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Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento

es la clave de la recuperación

Thomas Carson Mark


Traducción: Marina Alcolea

1. Introducción
Las lesiones por estrés repetitivo ocasionan sufrimiento a muchos pianistas. Son muy
comunes, y el dolor que causan puede ser terrible. La lista de pianistas famosos lesionados es
mucho más larga de lo que la mayoría de la gente imagina - incluye a Gary Graffman, Leon
Fleisher, Wanda Landowska, Artur Schnabel, Alexander Scriabin, Ignaz Friedman, Sergei
Rachmaninoff, Clara Schumann, Glenn Gould, y muchos otros. En la mayoría de los casos la lesión
no llegó a poner fin a sus carreras, pero forzó cancelaciones de conciertos o giras, o una limitación
del repertorio. Esta es una situación trágica, ya que las lesiones son prevenibles y curables.
Desafortunadamente, la literatura que he visto sobre las lesiones de los pianistas no explica
claramente cómo se producen las lesiones, y algunos de los "tratamientos" más comúnmente
recomendados son superficiales: buenos en sí mismos y útiles hasta cierto punto, pero no
eliminan la causa de la lesión. En este artículo describiré brevemente las causas de las lesiones de
los pianistas y luego indicaré lo que tiene que suceder para permitir que un pianista lesionado se
recupere. Creo que todos los pianistas y maestros deben tener esta información, ya que las
lesiones pueden causar daños permanentes si no se tratan.

Las lesiones son causadas por movimientos de naturaleza estresante


Nuestras manos y brazos pueden moverse de muchas maneras, pero algunas maneras de
moverse ponen un estrés adicional en los tendones y otros tejidos blandos. Si una persona se
mueve con movimientos de naturaleza estresante para el cuerpo, y lo hace repetidamente
durante un largo período de tiempo, las estructuras vulnerables pueden resultar dañadas. En este
escrito usaré los términos "movimiento eficiente" o "movimiento libre de estrés" para referirme a
formas de movimiento que pueden ser usadas incluso en tareas altamente repetitivas sin causar
daño. En este sentido, que una manera de moverse sea "eficiente" o "libre de estrés" es una
cuestión puramente anatómica, no una cuestión de tomar mayor consciencia. La toma de
consciencia nos dice si un movimiento en particular duele en este momento, pero no nos dice si
ese mismo movimiento repetido millones de veces durante una serie de años conduciría a una
lesión. Téngase en cuenta también que el grado de estrés que genera un movimiento no es sólo
una cuestión de posición o apariencia externa. Un movimiento puede parecer correcto sin ser
correcto (debido a tensiones subyacentes que el ojo no puede ver); y a la inversa (pero menos
frecuente) puede parecer incorrecto sin ser de naturaleza estresante.
2. Las cuatro causas de lesión
La contracción simultánea de músculos opuestos
Nuestros brazos y manos se mueven gracias a los músculos. Los músculos ejercen fuerza sólo
cuando se contraen, por lo que cada músculo puede ejercer fuerza solamente en una dirección.
Para mover una parte del cuerpo en dos direcciones se requieren dos músculos o dos conjuntos
de músculos, uno para moverla en una dirección y otro para moverla en la dirección opuesta.
Cuando un músculo se contrae, el músculo contrario debe soltarse y alargarse para permitir el
movimiento. Si esto no sucede - es decir, si el músculo contrario permanece tenso - entonces
ambos músculos se contraen simultáneamente. La contracción simultánea de músculos opuestos
inhibe el movimiento y puede causar lesiones.

Las posiciones desviadas


Un músculo se adhiere al hueso que mueve por medio de un tendón, y el tendón atraviesa una
articulación (o varias articulaciones). La posición relativa de los huesos influirá en la eficiencia del
tendón en la transmisión de la fuerza muscular a la parte que mueve, especialmente en casos
como los dedos donde el tendón atraviesa varias articulaciones. Las posiciones desviadas de la
muñeca y de la mano ponen estrés sobre estos tendones, haciendo el movimiento más difícil y
también más débil. La posición intermedia de la muñeca, con la muñeca alineada con el
antebrazo, permite a los dedos la mayor ventaja mecánica. Desviarse de esta posición hacia los
lados o hacia arriba y hacia abajo resulta en una pérdida de la fuerza de agarre; en posiciones
extremas, la fuerza de agarre se reduce en un 25% o más. Las posiciones desviadas generan
movimiento de naturaleza estresante y pueden causar lesiones.

