Está en la página 1de 26

Japón 1972

El Japón
EL JAPÓN es un país de variedad. Su terreno montañoso, que abarca cuatro islas principales y muchas otras de
menor tamaño, se extiende en una larga creciente desde el suelo nevado de Hokkaido en el norte al subtropical
Kiusiu al oeste. Solo el 15 por ciento del terreno es lo suficientemente llano para el cultivo. En su mayoría, la
gente está apiñada en ciudades y pueblos costaneros. Campos terraplenados suministran arroz. Hay también una
variedad de frutas en su sazón y del océano viene una abundancia de pescado, alga marina y otros manjares
exquisitos para la mesa. En grado sumo, el Japón se puede mantener a sí mismo en cuanto a alimento, aunque
ahora la población pasa de los 105 millones de personas.
La gente por lo general es de baja estatura, industriosa, afanosa en el trabajo y orgullosa de su tradición
japonesa. Una sola lengua, con muy poca variación dialectal, se habla por todo el Japón. La escritura, para la
cual se usan comúnmente 1.850 caracteres chinos, es bastante complicada. Pero el 99 por ciento de la población
lee y escribe. Les encanta leer. La ingeniosidad japonesa, y la aptitud para mejorar las invenciones de otros,
también ha ayudado a la nación a convertirse en una de las principales potencias industriales del siglo veinte.
En el Japón de hoy la ropa de estilo occidental se ve mucho más que la oriental. El pan está tomando el lugar
del arroz en muchas comidas. Edificios de apartamentos de hierro y concreto, llamados “mansions,” se elevan
por de doce a veinte pisos donde antes había casas de madera y papel. Pero con este desarrollo industrial el
problema de la contaminación se ha hecho grande.
LA RELIGIÓN EN EL JAPÓN
La Encyclopædia Britannica ha declarado: “La historia antigua del Japón, según está registrada en los anales
nativos, está tan completamente envuelta en leyenda mitológica como para ser absolutamente indigna de
confianza.” En esta mitología, se supone que el primer emperador, Jimmu, haya ascendido al trono en 660 a. de
la E.C. Él y la dinastía de 124 emperadores hasta Hirohito, se dice, han sido descendientes de Amaterasu
Omikami, la diosa solar... la que trajo la luz al mundo cuando se le hizo salir de su caverna por el ardid de
permitirle tener un vistazo de su belleza en un espejo. A través de los siglos se desarrolló el sintoísmo (“El
Camino de los Dioses”), principalmente como un sistema de adorar a los antepasados y las fuerzas de la
naturaleza. Hasta este día, cada comunidad local celebra su fiesta anual del sintoísmo, donde hombres y
muchachos a medio vestir caminan alrededor haciendo ruido y llevando sobre sus hombros un templete portátil.
En éste tienen los lugares de honor como símbolos del sintoísmo el espejo, las joyas y la espada. Hasta el fin de
la II Guerra Mundial, el sintoísmo, que daba mucha importancia a la adoración del emperador, fue la religión
estatal.
Pero en el Japón muchas personas pertenecen a más de una religión. Piensan que así pueden sacar lo mejor de
varias religiones. Comenzando desde el sexto siglo de la E.C., cuando el budismo entró en el Japón desde China
y Corea, muchas prácticas budistas fueron incorporadas en la vida de la gente. La religión sintoísta y la budista
se hicieron coexistentes. No es cosa poco común hallar el santuario del sintoísmo y el templo budista locales
lado a lado. En muchos hogares japoneses se nota la repisa del dios del sintoísmo en el porche, mientras que el
altar budista de la familia se destaca en un cuarto interior. En cualquiera de los dos lugares se colocan frutas,
flores, y cosas por el estilo, para el placer de los espíritus ancestrales.
Tradicionalmente, las parejas se casan —y a sus hijitos se les bendice— en una ceremonia del sintoísmo, pero
los funerales y los servicios conmemorativos que vienen después los conduce el sacerdote budista. El sintoísmo
tiene que ver mayormente con purificarse de contaminación ceremonial, pero el budismo con ritos para los
muertos. Literalmente hay centenares de diferentes sectas sintoístas y budistas.
Durante la era en que dominó el sintoísmo estatal, la mente del pueblo estuvo muy inclinada hacia la adoración
del emperador. A muchos se les saturó con el fuerte fervor militarista y nacionalista que llegó a su apogeo
durante lo intenso de la II Guerra Mundial. Las vidas se sacrificaban con liberalidad en el altar de la adoración
del emperador, y a los que se rendían en vez de morir por la honra del emperador generalmente se les
consideraba excluidos de la sociedad. Al caer en derrota el Japón, ejércitos enteros escogieron la aniquilación
antes que rendirse. En el auge del militarismo, y antes de ello, la escena japonesa no presentaba posibilidades
brillantes de prosperidad en la predicación de las buenas nuevas acerca del “Príncipe de Paz.”
Ciertamente, la entera historia de Japón ha sido caracterizada por guerra interna, asesinato y harakiri, revolución
y el uso de la espada. Pocos países han tenido una historia tan violenta, y mucho de esto todavía es glorificado
en representaciones dramáticas y en películas que presentan a los caballeros samurai y el culto de bushido (“el
camino del guerrero”). Durante contiendas amargas entre sectas budistas rivales, por las calles de Kyoto, la
antigua capital del Japón, corrían ríos de sangre de estos combatientes sacerdotales y sus secuaces.
LA LLEGADA DE LOS MISIONEROS DE LA CRISTIANDAD
¿Podría el cristianismo conseguir establecerse firmemente entre el conglomerado de sectas budistas y sintoístas,
y especialmente con el sintoísmo estatal como factor tan prominente en la vida de la gente?
Las religiones de la cristiandad comenzaron a enviar misioneros al Japón a mediados del siglo dieciséis. Se ha
dicho que en la zona de Nagasaki unas 150.000 personas fueron convertidas al catolicismo. Sin embargo,
después de declarar que la religión católica romana llegó a ser para los japoneses más como “un símbolo de la
civilización europea,” la Encyclopædia Britannica hace el siguiente comentario: “Aunque parte de los
campesinos oprimidos dieron la bienvenida al evangelio de la salvación, los mercaderes y señores guerreros que
estimaban el valor del comercio consideraron al catolicismo un eslabón importante entre ellos y el continente
europeo en expansión.” La religión católica llegó a ser el peón de los comerciantes y los contrabandistas de
armas de fuego, y pronto el shogun japonés, Toyotomi Hideyoshi, ordenó que fuera suprimida por persecución
cruel. Desesperados, los católicos del Japón occidental se levantaron en insurrección armada, solo para ser casi
aniquilados para 1637. Los sobrevivientes o renunciaron a su fe o se vieron obligados a entrar en la
clandestinidad como “cristianos ocultos,” que camuflaban sus imágenes católicas bajo simbolismos budistas.
Hasta el “gran nuevo despertamiento” del Japón, que comenzó con la era de Meiji en 1868, a la mayoría de las
influencias extranjeras, incluso la religión, se les prohibió la entrada en el Japón. No obstante, cuando de nuevo
se le abrieron las puertas al mundo exterior, las sectas de la cristiandad enviaron sus misioneros en veintenas.
¿Cómo les fue a éstos? No hubo conversión en masa de los japoneses. Éstos pensaban que sus creencias
sintoístas y budistas eran lo suficientemente buenas para ellos, como habían sido lo suficientemente buenas para
sus antecesores. ¿No tenía el budismo un buen código moral? ¿Qué podía ofrecer la cristiandad, con su largo
registro de guerras y opresión colonial, que recomendara su religión como superior? Por eso los japoneses
tomaron de las religiones de la cristiandad lo que consideraron que era provechoso y añadieron esto a sus
propias creencias tradicionales, de manera muy parecida a como habían injertado algo del confucianismo y el
budismo en siglos anteriores.
Viendo que progresaban poco con un “evangelio de salvación,” los misioneros de la cristiandad se esforzaron
por dejar su marca por medio del establecimiento de hospitales, escuelas y universidades, dando así estímulo
indirecto a la adopción de la religión de las sectas de la cristiandad. ¿Tuvieron buen éxito en esto? Muchos de
los japoneses han agradecido los beneficios médicos y educativos que recibieron, y los han usado bien, pero
muy pocos han visto una razón para adoptar la religión de la cristiandad. Hoy día, en una población de más de
100 millones de personas, solo la mitad de un millón afirma que son cristianos.
Muchos de los japoneses de hoy día tienen una Biblia, y le dicen a uno que tomaron instrucción bíblica en una
de las escuelas de la cristiandad. Pero ahora, si tienen una religión, se contentan con seguir con la de sus
antecesores, senzo dai-dai (“de generación a generación”). Parece que donde mayor impresión han hecho las
sectas de la cristiandad en el japonés ha sido en la celebración de las Navidades, con su brillo y relumbrón, sus
festividades y su abandono de restricciones. Un dueño de tienda japonés cierta vez le dijo a un misionero de la
Watch Tower: “Soy buen cristiano y buen sintoísta. Vendo árboles de Navidad para las Navidades, y árboles del
sintoísmo para el Año Nuevo.” Las Navidades no han logrado hacer cristianos de los japoneses.
ENTRA EN EL JAPÓN EL MENSAJE DEL REINO
En su asamblea celebrada del 1 al 10 de septiembre de 1911, la Asociación Internacional de Estudiantes de la
Biblia nombró un comité “para hacer un recorrido del mundo y suministrar un informe escueto de la verdadera
condición de los asuntos en los países orientales entre los pueblos llamados por lo general ‘paganos.’” Esto vino
después de la proposición de cierto Movimiento Misional de Legos de que se recogieran 30.000.000 de dólares
para la conversión inmediata del mundo. El comité nombrado, que estuvo compuesto por el pastor Russell,
R. B. Maxwell, el Dr. L. W. Jones, el general W. P. Hall, J. T. D. Pyles, el profesor F. W. Robison y
E. W. V. Kuehn, se puso prontamente en marcha y, después de una parada en las islas del Hawai, siguió
adelante al Japón.
El hermano Russell y sus compañeros hicieron un viaje de más de 1.125 kilómetros a través del Japón, visitando
a Yokohama, Tokio y otras ciudades y siguiendo hasta Nagasaki en el oeste. En Tokio, donde el hermano
Russell pronunció dos discursos, notó que los misioneros de la cristiandad estaban considerablemente
desanimados. El hermano Russell informó que la tendencia del sentimiento religioso era “hacia la infidelidad, la
duda y el ateísmo,” y citó una encuesta reciente de tres departamentos de la Universidad de Tokio, que había
resultado en el siguiente censo religioso entre los estudiantes: cristianos, 4; budistas, seguidores de Confucio y
sintoístas, 17; no comprometidos, 46; ateos, 60; agnósticos, 282; total, 409. El hermano Russell resumió la
situación, diciendo:
“El cristianismo en el Japón está en gran manera en la misma condición en que se encuentra en los Estados
Unidos y en Europa, en dos respectos. (1) Hay una cantidad de personas que son verdaderos adoradores,
creyentes devotos, pero son pocos. (2) Un número mayor se asocia por las ventajas que adquieren de una
manera u otra... como, por ejemplo, el privilegio de escuelas nocturnas, gimnasios de Y.M.C.A., y así por el
estilo.”
Los sermones del pastor Russell les suministraron a los japoneses más cosas en las cuales pensar que hasta
entonces. Su informe dice: “Lo que los japoneses necesitan es ‘el Evangelio del Reino,’ anunciando la segunda
venida de Jesús como el Mesías de Gloria, para gobernar, sanar e instruir a todas las familias de la Tierra.”
Otro excelente testimonio dio en la zona de la China, Corea y el Japón en 1915 la hermana F. L. Mackenzie,
una repartidora de nacionalidad británica. La hermana Mackenzie colocó en manos de la gente o prestó muchos
ejemplares de Estudios de las Escrituras, e hizo una segunda serie de visitas por el Oriente en 1918. Una carta
que escribió a personas de aquella zona que se interesaban en la verdad llamó atención al capítulo 15 del Plan
Divino de las Edades, que trataba “de la gran dificultad que ya ha comenzado en el mundo, a la cual se señaló
desde hace casi 40 años por lo que decía la Biblia.”
LA ERA DE LA “TODAISHA”
El 6 de septiembre de 1926 llegó al Japón como misionero de la Sociedad al Japón, Corea y China un
estadounidense-japonés, Junzo Akashi. Estableció una sucursal en Kobe, pero ésta fue mudada después a Ginza,
Tokio, y finalmente a Ogikubo, entonces a las afueras de Tokio, donde se estableció una imprenta. Hasta el
estallido de la II Guerra Mundial, el Japón, Corea y Taiwan fueron trabajados por repartidores de tiempo cabal
de la Watch Tower procedentes del Japón. La cantidad de éstos en el Japón alcanzó un máximo de 110 en 1938.
Parece que no había reuniones de congregación, tales como el estudio de La Atalaya, sino que se colocaba
énfasis en reuniones en las calles y la distribución de la edición japonesa de The Golden Age (correspondiente a
la revista conocida después en español como Consolación, y más tarde como ¡Despertad!). Tan solo en 1938 se
distribuyeron 1.125.817 revistas. Akashi dio a la organización el nombre de “Todaisha,” que quiere decir “El
Faro.”
Desde el tiempo del “Incidente de Manchuria” del 18 de septiembre de 1931, el militarismo fue acrecentándose
mucho en el Japón. Por consiguiente, el 16 de mayo de 1933 Akashi y varios otros fueron arrestados y
examinados por los procuradores públicos por sospecha de haber violado la ley de Conservación de la Paz
de 1925 del estado policíaco del Japón. Sin embargo, pronto se les soltó por falta de prueba. ¡Pero se
aproximaban más dificultades!
Después que el Japón se unió a Alemania en un pacto anticomunista en 1936, todos los organismos religiosos
llegaron a estar bajo la presión intensa del gobierno. Como resultado de esto, la Iglesia Católica Romana
cambió de posición en cuanto a rendir homenaje a los santuarios del sintoísmo, ¡y permitió esto como una
ceremonia “no religiosa”! El gobierno pidió a todos los cuerpos religiosos que enviaran sus representantes al
frente para orar por la victoria del Japón, y la mayoría hizo eso. Bajo la ley de Organismos Religiosos de 1939,
a las sectas budistas y a las sectas de la cristiandad respectivamente se les obligó a unir sus organizaciones.
