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COMPONENTES DE LA MATRIZ EXTRACELULAR DEL HUESO

CONCEPTOS DE BIOMECÁNICA Y BIOTENSEGRIDAD EN EL TEJIDO OSEO

Estefania Rodriguez Rojas


Carlos Miguel Ruiz Geithner

Residentes primer año Cirugía Oral y maxilofacial

La matriz ósea es una red tridimensional que engloba los tejidos y células del hueso, conformado por
un componente inorgánico y un componente orgánico que tienen como función dar estabilidad,
rigidez y resistencia al tejido óseo además de permitir interacciones y regulación de actividades
celulares Oseas. Constituye un filtro biofísico de protección, nutrición e inervación celular y el
terreno para la respuesta inmune, angiogénesis, fibrosis y regeneración tisular.

El componente inorgánico constituye alrededor del 65 % del peso seco del hueso, incluye iones de
calcio y fosfato existen primordialmente en forma de cristales de hidroxiapatita, Ca10(PO4)6(OH)2]
que conforma la mayor cantidad de este componente además se pueden hallar iones de
bicarbonato, citrato, magnesio, sodio y potasio. Los cristales de hidroxiapatita (40nm de longitud por
25nm de anchura y 1.5 a 3 nm de espesor) están distribuidos de manera ordenada a lo largo de las
fibras de colágena del tipo I

El hueso es una de las sustancias más duras y resistentes del cuerpo. Su dureza y su resistencia se
deben a la relación entre los cristales de hidroxiapatita y la colágena. Si el hueso se descalcifica (es
decir, pierde todo el mineral), aún conserva su forma original, pero se vuelve tan sensible que se
puede doblar como una pieza de caucho compact

EL componente orgánico constituye alrededor del 35% del peso seco del hueso, incluye fibras que
son casi exclusivamente de Colágena Tipo I. La colágena, constituye aproximadamente el 80 a 90%
del componente orgánico del hueso. Esta dispuesta en haces grandes que muestran una
periodicidad típica de 67 mm. La matriz extracelular tiene presencia de Glucosaminoglicanos (GAGs)
sulfatados, principalmente sulfato de condroitina y sulfato de Queratán, las cuales forma moléculas
de proteoglicanos pequeñas con núcleos de proteína cortos a los cuales se enlazan de manera
covalente los GAGs.

Adicionalmente se pueden encontrar varias proteínas. Al parecer se restringen al hueso e incluyen


osteocalcina, que se une a hidroxiapatita, pero tiene sitios de unión adicionales para otros
componentes y también para las integrinas que se encuentran en osteoblastos y osteoclastos. La
sialoproteina ósea, otra proteína de la matriz, tiene sitios de unión para componentes de la matriz e
integrinas de osteoblastos y osteocitos, lo que sugiere su participación en la adherencia de estas
células a la matriz ósea.

Las fibras ofrecen resistencia tensil, elasticidad y forman un andamiaje sobre el cual están
desplegadas las células. El resto de elemento crea un filtro biofisico de adhesión y son responsables
de las características de hidratación ejerciendo una importante infrecuencia sobre el intercambio
vital. En general entre una estructura gruesa de fibras de colágeno y elastina esta la estructura fina
de los proteoglicanos y glucoproteínas bañadas por el líquido intersticial o tisular.

Las proteínas estructurales que constituyen las tradicionales fibras extracelulares son de tres tipos:
 fibras colágenas,
 fibras reticulares
 fibras elásticas.
Fibras colágenas y reticulares no son sino dos formas morfológicamente diferentes de colágena. De
acuerdo con la estructura y funciones, el sistema colágeno puede ser considerado en:

A) Colágenos que forman fibrillas: I, II, III, V y XI. Las fibras reticulares (III) son los haces compuestos
de fibrillas de colágena de 50nm o menos de diámetro.
B) Colágenos asociados a fibrillas. Unen a los anteriores entre sí y a otros componentes de la MEC.
Son los tipos IX y XII.
C) Colágeno que forma red, es el tipo IV. Uno de los principales componentes de las láminas basales.
D) Colágeno de anclaje. Es el tipo VII, presente en las fibrillas de anclaje, une las fibras de colágeno
tipo I a las láminas basales. En el sistema elástico hay fibras más delgadas y no presentan
estriaciones longitudinales. Se ramifican y se unen unas a otras formando una red de mallas muy
irregulares.

