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ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN
2. EL DESARROLLO PSICOMOTOR EN LOS NIÑOS Y NIÑAS HASYA LOS 6
AÑOS
2.1. LA PSICOMOTRICIDAD EN EDUCACIÓN INFANTIL
2.2. NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES ASOCIADAS A LOS
TRASTORNOS DEL DESARROLLO MOTOR
La etapa desde el nacimiento hasta los seis años de edad posee un alto valor educativo y una
importante influencia en el desarrollo posterior. Así, conocer las características y etapas del
desarrollo infantil en sus diferentes ámbitos, es vital para comprender a los niños y niñas, así
como para diseñar la tarea educativa. Según la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para
la mejora de la calidad educativa, la educación infantil “(…) debe contribuir al desarrollo
físico, afectivo, social e intelectual de los niños”. Del mismo modo, es importante prestar
atención a los riesgos que pueden aparecer durante el desarrollo tal y como se señala en la Ley
17/2007, de 10 de diciembre, de Educación de Andalucía, la importancia de “La atención al
alumnado con necesidades educativas especiales, (…) de orden físico, psíquico, cognitivo y
sensorial”.
Podemos definir el desarrollo psicomotor como el conjunto de todos los cambios que se
producen en la actividad motriz de un sujeto a lo largo de su vida (ALMEIJEIRAS, R., 2008)
y la educación psicomotriz como aquella que tiene por finalidad la adquisición y desarrollo de la
capacidad de percepción del espacio, tiempo y simbolismo, partiendo de la toma de conciencia
y control del propio cuerpo. De forma específica, en el ámbito del desarrollo psicomotor, la
Educación Infantil se propone potenciar y consolidar ese proceso a través de la acción, a la vez
que asegura el progresivo dominio de la representación del propio cuerpo y de las coordenadas
espaciotemporales en las que la acción transcurre.
Por otra parte, la Orden de 5 de agosto, establece las áreas de la Educación Infantil, entre
las que se incluye el conocimiento de sí mismo y autonomía personal, que intrinca con el
desarrollo psicomotor de las niñas y niños. Resulta relevante la adquisición de destrezas para el
desarrollo de la autonomía, la responsabilidad y la iniciativa dado que favorecen el “aprender a
ser yo mismo y aprender a hacer”.
A lo largo del tema, encontraremos una visión del desarrollo de los niños y las niñas de 0 a
6 años, en el plano psicomotor. Iremos conociendo como el recién nacido se enfrenta al mundo
con sólo unos cuantos reflejos para a los seis años alcanzar unos niveles de competencia motriz
que le permitirán responder adecuadamente a las exigencias del mundo donde vive.
Como señala DELVAL (1994), resulta evidente que existen factores biológicos y
sociales que determinan el desarrollo del niño a lo largo de su ciclo vital. En la maduración del
propio SNC, y por ende en el desarrollo psicomotor, influyen tanto factores de tipo interno
(heredados) como externo (ambientales). En este sentido, se puede considerar que el desarrollo
psicomotor se encuentra entre lo estrictamente físicomadurativo y lo relacional, por lo que tiene
que ver tanto con unas leyes biológicas como con aspectos interactivos que dependen de la
estimulación y el aprendizaje. Las leyes universales a las que hacemos mención son: ley o
principio Céfalo-caudal en el que se orienta el desarrollo desde la cabeza a los pies,
relacionado con la psicomotricidad gruesa; ley o principio Próximo-distal orientándose el
desarrollo desde el tronco hacia las extremidades superiores, relacionado con la psicomotricidad
fina; principio general-específico dónde se controlan antes los movimientos globales y amplios
y por último el desarrollo de los flexores a los extensores.
Según PALACIOS y MORA (1990), hablar del desarrollo psicomotor implica considerar
una serie de componentes que, aunque actúan de un modo integrado, es importante
conceptualizar de modo independiente considerando su papel en la integración y el control
corporal:
Principales reflejos: son movimientos automáticos e involuntarios del recién nacido. Los
reflejos pueden clasificarse en dos grandes grupos: los primarios que están presentes desde
el nacimiento (reflejo tónico-cervical, reflejo de prensión palmar o Grasping, reflejo de
Babinski, etc.); y los secundarios que aparecen a lo largo de los primeros meses de vida
(reflejo de paracaídas, reflejo de Landau, etc.)
Esquema corporal: es la representación mental que el sujeto tiene de su propio cuerpo. Sin
una correcta elaboración de la propia imagen corporal, sería imposible el acto motor
voluntario.
Tonicidad: el término tono sirve para designar y caracterizar el estado de un músculo
(grado de tensión y grado de relajación). El niño ira aprendiendo a ajustar su tono muscular
gracias a la interacción con los objetos.
