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Riesgo Público es un suceso que puede afectar a una persona o a una comunidad determinada, sin
necesidad que estas tengan alguna característica en particular. En ese sentido, el hecho de estar
vivos nos hace estar en riesgo.
Cuando nos desempeñamos en ambientes en los que nuestro bienestar se ve perjudicado, puede que
estemos en presencia de riesgos psicosociales. Conoce más sobre estas situaciones y cómo enfrentarlas en
tu lugar de trabajo.
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los riesgos psicosociales son “aquellas
características de las condiciones de trabajo que afectan a la salud de las personas a través de mecanismos
psicológicos y fisiológicos, a los que se llama estrés”.
El estrés laboral -o relacionado al trabajo- está determinado por la organización del ambiente de trabajo, su
diseño y las relaciones laborales. Este se presenta cuando las exigencias del trabajo no calzan o exceden las
capacidades, recursos o necesidades del trabajador; o cuando el conocimiento y habilidades de un trabajador
o un grupo de colaboradores, no calzan con las expectativas de la cultura organizacional de una empresa.
Hoy los riesgos psicosociales se pueden clasificar en 6, los cuales están evaluados y validados de acuerdo a la
realidad de nuestro país según el Ministerio de Salud.
Factor Descripción
Riesgos psicosociales
Riesgos psicosociales son las condiciones presentes en una situación laboral directamente relacionadas con
la organización del trabajo, con el contenido del puesto, con la realización de la tarea o incluso con el
entorno, que tienen la capacidad de afectar al desarrollo del trabajo y a la salud de las personas
trabajadoras. En la actualidad, los riesgos psicosociales son una de las principales causas de enfermedades y
de accidentes laborales. [1]
Índice
Concepto Editar
Los factores o riesgos psicosociales son funciones en las que se divide tradicionalmente la prevención de
riesgos laborales (las otras áreas son el riesgo biomecánico, la seguridad y la higiene). Los riesgos
psicosociales se originan por diferentes aspectos de las condiciones y organización del trabajo. Cuando se
producen tienen una incidencia en la salud de las personas a través de mecanismos psicológicos y
fisiológicos.
Causas Editar
Las causas que originan los riesgos psicosociales son muchas y están mediadas por las percepciones,
experiencias y personalidad del trabajador. Algunas de ellas sonː
- Características de la tarea (monotonía, repetitividad, excesiva o escasa responsabilidad, falta de
desarrollo de aptitudes, ritmo excesivo de trabajo, etc).
- Estructura de la organización (falta de definición o conflicto de competencias, comunicación e
información escasa o distorsionada, pocas o conflictivas relaciones personales, estilo de mando autoritario,
etc).
- Características del empleo (mal diseño del puesto, funciones o tareas del puesto o cargo, falta de la
seguridad o higiene, salario inadecuado, etc).
Consecuencias Editar
Los efectos de la exposición a los riesgos psicosociales son diversos y se ven modulados por las
características personales. Algunos de los efectos más documentados son:
- Problemas y enfermedades cardiovasculares.
- Depresión, ansiedad y otros trastornos de la salud mental,
- El dolor de espalda y otros trastornos músculo esqueléticos,
- Trastornos médicos de diverso tipo (respiratorios, gastrointestinales, etc).
- Conductas sociales y relacionadas con la salud (hábito de fumar, consumo de drogas, sedentarismo, falta
de participación social, etc).
- Absentismo laboral.
Evaluación de los riesgo psicosociales Editar
La evaluación de riesgos es un paso necesario para detectar, prevenir y/o corregir las posibles situaciones
problemáticas relacionadas con los riesgos psicosociales. El ser humano no es una máquina de producir. Se
trata normalmente de una evaluación multifactorial, que tiene en cuenta aspectos de la tarea, la organización
del trabajo, el ambiente, el desempeño, etc.
Uno de los ejes principales de la evaluación de riesgos psicosociales es la participación de los
trabajadores en todo el proces
Los riesgos psicosociales y el estrés laboral se encuentran entre los problemas que más dificultades plantean
en el ámbito de la seguridad y la salud en el trabajo. Afectan de manera notable a la salud de las personas,
de las organizaciones y de las economías nacionales.
En torno a la mitad de los trabajadores europeos consideran que el estrés es un elemento común en sus
lugares de trabajo, y contribuye a cerca de la mitad de todas las jornadas laborales perdidas. Como muchas
otras cuestiones relativas a la enfermedad mental, el estrés suele interpretarse mal o estigmatizarse. No
obstante, si los riesgos psicosociales y el estrés se plantean como un problema de las organizaciones, y no
como un defecto personal, se pueden gestionar como cualquier otro riesgo para la salud y la seguridad en el
trabajo.