En el sistema elástico hay fibras más delgadas y no presentan estriaciones longitudinales. Se


ramifican y se unen unas a otras formando una red de mallas muy irregulares. Además de las fibras
elásticas típicas, en las que hay gran abundancia de elastina y una cantidad mucho menor de micro
fibrillas de fibrillina, se describen fibras elaunínicas y oxitalánicas, que se encuentran con menor
frecuencia en el organismo humano

Los monómeros de proteoglicanos (PG) son compuestos formados por Glucosaminoglicanos (GAG)
sulfatados, antiguamente denominados mucopolisacáridos, unidos por covalencia a proteínas
centrales. Parecen una escobilla de limpiar frascos, con una parte central proteica y con los GAG
asemejando a las cerdas de la escobilla. Los GAG son polímeros repetitivos largos no ramificados de
disacáridos (hasta 200 sacáridos repetidos), constituidos por un ácido urónico (casi siempre el ácido
glucorónico) y una hexosamina (glucosamina o galactosamina). Los principales GAG son el ácido
hialurónico, el dermatánsulfato, el queratánsulfato, el condroitínsulfato y el heparánsulfato. Los
agregados de PG son estructuras con forma de árbol con una molécula de ácido hialurónico a la que
se unen proteínas transportadoras unidas a las proteínas centrales de los monómeros de PG,
dispuestas transversalmente.

La osteonectina y la laminina son GP estructurales del tejido conectivo, biológicamente importantes.


La Osteonectina representa una familia de GP, con puntos de unión para las células, colágeno y GAG.
Se une a los receptores celulares integrinas y conecta o une la célula a su entorno extracelular . La
laminina se encuentra en las láminas basales, donde participa de la unión de esas estructuras a las
células e influye en la filtración de moléculas a través de las láminas basales. El nidogen, la tenascina
y la vitronectina son GP estructurales que nombraremos más adelante.

La osteocalcina es una hormona peptídica lineal formada por 49 aminoácidos y producida por


los osteoblastos durante la formación ósea, incorporándose dentro de la matriz del hueso.
Este péptido tiene una vida media muy corta; se metaboliza en el hígado y el riñón rápidamente.
Puede unirse a la hidroxiapatita.

Las integrinas son proteínas transmembranales similares a receptores de membrana porque forman
enlaces con ligandos. Sin embargo, sus ligandos no son moléculas de señalización si no miembros
estructurales de la matriz extracelular como colágena, laminina y osteonectina. Las integrinas son
heterodimeros compuestos de dos cadenas de glucoproteínas alfa y beta, cuyos extremos carboxilos
se unen a la actina del citoesqueletico. Sus terminales amino poseen sitios de unión para
macromoléculas de la matriz extracelular.
Además de sus funciones de adherencia, las integrinas actúan en la transducción de señales
bioquímicas en fenómenos intracelulares, activando el sistema en cascadas de segundo mensajero

La osteopontina (OPN) es una glicoproteína hidrofílica, fosforilada de aproximadamente 314


aminoácidos. Su peso molecular oscila entre 41 y 75 kDa debido a diferentes modificaciones
postranscripcionales, que dependen del tipo celular donde haya sido aislada La OPN puede unirse a
un gran número de receptores, incluyendo a las integrinas α v(β1 β3 ó β5) y (α 4 α5 α 8y α 9) β1 Estos
receptores, directa o indirectamente activan vías de señalización celular permitiendo a la OPN
mediar interacciones célula–célula y célula–matriz

La sialoproteina ósea es un componente importante de la matriz mineralizada del hueso, dentina,


cemento y cartílago calcificado. BSP es la fosfoproteína de la matriz extracelular de hueso que
constituye el 8% aproximadamente de todas las proteínas no colágenas de hueso y cemento
radicular. Esta proteína juega un papel importante en la biomineralización y en la matriz extracelular
regulando la maduración de los cristales de hidroxiapatita y se encuentra asociada a la nueva
formación de tejido mineral, parte esencial durante los movimientos ortodónticos, los cuales al
aplicar fuerzas causan tensión en las células provocando una adaptación que se traduce en
respuestas celulares y moleculares que pueden afectar la matriz extracelular.

BIOMECANICA

El hueso está formado por una matriz orgánica compuesta principalmente por colágeno tipo I y una
matriz inorgánica mineralizada (cristales de hidroxiapatita y fosfato cálcico). Las fibras de colágeno
que forman el hueso son el resultado de la unión mediante enlaces cruzados de una triple hélice de
cadenas de este material. Esta estructura le confiere al hueso su resistencia a la tracción en sentido
longitudinal y es responsable en gran parte de la elasticidad del mismo. Las propiedades
biomecánicas que proporciona el colágeno dependen a su vez de las características
ultraestructurales del mismo, como la cantidad y la orientación de sus fibras o la estabilidad de sus
enlaces. Por otro lado, los cristales se disponen en los huecos que quedan libres en la matriz
orgánica y son los responsables de la rigidez del hueso y de su resistencia a la compresión, por lo que
estas características dependerán de la cantidad de mineral, del grado de empaquetamiento y de la
ordenación de los cristales alrededor de las fibras de colágeno. A causa de su compleja estructura,
para conocer y comprender las propiedades biomecánicas del hueso, deben tenerse en cuenta los
distintos niveles estructurales. El hueso, al igual que otros materiales biológicos, posee una
estructura jerárquica en sus componentes por lo que esto va influenciar en las características
biomecánicas del hueso.

