Necesidad de implantar una filosofía metodológica de

Inteligencia Competitiva en PYMES y grupos de

investigación basada en el análisis de patentes
Need to establish a methodological philosophy of
Competitive Intelligence in SMEs and research
groups based on patent analysis
Jesús GALINDO-MELERO, Pedro SANZ-ANGULO, Juan José DE-BENITO-MARTÍN
Dpto. de Organización de Empresas y C. e I.M. Escuela de Ingenierías Industriales
Universidad de Valladolid
Valladolid, España
jesus.galindom@gmail.com, psangulo@eis.uva.es, debenito@eis.uva.es

Resumen — La gran cantidad de información gratuita y de fácil

acceso disponible en internet permite que a través de una simple
búsqueda se evite malgastar sus escasos recursos en reinvertir
algo ya existente, lo que habitualmente se conoce como I+D
duplicativa o improductiva, un problema muy frecuente.
Conviene, por tanto, concienciar a las empresas, sobre todo a las
pequeñas y medianas empresas, y a los grupos de investigación de
que deben hacer uso de la Inteligencia Competitiva y aplicar
metodologías que las permitan ser competitivas evitando el
despilfarro de sus recursos.
Estas entidades deben apoyar la toma de decisiones en una
estrategia cimentada en la gestión del conocimiento y en una
vigilancia tecnológica centrada fundamentalmente en el análisis
de patentes. En el presente documento se analizará el derroche de
recursos ocasionados por reinventar lo ya existente, se justificará
la necesidad de implantar una metodología de Inteligencia
Competitiva para evitarlo y se planteará una metodología global
en la que basar el desarrollo de esta actividad.
Palabras claves— inteligencia competitiva; gestión del
conocimiento; vigilancia tecnológica; toma de decisiones; patentes.
Abstract — The large quantity of free available information,
easily accessible on the internet, enables to avoid wasting scarce
resources to reinvest something existing, which commonly known
as duplicative or unproductive R & D. Small and medium
enterprises should be made aware that they should apply
Competitive Intelligence methodologies to be competitive.
This paper analyzes the waste of resources caused by reinventing
what already exists and justifies the need to establish a
Competitive Intelligence methodology. Precisely, it proposes a
global competitive intelligence methodology focused on
knowledge management and technological watch based on patent
analysis.
Keywords— competitive intelligence; knowledge management;
technology watch; decision-making; patents.
I. INTRODUCTION
En aras de su supervivencia, las empresas han de superar
numerosos retos y desafíos, sobre todo en un entorno tan
competitivo, globalizado y dinámico como el actual, en el que
a diario se suceden los avances y desarrollos en múltiples
ámbitos del conocimiento, y especialmente en el tecnológico.
La información se convierte, en este contexto, en un elemento
clave para asegurar la competitividad y supervivencia de las
empresas, al erigirse en facilitador del proceso de toma de
decisiones: para fijar unos objetivos y estrategias válidos que
aseguren el éxito de la empresa y un uso eficiente de los
recursos es preciso poseer información sobre el mercado, el
entorno, los competidores y sus productos, la propia empresa y
su actividad, …, información tanto pasada como actual y, sobre
todo, futura.
Esta necesidad de información, tanto de carácter interno
como externo a la empresa, precisa, hoy más que nunca, de una
estrategia de Inteligencia Competitiva basada en el análisis de
la información suministrada a través de la Vigilancia
Tecnológica y la Gestión del Conocimiento, sobre todo si no se
desea malgastar los escasos recursos de la empresa en lanzar un
producto con nulas posibilidades de éxito o en reinvertir algo
ya existente. En definitiva, el correcto desarrollo de la
Inteligencia Competitiva hace posible definir las líneas de
actuación que conduzcan al éxito de la organización a través de
un uso eficiente de los recursos disponibles y una mayor
competitividad.
