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Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/una-cuestion-vital-acerca-del-aborto-
nid2447524/
Lo que en gran medida ocurre hoy en el denominado mundo libre presenta facetas
preocupantes en diversos planos pero en esta nota periodística aludimos a un aspecto que
estimamos vital, no en sentido figurado sino literal. Nos referimos a un ser humano en acto
con la carga genética completa desde el momento de la fecundación del óvulo, distinta del
padre y de la madre por lo que su exterminación resulta un despropósito mayúsculo e
injustificable para cualquiera que considera que lo primero es respetar la vida.
A veces se ha mantenido que esto no debe plantearse de este modo puesto que "la madre es
dueña de su cuerpo", lo cual es absolutamente cierto, pero no es dueña del cuerpo de otro, y
como las personas no aparecen en los árboles y se conciben y desarrollan en el seno
materno, mientras no exista la posibilidad de transferencias a úteros artificiales u otro
procedimiento es inexorable respetarlo. Es cierto que está en potencia de muchas cosas
igual que todo ser humano independientemente de su edad, por lo que constituye una
arbitrariedad superlativa inventar un momento de la gestación para proceder a la
liquidación de esa vida humana como si se produjera una mágica mutación en la especie, lo
cual, dicho sea de paso, es una lógica tan arbitraria que puede conducir a la justificación del
infanticidio.
"El niño por nacer, científica y biológicamente es un ser humano cuya existencia
comienza al momento de su concepción"
En este sentido y antes de seguir adelante con este tema –sin perjuicio de otras muchas
declaraciones científicas procedentes de distintas partes del mundo– es pertinente
reproducir la muy oportuna declaración oficial en el medio argentino por parte de la
Academia Nacional de Medicina de la que transcribo lo siguiente resuelto por su Plenario el
30 de septiembre de 2010 donde concluye: "Que el niño por nacer, científica y
biológicamente es un ser humano cuya existencia comienza al momento de su concepción.
Desde el punto de vista jurídico es un sujeto de derecho como lo reconoce la Constitución
Nacional, los tratados internacionales anexos y los distintos códigos nacionales y
provinciales de nuestro país. Que destruir a un embrión humano significa impedir el
nacimiento de un ser humano. Que el pensamiento médico a partir de la ética hipocrática ha
defendido la vida humana como condición inalienable desde la concepción. Por lo que la
Academia Nacional de Medicina hace un llamado a todos los médicos del país a mantener
la fidelidad a la que un día se comprometieron bajo juramento."
Como queda dicho, solo en base a un inadmisible acto de fe en la magia más rudimentaria
puede sostenerse que diez minutos después del nacimiento estamos frente a un ser humano
pero no diez minutos antes. Como si antes del alumbramiento se tratara de un vegetal o un
mineral que cambia súbitamente de naturaleza. Quienes mantienen que en el seno materno
no se trataría de un humano del mismo modo que una semilla no es un árbol, confunden
aspectos cruciales. La semilla pertenece en acto a la especie vegetal y está en potencia de
ser árbol, del mismo modo que el feto pertenece en acto a la especie humana en potencia de
ser adulto.
La evolución del conocimiento está inserta en la evolución cultural y, por ende, de fronteras
móviles en el que no hay límite para la expansión de la conciencia moral. Constituyó un
adelanto que los conquistadores hicieran esclavos a los conquistados en lugar de achurarlos.
Más adelante quedó patente que las mujeres y los negros eran seres humanos, que se les
debía el mismo respeto que a otros de su especie. En nuestro caso, la secuencia embrión-
mórula-blastocisto-feto-bebe-niño-adolecente-adulto-anciano no cambia la naturaleza del
ser humano. La implantación en la pared uterina (anidación) no implica un cambio en la
especie, lo cual, como señala Ángel S. Ruiz en su obra sobre genética "no añade nada a la
programación de esa persona", y dice que sostener que recién ahí comienza la vida humana
constituye "una arbitrariedad incompatible con los conocimientos de neurobiología". La
fecundación extracorpórea y el embarazo extrauterino subrayan este aserto.
Entonces, en rigor no se trata de aborto sino de homicidio en el seno materno, puesto que
abortar significa interrumpir algo que iba a ser pero que no fue, del mismo modo que
cuando se aborta una revolución quiere decir que no tuvo lugar. De más está decir que no
estamos aludiendo a las interrupciones naturales o accidentales sino a un exterminio
voluntario, deliberado y provocado.
Se suelen alegar razones pecuniarias para abortar, el hijo siempre puede darse en adopción
pero no matarlo por razones crematísticas, porque como se ha hecho notar con sarcasmo
macabro, en su caso "para eso es mejor matar al hijo mayor ya que engulle más alimentos".
Como ha dicho Ronald Reagan: "Tienen suerte los abortistas de que no se les haya aplicado
las recetas que ellos patrocinan".
La lucha contra este bochorno en gran escala reviste mucha mayor importancia que la lucha
contra la esclavitud, porque por lo menos en este caso espantoso hay siempre la esperanza
de un Espartaco exitoso, mientras que en el aborto no hay posibilidad de revertir la
situación.