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SOLICITAMOS GARANTIZAR LA REAPERTURA RAZONABLE DEL SERVICIO

ESCOLAR EN 2021.

Salta, 21 de octubre de 2020

Sr. Gobernador de la Provincia de Salta


Dr. Gustavo RUBERTO SAENZ
S / D

Nos dirigimos a Ud. en su carácter de representante de la


Provincia de Salta - que le atribuye el art. 140 de la Constitución Provincial - solicitando
en su persona al Estado Provincial, integrado por todas sus ramas gubernativas, el
cumplimiento de las obligaciones constitucionales a las que haremos referencia.

En nuestra condición de padres y madres de alumnos de


instituciones educativas públicas y privadas, venimos a solicitar:

a) Se tomen las medidas pertinentes para garantizar el inicio


regular – con todas las adecuaciones que resulten
necesarias – del ciclo lectivo 2021, emitiendo en tiempo
adecuado, con intervención de las áreas competentes
(educación, salud, trabajo, transporte, etcétera) todas las
leyes, decretos, instrucciones operativas, protocolos y
demás normas que resulten pertinentes, y realizando
todas las acciones de gobierno que sean necesarias para
dicho propósito.

b) Se habilite, con todos los controles del caso, la posibilidad


de elaboración y puesta en funcionamiento de protocolos
institucionales por parte de los establecimientos
educativos públicos y privados, a fin de permitir un
ejercicio razonable y acorde a las circunstancias, de los
derechos constitucionales de enseñar y aprender.

Ello en virtud de las siguientes consideraciones de hecho y


derecho:

1
1. La educación como servicio público esencial.

Está fuera de toda duda el carácter de servicio público


esencial que reviste la educación en nuestra Provincia. No es necesaria a este respecto
ninguna declaración adicional, ni legal ni reglamentaria, dado que ese carácter surge en
forma expresa de la propia Constitución.
El artículo 47 de la Constitución de Salta establece:

“La educación es un derecho de la persona y un


deber de la familia y de la sociedad, a la que
asiste el Estado como función social prioritaria,
primordial e insoslayable.

A su vez, en el artículo 87, donde se incorpora la garantía


procesal del amparo, la Constitución Provincial consigna:

“La no prestación injustificada por parte del


Estado de los servicios educativos, de salud y de
otros esenciales da lugar a esta acción.”

La esencialidad de la educación como servicio a cargo del


Estado Provincial recorre trasversalmente toda la Constitución. Vale la pena citar
expresamente también el artículo 68, en el que se indica a la Educación como primera
“prioridad indicativa” del tratamiento institucional del gasto e inversión pública.

A todos los efectos, por tanto, la educación es un servicio


público esencial en la Provincia de Salta, y lo es porque lo dice expresamente la
Constitución.

2. Los derechos de enseñar y aprender como derechos


fundamentales.

Los correlativos derechos de enseñar y aprender resultan,


además, derechos fundamentales.

Nuestras Constituciones provincial y nacional así lo


reconocen en varias de sus cláusulas (arts. 5, 14 y 75 inc. 19 de la Constitución Nacional;
arts. 33, 34, 47, 48, 49, 68, 87 de la Constitución Provincial), y lo refuerzan varios
tratados internacionales de rango constitucional, que los reconocen expresamente
como derechos humanos fundamentales (art. 13 PIDESC, art, 13 Protocolo de San
Salvador de Bahía sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales, entre otros).

2
La omisión de prestación de los servicios educativos en
condiciones adecuadas y la denegación del derecho a brindar enseñanza pueden, por lo
tanto, constituir violación de derechos humanos y comprometer la responsabilidad
internacional del país. Las restricciones que sobre ellos puedan imponerse por razones
de emergencia no deben implicar su supresión en los hechos.

La educación y la enseñanza son, en efecto derechos


humanos cuya relevancia reviste muy especialmente una doble dimensión, individual y
social. La historia patria da cuenta de la importancia que nuestros próceres asignaron a
la educación, no sólo como derecho de la persona, sino como requisito indispensable
para el crecimiento de nuestro país, para la formación de un pueblo capaz de evaluar
el desempeño de sus representantes y realizar una verdadera democracia, que no es
posible sin formación, sin cultura, sin información, sin desarrollo del espíritu crítico.

Esa doble dimensión, personal y social, del derecho a la


educación, está reconocida expresamente por nuestra Constitución Provincial, en su
artículo 48:

“FIN DE LA EDUCACIÓN. El fin de la educación es


el desarrollo integral, armonioso y permanente
de la persona en la formación de un hombre
capacitado para convivir en una sociedad
democrática participativa basada en la libertad
y la justicia social.”

