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AMERIO, Franco. Introduzione allo studio di G. B. Vico. Torino: SEI, 1947.
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Facultad de Humanidades MODULO 1, Unidad 3
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Según el propio significado que Vico le asigna. la formula verum est factum no es en manera alguna
un preludio de la síntesis a priori kantiana y pos kantiana. en la que el conocer sea un hacer la cosa
conocida y su verdad. Para Vico, la verdad no se origina del hombre, sino de Dios, ad cuius veri norman
vera humana metiri debemus.
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creador y causa universal y absoluta, posee todos los elementos de las cosas
y, por tanto, tiene una perfecta penetración de las mismas.
En cuanto a las dos ciencias que el cartesianismo presentaba como
posesión del hombre, las matemáticas lo son efectivamente, mas sin ventaja
alguna; la física, en cambio, está absolutamente fuera de su alcance. El
hombre no puede tener ciencia del mundo físico, porque no posee sus
elementos. El hombre es completamente externo al mundo físico, y por esto
no puede tener de él más que constatación, conocimiento vulgar.
Se puede tener ciencia de las matemáticas, porque la mente humana posee
perfectamente los elementos (la unidad y el punto) del objeto matemático,
con los cuales construye el mundo todo de los símbolos numéricos y de las
figuras geométricas. Mas el conocimiento de ese mundo no puede llamarse
verdadero conocimiento, pues no es conocimiento de algo real, siendo la
unidad y el punto, según Vico, si no puras ficciones de la mente, sí algo
abstracto e ideal. La mente es algo íntimo al mundo matemático y posee de él
una ciencia perfectísima, porque es la que lo construye con elementos
creados ―por así decirlo― por ella misma. Pero precisamente radica aquí su
debilidad y vacuidad: la mente humana no puede crear sino, a lo más,
abstracciones y ficciones, de modo que mundo de abstracciones y ficciones es
el de esta perfectísima ciencia. Física y matemáticas, las dos ciencias que
formaban el orgullo del cartesianismo, son, pues ―según el criterio de Vico―,
la una conocimiento real, pero no ciencia; la otra, ciencia, pero no
conocimiento real, y, por tanto, tampoco verdadera ciencia. O, de otro modo,
la una me da lo real, pero se queda en la certeza; la otra llega a la verdad,
pero pierde lo real, y, por tanto, ni siquiera puede decirse que alcance la
verdad.
II) LA DOCTRINA DE LA HISTORIA.
1) La ciencia nueva.
Existe, sin embargo, un sector de saber humano -preferido por Descartes-
en el cual se realizan las condiciones de una verdadera ciencia, según el
criterio del Verum factum: es el sector de la historia. La historia es hecha
por los hombres, es la obra de la naturaleza humana en su desarrollo. El
hombre posee por lo mismo todos los elementos para poder reconstruirla,
elementos que no son sino las energías de la misma naturaleza humana. La
historia, por lo demás, no es un mundo abstracto e ideal, sino real y efectivo,
porque la naturaleza humana, en cuanto creada por Dios, es algo efectivo y
real. Y así Vico revela la historia como ciencia auténtica; es ella la «nueva»
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Vico deduce esta primera consecuencia: la historia es obra del hombre, sí,
pero también de Dios. No es el hombre solo el que encuentra el camino de su
propia elevación y de su propia formación cultural y civil en el seno de la
sociedad, sino el hombre en cuanto es ayudado por Dios. Vico deduce la
existencia de la Providencia divina del espectáculo de la historia; la ley de la
heterogénesis de los fines es la prueba que da de los fines Vico de
Providencia. El resultado (sociedad y civilización) que los hombres rudos y
pasionales alcanzan, movidos de su utilidad particular, no guarda proporción
con esos mismos hombres que lo construyen y alcanzan; esta desproporción
importa una apelación cierta a la colaboración divina: la Providencia.
Evidentemente se trata aquí de una Providencia que obra en el orden de la
naturaleza, y no sobrenaturalmente: es la Providencia de los hombres, no la
de los cristianos.
Esta Providencia obra a través del conocimiento y de la voluntad humana:
en la medida que las mentes conocen, veneran, temen y aman a un ser
superior a ellas: Dios (y este conocimiento y esta voluntad son religión), en
esa misma medida es posible a los hombres superar el propio egoísmo y la
propia pasión y encontrar el equilibrio dentro de sí y fuera de sí, moralizarse.
Educarse, perfeccionarse creando la convivencia civil. De aquí la conexión
íntima y necesaria -para Vico- entre la religión y la civilización; toda religión,
por rudimentaria que sea, contiene el principio educativo de la humanidad. y
cuanto más se eleva y perfecciona tanto más desarrolla la potencialidad de
ésta: la religión, aún la elemental, dice Vico, siempre engendró brillantísimas
civilizaciones; en cambio, el ateísmo nunca ha creado ninguna.
Es evidente que si el progreso se debe a la colaboración humano-divina a
través de la religión, abandonar a Dios y rebelarse contra Él significa
comprometer el progreso, pararlo, destruirlo. Y esto es posible cuando en la
naturaleza humana, a la espontaneidad, que naturalmente se abre a la
verdad, sucede la reflexión, que, por abuso de libertad creadora de malicia,
puede cerrarse a la verdad y oponerse a ella. Mas entonces sucede, como
castigo inmanente, la disolución de la convivencia por la malicia y, por tanto,
el entorpecimiento de la razón maliciosa y el retorno a la rusticidad de la
mentalidad sensitivo-fantástica. Y juntamente con ésta se reproduce aquella
actitud espontánea de la mente que permite volver al contacto con Dios y,
por tanto, al camino hacia la altura.