Las grandes empresas normalmente disponen de las
herramientas, los medios y los recursos necesarios para
implantar la Inteligencia Competitiva, así como metodologías
de aplicación que, en muchos casos, están desarrolladas por
ellas mismas [1]. Sin embargo, no ocurre lo mismo con las
pequeñas y medianas empresas, o con numerosos grupos de
investigación, donde los recursos económicos y personales son

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mucho más escasos. No obstante, la gran ventaja de la
Inteligencia Competitiva radica en que para obtener los
beneficios de su aplicación no se necesita poseer ni grandes
recursos, ni medios,…, ni siquiera para acceder a la
información relevante: de hecho, gran parte del conocimiento
necesario se encuentra disponible de forma gratuita o a un
coste mínimo, como es el caso de las patentes.
Por todo ello, y a fin de evitar una investigación
improductiva, surge la necesidad de promover una filosofía de
actuación basada en el análisis de la información disponible (en
especial aquella suministrada por las patentes), que se apoye en
el uso de metodologías, procedimientos, herramientas,…,
globales que puedan adaptarse a las características de cualquier
entidad. Así, y con el propósito de contribuir a promover su
utilización, en el presente documento se esbozarán los aspectos
claves de una metodología de Inteligencia Competitiva que
facilite el proceso de toma de decisiones gracias a la
integración de la Gestión del Conocimiento y de la Vigilancia
Tecnológica.
A continuación se describen brevemente los aspectos que se
van a tratar en el presente documento. Con el fin de
contextualizar el artículo, en primer lugar se abordará la
cuestión de la investigación improductiva o duplicativa, aquella
en la que nuevos proyectos de I+D dan como fruto soluciones
técnicas ya existentes. Constituye, sin duda, un problema
antiguo pero que, a día de hoy, provoca un derroche ingente de
recursos que restan competitividad y capacidad de reacción a
las organizaciones. Después, nos centraremos en una de las
fuentes de información clave para evitar este derroche: las
patentes. Éstas contienen información técnica y jurídica que
puede utilizarse, por ejemplo, para conocer el estado de la
técnica, información de empresas, evitar infracción de derechos
de patentes o la identificación de las principales tendencias en
la evolución de la tecnología.
Posteriormente se analizará el estado del arte de la
Inteligencia Competitiva, y de las dos actuaciones que
consideramos clave dentro de ésta, la gestión del conocimiento
y la vigilancia tecnológica. También se mostrarán las razones
por las que es imprescindible la aplicación de una metodología
de la Inteligencia Competitiva que guie su desarrollo.
Finalmente se presentará una visión global de una metodología
de Inteligencia Competitiva orientada a la toma de decisiones
basada en la gestión del conocimiento, la vigilancia tecnológica
y la gestión de la información.
II. INVESTIGACIÓN IMPRODUCTIVA
La realidad competitiva actual condiciona notablemente la
actividad de las empresas, obligándolas a realizar un mayor
esfuerzo en investigación que proporcione respuestas
innovadoras a las exigencias crecientes de los mercados. Se
busca, en definitiva, encontrar soluciones técnicas que
proporcionen ventajas competitivas que aseguren la
supervivencia de la empresa frente al empuje de los
competidores. Por ello, lo peor que puede suceder es que,
después de años de duro trabajo, se acabe descubriendo que la
solución encontrada ya se conoce y/o está patentada.
Reinventar lo ya inventado constituye una actividad
improductiva a la par que difícil de explicar. Sin embargo, es
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algo que ocurre con cierta frecuencia, más a menudo de lo que
cualquier gestor de innovación estaría dispuesto a reconocer
[2]. Hugo Cerdà Domingo comentaba en su artículo titulado
"El derroche de reinventar la rueda" que cada año se deniegan
300.000 solicitudes de patente en todo el mundo porque
pretenden reivindicar una solución técnica ya conocida,
consecuencia directa de la I+D duplicativa. El ejemplo que el
autor propone en su artículo, extraído de un documento
formativo elaborado por la EPO (European Patent Office,
Oficina Europea de Patentes) en 2009 [3], es muy ilustrativo.