Del mismo modo, los artículos citados del Pacto


Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y del Protocolo de
San Salvador de Bahía (protocolo a la Convención Americana de Derechos Humanos
sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales), indican que

“la educación debe capacitar a todas las


personas para participar efectivamente en una
sociedad democrática y pluralista, lograr una
subsistencia digna, favorecer la comprensión, la
tolerancia y la amistad entre todas las naciones
y todos los grupos raciales, étnicos o religiosos y
promover las actividades en favor del
mantenimiento de la paz.”

3. El interés superior del niño. La prolongación sine die


de la clausura de los establecimientos educativos
como omisión inconstitucional.

3
3.1. El derecho a la educación atañe, además, a uno de los
grupos más vulnerables y por ende más protegidos: los niños, niñas y adolescentes.

La gestión del servicio educativo y la necesidad de limitarlo


en virtud de situaciones excepcionales como las que indiscutiblemente atravesamos,
no pueden pasar por alto un criterio establecido normativamente hace ya largo tiempo
para toda la comunidad internacional: la protección del interés superior del niño.

La Convención de los Derechos del Niño, en su artículo 3°,


inciso 1°, establece que:

“En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las
instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las
autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración
primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.”

Nuestro país ha determinado legislativamente el alcance de


este principio del interés superior del niño. Lo ha hecho mediante el dictado de la Ley
26.601, de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.

En su artículo 3°, esta ley dispone lo siguiente (el resaltado


es nuestro):

“A los efectos de la presente ley se entiende por interés superior de la


niña, niño y adolescente la máxima satisfacción, integral y simultánea
de los derechos y garantías reconocidos en esta ley1.

Debiéndose respetar:

a) Su condición de sujeto de derecho;

b) El derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y que su opinión


sea tenida en cuenta;

c) El respeto al pleno desarrollo personal de sus derechos en su medio


familiar, social y cultural;

d) Su edad, grado de madurez, capacidad de discernimiento y demás


condiciones personales;

e) El equilibrio entre los derechos y garantías de las niñas, niños y


adolescentes y las exigencias del bien común;

1
El artículo 15 de la Ley está dedicado íntegramente al Derecho a la Educación.
4
f) Su centro de vida. Se entiende por centro de vida el lugar donde las
niñas, niños y adolescentes hubiesen transcurrido en condiciones
legítimas la mayor parte de su existencia.

Este principio rige en materia de patria potestad, pautas a las que se


ajustarán el ejercicio de la misma, filiación, restitución del niño, la niña o
el adolescente, adopción, emancipación y toda circunstancia vinculada a
las anteriores cualquiera sea el ámbito donde deba desempeñarse.

Cuando exista conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños
y adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos,
prevalecerán los primeros.”

A su vez, el artículo 5° de la ley de Protección Integral


estipula:

“RESPONSABILIDAD GUBERNAMENTAL. Los Organismos del Estado


tienen la responsabilidad indelegable de establecer, controlar y
garantizar el cumplimiento de las políticas públicas con carácter federal.
En la formulación y ejecución de políticas públicas y su prestación, es
prioritario para los Organismos del Estado mantener siempre presente
el interés superior de las personas sujetos de esta ley y la asignación
privilegiada de los recursos públicos que las garanticen.
Toda acción u omisión que se oponga a este principio constituye un acto
contrario a los derechos fundamentales de las niñas, niños y
adolescentes.

Las políticas públicas de los Organismos del Estado deben garantizar con
absoluta prioridad el ejercicio de los derechos de las niñas, niños y
adolescentes.
La prioridad absoluta implica:
1.- Protección y auxilio en cualquier circunstancia;
2.- Prioridad en la exigibilidad de la protección jurídica cuando sus
derechos colisionen con los intereses de los adultos, de las personas
jurídicas privadas o públicas;
3.- Preferencia en la atención, formulación y ejecución de las políticas
públicas;
4.- Asignación privilegiada e intangibilidad de los recursos públicos que
las garantice;

5
5.- Preferencia de atención en los servicios esenciales.”

Como puede verse, el respeto al interés superior del niño,


su priorización absoluta, son obligaciones expresas del Estado en la formulación y
ejecución de las políticas públicas, específicamente reconocidas por el derecho nacional
e internacional.