5) El recurso histórico
De este modo, la historia se repite. Para entender bien esta famosa ley
viquiana del retorno histórico, adviértase que no implica una visión
determinista de la historia, ni algo análogo al eterno retorno de la concepción
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Vico puede ser considerado como el fundador de la estética moderna, por haber afirmado el
carácter fantástico del arte. Será más útil, para comprender la posición de Vico. un rápido parangón con la
estética de sus contemporáneos. Estos tenían un concepto esencialmente intelectualista de la poesía y del
arte en general. Para ellos, en efecto, el valor de la poesía se encuentra únicamente en la verdad de la
composición poética: la poesía es el atuendo deleitoso de una verdad ... il vero in molli versi condito ... De
ahí el carácter moralizador y pedagógico de la poesía didascálica. Si no puede encontrar un contenido de
verdades, la poesía no puede justificarse como no sea reduciéndose a puro pasatiempo, a juego superfluo
y vano. Vico, en oposición a estas concepciones, defiende el carácter de necesidad y seriedad de la poesía,
como, en general, del arte. El· arte no es· fruto de propósitos o artificios: es natural e insustituible
manifestación de una actividad espiritual y, por tanto, de una edad humana e histórica. La tesis de
naturaleza fantástica del arte será producida por la estética más reciente, por De Sanctis y por Croce.
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b) Historicismo humanístico.
El historicismo viquiano se presenta como humanístico. Y, efectivamente,
Hegel, con su panlogismo, se sitúa en la línea de desarrollo del racionalismo
cartesiano, por la que camina llegando a marcar la etapa extrema. Vico, por
el contrario, se encuentra en los antípodas del racionalismo cartesiano y todo
su sistema ideológico deriva su sentido y su valor del ambiente humanístico
antirracionalista. La fórmula de la ciencia viquiana es certificar (hacer cierto)
lo verdadero, es la síntesis de la filosofía con la filología, en la que son
atemperadas las exigencias de la experiencia con las del pensamiento puro; y
de poder establecer alguna preeminencia, esta correspondería a la filología, a
la autoridad, a la certeza, que, en el sentido común, constituyen la garantía
segura del conocimiento y de la acción, aun con ventaja sobre la garantía del
pensamiento filosófico. La fórmula de la ciencia hegeliana es el apriorismo
deductivo, en donde naufragan las exigencias de la experiencia ante el
carácter absoluto del pensamiento puro. En esta diversidad de actitudes
mentales y de orientaciones doctrinales, las dos fórmulas, que pueden
presentar aspectos análogos, son, sin embargo, fundamentalmente diversas en
su génesis y en su significado.
c) Historicismo latino.
Si pasamos de las doctrinas filosóficas a la descripción que Vico hace de la
historia humana, nos damos cuenta aún más claramente, si fuera posible, de
la distancia que separa a Vico de Hegel. También para este último la historia
es esencialmente el mundo del espíritu, de modo que se identifica sin más con
la filosofía. Pero el interés que mueve a Hegel hacia la historia es un interés
frío, impersonal, abstracto: la historia no es el mundo de los hombres, sino el
mundo de la idea; no es la humanidad la que alcanza en ella los propios
valores, sino la idea la que realiza su propio e inefable carácter absoluto; no
interesa el hombre, interesa la idea; no el esfuerzo y la elevación de aquel,
sino la dialéctica triádica de esta. Para Vico es todo lo contrario. Su interés es
esencialmente humanístico, mejor, humano; es cálido, vibrante , simpático;
para él la historia es el mundo de los hombres, de quienes sigue e indaga su
elevación progresiva, sus conquistas y sus esfuerzos. No es el hombre para la
Providencia, sino la Providencia para el hombre. La historia no resulta
interesante porque en ella obre la Providencia, sino que por la actuación de la
Providencia surge la civilización humana, se construyen los valores humanos, y
el hombre, en suma, se revela y se conoce.
La historia no es, para Vico, el punto de llegada de una deducción
apriorística, sino el punto de partida de una visión filosófica. No es la
«historia»; es siempre la «historia de las naciones», y, entre ellas, la historia
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de Roma, la historia latina. Bien puede decirse que Vico filósofo se formó en
los estudios sobre el derecho romano y en las investigaciones de
jurisprudencia. De manera que la Historia de Roma ha podido proporcionarle
el esquema de la historia ideal eterna. Aún en este aspecto, material, la
concepción historicista de Vico confirma su carácter abiertamente latino y su
procedencia del humanismo y del clasicismo de la tradición cultural italiana.
Conclusión.
Vico permaneció olvidado, casi ignorado de sus contemporáneos,
enteramente fascinados por las fáciles promesas del racionalismo cartesiano y
del «iluminismo». Y, sin embargo, por su doctrina sobre la historia y el arte
realiza un verdadero progreso en el campo filosófico. Por este doble aspecto
histórico y estético la filosofía de Vico puede parangonarse, en cierta manera,
con la filosofía del idealismo romántico, aunque no por el aspecto de la
síntesis creadora, que en Vico no se encuentra, y que es en el idealismo
elemento de debilidad y, por lo mismo, de inferioridad respecto de Vico.
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