenencia de propiedades de las que pueda disponer el individuo, incrementa en
10.48% la probabilidad de tener a un crédito. Este resultado obedecería a la importancia del colateral
como requisito para acceder a créditos en el sistema financiero, ya que puede ser utilizado como
respaldo ante el incumplimiento de las obligaciones financieras. En relación a las características
de la vivienda, se observa una relación positiva y significativa, sobre todo en el caso de las viviendas
sin deficiencias y con materiales superiores. Estos resultados sugieren que mejores condiciones de la
vivienda estarían asociadas a una mayor probabilidad de acceso al crédito. En efecto, la calidad de la
vivienda podría facilitar el empleo de la misma como colateral en un crédito, obteniendo incluso una
mejor valorización del inmueble. En promedio, y manteniendo las demás variables constantes, el
acceso a todos los servicios y a mejores materiales de construcción incrementa en 28.54% la
probabilidad de tener un crédito en el sistema financiero, comparada con aquel que no tiene acceso a
los servicios básicos y su vivienda está construida con materiales rústicos.

En el mismo sentido, la educación financiera guarda una relación positiva y estadísticamente


significativa con la probabilidad de tener un crédito. Así, un individuo que sabe calcular las tasas
de interés tiene una probabilidad mayor en 9.01% de tener un crédito. Lo mismo entre aquellos que
conocen la relación riesgo-rentabilidad y los que planifican sus ingresos y gastos, respecto de
los que no lo hacen. Lo que sugiere que una mayor educación financiera brindaría mayores elementos
de análisis a las personas, incrementando su probabilidad de acceder a créditos.

4.2. Descomposición de la brecha

Los resultados de las descomposiciones de las brechas en la tenencia de cuentas y créditos, realizadas
con la metodología de emparejamiento se muestran en las Tablas N° 4 y 5. En la primera fila de las
tablas se presenta la brecha total calculada y en las columnas denotadas ∆0, ∆1, ∆2 y ∆x se reportan los
resultados para cada componente de la brecha. Las dos últimas columnas muestran las proporciones
de mujeres y hombres que se encuentran en el soporte común de características observadas. En las
filas de cada tabla se puede observar el orden en que se incorporan las variables explicativas.

Con base en los resultados de la metodología de emparejamiento, se tiene que luego de controlar por
la edad, gran parte de la brecha de género, tanto en la tenencia de cuentas (Tabla N° 4) como en la
tenencia de créditos (Tabla N° 5), permanece no explicada. En ambos casos, la mayor parte de la
brecha (∆) es capturada por ∆0. Apenas un punto porcentual de los 23 puntos porcentuales
correspondientes a la brecha en la tenencia de cuentas y 3 de los 22 puntos porcentuales de la brecha
en la tenencia de créditos, son explicados por las diferencias en las distribuciones de edad entre
mujeres y hombres. El componente no explicado se incrementa y sobrepasa la brecha original después
de controlar por el área de residencia, es decir si mujeres y hombres tuvieran la misma distribución
de edad y lugar de residencia (rural), la brecha sería superior a la original. Ciertamente, de acuerdo
con los datos de la encuesta, la brecha de género en la tenencia de cuentas y créditos se incrementa a
medida que aumenta la edad, sobre todo entre la población rural. No obstante, a medida que se van
incorporando las demás variables explicativas, relacionadas al nivel educativo, ingresos y ocupación,
la importancia del componente no explicado se va reduciendo.

28
Tabla N° 4: Descomposición de la brecha de género en la tenencia de cuentas de
depósito en el SF

En efecto, una vez que se incorpora el nivel educativo, el componente no explicado se reduce alrededor
de 7 puntos porcentuales en el caso de la brecha en la tenencia de cuentas y 5 puntos porcentuales en
el caso de la brecha en la tenencia de créditos, observándose por el contrario un ligero incremento en
el componente ∆M, el cual refleja aquellas características de las mujeres que no logran ser
emparejadas con algún hombre. A pesar de la disminución del componente no explicado, este
continúa representando una parte importante de la brecha en la tenencia de cuentas. Ello podría
atribuirse a que, a pesar de existir diferencias en el nivel educativo entre hombres y mujeres, estas no
son importantes. Ciertamente, los datos recogidos en la encuesta indican que no existen mayores
diferencias en el nivel educativo alcanzado por las mujeres en comparación a los hombres, lo cual es
respaldado por las estadísticas nacionales, que muestran una reducción en las brechas de género en
el acceso a la educación, llegando incluso a cerrarse sobre todo en la etapa escolar (primaria y
secundaria). No obstante, aún existen ciertos obstáculos que impiden que estos avances se traduzcan
en la realización de las mujeres en el mercado laboral y en los ingresos, ámbitos en los que se observan
todavía marcadas diferencias.