3.2. En Salta, desde hace ocho meses, nuestros niños, niñas


y adolescentes han venido sufriendo en forma directa las consecuencias de una situación
que nadie pudo prever y que tiene componentes de incertidumbre que hacen
evidentemente muy difícil tomar decisiones.

Después de esos ocho meses, y faltando cuatro más para el


inicio del año lectivo 2021, es necesario que el Estado Provincial comience a dar las
seguridades y garantías que le corresponde brindar por obligación constitucional.

Los niños, niñas y adolescentes que asisten a nuestras


escuelas no son por sí mismos, en principio, población de riesgo del COVID 19. No es el
riesgo de ellos el que se busca específicamente conjurar, sino el de sus padres, abuelos,
docentes, personal de apoyo.

Si bien es claro que también es parte del interés de los niños


que se preserve la salud de sus mayores, la atención requerida parece centrarse
especialmente en el cuidado de esos mayores que rodean a los niños y adolescentes y
colaboran en su educación. Es necesario, también, evitar que los niños y adolescentes
sean vector de contagio en sus casas, y que los docentes y personal de los
establecimientos educativos asuman un riesgo respecto del cual no se tomen recaudos
serios y efectivos.

La situación es evidentemente difícil. Es necesario, sin


embargo, que el Estado tome cartas en el asunto, buscando la manera de cuidar a los
mayores atendiendo también la necesidad esencial de los niños, niñas y adolescentes
de recibir educación en un contexto lo más parecido posible al de la normalidad, en el
que puedan interactuar socialmente y desarrollar su personalidad lo más plenamente
que sea posible.

3.3. Ocho meses es un lapso de tiempo que exige la


definición de alternativas superadoras del simple cierre preventivo total de los
establecimientos educativos.

La experiencia de esos ocho meses en Salta, por otro lado,


ya ha demostrado la inconveniencia de mantener clausurada anticipadamente, por
razones preventivas, la vida social en todas sus expresiones y dimensiones. La clausura

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sine die del servicio educativo no parece ser ya un ejercicio razonable del poder de
policía del Estado. Es un principio establecido que la restricción de derechos que puede
justificar una emergencia debe tener una duración limitada y no debe superar el límite
de razonabilidad, convirtiéndose en una verdadera supresión del derecho.

Efectuamos el presente pedido faltando más de cuatro


meses para el momento en que debiera iniciarse el período lectivo 2021. Es imperioso
tomar las medidas necesarias durante ese tiempo precioso. Como ya dijimos, la
experiencia reciente de nuestra provincia, en planos que no se limitan a lo educativo,
impide considerar razonable la inacción del Estado en este sentido, o seguir a la espera
de soluciones externas como podría ser la producción y distribución suficiente de una
vacuna eficaz. Sobre todo teniendo en cuenta que de ningún modo estas soluciones
pueden garantizarse, ni en lo que hace a su efectivización, ni en cuanto al tiempo que
habrá que esperar para esa efectivización.

El Estado no puede seguir justificando la no prestación del


servicio mediante la invocación sin más de la pandemia. Para poder justificar la
situación, debe acreditar que ha agotado todas sus posibilidades en la búsqueda de una
solución alternativa. De no hacerse así, la situación avanzará hacia la configuración de
un claro caso de violación de derechos constitucionales por omisión.

Nuestros hijos e hijas tienen derecho a que el Estado, luego


de ocho meses y contando con un panorama que ya no es sorpresivo, que incluye por otro
lado experiencias comparadas de prácticamente todo el mundo, se aboque a encontrar,
con dedicación, creatividad y valentía – que no es lo mismo que temeridad o
irresponsabilidad - la manera de prestar razonablemente el servicio, atendiendo las
circunstancias.

4. La autonomía Provincial.

4.1. Tampoco puede ampararse dogmáticamente el Estado


Provincial en disposiciones de emergencia que pueda emitir el Gobierno Nacional, u
organismos de naturaleza intrafederal como el Consejo Federal de Educación (CFE).

La educación es materia no delegada por las Provincias al


Gobierno Federal, y es un servicio que tienen la obligación constitucional de brindar (arts.
5 y 6 CN). La Provincia de Salta, de ser necesario, debe ejercer su autonomía a este
respecto.

La concertación federal de políticas públicas en materia


educativa es un instrumento útil, pero no puede aceptarse que termine constituyéndose
en un obstáculo puro y simple a la posibilidad de las Provincias de reanudar el servicio
educativo cuando lo estimen posible y conveniente. Las Provincias no tienen por qué
“pedir permiso” a la Nación para reanudar la prestación de los servicios públicos
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esenciales que les competen. El CFE, por otro lado, no ha sido pensado ni creado para
tener ese tipo de atribuciones, como tampoco las tiene el Ministerio de Educación de la
Nación.