La actividad muscular extática


Normalmente, cuando un músculo ejerce fuerza para mover una parte del cuerpo, el músculo
se contrae y disminuye en longitud conforme la parte se mueve. Cuando la parte se mueve en la
dirección opuesta, el músculo se libera y se alarga. Por lo tanto, el músculo se hace
alternativamente más corto y más largo. Este tipo de actividad se llama dinámica. Pero si el
músculo ejerce fuerza sin cambiar de longitud, la actividad se llama estática. Este es el tipo de
actividad utilizada en los ejercicios isométricos. La actividad muscular estática es más estresante
para el cuerpo que la actividad dinámica. La actividad dinámica permite la circulación de la sangre,
mientras que la actividad estática inhibe la circulación sanguínea, causando que el músculo se
fatigue y se haga propenso a las lesiones.

La fuerza excesiva
Obviamente, el estrés que soportan los músculos, tendones y otras estructuras vulnerables
varía según la cantidad de fuerza utilizada: una mayor fuerza produce más desgaste que una
fuerza menor. Pero esto no deja claro hasta qué punto la fuerza excesiva puede ser dañina. Según
algunos estudios, duplicar la fuerza multiplica el estrés en los tendones no por dos sino por cinco.
Presionar las teclas del piano no requiere mucha fuerza; el peso táctil estándar para una tecla de
un piano bien regulado es de sólo cincuenta gramos, aproximadamente el peso de diez piezas de
cinco centavos de los Estados Unidos. Es fácil caer en el hábito de usar más fuerza de la necesaria,
y debido a los niveles extremadamente altos de repetición involucrados al tocar el piano, la fuerza
excesiva es potencialmente lesiva.
Resumiendo, las lesiones por estrés repetitivo de los pianistas son causadas por:
1. La contracción simultánea de músculos opuestos
2. Las posiciones desviadas
3. La actividad muscular estática
4. La fuerza excesiva.
Estos factores, individualmente o en combinación, son el origen de prácticamente todo el
dolor y las molestias que experimentan los pianistas.
Aunque los movimientos de naturaleza estresante son la causa de la lesión, hay otros factores
que contribuyen a la resistencia del cuerpo a las lesiones y su capacidad de recuperación. La
buena salud general de una persona es un factor, la buena forma física es otro. El descanso
también es importante; Alguien que descansa de manera adecuada será más resistente. Otro
factor es la edad: la resistencia a las lesiones disminuye a medida que envejecemos. Esta es la
razón por la cual algunos pianistas tocan durante años sin problemas, y luego, a sus treinta o
cuarenta años, desarrollan una lesión. No están tocando de un modo diferente, pero la capacidad
de su cuerpo para soportar la tensión es menor.

3. Cómo se desarrolla una lesión


La fuerza para mover nuestros dedos, manos y brazos proviene de los músculos, los cuales
están unidos por tendones a las partes que mueven. Algunos tendones son bastante largos. Por
ejemplo, dado que los músculos que mueven los dedos se encuentran principalmente en la parte
posterior del antebrazo, los tendones de los dedos se extienden a través de la muñeca y la mano.
Los tendones son como largas cuerdas fibrosas. Están hechos de colágeno, no son muy elásticos y
son muy fuertes. Se deslizan hacia adelante y hacia atrás mientras movemos los brazos y los
dedos; algunos tanto como 5 centímetros. Para facilitar el movimiento hacia adelante y hacia
atrás, los tendones pueden estar encapsulados en vainas, en parte o en toda su longitud. Estas
son las vainas sinoviales, que secretan un líquido (líquido sinovial) que actúa como un lubricante.
La circulación de la sangre en los tendones es limitada, lo que significa que si un tendón se
lesiona, la recuperación es lenta.
En el caso de pianistas y todo aquel que realiza actividades que involucran movimientos
repetitivos, los tendones son el eslabón débil en el sistema, las estructuras especialmente
propensas a lesiones por estrés repetitivo. La mayoría de las lesiones por estrés de la mano, la
muñeca, el brazo y los hombros implican tendones. Para ser exactos, los músculos también
pueden lesionarse, pero se recuperan más rápidamente. Las cuatro causas de lesiones
mencionadas anteriormente son peligrosas porque aumentan el estrés en los tendones. (Un tipo
de lesión importante en los pianistas que no afecta principalmente a los músculos y tendones es
la distonía, una condición neurológica en la que la capacidad del cerebro para controlar el
movimiento se ve afectada. Más información sobre distonía en este enlace (en inglés):
http://www.pianomap.com/dystonia.html
Los tendones se lesionan debido a tensiones repetidas o por el roce con ligamentos y huesos
cercanos. Sometidos a estrés constante, los tendones pueden desgastarse o desgarrarse, o
volverse más gruesos y formar bultos. El área lesionada puede calcificarse. La vaina del tendón
también es vulnerable; Puede producir un exceso de líquido, causando hinchazón. El tendón
puede quedar "bloqueado" en la vaina y moverse bruscamente; La vaina puede inflamarse y
presionar sobre el tendón. La inflamación y la hinchazón en el limitado espacio del túnel carpiano
pueden ejercer presión sobre el nervio mediano, provocando el hormigueo y el entumecimiento
del pulgar y el segundo dedo, a menudo síntomas del síndrome del túnel carpiano. Todo esto
comienza a sonar como un catálogo de torturas medievales, pero para los pianistas lesionados
podría perfectamente ser el caso. Los síntomas incluyen dolor, irritación, hormigueo, calambres,
en definitiva, dolor en cualquiera de sus manifestaciones. El dolor puede ser tan intenso como
para impedir no sólo tocar el piano, sino también realizar las actividades cotidianas. Un pianista
(ahora completamente recuperado y tocando muy bien) cuenta que cuando sufría una tendinitis
aguda el mero hecho de levantar un libro de bolsillo le resultaba insoportable.

