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ayer, empresario
de hoy:
En esta sección te contamos algunas
historias de emprendedores que lograron
La Buona crear su empresa y que hoy generan muchos
puestos de trabajo, generando un impacto
Monte Maíz es una localidad del sudeste de lo que los llevó a mudarse a un local más
la provincia de Córdoba (departamento grande. “Tenía un Dodge 1500 año 1972 y
Unión). Como en el resto de la región, allí es
de gran importancia la actividad agríco-
la, en especial la
producción de soja, maíz
y trigo en ese orden de
importancia. También es
reconocida
por ser un destacado
polo agroindustrial ya
que alberga a las más
grandes empresas de
maquinarias agrícolas.
Pero no sólo es cono-
cida por esas grandes
industrias: los fideos de
Monte Maíz son una
mar-
ca registrada en el país, y la Buona Pasta es
la empresa que se encarga de fabricarlos.
Este negocio surge como tal en 1992,
cuan- do Jorge Dimateo decidió continuar
con el pe- queño emprendimiento casero de
elaboración de pastas frescas que había
iniciado una tía años atrás sólo para un
pequeño grupo de fa- milias del pueblo. “En
ese momento comenza- mos con mi mujer en
un lugar muy pequeño de sólo 20 metros
cuadrados, con dos pasta- lindas a mano
(máquinas para fabricar pas- tas caseras),
una balanza a reloj, un mostra- dor, una
mesa, un secador de fideos hecho a mano
con palos de escoba y nuestro objetivo era
elaborar todo tipo de pastas caseras. Tra-
bajábamos a sol y sombra, con muchísimas
ganas de crecer porque en aquellos tiempos
teníamos muchas necesidades económicas”,
recordó Dimateo.
Al tiempo deciden sólo fabricar fideos se-
cos ya que las pastas rellenas les
demandaban mucho tiempo de elaboración. A
modo de refe- rencia, la producción de fideos
en los comien- zos era de una bolsa de 50
kilos de harina por semana. De forma lenta
pero con pasos sos- tenidos, las ventas
comenzaron a crecer y de comercializar los
productos solamente en su localidad,
distribuyeron a negocios de lugares cercanos,
con ése vehículo repartía mi producto. Recuer-
do que la primera producción fueron 20 paque-
tes de 400 gramos cada uno. ¡No puedo expli-
car lo que fue secarlos, embolsarlos
y dejarlos listos para la venta!
Tampoco fue fácil convencer a
la gente de la calidad de los
productos; en muchos lugares
nos abrieron las puertas –eso
nos daba ganas de seguir-,
pero
en otros comercios nos
costó mucho llegar a que
confíen en nuestro pro-
ducto”, puntualizó el em-
prendedor de Monte Maíz.