Tabla N° 5: Descomposición de la brecha de género en la tenencia de créditos en el SF

Al respecto, como se observa en las Tablas N° 4 y 5, una vez que se incorpora el nivel de ingresos en
el procedimiento de emparejamiento, el componente ∆0 se reduce considerablemente e incluso
cambia de signo, en tanto ∆x se incrementa de forma importante, con lo cual se deshecha cualquier
evidencia de discriminación en el sistema financiero en contra de las mujeres, reforzando la hipótesis
de que las brechas en la tenencia de cuentas y créditos obedece más bien a diferencias en las
características observables, principalmente ingresos. Además, tal como se observa en ambas tablas
también se incrementa el componente ∆M, el cual captura la porción de la brecha explicada por el
hecho de que existen ciertas combinaciones de características observables de las mujeres que no se
encuentran en los hombres, es decir existen mujeres que se encuentran fuera del soporte común.
Además, tanto ∆x como ∆M presentan signo negativo, lo que refleja que dichas características son
desfavorables para las mujeres. Los ingresos constituyen una variable clave para explicar la tenencia
de servicios financieros, sobre todo en el caso de las mujeres, dadas las brechas salariales existentes.
Según la información de la encuesta, solo el 58% de las mujeres manifestó tener ingresos por trabajo,
29
pensión o rentas (frente a más del 80% de los hombres), de las cuales el 31% ubicó sus ingresos en el
rango menor a S/ 400.

Al incorporar la variable ocupación, el componente no explicado se reduce aún más, llegando apenas
a medio punto porcentual de la brecha total en la tenencia de cuentas, mientras que el componente
∆x continúa creciendo, explicando este último la mayor parte de la brecha en ambos casos. Es de notar
que con la incorporación de la variable ocupación, se incrementa el componente ∆H, sobre todo en el
caso de la brecha en la tenencia de créditos. Este componente representa la porción de la brecha
explicada por las características de los hombres que no son alcanzadas por las mujeres. El hecho de
que este componente sea positivo indica que los hombres que no son alcanzados por las mujeres
presentan mejores condiciones. En efecto, la incidencia del trabajo asalariado es mayor entre los
hombres, comparados con las mujeres. De acuerdo con información de la encuesta, mientras que el
43% de los hombres con empleo trabajan como empleados asalariados, este porcentaje se reduce a
36% en el caso de las mujeres con empleo, concentrándose estas últimas principalmente en
actividades menos remuneradas fuera del sector formal o en trabajos no remunerados extensión de
las actividades del hogar.

Las últimas dos filas de las Tablas 4 y 5 muestran los porcentajes de mujeres y hombres emparejados
para cada conjunto de características, es decir, aquellas en el soporte común. En la medida en que se
añaden variables, las poblaciones van perdiendo la posibilidad de emparejarse, debido a que se van
aumentando las exigencias de emparejamiento con cada variable adicional, de manera que si en un
inicio casi todas las mujeres encontraron pares hombres, cuando se añaden las variables educación,
ingresos y ocupación, 49,33% de ellas encontró un par hombre. Se observa que el soporte común se
reduce cuando aumenta el número de variables, ya que la probabilidad de encontrar las coincidencias
entre hombres y mujeres disminuye.

En general, los resultados indican que las diferencias tanto en la tenencia de cuentas como créditos
en el sistema financiero, obedece más bien a diferencias en la distribución de las características
observables entre mujeres y hombres, principalmente ingresos y ocupación. Esto es, las brechas en el
acceso a los servicios financieros responderían principalmente a desigualdades en ámbitos fuera del
sistema financiero.

5. Conclusiones y recomendaciones

Si bien las brechas de género en el acceso a los servicios financieros han concitado un creciente interés
por parte de la comunidad internacional e investigadores, aún es muy poco lo que se conoce acerca
de los factores que las explican. A pesar de la evidencia sobre la existencia de desigualdades de género
en el acceso a los diversos servicios financieros, los resultados de los estudios que han abordado el
tema no brindan evidencias claras ni concluyentes acerca de la existencia de discriminación de género
en el sistema financiero. Una de las principales limitantes es la falta de información y la dificultad
para controlar por los diversos factores que podrían afectar el acceso a los servicios financieros,
considerando que dichas brechas podrían ser más bien el resultado de desigualdades en otros
ámbitos.