4. La cura de la lesión
Siendo tan terrible como parece, la buena noticia es que podemos curarnos. Nuestros cuerpos
tienen una capacidad increíble para recuperarse. Las lesiones sanan, siempre que no se les haya
permitido progresar hasta el punto de daño permanente. Incluso los tendones, a pesar de su
limitada irrigación sanguínea, se recuperan con el tiempo. En la fase aguda de una lesión, el
tratamiento puede incluir reposo, antiinflamatorios para reducir la inflamación e hinchazón, y el
masaje, que puede estimular la circulación (produciendo algunos de los beneficios del ejercicio
físico sin tener que trabajar la estructura lesionada). Lo que estos "tratamientos" realmente hacen
es proporcionar las condiciones adecuadas para que el poder de curación del propio cuerpo
pueda hacer su trabajo.
Por desgracia, en demasiados casos la curación es sólo temporal ya que la persona retoma su
actividad anterior y la realiza de la misma manera (con movimientos de naturaleza estresante),
volviéndose a lesionar. Una cura permanente requiere identificar y eliminar la causa de la lesión.
Actualmente, sabemos que tocar el piano no tiene por qué ser perjudicial, ya que muchas
personas, incluyendo algunos excelentes virtuosos, lo hacen sin lesionarse jamás. Por lo tanto, el
hecho de que alguien se lesione no prueba que tocar el piano sea peligroso en sí mismo. En
cambio lo que sí demuestra es que había algo en la técnica que era estresante, algo que con la
repetición constante y el paso de los años, dio lugar a una lesión. La persona debe aprender a
tocar el piano utilizando movimientos no estresantes para realizar las tareas que antes realizaba
con movimientos estresantes. En definitiva, una cura permanente para las lesiones de los
pianistas requiere la reeducación del movimiento.

Para resumir
Las lesiones pueden evitarse manteniendo una buena salud y condición física, descansando lo
suficiente, y –lo más importante de todo- eliminando los movimientos de naturaleza estresante,
que son aquellos que implican posiciones desviadas, contracción simultánea de músculos
opuestos, actividad muscular extática y fuerza excesiva. Las lesiones pueden ser curadas de la
misma manera.