En 2000 el inventor Peter John Ginn presentó ante la
Oficina Británica de Patentes una solicitud de patente sobre una
invención que resolvía el problema del excesivo desgaste de las
ruedas de las aeronaves a causa de la fuerte aceleración al tocar
tierra. Para ello empleaba unos pequeños bolsillos a los lados
de las ruedas para hacer que giraran con el viento sin necesidad
de motor eléctrico adicional. Ginn desconocía que su solución
técnica ya existía desde 1929, año en el que Joseph A. Faucher
y Erle P. Halliburton [4] presentaron ante la oficina
estadounidense una solicitud de patente que describía la
invención. En definitiva, Ginn pretendía patentar una solución
técnica que ya era conocida desde hacía más de 70 años y que,
además, era de libre uso debido a que dicha patente llevaba 50
años caducada
Sin embargo, el problema de la investigación duplicativa
viene de lejos. Sirva como ejemplo, la noticia “El coste de la
Ignorancia”, publicada en La vanguardia el 22 de octubre de
1994 [5], donde se ponía de manifiesto que las empresas
europeas perdían, ya entonces, una gran cantidad de dinero y
recursos en investigar innovaciones ya patentadas. Recursos de
tiempo, dinero y de personal eran derrochados en
investigaciones sobre las que no se tendría la exclusividad de
uso, dedicando esfuerzo a desarrollos ya investigados por otros.
La suma de “desalientos empresariales”, como los denominaba
el artículo, alcanzaba los 20.000 millones de dólares al año en
Europa.
Sin embargo, en ese año ya se daba acceso a la información
de las últimas novedades técnicas por parte de la Oficina
Europea de Patentes a través de CD-Rom, lo que para el
presidente de la EPO, Paul Braendli, era un gran avance en
aquellos momentos. Las patentes publicadas se las denominaba
“tesoros técnicos para la industria” pues se anticipaban, en
general, tres o cuatro años a la evolución del mercado. En 1994
se estimaba que el 80 por ciento del conocimiento técnico
estaba contenido en la documentación de patentes, con un
incremento, a escala mundial, de 600.000 nuevas solicitudes
anuales.
Ocho años más tarde, el 22 de mayo del 2002, Natalia
Sanmartín Fenollera [6] publicó en Cincodías “Las empresas
de la UE gastan 31.800 millones en investigación redundante”.
La autora resaltaba en su publicación que, con una solicitud de
información por parte de los investigadores a sus respectivas
oficinas nacionales de propiedad industrial antes de invertir
tiempo y dinero en investigación, las empresas europeas
podrían ahorrarse millones de euros al año. Según cifras de la
Comisión Europea [7], las compañías comunitarias gastaban
31.800 millones de euros anuales en investigaciones
redundantes, en muchos casos ya patentadas.
 III. PATENTES COMO FUENTE DE INFORMACIÓN
A la hora de comenzar una investigación, constituye un
grave error tomar solamente como referencia la asistencia a
congresos o las publicaciones en revistas científicas. Sin
embargo, es una realidad muy extendida ignorar los resultados
ya protegidos y al alcance de cualquiera, como son las patentes.
Este hecho es el que, según los expertos, hace posible la
existencia de la I+D duplicativa, ya que una gran parte del
conocimiento científico-técnico no llega a publicarse jamás en
las revistas científicas y sólo puede encontrarse en las bases de
datos de patentes, cada vez más numerosas.
Un ejemplo de las consecuencias de ignorar la información
suministrada por las patentes lo encontramos en los datos
suministrados por la EPO. En 2009, de los más de 124.000
procedimientos concluidos, sólo 52.000 terminaron con la
publicación de una patente concedida. Aproximadamente en
una cuarta parte de los casos la solicitud fue abandonada tras la
búsqueda de novedad y en una tercera parte las solicitudes
fueron denegadas o abandonadas durante la fase de examen de
fondo. Puesto que las otras razones legales habitualmente son
de tipo formal, la falta de novedad es el principal inconveniente
que se debe salvar para lograr la concesión de una patente.