Fuerzas a las que es sometido un hueso

Tensión: Dos fuerzas iguales y opuestas se aplican hacia afuera del hueso, la cual tiene como
consecuencia una deformación tensil en su interior.
Compresión: Dos fuerzas o cargas iguales y opuestas se aplican sobre la superficie del hueso, la cual
tiene como consecuencia una deformación comprensiva en el interior.
Cizalla: La fuerza se aplica perpendicular a la superficie del hueso.
Flexión: La fuerza se aplican de modo que se genera una flexión alrededor de su eje mayor. Tiene
una combinación de tensión y compresión.
Torsión: La fuerza es aplicada sobre el hueso tiende hacerlo rotar alrededor de su eje.

Biomecánica de los componentes tisulares


En función de la estructura del hueso y de su comportamiento biomecánico, podemos encontrar dos
subtipos tisulares: el hueso cortical y el hueso trabecular o esponjoso. Las diferencias morfológicas
entre hueso cortical y trabecular producen importantes implicaciones biomecánicas. El hueso
cortical posee un módulo elástico mayor, por lo que su curva de esfuerzo-deformación presenta una
mayor pendiente. Esto implica que es capaz de soportar un alto grado de carga por unidad de
superficie con un bajo índice de deformación, lo que le confiere una gran rigidez. Sin embargo, el
hueso trabecular presenta un módulo de Young menor y biomecánicamente describe una curva más
aplanada, lo que se traduce en que la carga soportable por unidad de superficie es menor, pero con
un mayor índice de deformación, lo que conlleva mayor flexibilidad.

Debido a la orientación longitudinal de las fibras de colágeno y las osteonas, el hueso cortical
presenta una mayor resistencia a la aplicación de cargas longitudinales (0° de inclinación) que
transversales (90° de inclinación), y para valores intermedios de inclinación se obtendrán valores
intermedios de resistencia. Además, su resistencia biomecánica en sentido longitudinal es también
mayor que la provocada por cargas de torsión.

La densidad del hueso cortical depende de su porosidad y de la mineralización del material. existe
una correlación positiva entre la densidad cortical y sus propiedades biomecánicas, de forma que si
aumenta la primera mejoran las segundas. El grosor y el diámetro del hueso cortical son los
principales factores que afectan a su biomecánica. Un aumento de cualquiera de estas
características provoca un aumento de la resistencia ósea.

El hueso trabecular, de la misma manera que el cortical, presenta una mayor resistencia ante la
carga de compresión, por la relación volumétrica ósea trabecular (cociente entre el volumen de
hueso trabecular y el volumen de tejido total, BV/TV) que juega un papel muy importante en la
resistencia mecánica del hueso. Si la BV/TV disminuye por debajo del 15% peligra seriamente la
integridad estructural del tejido, siendo éste mucho más propenso a la fractura. El número de
trabéculas y la conectividad también presentan una importancia muy significativa en el
comportamiento biomecánico del hueso esponjoso. Las trabéculas están dispuestas vertical y
horizontalmente, siendo esta última disposición de vital importancia a nivel de resistencia. Por lo
tanto, una estructura con mayor número, grosor y conectividad entre trabéculas será más resistente
que otra con menor número, menor grosor y mayor separación, aunque ambas presenten la misma
masa ósea. La orientación de las trabéculas define el grado de anisotropía. Las trabéculas se orientan
de manera que son más resistentes en la dirección en la que habitualmente soportan la carga,
produciendo así una heterogeneidad o anisotropía en su estructura. Por lo tanto, si una región
soporta normalmente cargas longitudinales (como, por ejemplo, el cuello femoral) sus trabéculas se
dispondrán geométricamente de la forma que mejor puedan soportar estos esfuerzos, siendo muy
resistentes a cargas en esta dirección (cargas de compresión), pero presentando un alto riesgo de
fractura ante una carga en otra dirección (por ejemplo, una carga transversal debida a una caída).