5. Por qué muchos pianistas no se recuperan


Para curar una lesión debemos eliminar su causa. Esto suena demasiado obvio para tener que
enfatizarlo, pero de hecho la reeducación del movimiento, que es el modo de lograrlo, con
frecuencia no sucede. Hay varias razones por las que a menudo los pianistas lesionados no optan
por la reeducación que los curaría de sus lesiones.
Muchos pianistas lesionados no entienden la necesidad de una reeducación o no creen en la
posibilidad de poder moverse de manera diferente para tocar el piano. Después de todo, tocan el
piano como siempre lo han hecho, de la forma en que les enseñaron a tocar. En lugar de admitir
deficiencias en su técnica, ellos (o sus profesores) pueden insistir en que la lesión 'no tiene nada
que ver' con tocar el piano, sino que tiene otra causa (cuando esto no suele ser el caso). En
consecuencia, cuando aparece la lesión raramente buscan a alguien que analice su técnica,
identifique el problema técnico y encuentre una solución. En su lugar, recurren a estrategias
visiblemente ineficientes como la negación, el pensamiento ilusorio o el tratar de sobrellevarlo.
Dicen: “descansaré el fin de semana y el lunes estaré mejor” o “creo que he tocado demasiado,
me lo voy a tomar con calma por un tiempo”. Algunas veces los primeros síntomas son
bienvenidos, y la gente dice: “debo de estar haciendo verdaderos progresos durante mi práctica,
puedo sentirlo en mis brazos” (la falacia de “no hay ganancia sin dolor”). O bien, mal guiados por
los discursos de algunos libros dicen “solo es que he intentado hacer demasiado sin un
calentamiento adecuado, a partir de ahora tendré siempre cuidado de calentar” o “supongo que
necesito ejercitarme y desarrollar fuerza en los dedos”. A medida que la lesión persiste y surge la
desesperación, recurren a médicos, fisioterapeutas, quiroprácticos, acupunturistas, nutricionistas,
masajistas; la lista es interminable. Todos estos profesionales pueden ayudar, especialmente en el
tratamiento de la afección aguda, pero solo de forma limitada. No están formados para hacer lo
que realmente es necesario, es decir, enseñar a la persona cómo tocar el piano sin peligro de
volver a lesionarse.
Esto nos lleva a un punto que para los pianistas es de vital importancia reconocer: las lesiones
de los pianistas raramente son problemas médicos, son problemas de movimiento. Una lesión se
consideraría un problema médico si fuera causada por una enfermedad o un traumatismo.
Ocasionalmente puede suceder; El síndrome del túnel carpiano, por ejemplo, puede ser causado
por la diabetes y el dolor en el brazo puede ser causado por una fractura o un esguince. Estas
condiciones son tratadas apropiadamente por la ciencia médica. Pero (según algunos autores)
tales casos representan solo alrededor del 5% de las lesiones de los pianistas. Se deduce que
aproximadamente el 95% de las lesiones de los pianistas no son problemas médicos; no provienen
de una enfermedad o traumatismo, sino de la forma en que la persona habitualmente usa su
cuerpo. Esto explica por qué los profesionales de la salud rara vez son de gran ayuda para los
pianistas que buscan una cura permanente. Un pianista lesionado no necesita un médico, necesita
un profesor, y la solución a las lesiones de los pianistas, un problema de proporciones casi
epidémicas, no va venir de un tratamiento médico, sino de la educación.
Estar lesionado puede ser emocionalmente devastador para un pianista. Si los pensamientos,
las aspiraciones y, tal vez, el sustento de una persona se centran alrededor del piano, entonces
ser incapaz de tocar en la mejores condiciones, incapaz de tocar sin dolor, tal vez incapaz de tocar
en absoluto, es una experiencia terrible. Los pianistas lesionados a menudo se sienten
profundamente deprimidos y desmotivados. La lesión puede convertirse en un estigma y el
pianista lesionado se siente aislado, rechazado, inadecuado y humillado. La depresión y la
sensación de desesperanza pueden ser obstáculos para la recuperación. Un pianista lesionado
necesita desesperadamente apoyo emocional y comprensión de amigos, parientes, colegas y
profesores.
Desafortunadamente, muchos compañeros y profesores, aunque bien intencionados y
comprensivos, pueden ofrecer solo una ayuda limitada. Normalmente, ofrecen apoyo moral, lo
cual es esencial, pero pocos tienen una comprensión clara de las causas de las lesiones o las
condiciones para la recuperación; pocos tienen la información que necesitan para evitar lesiones
en sus alumnos o para mostrarle a un pianista lesionado cómo recuperarse. Lo que describí unos
párrafos atrás como “estrategias visiblemente ineficientes” son aquellas que se invocan con más
frecuencia por profesores y pianistas de todos los niveles. Esto es comprensible; después de todo,
la información requerida no forma parte de la mayoría de los currículos de música, las clases de
pedagogía o los programas de conservatorio. Suponiendo, con una lógica generalmente
equivocada, que el problema es un problema médico, no un problema de movimiento, los
profesores y compañeros pueden enviar al pianista lesionado para que reciba tratamiento médico