En ese sentido, el artículo 9 del Decreto de Necesidad y


Urgencia 576/20 es abiertamente inconstitucional, por cuanto viola la autonomía
provincial. Tanto la salud como la educación son materias que corresponden
constitucionalmente a las Provincias. Aun aceptando que en una emergencia
evidentemente nacional e incluso mundial el Gobierno Federal pueda avanzar sobre
ciertas atribuciones provinciales, también en este aspecto existe un límite de
razonabilidad que impide suprimir por completo la autonomía de las Provincias.

4.2. Dicho esto, es importante aclarar sin embargo que


tampoco hemos conocido ningún avance concreto para acercarnos a la reapertura de
las clases presenciales en los términos de las políticas nacionales o de las acordadas en
el CFE.

La Provincia, que sepamos, no ha elaborado el “Plan


Jurisdiccional de Retorno a Clases Presenciales” que hace más de tres meses, el 2 de julio
de 2020, se concertó como paso previo a la reapertura en la Resolución CFE 364/20.

Tampoco se conoce cómo se ha venido avanzando para


hacer posible algún día el retorno a clases presenciales, en los términos explicitados
formalmente en el “Protocolo Marco y Lineamientos Federales para el Retorno a Clases
Presenciales en la Educación Obligatoria y en los Institutos Superiores”, aprobado por la
misma Resolución 364/20 del CFE y modificado por su Resolución 370/20.

En este sentido, no se ha conocido la implementación de


ninguna estrategia de determinación de categorías de establecimientos por situación,
adecuación de los establecimientos, aprovisionamiento de insumos sanitarios y
elementos de protección, capacitación del personal docente y de apoyo, redacción de
protocolos, análisis de alternativas de calendario escolar y horarios, articulación de los
establecimientos con los dispositivos de atención primaria de la salud, acondicionamiento
del sistema de salud a la reanudación de las tareas escolares, definición de estrategias
para el transporte público, etcétera.

El hecho de que no se conozcan estas gestiones – en caso


de que se hayan realizado - constituye por sí mismo una violación al Protocolo Marco
dado que éste, desde sus primeros renglones, estipula como lineamientos principales
“Generar en cada jurisdicción un plan en conjunto con la comunidad educativa para
evaluar posibilidades de implementación por niveles y modalidades” y “Considerar
estrategias de participación en las decisiones de los/as estudiantes y las familias como
promotores de salud.” Como puede verse, la participación es parte esencial del Protocolo.

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5. El daño a los niños, niñas y adolescentes. Necesidad de
un diagnóstico adecuado.

5.1. En el juicio de razonabilidad que se hace necesario


realizar respecto de la restricción impuesta a un derecho esencial como es la educación,
no puede pasarse por alto que se contraponen en el caso, de un lado un riesgo,
existente y muy serio, pero controlable adoptando las medidas del caso, y del otro un
perjuicio efectivo, esto es, la pérdida de – hasta ahora - un año de educación de
nuestros hijos e hijas, con todas las repercusiones que ello tiene no sólo en lo educativo,
sino también en lo psicosocial, lo emotivo, etcétera.

Acompañamos a la presente nota la publicación efectuada


recientemente por la Sociedad Argentina de Pediatría2, producto de un trabajo
interdisciplinario de varios comités y grupos de estudio especializados en Familia y Salud
Mental, Infectología, Medicina del Deporte, Pediatría Ambulatoria, Derechos del Niño,
Epidemiología, Discapacidad, Salud Escolar.

En el documento se describen los efectos perniciosos que


el cierre de las escuelas ha venido produciendo a los niños, niñas y adolescentes en todo
el país, se estudian alternativas y se aboga decididamente por la reanudación de la
educación presencial, proponiendo una serie de buenas prácticas, indicadores y
experiencias comparadas.