Control postural: la postura facilita la posibilidad de controlar la energía tónica necesaria
para realizar los gestos, tomar una posición determinada, prolongar una acción. El equilibrio
constituye la base de la actividad relacional y facilita la capacidad de iniciativa y autonomía
del niño.
Control respiratorio: la interiorización del proceso respiratorio favorece que el niño o la
niña conozcan mejor su propio cuerpo.
Estructuración espacial: toma de conciencia de las coordenadas en las que se mueve el
cuerpo y en las que transcurre nuestra acción. El niño irá dominando los planos espaciales
fundamentales (arriba-abajo) hasta otros más complejos (izquierda-derecha).
Estructuración temporal: la noción de tiempo está estrechamente relacionada con la del
espacio, pero las nociones temporales son más difíciles de dominar y, por tanto, aparecen
más tarde en el desarrollo, debido a que el tiempo es inmaterial.
2.1. LA PSICOMOTRICIDAD EN EDUCACIÓN INFANTIL
o El niño organiza poco a poco el mundo a partir de su propio cuerpo. Cuando es un bebé
experimenta solo sensaciones placenteras, que le distienden, y sensaciones
displacenteras, que le tensan.
o Durante el primer mes, el niño sólo cuenta, para adaptarse al medio ambiente, con una
serie de reflejos congénitos como son los de succión, prensión, visión, audición,
posturales, etc.
o En el primer año, desde el punto de vista somático, el funcionamiento motor pasa de
estar reducido a algunos grupos musculares y reflejos, hasta controlar todos los
músculos del cuerpo y permitir la locomoción hacia el final del primer año.
o A los 12 meses tiene movimientos de lateralización derecha-izquierda y es capaz de
abrir una caja.
o A los 18 meses ha conseguido ya una marcha segura, a colocar cubos uno sobre otro, a
los dos años sube escaleras y golpea la pelota.
o A los 3 años come solo, lanza una pelota con la mano, marchar de puntillas y saltar, etc.
o Entre los tres y los seis años, lo normativo es adquirir de forma progresiva: el esquema
corporal (percepción y control del propio cuerpo, equilibrio postural, respiración, etc.);
las conductas motoras (equilibrio, coordinación general, coordinación viso-manual); las
conductas neuro-motoras (por ejemplo, la lateralidad); que facilitan la expresión verbal
y gráfica, la grafomotricidad, la preparación para la numeración y el cálculo; la
lectoescritura, etc.
LÓPEZ Y POLO (2014) afirman que la principal necesidad de un niño o niña con
discapacidad motora es la necesidad de autonomía en sus desplazamientos. En este sentido, la
necesidad educativa más importante para estos niños será que estimulemos sus desplazamientos
(reptando, volteando sobre sí mismo, gateando, etc.) y su interacción con el entorno, desde el
momento de la detección de la deficiencia, siempre y cuando sus informes médicos lo permitan.
Caso de no ser posible ningún tipo de desplazamiento autónomo, se debe intentar suplir, por
medio de sillas de ruedas, ascensores, etc. También tienen especiales necesidades de cuidado,
alimentación e higiene. El desarrollo de hábitos autónomos de cuidado, alimentación e higiene,
dentro del currículum escolar deberán ser objetivos prioritarios para el alumnado con
discapacidad motora.
3. LA PSICOMOTRICIDAD EN EL CURRICULO DE EDUCACIÓN INFANTIL
Según la Orden, de 5 de agosto de 2008, “(…) Entre los múltiples logros que niñas y niños
consiguen a lo largo de la etapa cabe señalar como especialmente significativos (…) los logros
relacionados con las competencias psicomotrices, la capacidad para satisfacer de modo cada
vez más autónomo sus necesidades básicas así como la aparición y diversificación de
sentimientos y emociones (…)”
En cuanto a los Objetivos Generales, se señala de forma específica:.
a) Construir su propia identidad e ir formándose una imagen positiva y ajustada de sí
mismo, tomando gradualmente conciencia de sus emociones y sentimientos a través
del conocimiento y valoración de las características propias, sus posibilidades y
límites.
b) Adquirir autonomía en la realización de sus actividades habituales y en la práctica de
hábitos básicos de salud y bienestar y desarrollar su capacidad de iniciativa.
d) Observar y explorar su entorno físico, natural, social y cultural, generando
interpretaciones de algunos fenómenos y hechos significativos para conocer y
comprender la realidad y participar en ella de forma crítica.