o terapia. Tal tratamiento rara vez produce una cura completa y permanente, por lo que los
profesores y compañeros se sienten incapaces, frustrados y angustiados junto con el pianista
lesionado. El problema general se resolverá solo cuando una información de calidad sea parte de
la formación de cada pianista. El día que los profesores tengan la información y los estudiantes
aprendan desde el primer momento los principios del movimiento eficiente y libre de estrés, las
lesiones de los pianistas dejarán de producirse.
Las revistas de piano y los libros sobre técnica no suelen ser muy útiles para el pianista
lesionado. Pocos debates sobre las lesiones de los pianistas enfatizan la reeducación del
movimiento y las estrategias que se recomiendan no son especialmente efectivas, ya sea para
evitar o para curar las lesiones. Estas incluyen “aumentar la resistencia”, “desarrollar fuerza”,
“tomarse descansos frecuentes, calentar, moderar el ritmo de estudio”, y cosas por el estilo. No
estoy en desacuerdo con ninguna de estas sugerencias en sí mismas; todas son buenas
propuestas para hacer y pueden contribuir a nuestra capacidad para resistir las lesiones. Pero no
son la respuesta completa; una persona puede llevarlas todas a cabo y seguir lesionada. Por
ejemplo: supongamos que mi forma de tocar octavas implica flexionar mi muñeca enérgicamente.
Hay razones anatómicas por las cuales la flexión repetida y enérgica de la muñeca es peligrosa; es,
de hecho, una de las causas comunes del síndrome del túnel carpiano. Por lo tanto, si así es como
toco las octavas, me arriesgo a sufrir una lesión. Incluso si tomo descansos, me preparo antes de
practicar, etc., seguirá siendo cierto que con cada octava que toco estaré estresando los tendones
de mi muñeca. Si utilizo movimientos de naturaleza estresante para tocar octavas, entonces
decirme que evite las lesiones calentando antes de practicar la Rapsodia Húngara No. 6 es como
decirle a un fumador que respire profundamente antes de encenderse un cigarro para evitar el
cáncer de pulmón. Los calentamientos y las respiraciones profundas son excelentes, pero no
eliminan la causa del problema. Así como el cáncer de pulmón es causado por el tabaquismo, no
por la falta de ejercicios para mejorar la salud pulmonar, las lesiones de los pianistas son causadas
por movimientos de naturaleza estresante, no por falta de calentamiento, descansos, etc.
¿Cómo es que un buen pianista puede tocar de una manera que estrese al cuerpo? Creo que
hay dos motivos principales. El primero, la técnica de la mayoría de las personas no se elige
deliberadamente. Es decir: la persona no analiza los movimientos necesarios para reproducir un
pasaje y practica esos movimientos. En su lugar, la persona simplemente encuentra una manera,
con sus propios medios y a base de ensayo y error, para llegar a tocar las notas correctas. Con la
repetición constante, los movimientos se convierten en hábitos. A veces, los movimientos
adquiridos de este modo serán eficientes. Pero no hay una garantía. Nuestros cuerpos pueden
acostumbrarse a los movimientos ineficientes tanto como se acostumbran a los eficientes, y
cuando estamos acostumbrados a ellos, los ineficientes se perciben como “naturales”. He
escuchado a pianistas con técnicas llenas de movimientos potencialmente dañinos describir su
técnica como “natural” y “relajada”.
El segundo motivo por el que las personas terminan tocando con movimientos de naturaleza
estresante es porque se les enseñan estos movimientos estresantes. Ningún profesor enseñaría
movimientos dañinos de saber que lo son. Pero muy pocos profesores entienden los principios del
movimiento eficiente, y algunas formas de movimiento que son peligrosas para nuestra salud
están firmemente establecidas en la pedagogía tradicional. Daré solo un ejemplo: tocar con los
“dedos curvados”.
La expresión “dedos curvados” es vaga, así que seamos más precisos. Cuando mantenemos
nuestras manos en una posición relajada descansando a ambos lados del cuerpo, los dedos
adoptan una posición suavemente curvada. Llamaré a esto la “curva natural” y es, de hecho, la
posición de los dedos apropiada para tocar el piano. Pero algunos métodos enseñan a los
estudiantes a encorvar las dos articulaciones finales de los dedos, lo que resulta en una curva más
pronunciada que la “natural”. Llamaré a esto “dedos encorvados”, y es potencialmente lesivo. La
razón por la cual tocar con los dedos encorvados es perjudicial es porque las dos articulaciones
finales de los dedos se mueven gracias a los músculos flexores de la parte inferior del antebrazo.
Sostener los dedos encorvados requiere mantener la contracción de estos músculos flexores.
Levantar los dedos, por otro lado, se logra contrayendo los músculos extensores en la parte
superior del antebrazo. Por lo tanto, si levanto mis dedos mientras mantengo una “curva más
pronunciada que la natural” en las dos articulaciones finales, estoy usando músculos flexores y
extensores simultáneamente; en otras palabras, estoy contrayendo al mismo tiempo músculos
opuestos. La contracción simultánea de músculos opuestos es una causa de lesión; hay pianistas
