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Monarquía Hispánica

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Para la Monarquía universal española, véase Imperio español.

Uno de los tantos símbolos de la Monarquía universal española

Matthäus Seutter (de), Novissima et Accuratissima Regnorum Hispaniae et Portugalliae Mappa


Geographica..., Augsburg, 1734.

Europe about 1560, en The Historical Atlas de William R. Shepherd, 1923.


Las posesiones de la Monarquía Hispánica (Casa de Austria) en amarillo.
Dominios de Felipe II en 1598.

Monarquía Hispánica, históricamente denominada Monarquía Católica1


o Monarquía de España,2 se refiere al conjunto de territorios con sus
propias estructuras institucionales y ordenamientos jurídicos, diferentes y
particulares, y que se hallaban gobernados por igual por el mismo soberano, 3
el monarca español, a través de un régimen polisinodial de Consejos. El
soberano español actuaba como rey —y en su caso con el
correspondiente título nobiliario—, según la constitución política de cada Reino,
Estado y Señorío,2 y por tanto, su poder formal variaba de un territorio a otro,
pero actuaba como monarca de forma unitaria sobre todos sus territorios. 4
La Monarquía incluía las Coronas de Castilla —con Navarra y los territorios de
Indias— y Aragón —con Sicilia, Nápoles, Cerdeña y el Estado de los Presidios
—, Portugal y sus territorios ultramarinos entre 1580 y 1640, los territorios del
Círculo de Borgoña excepto 1598-1621 —Franco Condado, Países Bajos, más
aparte Charolais—, el Milanesado, el marquesado de Finale, las Indias
Orientales Españolas y el África española.56
Su extensión temporal es utilizada de forma diversa según la voluntad del autor
que use la expresión: usualmente entre el comienzo del reinado conjunto de
los Reyes Católicos78 en 1479 —también puede retrasarse su comienzo al
inicio del reinado de Felipe II—9 y el final con los tratados
de Utrecht y Baden (1713-1714) y los Decretos de Nueva Planta (1707-1716),10
que produjeron una ruptura en el sistema implantando una mayor
homogeneidad y centralización política, relegando el sistema polisinodial.1112
Desde entonces, la denominación de Monarquía Hispánica ha permanecido
para designar a la Monarquía Española durante el Antiguo Régimen, a lo largo
del siglo XVIII.

Índice

 1Historia, elementos y caracterización


 2Intitulación
o 2.1Las Españas y los títulos regios
o 2.2El monarca católico
 2.2.1Otros usos
 3Véase también
 4Notas y referencias
o 4.1Notas
o 4.2Referencias
 5Bibliografía

Historia, elementos y caracterización[editar]


La Monarquía Hispánica nació en 1479 de la unión dinástica de la Corona de
Castilla y de la Corona de Aragón por el matrimonio de sus respectivos
soberanos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, conocidos como
los Reyes Católicos. Desde entonces la Monarquía Católica, como fue
conocida después de la bula papal de Alejandro VI de 1494, fue agregando
diversos "Reinos, Estados y Señoríos" en la península ibérica, en el resto de
Europa y en América hasta convertirse bajo los reyes de la Casa de Austria en
la Monarquía más poderosa de su tiempo. En 1580 Felipe II incorporó a la
Monarquía el reino de Portugal con lo que toda España —en una de las
acepciones que adquiría este término entonces, aunque era también común,
desde los Reyes Católicos, la identificación de España con las coronas de
Aragón y Castilla— quedó bajo la soberanía de un único monarca. Como
advirtió Francisco de Quevedo en España defendida, obra publicada en 1609,
«propiamente España se compone de tres coronas: de Castilla, Aragón y
Portugal».13
En cuanto a su estructura, la Monarquía Hispánica era una monarquía
compuesta en la que los "Reinos, Estados y Señoríos" que la integraban
estaban unidos según la fórmula aeque principaliter (o 'unión diferenciada'),14
"bajo la cual los reinos constituyentes continuaban después de su unión siendo
tratados como entidades distintas, de modo que conservaban sus propias
leyes, fueros y privilegios. «Los reinos se han de regir, y gobernar —
escribe Solórzano—, como si el rey que los tiene juntos, lo fuera solamanente
de cada uno de ellos» [...] En todos estos territorios se esperaba que el rey, y
de hecho se le imponía como obligación, que mantuviese el estatus e identidad
distintivos de cada uno de ellos".15 El respeto de las jurisdicciones territoriales
no impidió un refuerzo de la autoridad y poder regio del monarca en cada reino
en particular.16 A pesar del respeto y autonomía jurisdiccional, existía una
política o directriz común que había de obedecerse encarnada por la
diplomacia y la defensa,7 y en la que la Corona de Castilla ocupaba la posición
central y preeminente sobre los demás.17
Desde época de los Reyes Católicos se renovó un sentimiento de restaurar la
Hispania romana o visigoda, que los reyes de León habían evocado con el
título de Imperator totius Hispaniae,1819 y los mismos reyes hicieron difusión de
la recuperación de la antigua Hispania bajo el mismo monarca:
Los monarcas que unieron las Coronas de Castilla y Aragón intentaron revivir el antiguo recuerdo de
una Hispania romana o visigótica con el fin de promover una fidelidad mayor hacia una
históricamente resucitada España.
Elliott (2002, p. 75)
En 1478, el posible nacimiento de un hijo varón y por tanto heredero indiscutible de ambas Coronas
[Castilla y Aragón] llenó a todos de gozo, [...] así los consellers de Barcelona enviaron una carta de
felicitación al rey diciendo que el príncipe era «unió dels regnes e senyories». Estos sentimientos
volvieron a aflorar a la muerte de Juan II, cuando se consumó la llegada al trono aragonés de
Fernando. [...] los jurados de Valencia le expresan en una carta (12 de febrero de 1479) sus deseos
de que en lo sucesivo «serem en grandissima bienaventurança e preservats de molts e infinits dans
que de primer, per no esser Spanya juncta ab la dita Cassa serenissíma de Aragó, erem molt
calumniats e vexats». [...] Algo que podemos resumir en esta frase de Antonio de Nebrija dedicada a
los Reyes Católicos «Hispania tota sibi restituta est».
José María de Francisco Olmos, «La moneda napolitana de Fernando el Católico, documento
propagandístico de la unidad de las Coronas», en la Revista General de Información y
Documentación Vol. 11, 2-2001; páginas 151 y 152

