Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
es la clave de la recuperación
1. Introducción
Las lesiones por estrés repetitivo ocasionan sufrimiento a muchos pianistas. Son muy
comunes, y el dolor que causan puede ser terrible. La lista de pianistas famosos lesionados es
mucho más larga de lo que la mayoría de la gente imagina - incluye a Gary Graffman, Leon
Fleisher, Wanda Landowska, Artur Schnabel, Alexander Scriabin, Ignaz Friedman, Sergei
Rachmaninoff, Clara Schumann, Glenn Gould, y muchos otros. En la mayoría de los casos la lesión
no llegó a poner fin a sus carreras, pero forzó cancelaciones de conciertos o giras, o una limitación
del repertorio. Esta es una situación trágica, ya que las lesiones son prevenibles y curables.
Desafortunadamente, la literatura que he visto sobre las lesiones de los pianistas no explica
claramente cómo se producen las lesiones, y algunos de los "tratamientos" más comúnmente
recomendados son superficiales: buenos en sí mismos y útiles hasta cierto punto, pero no
eliminan la causa de la lesión. En este artículo describiré brevemente las causas de las lesiones de
los pianistas y luego indicaré lo que tiene que suceder para permitir que un pianista lesionado se
recupere. Creo que todos los pianistas y maestros deben tener esta información, ya que las
lesiones pueden causar daños permanentes si no se tratan.
La fuerza excesiva
Obviamente, el estrés que soportan los músculos, tendones y otras estructuras vulnerables
varía según la cantidad de fuerza utilizada: una mayor fuerza produce más desgaste que una
fuerza menor. Pero esto no deja claro hasta qué punto la fuerza excesiva puede ser dañina. Según
algunos estudios, duplicar la fuerza multiplica el estrés en los tendones no por dos sino por cinco.
Presionar las teclas del piano no requiere mucha fuerza; el peso táctil estándar para una tecla de
un piano bien regulado es de sólo cincuenta gramos, aproximadamente el peso de diez piezas de
cinco centavos de los Estados Unidos. Es fácil caer en el hábito de usar más fuerza de la necesaria,
y debido a los niveles extremadamente altos de repetición involucrados al tocar el piano, la fuerza
excesiva es potencialmente lesiva.
Resumiendo, las lesiones por estrés repetitivo de los pianistas son causadas por:
1. La contracción simultánea de músculos opuestos
2. Las posiciones desviadas
3. La actividad muscular estática
4. La fuerza excesiva.
Estos factores, individualmente o en combinación, son el origen de prácticamente todo el
dolor y las molestias que experimentan los pianistas.
Aunque los movimientos de naturaleza estresante son la causa de la lesión, hay otros factores
que contribuyen a la resistencia del cuerpo a las lesiones y su capacidad de recuperación. La
buena salud general de una persona es un factor, la buena forma física es otro. El descanso
también es importante; Alguien que descansa de manera adecuada será más resistente. Otro
factor es la edad: la resistencia a las lesiones disminuye a medida que envejecemos. Esta es la
razón por la cual algunos pianistas tocan durante años sin problemas, y luego, a sus treinta o
cuarenta años, desarrollan una lesión. No están tocando de un modo diferente, pero la capacidad
de su cuerpo para soportar la tensión es menor.
4. La cura de la lesión
Siendo tan terrible como parece, la buena noticia es que podemos curarnos. Nuestros cuerpos
tienen una capacidad increíble para recuperarse. Las lesiones sanan, siempre que no se les haya
permitido progresar hasta el punto de daño permanente. Incluso los tendones, a pesar de su
limitada irrigación sanguínea, se recuperan con el tiempo. En la fase aguda de una lesión, el
tratamiento puede incluir reposo, antiinflamatorios para reducir la inflamación e hinchazón, y el
masaje, que puede estimular la circulación (produciendo algunos de los beneficios del ejercicio
físico sin tener que trabajar la estructura lesionada). Lo que estos "tratamientos" realmente hacen
es proporcionar las condiciones adecuadas para que el poder de curación del propio cuerpo
pueda hacer su trabajo.
Por desgracia, en demasiados casos la curación es sólo temporal ya que la persona retoma su
actividad anterior y la realiza de la misma manera (con movimientos de naturaleza estresante),
volviéndose a lesionar. Una cura permanente requiere identificar y eliminar la causa de la lesión.
Actualmente, sabemos que tocar el piano no tiene por qué ser perjudicial, ya que muchas
personas, incluyendo algunos excelentes virtuosos, lo hacen sin lesionarse jamás. Por lo tanto, el
hecho de que alguien se lesione no prueba que tocar el piano sea peligroso en sí mismo. En
cambio lo que sí demuestra es que había algo en la técnica que era estresante, algo que con la
repetición constante y el paso de los años, dio lugar a una lesión. La persona debe aprender a
tocar el piano utilizando movimientos no estresantes para realizar las tareas que antes realizaba
con movimientos estresantes. En definitiva, una cura permanente para las lesiones de los
pianistas requiere la reeducación del movimiento.
Para resumir
Las lesiones pueden evitarse manteniendo una buena salud y condición física, descansando lo
suficiente, y –lo más importante de todo- eliminando los movimientos de naturaleza estresante,
que son aquellos que implican posiciones desviadas, contracción simultánea de músculos
opuestos, actividad muscular extática y fuerza excesiva. Las lesiones pueden ser curadas de la
misma manera.