que han sufrido lesiones tocando con los dedos encorvados (ver la historia de Beth Tomassetti en
Oregon Musician, otoño, 1995).
Que tocar con los dedos encorvados sea un movimiento de naturaleza estresante no es tan
solo una opinión para que las personas la acepten o la rechacen según su elección. Es un hecho
anatómico. No hay manera, anatómicamente hablando, de levantar los dedos encorvados sin
realizar una contracción simultánea de músculos opuestos. Ni por muchas horas que estudiemos,
ni por muchos ejercicios que hagamos dirigidos a desarrollar la “independencia de los dedos” o la
“fuerza de los dedos”, ni por mucho que nos digamos a nosotros mismos que debemos
“relajarnos”; nada de esto cambiará la forma en que están hechos nuestros cuerpos. El hecho
anatómico es que si tocamos en esta posición nos arriesgamos a sufrir una lesión. Sin embargo,
tocar con los dedos encorvados no solo es tolerado, sino que es recomendado por algunos
métodos de piano. Hay métodos para principiantes que les dicen a los estudiantes que usen un
lápiz para alinear las puntas de los dedos en una línea recta, una receta para producir la
contracción simultanea de músculos opuestos. Si el alumno toca de esa manera y practica
diligentemente, nadie debería sorprenderse si el resultado es una lesión. (Permítanme señalar
nuevamente que aunque los dedos “encorvados” son peligrosos, la “curva natural” es correcta, la
“curva natural” no es lo que estoy discutiendo. Además, soy consciente de que no todos los que
tocan con los dedos encorvados terminan lesionados. Algunas personas tienen suerte, sus
cuerpos son más resistentes, o lo que sea. Pero eso no altera los hechos presentados aquí;
después de todo, algunas personas fuman durante sesenta años sin desarrollar cáncer de pulmón,
pero fumar sigue siendo la principal causa del cáncer de pulmón).
Los movimientos que pueden causar lesiones no necesariamente se sienten como malos o son
dolorosos. De hecho, no son peligrosos en tareas no repetitivas. Son peligrosos para los pianistas
porque tocar el piano es extremadamente repetitivo. Un manual sobre lesiones por estrés
repetitivo considera “altamente repetitiva” cualquier tarea que requiera 1500 o más repeticiones
por hora. Eso puede parecer mucho, pero no es nada comparado con tocar el piano. El índice de
repetición por hora para las semicorcheas configurando el metrónomo a 120 es de 28.800
repeticiones, un número que podría dar una apoplejía a un inspector de salud. De hecho, sí que
podemos tocar semicorcheas a 120, pero no podemos usar cualquier movimiento para hacerlo;
algunos movimientos permiten realizar este nivel de repetición con seguridad, y otros no.
Aprender una forma de moverse al piano menos estresante para el cuerpo significa abandonar
los viejos hábitos físicos y reemplazarlos por otros nuevos. Esto es posible hacerlo, aunque lleva
tiempo y dedicación. Pero hay además un problema más profundo: las viejas formas pueden estar
incrustadas no solo en nuestros cuerpos sino también en nuestras mentes. Supongamos que me
he lesionado por mi forma de tocar octavas. Pero supongamos además que fue un profesor a
quien admiro profundamente quien me enseñó a tocar octavas. Aprender una nueva forma de
tocar octavas puede hacer que modifique mi opinión sobre mi antiguo profesor. Puede obligarme
a repensar muchos aspectos de mi propia enseñanza y forma de tocar, y puedo verme obligado a
concluir que algunas de las cosas que antes creía con sinceridad no eran en realidad lo mejor. En
resumen, la reeducación del movimiento me obliga a examinarme a mí mismo y mi relación con
el piano, y debo estar preparado para cuestionar y cambiar mis actitudes y creencias. Incluso si
los resultados hacen que el esfuerzo valga la pena, el proceso no es fácil.
6. Dos obstáculos para la comprensión
La analogía de los deportes
En nuestra sociedad orientada al deporte, las comparaciones con los deportes están en todas
partes y pueden ser muy perjudiciales. En realidad, tocar el piano no es como un deporte de
resistencia, y construir la técnica no es una cuestión de desarrollar músculos. La cantidad de
fuerza física requerida para tocar el piano es muy pequeña, y la resistencia no es un problema si
uno se está moviendo de manera eficiente. El solo peso del antebrazo es suficiente para hacer
descender las teclas. Hacer que este peso esté disponible según sea necesario es una habilidad
compleja; necesitamos movernos rápida y eficientemente Pero no es una cuestión de fuerza.
La analogía de los deportes infecta nuestra forma de lidiar con las lesiones; podemos decirnos
“no hay ganancia sin dolor” cuando nuestros brazos están doloridos, y seguir practicando de la
misma manera. Si sentimos debilidad en las manos, un síntoma frecuente de lesión, creemos que
la respuesta es hacer ejercicios para fortalecerlas. De hecho, esto solo puede empeorar el
problema. Si una estructura se lesiona, trabajar más duro no promueve la curación. Algunas (muy
pocas) comparaciones entre tocar el piano y los deportes pueden ser útiles, pero en su mayor
parte la analogía de los deportes es engañosa y perjudicial.