¿Qué son los riesgos psicosociales y el estrés?
Los riesgos psicosociales se derivan de las deficiencias en el diseño, la organización y la gestión del trabajo,
así como de un escaso contexto social del trabajo, y pueden producir resultados psicológicos, físicos y
sociales negativos, como el estrés laboral, el agotamiento o la depresión. Algunos ejemplos de condiciones de
trabajo que entrañan riesgos psicosociales son:
Para la organización, los efectos negativos se traducen en un mal rendimiento global de la empresa, aumento
del absentismo, «presentismo» (trabajadores que acuden trabajar cuando están enfermos pero son incapaces
de rendir con eficacia) y unos mayores índices de accidentes y lesiones. Las bajas tienden a ser más
prolongadas que las derivadas de otras causas, y el estrés relacionado con el trabajo puede contribuir a un
aumento de los índices de jubilación anticipada. Los costes que acarrea a las empresas y a la sociedad son
cuantiosos y se han estimado en miles de millones de euros a nivel nacional.
os riesgos psicosociales perjudican la salud de los trabajadores y trabajadoras, causando estrés y a largo
plazo enfermedades cardiovasculares, respiratorias, inmunitarias, gastrointestinales, dermatológicas,
endocrinológicas, musculo esqueléticas y mentales. Son consecuencia de unas malas condiciones de trabajo,
concretamente de una deficiente organización del trabajo.
El estrés, el acoso y el malestar físico y psíquico que sufren muchos trabajadores y trabajadoras son
resultado de una mala organización del trabajo y no de un problema individual, de personalidad o que
responda a circunstancias personales o familiares.
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales considera que la organización del trabajo forma parte de las
condiciones de trabajo que influyen en la salud y seguridad de los y las trabajadoras, entre otros mecanismos
a través de la exposición nociva a los riesgos psicosociales. Por ello, las características de la organización del
trabajo deben ser evaluadas, controladas y modificadas si generan riesgos.
La evaluación de riesgos psicosociales debe realizarse utilizando métodos que apunten al origen de los
problemas (principio de prevención en el origen), es decir, a las características de la organización del trabajo
- y no a las características de las personas.
Para la evaluación de los riesgos psicosociales existen métodos avalados por estudios científicos y no debe
aceptarse cualquier método. Los y las trabajadoras, y sus representantes, tienen derecho a exigir la
protección de su salud y para ello a participar propositivamente en todas las etapas de la prevención de
riesgos laborales - también en relación a la prevención de riesgos psicosociales. Como ayuda, está
disponible la Guía del delegado y delegada de prevención para la intervención sindical: organización del
trabajo, salud y riesgos psicosociales.
Los daños a la salud por riesgos psicosociales no son un problema individual y ha de hacerse prevención para
todos y todas.
Son características nocivas de la organización del trabajo, que podemos identificar a través de cuatro
dimensiones:
1. exceso de exigencias psicológicas: cuando hay que trabajar rápido o de forma irregular, cuando el
trabajo requiere que escondamos los sentimientos, callarse la opinión, tomar decisiones difíciles y de forma
rápida;
2. falta de influencia y de desarrollo: cuando no tenemos margen de autonomía en la forma de realizar
nuestras tareas, cuando el trabajo no da posibilidades para aplicar nuestras habilidades y conocimientos o
carece de sentido para nosotros, cuando no podemos adaptar el horario a las necesidades familiares, o no
podemos decidir cuándo se hace un descanso;
3. falta de apoyo y de calidad de liderazgo: cuando hay que trabajar aislado, sin apoyo de los superiores
o compañeros y compañeras en la realización del trabajo, con las tareas mal definidas o sin la información
adecuada y a tiempo;
4. escasas compensaciones: cuando se falta al respeto, se provoca la inseguridad contractual, se dan
cambios de puesto o servicio contra nuestra voluntad, se da un trato injusto, o no se reconoce el trabajo, el
salario es muy bajo, etc.
5. la doble presencia: el trabajo doméstico y familiar supone exigencias cotidianas que deben asumirse de
forma simultánea a las del trabajo remunerado. La organización del trabajo en la empresa puede impedir la
compatibilización de ambos trabajos, a pesar de disponer de herramientas y normativa para la conciliación de
la vida laboral y familiar. Las mujeres siguen realizando y responsabilizándose del trabajo doméstico y
familiar, por lo que la doble presencia es más prevalente entre el colectivo de mujeres.