7. Conclusión
La reeducación del movimiento es un proceso exigente. Requiere una atención consistente y
cuidadosa, conforme el pianista lesionado toma conciencia del uso coordinado de todo el cuerpo
para tocar cada nota. Describir esto en detalle requiere un libro (como mi libro “What Every
Pianist Needs to Know about the Body”, distribuido por GIA Publications). La instrucción individual
de un profesor apropiado es inmensamente útil, especialmente en las etapas iniciales. El tiempo
requerido para la recuperación varía mucho, pero algunos pianistas lesionados que no podían
tocar en absoluto han progresado en seis meses hasta poder tocar de nuevo, sin restricciones ni
dolor. Otros pueden tomar un tiempo más largo o más corto. Mucho depende de la duración y la
gravedad de la lesión y la dedicación del pianista.
No describiré la reeducación del movimiento aquí en más detalle, pero concluiré con tres
sugerencias prácticas. Los tres principios que ofreceré apuntan más a la prevención que a la cura,
pero si los profesores inculcaran estos hábitos en sus alumnos, veríamos menos lesiones.
El primer principio es sentarse a la altura correcta e insistir a los estudiantes (o a sus padres)
en que la banqueta de casa esté a la altura correcta. Algunos métodos de piano dicen cosas como
“el antebrazo debe estar nivelado (horizontal) cuando el alumno se sienta erguido y sin encorvar
los hombros”, lo cual es correcto; es prácticamente el mismo consejo que se encontraría en
cualquier texto sobre ergonomía. Si una persona no está a la altura correcta, es probable que el
cuerpo lo compense en alguna parte. Una persona que se sienta demasiado bajo puede encorvar
los hombros o levantar los codos, una persona que se sienta demasiado alto puede dejar caer la
muñeca o tirar de los hombros hacia abajo. Todas estas compensaciones implican una actividad
muscular estática que limita la libertad y, con el tiempo, puede provocar lesiones.
Dado que la altura correcta de la banqueta es la que coloca el antebrazo al nivel correcto, no
es la misma para todos, y puede no ser la misma incluso para personas de la misma estatura. La
altura correcta de la banqueta está determinada por la relación entre la longitud del brazo
superior (desde el hombro hasta el codo) y la longitud del torso, y esta proporción varía de una
persona a otra. Una forma práctica de encontrar la altura correcta es sentarse erguidos con los
brazos colgando libremente y las yemas de los dedos apoyadas sobre las teclas. Entonces, ajustar
la altura de la banqueta para colocar la punta del codo al mismo nivel que la superficie de las
teclas blancas. Para muchos pianistas, la altura correcta se sentirá alta al principio, ya que la
mayoría de las banquetas son demasiado bajas para la mayoría de las personas. Incluso las
banquetas ajustables no llegan lo suficientemente alto para muchas personas.
El segundo principio es evitar que caiga la muñeca. La muñeca debe estar más o menos recta
con el antebrazo, sin arquearse hacia arriba ni caer apreciablemente por debajo del nivel de los
nudillos principales. La razón es que cualquier otra posición ejerce presión sobre los tendones a
medida que pasan por el túnel carpiano. Flexionar enérgicamente la muñeca (como en las
“octavas de muñeca”) es una causa importante del síndrome del túnel carpiano. Cuando la
posición de la muñeca se sitúa en el rango medio los dedos se mueven más fácilmente y tienen
mayor fuerza, con menor estrés para los tendones.
El tercer principio es evitar la desviación cubital y radial de la mano. Es decir, la mano no debe
girarse hacia ninguno de los lados, sino que debe estar alineada con el antebrazo por ambos lados
lo mismo que arriba y abajo. Una vez más, la razón es anatómica: la flexión lateral de la muñeca
inhibe los movimientos libres de los dedos y ejerce un estrés adicional sobre los tendones que
pasan desde el brazo hasta a la mano. Las situaciones comunes en las que las personas desvían la
mano son al mover el pulgar hacia el teclado o al tocar en teclas negras con el pulgar. La
desviación de la mano es una de las causas más comunes de lesiones en pianistas. (En términos de
las cuatro causas de lesión explicadas anteriormente, dejar caer la muñeca y desviar la mano,
ambas cosas cuentan como posiciones desviadas).
Estos tres principios no son igualmente fáciles de adoptar. El primero, corregir la altura de la
banqueta, es sencillo. La persona pronto se acostumbra a la nueva altura, y la mayoría de las
personas descubren que cuando se corrige la altura de la banqueta su forma de tocar mejora
inmediatamente. Los otros dos principios son más difíciles de asimilar, ya que pueden implicar el
cambio de hábitos establecidos hace mucho tiempo. Si tengo como hábito el dejar caer mi
muñeca al tocar acordes, o si desvío la mano al pasar el pulgar en una escala, tendré que
aprender una nueva forma de realizar esas tareas.
A lo largo de este escrito, he abogado por la reeducación del movimiento como la forma de
evitar o curar lesiones. Pero hay otro punto que es igualmente convincente: si nos movemos de
manera eficiente tocamos mejor. Muchos pianistas han seguido una reeducación tras una lesión
porque era la única forma en que podían volver a tocar, y luego han descubierto que podían tocar
mejor que antes. Otros han seguido una reeducación sin haberse lesionado y han descubierto lo
mismo: podían tocar mejor, con mayor facilidad, tocar piezas más difíciles y superar problemas
que antes parecían insalvables. Estos hechos son profundamente importantes, y cada pianista o
profesor debe reflexionar sobre ellos. Lo que implican, según creo, es que todos nosotros,
estudiantes, pianistas y especialmente profesores, deberíamos esforzarnos por aprender los
principios del movimiento eficiente al piano y aplicar esos principios primero en nuestra forma de
tocar (ya que no podemos enseñar lo que no podemos hacer) y luego en nuestra enseñanza. Una
técnica eficiente no solo es la manera de curar o evitar lesiones, sino que es la mejor manera de
avanzar en nuestros objetivos artísticos.