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EL EXODO DESCIFRADO
Al parecer hay datos convincentes que el éxodo fue un hecho histórico. Muestran
antiguos jeroglíficos y epigramas que representan la separación de las aguas,
explican las plagas bíblicas y las pruebas arqueológicas y geológicas que
padecieron, la ubicación del monte Sinaí y por último el descubrimiento del
milenio: una imagen de oro del Arca de la Alianza
A pesar de todas estas hipótesis hay que recordar que lo importante del Éxodo
para los creyentes es que el pueblo hebreo estaba en situación de esclavitud en
Egipto, que fue liberado gracias a la intervención de Dios, y que pasó a
considerarse, por ello, el pueblo elegido. Aquí cabe hacer una aclaración respecto
del sentido que tiene el concepto "pueblo elegido". No se trata, como el común
cree, y que ha generado tantas controversias, de una cualidad que pone a los
judíos por sobre otros pueblos frente a Dios. Todo lo contrario: "elegido" supone
que los judíos, habiendo aceptado y pactado con Dios cumplir con todos sus
preceptos y reglas, son los elegidos para custodiar la palabra del Creador. Es
decir, es más una carga de responsabilidad y no un privilegio frente a los otros
pueblos.
Algunas corrientes religiosas, sobre todo protestantes, defienden que los hechos
que narra la Biblia ocurrieron tal y como está escrito literalmente, y por ello tratan
de buscar evidencias, cuando lo más lógico es que no se hayan conservado hasta
la fecha de hoy. Hay que tener en cuenta que estos textos fueron escritos hace
cientos de años, que la mentalidad entonces no era la misma que la actual, y que
para los creyentes están escritos por hombres inspirados por el Dios de su
religión.
El corazón de esta experiencia, por tanto, es una vivencia del don divino; Israel no
tiene méritos frente al Señor. Por eso, su respuesta consiste en el esfuerzo de
guardar la Ley, sello e instrumento de su fidelidad para con el dios que siempre ha
estado a su favor.
La Alianza entre el Señor e Israel, descrita en la perícopa del Sinaí (Ex 19-24), es
el corazón mismo del Antiguo Testamento. En este relato confluyen tradiciones
diversas que hacen particularmente difícil su interpretación. Con todo, es clarísimo
que en todas estas tradiciones el Señor ofrece a Israel establecer un pacto, cuya
nota característica es la libertad. No se lo impone, sino que se lo propone. La
Alianza, por tanto, es reflejo de la identidad misma de Dios, su nombre. Manifiesta
además que él quiere estar vinculado con Israel con un lazo de reciprocidad.
Moises obtiene el perdón del Señor para el pueblo. La misericordia del Señor no
tiene otra justificación que su misma identidad, su propio nombre. Dios mismo lo
afirma cuando acepta dejar ver sus espaldas a Moisés como signo del perdón
otorgado a Israel: Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré
delante de ti el nombre de Yhwh; pues yo haré gracia a quien me plazca y tendré
misericordia con quien me plazca (Ex 33, 19)
De esta experiencia significa no solo la certeza que él estará siempre con su
pueblo, sino también que lo perdona. El fundamento de la misericordia divina está
en la propia identidad de Dios, en su voluntad salvadora que es mas fuerte que el
furor ante el pecado.