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201110354
TUNJA
CRISIS FINANCIERA DE 2008
Es usual escuchar que el origen de la crisis en Estados Unidos fue el desastre del
mercado subprime en las hipotecas. Pero esto es falso: el problema hipotecario
fue uno de los efectos y no una de las causas de la crisis actual.
Las tasas de interés reales tan bajas durante un periodo tan prolongado (cinco
años), en combinación con la desregulación de la banca de inversión de 2004,
hizo que el apalancamiento de estos bancos se disparara absurda y
peligrosamente.
Un autor que nos habla claramente en su libro “caída libre” es Joseph Stigliz
En nos habla sobre la recuperación de los precios de las acciones, lo que no tiene
que implicar que las cosas van bien. Puede ser porque los bancos centrales
inundan el mercado de liquidez y los tipos de interés están bajos, por lo que las
acciones son más atractivas que los bonos. Este dinero se supone que debería ir
a aumentar el crédito de las empresas pero podría también alimentar una
miniburbuja en la Bolsa. El aumento del precio de las acciones podría reflejar
también el premio a las empresas que reducen costes con despidos y bajando
salarios, lo que sería contraproductivo porque los trabajadores reducirían el
consumo.
Causas de otras recesiones: los bancos centrales aumentaban los tipos pero
luego los corregían, había una acumulación excesiva de inventarios. En la Gran
Depresión, el sistema financiero se desmoronó (la recuperación fue difícil).
examina cómo se otorgaron las hipotecas a miles de ciudadanos sin exigirles una
garantía. Lo preocupante es que los financieros olvidaron su sensatez y se vieron
con decenas de casas devueltas cuando el precio de la hipoteca era mayor que la
casa.
Señala que la Reserva Federal de EEUU concedió dinero del contribuyente para
tapar los agujeros de los bancos, con un cheque en blanco y sin dar explicaciones.
Stiglitz sospecha que muchos bancos y aseguradoras inflaron sus pérdidas para
obtener más dinero del rescate. Los bancos obtuvieron la liquidez deseada pero
no concedieron los créditos a las empresas como hubiera deseado el Gobierno.
Además, este compró bonos-basura y activos tóxicos y dejó en manos de los
bancos aquellos que se podían salvar. Las pérdidas las asumió el contribuyente.
También hace una criticaa los gobiernos Bush y Obama porque las medidas que
adoptaron no castigaron a Wall Street y a la Reserva Federal por provocar una
crisis sino que le regaló más dinero en subvenciones y aumento de poder y
competencias a la vez que reducía los salarios, recortaba las pensiones y el déficit
a la vez que los bonos de los banqueros se incrementaban, lo que considera
injusto. Insiste en la idea de que los mercados sin regulación son ineficientes
porque hay monopolios, asimetrías en la información. Es favorable a que el
Gobierno regule e invierta sabiamente el dinero de los contribuyentes, no en
subvenciones a la agricultura [nota del lector: lo que ya dijo el autor de "El
economista camuflado"] viviendas, sino en infraestructuras, investigación,
tecnología
Algo en lo que insiste es que la mano invisible del mercado sabe que si un banco
"demasiado grande para caer" está a punto de quebrar, el gobierno lo va a
rescatar. Lo que ya se ha dicho multitud de veces: privatizar los beneficios y
socializar las pérdidas, todo ello a costa del bolsillo del contribuyente.