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Resumen 1:

Salinas, René. (2001) LA HISTORIA DE LA INFANCIA, UNA HISTORIA POR HACER

Valoración de la infancia: identificación de este periodo de la vida humana y


autonomización de sus efectivos (abandono de la subordinación del niño al adulto, lo que
lo ha obligado a actuar como tal antes de serlo).
Presencia oculta del niño en la historia. Lo que hace preguntarse, cuando se es niño y
cuando se deja de serlo.
- Aspectos cronológicos
- Primera mitad siglo XX: consideraciones de carácter biológico.
Todas estas interrogantes, dificultan el trabajo del historiador, incluso las distintas
dinámicas sociales que se han visto en el tiempo.
Recién en la nobleza ilustrada se haba de concepto de familia nuclear compuesta por
padres y sus descendientes directos. Antes de esto, sólo se tiene evidencia de niños
infelices y reprimidos. La total ausencia de autonomía por parte del niño para elegir el
ambiente en que hace su vida —familia, educación, formas de subsistencia— es la primera
condicionante de su vida;
Sólo a fines del siglo XIX, la Iglesia, por un lado, y la medicina, por otro, llamaron la
atención sobre el cuidado del recién nacido. Por otra parte, la figura del padre y las
relaciones paterno-filiales se readecuaron a una nueva perspectiva: el hijo le debe todo a
su padre porque le debe la vida. La noción educativa contenía el principio de un padre
venerable y respetado, por una parte, y el amor filial, por otra.

HISTORIA DE NACIMIENTOS Y DE MUERTES


- Partos en casa – acompañadas de parteras – nulo acompañamiento.
- Ausencia de médicos – bajos niveles de higiene.
- Nacimiento visto como éxito y regalo de Dios.
- Bautismo como algo primordial para salvar almas
- La vida del menor dependía, obviamente, del tipo de familia en que nacía.
- Las probabilidades de alcanzar la vida adulta eran muy limitadas para todo recién
nacido. Un alto porcentaje moría durante el parto, y, en no pocas ocasiones moría
también la madre.
- El combate contra la enfermedad conjugó, hasta muy avanzado el siglo XIX,
recursos de todo tipo: religiosos, supersticiosos y paramédicos, los que podían
emplearse por separado o en conjunto.
- Pese a que en las localidades más acomodadas, se accedía más a un tratamiento
médico, la ausencia de antibióticos y vacunas hacia que las enfermedades se
expandieran rápidamente y con alta mortalidad.
Observado el fenómeno desde la fría óptica de la estadística demográfica, la alta
mortalidad infantil representó un «alivio» para la sociedad. Si se considera que, no
obstante la magnitud de este fenómeno, el grupo juvenil de la población podía representar
más del 40% del total, resulta difícil comprender cómo las familias habrían podido sostener
a una masa tan grande de niños.

HISTORIAS DE ABANDONO
Niños rechazados por sus padres por:
- Control de natalidad, sobrepoblación
- Adulterio
- La miseria, pobreza
- Escasas fuentes de trabajo
- Cultura popular
Muchas veces los padres querían recobrar a ese hijo perdido, pero la “autoridad” era muy
subjetiva, ya que estos niños muchas veces se veían como una mano de obra gratuita.
Esta ausencia de «sentimiento maternal moderno» era coincidente con el rol que le
asignaba a la mujer-madre la estructura familiar patriarcal imperante en la sociedad, y
condicionado por severas normas de control social que regulaban su conducta pública
(como, por lo demás, también ocurría con los hombres). En este contexto, los afectos se
vivían a través de escasas manifestaciones, especialmente entre los hombres, pues los
sentimientos eran considerados como cosa de mujer. Abortos, infanticidios, violencia con
los menores fueron conductas reiterativas, a pesar de que se castigara muy
ocasionalmente a los padres y menos a las madres.
Los espacios en que se desenvuelve la vida del niño son muy limitados en esta sociedad
tradicional. Por lo general, duermen cerca de la madre (y del padre) aun en las familias
acomodadas. La separación del niño del cuarto materno fue, tal vez, una de las primeras
manifestaciones que generó la modificación del concepto de vivienda moderna,
desplazándoseles a una antecámara o, más comúnmente, a la habitación de los sirvientes.
Pero en las clases populares, que habitaban hogares que se componían de un cuarto o, a
lo más, de dos, los hijos siguieron resignadamente en la promiscuidad de la habitación que
compartían padres, hijos y hasta otras personas ajenas.
- Debido a esto, los niños de sectores más populares frecuentaban la calle y eran
testigo de todo lo que allí acontecía.
Estos niños abandonados en la casa de huérfanos tenían solo 3 alternativas:
- La muerte (llegaron a alcanzar un 64% de niños menores de un año en el año 1875-
79)
- La restitución a su hogar original o a familiares cercanos (algo muy raro)
- La adopción. Tramite muy informal.

AFECTOS, EDUCACIÓN Y SOCIABILIZACIÓN


Aunque difícil de precisar, hay un momento en que la condición del niño mejoró,
valorizándose de un modo diferente. En Europa, bajo el impacto de la industrialización, las
madres se incorporaron al mundo laboral reemplazando en muchos casos al trabajo
infantil. Su consecuencia inmediata fue la transformación de la familia desde una unidad
productiva a una unidad de salarios, estimulando a los padres a conservar a sus hijos en el
hogar.
Ya a comienzos del siglo XIX surgen algunas pequeñas escuelas parroquiales y se
difunden Catecismo de la Doctrina Cristiana y Cursos de Moral para uso de las escuelas.
Pero, como ha demostrado un reciente trabajo en España, esta educación consideraba al
niño como un ser insignificante, que se convertía en objeto fácilmente manipulable, a quien
se le podía (y debía) enseñar todo. Educación ampliamente sexista. El objetivo tácito de la
educación doméstica era inculcar al niño el «rol» que le correspondía, «ponerlo en su
sitio».
La mayoría de los estudios han explorado y reflexionado en torno de la existencia o
inexistencia de sentimientos en el trato de los adultos con el niño, y no sólo desde el punto
de vista de los cuidados que se tiene con ellos, sino incluso del espacio que se les da para
sus juegos y alegrías. Los juguetes, por ejemplo, han sido analizados dentro de este
contexto, aunque es indudable que la gran mayoría de los niños de familias populares
urbanas y campesinas no tuvieron juguetes o los inventaron con sus propios medios e
imaginación.

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