En 1944, tanto la alianza protestante (Kyodan) como la Iglesia Católica Romana se unieron a la Asociación
Religiosa Patriótica de Tiempos de Guerra del Japón, junto con las sectas del sintoísmo y el budismo. ¿Cómo se
trató a los testigos de Jehová durante el gobierno opresivo de los jefes guerreros del sintoísmo, apoyados por su
panteón de “ocho millones de dioses”?
Un informe de resumen preparado por el Ministerio de Asuntos Interiores japonés de 1947 describe así aquellos
días turbulentos: “En mayo de 1933, Akashi y varios de sus asociados . . . fueron arrestados bajo cargos de lesa
majestad en la prefectura de Chiba y la Todai-sha fue disuelta. Fue reorganizada y muchos miembros . . . (unos
200 en total, incluso 50 residentes de Tokio) fueron enviados por todo el Japón, Manchuria, Corea, Taiwan, etc.,
pronunciando discursos y distribuyendo literatura [traducida] por Akashi. Aseguraban que la doctrina de la
Trinidad era falsa y abogaban por un monoteísmo de ‘Jehová’; que toda religión que no fuera la de los Todai-
sha eran invenciones de Satanás, y que la organización política del mundo también era una invención de Satanás
y causaba guerra opresora, pobreza y enfermedad; que Cristo se levantaría y destruiría estas invenciones
satánicas en Armagedón y construiría el Reino de Dios. Finalmente, y éste era el punto esencial del caso en
cuanto a lo que tenía que ver con los tribunales japoneses, porque de otro modo no se hubieran interesado en las
doctrinas de este cuerpo religioso ni ningún otro, ‘la Todai-sha ayudaba al establecimiento de la organización y
sistema de Jehová.’ Puesto que se consideraba que esta aserción era un plan para el derribo de la estructura
estatal japonesa (Kokutai), los miembros de la Todai-sha fueron arrestados el 21 de junio de 1939, y a algunos
se les declaró culpables.”
El tomo I de Study of Resistance in War Time (Estudio de la resistencia en el tiempo de la guerra), publicado
por el Instituto para el Estudio de la Ciencia Cultural, de la Universidad Doshisha, Kyoto, y publicado en 1968,
da un informe extenso sobre la actividad y persecución de los testigos de Jehová en el Japón antes de la
II Guerra Mundial y durante ella. Este informe está en su mayor parte basado en registros reales de casos en los
tribunales. Además hay entrevistas de algunos testigos de Jehová, incluso entrevistas con personas que se han
apartado de la verdad. El informe menciona la anterior orden del tribunal de 1933, prohibiendo la distribución
de La Atalaya y la mayor parte de las otras publicaciones de la Sociedad, pero dice que, para 1938, se estaban
produciendo 105.000 publicaciones cada mes. (Estas eran en su mayor parte The Golden Age, que en español
fue conocida después como la revista Consolación, y ahora es ¡Despertad!). Entonces se da una descripción de
los encarcelamientos y los juicios, según se detalla en los siguientes párrafos:
En enero de 1939 tres miembros de la Todaisha fueron llevados ante la junta de reclutamiento. Éstos declararon:
“No adoraremos a ninguna criatura sobre Jehová, ni nos inclinaremos hacia el palacio del emperador ni su
fotografía.” También dijeron: “Puesto que el emperador es una criatura del Creador original del universo,
Jehová Dios, y puesto que hoy el emperador no es sino un instrumento del dominio inicuo del Diablo,
no deseamos adorar al emperador ni jurarle lealtad.” Fueron sentenciados a de dos a tres años de prisión.
El 21 de junio de 1939, de un golpe, otros 130 miembros de la Todaisha fueron arrestados... noventa y uno
(incluso Junzo Akashi) en Tokio y otras dieciocho prefecturas del Japón, treinta de Corea y nueve de Taiwan.
La oficina central de la Todaisha en Tokio fue rodeada por más de cien policías armados, y se hizo un registro
cabal. Aquí, veinte adultos y seis niños fueron arrestados. Akashi, su esposa, y sus hijos segundo y tercero
fueron encerrados en la delegación de policía de Ogikubo.
En agosto de 1939 Junzo Akashi fue transferido solo a la delegación de policía de Ogu. Por siete meses lo
investigó la policía especial del departamento religioso. Usaron violencia para extraerle “confesiones.” Fue
torturado día y noche, y tuvo como compañeros de celda insectos venenosos, mosquitos, piojos y chinches. Se
le pateó y arrojó repetidamente contra el suelo, y le golpearon la cara hasta que no podía ser reconocida. Su
cuerpo entero fue cubierto de heridas. Finalmente, según este informe de la Universidad Doshisha, cedió y
afirmó todo lo que la policía le pidió. Después de interrogatorios cada vez más violentos, la policía completó su
informe sobre Junzo Akashi el 1 de abril de 1940.
El 27 de abril de 1940 Akashi y otros cincuenta y dos fueron acusados formalmente de violar la ley de
Conservación de la Paz. Akashi mismo fue también acusado de sedición contra el gobierno y falta de respeto al
emperador. El 27 de agosto de aquel mismo año, la Todaisha fue proscrita como organización ilegal que
incitaba al desorden público. El juicio de Junzo Akashi y los otros cincuenta y dos continuó a través de 1941
y 1942, y durante ese tiempo uno de ellos murió de enfermedad. Finalmente, todos menos uno, que respondió a
la llamada militar, fueron convictos y sentenciados. Junzo Akashi recibió una sentencia de doce años y los otros
de dos a cinco años de prisión.
Las investigaciones policíacas eran acompañadas de toda clase de violencia y tortura. El tratamiento menos
severo consistía en echar maldiciones y golpear, pero a menudo el tratamiento sádico resultaba en dejar a la
víctima lisiada o inutilizada. Debido al largo período de vivir en celdas de mala condición higiénica, muchos
enfermaron o resultaron incapacitados. Algunos murieron en prisión. Miembros de familias fueron esparcidos o
desaparecieron, y muchos cayeron en circunstancias lamentables.
Uno de los de la Todaisha fue primero encerrado en la Prisión Militar Yoyogi de Tokio en junio de 1939, y más
tarde puesto en libertad el 16 de diciembre de 1940. Arrestado de nuevo en Kumamoto el 1 de diciembre
de 1941, se le mantuvo en una celda pequeña y oscura por dos meses con los brazos atados detrás. Lo golpearon
repetidamente. En agosto de 1942 dos policías militares lo golpearon y patearon por hora y media ante los ojos
de su padre, y lo dejaron medio muerto. Esto se debió a que rehusó inclinarse en la dirección del palacio del
emperador. Mientras estaba en la misma prisión, a mediados del invierno, en diciembre de 1944, le quitaron la
ropa, le ataron los brazos detrás y lo acostaron en un piso de concreto húmedo. Le echaron cubos de agua sobre
el rostro y la nariz hasta que quedó inconsciente, y entonces lo abandonaron por varias horas hasta que revivió.
El mismo proceso se repitió varias veces. Cuando finalmente fue puesto en libertad de la Prisión de Fukuoka en
octubre de 1945, estaba más muerto que vivo.
El libro Study of Resistance in War Time concluye así su informe: “Pero hasta a través de persecución de esta
clase, muchos de la Todaisha continuaron manteniendo su fe, esperando su liberación que vino en 1945.”
Sí, muchos mantuvieron su fe, y varios de éstos sirven lealmente como testigos de Jehová hasta este día. Sin
embargo, parece que la mayoría de los de la Todaisha seguían a un hombre, Junzo Akashi. Por ejemplo, la
persona que pasó por las duras experiencias de prisión que se acaban de describir fue entrevistada el 18 de mayo
de 1971, en el programa de televisión del Canal 12 de Tokio. Después que había descrito las actividades y
persecuciones de los de la Todaisha, el que lo entrevistaba le preguntó: ¿Qué hay de las actividades de la
Todaisha hoy?” A lo cual el respondió: “Ha logrado su propósito, y por eso ya no existe.”
¿Y qué hay de Junzo Akashi mismo? Dentro de dos años de haber salido de prisión, Akashi le escribió al
presidente de la Sociedad Watch Tower una carta, con fecha de 25 de agosto de 1947, en la cual indicó que
no concordaba con lo que la Sociedad había publicado desde 1926. Esto fue de hecho antes que aceptara su
asignación como superintendente de sucursal para el Japón. Así Junzo Akashi, por su propia confesión, había
estado desempeñando el papel de hipócrita por más de veinte años.
EJEMPLOS PUROS DE INTEGRIDAD
Entre los sobrevivientes fieles de aquellos tiempos dificultosos estuvieron el hermano Jizo Ishii y su esposa.
En 1928, mientras tenía una sastrería en Joto-Ku, Osaka, el joven Ishii obtuvo un ejemplar del libro El Arpa de
Dios. Pronto quedó convencido de que había hallado la verdad real de la Biblia. Él y su esposa se bautizaron el
23 de marzo de 1929, y en septiembre fueron nombrados repartidores. En su predicación usaron El Arpa de
Dios, Liberación, Creación, La Atalaya (que fue proscrita en 1933) y The Golden Age (ahora en español
¡Despertad!), así como cinco clases de folletos, en japonés. Abarcaban un territorio que se extendía por tres
cuartas partes del Japón, incluso Osaka, Okayama, Tokusima, Kyoto, Nagoya, Yokohama, Tokio y el distrito de
Kanto, Sendai y Sapporo.
En el verano de 1930 el hermano Ishii y su esposa fueron asignados a trabajar en la sucursal de Tokio de la
Todaisha. Aquí hacían trabajo de sastrería, remiendo y planchado para los que trabajaban en el campo. A veces
los que estaban en la sucursal salían en grupos de cuatro a trabajar territorios cercanos, y hasta viajaban por
bicicleta sobre el paso de Hakone hasta Numazu. Una de las cosas que recuerda el hermano Ishii entre las
primeras fue la del anuncio del “nuevo nombre” de testigos de Jehová en 1931. Un hermano de la sucursal de
Tokio construyó un aparato de radio de onda corta, de modo que pudieran escuchar lo que sucedía en la
asamblea de Columbus, Ohio, mientras Junzo Akashi explicaba. Oyeron al hermano Rutherford pedir la
adopción del “nuevo nombre,” y el gran grito de aceptación por todos los hermanos. ¡Los que estaban en Tokio
dieron el grito con ellos al mismo tiempo!
Los hermanos de Tokio oyeron que se estaban utilizando extensamente automóviles con altavoces en los
Estados Unidos. Por eso, un hermano que era carpintero construyó una caja grande con ventanas y una puerta
doble en la parte de atrás, y la montó sobre un eje de ruedas de automóvil. Dentro había anaqueles para
almacenar hamacas de dormir, literatura, vasijas y sartenes y alimento. Un hermano empujaba el vehículo por
un asidero detrás, y otros lo halaban por una soga atada al astil. Se le llamaba el “Gran Jehú.” Por medio del
“Gran Jehú” predicaron a lo largo de los más de 1.125 kilómetros desde Tokio hasta Shimonoseki. También
había vagones pequeños halados por bicicleta, y llamados “Pequeño Jehú,” con los números del 1 al 5. Dos
jóvenes hermanos testificaron hasta Hokkaido con un “Pequeño Jehú.”
Con el tiempo, el hermano Ishii y su esposa fueron asignados de nuevo a la obra de repartidores. El 21 de junio
de 1939 fueron arrestados junto con todos los demás de la Todaisha. En aquel tiempo estaban en Kure. Fueron
llevados primero a Hiroshima, y entonces enviados al norte a Sendai. Aquí fueron sometidos a interrogatorios
repetidos. El inspector investigador de la policía les dijo: “La Todaisha tiene nombre de cristiana, pero en
realidad es una organización secreta judía, el KKK.” En sus celdas de concreto el calor del verano era
insoportable, y en el invierno se helaban completamente. Las condiciones eran muy antihigiénicas pues había
muchas pulgas y piojos, y solo se les permitía el uso del servicio sanitario a tiempos fijos. Enflaquecieron y
muchas veces se sentían mareados. Podían oír gritos de demencia procedentes de una celda cercana, de un
soldado que había perdido el juicio en el campo de batalla. Por todo un año se les negó toda lectura.
Era un placer para ellos respirar aire fresco cuando se les sacaba para ser examinados. En una de aquellas
ocasiones el hermano Ishii trató de usar la Biblia, pero el funcionario dijo: “No responda con la Biblia. Conteste
en sus propias palabras. Usted está endemoniado, porque siempre quiere usar la Biblia.” Cuando él trató de
explicar en sus propias palabras lo que la Biblia decía el semblante del funcionario se encolerizó. Dijo él:
“Entonces detendremos el examen, y no cenarán esta noche. Mediten en esto en su celda.” Fueron devueltos a
sus lóbregas celdas. El día siguiente los sacaron para continuar la investigación. El inspector auxiliar entró para
oír el testimonio. “¿Por qué no se libran de este demonismo?” gritó, golpeando al mismo tiempo al hermano
Ishii en la cabeza y el rostro con una soga. Oyeron el ruido que indicaba que otros hermanos estaban siendo
azotados con espadas de esgrima hechas de bambú y que se les estaba arrojando al suelo.
Cierto día el inspector se encolerizó y arrojó la Biblia del hermano Ishii al suelo, la pisoteó y, mirándolo al
rostro, dijo: “¿No se enoja usted?” “No me agrada eso, pero no estoy enojado,” replicó el hermano Ishii. El
inspector no podía entender aquello, de modo que el hermano Ishii explicó: “La Biblia es un libro. Este libro
no nos salva. Pero nuestra salvación está prometida si seguimos las cosas que están escritas en la Palabra de
Dios y ejercemos fe en ellas y las llevamos a cabo.” El inspector recogió la Biblia, sacó un pañuelo del bolsillo
de su uniforme, cortésmente limpió el polvo de la Biblia y la volvió a colocar sobre el escritorio.
A medida que siguió la investigación del hermano Ishii, la policía le mostró un informe sobre el testimonio
dado por Junzo Akashi, el cual le sorprendió debido a que claramente se apartaba de la verdad. Le preguntaron:
“¿Cree usted lo que dice Akashi?” Él dijo: “No, Akashi es un hombre imperfecto. Mientras Akashi siga los
principios de la Biblia fielmente, puede ser usado como un vaso de Dios. Pero en vista de que su testimonio
ahora es enteramente diferente, ya no es mi hermano. Por lo tanto, no tengo ninguna relación con él.” Akashi
había declarado en este testimonio que él mismo era Cristo.