En este sentido, utilizando la información recogida en la Encuesta de Demanda de Servicios


Financieros y Nivel de Cultura Financiera, el presente documento busca contribuir, por un lado, a
documentar el análisis de las brechas de género en la inclusión financiera en el país y, por otro, a

30
explorar la existencia de discriminación en el sistema financiero. Con este propósito, se llevó a cabo
un análisis descriptivo de los principales resultados de la encuesta, así como de las variables utilizadas
en el análisis, y se aplicaron técnicas econométricas, a fin de explorar la persistencia de las brechas
de género en el acceso a los servicios financieros (medido por la tenencia de cuentas y tenencia de
crédito), aun después de controlar por características individuales, tales como ingresos, empleo, edad,
nivel de educación, propiedad, entre otras variables.

Aun cuando el análisis descriptivo de los datos dio indicios sobre la existencia de desigualdades en la
tenencia de cuentas y créditos entre hombres y mujeres, las diferencias se reducen e incluso
desaparecen una vez que se controla por ciertas características individuales, lo cual sugiere que las
brechas en el acceso a los servicios financieros serían más bien el resultado de diferencias de género
en otras variables, y no por discriminación en el sistema financiero. Así, por ejemplo, las brechas en
la tenencia de cuentas se reducen considerablemente entre la población con empleo, en particular
entre los asalariados, y entre la población que recibe ingresos. Sin embargo, la proporción de mujeres
con empleo, asalariadas y con ingresos estables, es mucho menor que la de hombres, situación que
las pone en desventaja frente al sistema financiero. Por el lado de los créditos, a pesar de las
diferencias de género, la participación de la mujer se ha venido incrementando. Esta mejora se habría
dado principalmente en el acceso al crédito productivo, tal como lo indica la proporción de deudores
con crédito MYPE comparadas con los hombres.

La hipótesis de que las brechas en el acceso son el resultado de diferencias en ámbitos diferentes al
sistema financiero es corroborada por el análisis econométrico y la descomposición de brechas. Los
resultados del análisis econométrico arrojaron que aun cuando la variable género guarda una relación
negativa con la probabilidad de tener una cuenta o un crédito, en ambos casos la variable carece de
significancia estadística. Sin embargo, variables como el nivel de educación, nivel de ingresos,
tenencia de propiedad, características de la vivienda y la educación financiera resultan ser claves en
el acceso en ambos casos. En efecto, los individuos con mayor educación presentan una mayor
probabilidad de acceder a los créditos y cuentas de depósito, ya que un mayor nivel educativo no solo
estaría asociado a un mejor empleo y mayores ingresos, sino también a una mejor comprensión de
los aspectos financieros. Asimismo, la variable ingresos resulta crucial para el acceso, en la medida
que mayores ingresos suponen una mayor capacidad de ahorro, así como una mayor capacidad de
repago de los créditos; en tanto que, la tenencia de activos, en la medida que estos puedan ser
utilizados como colateral, tiene un impacto positivo sobre el acceso a créditos garantizados.

En la misma línea, los resultados del análisis de descomposición de las brechas de género en la
tenencia de cuentas y créditos arrojaron que las diferencias en las características observables, sobre
todo en ingresos y ocupación o tipo de empleo, son el principal factor detrás de las brechas. El
componente no explicado, atribuido a factores no observables (tales como la discriminación), pierde
importancia una vez que se incorporan los ingresos y la ocupación como variables explicativas,
reforzando la hipótesis de que las brechas de género en el acceso a servicios financieros responden
principalmente a desigualdades en ámbitos fuera del sistema financiero. Los resultados de la
descomposición también destacan la importancia de los ingresos como variable explicativa de la
brecha. En efecto, al incorporar la variable ingresos al análisis, el componente no explicado se reduce
considerablemente, y se ponen en evidencia las diferencias en las características observables entre
hombres y mujeres, desfavorables para estas últimas.

Ciertamente, las desventajas que enfrentan las mujeres respecto de los hombres en cada uno de los
aspectos considerados claves para acceder a los servicios financieros (nivel de ingresos, empleo y
31
educación), han limitado su participación en el sistema financiero. La segregación laboral y las
brechas salariales aun presentes en el mercado, se han visto reflejadas en los bajos niveles de ingresos
percibidos por las mujeres en comparación a los hombres, incluso dentro del sector informal donde
la participación femenina es importante. Según estadísticas nacionales (INEI, 2018), las mujeres
perciben alrededor del 70% del ingreso laboral masculino, y aunque su participación en el mercado
laboral se ha incrementado en los últimos años, suelen concentrarse en sectores de actividad
económica más precarios e informales, a las que dedican menos horas de trabajo con el fin de
compatibilizar con sus responsabilidades familiares. A ello se suma su limitado acceso a los activos y
la propiedad, así como las dificultades para ejercer su pleno derecho a la educación y beneficiarse de
ella.

