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D. KATZ A. BUSEMANN
J.PIAGET B. INHELDER
PÁG. 41-61
PSICOLOGÍA DE LAS EDADES DEL NACER AL MORIR
Segundo estadio: Las reacciones circulares primarias.- Siguiendo la ley observada por
BALWIN de que una acción que ha producido un resultado agradable se repite y lleva a
una de las llamadas reacciones circulares, se constituyen desde el segundo mes de las
primeras habilidades y costumbres. Si el lactante ha logrado casualmente chupar su dedo
intentará repetir esta acción cargada de placer. Si, por azar, coge la punta de un pañal,
repetirá innumerables veces esta actividad de prensión (coger y dejar caer). Si el lactante ha
descubierto en su círculo visual objetos brillantes los mirará repetidamente. La adquisición
de las primeras habilidades depende de la repetición habitual de acciones desencadenadas
casualmente. Los modos de conducta típicos (llamados esquemas de conducta), como la
succión, la prensión, el mirar y dejar mirar un objeto, etc., son aplicados a regiones del
mundo exterior progresivamente más amplias y pueden ser interpretados como actos
psicológicos de asimilación. Simultáneamente se constituye también los primeros hábitos
sensomotores. Si el lactante es llevado a la situación habitual de mamar espera, como ha
demostrado CH. BÜHLER, que mamará, es decir, que se repetirá una situación agradable y
distingue en ello señales cada vez más finas. Si al principio ha bastado tomarlo en brazos
para desencadenar pataleos placenteros, reaccionará cada vez más de este modo en los
brazos de la madre que quiere calmarlo, pero quedará tranquilo en brazos del padre. Incluso
las costumbres adquiridas de un modo aparentemente pasivo presuponen un proceso activo
de adaptación al mundo exterior.
Primero y segundo estadios: El mundo infantil consta de imágenes visibles y ocultas, pero
no de objetos constantes. El lactante aprende a distinguir las situaciones totales conocidas
de las desconocidas, las agradables de las desagradables. Así ocurre que desde la quinta
semana sonríe a la madre en cuanto ésta se inclina sobre él mientras que se sorprende ose
asusta si ve una cara nueva. Pero si la madre lleva un vestido desacostumbrado el niño se
conduce, en el primer momento, como si se hallara frente a una desconocida.
Tercer estadio: Losa objetos son tratados como si fueran constantes en tanto se encuentran
en el campo visual del niño y están incluidos en su actividad. Aproximadamente a los seis
meses el lactante coge todos los objetos visibles que están a su alcance, pero apenas
desaparecen de su campo visual se conduce como si no existieran. A los ocho meses es
capaz- como CH. BÜHLER ha demostrado- de liberarse de un pañal extendido sobre la
cara, pero no intenta en modo alguno en el juego del escondite quitar el pañal de la cara del
experimentador. Coge el biberón medio escondido, pero cesa en su intento de agarrarlo en
cuanto se le oculta por completo.
Cuarto estadio: El niño presta también duración a los objetos que no son ya visibles
aunque no puede reconstruir sus movimientos. Desde los nueve meses el niño busca muy
activamente los juguetes escondidos. Pero si ocultamos una muñeca bajo una primera caja
(A), la sacamos, la movemos ostensiblemente y la ocultamos en una segunda caja (B)
puede ocurrir que el niño busque la muñeca desaparecida bajo la caja (A) a pesar de haber
seguido con interés todo el proceso.
Quinto estadio: El niño sigue los movimientos y los desplazamientos de los objetos.
Aproximadamente a partir de los once meses tiene éxito en los experimentos llevados a
cabo con resultado negativo en los estadios precedentes. Pero de un modo notable el niño
fracasa todavía completamente cuando la muñeca es trasladada de (A) a (B), no de un modo
ostensible, sino disimulado, oculta por un pañal. Si escondemos una bola en una cajita y la
dejamos caer al suelo con ruido, audible, pero no visiblemente, tras una pantalla, y
mostremos al niño la cajita la sacude sorprendido en lugar de buscar la bola tras la pantalla.
Puede reconstruir los movimientos seriados con ayuda de la percepción, pero todavía no sin
ella.
Sexto estadio: Al año y medio el niño puede no sólo percibir los objetos y sus
movimientos, sino también imaginárselos. La construcción de los esquemas sensomotores
de los objetos llega con ello a una terminación provisional.
Durante la fase sensomotora el niño descubre también la forma y tamaño constantes de un
objeto. Observa con visible interés todas las cosas, tanto a gran distancia como de cerca,
desde diversos puntos de vista, como si quisiera percibir las alteraciones aparentes de
tamaño y forma. En la práctica H. FRANK ha logrado adiestrar a niños de once meses a
coger la mayor de dos cajas aun cuando esté tan alejada que aparezca más pequeña en la
imagen de la retina. BRUNSWIK Y KRUIKSHANK han demostrado, por su parte, que
durante los seis primeros meses este tipo de constancia del tamaño todavía falta. Desde los
nueve meses ocurre, sin embargo, que el niño reconoce un objeto aunque se le ponga en
posición desusada. Así vuelve sin titubear el biberón si se le da invertido, mientras que a
los ocho meses todavía, o bien chupada el cristal, o rechazaba el frasco, en tanto la tetina no
era visible a pesar de que en realidad el giro como tal no ofrecía ninguna dificultad motora.