Al interrogar al hermano Ishii, el funcionario trató de hacerle decir que el Japón sería derrotado para el 15 de
septiembre de 1945. El hermano Ishii dijo: “Yo no soy esa clase de profeta, que pueda profetizar algo en cuanto
al año, el mes y el día. Pero la victoria no vendrá por medio de la alianza de las Potencias del Eje.” Este
inspector de la policía fue más tarde objeto de una purga, pero el hermano Ishii fue puesto en libertad. Regresó a
Kure. Después de la guerra, se puso en comunicación con la organización de Jehová de nuevo cuando, junto con
su hijo de seis años, adoptado después que había sido puesto en libertad, asistió a la primera asamblea de la
posguerra en Tarumi, Kobe, en diciembre de 1949.
En los últimos años la hermana Ishii ha sido una muy activa precursora regular y el hermano Ishii ha servido de
precursor temporero. Al estilo del verdadero repartidor, colocó 147 libros encuadernados en un solo mes. El
hermano Ishii escribió: “ha sido nuestro regocijo continuar recibiendo el alimento espiritual al tiempo debido.
Cuando vinieron jóvenes precursores especiales aquí a Kure, se estableció una congregación. La congregación
progresa y está en expansión. Ahora hay dos precursores especiales, diecisiete precursores regulares y treinta y
seis publicadores... un total de cincuenta y cinco Testigos. El domingo, 133 personas asistieron al discurso
público de la visita del siervo de circuito.” Eso fue en 1971, y en junio de 1972 el hermano Ishii murió, después
de dar un espléndido testimonio en el hospital en cuanto a la cuestión de la sangre. Su hijo, ya crecido, ha
servido de precursor especial y superintendente en la congregación de Kobe Tarumi, y, más recientemente, en la
de Hiroshima Oeste.
Una de las familias a quienes habló la hermana Ishii en sus primeros años de obra de repartidora tiene también
un registro espléndido en lo que se refiere a la verdad. Esta es la familia Miura, que vivía en el pueblecito de
Ishinomori, a unos cuarenta kilómetros al norte de Sendai. Cuando Katsuo Miura se casó en la primavera
de 1931 tenía veinticuatro años de edad, y su novia, Hagino, diecisiete años. De la hermana Ishii, Katsuo Miura
obtuvo El Arpa de Dios, Liberación y otros libros, y rápidamente reconoció que éstos contenían la verdad.
Visitó la central de la Todaisha en Tokio, y, en cambio, Junzo Akashi visitó a los Miuras en Ishinomori. Allí, en
octubre de 1931, Akashi los “bautizó” rociando agua sobre ellos en su bañera particular. (Así, pues, como
muchos otros, más tarde tuvieron que ser bautizados de nuevo.) En noviembre, Katsuo y Hagino Miura se
hicieron repartidores.
Los Miuras vendieron todas sus pertenencias por subasta pública, y bajaron a las oficinas centrales de la
Todaisha en Tokio. Alquilaron una habitación cerca en Suginami-Ku. El día siguiente comenzaron a participar
en la obra de casa en casa, sin que nadie los entrenara, pero entusiásticamente y deseosos de distribuir el
mensaje del Reino según lo contenían La Atalaya y The Golden Age (ahora ¡Despertad!) No había reuniones a
las cuales asistir, y trabajaban por su cuenta. Iban de casa en casa cada día desde las 9 de la mañana hasta las 4
de la tarde, excepto en los días de lluvia, cuando se quedaban en casa y estudiaban particularmente.
El hermano Miura y su esposa trabajaban así grandes secciones de Tokio, y entonces en 1933 se mudaron a
Kobe. Fue aquí, en 1934, que la hermana Miura tuvo un hijo, Tsutomu. Celosa como era para la obra, siguió
sirviendo de precursora a través de los nueve meses de su embarazo. Desde la primavera de 1935, los Miuras se
mudaron a Honshu occidental, donde sirvieron de precursores en las ciudades de Kure, Yamaguchi y
Tokuyama, y finalmente se establecieron en Hiroshima, donde compartieron con otras dos familias una casa
alquilada.
Los Miuras estuvieron entre los primeros que fueron arrestados por la policía el 21 de junio de 1939. Los
encarcelaron en Hiroshima, y su hijito fue enviado a su abuela en Ishinomori. Después de ocho meses, la
hermana Miura fue puesta en libertad, de modo que ella, también, pudo volver al norte para atender a su hijo. El
hermano Miura quedó detenido por más de dos años antes que se le celebrara juicio. Su juicio primero y
segundo fueron en privado, y se le negó la apelación al tribunal superior. Puesto que la sala del tribunal ahora le
suministraba la mejor oportunidad para dar un testimonio, hizo lo mejor que pudo para testificar acerca del
reino de Dios. El funcionario investigador se encolerizó mucho con él, considerándolo antipatriótico. Tuvo que
dejar que le halaran el pelo y administraran maltrato de otras maneras. Después de tres años en prisión, se le
halló culpable de violar la ley de Conservación de la Paz, y fue sentenciado a cinco años de prisión. El juez le
dijo que, a menos que abandonara su fe, estaría en prisión durante toda su vida. No obstante, la Biblia siguió
dándole fortaleza y consuelo.
Finalmente Katsuo Miura salió de la prisión de Hiroshima. ¿Cómo? Que él cuente la historia en sus propias
palabras. “Era la mañana del 6 de agosto de 1945, siete años después de haber sido arrestado. . . . De repente,
una extraña luz relampagueó y brilló en el techo de mi celda. Era como el relámpago o el resplandor del
magnesio que arde. Entonces oí un rugido tan terrible como si todas las montañas se hubieran desplomado al
mismísimo tiempo. Instantáneamente la celda quedó envuelta en espesas tinieblas. Metí rápidamente la cabeza
debajo del colchón cercano, para escapar de lo que parecía que era un gas oscuro. Después de siete u ocho
minutos saqué la cabeza de debajo del colchón y... miré por la ventana de atrás. ¡Me quedé como si me hubiera
herido un rayo! Todo, los talleres de la cárcel y los edificios de madera, había sido completamente
aplastado. . . . En la mañana del tercer día después de la explosión, cuarenta y cinco de nosotros los prisioneros
fuimos atados unos a otros con cuerdas, y nos llevaron en nuestra ropa de prisión por tres kilómetros a la
estación del ferrocarril para transferirnos a otra ciudad. Fue entonces que vi la terrible condición en que se
encontraba la comunidad. Toda la ciudad era un campo arruinado hasta donde el ojo podía ver. . . . Todo el
mundo parecía deprimido y sin esperanza. Dos meses después de la bomba atómica finalmente me soltaron de
la cárcel.” El hermano Miura entonces volvió a reunirse con su esposa y su hijo en el norte del Japón.
En marzo de 1951, cuando un grupo de cinco hermanas misioneras comenzaron a trabajar en Osaka, el
periódico Asahi, de circulación nacional, publicó una historia y una fotografía, en la cual se mostraba a las
hermanas viviendo al estilo japonés. Por medio de este artículo periodístico el hermano Miura se puso en
comunicación de nuevo con la organización de Jehová, después de doce años de aislamiento. Por varios años
hasta su muerte sirvió de nuevo de precursor regular, y su esposa más tarde sirvió de precursora especial. El hijo
de ellos, Tsutomu, al crecer llegó a ser precursor regular, precursor especial, superintendente de circuito,
superintendente de distrito, y, desde que se graduó de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower, en Nueva
York, ha estado sirviendo de traductor en la oficina sucursal de la Sociedad en Tokio.
UN COMIENZO NUEVO DESPUÉS DE LA II GUERRA MUNDIAL
Hubo cambios revolucionarios en el Japón en el período de después de la II Guerra Mundial. Con una nueva
Constitución de tiempos de paz, el Japón se puso a buscar un destino por medios pacíficos, más bien que
bélicos. El sintoísmo, el budismo, el catolicismo y la Alianza Cristiana Protestante (Kyodan) habían sufrido
desprestigio ante la gente por haber apoyado la causa perdida del Japón en la guerra. Había muchas personas
buscando algo que llenara el vacío religioso. En pocos años, literalmente centenares de nuevas sectas budistas y
sintoístas surgieron, cada una siguiendo a algún líder humano. Una de estas sectas, Soka Gakkai, un brote
militante de intenciones políticas del budismo Nichiren, ahora afirma tener diez millones de adherentes, muchos
de ellos obtenidos por medio de conversiones forzadas. Pero también hay muchas personas que anhelan conocer
la verdad.
El emperador Hirohito había sido quitado de su pedestal de “dios” el 1 de enero de 1946, cuando él mismo
renunció a su divinidad por proclamación. Se ha informado que el emperador mismo le sugirió al general
MacArthur hacer del cristianismo la religión estatal en el Japón. El general rechazó sabiamente esta
proposición, pero en lugar de ella hizo la sugerencia de que el pueblo norteamericano enviara
10.000 misioneros. Así se abrió el camino para que misioneros de la Watch Tower entraran en el Japón. Ahora
las condiciones eran muy diferentes a las que describió el pastor Russell antes de 1914, cuando “los misioneros
estaban considerablemente desanimados.” La adoración fanática del sintoísmo había sido degradada y a la gente
se le permitía pensar por sí misma. Ahora podían alimentarse con las verdades bíblicas, y adquirir un aprecio de
corazón a Jehová y su reino. Además, ellos mismos habían participado de hecho en muchos de los
acontecimientos amargos que la profecía bíblica predijo para estos “últimos días.” Estaban en posición
favorable para entender el poderoso mensaje de la Biblia para nuestro día.
A fines de 1947 el superintendente de la sucursal del Hawai, Donald Haslett, recibió una carta del presidente de
la Sociedad, el hermano Knorr, en la cual éste preguntaba: “¿Quién en el Hawai está dispuesto a ir al Japón...
después de graduarse de la Escuela de Galaad?” Cuando Shinichi y Masako Tohara (que tenían tres hijitos),
Jerry y Yoshi Toma y Elsie Tanigawa se ofrecieron voluntariamente, el hermano Haslett le preguntó al hermano
Knorr: “¿Y qué hay en cuanto a los Hasletts?” De modo que Donald y Mabel Haslett se unieron a los ocho
japoneses-hawaianos en el largo viaje del Hawai tropical a Nueva York en mitad del invierno, llegando a South
Lansing en enero de 1948. En aquella clase undécima de Galaad, el hermano Tohara enseñó japonés a un grupo
de veintidós estudiantes, que fueron seleccionados de más de setenta que se ofrecieron voluntariamente para ir
al Japón. Le ayudó Elsie Tanigawa.
La Sociedad le suministró al hermano Haslett un yip rojo, y él y Mabel cruzaron en éste los Estados Unidos en
el otoño de 1948. Entonces se embarcaron al Hawai, donde Mabel tuvo que quedarse por algún tiempo mientras
Don siguió viajando al Japón. Llegó a Tokio a principios de enero de 1949. No había alojamiento en hoteles,
pero el Ejército de los Estados Unidos bondadosamente le permitió al hermano Haslett permanecer un mes en el
cuartel general del general MacArthur en el Hotel Dai-Ichi. El hermano Haslett viajó diariamente por Tokio en
el yip, buscando entre las ruinas propiedad conveniente para la sucursal. Los militares le dijeron que nunca
encontraría un lugar. No obstante, después de una búsqueda de un mes, pudo comprar una substancial casa de
estilo japonés cerca de la Universidad Keio, en Minato-Ku, Tokio.
Durante el frío mes de febrero, el hermano Haslett acampó en el nuevo hogar, con solo un brasero de carbón
para calentarse y cocinar. Había racionamiento estricto del alimento. Él se ponía en fila con la gente del
vecindario para recibir su asignación de arroz y una zanahoria larga o unas hojas de col. Durante este tiempo
hizo arreglos para hablar con algunos de los seguidores de Junzo Akashi. La primera reunión fue amigable, pero
al terminar la segunda reunión este grupo mostró oposición airada y enconada a la Sociedad. Para conseguir que
se les soltara de la prisión, la mayoría de éstos había firmado un papel en que renunciaban a Jehová y Su
servicio. Era obvio que habían perdido por completo el espíritu de Jehová.
Ahora Mabel Haslett recibió su permiso para entrar en el Japón. Llegó por avión el 7 de marzo de 1949. En la
casa grande y vacía, el hermano Haslett y su esposa se ajustaron a dormir en colchones futon, bajo mosquitero,
y tuvieron la compañía de algunas ratas. Más tarde en marzo Jerry y Yoshi Toma llegaron por barco. La familia
Tohara y Elsie Tanigawa llegaron en agosto.
Desde marzo en adelante, se testificó del Reino en la vecindad cercana de la sucursal de Tokio. Sin embargo,
casi no tenían literatura con la cual trabajar, y hasta los hawaianos tuvieron que ajustarse al tipo de japonés que
se hablaba en Tokio. Una hoja mimeografiada, intitulada “La Biblia enseña claramente,” se distribuía, con la
sencilla invitación verbal: “Léala, por favor.” La hermana Haslett recuerda claramente su primera revisita. Una
anciana había solicitado ejemplares extras de la hoja mimeografiada. “¡Ah! está interesada,” pensó la hermana
Haslett. Pero al visitarla de nuevo, halló las preciosas hojas levantadas sobre unas plantas en el patio. ¡La señora
había pensado que estas “hojas santas” ayudarían a las plantas a crecer!
Cierto día dos japoneses, maestros, pasaron por la sucursal y le pidieron al hermano Haslett que les enseñara la
Biblia a los niños de la escuela. Por eso, todos los sábados por la mañana los Hasletts viajaban por yip a la
Segunda Escuela Secundaria de Toride. Aquí Don instruía a los estudiantes de más edad y Mabel a los más
jóvenes. Como libros de texto, tenían cada uno un solo ejemplar de El Arpa de Dios en japonés, junto con el
libro en inglés. Más tarde las lecciones fueron suspendidas, pero más de veinte años después la hermana Haslett
tuvo una agradable sorpresa. Una madre con un hijo vino a hablarle en el Salón del Reino de la sucursal de
Tokio. Tenía consigo una fotografía, y Mabel tiene la misma fotografía en su propio álbum, de aquellos niños
de la escuela de Toride. Esta madre era uno de ellos, y ahora, muchos años después, es publicadora del Reino.
¡La semilla sembrada en aquel tiempo había llevado fruto!
Para el fin del año de servicio de 1949, siete misioneros y ocho publicadores locales informaban servicio en
Tokio. Pero esto fue solo el principio. Hoy, en aquella parte de Tokio que al principio fue trabajada desde la
sucursal del Japón hay doce congregaciones de testigos de Jehová, y en julio de 1972 estas congregaciones
informaron un total de 613 ministros del Reino, de los cuales 123 estaban en el servicio de precursor.