Según la guía de la Organización Mundial de la Propiedad
Intelectual (OMPI) [8], la información tecnológica que se
encuentra en los documentos de patente constituye una fuente
muy fértil de información técnica, jurídica y comercial en un
formato normalizado. La información de las patentes debe
constituir un recurso importante para los investigadores e
inventores, los empresarios, las empresas y los profesionales
del ámbito de las patentes. Ésta puede evitar la duplicación de
iniciativas de investigación y desarrollo, determinar la
patentabilidad de las invenciones, evitar que se vulneren los
derechos de patentes de otros inventores, así como valorar sus
propias patentes o las patentes de otros inventores.
Además, permite explotar la tecnología de solicitudes de
patentes que no hayan sido concedidas y de patentes que no
sean válidas en determinados países o ya no estén vigentes. Se
puede aprender más sobre las actividades de innovación y los
planes de la competencia, orientar adecuadamente las
decisiones de explotación (concesión de licencias, alianzas
tecnológicas, fusiones y adquisiciones) y, por último,
determinar las principales tendencias en determinados sector.
En los documentos de patente se encuentra mucha
información técnica y jurídica que puede utilizarse para
muchos fines como, por ejemplo, conocer el estado anterior de
la técnica, información sobre otras empresas del sector, datos
para evitar la infracción de derechos de patentes, la forma de
evaluar las patentes o la identificación de las principales
tendencias en la evolución de la tecnología. También permite
identificar las principales tendencias de la evolución
tecnológica: las estadísticas que derivan de los documentos de
patente contribuyen a esbozar las principales tendencias en los
distintos sectores de la tecnología en cada país en aras de
fundamentar las decisiones que deben tomar los responsables.
Tales datos pueden hallarse en las publicaciones de estadísticas
de las oficinas nacionales y regionales de patentes; en
particular, en los informes anuales que muchas oficinas
publican en sus Webs.
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En las estadísticas de la OMPI se suele indicar el número
de solicitudes de patentes registradas, de patentes concedidas y
vigentes en distintos países, y los datos se pueden desglosar por
tipo de tecnología, país de origen del solicitante o del inventor
y otros criterios. Según los criterios escogidos, la información
de patentes permite, entre otras situaciones, destacar el
aumento y las variaciones de la actividad de patentes con el
tiempo, analizar la distribución de las solicitudes de patentes de
residentes y no residentes en un país o determinar los campos
técnicos de mayor actividad de un país en términos de
tramitación de patentes.
IV. INTELIGENCIA COMPETITIVA, VIGILANCIA
TECNOLÓGICA Y GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO
En un intento por reducir los costes de la inteligencia
duplicativa aparece el concepto de Inteligencia Competitiva.
Aunque las actividades que involucra se llevan desarrollando
desde hace más de 2.000 años, es a partir de la revolución
industrial y, sobre todo, desde la aparición de internet cuando
se ha generalizado su uso y su estudio. En la literatura de
investigación existen numerosas definiciones de este concepto.
Así, como ejemplo, Ettorre [9] establece que la Inteligencia
Competitiva es el proceso por el cual las organizaciones
recogen información práctica sobre los competidores y la
aplican a su planificación estratégica a medio y largo plazo. Es
una búsqueda de pistas y evidencias que guían a una empresa
sobre sus competidores. Puede tratarse de un proceso simple,
como una revisión periódica de artículos o documentos
públicos relativos a una empresa, o más elaborado.
Según Kokubo [10], consiste en el acopio de información
técnica, distribución de la información adquirida a las personas
correctas y trabajo analítico para el proceso de decisión. Por su
parte, Gibbons y Prescott [11] definen la Inteligencia
Competitiva como un proceso en el que se obtiene, analiza,
interpreta y, finalmente, se divulga determinada información,
adquiriendo un valor estratégico sobre los competidores y
sobre la industria. Esta información es utilizada posteriormente
por los responsables de la toma de decisiones. Más
recientemente, en 2011, la norma UNE 166006 decía sobre la
Inteligencia Competitiva [12]: “es un proceso ético y
sistemático de recolección y análisis de información acerca del
ambiente de negocios, de los competidores y de la propia
organización, y comunicación de su significado e
implicaciones destinadas a la toma de decisiones”.