Los argumentos de autoridad


Tengo en mente el invocar a un famoso pianista o maestro como una justificación para algún
elemento relacionado con tocar el piano. “Horowitz lo hacía de esta manera” o “Vengerova
enseñaba tal o cual cosa”. Una razón para sospechar es que a menudo no tenemos forma de
saber si las afirmaciones son ciertas, especialmente con personajes históricos. Más importante,
sin embargo, es que la autoridad de un famoso pianista o maestro no hace que un movimiento
sea eficiente. Lo que lo hace eficiente o ineficiente son los hechos de la anatomía. Algunos
pianistas famosos se movían muy eficientemente, otros tenían técnicas que incluían formas
ineficientes de movimiento (como demuestran los pianistas famosos con lesiones). Necesitamos
tener el conocimiento necesario para reconocer el movimiento de naturaleza estresante, y si
alguien intenta justificar un movimiento de naturaleza estresante diciendo que “tal o cual
pianista lo hacían de esa manera”, tenemos que responder que, si es así y tal o cual pianista
realmente se movían de esa manera, se arriesgaban a sufrir una lesión, y si enseñaban esa
manera de moverse, ponían a sus alumnos en riesgo de lesión.

7. Conclusión
La reeducación del movimiento es un proceso exigente. Requiere una atención consistente y
cuidadosa, conforme el pianista lesionado toma conciencia del uso coordinado de todo el cuerpo
para tocar cada nota. Describir esto en detalle requiere un libro (como mi libro “What Every
Pianist Needs to Know about the Body”, distribuido por GIA Publications). La instrucción individual
de un profesor apropiado es inmensamente útil, especialmente en las etapas iniciales. El tiempo
requerido para la recuperación varía mucho, pero algunos pianistas lesionados que no podían
tocar en absoluto han progresado en seis meses hasta poder tocar de nuevo, sin restricciones ni
dolor. Otros pueden tomar un tiempo más largo o más corto. Mucho depende de la duración y la
gravedad de la lesión y la dedicación del pianista.
No describiré la reeducación del movimiento aquí en más detalle, pero concluiré con tres
sugerencias prácticas. Los tres principios que ofreceré apuntan más a la prevención que a la cura,
pero si los profesores inculcaran estos hábitos en sus alumnos, veríamos menos lesiones.
El primer principio es sentarse a la altura correcta e insistir a los estudiantes (o a sus padres)
en que la banqueta de casa esté a la altura correcta. Algunos métodos de piano dicen cosas como
“el antebrazo debe estar nivelado (horizontal) cuando el alumno se sienta erguido y sin encorvar
los hombros”, lo cual es correcto; es prácticamente el mismo consejo que se encontraría en
cualquier texto sobre ergonomía. Si una persona no está a la altura correcta, es probable que el
cuerpo lo compense en alguna parte. Una persona que se sienta demasiado bajo puede encorvar
los hombros o levantar los codos, una persona que se sienta demasiado alto puede dejar caer la
muñeca o tirar de los hombros hacia abajo. Todas estas compensaciones implican una actividad
muscular estática que limita la libertad y, con el tiempo, puede provocar lesiones.
Dado que la altura correcta de la banqueta es la que coloca el antebrazo al nivel correcto, no
es la misma para todos, y puede no ser la misma incluso para personas de la misma estatura. La
altura correcta de la banqueta está determinada por la relación entre la longitud del brazo
superior (desde el hombro hasta el codo) y la longitud del torso, y esta proporción varía de una
persona a otra. Una forma práctica de encontrar la altura correcta es sentarse erguidos con los
brazos colgando libremente y las yemas de los dedos apoyadas sobre las teclas. Entonces, ajustar