Como hemos visto hasta ahora, el desarrollo psicomotor tiene una enorme transcendencia
no solo para el desarrollo de otros ámbitos de la personalidad sino también para muchos
aprendizajes. El currículo se hace eco de esta importancia y le da a la psicomotricidad un papel
preponderante, no limitándose a tratarla en un solo ámbito o área. El hecho de trabajar la
psicomotricidad a través de las distintas áreas o ámbitos de experiencia del currículo se debe
también a la concepción de globalidad e interdependencia que tanto se resalta a lo largo de la
LOE como en el Decreto 428/08.
DELVAL (1994) nos dice que los conocimientos parten de los estímulos sensoriales que
recibimos del ambiente y que la educación debe comenzar por atender a la actividad sensorial,
esto es, a potenciar la atención, la percepción, la imaginación y el aprendizaje motor. Según
DARIO y VIDAL citados anteriormente, en los procesos de aprendizaje suelen tener lugar tres
fases:
- Fase sensitiva: es el camino que recorren los sentidos hacia el cerebro
- Fase perceptiva: el cerebro interpreta las sensaciones que le llegan. Identificando,
comparando, discriminando y clasificando
- Fase representativa- simbólica: es la respuesta adecuada que da el cerebro a dichas
sensaciones. Experimentando, manipulando y jugando.
Una vez tratados estos aspectos básicos sobre la sensación y percepción analizaremos como
se produce la organización sensorial y perceptiva
“No hay nada en el conocimiento que antes no haya pasado por los sentidos”
Para un mejor entendimiento nos vamos a centrar en los cinco sentidos clásicos: Vista, oído,
olfato, gusto y tacto. Y a la vez hablar la evolución sensorial y perceptiva de los niños y niñas
de 0 a 3 años y de 3 a 6 años.
ORGANIZACIÓN SENSORIAL Y PERCEPTIVA HASTA LOS 3 AÑOS
o Percepción visual. La agudeza visual del recién nacido es pobre aunque aumenta
rápidamente. De forma innata, presta atención al movimiento, el contorno, la
curvilinealidad y determinados colores. El niño, a los dos meses, no tiene que aprender
a mirar los ojos móviles de su madre, que poseen, a la vez, contorno y movimiento.
o Percepción auditiva. El recién nacido es capaz de oír desde antes de su nacimiento, y es
sensible tanto a la localización del sonido como a la frecuencia del mismo.
o Percepción olfativa. Desde los primeros días los niños son sensibles a determinadas
sustancias olorosas y aprenden a distinguir rápidamente entre el olor del sostén de su
madre y el del que pertenezca a otra mujer.
o Percepción gustativa. Los recién nacidos tienen la capacidad de distinguir algunos
sabores, como los de salado y dulce. Muestran también pautas de chupeteo diferentes
cuando se les colocan sustancias distintas en la boca.
o Percepción táctil. Los receptores en la piel son sensibles al calor, al frío, al tacto y al
dolor. Por otro lado el tacto es como su primer lenguaje. El niño se comunica con su
madre a través de la piel.
Los diversos sentidos que hemos resaltado coexisten en su acción y función. Para alcanzar
el objeto de “percibir”, intervienen paralelamente todos los sentidos que puedan implicarse;
algunos autores afirman que un sentido no funciona sin ejercer influencia en el funcionamiento
de otros sentidos (GIMENO, 1996).
La educación correcta y sistematizada de los sentidos, permitirá cumplir la finalidad de
conocer el propio cuerpo y mediante este conocimiento del cuerpo y su dominio, poder
establecer las relaciones pertinentes en el espacio que nos rodea y de poder elaborar un esquema
corporal adecuado y preciso.
6. INTERVENCIÓN EDUCATIVA
De forma específica, y en el tema que nos ocupa, para desarrollar una metodología
psicomotriz y sensorial se han de dar tres fases:
o 1ª Fase: Sensitiva. Hemos de procurar que los niños mantengan sus sentidos alerta para
un uso adecuado. También es fundamental potenciar su capacidad de atención y de
resistencia a la fatiga.
o 2ª Fase: Perceptiva. Se pondrá en funcionamiento capacidades operativas de
reconocimiento, comparación, identificación, orden,..
o 3ª Fase: Representativa-simbólica. Una vez que el cerebro tiene la información
estructurada y organizada con la realidad, actúa organizando y dirigiendo los
movimientos a realizar. Antes el estímulo inicial venía del exterior, ahora procede de
una imagen mental previa a la realización.
Para alcanzar estas fases nos guiaremos, como es lógico, por los principios metodológicos de
carácter general que se recogen en el currículo. Como estrategias más específicas podemos
señalar las siguientes:
“Existe un placer del movimiento por sí mismo y en sí mismo, aparte de cualquier otra
finalidad”
Lapierre y Aucouturier.
8. BIBLIOGRAFÍA
Legislación