A pesar del gran número de definiciones existentes, todavía
no existe un consenso claro que siente las bases para lograr una
definición unificada de este concepto, tal y como pone de
manifiesto Iñaki Oroz [13]. Algunos autores ven la Inteligencia
Competitiva como una herramienta para la toma de decisiones,
mientras que otros la consideran una metodología que define
los pasos a seguir en el proceso de recolección y análisis de la
información. Por otro lado, algunos investigadores expertos en
gestión la posicionan como una variante de la Gestión del
Conocimiento, mientras que otros la ven como una evolución
de la Vigilancia Tecnológica y también están los que la
consideran como una nueva forma de comunicación interna en
la empresa.
 Pero, ¿qué es la Gestión del Conocimiento?, ¿y la
Vigilancia Tecnológica?, y ¿cuál es su relación con la
Inteligencia Competitiva? Del mismo modo que ocurre con la
Inteligencia Competitiva, estos conceptos recopilan una gran
diversidad de definiciones. Así, por ejemplo, si acudimos a las
definiciones clásicas, encontramos que Hirotaka Takeuchi e
Ikujiro Nonaka [14] ven la Gestión del Conocimiento como la
capacidad de una organización para crear nuevo conocimiento,
diseminarlo a través de la organización y expresarlo en
productos, servicios y sistemas. Por su parte, Arthur Andersen
[15] la define como la necesidad de acelerar el flujo de la
información que tiene valor, desde los individuos a la
organización y de vuelta a los individuos, de modo que ellos
puedan usarla para crear valor para los clientes.
Thomas Davenport [16] la ve como el proceso sistemático
de buscar, organizar, filtrar y presentar la información con el
objetivo de mejorar la comprensión de las personas en una
especificada área de interés, mientras que para Eduardo Bueno
[17] es la función que planifica, coordina y controla los flujos
de conocimientos que se producen en la empresa en relación
con sus actividades y con su entorno con el fin de crear una
competencias esenciales. Para Yogesh Malhotra, [18]
representa las sinergias entre los datos, la información, los
sistemas de información y la capacidad creativa e innovadora
humana.
Por su parte, el concepto de Vigilancia Tecnológica
también cuenta con numerosas definiciones. Para François
Jakobiak y Henri Dou [19] la Vigilancia Tecnológica consiste
en la observación y el análisis del entorno, para posteriormente
definir las informaciones seleccionadas y analizadas para tomar
decisiones estratégicas. Por su parte, Daniel Rouach [20] define
la Vigilancia Tecnológica como “el arte de descubrir,
recolectar, tratar, almacenar informaciones y señales
pertinentes, débiles y fuertes, que permitirán orientar el futuro,
y proteger el presente y el futuro de los ataques de la
competencia. Transfiere conocimientos del exterior al interior
de la empresa.”.
Palop y Vicente [21] consideran que se trata de un sistema
organizado de observación y análisis del entorno, su posterior
tratamiento y circulación interna y utilización en la empresa.
La norma UNE también posee una definición de este concepto
[22]: “un proceso organizado, selectivo y permanente, de
captar información del exterior y de la propia organización
sobre ciencia y tecnología, seleccionarla, analizarla, difundirla
y comunicarla, para convertirla en conocimiento para tomar
decisiones con menor riesgo y poder anticiparse a los
cambios”.