En honor a la brevedad, nos remitimos a dicho documento,


sin perjuicio de destacar aquí los siguientes puntos que la publicación consigna:

- la escuela es fundamental para el desarrollo y bienestar


de niños, niñas y adolescentes, no sólo para la
adquisición de conocimientos, sino también para el
fortalecimiento de aspectos emocionales y sociales, el
cuidado de aspectos nutricionales y de salud

- la escuela es un lugar de igualación de oportunidades,


una herramienta de equidad social indispensable,
particularmente, para los grupos más vulnerables

- el cierre de las escuelas es un factor que agrava las


desigualdades sociales, dado que no todas las
comunidades educativas están en condiciones similares
para adaptarse a las alternativas no presenciales

2
Documento conjunto de posicionamiento para la vuelta a las escuelas. Disponible en:
https://www.sap.org.ar/uploads/archivos/general/files_documento-conjunto-escuelas-covid_1602694567.pdf
9
- la educación de niños, niñas y adolescentes con
discapacidad se ha visto afectada de manera
particularizada

- no existen datos concretos que demuestren que la


población pediátrica sea un gran trasmisor de la
infección viral

Por estos motivos y otros que allí se exponen, el Documento


Conjunto concluye con la categórica afirmación que sigue:

“la vuelta a las escuelas en la modalidad presencial es imprescindible. Por


supuesto que la observación de las diferentes realidades epidemiológicas
existentes en nuestro país y el cumplimiento estricto de los protocolos
sanitarios son aspectos insoslayables a tener en cuenta para el regreso a
las aulas.

Creemos que en el proyecto de regreso a las aulas es fundamental cuidar


la salud de los niños, niñas y adolescentes con las medidas adecuadas y
destacamos que los integrantes del plantel docente y no docente de los
colegios deben ser considerados trabajadores esenciales, como los
trabajadores de la salud, de las fuerzas de seguridad y del transporte
público para hacerlo realmente viable.”

El documento que acompañamos es sólo una muestra de


una gran cantidad de estudios y publicaciones que se han emitido en sentido similar,
alertando sobre los graves perjuicios que ya están sufriendo nuestros niños, niñas y
adolescentes, y que exceden ampliamente lo meramente educativo: exclusión social,
deserción definitiva, aumento de la violencia intrafamiliar, afecciones síquicas y
emocionales, etcétera.

El Estado Provincial debe realizar un diagnóstico serio de


cuál ha sido la entidad del daño y el grado de afectación de nuestros hijos e hijas en cada
una de las instituciones, teniendo en cuenta además que la mayoría de ellas no se
encuentra en condiciones de ofrecer mecanismos alternativos a las clases presenciales,
y que incluso en el caso de aquellas que sí tienen esa posibilidad, el servicio se ha visto
muy afectado cualitativa y cuantitativamente.

6. Situación heterogénea de las instituciones educativas.


Margen de apreciación. El derecho constitucional a
enseñar.
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No todas las instituciones están en la misma situación. No
todos los establecimientos públicos presentan características idénticas, ni lo hacen las
instituciones privadas.

No debe perderse de vista, desde otro punto de vista, que


tan constitucional como el derecho a aprender, o derecho a la educación, es el derecho
a enseñar. Este último derecho, que a veces se combina con el del derecho a trabajar o
a ejercer industria lícita, y otras veces se ejerce sin fines de lucro, e incluso con
importantes aportes gratuitos y por motivos filantrópicos, implica una obligación por
parte del Estado: la de permitir su ejercicio de manera razonable.

El derecho – o libertad - de enseñar está, efectivamente,


previsto en forma expresa en nuestra Constitución Nacional (art. 14), en la Ley de
Educación Nacional, en la Ley de Educación Provincial, y en diversos tratados
internacionales. Por todos ellos, baste citar aquí los dos últimos incisos del artículo 13
del PIDESC:

“3. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a


respetar la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores
legales, de escoger para sus hijos o pupilos escuelas distintas de
las creadas por las autoridades públicas, siempre que aquéllas
satisfagan las normas mínimas que el Estado prescriba o
apruebe en materia de enseñanza, y de hacer que sus hijos o
pupilos reciban la educación religiosa o moral que esté de acuerdo
con sus propias convicciones.

4. Nada de lo dispuesto en este artículo se interpretará como una


restricción de la libertad de los particulares y entidades para
establecer y dirigir instituciones de enseñanza, a condición de
que se respeten los principios enunciados en el párrafo 1 y de que
la educación dada en esas instituciones se ajuste a las normas
mínimas que prescriba el Estado.”

Este aspecto fundamental – la existencia de un derecho


constitucional a “establecer y dirigir instituciones de enseñanza”, el reconocimiento
correlativo de un derecho de los padres a “escoger para sus hijos o pupilos escuelas
distintas a las creadas por las autoridades públicas”, también debe tomarse en
consideración, y muy seriamente, al analizar la razonabilidad de las restricciones
dispuestas a la prestación del servicio educativo.