Otros seis misioneros, Percy e Ilma Iszlaub, Adrian Thompson, Lloyd y Melba Barry y Lyn Robbins, llegaron a
Yokohama el 31 de octubre de 1949, de modo que el total de misioneros, incluso los tres niños de la familia
Tohara, llegó a dieciséis. De éstos del año cuarenta y nueve, trece todavía están en el servicio misional de
tiempo cabal en el Japón y Okinawa. No quisieran estar en ningún otro lugar.
SE EXTIENDE A KOBE EL TRABAJO MISIONAL
Cinco de los que llegaron en octubre fueron asignados a abrir un nuevo hogar misional en Kobe, a unos
400 kilómetros al suroeste de Tokio. El guardián de propiedades de guerra de la SCAP le alquiló a la Sociedad
el hogar espacioso de un anterior nazi alemán, y más tarde la Sociedad compró esta excelente propiedad. Aquí,
en Tarumi, a la orilla del mar Interior del Japón, los misioneros se pusieron a trabajar para limpiar la propiedad,
y los Hasletts y los Toharas contribuyeron su tiempo de vacaciones para esto. Embarcaciones pintorescas
cruzaban lentamente por la costa más abajo del hogar, y se veían gloriosas puestas del Sol sobre la isla Awaji.
Era un hermoso marco para un hogar misional.
Sin embargo, por varias semanas hubo solo pisos de madera pelados sobre los cuales dormir. Este problema se
resolvió en parte por medio de cortar la alta hierba del jardín y usarla en lugar de colchones, mientras los
misioneros dormían con toda la ropa puesta. En el comedor había una chimenea, pero el humo se esparcía en
toda dirección excepto hacia arriba por la chimenea. Por un tiempo el cocinar y la calefacción se lograron por
medio del brasero japonés, pero esto resultó peligroso, pues varios de los misioneros fueron afectados por
exhalaciones de monóxido de carbono. Afortunadamente sobrevivieron a estos problemas y otros.
En aquellos días no había un curso “de emergencia” para aprender el idioma. Los libros de texto eran pocos e
inadecuados. Había muy poca literatura para usarla en el servicio del campo, y por eso se prestaban copias
mimeografiadas de capítulos de “Sea Dios Veraz” en japonés de unas personas a otras. Por un tiempo hubo
disponibles algunas publicaciones japonesas de antes de la guerra, entre ellas Luz, Tomo II, pero era un
problema convencer a la gente de que no tenían que leer el Tomo I primero. El testificar de casa en casa era
duro para los misioneros... y duro para los amos de casa.
Los misioneros habían aprendido en la Escuela de Galaad que yoroshii significa “bueno” pero no habían
aprendido la aplicación regional de yoroshii-wa, que significa un muy definido “¡no, gracias!” Por eso, al
principio perseveraron con los que decían “yoroshii-wa” hasta que algunos de estos, desesperados, tomaron
literatura. De modo que poco después de la II Guerra Mundial la gente estaba muy interesada en aprender
acerca de las cosas de Occidente, y se podían comenzar estudios bíblicos en muchos hogares, incluso los de
personas que en realidad no estaban interesadas en la Biblia. En corto tiempo algunos misioneros estaban
conduciendo más de treinta estudios a la semana.
Varios de aquellos estudios del principio llevaron excelente fruto. Melba Barry relata que en su primera mañana
de testificar en el Japón en una de las mismas primeras casas, la señora, Miyo Takagi, la recibió
bondadosamente. Le había impresionado el hecho de que los misioneros hubieran atravesado un campo lodoso
para llegar a su hogar. En las revisitas una y otra se esforzaron por entenderse con la ayuda de diccionarios
japonés-inglés, hasta que se desarrolló un excelente estudio. Hasta este día Miyo Takagi y su vecina que se unió
al estudio sirven de ministras del Reino, y una de ellas ha pasado más de diez años en la obra como precursora
regular.
El testificar en el Japón tiene sus problemas singulares. El misionero tiene que acostumbrarse —si es posible—
a sentarse con las piernas cruzadas en el suelo ante una mesa baja en los estudios bíblicos. Puesto que es
necesario quitarse los zapatos en el porche cuando se llega a una casa, tiene que velar que sus calcetines estén
en buena condición... sin rotos. Y un misionero, Lloyd Barry, al partir del porche después de un estudio,
descubrió que un ladrón le había llevado sus zapatos.
Poco después de la llegada de los misioneros a Kobe, se hicieron arreglos para la primera asamblea teocrática
del Japón. ¿Dónde? En el hogar misional de Tarumi, Kobe, con sus habitaciones espaciosas y más de media
hectárea de terreno. Más de cuarenta personas se alojaron en aquella casa en esta ocasión. Los terrenos y el
porche sirvieron para la cocina y la cafetería, y la gran sala sirvió de salón de asamblea. Tres nuevos
publicadores se bautizaron; Don Haslett ejecutó el bautismo en una casa de baños cercana. Los japoneses se
bañan en agua extremadamente caliente, y cuando el hermano Haslett entró en el agua la encontró tan caliente
que de un salto se puso afuera inmediatamente, con las piernas rojas como langostas. Solo después que se
habían añadido al agua muchos cubos de agua fría pudo él entrar de nuevo en el baño para bautizar a los nuevos
hermanos.
Aunque la asamblea se fijó para las fechas del 30 de diciembre hasta el 1 de enero, el período del año más
ocupado para los japoneses, el apoyo que se dio fue sobresaliente. El domingo, el 1 de enero de 1950,
101 personas se presentaron para escuchar el discurso público de la asamblea, pronunciado en el auditorio de la
escuela primaria de Tarumi, Kobe. Algunos que asistieron a esta primera asamblea continuaron adelantando
bien desde aquel tiempo. Entre éstos estuvo una joven colegiala de Tokio, que ahora sirve en la sucursal del
Japón como la señora Yasuko Miura, la esposa de Tsutomu Miura, ya mencionado.
En febrero de 1950 los cinco misioneros australianos que estaban en Kobe recibieron el refuerzo de otras cinco
hermanas de Nueva Zelanda y Australia, Lois Dyer, Molly Heron, Moira Wesley Smith, Grace Bagnall y Nora
Stratton. Si todas las experiencias de este grupo pudieran escribirse, ocuparían muchos libros. Lois Dyer, del
oeste de Australia, comenzó vacilantemente cuando pensó que estaba diciendo a la gente: “Estoy predicando de
casa en casa.” Pero su pronunciación incorrecta lo hizo: “Estoy tosiendo de casa en casa.” Resulta que sí tenía
un resfriado en aquel tiempo.
Debido al problema del idioma, las reuniones en Kobe se celebraron por varios meses solamente en inglés. Pero
para la reunión del Memorial, el 1 de abril de 1950, una persona que mostraba interés en la verdad estuvo
disponible como intérprete. Por eso se invitó a todos. La inesperada concurrencia de 180 personas atestó tres
habitaciones y el corredor del hogar misional. Algunos tuvieron que escuchar por las ventanas. Después del
discurso se anunciaron los arreglos para el servicio ministerial del campo, y para sorpresa de los misioneros,
treinta y cinco nuevas personas se presentaron la siguiente mañana para participar en el servicio del campo.
Cada misionero llevó consigo tres o cuatro compañeros, pero todo esto ayudó a hacer una impresión en las
personas a quienes se habló.
Debido al excelente progreso de la obra en Kobe, fue posible organizar una congregación allí en abril de 1950.
Para el fin del año de servicio esta congregación informaba sesenta publicadores, algunos de los cuales están en
la obra de los precursores especiales y del circuito hasta este día. Puesto que en poco tiempo la concurrencia a
las reuniones fue demasiado grande para la sala del hogar misional, por varios meses se celebraron en el
espacioso césped enfrente del hogar, con la cúpula del cielo como techo y frescas brisas del mar Interior como
ventilación. La asistencia a la reunión de servicio subió a 120, y más de veinte hombres de la localidad se
matricularon en la Escuela del Ministerio Teocrático.
El primer superintendente de la congregación de Kobe, Percy Iszlaub, luchó valientemente con el idioma. Uno
de sus discursos que nadie que estuvo presente jamás olvidará se basó en Juan 21:15-17. El hermano Iszlaub,
que no era gramático, le dio al idioma un ligero torcimiento y fue llevando su presentación a una culminación
poderosa al decir a su auditorio tres veces que Jesús le dijo a Pedro —no, no: “Por favor, alimenta mis
ovejas”— sino: “Por favor, cómete mis ovejas.” ¡Todo el mundo entendió!
En junio de 1950, al estallar la guerra de Corea, ocho misioneros que habían sido transportados por aire desde
Corea súbitamente aparecieron al umbral del hogar de Kobe. Sí, había lugar para acomodar a una familia
misional de dieciocho, ¡y qué bien se pudo cubrir el territorio de Kobe! Aunque grandes porciones de la ciudad
eran solo piedras y escombros, debido a los bombardeos de la II Guerra Mundial, se buscaba a las “ovejas” del
Señor en cuevas, casuchas y hogares reconstruidos. En agosto de 1950 los dieciséis misioneros que todavía
estaban en Kobe informaron 359 estudios bíblicos de casa.
Esos misioneros recuerdan el primer tifón de la temporada de 1950 como el peor que han visto. El domingo por
la mañana todos estaban afuera en la predicación de casa en casa. Pero a medida que el viento empezó a gemir
con mayor y mayor fuerza, todos se dirigieron a casa desde sus respectivos territorios. Algunos lograron llegar,
pero otros misioneros no llegaron a casa sino hasta después de la medianoche, ensuciados y mojados por el
viento y la lluvia. Una hermana se quedó en un tren sin poder salir por siete horas, y otros buscaron refugio en
estaciones de ferrocarril fuertes que podían resistir el viento. En el hogar misional más de cuarenta tejas fueron
voladas del techo, y afuera se veían volar planchas onduladas de hierro de los techos en alas de la tormenta. Las
ventanas de las escaleras fueron empujadas adentro por el viento, y hubo que clavar tablas en su lugar para
tratar de aguantar el agua que entraba en gran cantidad. Ciertamente se sintió gran alivio cuando la tormenta
pasó y el último misionero llegó a casa sin daño.
Ilma Iszlaub estudió con un médico y su familia, que eran vecinos. Cuando Nora Stratton, una de las hermanas
misioneras, enfermó, el doctor la atendió por más de un año hasta que murió, y entonces donó el pago de sus
honorarios de médico a la Sociedad. Él fue quien señaló al faro que titilaba día y noche en el mar frente al hogar
misional y dijo: “Este hogar misional llegará a ser como ese faro, como una fuente de luz espiritual a la gente de
esta vecindad.” ¡Qué cierto ha sido eso! Rompiendo a través de las supersticiones budistas, la verdad ha tenido
una expansión notable en la zona de Kobe. Y esto ha continuado desde que el hogar misional fue transferido a
un lugar más central en abril de 1954. En los territorios a los cuales se ha testificado desde los hogares
misionales de Kobe hay ahora once congregaciones, y en julio de 1972 éstas informaron 730 publicadores, de
los cuales 76 estaban en el servicio de precursor de tiempo cabal.
LOS MISIONEROS COMIENZAN LA OBRA EN NAGOYA
Desde octubre de 1950 Don y Earlene Steele, Scott y Alice Counts, Gladys y Grace Gregory, Norrine Miller y
Flo Manso, los ocho misioneros que habían venido de Corea, fueron asignados a un hogar recientemente
comprado en Nagoya, como a ciento sesenta kilómetros de Kobe. Este hogar espacioso era típicamente japonés,
con pisos de esteras de paja, puertas de papel, y así por el estilo. En los cuartos japoneses de paredes de papel la
condición de estar en privado se logra por cierta clase de filosofía de pasar por alto a los que están cerca o
imaginarse que no están allí. Para ajustarse a eso se necesitó algún tiempo, y los misioneros acostumbraban
hablar, bromeando, de “lo semiprivado de nuestras habitaciones.” Como los otros misioneros que habían
llegado antes, por lo general los de Nagoya tuvieron que aprender el idioma por el método de ensayo y error en
el campo.
Los misioneros de Nagoya descubrieron que el sistema feudal de la familia todavía tenía mucho vigor. Un
hombre (o mujer) de más de cincuenta años de edad decía que mamá o papá no le permitía estudiar la Biblia.
Los ancianos podían ser de ochenta o noventa años y completamente inútiles, pero todavía gobernaban la
familia. La muchacha que por matrimonio llegaba a formar parte de una familia casi se convertía en esclava de
su suegra. Una hermana anciana ha usado práctica pero bondadosamente esta costumbre haciendo que su nuera
se encargue de las tareas de la casa mientras ella rinde servicio de precursora regular, que ahora ha rendido por
más de quince años. Con el tiempo, su esposo, su hijo y su nuera aceptaron la verdad, lo cual verdaderamente
trajo unidad a la familia.
Gladys Gregory cuenta que estudió con una familia que vivía muy cerca del hogar misional. Durante la guerra,
el esposo estuvo en el ejército y la madre cultivaba vegetales en porciones pequeñas de terreno cerca de su
hogar. Además, con su bebé atado a sus espaldas y llevando otros dos hijos de la mano, se internaba por varios
kilómetros en el campo para conseguir arroz. Con su rostro cobrizo, su kimono y su cabello recogido sobre la
cabeza al estilo japonés, parecía de más edad que los treinta y tantos años que tenía. Cuando los misioneros
visitaron, encontraron a toda la familia esperando, y como familia éstos comenzaron a estudiar. Estuvieron entre
los primeros publicadores de Nagoya, y la hermana Gregory y la madre de esta familia se hicieron inseparables.
Ella aprendió la verdad de la hermana Gregory, y la hermana Gregory aprendió japonés de ella. Al principio se
decía que el japonés de la hermana Gregory sonaba como el de ella, pero más tarde que el japonés de ella
sonaba como el de la hermana Gregory, con un gangueo extranjero. Los miembros de esta familia habían sido
budistas, pero cuando el templo cercano fue destruido por bombas y las imágenes no dieron ninguna protección,
habían empezado a buscar la verdad en otro lugar. ¡Cuando llegaron los misioneros de la Watch Tower, la
encontraron!
Un joven llegó a una reunión pública precisamente cuando terminaba, pero un misionero hizo arreglos para
estudiar con él. Hoy Eiji Usami es el superintendente de ciudad en Nagoya e imprime grandes cantidades de
hojas sueltas para la Sociedad. Otro misionero comenzó un estudio con un joven, Isamu Sugiura, que había
aprendido inglés por medio de lecciones por la radio. Fue uno de los primeros publicadores de Nagoya. Desde
entonces, ha sido entrenado en la Escuela de Galaad, ha servido de superintendente de circuito y distrito e
instructor en la Escuela del Ministerio del Reino, y ahora es miembro de la familia de Betel de Tokio.