Desde nuestro punto de vista, la inteligencia competitiva no
puede entenderse si no es en conjunción con los conceptos de
Gestión de Conocimiento y Vigilancia Tecnológica. La
Inteligencia del Conocimiento tiene mucho que ver con la
Gestión del Conocimiento [23], pues aunque la Inteligencia
Competitiva recoge información del entorno, una vez que la
trata, analiza y difunde, la convierte en información propia que
debe proteger y gestionar. Todo ello requiere alguna forma de
comunicación interna, donde la empresa esté segura de que
cada miembro recibe la información necesaria y adecuada en
cada momento. Por otro lado, la Vigilancia Tecnológica
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constituye, sin duda, uno de los elementos más importantes de
la inteligencia competitiva: en muchos casos, ambos términos
se solapan o se utilizan indistintamente.
Podemos considerar que la Inteligencia Competitiva es un
proceso, con su correspondiente metodología, orientado a
recabar y analizar información clave para la empresa, pero
también es una herramienta de toma de decisiones y una forma
de gestionar parte del conocimiento que incluye su porción de
comunicación interna. En este sentido, destacaríamos la
definición de José Luis de la Fuente O’Connor [24], antiguo
presidente de la Asociación Española para la Promoción de la
Inteligencia Competitiva, que establece que la Inteligencia
Competitiva es “un proceso coordinado de actividades de
búsqueda, vigilancia, captura, elaboración, selección,
interpretación, análisis, protección, distribución, explotación y
almacenamiento de la información táctica o estratégicamente
relevante para la competitividad e influencia de una empresa”.
V. ESBOZANDO UNA METODOLOGÍA GLOBAL DE
INTELIGENCIA COMPETITIVA
La inteligencia competitiva no es sólo seguimiento
informativo. Constituye un procedimiento complejo que abarca
actividades como la recopilación y tratamiento de información
(tanto a nivel interno como externo), el análisis del
conocimiento de la organización o la toma de decisiones. Por
tanto, la inteligencia competitiva va más allá del trabajo
documental que conlleva: además de localizar información
sobre un sector de actividad en concreto, es preciso analizarla y
extraer conclusiones y orientaciones relevantes que apoyen la
toma de decisiones estratégicas de las organizaciones.
La diferencia entre Vigilancia Tecnológica e Inteligencia
Competitiva radica, entre otros aspectos, en que con la primera
se obtienen simplemente datos mientras que la segunda exige
analizar previamente la situación de la empresa y tratar
adecuadamente toda la información recopilada para favorecer
el “proceso de decisión de la empresa”. Los resultados de la
Inteligencia Competitiva permitirán a la empresa tomar las
decisiones apropiadas y minimizar los riesgos, disponiendo de
información suficiente y de valor. A fin de cuentas, las
decisiones se convierten en ideas y acciones para resolver
problemas actuales o evitar problemas futuros.
Por tanto, el objetivo de un buen sistema de Inteligencia
Competitiva debe ser optimizar los procesos de decisión de las
organizaciones para poder resolver problemas actuales y
futuros, lo que puede provocar la reorientación de objetivos, el
abandono de proyectos, cambios en la estrategia tecnológica de
la empresa o que se adelante el lanzamiento de nuevos
productos. Esta es la razón por la que numerosas empresas
incorporan sistemas de Inteligencia Competitiva: la puesta en
práctica de una concepción global de este sistema por parte del
grupo francés de cosmética L’Oreal constituye un ejemplo
claro, que se tradujo en que muchas empresas imitasen la
iniciativa e incorporasen equipos dedicados a la Inteligencia
Competitiva.
La Inteligencia Competitiva ayuda a desarrollar
capacidades como la de detectar señales débiles de cambio,
realizar tendencias evolutivas de escenarios y conductas de
partes actoras, identificar y aprovechar oportunidades, detectar,
identificar y responder a posibles amenazas y ser capaz de
disminuir notablemente el tiempo de acción-reacción
competitiva ante cambios del entorno. Llegados a este punto,
conviene resaltar la importancia del ciclo positivo y ascendente
de la espiral de Inteligencia que permita asegurar procesos
continuos y sistemáticos de re-evaluación y re-definición de
necesidades y que retroalimente el sistema de Inteligencia
Competitiva para asegurar la constante actualización de los
factores que determinan la competitividad. Para ello, y
partiendo de los conceptos introducidos hasta el momento, se
ha definido el modelo global de nuestra metodología, cuya
representación aparece en la Fig. 1.