Las osteonas del hueso humano se pueden clasificar en función de la orientación de las fibras de
colágeno de las láminas que las componen. Cuando las fibras de colágeno de todas las láminas que
forman la osteona se orientan en sentido longitudinal se habla de osteonas longitudinales. Si las
fibras de una lámina se orientan longitudinalmente y las de la lámina adyacente se orientan
transversalmente, se habla de osteonas alternas. Mucho menos frecuente es un tercer tipo de
osteona en el que las fibras de colágeno de todas las láminas se orientan transversalmente, llamadas
osteonas transversales o circulares. Las láminas longitudinales resisten mejor a la tracción y la
torsión, mientras que las láminas transversales ofrecen mayor resistencia a cargas de compresión,
flexión y corte. Además, se ha comprobado que la distribución de las láminas en las osteonas de los
huesos largos no es aleatoria, sino que hay una alta incidencia de láminas longitudinales en los
sectores del hueso que soportan cargas de tracción, y una alta incidencia de láminas transversales en
los sectores que soportan principalmente cargas de compresión.

Fuerzas a las que es sometido un hueso

Tensión: Dos fuerzas iguales y opuestas se aplican hacia afuera del hueso, la cual tiene como
consecuencia una deformación tensil en su interior.
Compresión: Dos fuerzas o cargas iguales y opuestas se aplican sobre la superficie del hueso, la cual
tiene como consecuencia una deformación comprensiva en el interior.
Cizalla: La fuerza se aplica perpendicular a la superficie del hueso.
Flexión: La fuerza se aplican de modo que se genera una flexión alrededor de su eje mayor. Tiene
una combinación de tensión y compresión.
Torsión: La fuerza es aplicada sobre el hueso tiende hacerlo rotar alrededor de su eje.

BIOTENSEGRIDAD

El sistema de tensión integrada del que la célula dispone para mantener su morfología y su función
recibe el nombre de tensegridad. Este mecanismo se basa en movimientos de compresión o de
tensión de las células, los huesos constituyen la estructura fundamental de compresión de
tensegridad en el organismo (discontinuos). Pero ellos solo forman parte de un marco mucho más
complejo, en donde todo el sistema muscular, cartílaginoso, ligamentario y tendinoso conforman la
estructura de tensión que los unen (continuos).

Las células se anclan a las fibras de colágena, glicoproteínas y proteoglicanos que constituyen la MEC
mediante las integrinas, puentes entre el cito esqueleto y la matriz. La red molecular del cito
esqueleto está constituida por microfilamentos (de actina), micro túbulos (de túbulina) y filamentos
intermedios, específicos de cada tipo celular.

En el interior de la célula, los micro túbulos constituyen las estructuras de compresión, mientras que
los filamentos de actina, estrechamente asociados a los de miosina, constituyen las estructuras de
tensión. De manera que la tensión mecánica generada por el movimiento músculo-esquelético se
transmite por presión a los órganos internos, que recogen el estímulo en la MEC, que confiere a
través de las integrinas el movimiento al interior de la célula, que distribuye la fuerza tensional a
través de su sistema de tensegridad, el cito esqueleto. Este traduce en señales químicas y en
estímulos mecánicos dichas fuerzas, que son conducidas hasta el núcleo, que igualmente dispone de
su propio sistema de tensegridad, poniendo en marcha ahora la respuesta al estímulo recibido en
forma de activación de genes y secreción de proteínas. El circuito descrito pone en marcha, a través
de estímulos mecánicos o mecano transducción, la proliferación, el metabolismo celular, la
diferenciación o la apoptosis.

La evolución ha diseñado un sistema en el que simplemente modificando la forma de la célula es


posible activar diferentes programas genéticos celulares. Gracias a los filamentos intermedios
alcanzan la matriz nuclear y gracias a los monofilamentos de actomiosina se enlazan con las fibras de
la MEC, a las que dan la mano a través de las integrinas. En todo el camino, el elemento central de
nexo y comunicación será la MEC

La rigidez variable in vitro de la MEC es capaz de producir una diferenciación fenotípica


absolutamente dispar en las mismas células madre mesenquimales. Una MEC blandita, parecida al
cerebro, con una presión de 1kPa (kilopascal) producirá diferenciación neurogénica; una MEC más
firme de 10 kPa, parecida al músculo, inducirá diferenciación muscular, mientras que una matriz
rígida, como el cartílago o el hueso, de 100 kPa, inducirá diferenciación osteogénica.