La segunda asamblea teocrática del Japón se celebró en Nagoya, en octubre de 1950. De nuevo, la mayor parte
del alojamiento se preparó en el hogar misional, y para asegurarse de tener algunas comodidades varios
publicadores japoneses hasta trajeron su ropa de cama consigo desde tan lejos como Kobe. Se le llegó a conocer
como la asamblea “de la batata.” Y ¿por qué? La ración de arroz se usó por completo para la primera comida, y
debido a eso por dos días después la comida principal en la cafetería consistió en batatas.
Después de rendir servicio espléndido por casi diez años, el hogar de Nagoya fue vendido en agosto de 1960, y
los misioneros se mudaron a otros hogares. Como testimonio de la excelente testificación que se efectuó por
medio de este hogar, ahora hay, en los territorios donde sirvieron originalmente los misioneros desde este hogar,
diez congregaciones con un total de 608 publicadores del Reino que informaron en julio de 1972, de los cuales
71 eran ministros precursores.
ENTRANDO EN LA CIUDAD INDUSTRIAL DE OSAKA
Osaka, al oeste de Kobe, ha tenido una larga historia de contacto con la verdad bíblica. Aquí fue, en 1928, que
Jizo Ishii y su esposa originalmente aprendieron la verdad, según se ha informado anteriormente. No obstante,
los primeros misioneros de la Watch Tower que entraron en esta zona se encontraron con un problema. Un
grupo de Osaka que afirmaba tener la verdad asistió a la primera asamblea que se celebró en Tarumi, Kobe,
durante el período del Año Nuevo de 1950, pero su celebración ruidosa del Año Nuevo y su manera general de
vivir mostraban que estaban muy lejos de las normas bíblicas. Su “líder” bautizaba por aspersión y cobraba una
elevada suma. Cuando se hizo necesario expulsarlo, la mayoría de los demás del grupo se fueron por su propio
camino. Se hicieron arreglos para que Adrian Thompson, uno de los misioneros de Kobe, fuera a Osaka por
varios días cada semana para superentender y fortalecer la pequeña congregación de allí.
El 21 de marzo de 1951 cinco misioneras de la decimoquinta clase de Galaad llegaron al Japón y fueron a
Osaka para abrir un hogar misional. Al darles la bienvenida, un artículo en el periódico japonés Asahi las
describió como “ángeles que han bajado del cielo en medio de los cerezos en flor.” Después de este artículo en
el periódico, las misioneras fueron inundadas de cartas, y por la presencia de estudiantes, hombres de negocio y
otros visitantes, todos los cuales solicitaban estudios bíblicos. En una noche había estudios en casi toda
habitación del hogar misional. Aunque la gente era muy pobre en aquellos días, su generosidad y buena
disposición de compartir eran alentadores. Traían flores y los floreros concomitantes, y las arreglaban para
deleite de los ojos y el corazón de las misioneras. Según se acostumbra, también traían un regalo si por alguna
razón deseaban descontinuar su estudio bíblico. Cierto día un hombre vino para cancelar su estudio porque,
según dijo, su esposa “estaba multiplicándose,” y él tenía que atenderla. De un jarro parecido a una urna sacó su
regalo de despedida... ¡un pulpo vivo, que azotaba el aire violentamente con sus tentáculos!
Al mismo principio en Osaka se unió a las misioneras una nueva hermana japonesa, Natsue Katsuda, a quien
ellas animaron a participar en el servicio de precursor. Con este fin la hermana Katsuda vendió su negocio y
ahora ha completado veinte años de servir de precursora. Otros de aquellos primeros tiempos también están
sirviendo de precursores hasta esta fecha. Unos diez hermanos que habían sobrevivido la sacudida en Osaka
fueron bautizados de nuevo (esta vez por inmersión total y gratis), y éstos verdaderamente fijaron su corazón en
amoldarse a los principios correctos de la Palabra de Jehová. Uno de éstos, Otokichi Shiga, es todavía
superintendente de ciudad de Osaka y varios otros son superintendentes de congregación.
Desde junio de 1951 Shinichi Tohara y su familia se mudaron de Tokio al hogar misional de Osaka, y el
hermano Tohara también llegó a ser superintendente de la congregación. Los misioneros efectuaron mucho y
buen trabajo hasta que partieron de Osaka en febrero de 1953, y la obra en Osaka ha continuado creciendo. En
la zona a que rendía servicio originalmente el hogar misional, ahora hay dieciocho congregaciones,
746 publicadores de las cuales informaron en julio de 1972, 132 de ellos como precursores.
EN LA CIUDAD PORTUARIA DE YOKOHAMA
En la primavera de 1951 quince misioneros ingleses y australianos de la clase decimosexta de Galaad llegaron
al Japón. Cuatro hermanos solteros fueron asignados al hogar de la sucursal de Tokio. Tres matrimonios y cinco
hermanas solteras ocuparon una casa grande de estilo japonés que la Sociedad compró el 1 de mayo en
Myorenji, Yokohama. Aquí encontraron algunos problemas. Por siete semanas el dueño anterior de la casa
continuó ocupando tres de los once cuartos. Por eso, cuando regresaba del trabajo cada noche los misioneros le
hacían preguntas. Por ejemplo: “¿Dónde podemos comprar arroz?” Eso parecía una pregunta muy sencilla. Pero
él tuvo que llamar a su esposa. Su esposa consultó a su madre. La madre fue a preguntarle a un vecino.
Entonces, dos noches después, vino la respuesta: “Está racionado.” En realidad, mucho del alimento estaba
racionado. Los misioneros tuvieron que ir a varias oficinas, con fotos en triplicado, para llenar solicitudes, y
para conseguir cartillas de racionamiento para artículos como arroz, azúcar y té.
Al principio, todas las personas que tenían interés en la verdad venían al hogar misional a estudiar. ¡Una
hermana tenía hasta once estudios en un solo día! Más tarde, los misioneros se concentraban en la obra de casa
en casa en las mañanas, pero aun así, los once misioneros informaban hasta 300 estudios bíblicos de casa en
algunos meses. Había muy poca literatura impresa. Para los estudios, cada misionero tenía tres o cuatro hojas
mimeografiadas de capítulos de “Sea Dios Veraz” en japonés. Estas se las cambiaban unos a otros según se les
hacía necesario para tratar otros temas en los estudios. Puesto que estas hojas tenían tan gran demanda, los
interesados no podían tener ejemplares para preparar los estudios.
El siervo del hogar original de Yokohama, Gordon Dearn, tiene memorias vívidas de su primer estudio en
japonés. Aquel hombre sabía muy poco inglés, y el hermano Dearn muy poco japonés. Parecía que estaban
estudiando el diccionario más que las hojas mimeografiadas.
La congregación de Yokohama fue formada el 1 de marzo de 1952, y se reunía en el hogar misional. Muy
pronto se pidió la ayuda de más precursores. Un estudiante joven, Keijiro Eto, fue al hermano Dearn, diciendo
que quería abandonar la universidad y hacerse precursor. Pero él era un lisiado, pues tenía una pierna ceñida con
equipo fortalecedor. El hermano Dearn le preguntó si le dolía la pierna. “Un poco,” respondió. El hermano
Dearn no pensaba que él podría hacer el trabajo, pero el joven “se puso a tratar,” y pronto hasta fue nombrado
precursor especial junto con su madre viuda y su hermana, Yuriko e Hiroko Eto. Este grupo de familia hizo un
trabajo maravilloso en cuanto a ayudar a establecer nuevas congregaciones en las ciudades de Kawasaki,
Yokosuka, Shizuoka, Mito y Odawara. Más tarde, el hermano lisiado pudo servir de superintendente de circuito
por siete años. En las congregaciones en que sirvió nadie podía jamás presentarle la excusa de que la mala salud
era razón para mantenerse fuera del servicio.
El hogar misional de Yokohama fue vendido en septiembre de 1957, y los misioneros se mudaron a otros
lugares. No obstante, en los territorios en que originalmente sirvieron los misioneros desde este hogar ahora hay
cuatro Salones del Reino y once congregaciones, 646 personas de las cuales informaron servicio durante julio
de 1972, incluso 135 precursores.
PRESIDENTE DE LA WATCH TOWER VISITA AL JAPÓN
Esto aconteció desde el 24 de abril hasta el 8 de mayo de 1951, y resultó ser una ocasión memorable en la
organización y el desarrollo de la obra en el Japón. Cuando el hermano Knorr llegó a la base aérea de Haneda
aquella noche del martes, lo saludó un grupo entusiástico de cuarenta y cinco misioneros, y otros individuos que
le deseaban bien. Aunque era tarde, fue al Salón del Reino de la sucursal de Tokio y dio a los que estaban
presentes un relato de su viaje por el Oriente. Desde el jueves 26 de abril estuvo en sesión la tercera asamblea
teocrática del Japón en el Nihonishikai Kaikan, en Kanda, Tokio, y por cuatro días misioneros y hermanos
locales presentaron un programa muy instructivo por medio de discursos y demostraciones. Un punto
sobresaliente de la asamblea fue la presentación al público de la edición japonesa de La Atalaya en la primera
noche. La cantidad entera de 1.000 ejemplares de este número de La Atalaya del 1 de mayo de 1951 fue tomada
rápidamente por la concurrencia para utilizarla en el servicio del campo durante la asamblea. Se anunció que
desde entonces en adelante se imprimirían 2.000 ejemplares de cada número. Veintiún años después, la
impresión del número del 1 de mayo de 1972 de La Atalaya japonesa era de 230.000 ejemplares.
En la mañana del domingo de la asamblea catorce nuevos hermanos y hermanas se bautizaron. Entonces, para el
discurso público en el Kyoritsu Kaikan, en Kanda, la muchedumbre siguió entrando hasta que hubo una
concurrencia de 700 personas, de las cuales unas 500 eran personas recientemente interesadas que habían sido
atraídas a la reunión por la extensa publicidad. El discurso público del hermano Knorr fue interpretado
hábilmente, así como lo fueron todos sus discursos durante esta visita, por Kameichi Hanaoka, un hermano
hawaiano que había venido al Japón tarde en su vida para ayudar a dar comienzo a la obra. El hermano Hanaoka
continuó después en el campo del Japón, sirviendo en la oficina sucursal y entonces por muchos años en la obra
de precursor especial y regular, ayudando a formar muchas nuevas congregaciones, hasta su muerte el 22 de
abril de 1971, a la edad de ochenta y dos años.
Después de la asamblea, el hermano Knorr hizo una gira rápida de los otros cuatro hogares misionales en el
Japón después de su visita al hogar misional de la sucursal de Tokio. Esto también le dio la oportunidad de ver
precisamente cómo vivía y trabajaba la gente en el Japón de la posguerra. Para este tiempo su secretario, Milton
Henschel, había llegado también al Japón, después de una larga visita a Taiwan, y acompañó al hermano Knorr
en el viaje.
Durante la visita de dos semanas del hermano Knorr se logró mucho en cuanto a organizar el campo misional en
el Japón. Los cuarenta y siete misioneros estaban ahora listos como nunca antes para seguir adelante con la
obra. En cuatro reuniones públicas había habido una concurrencia de 1.730 personas, y ya se había informado
en abril un máximo de 260 publicadores, contando entre ellos los misioneros. ¡Pero los campos estaban
maduros para una siega todavía mayor!
ORGANIZADA LA OBRA DE CIRCUITO
Mientras visitaba al Japón en 1951, el hermano Knorr hizo arreglos para que uno de los misioneros de Kobe,
Adrian Thompson, comenzara a trabajar como el primer superintendente de circuito para el Japón. El hermano
Thompson dominaba excelentemente el idioma, y además estaba bien capacitado para enseñarlo a los nuevos
misioneros.
¿Viajaremos con el hermano Thompson en su circuito, que se extiende por unos 3.000 kilómetros de arriba a
abajo en el Japón? Primero, hay la visita a la pequeña congregación de Tokio, compuesta de treinta
publicadores y nueve misioneros. Algunos de los que componen la congregación viajan grandes distancias al
Salón del Reino central, en la sucursal, incluso un capitán de barco retirado norteamericano, Joe Kopec, que
vive a la distancia de un viaje de hora y media por tren en la prefectura de Chiba.
Desde Tokio, el hermano Thompson viaja al norte al pueblecito de Ishinomaki, cerca de Sendai, donde tiene
feliz asociación con la familia Miura que había servido tan fielmente aun antes de la II Guerra Mundial.
Entonces, adelante a Wakkanai, en la punta más septentrional de Hokkaido, para visitar a la única persona que
ha mostrado interés en la verdad en toda esa gran isla. De pie en una playa de Wakkanai, el hermano Thompson
puede ver a través del océano el perfil casi imperceptible del territorio soviético de Sajalín. ¿Se predicarán
alguna vez las buenas nuevas en Siberia? Más importante por el momento, ¿se predicará plenamente el mensaje
del Reino en este país del Japón? En aquel tiempo de 1951, con solo una o dos excepciones, los propósitos de
Jehová estaban siendo proclamados solo en ciudades japonesas que tenían una población de un millón o más de
habitantes.
Los 1.560 kilómetros del viaje de regreso, hecho por tren desde Wakkanai a Yokohama, le toman al hermano
Thompson dos días menos una hora. En Yokohama, conduce un estudio intensivo del idioma con los
misioneros, por una hora cada mañana y de nuevo en la noche, y además participa con ellos en el servicio del
campo cada día de la visita de dos semanas. Entonces, sigue adelante a visitar el grupo misional de Nagoya,
donde sigue un programa similar. Después se han de visitar las congregaciones y los hogares misionales de
Osaka y Kobe.
En Kobe, el primer precursor nativo de después de la guerra, Keisuke Sato, ha estado en el servicio de tiempo
cabal desde agosto de 1950. Más tarde, otros entran en las filas de los precursores, incluso Asano Asayama, que
aprendió la verdad por los libros del pastor Russell durante la II Guerra Mundial mientras servía de sirvienta en
el hogar de una anciana hermana estadounidense, Maud Koda. El hermano Sato y la hermana Asayama, así
como otros de Kobe, más tarde asistieron a la Escuela de Galaad.