Figure 1. Visión global de la metodología de Inteligencia Competitiva.
Como se puede apreciar en dicha figura, el propósito final de la
metodología es favorecer la toma de decisiones que apoye el
proceso estratégico de la empresa. Por ello, la metodología
pueden orientarse bien hacia el análisis y comparativa de
productos y/o tecnologías o bien hacia la búsqueda de nuevas
tendencias. Respecto al análisis, se puede examinar el
horizonte temporal de la vida de dos o más productos
realizando un estudio de las patentes, bien solicitadas o
concedidas, en torno a ellos. El aumento de patentes en el
tiempo en una tecnología determinada es directamente
proporcional al aumento de la inversión en esa tecnología.
Si se realiza una simulación gráfica enfrentando los parámetros
del número de patentes frente a los años de solicitud, la curva
que describe desvela la inversión en investigación que se
realiza en cada uno de los productos. Así, si esta curva muestra
una tendencia descendente en los últimos años significaría que
la tecnología, y en consecuencia el producto, difícilmente se va
a desarrollar más de lo que está en su estado actual. Por el
contrario, si la curva es ascendente, indicaría que el número de
patentes aumenta con el tiempo, lo que se traduce en una
mayor inversión en investigación en esa tecnología y, por
tanto, en un aumento del ciclo de vida del producto.
Por otro lado, el proceso de Inteligencia Competitiva puede
basarse en la búsqueda de información relativa a nuevos
productos y tecnologías. A través de una búsqueda de las
patentes que existen en un determinado entorno se puede
obtener información muy valiosa sobre las innovaciones de ese
ámbito. Por ello, antes de comenzar un proceso de
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investigación debe realizarse un estudio del estado de las
patentes. Esta búsqueda previa proporciona una relación de
patentes en vigor que pone de manifiesto el estado de la
tecnología, de forma que las empresas y grupos de
investigación evitan investigar sobre algo ya creado y, por
tanto, "reinventar la rueda". Además, ayuda a avanzar en las
investigaciones propias (ya que se dispone de información
privilegiada, revisada y testada) o puede marcar la dirección de
nuevas líneas de investigación. Así mismo, existe la posibilidad
de descubrir patentes "caducadas" que, además de ofrecer
información valiosa, permiten su utilización sin ningún tipo de
restricción y coste.
A. Gestión del Conocimiento
Pero antes de llevar a cabo la Vigilancia Tecnológica que
proporcione información al respecto, es preciso realizar un
proceso de gestión de conocimiento que dé a conocer la
situación actual (tanto la propia como la del entorno) en la que
se encuentra la organización. Este estudio se debe realizar
dando respuesta a una serie de preguntas estratégicamente
seleccionadas. Por un lado, estaría la Gestión del Conocimiento
interna, con preguntas relacionadas con los recursos humanos,
productos, economía, etc., de la propia organización y, por
otro, la externa, cuyas preguntas girarían en torno a los
proveedores, clientes, competidores, estado socioeconómico,
cultural, etc., cuestiones relacionadas con el entorno de la
organización.
B. Vigilancia Tecnológica
Por su parte, la Vigilancia Tecnológica constituye el verdadero
“eje gordiano” sobre el que pivota el proceso de Inteligencia
Competitiva. Una vez realizada la Gestión del Conocimiento,
se debe realizar una búsqueda de datos apoyada en el uso de
herramientas de búsqueda tanto de patentes como de artículos
de investigación, publicaciones, etc. A pesar de que en la
mayoría de los casos son fáciles de usar, es preciso un
entrenamiento previo para mejorar los resultados de dicha
búsqueda. Tras este proceso, es preciso realizar un tratamiento
de los datos encontrados, transformándolos en tablas y gráficas
que faciliten la comprensión de los resultados. Se trata, en
definitiva, de obtener un “corpus” con información relevante
que incorporar al proceso de toma de decisiones.