En este sentido, las políticas para reducir las brechas de género en el acceso a los servicios financieros
deberán procurar equiparar las oportunidades económicas entre hombres y mujeres, especialmente
en los grupos más vulnerables donde las brechas son aún más amplias. Al respecto, las iniciativas del
gobierno de apoyo al emprendimiento femenino, aunque escasas29, y los programas de transferencias
condicionadas cumplen un rol fundamental como herramientas para reducir la pobreza y promover
la autonomía económica de las mujeres, además de poseer un gran potencial para fomentar su
inclusión financiera, al facilitar el acceso a los servicios financieros. En efecto, el Programa Juntos ha
contribuido a promover el acceso de los beneficiarios, principalmente mujeres, a cuentas del sistema
financiero. No obstante, se precisa de acciones complementarias a fin de que dicho acceso se traduzca
en un mayor uso de los servicios financieros, a fin de lograr una inclusión financiera efectiva de las
mujeres y que los beneficios de esta sean tangibles.

Al respecto, el desarrollo de capacidades financieras de las mujeres resulta crucial, en la medida que
les permitirá contar con los conceptos y herramientas necesarios para hacer un uso efectivo y
adecuado de los servicios financieros. Tal como lo indica la evidencia, las mujeres presentan un menor
conocimiento y entendimiento sobre los conceptos financieros, determinado en gran medida por las
diferencias en las habilidades, actitudes y roles en la toma de decisiones dentro del hogar y la
sociedad. En este sentido, es preciso que las políticas públicas e iniciativas de educación financiera
incorporen una perspectiva de género, de manera que se generen estrategias diferenciadas, que
aborden aquellos aspectos y normas de género que estarían limitando el acceso y uso de los servicios
financieros por parte de las mujeres.

Asimismo, se requiere del diseño de productos y servicios financieros, que respondan a las
características y necesidades de este segmento de la población, de manera que generen valor para las
mujeres. Este diseño deberá ser complementado con esfuerzos para disminuir los costos de entrada
al sistema financiero, a través de la innovación de los canales de atención y la simplificación de los
procesos, a fin de facilitar el acceso y uso de los servicios financieros. Si bien los canales y servicios
digitales presentan un gran potencial en este propósito, el desarrollo de estos es aún limitado. La
generación de propuestas de servicios financieros innovadores, accesibles y seguros, que resulten
atractivos para los diferentes segmentos de la población, especialmente para aquellos más
vulnerables, es aún un reto pendiente para los hacedores de política y proveedores de servicios
financieros. Al respecto, se requiere de acciones y políticas que fomenten la innovación de los servicios
financieros, garanticen la infraestructura necesaria para su desarrollo y adopción, y al mismo tiempo

29 Según el Primer Informe de los Programas de Emprendimiento Femenino en la Alianza del Pacífico (OEAP, 2018), aunque
el Perú tiene una de las tasas de emprendimiento femenino más elevadas de la región, los programas de gobierno que apoyan
estas iniciativas son escasas (al 2018 apenas se registraron tres programas).
http://mujeresdelpacifico.org/wp-content/uploads/2018/06/1er-Informe-MdP-ASELA-OAP.pdf
32
aseguren su provisión bajo un entorno seguro para los usuarios. Asimismo, se precisa del compromiso
de los proveedores de servicios financieros en el diseño de productos y servicios centrados en las
personas, que parta del conocimiento de la demanda y la identificación de sus necesidades.

Por último, un elemento clave para la definición de políticas y medidas para reducir las brechas es la
disponibilidad de data e indicadores por género, que permitan medir y monitorear los avances en
torno a la inclusión financiera de las mujeres. Contar con información desagregada por sexo,
permitirá a los reguladores y hacedores de política tener una visión más clara sobre las diferencias en
el comportamiento financiero entre hombres y mujeres, caracterizar el acceso y uso de productos y
canales según género e identificar las brechas existentes, facilitando así el diseño y seguimiento de
políticas orientadas a fomentar su inclusión financiera. Además, permitirá a las entidades financieras
conocer y evaluar mejor el segmento de mercado compuesto por mujeres, entendiendo con mayor
detalle sus complejidades y potencialidades, contribuyendo así el diseño de productos y canales
acorde a sus características, necesidades y expectativas.

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38
Anexo
Tabla A1. Definición de variables

Tabla A2. Estadísticas descriptivas de las variables


39
*** Nivel de Significancia al 1%, ** Nivel de Significancia al 5%,*Nivel de significancia al 10%.

40
Tabla A3. Modelo Probit - Cuenta en el SF

Nota: Errores estándar en paréntesis. *** Nivel de Significancia al 1%, ** Nivel de Significancia al
5%,*Nivel de significancia al 10%.
Tabla A4. Modelo Probit – Crédito en el SF
41
Nota: Errores estándar en paréntesis. *** Nivel de Significancia al 1%, ** Nivel de Significancia al
5%,*Nivel de significancia al 10%.

42

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