El hermano Thompson viaja por un día al oeste de Kobe a Kure, cerca de Hiroshima, donde pasa varios días
estudiando y predicando con Jizo Ishii y familia... fieles siervos desde los días de antes de la guerra. Desde Kure
hay un viaje de varias horas por barco a Beppu, donde una hermana estadounidense, esposa de un oficial de las
fuerzas de ocupación americanas, está esforzándose excelentemente por testificar a otros estadounidenses, así
como a los japoneses... usando como intérprete a su sirvienta. La visita final del hermano Thompson es a la
ciudad más meridional del Japón, Kagoshima. Aquí, el hermano Higashi ha estado en contacto con la verdad
desde antes de la II Guerra Mundial y él, su esposa y su familia joven de cinco hijos embeben más información,
y además hacen disponible su hogar para reuniones.
Aunque solo había once visitas que hacer, el circuito del hermano Thompson se extendía sobre esta vasta zona
desde Wakkanai hasta Kagoshima. Hoy hay congregaciones florecientes en estas ciudades terminales, así como
centenares de congregaciones entre una y la otra. El aumento rápido en las nuevas congregaciones ha hecho
necesario expandirse a veinticinco circuitos y dos distritos para el año de servicio de 1973.
ASAMBLEAS DE CIRCUITO EN EL JAPÓN
Entre cada serie de visitas de circuito, se hicieron arreglos para asambleas de circuito. La primera de éstas se
celebró en octubre de 1951, en Osaka. La segunda se celebró en abril de 1952, en Kobe. Después de esto, dos
asambleas se celebraron para el circuito, una para servir al norte y la otra para servir al sur y el oeste. Estas
primeras asambleas fueron acontecimientos inolvidables. Aunque los misioneros estaban lejos de ser peritos en
el lenguaje, todos los programas se presentaron enteramente en japonés, y esto fue muy apreciado por los
hermanos nuevos y por las personas interesadas que estuvieron presentes en cada asamblea. En 1951 casi todo
el alimento estaba racionado o había poco abastecimiento de éste, y los hermanos japoneses no disfrutaban de
buena situación financiera. Pero por el equivalente de unos veinte centavos o menos se suministraban comidas
saludables. No había boletos para comidas gratis para los precursores ni los misioneros en aquellos días. Los
misioneros aprendieron a quebrar un huevo crudo sobre su plato matutino de arroz, se acostumbraron a tomar
sopa para el desayuno y comieron su pescado y arroz con palillos. También aprendieron a dormir sobre pisos
esterados entre los concurrentes nativos a las asambleas en dormitorios llenos a capacidad.
Todos los que participaron en aquellas primeras asambleas consideran con sorpresa y gozo las concurrencias de
hoy día. Mientras que solo 410 personas asistieron a la asamblea de circuito de todo el Japón en Kobe en la
primavera de 1952, cuando se bautizaron once personas, la concurrencia a la reunión pública en las asambleas
de los veinticinco circuitos de todo el Japón durante marzo a junio de 1972 fue un total de 22.286 personas, y
921 personas se bautizaron. Jehová ciertamente ha bendecido las visitas y asambleas de circuito, y los que
fueron precursores en esta actividad en el Japón se sienten muy dichosos al ver la prosperidad que ha venido
como resultado de ello.
SE DESARROLLA LA OBRA DEL REINO EN OKINAWA
Después de la II Guerra Mundial, la gente de Okinawa llegó a oír la verdad de un grupo de hermanos filipinos
que fueron a aquel lugar a trabajar para la administración estadounidense. Esto sucedió en 1950. La primera
persona de Okinawa que aceptó la verdad fue Yoshiko Higa, que ahora sirve de precursora especial en Kiusiu,
Japón. Aunque ella casi no conocía el inglés, y los hermanos filipinos casi no conocían el japonés, la
instruyeron haciendo que leyera una serie de textos de la Biblia que trataban un tema particular. Durante la
guerra, la hermana Higa, junto con muchos otros nativos de Okinawa, habían buscado refugio en las grandes
tumbas sepulcrales que son tan comunes en las faldas de los cerros. Aquí, contemplando los huesos humanos,
no podía menos que llegar a la conclusión de que los muertos regresan a la tierra y de que el hombre no es
inmortal. Por eso aceptó rápidamente lo que la Biblia enseña en cuanto a los muertos, junto con la esperanza del
Reino y la resurrección. Cuando recibió el único folleto japonés disponible en aquel tiempo, El gozo de todos
los pueblos, la cubierta de éste y su contenido despertaron más su esperanza. Muy pronto estuvo predicando de
casa en casa como la primera Testigo nativa de Okinawa.
Puesto que el clero local fue lento en cuanto a ofrecer sus servicios, la estación de radio “Voz de las Riukius”
invitó a la hermana Higa a hacer transmisiones regulares acerca de la Biblia en japonés. Para estos programas
ella leyó material apropiado de La Atalaya en japonés, que era entonces una publicación reciente, incluso el
artículo “El camino de Dios es el de amor.” Estas transmisiones continuaron desde noviembre de 1952 hasta la
primavera de 1953.
Desde abril de 1953 Lloyd Barry, el superintendente de la sucursal del Japón, pudo hacer visitas anuales a
Okinawa. En su primera visita se le hizo posible participar en el servicio del campo con los publicadores y
entrenarlos en ambos días de la visita. Se celebraron reuniones, incluso un discurso público en japonés, y dos
nuevos publicadores fueron bautizados. Además, se hicieron dos visitas a tres jóvenes soldados que habían sido
internados en la prisión del Ejército Norteamericano, por haberse declarado neutrales. El capellán del ejército en
la prisión también se alegró por las visitas. Los jóvenes se habían formado la idea de que el ponerse de parte de
la verdad significaba que deberían negarse a cooperar en todo respecto con sus superiores, y también cantaban
cánticos del Reino a viva voz día y noche. Cuando se les explicó el significado de la neutralidad y de la
conducta cristiana apropiada según las Escrituras, rápidamente se ajustaron a lo explicado, para gran alivio de
las autoridades. Poco tiempo después fueron enviados de vuelta a los Estados Unidos.
Al entrar en la obra de precursor en mayo de 1954, la hermana Higa descubrió que “podía hacerlo”... en su
primer mes informó 174 horas, 260 revisitas y quince estudios. Muchos de sus primeros estudios los condujo en
Shuri, la antigua capital de Okinawa, y su actividad afectó a muchos de la Iglesia de Shuri. Muchos
abandonaron aquella iglesia para hacerse testigos de Jehová. Algunos de éstos se bautizaron al celebrarse la
primera asamblea de circuito en Okinawa, en enero de 1955, y algunos se hicieron precursores.
En 1963, el superintendente de circuito nativo de Okinawa, Chukichi Une, asistió a la Escuela de Galaad. Al
regresar, en 1964, llevó la delantera en hacer los arreglos para construir el primer Salón del Reino de Okinawa,
en Ciudad de Naha. La obra continuó creciendo, de modo que en el año de servicio de 1965 informaron servicio
unos 234 publicadores, incluso un promedio de treinta y siete precursores. Okinawa estaba demasiado lejos para
que toda esta actividad pudiera ser atendida completamente desde el Japón, y por eso desde el 1 de enero
de 1966 se formó una sucursal de Okinawa por separado. La familia Tohara se mudó allí desde el Japón, y
Shinichi Tohara fue nombrado superintendente de la sucursal.
LOS HOGARES MISIONALES EN EXPANSIÓN EN EL JAPÓN... KYOTO
Con la llegada de otros siete misioneros al Japón en abril de 1952 se abrió un nuevo hogar misional en Kyoto,
cerca de la “cristiana” Universidad Doshisha, y este hogar rindió buen servicio a los intereses del Reino por
cinco años y medio. Al principio hubo solo cuatro publicadores locales. Puesto que este grupo misional
no había estudiado japonés en Galaad, tuvieron que estudiar juntos con gran intensidad como familia antes y
después del servicio ministerial en el campo cada día.
Puesto que Kyoto es muy decididamente parte del Japón tradicional, con centenares de templos, Budas y diosas
de la Misericordia, algunas de las personas de más edad mostraban animosidad considerable a los “extranjeros.”
Era una prueba bastante intensa el mantener un espíritu calmado cuando una abuela o un abuelo se presentaba
mientras se le daba el testimonio a una persona joven que estaba prestando atención, y sin una palabra solo
despedía al misionero con un ademán.
Sin embargo, la gente con la cual estudiaban mostraba mucha hospitalidad presentando manjares exquisitos a
los misioneros. Uno de los nuevos hermanos misioneros descubrió que cuando cortésmente dio gracias a su
anfitrión por la excelente comida, el alimento siguió viniendo y, como todavía él no sabía rehusar cortésmente
en japonés, tuvo que continuar comiendo. Por eso, el siguiente tema en el estudio de japonés de aquel misionero
tuvo que ver con encargarse de este problema.
Al principio les parecía muy extraño a los misioneros el sentarse en el piso en los estudios bíblicos y en las
reuniones, pero descubrieron que de este modo podían mantener sus pies calientes en el invierno. Desde el
mismo principio se celebraron reuniones en el hogar misional, en japonés, aunque el misionero conductor casi
no sabía nada del idioma. Uno de sus primeros problemas fue hacer que el lector del estudio de La Atalaya, al
llegar al fin de cada párrafo, dejara de leer. Al aumentar la concurrencia, las reuniones fueron mudadas del
hogar a una habitación superior sobre el mercado local, y más tarde a un edificio mejor. Una de las misioneras
originales de Kyoto, y quien todavía sirve como tal en Tokio, Elizabeth Taylor, recuerda que estudió con una
señora que iba a una iglesia y que vino a una reunión para ver cómo era y después de eso nunca faltó a una. Fue
el gozo de la hermana Taylor verla convertirse en publicadora y más tarde ser precursora, y ayudó a toda su
familia —el esposo y tres hijos— a hacerse Testigos, y dos de sus hijas siguieron adelantando y se hicieron
precursoras especiales.
Poco antes que los misioneros salieran de Kyoto para otras asignaciones, uno de ellos, Shozo Mima, estudió con
un hombre que había sido soldado del Ejército Imperial. En aquel tiempo él estaba encamado y no había
conocido anteriormente la Biblia. No obstante, ahora disfruta de la mejor salud física y espiritual y ha sido
precursor regular por más de doce años. Su esposa también es precursora regular, y él sirve de superintendente
de ciudad en Kyoto. En esta zona en que primero sirvió el hogar misional cuando solo había cuatro publicadores
locales (y tres de éstos son ahora precursores regulares), hay hoy ocho congregaciones, para las cuales el
informe de julio de 1972 mostró un total de 452 publicadores, de los cuales ochenta eran precursores.
EXPANSIÓN HACIA EL NORTE... SENDAI
En octubre de 1952 Don y Mabel Haslett se mudaron a Sendai, para abrir el primer hogar misional fuera de las
ciudades con poblaciones de un millón de personas y más. Aun así, Sendai tiene una población de más de
500.000 personas. Cuando el hogar misional de Osaka fue cerrado, Shinichi Tohara y su familia también se
mudaron a Sendai, y éstos ex-hawaianos pronto se acostumbraron a los inviernos más fríos del norte. Más tarde,
hermanas misioneras del Hawai y el Canadá se unieron a ellos allí. Por seis años y medio el hogar de Sendai
ejecutó un servicio espléndido.
Una de las misioneras canadienses, Margaret Pastor, recuerda que llegaron a Sendai precisamente a tiempo para
una asamblea que se celebraba allí. No sabían ni cinco palabras de japonés, pero alguien había impreso tarjetas
de identificación para ellas. Aunque no podían leerlas ellas mismas, los publicadores locales de Sendai podían,
y venían y con ademanes les mostraban a las misioneras que lo que estaba escrito en las tarjetas de ellos era lo
mismo. Así, prontamente se familiarizaron con su nueva congregación.
Cuando las misioneras partieron de allí, había muchos publicadores locales para atender a los interesados con
quienes estudiaban. Hoy, en el territorio donde originalmente sirvieron las misioneras de Sendai, hay tres
congregaciones.
EL PRESIDENTE DE LA WATCH TOWER VISITA DE NUEVO AL JAPÓN
Acompañado por Don Adams, el hermano Knorr visitó por segunda vez al Japón, del 21 al 27 de abril de 1956.
Aunque llegó a la 1:10 de la mañana, unos veinte misioneros estuvieron en el aeropuerto para recibirlos. La
asamblea que se arregló de manera que coincidiera con la visita se celebró del 21 al 23 de abril, en el hermoso y
nuevo Nakano-Ku Kokaido, en la parte occidental de Tokio. Hasta entonces se había testificado muy poco en
esta parte de Tokio, pero ahora las 200.000 hojas sueltas, los 2.500 anuncios para vitrinas, 20.000 ejemplares de
un número especial de la ¡Despertad! japonesa (una revista que había alcanzado gran popularidad desde que
originalmente fue presentada al público en enero de 1956), además de una obra intensa de buscar alojamiento de
casa en casa, resultaron en que se diera un excelente testimonio a la gente de aquella vecindad. Los periódicos
también dieron buena publicidad, anunciando la asamblea y la llegada del hermano Knorr.
El sábado 21 de abril, por la tarde, un auditorio de 425 personas escuchó emocionado el discurso del hermano
Knorr sobre “Los cristianos tienen que ser felices.” Aunque esto representaba una mayoría de los
567 publicadores que informaban servicio en el Japón en aquel tiempo, el auditorio parecía perdido en la
espaciosa sala. ¡Qué deleitados estuvieron los hermanos, pues cuando 974 personas casi llenaron la sala para
escuchar atentamente el discurso público sobre “Haciendo a toda la humanidad una sola bajo su Creador”! Once
años más tarde, en abril de 1967, cuando solo uno de los catorce circuitos del Japón usó esta sala para su
asamblea, 814 personas asistieron al discurso público. ¡Cómo ha crecido la obra en el Japón a través de los
años!
Una parte prominente de esta visita por el hermano Knorr fue una visita que él hizo como resultado de un
testimonio que dio anteriormente a 19.000 kilómetros de distancia, mientras cruzaba el Atlántico por avión. En
aquella ocasión el hermano Knorr estuvo sentado al lado del presidente Ohama, de la Universidad Waseda,
Tokio, que tiene una matrícula de 25.000 estudiantes. Al oír acerca de la obra de los testigos de Jehová, el
presidente Ohama invitó al presidente Knorr a hablar a la facultad y los estudiantes de la Universidad Waseda
cuando llegara a Tokio. Se hicieron arreglos para usar el auditorio de la universidad, el miércoles 25 de abril en
la tarde, y aquí el hermano Knorr habló por medio de un intérprete a un auditorio de 386 profesores y
estudiantes que escucharon con aprecio. Más tarde, los profesores tuvieron té con el hermano Knorr y su
compañía, e hicieron muchas preguntas, indicando que ciertamente les había impresionado el discurso del
hermano Knorr.