la altura de la banqueta para colocar la punta del codo al mismo nivel que la superficie de las
teclas blancas. Para muchos pianistas, la altura correcta se sentirá alta al principio, ya que la
mayoría de las banquetas son demasiado bajas para la mayoría de las personas. Incluso las
banquetas ajustables no llegan lo suficientemente alto para muchas personas.
El segundo principio es evitar que caiga la muñeca. La muñeca debe estar más o menos recta
con el antebrazo, sin arquearse hacia arriba ni caer apreciablemente por debajo del nivel de los
nudillos principales. La razón es que cualquier otra posición ejerce presión sobre los tendones a
medida que pasan por el túnel carpiano. Flexionar enérgicamente la muñeca (como en las
“octavas de muñeca”) es una causa importante del síndrome del túnel carpiano. Cuando la
posición de la muñeca se sitúa en el rango medio los dedos se mueven más fácilmente y tienen
mayor fuerza, con menor estrés para los tendones.
El tercer principio es evitar la desviación cubital y radial de la mano. Es decir, la mano no debe
girarse hacia ninguno de los lados, sino que debe estar alineada con el antebrazo por ambos lados
lo mismo que arriba y abajo. Una vez más, la razón es anatómica: la flexión lateral de la muñeca
inhibe los movimientos libres de los dedos y ejerce un estrés adicional sobre los tendones que
pasan desde el brazo hasta a la mano. Las situaciones comunes en las que las personas desvían la
mano son al mover el pulgar hacia el teclado o al tocar en teclas negras con el pulgar. La
desviación de la mano es una de las causas más comunes de lesiones en pianistas. (En términos de
las cuatro causas de lesión explicadas anteriormente, dejar caer la muñeca y desviar la mano,
ambas cosas cuentan como posiciones desviadas).
Estos tres principios no son igualmente fáciles de adoptar. El primero, corregir la altura de la
banqueta, es sencillo. La persona pronto se acostumbra a la nueva altura, y la mayoría de las
personas descubren que cuando se corrige la altura de la banqueta su forma de tocar mejora
inmediatamente. Los otros dos principios son más difíciles de asimilar, ya que pueden implicar el
cambio de hábitos establecidos hace mucho tiempo. Si tengo como hábito el dejar caer mi
muñeca al tocar acordes, o si desvío la mano al pasar el pulgar en una escala, tendré que
aprender una nueva forma de realizar esas tareas.
A lo largo de este escrito, he abogado por la reeducación del movimiento como la forma de
evitar o curar lesiones. Pero hay otro punto que es igualmente convincente: si nos movemos de
manera eficiente tocamos mejor. Muchos pianistas han seguido una reeducación tras una lesión
porque era la única forma en que podían volver a tocar, y luego han descubierto que podían tocar
mejor que antes. Otros han seguido una reeducación sin haberse lesionado y han descubierto lo
mismo: podían tocar mejor, con mayor facilidad, tocar piezas más difíciles y superar problemas
que antes parecían insalvables. Estos hechos son profundamente importantes, y cada pianista o
profesor debe reflexionar sobre ellos. Lo que implican, según creo, es que todos nosotros,
estudiantes, pianistas y especialmente profesores, deberíamos esforzarnos por aprender los
principios del movimiento eficiente al piano y aplicar esos principios primero en nuestra forma de
tocar (ya que no podemos enseñar lo que no podemos hacer) y luego en nuestra enseñanza. Una
técnica eficiente no solo es la manera de curar o evitar lesiones, sino que es la mejor manera de
avanzar en nuestros objetivos artísticos.

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