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Barbosa, candidato

*Tomada de LOS DANIELES

El 4 abril de 2021, en estas mismas columnas, le pedí educadamente al señor fiscal Francisco
Barbosa que renunciara a su cargo. Mis argumentos centrales eran que “se ha convertido en un
peligro para el país y una bomba de tiempo para la democracia” y que “representa un obstáculo
para una campaña política limpia”.

Hoy quiero mejorarle la invitación. Ya no le solicito simplemente que se retire, sino que le
propongo de manera amable, pública y formal que asuma de inmediato la candidatura a la
Presidencia de la República. Digo que la asuma y no que la lance, porque lo oigo y lo miro y me doy
cuenta de que hace meses la lanzó. Defiendo su sagrado derecho a aspirar al máximo cargo que
depara Colombia a sus hijos, pero exijo que no lo siga haciendo bajo el escudo protector de su
pobre gestión como fiscal, sino a cielo abierto, sin trampas ventajosas ni usufructos políticos
provenientes del puesto al que un inesperado día lo subió un condiscípulo suyo, un tal Duque.

Todo demuestra que el doctor Barbosa adelanta una campaña dañina para las instituciones y para
el país. Ignoro si el súbito papel de activista que ha adquirido desde la posesión del presidente
Petro obedece a su irrefrenable vanidad o a un acuerdo entre sectores de la derecha que se
relamen ante la posibilidad de entorpecer a un gobierno de izquierda que, digámoslo claramente,
comete errores típicos del primerizo, el novato, el bisoño, el que está aprendiendo entre
equivocaciones y aciertos.

Muchos, pues, sufrimos, como dijo alguna vez Alfonso López Michelsen, por sus chambonadas.
Pero no es menos inquietante la campaña de acoso y derribo que ha emprendido el fiscal contra
un gobierno cuya ideología no comparte.

Este Barbosa renacido en agosto de 2022 no es el mismo que se posesionó en febrero de 2020.
¿Lo recuerdan? Era aquel narciso que proclamó tener “la mayor formación del personal de mi
generación en este país”, y al poco tiempo de ocupar el cargo se ufanó, sin sonrojarse, de “estar
haciendo la mejor Fiscalía de la historia”…

Sí. Hablo del funcionario cuya fotografía aparecía en la página web del organismo bajo su mando
precedido por un letrero que lo exaltaba como Personaje al alza. El mismo que acató la misión de
absolver al expresidente Álvaro Uribe, para lo cual escogió un fiscal delegado de paupérrima hoja
de vida pero obediente y extremista. Sí, el fiscal general que intentó desmoronar la candidatura
presidencial de Sergio Fajardo (y algo logró afectarla) con la acusación de no haber predicho con
acierto el comportamiento del dólar (¡). El que hoy anuncia escandalizado que el Plan Nacional de
Desarrollo del actual Ministerio de Hacienda permite adjudicar contratos a dedo (queja digna de
estudiarse), como si él no hubiera pagado de nuestro bolsillo 4.690 millones de pesos a una
agencia asesora de imagen durante seis meses.

No parece fácil reconocer en este vigilante acomodaticio al mismo individuo que ahora se enfrenta
un día sí y otro también al gobierno del Pacto Histórico. La Constitución Nacional lo obliga a
investigar y acusar a “altos servidores” oficiales. Pero no lo autoriza para montar espectáculos
populistas incrustados de metáforas de mal gusto. Afirmar que el proyecto de ley de sometimiento
que presentó el Gobierno “haría feliz a Pablo Escobar” es como criticar al canciller alemán de
complacer post mortem a Adolfo Hitler. Señalar que Petro se propone “legalizar toda la cadena del
narcotráfico” ameritaría una demanda sólida por calumnia. Y advertir que él no permitirá que pase
determinado capítulo del proyecto “porque no representa el pensamiento de los colombianos” no
solo es un acto de arrogancia sino un ejercicio falaz: ¿qué sabe él de lo que piensan los
colombianos, si ni siquiera ha sido electo por el voto popular?

Barbosa logró esparcir la idea, en el reciente foro internacional de fiscales, de que el actual
gobierno de Colombia está al servicio del narcotráfico. Varios juristas consideran que esta
conducta encaja en el delito de la traición a la patria. Personalmente desconfío de toda remisión a
la patria o al patriotismo: son tantas las injusticias que se han cometido en su nombre que, como
ciertos fármacos, es mejor no rebullir el frasco. Prefiero pensar que el fiscal desarrolla, con
sorprendente actividad mediática y agresividad de lengua, una campaña política encubierta para
convertirse en el próximo candidato presidencial de la derecha.

De allí que insista en mi humilde solicitud de que deje la Fiscalía y abrace con nitidez la
candidatura que hoy agita con evidente abuso del poder. Juegue limpio, señor fiscal. Su doble
condición de aspirante agazapado y guardián acomodaticio causa confusión institucional y, en vez
de fortalecer el sistema de vigilancia que consagra la Constitución, lo confunde y degrada.

Con la intención de ayudarle a tomar la decisión, sugiero al doctor Barbosa un nombre para la
Vicepresidencia: la procuradora Margarita Cabello Blanco, cuya carabela política parece navegar
impulsada por los mismos vientos y apetitos que la suya.

ESQUIRLA. 1. Muy grave la presencia de criminales armados en la planta del diario barranquillero
El Heraldo con el ánimo de exigir la publicación de una entrevista a su jefe. 2. Lamentable también
el despliegue que han dado muchos noticieros a las siniestras amenazas del Negro Óber. La
violencia no puede ser llave de acceso a la prensa, ni esta puede caer en un sensacionalismo
irresponsable. 3. Con el asesinato de un grupo de jóvenes soldados, el ELN ha vuelto a reforzar la
derecha colombiana.

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