La elección imperial de Carlos V supuso un cambio de orientación política, para


liderar un Imperio universal cristiano,20 basado en establecer relaciones
pacíficas entre la Cristiandad para guerrear contra el infiel, 2122 de lo que resultó
la imposibilidad de crear un sistema de gobierno para el conjunto de sus
territorios patrimoniales heredados; de esta manera, cada territorio mantuvo su
administración particular ante las ausencias de su soberano. 23 En España, a su
regreso en 1522, llevó a cabo una reforma e implementación del sistema
polisinodial vigente.24 Entre 1555 y 1556, Carlos I abdicó los territorios
patrimoniales en su hijo Felipe II, pero este no regresó a España hasta 1559
hasta no resolver la cuestión de la guerra con Francia dejada pendiente por su
padre.25 Desde entonces se impuso la política desde los intereses españoles 26
que eran al fin y al cabo la base económica y humana 27 para llevar a cabo los
designios de la monarquía universal, defensora de la fe católica. 28

Moneda de los Países Bajos en la que el soberano, Felipe II, se titula rey de España y duque de
Güeldres.

El monarca de los reinos españoles pasó a serlo también en los Países Bajos,
Borgoña e Italia,29 de forma que la monarquía hispánica se constituyó como
una unión de distintas entidades políticas territoriales, no solo de la península
ibérica, sino también de Europa y fuera de Europa, teniendo así un carácter
supranacional,9 pero en la que no había unidad jurisdiccional, y por tanto, el
monarca respetaba las distintas jurisdicciones particulares de sus respectivos
territorios.
La Monarquía católica o hispánica quedó fundamentada pues, en su carácter
confesional, supranacional, y que España, como ubicación de la corte, fuera el
elemento central y primordial.30
The Spanish monarchy too was a system of different territories, unified only by the person of the
king. Among these territories it is difficult to identify constantly 'dominant' or 'dependent' territories,
particularly in the fourteenth and fifteenth centuries. Spain itself, until the beginning of the eighteenth
century, was a conglomeration of different kingdoms: Castile and León, Aragon and Navarre, to
which from 1580 and 1640 Portugal was added.
La monarquía Española también fue un sistema de diferentes territorios, unidos solo por la persona
del rey. Entre estos territorios es difícil identificar de firme territorios 'dominantes' o 'dependientes',
particularmente en los siglos XIV y XV. España, hasta el comienzo del siglo XVIII, era un
conglomerado de diferentes reinos: Castilla y León, Aragón y Navarra, a los que se añadió Portugal
desde 1580 a 1640.
Reinhard y Blockmans (1996, p. 92)
Though his son, Philip II (1556-98), is often styled king of Spain, and he thought of himself as such,
his was not a unified state, nor was he an absolute monarch. The various kingdoms on the Iberian
Peninsula had their own financial regulations, currencies and customs barriers. As John Lynch
observed, Fernando and Isabel gave Spain a common government but not a common
administration. The king rule varied in structure and power from kingdom to kingdom, city to city [...]
Philip's power over Aragon was far more attenuated than it was over Castile. The various states
were united only in t

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