MECANOTRANSDUCCIÓN

El proceso de mecanotransducción convierte el estímulo mecánico en señal química y permite la


adaptación celular a su microambiente. Desde el punto de vista evolutivo, si bien es cierto que los
cambios en el ADN generan la biodiversidad, los genes aparecen como un producto de la evolución y
no como la fuerza original que la conduce. Cobran sentido así no solo la aproximación al código
genético en la funcionalidad celular, sino también el código epigenético y un tercer código de
tensegridad. La velocidad a la que se transmiten los estímulos mecánicos es mucho más alta que la
de las señales químicas. En conjunto con la teoría de Wolff en la que postula que el hueso es un
tejido dinámico que se adapta a las demandas físicas de su entorno; la forma de medir la fuerza
realizada en un hueso es a través de la deformación de este, es decir, el cambio en el tamaño de este
sobre su tamaño original, la cual solo se puede obtener mediante la variación en la magnitud de la
fuerza en lugar de tener una fuerza constante, la teoria del mecanostato de Frost, establece que el
tejido óseo posee límites, en los cuales según se ubique la demanda mecánica se va a producir la
alteración de la masa ósea ya sea reabsorción o aposición ósea. Si el estímulo es excesivo o se
mantiene en el tiempo, el efecto mecanoquímico remodela el sistema de tensegridad que informará
del cambio mecánico y lo transformará en nuevas condiciones moleculares. La importancia de los
genes se supedita así al movimiento, el masaje o las terapias físicas, que afectan realmente los
programas de crecimiento celular, diferenciación, respuesta inmune y tantos otros, críticos para la
salud. Por ejemplo, una carga de deformación demasiado baja es decir deformaciones menores a
2000microstrain inducían una mayor reabsorción en estas zonas mediante la apoptosis de los
osteocitos ya que al no requerirse tanta masa para soportar el estímulo el hueso reabsorbe la masa
excedente, mientras que deformaciones superiores a 8000microstrain superaban el límite de
deformación elástica y llevaban a la microfractura de la zona, siendo así fuerzas que generen
microstrain de 2000 a 8000 hipotéticamente inducirían a la aposición ósea en la zona, aunque se
debe tener en cuenta que estos valores cambian según la conformación estructural y geométrica de
cada hueso así como la dirección en la que se reciban estos estímulos.

Así los factores no mecánicos (Hormonas, estado nutricional, herencia genética, etc) controlan los
mecanismos de adaptación, estos son guiados por factores mecánicos irremplazables cómo se puede
observar en astronautas en los que la falta de gravedad lleva al deterioro del tejido óseo o los
pacientes inmovilizados por largos periodos dónde sucede lo mismo.

La teoría del mecanostato, afirma que las fuerzas se traducen en el tejido óseo como estrés
mecánico llevando a la generación de un flujo de líquido intersticial que produce la deformación a
nivel de las membranas celulares, citoesqueleto y estructuras intracelulares, las cuales van a generar
una respuesta celular y genética a través de la estimulación de mecanoreceptores como canales de
Ca+, integrinas, cadherinas, Ephrinas, entre otras, presentes en la membrana citoplasmática de los
osteocitos, en las uniones entre estos o en las proteínas de unión a la MEC que van a activar vías de
señalización intracelulares mediadas por moléculas STAT, MAP/MAPK, Proteina G entre otras para la
expresión de genes; la especificidad de cada vía aún es desconocida, se asume que todos los
receptores aunque tengan vías diferentes bajo el mismo estimulo van a llevar a la expresión del
mismo gen. El control mecánico y hereditario del crecimiento y el desarrollo comparten los mismos
genes, ya sea a través de genes marcadores o reguladores.
¿ES LA CÉLULA LA UNIDAD BÁSICA DE LA VIDA?

Proponer que la unidad mínima de vida en el organismo es la célula es una abstracción, ya que en
realidad la célula aislada de su entorno no puede sobrevivir por lo tanto hay que pensar en la célula
no como una entidad aislada, sino en permanente interacción con el medio que la rodea por lo que
Alfred Pischinger propone ver la unidad básica de la vida como una triada en la cual interactúa los
capilares, la matriz extracelular y la célula considerando la MEC no como un material inerte o un
tejido pasivo de sostén, sino como un componente vivo, dinámico y con múltiples funciones al que
llama sistema básico o de regulación basal, a toda la estructura que rodea a la célula, definiéndolo
como un sistema de homeostasis.

Por lo tanto, esta triada ofrece el soporte estructural de tensegridad al tejido, una matriz a través de
la cual se trasmite el estímulo de la inervación una red capilar para la nutrición y desechos de
detritos de las células parenquimatosas, el marco de vigilancia y acción del sistema inmune, una red
de flujo energético y una autopista de información local y a distancia que conformaria una verdadera
unidad básica de vida.

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