Dentro del mismo servicio educativo estatal, como dijimos,


se observan situaciones distintas, que ameritan permitir un cierto margen de
apreciación a las autoridades de cada establecimiento. Optar por la prohibición
absoluta porque no se está en condiciones de restablecer el servicio en idénticas
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condiciones en todas las instituciones no parece ser razonable, y puede implicar – como
de hecho pasa en el caso de las instituciones de gestión privada - una violación adicional
de derechos.

En lo que respecta a las instituciones privadas, prohibirles


por completo la apertura a la actividad presencial aún si éstas proponen seriamente
condiciones razonables y cuidadas implica sumar a la falta de prestación del servicio
educativo (y correspondiente conculcación del derecho a la educación) una restricción
severísima a la libertad de enseñar, y a las de trabajar y ejercer industria lícita.

Si las entidades privadas presentan protocolos serios y se


comprometen a cumplirlos, el Estado debe justificar exhaustivamente por qué no les
permite brindar el servicio que es la razón de su existencia. No es ocioso hacer notar, en
este aspecto, que el eventual quebranto de las instituciones educativas de gestión
privada no hará sino agravar el problema para el futuro, sobrecargando la demanda en
las instituciones estatales.

7. Consideraciones institucionales del presente pedido.

No por casualidad dirigimos la presente nota al Sr.


Gobernador, no a sus ministros ni a los miembros del Comité Operativo de Emergencia
(COE).

Nos dirigimos al Gobernador como máxima autoridad


política de la Provincia, y como representante de ésta. Es el Gobernador, según nuestra
Constitución, quien “formula y dirige las políticas de la Provincia y representa a la
misma” (art. 140). Entendemos que la grave cuestión que aquí planteamos resulta de
primerísima importancia, y debe ser abordada utilizando los mecanismos institucionales
previstos en la Constitución.

El Sr. Gobernador tiene prohibida la delegación de sus


atribuciones constitucionales, en virtud de lo establecido en al artículo 4° de la
Constitución Provincial. La conformación de órganos de emergencia como el COE – sin
que esto signifique desmerecer el esfuerzo y dedicación de sus integrantes – no puede
significar la delegación de las responsabilidades que la Constitución atribuye a los
funcionarios elegidos por el voto popular. Es el Gobernador el responsable de liderar,
debidamente asesorado por sus ministros, la administración del Estado, la formulación
de las políticas públicas y la prestación de los servicios a cargo de la Provincia.

Por otra parte, las restricciones de derechos


constitucionales – que siempre deben respetar el principio de razonabilidad, aún en
contextos de emergencia – sólo pueden ser determinadas por los órganos legislativos, o
en casos excepcionales por los Ejecutivos mediante normas también excepcionales

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como los Decretos de Necesidad y Urgencia, en los que se ejerce atribuciones legislativas
sujetas a requisitos formales y sustanciales estrictos.

Decisiones como las que aquí reclamamos no pueden ni


deben ser respondidas por otros funcionarios que no sean los integrantes de los órganos
políticos del Estado previstos por nuestra Constitución. Por ese motivo, y siendo el
nuestro un reclamo contra el Estado Provincial en pleno, no sólo contra su rama
administrativa, presentaremos una copia de la presente nota a la Legislatura Provincial.

8. Conclusión.

Los ocho meses transcurridos desde el comienzo de la


emergencia en nuestro país impiden aceptar que se justifique la falta de prestación del
servicio educativo mediante la mera invocación de la pandemia. El Estado debe agotar
los medios para encontrar las soluciones que permitan brindar razonablemente este
servicio esencial, contemplando las circunstancias del caso y tomando todos los
recaudos necesarios.

El presente pedido se orienta a requerir del Sr.


Gobernador, en su calidad de representante de la Provincia, la garantía de que en los
próximos meses se realizarán todas las gestiones, se harán todos los estudios, se
analizarán todas las alternativas, para encontrar el modo de que el ciclo lectivo 2021
pueda iniciarse en tiempo y forma, sin depender de soluciones externas que la
Provincia no puede controlar ni garantizar.

Quedamos a la espera de una respuesta en tiempo


adecuado, y nos ponemos a disposición del Sr. Gobernador y de sus Ministros para
reunirnos a fin de tratar la materia, en caso de estimarlo pertinente.

Constituimos domicilio a todos los efectos en España 387,


Ciudad de Salta.

Sin otro particular, lo saludamos atentamente.

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