Las constantes sensomotoras de la percepción (objeto, forma, tamaño, incluso color) están
por ello ligadas muy estrechamente con el desarrollo intelectual y forman la base
fundamental de todos los principios de la invariación construidos sobre ellas.
FASE 2ª. El concepto intuitivo de número y de cantidad.- Durante la segunda fase del
desarrollo el niño no puede aplicar el esquema de conducta para los objetos constantes
antes adquirido, ni a los objetos lejanos, ni a números y cantidades determinados.
Los niños de cuatro a cinco años creen que una montaña se hace más grande o más pequeña
y cambia de forma según se acercan o se alejan de ella. Hasta los siete años resulta
incomprensible para los niños que no cambia el objeto mismo sino el punto de vista propio.
Las cantidades o, como también se dice, los “objetos colectivos” le parece al niño, en la
segunda fase del desarrollo, que aumentan o disminuyen según su disposición espacial.
Para demostrarlo hemos llevado a cabo, entre otras pruebas, la siguiente: Se pide al niño
que llene dos vasos estrechos y altos de la misma capacidad (A 1 y A2 ), con el mismo
número de cuentas.
El niño deja caer al mismo tiempo con una mano una cuenta en (A1) y con la otra mano otra
en (A2). Una vez que se ha convencido de que (A 1) = (A2), se vierte el contenido del (A 2)
en un vaso ancho y bajo (B). Todos los niños por debajo de los seis años y medio suponen
que el número de cuentas trasladado ha cambiado, a pesar de que han observado
atentamente que no se ha añadido ni quitado ninguna. Unas veces afirman que en el primer
vaso (A) se encuentran más cuentas porque es alto, otras menos porque es estrecho
coordinar las dos relaciones altura-anchura y sin compensar mentalmente el cambio.
Si realizamos una prueba análoga con cantidades continuas llegamos a los mismo
resultados: Si damos al niño dos bolas de plastilina de la misma forma y masa y
fraccionamos o deformamos una de ellas y dejamos la otra en su forma primitiva, creerá
que la materia ha aumentado o diminuido; o bien supondrá que los fragmentos tienen más
plastilina, “porque ahora hay muchos trozos”, o bien menos, “porque los trozos son
pequeños”; o bien cree que la bola deformada en forma alargada contiene más materia
porque es muy larga, o menos porque es muy estrecha. Los niños niegan, tanto la
invariación de la masa como de la cantidad de la materia.
·
(1) La mayor parte de nuestras pruebas de ordenación han sido, entretanto, estandarizadas, y los resultados,
graduados con fines diagnósticos.
consisten en que una unidad cualquiera se coloca en el lugar de una unidad equivalente y
que a un número cualquiera puede añadírsele una nueva unidad.
DIBUJOS
DIBUJOS
DIBUJOS
Fig. 1.- (De PIAGET e INHELDER: “La representación de I’espace chez I’enfant).
FASE 3ª. La medida del espacio y la perspectiva.- A partir de los siete años descubre
simultáneamente la medida del espacio y la perspectiva. Afirma con la mayor naturalidad
que ls varillas no pueden acortarse ni alargarse por el desplazamiento, y como prueba las
coloca de nuevo en su posición primitiva. Con la misma certeza asegura que la distancia no
puede disminuir por el tabique interpuesto.
Durante la segunda fase del desarrollo el niño que de dos vehículos que van paralelos, el
que se adelanta va más rápido que el que queda atrás. Al niño le parece que el vehículo va
tanto más de prisa cuanto más cerca se encuentra de la meta, cualquiera que haya sido su
punto de partida. Las diferencias de velocidad se miden sólo por la ventaja espacial. Sólo
durante la tercera fase del desarrollo descubre el niño que un vehículo va tanto más
rápidamente cuanta mayor distancia recorre en el mismo tiempo, sean cualesquiera el punto
de partida y el de llegada. La velocidad se comprende en las series de experiencias
concretas como una relación témporo-espacial.
Al principio diferentes fenómenos no pueden ser incluidos en un mismo período de tiempo.
Cada proceso tiene en cierto modo su propio tiempo. Si, por ejemplo, dejamos correr la
misma cantidad de agua por las dos ramas de un tubo en Y en dos recipientes de diferente
tamaño, el niño de cinco a siete años observa perfectamente que la misma lleva
simultáneamente el aflujo de las dos corrientes de agua, pero cree, según el tamaño de los
recipientes, que el agua ha pasado durante más tiempo por una rama que por la otra.
Después de los ocho años, en cambio, es capaz de incluir en un sistema temporal común
varios procesos físicos e intenta incluso, hacer coincidir el tiempo físico o externo con el
fisiológico o interno. Sólo cuando estas condiciones se cumplen puede comprender y
aplicar correctamente una medida homogénea de tiempo.
Con esto hemos representado esquemáticamente el desarrollo de la inteligencia y la
estructura de la realidad. Las funciones del conocimiento sirven para la adaptación
psíquica al campo de acción continuamente en vías de ampliación. Al comienzo de la
primera infancia el lactante se adapta por movimientos y percepciones a las variables
condiciones del mundo exterior. Hacia el final de la primera infancia percibe el niño la
realidad con ayuda de las operaciones del pensamiento lógico-matemático son, a pesar de
caracterizarse por diferentes estructuras de la inteligencia, los dos polos de un proceso
continuo de desarrollo psíquico.