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Beirut: ¿Crónicas de un ataque anunciado?

01 de Septiembre de 2020

Por Eliangeli Ortega

El París de Medio Oriente, como suelen llamarle, no ha tenido una trayectoria sencilla, como
cualquier otro Estado de esta región. Constantemente su dinámica se ve interrumpida, bien
sea por guerras civiles, una mala gestión política y crisis económica, acompañada de
componentes estructurales como sectarismo religioso, y más recientemente, atentados,
manifestaciones y más.

Antes de que la explosión tomara lugar, tanto Amir Asmar -de Council on Foreign Relations-
como la transcripción del podcast de CSIS con la invitada Nora Boustany (libanesa y
corresponsal para el Washington Post), relatan de forma excelsa como el Líbano –a pesar de
vivir un momento político y económico sin precedentes- estaba cambiando de categoría, de
Estado fallido a verdadera nación, como consecuencia de la cohesión social evidenciada en
las protestas de Octubre.

Sin embargo, la escritora del Wilson Center, Farah Abou Harb, difiere significativamente
con esto, y más bien lo describe como “Un estado sin jerarquía de poder ni cadena de mando.
Un estado que carece de una visión nacional unificada. Un estado que carece de cooperación
entre sus partidos políticos, que gobiernan sus distintos territorios en sus propios términos”.
A su vez, afirma que “(…) La explosión del 4 de agosto es un símbolo de décadas de mala
gestión, corrupción y negligencia”.

Este último argumento de Harb, no es muy lejano a lo que indican las demás fuentes sobre la
explosión. En palabras, de los analistas de Crisis Group, el hecho fue, “(…) producto de una
élite política depredadora que ha mantenido a las instituciones estatales en sus garras y las ha
chupado mientras permite que los servicios públicos para los ciudadanos comunes se
derrumben hasta el punto de la inexistencia”. Dándole todo el crédito de la explosión al
gobierno encabezado por Hassan Diab quien anunció su renuncia posteriormente. Esta acción
de abandono del cargo parece ser la constante en el Líbano, pues hace sólo 10 meses Saad
había tomado la misma salida política en cuanto a las protestas de Octubre.

Sin lugar a dudas el gobierno del Líbano juega un papel preponderante en todas sus
desgracias. No obstante, lo expuesto por el Brookings va más allá y establece tres teorías
sobre qué o quién pudo haber ocasionado tal evento. En primer lugar, siendo la teoría con
menos aceptación, la idea de que “un incendio en un almacén o taller del puerto (tal vez con
fuegos artificiales) causó la explosión inicial”, y esto simplemente provocó que el nitrato se
calentara y pronunciara la detonación. En otras palabras, lo describe como un accidente.

Otra suposición, que mezcla un poco más elementos de Derecho Internacional, sugiere que
Hezbolá la provocó como un medio para desviar la atención de la sentencia que dictaminaría
unos días después el Tribunal Especial para Líbano, donde Hezbolá no resulta hallado
culpable como organización, sino sólo alguno de sus miembros de forma individual.
Basándonos en que el fallo arrojó que el grupo no tuvo vínculos con el asesinato de forma
directa, esta teoría podría ser algo lógica.

Como última hipótesis, Jeffrey Feltman le da todo el crédito de la explosión al intento de


Israel por frenar el tráfico de armas a Hezbolá a través de la destrucción del Puerto. Ahora
bien, teniendo en cuenta que luego del ataque la resignación de Diab pone en la mesa
nuevamente el nombre de Saad para sustituirlo, esta idea cobra cada vez más sentido, pues
se alinearía con los intereses de Estados Unidos e Israel de tener a un aliado más pro-
occidental en el mando del Líbano.

Pese a todo lo anterior, ninguna de las teorías planteadas toma en consideración un factor
importantísimo: probabilidad. Básicamente, el nitrato de Amonio es una sustancia declarada
por especialistas como “segura” cuando éste no se encuentre mezclado con otros elementos,
teniendo especial cuidado en su regulación y aglomeración. Sin embargo, existen suficientes
precedentes en la historia como para contrarrestar esta categorización del nitrato.
Fuente: Elaboración propia. Datos extraídos de la BBC y de PRODAVINCI, Septiembre
2020.

El mapa anterior señala no sólo los lugares donde existen grandes reservas de nitrato
almacenadas, sino además las veces que ha causado daños irreparables bien sea por un
incidente o por su uso por logias terroristas como explosivo letal, siendo catalogado en
reiteradas ocasiones como “el químico favorito de los terroristas”.

Así pues, este último hecho asevera la credibilidad de la hipótesis, entendiendo que -pese a
los vínculos que existen entre el grupo y el gobierno de Diab- Hezbolá es una célula terrorista
con un gran poder y toma de decisión en el país. El pánico, incertidumbre y caos generado
por una situación como ésta puede ocasionar un estado de anarquía condicionado por no
saber quién tomará el mando. Esta situación podría ser aprovechada por la agrupación para
fungir como el principal actor en el Líbano, sin intermediarios ni políticos que impongan
limitaciones a su accionar. Jon B. Alterman de CSIS afirma que el control no sólo será más
estrecho en la región Sur del país, sino que además podrán tener un amplio margen para
vulnerar Israel, y que las dimensiones del conflicto -como ocurrió en el pasado con otros
disturbios libaneses- “sean extendidas hacia el Oriente Medio y el resto del mundo”.

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