Tokio, como la ciudad más grande del mundo, con una población que pasa de 11.475.000 personas, exige una
multitud de publicadores del Reino para que se le trabaje eficazmente con la verdad. Al tiempo de la visita del
hermano Knorr en 1956 Tokio tenía solo 111 publicadores, junto con dieciséis misioneros y precursores,
organizados en tres congregaciones. ¿Cómo podía este vasto territorio recibir alguna vez una testificación
cabal?
MÁS EXPANSIÓN EN TOKIO
En mayo de 1954 Don Haslett había ayudado a establecer un nuevo hogar misional cerca de la estación de
ferrocarril de Iidabashi, en la zona de Chiyoda-Ku de Tokio. El grupo de nuevos misioneros que originalmente
sirvieron allí tuvo los problemas usuales con el idioma. No había nadie que les enseñara y no había publicadores
japoneses en aquella zona. Fue solo por la ayuda del espíritu de Jehová que pudieron comenzar estudios con el
japonés que con dificultad podían usar, y algunas de las personas de estos estudios comenzaron a asistir a las
reuniones en el hogar misional. Con el tiempo, estos misioneros formaron la decimoséptima congregación del
Japón. ¡Ahora hay treinta y tres congregaciones tan solo en la ciudad de Tokio!
Don y Mabel Haslett sirvieron fielmente desde este hogar desde 1954 hasta la muerte del hermano Haslett el
20 de febrero de 1966. Él llevó la delantera en la construcción del primer Salón del Reino del Japón que se
erigió fuera de los hogares misionales y de la sucursal. Este es el Salón del Reino de Shinjuku, Tokio, que
también es utilizado por la congregación de Ichigaya en Tokio, y que recientemente ha sido agrandado para
acomodar a las muchedumbres que asisten a él. Otras congregaciones han hecho lo mismo, y ahora se han
construido excelentes Salones del Reino en la zona de Tokio en Shibuya, Kugahara, Mitaka, Kamata, Okusawa,
Omori, Katsushika y Asagaya.
Entre los misioneros originales del hogar de Chiyoda estuvo Adeline Nako, que relata que la adoración de los
antepasados fue uno de los grandes problemas con que tuvieron que tratar los misioneros. Una señora a quien
ella conoció pensaba que podía apaciguar a los dioses ancestrales por medio de torturar su cuerpo, y por eso se
levantaba a las cuatro o cinco de la mañana cada día y, aun en medio del frío del invierno, se arrojaba cubos de
agua fría encima. Cuando el padre de su esposo murió, le ofrecía arroz y té delante de su altar cada mañana
antes de servir a su esposo y sus hijos, y esto hizo que surgiera una división en la familia. No obstante, un
estudio bíblico de casa con la hermana Nako le mostró que debería estar sirviendo a los vivos, y no a los
muertos. Ella destruyó el altar, y la familia fue unida alrededor de la Biblia. El esposo llegó a ser
superintendente presidente de congregación, y él y su esposa a menudo han sido precursores por períodos
cortos. La hija sirvió de precursora especial por diez años, y ahora acompaña a su esposo en la obra de circuito.
La compañera de Adeline, Lillian Samson, cuenta acerca de un estudio bíblico que conducía en una tienda
desde donde Takashi Abe, un muchacho de veinte años, hacía entregas. Él notó el estudio que se estaba
conduciendo, y preguntó de qué se trataba. Muy pronto él mismo estuvo estudiando y logrando notable
progreso. Cambió de trabajo y obtuvo uno con menos paga, para poder asistir a las reuniones, y debido a esto su
familia lo desheredó. Pero un hermano que había notado su integridad le ofreció ahora un trabajo de parte del
tiempo para que pudiera ser precursor. Él nunca miró a las cosas de atrás, y hoy, después de doce años de
abundancia de experiencias, él y su esposa sirven en la obra de distrito.
Muchos que aprendieron la verdad de Don y Mabel Haslett y los otros misioneros del hogar de Chiyoda han
entrado en la obra de precursor. Algunos sirvieron más tarde en el Betel de Tokio. La congregación original en
esta zona se ha dividido, y vuelto a dividir, de modo que hoy en día en la zona en que originalmente sirvieron
los misioneros de Chiyoda hay nueve congregaciones.
Después de la visita del hermano Knorr y la asamblea de muy buen éxito de Nakano, Tokio, el presidente hizo
arreglos para comprar un nuevo hogar en aquella zona. Los resueltos misioneros Jerry y Yoshi Toma se
mudaron al hogar de Nakano el 1 de octubre de 1956, y seis días más tarde llegaron ocho nuevos misioneros
para vivir sobre maderas peladas y colchones hasta que llegaron sus muebles. Pero los misioneros estuvieron
pronto muy ocupados en el servicio ministerial del campo, muy estimulados por los Tomas. Parece que
dondequiera que se asigna a esta pareja expresiva, los Tomas, se da la señal para una gran expansión. Y así fue
en Nakano. Cuando el hogar fue establecido, los misioneros tenían que viajar casi una hora a las reuniones de la
congregación de Shibuya, Tokio, mientras que solo un grupito se reunía en Nakano, en el hogar misional. Pero
menos de dieciséis años después se observa que quince congregaciones se han desarrollado de aquel grupito, e
informan más de 890 publicadores.
Cuatro años después de la visita del hermano Knorr, Milton Henschel rindió servicio a la sucursal del Japón
como superintendente de zona, y se celebró una asamblea de muy buen éxito del 7 al 10 de abril de 1960, en la
Setagaya Kuminkaikan, en otra zona de Tokio en que se había dado poco testimonio. La concurrencia al
discurso público fue de 1.717 personas, y aquel mismo domingo por la noche el hermano Henschel pronunció el
discurso sobre el Memorial con una concurrencia de 1.397 personas. Por primera vez se había dado un
tremendo testimonio en la zona de Setagaya, y quedó por hacerse un gran trabajo de atender el interés. La
Sociedad ahora compró un nuevo hogar misional en Setagaya, y seis misioneros continúan trabajando desde
este hogar hasta el día de hoy.
EXPANSIÓN A NUEVAS ZONAS DEL JAPÓN
Desde 1949 hasta 1957 el esfuerzo principal se había dirigido al establecimiento de la obra del Reino en las
ciudades grandes de la isla principal del Japón, Hondo o Honshu. ¡Pero otros lugares esperaban! En 1957, los
grandes hogares misionales de la Sociedad en Yokohama y Kyoto fueron vendidos, y los misioneros fueron
dispersados a hogares más pequeños en otras ciudades. Durante 1957, la Sociedad alquiló nuevos hogares en
Hiroshima (en la parte oeste de Honshu), en Sapporo (capital de la isla norteña de Hokkaido) y en Fukuoka,
Kumamoto, Ragoshima y Sasebo (todas en la isla meridional de Kiusiu). Para este tiempo había sesenta y dos
misioneros sirviendo en el Japón... en doce hogares misionales, en la obra de distrito y circuito y en la sucursal
de Tokio.
¿Cómo se aceptaría la verdad en Hiroshima, la famosa ciudad de la primera bomba atómica? Cuando los
misioneros comenzaron a trabajar allí en enero de 1957, ya había un grupito de seis publicadores, el fruto de la
obra de seis meses de precursores especiales que habían precedido a los misioneros en aquel territorio. Los seis
están celosos y activos hasta este día. Uno de estos puede relatar muy vívidamente la historia de la devastación
que causó la bomba atómica.
Pero, ¿no mostraría prejuicio la gente que había sido bombardeada ante el mensaje que le trajeran misioneros
extranjeros? Uno de estos misioneros, Audrey Hyde, que sirvió con otros en Hiroshima por seis años y diez
meses, declara que de todo ese tiempo solo puede recordar que unas cuantas personas ondearan la mano hacia
atrás y hacia delante ante el rostro... la manera japonesa de decir: “¡Váyase!” El hogar misional mismo era una
casa japonesa típica de la clase media de antes de la guerra, y aunque había estado lo suficientemente lejos del
hipocentro de la bomba como para no encenderse, el impacto de la bomba había hecho que se inclinara al
exterior y alejándose del centro de la explosión.
En aquellos días, las comodidades modernas, como los inodoros, eran cosas casi desconocidas en Hiroshima.
Camiones para disponer de las aguas inmundas pasaban por las calles, acompañados por su aroma distintivo, y
había hombres que cargaban “la mercancía” desde la casa al camión en grandes cubos de madera, suspendidos a
cada extremo de un palo de bambú cargado sobre el hombro. A estos se les conocía como los hombres del
“cubo de miel.” Uno de los primeros estudios de los misioneros fue con un hombre del “cubo de miel.” Tenía
una personalidad fogosa, y era bien conocido en la ciudad por lo mucho que bebía, peleaba y jugaba. Se interesó
en la verdad al oponerse violentamente a que su esposa estudiara. No pasó mucho tiempo antes que
acontecieran grandes cambios en su vida, y sorprendió a sus asociados al dejar de comportarse como antes lo
hacía. Con el tiempo se vistió con la personalidad cristiana, y ahora comparte la superintendencia de una
congregación de testigos de Jehová.
No es difícil hallar oídos que escuchen cuando se habla en Hiroshima acerca del pacífico Nuevo Orden. La
palabra “Paz” está escrita por toda la ciudad. La nueva carretera de cien metros y medio de ancho que cruza a la
ciudad de un extremo a otro se llama la Carretera de la Paz, el Museo de la Bomba Atómica se encuentra en el
Parque de la Paz y cerca de allí está el nuevo Puente de la Paz. El 6 de agosto de cada año, aniversario de la
“bomba,” vienen a Hiroshima de todas partes del mundo agitadores que abogan por “paz,” pero no logran nada,
debido a sus riñas y su falta de unidad. Frecuentemente los misioneros usaron este punto para mostrar lo inútiles
que son los esfuerzos del hombre por traer paz. Los misioneros han pasado de Hiroshima a otros campos
fértiles, pero dejaron atrás tres congregaciones florecientes.
Cuando el hogar misional de Yokohama fue vendido, la Sociedad compró un nuevo hogar en Sapporo, en la fría
isla norteña de Hokkaido, y este hogar resultó ser centro de actividad misional fructífera desde septiembre
de 1957 hasta que fue vendido en marzo de 1971. Los primeros misioneros en este hogar fueron tres parejas
casadas. Uno de este grupo, Douglas Beavor, relata que el predicar en el invierno fue una nueva experiencia
para ellos. La nieve se apilaba en muchas de las callejuelas estrechas, y la gente empeoraba la situación echando
allí la nieve que se acumulaba en sus débiles techos, para evitar que se desplomaran. Al caminar por estas
callejuelas, muchas veces el misionero descubría que la senda que seguía estaba al nivel de los techos de las
casas de un solo piso. La entrada a las casas se efectuaba descendiendo por escalones cortados en la nieve
helada. Hasta que aprendieron a usar sus piernas apropiadamente para aquella situación recibieron muchas
magulladuras debido a las caídas. Pero la gente era amigable y los recibían con gusto en sus hogares calentados.
Los misioneros pueden recordar muchos estudios conducidos alrededor de una rugiente estufa de carbón.
El hermano Beavor recuerda que visitó una casita de una sola habitación en un día de nieve. Un ancianito abrió
la puerta. Era un viudo que vivía solo, y su trabajo era administrar tratamientos por acupuntura y moxa.
No tenía mucho negocio y pasaba la mayor parte del tiempo esperando a los pacientes. Se comenzó un estudio
con él, y desde el principio, sin importar cuánta nieve hubiera o lo frío que estuviera el tiempo, asistió a todas
las reuniones. Aunque era tímido y retraído, progresó excelentemente. El hermano Beavor recuerda cuando el
anciano pronunció su primer discurso como estudiante en la Escuela del Ministerio Teocrático, con sus notas
temblando como hojas al viento, y el auditorio fascinado por el sudor que rodaba por su rostro y goteaba desde
la punta de su nariz. No obstante, “lo logró,” y más tarde se hizo precursor regular y llegó a ser el
superintendente de estudios bíblicos. Aunque por mucho de su tiempo se encontraba fuera en el servicio del
campo, descubrió que aumentó el número de los clientes que venían para el tratamiento hari (con las agujas).
En septiembre de 1959 se celebró por primera vez una asamblea de circuito separada en Hokkaido. Las
reuniones de la asamblea se celebraron en un hogar cercano de una de las hermanas, y el hogar misional se
utilizó como la cafetería. Se alquiló un salón para la reunión pública, y todo el mundo se deleitó al ver una
concurrencia de 75 personas. En la asamblea de circuito de mayo de 1971, celebrada en la ciudad aislada de
Obihiro en el centro de Hokkaido, hubo una concurrencia de 761 al discurso público. Recientemente se han
formado dos circuitos en Hokkaido. La congregación de Sapporo, donde funcionaba el hogar misional, ha
crecido hasta llegar a ser ahora cuatro congregaciones.
¡Al sur a la isla de Kiusiu! Aunque esta zona es muy estrictamente budista y la tradición de la familia feudal es
fuerte, los cuatro misioneros que comenzaron a trabajar en Ciudad de Fukuoka descubrieron que la única
oposición que recibían era de las iglesias llamadas “cristianas.”
Un asesino condenado a muerte en la prisión de Fukuoka se comunicó con la Sociedad, y se hicieron arreglos
para que los misioneros lo visitaran. El hermano Iszlaub condujo un estudio con él, y fue tan grande el cambio
en el comportamiento del prisionero que el superintendente de la prisión pronto permitió que el estudio se
celebrara en un cuarto al lado de su oficina, sin red de alambre entre ellos. Con el tiempo, este hombre fue
bautizado en la prisión. Aprendió el sistema braille para poder preparar folletos japoneses para los ciegos, y
también ayudó a efectuar la obra del Reino escribiendo cartas a personas interesadas en la verdad y
publicadores que necesitaban estímulo. El hermano Nakata estudió fuertemente y se fortaleció espiritualmente
para el día en que tendría que pagar “vida por vida” debido a su crimen.