C. Gestión de Resultados
Una vez realizados los procesos de Gestión del Conocimiento y
de la Vigilancia Tecnológica se deben gestionar los resultados.
Esto depende del saber hacer de los encargados del proceso de
Inteligencia Competitiva. Por un lado, se deben preparar
informes con la información necesaria para dar respuesta a las
cuestiones iniciales, bien sea de análisis de datos o de búsqueda
de productos; estos informes van destinados a facilitar la toma
de decisiones. Por otro lado, deben crearse los canales de
comunicación adecuados a los miembros de la organización y a
los resultados que se deben facilitar en cada caso. Así mismo,
una vez analizada la información y comunicados los resultados,
sería interesante automatizar la recopilación y tratamiento de
información.
D. Toma de Decusiones. [3]
Por último, debe llevarse a cabo la toma de decisiones. El [4]
objetivo último de la Gestión del Conocimiento y la Vigilancia
Tecnológica es ofrecer a los responsables encargados de la [5]
toma de decisiones la información más precisa y completa
sobre la que sustentar este proceso. Para facilitar esta
responsabilidad, la metodología de Inteligencia Competitiva
que aquí se propone se basa principalmente en el estudio de [6]
patentes, debido a la información que aportan y a la
accesibilidad de las bases de datos que las contienen, aunque
no se olvida de otras fuente se información como, por ejemplo,
[7]
los artículos de investigación o las tesis doctorales
[8]
VI. CONCLUSIONES
Fruto del continuo cambio y dinamismo que rodea la [9]
actividad de las empresas, surge la necesidad de aplicar la
Inteligencia Competitiva. No cabe duda que las empresas, e [10]
incluso los grupos de investigación, necesitan sistemas que
logren evitar el despilfarro de sus recursos y que las permita ser [11]
competitivas en un contexto tan dinámico y turbulento. Las
grandes empresas generalmente disponen de sus propias
metodologías de Inteligencia Competitiva, además de recursos [12]
económicos, personal especializado y herramientas
personalizadas, en muchos casos desarrolladas por ellas
[13]
mismas. Sin embargo, no ocurre lo mismo con las pequeñas y
medianas empresas, o con los grupos de los centros de
investigación, donde los recursos económicos y personales son [14]
mucho más escasos.
Conviene, por tanto, definir una metodología general que [15]
sirva de guía a aquellas entidades con recursos limitados y/o un
escaso conocimiento sobre Inteligencia Competitiva. En esta [16]
tarea resulta contraproducente personalizar las herramientas y
medios empleados, como ocurre en las grandes corporaciones, [17]
por lo que la metodología ha de ser lo más abierta posible. Así
mismo, debe ser capaz de integrar aspectos clave como son la
Gestión del Conocimiento y la Vigilancia Tecnológica. [18]
Con esta información se puede evitar la duplicidad en las
iniciativas de investigación y desarrollo, determinar la [19]
patentabilidad de las invenciones, evitar que se vulneren los
derechos de patentes de otros inventores, valorar las patentes [20]
(las propias o las de otros), explotar la tecnología de solicitudes
de patentes que no hayan sido concedidas y de patentes que no [21]
sean válidas en determinados países o ya no estén vigentes,
aprender más sobre las actividades de innovación y los planes
[22]
de la competencia, orientar adecuadamente las decisiones de
explotación y determinar las principales tendencias en
determinados sector. Estas características son lo
suficientemente poderosas como para justificar el uso de su [23]
información como base para una futura toma de decisiones.
[24]
REFERENCIAS
[1] Werner, E. (1994). Les 7 veilles de L'Oreal. Technologies
Internationales, vol. 94, núm. 2, pp. 52-53.
[2] Cerdà Domingo, H. “El derroche de reinventar la rueda". Técnica
Industrial 293, 2011, pp. 6-7.
CISTI 2014 | 652
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