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Las crisis de angustia pueden causar síntomas como dolor torácico, sensación de
dificultad respiratoria y asfixia, mareos y náuseas.
Los médicos basan el diagnóstico en la descripción que la persona hace de las crisis
y del temor a sufrir otras crisis en el futuro.
El tratamiento puede consistir en antidepresivos, ansiolíticos, terapia de exposición y
psicoterapia.
¿Sabías que...?
Aunque las crisis de angustia producen síntomas que afectan al corazón y a otros
órganos vitales, no son peligrosas.
Puesto que los síntomas de una crisis de angustia involucran la acción de muchos órganos
vitales, las personas temen la posibilidad de padecer un problema médico grave relacionado
con el corazón, los pulmones o el cerebro. Por ejemplo, una crisis de angustia puede
percibirse como un infarto de miocardio. De ahí que la persona acuda a su médico de
cabecera repetidas veces o incluso a un servicio de urgencias. Si el médico no diagnostica
de manera adecuada los síntomas como expresión de una crisis de angustia, la
preocupación del paciente irá en aumento al pensar que se ha pasado por alto una grave
enfermedad física. Aunque las crisis de angustia provocan malestar, a veces extremo, no
son peligrosas.