Aquel día vino el 10 de junio de 1959. A solicitud del hombre condenado a muerte, el superintendente de la
cárcel llamó al hermano Iszlaub al lugar en que tendría lugar la ejecución. El hermano Nakata lo saludó
alegremente y dijo: “Hoy siento fuerte confianza en Jehová, y en el sacrificio del rescate y la esperanza de la
resurrección. Nunca me he sentido más fuerte en mi vida que hoy.” De hecho, al hermano visitante le pareció
que en aquel día él era el más débil de los dos. Cantaron un cántico del Reino juntos, leyeron de la Biblia y
tuvieron una oración final, todo lo cual fue un excelente testimonio a los doce funcionarios presentes. Después
de pedir que su amor fuera comunicado a la organización de Jehová y a los hermanos por toda la Tierra, el
hermano condenado a muerte fue llevado a la horca, brillando en su rostro el aprecio de su esperanza de
participar en el nuevo orden de Jehová por medio de la resurrección.
En 1957, varios misioneros fueron a la ciudad más meridional del Japón, Kagoshima. Uno de éstos, Tom Dick,
relata que cuando llegaron no solo recibieron una cálida bienvenida del puñado de publicadores locales, sino
que también fueron regalados con una erupción del volcán Sakurajima, que les dio la bienvenida a su manera,
vomitando fuego. Puesto que en el Japón las mujeres son quienes invariablemente hacen las compras, y los
hermanos misioneros eran todos muy altos, los hermanos eran muy conspicuos cuando iban por turno al
mercado, y más cuando a los tenderos se les hacía difícil entender el limitado japonés que hablaban.
En estas partes del país los extranjeros eran pocos, de modo que muchedumbres de niños seguían a los
misioneros de casa en casa. Cierto día nuestra hermana misionera, que era rubia y alta, contó más de cien niños
que la seguían, y algunos de éstos corrían adelante y le decían al siguiente amo de casa que si no querían tomar
la suscripción podían obtener solo dos revistas. Después de más de tres años de trabajo sólido edificando la
congregación de cinco a veinte publicadores, los misioneros salieron de Kagoshima, y aquel día el volcán entró
en erupción de nuevo, como en saludo de despedida.
ASAMBLEAS NOTABLES EN KYOTO
La colorida ciudad de Kyoto, tan típica del Japón antiguo, ha sido la escena de muchas gozosas asambleas del
pueblo de Jehová. Una de las primeras de éstas se celebró en el Minsei Kaikan, del 29 de julio al 1 de agosto
de 1954, y esta asamblea de distrito para todo el Japón atrajo a 536 personas al discurso público.
Temprano en 1957 el vicepresidente de la Sociedad, Fred W. Franz, hizo la primera de sus varias visitas al
Japón. En el frío del invierno, del 22 al 24 de enero, los hermanos de todo el Japón se reunieron en el Okazaki
Kokaido, Kyoto, y la concurrencia aumentó en cada sesión hasta que hubo 605 personas presentes para escuchar
el discurso público del vicepresidente en la noche del domingo. Más tarde, en la noche del 30 de enero, el
hermano Franz pronunció otro discurso a los hermanos japoneses en el Shibuya-Ku Kokaido, Tokio, con una
concurrencia de 446 personas. ¿Apreciaron los publicadores japoneses esta visita especial? Desde enero hasta
agosto inclusive, el número de publicadores en el campo aumentó de 645 a 843, ¡y esto hizo que hubiera un
aumento de 54 por ciento en el número de publicadores para el año de servicio de 1957, una marca!
Otro paso de importancia en la expansión del Reino en el Japón fue la Asamblea “Buenas Nuevas Eternas,”
celebrada en Kyoto, del 21 al 25 de agosto de 1963. Kyoto, con una población de aproximadamente
1.400.000 personas, y con 1.500 templos y 3.500 santuarios, es reconocida como uno de los centros culturales
del Japón, y por esto no fue bombardeada durante la II Guerra Mundial. Aunque Kyoto es una ciudad moderna
con calles anchas y bulevares, también retiene mucho del ambiente antiguo del Japón en sus pintorescas casas y
hermosamente arreglados jardines. Fue un centro de asamblea ideal para visitantes de todas partes del mundo.
Durante sus varias giras, los visitantes vieron con sumo interés que muchas de las creencias y ceremonias de la
cristiandad tienen un paralelo en el budismo... como la creencia en un infierno ardiente de tortura, el entonar
oraciones repeticiosas en un lenguaje desconocido, el uso del rosario y del agua bendita y de velas, y la
adoración de “santos” coronados con una aureola. ¡Ciertamente toda la religión sectaria se deriva de una sola
fuente... la Babilonia antigua!
Para el tiempo de esta asamblea, el Japón informaba un máximo de 2.884 publicadores en el campo. Sin
embargo, desde el primer día de la asamblea hubo 2.221 personas presentes en el hermoso y moderno
ayuntamiento, el Kyoto Kaikan. Durante los primeros dos días de la asamblea, el hermano Knorr y el hermano
Ronald Bible emocionaron al auditorio con sus discursos, pronunciados en inglés con interpretación al japonés.
El sábado por la mañana las 292 personas, el mayor número para un bautismo hasta aquella fecha, se bautizaron
en el río Hozu, contra el hermoso fondo de la arbolada Arashiyama (“Montaña Tempestuosa”). Como
culminación de la asamblea 3.534 personas asistieron al discurso público, pronunciado por el superintendente
de la sucursal. Esta concurrencia fue más del doble de la concurrencia máxima anterior en una asamblea, que
fue al tiempo de la visita del hermano Henschel, solo cuarenta meses antes. ¡Pero vendría más aumento!
EXTENDIÉNDOSE A OTRAS CIUDADES
El período de 1963 a 1969 fue uno de ‘edificar y plantar,’ hacer que muchos nuevos alcanzaran la madurez, y
enviar precursores especiales a abrir nuevos territorios. Desde el tiempo de la Asamblea Internacional de Kyoto
hasta el de la siguiente gran asamblea que se celebró seis años después, el máximo de publicadores aumentó de
2.884 a 7.889, y los precursores en el campo de 379 a 1.573. Podía verse que si todo el Japón fuera a recibir un
testimonio cabal antes que estallara la “tribulación grande,” se necesitarían muchos precursores más, y el
privilegio de participar en este servicio les ha sido recalcado a los hermanos por todo medio posible. ¡Qué
grandiosa respuesta ha habido! Pero mientras que las filas de los precursores han engrosado rápidamente, la
fuerza de setenta a ochenta misioneros, muchos de los cuales han estado en el Japón por unos veinte años, ha
seguido siendo un fundamento y ancla de la obra. ¡Qué organización maravillosamente celosa y de mente
teocrática se ha edificado alrededor de los grupos misionales originales! Aunque la actividad misional ha estado
limitada a unos diez diferentes locales a la misma vez, los precursores regulares y especiales nativos se han
extendido a muchos nuevos territorios. Así, en estos seis años hasta 1969, el número de congregaciones
aumentó de 105 a 206. Hoy, la mayoría de las ciudades grandes con población de más de un millón de personas
tienen unas ocho congregaciones, mientras que Tokio por sí sola tiene treinta y tres.
En Matsuyama, es inconcebible el que dos personas se conozcan, se enamoren y entonces se casen. Los
matrimonios por arreglo son lo acostumbrado, y hay “intermediarios” profesionales que viven bien de esto.
Todo el vecindario donde vivían los misioneros se preocupó mucho de que las dos jóvenes hermanas del grupo
misionero de allí hubieran alcanzado la edad de veinticinco años y no estuvieran casadas todavía. Esta
preocupación no se limitó a palabras. Se devanaban los sesos a favor de las misioneras esforzándose por
hacerles presentaciones convenientes de personas, hasta ofreciendo a sus parientes. Cuando las misioneras les
dijeron que preferían hallar sus propios compañeros algún día, esto recibió debida consideración, y se les dijo
que mejor sería que fueran a una gran ciudad, sobre todo a Tokio, si querían casarse de esa manera.
La presencia de los cuatro misioneros llegó a ser un testimonio a toda la isla de Sikuku. Como un año después
de llegar allí, asistieron a una asamblea de circuito al otro lado de la isla. Un tendero, del cual habían comprado
frutas, les preguntó allí: “¿Son ustedes los cuatro extranjeros de Matsuyama, los que viajan en bicicletas?”
Parece que por toda la isla la gente sabía de las bicicletas, y más tarde los misioneros descubrieron por qué.
Al fin de la II Guerra Mundial, cuando la gente local regresó a Matsuyama después de haber estado escondida
en las montañas, no tenían nada. Su ropa era arapos. Su alimento había sido hierbas y los pájaros que pudieran
matar. Al mismo tiempo, los misioneros extranjeros de la cristiandad regresaron, también, manejando
automóviles grandes, viviendo con lujo y todavía exigiendo dinero de la gente para construir iglesias. De modo
que era en contraste agudo con eso que los misioneros de la Watch Tower se transportaban en viejas
“sacudehuesos.” Como resultado de esto, vencieron el prejuicio local y fueron aceptados. La entera isla de
Sikuku, donde tan favorablemente se hablaba de los misioneros, ahora tiene 310 publicadores que informan en
once congregaciones; por lo menos el 25 por ciento de estos publicadores informan como precursores cada mes.
De la clase cuarenta y siete de Galaad, en la cual un hermano nativo japonés enseñó el idioma japonés, otros
diez misioneros vinieron al Japón en julio de 1969, y ellos, junto con los misioneros veteranos, han ayudado a
comenzar la obra en otras nuevas ciudades. Una de estas ciudades es Okayama, una entrada al mar Interior,
donde varios grupos de precursores especiales habían necesitado quince años de trabajo para finalmente
comenzar una congregación. Cuando los misioneros llegaron, hallaron a esta congregación de veintitrés
publicadores y seis precursores especiales bien establecida en un Salón del Reino espacioso y central que el
esposo de una de las nuevas hermanas había construido para la congregación.
La gente de Okayama tiene gran fama de ser buena gente de negocios, pero tienen pocos amigos. Están
satisfechos de sí mismos y son bruscos. Sospechan de la gente de afuera, especialmente de los extranjeros, de
los cuales hay muy pocos en la ciudad. Por eso los misioneros decidieron saludar a todo el que encontraban en
su territorio, y sonreírles hasta que ellos les sonreían en respuesta. En unas cuantas semanas pudieron realmente
hacerse amigables con sus vecinos. La campaña de “sonrisas” quebrantó el prejuicio y obligó a la gente a llegar
a conocerlos. Como resultado de eso, hasta el vecino de al lado y su esposa están estudiando ahora.
Aparte del idioma, uno de los problemas básicos de estos misioneros fue tratar con buen éxito el hecho de que
los japoneses no tienen un concepto de un Dios todopoderoso. Primero hay que convencerlos de que hay un
Dios personal. Además, puesto que son buenos estudiantes, fácilmente pueden engañar al misionero haciéndole
creer que creen lo que están aprendiendo, cuando en realidad no es así. Esto le presenta una formidable tarea al
misionero nuevo, pero ha habido excelentes ayudas, tales como los argumentos en artículos preparados para
niños en La Atalaya y otros artículos de las revistas que explican la personalidad de Dios y su relación con el
hombre. El espléndido aumento que ha habido en Okayama da testimonio de la obra celosa de los misioneros y
los otros precursores allí.
En 1967, en junio, la Sociedad abrió un nuevo hogar misional en Nagasaki, al oeste de Kiusiu. Esta ciudad es
conocida en el mundo entero como el blanco de la segunda bomba atómica, y en el Japón como un baluarte del
catolicismo. Está edificada alrededor de hermosas montañas que rodean una bahía natural.
La rivalidad entre los católicos y los budistas hace que el testificar en Nagasaki sea algo diferente del testificar
en otras partes del Japón. Los misioneros oyen objeciones como: ‘Soy católico . . . Nosotros tenemos nuestra
iglesia y literatura . . . Vayan a los budistas que no saben nada todavía.’ Son indiferentes, y parece que no saben
nada acerca del trastorno que está aconteciendo en las iglesias en otras partes del mundo. Los budistas, por otra
parte, a veces creen que los Testigos son católicos o algún otro grupo eclesiástico que anda en busca de
conversos, y por eso no quieren tener nada que ver con ellos.
Aunque los precursores especiales han hecho una obra excelente en cuanto a establecer congregaciones en las
dos secciones de Nagasaki, como resultado de la obra que comenzaron en 1957, habían pasado ahora muchos
años sin que hubiera más aumento. Cuando los misioneros llegaron, había cincuenta y ocho publicadores y
cinco precursores regulares trabajando aquí. Pero con el estímulo de los misioneros, al ubicarse tres misioneros
en una congregación y dos en la otra, la concurrencia a las reuniones comenzó a aumentar rápidamente y hasta
130 personas han estado asistiendo a las reuniones en los últimos meses. Además de enviar a otros lugares a
varios precursores especiales, las congregaciones de Nagasaki han aumentado durante los pasados tres años a tal
punto que ahora tienen noventa y siete publicadores, incluso veinte precursores, que informaron en julio
de 1972. Los misioneros y sus compañeros de seguro se regocijan por este aumento.
Cuando el superintendente de circuito visitó por primera vez la isla de Kiusiu en 1951, solo visitó a una
hermana norteamericana aislada en Beppu y a una familia de Kagoshima que había mostrado interés. Pero con
la delantera que han llevado los misioneros en cinco de las ciudades de Kiusiu, la obra del Reino en esta isla ha
crecido a tal punto que dos circuitos pudieron informar en 1971 una concurrencia total de 1.529 personas a sus
asambleas de circuito. Y puesto que los precursores están empezando la obra en muchas otras ciudades aisladas,
Kiusiu ha llegado a tener tres circuitos en el año de servicio de 1972.
ASAMBLEA “PAZ EN LA TIERRA,” 1969... Y DESPUÉS
Para la segunda asamblea de alrededor del mundo, celebrada del 14 al 19 de octubre de 1969, estuvimos
reunidos en el Estadio de Ciclismo Tokio Korakuen para nuestra primera asamblea grande al aire libre. Sobre el
verde césped del estadio, una cabaña japonesa con techo de paja servía de plataforma, mientras que miles de
flores deletreaban el nombre de la asamblea contra el fondo en que se destacaba el monte Fusi. Una enorme
cafetería se extendía detrás del abrigo de las galerías. Ciertas hermanas vestidas en kimonos y sentadas a la
orilla de la hierba tocaban canciones del Reino en el koto (arpa japonesa), y esto hizo la ocasión más deleitable.
Contando los hermanos de Okinawa, aproximadamente mil personas habían concurrido de otros países. Los
asambleístas se emocionaron al escuchar discursos por hermanos que representaban al cuerpo gobernante de la
Sociedad. El hermano Suiter pronunció el discurso de bienvenida, el hermano Franz presentó tres de los
discursos principales, y el hermano Knorr también pronunció tres discursos, incluso el discurso público. En esta
ocasión el hermano Knorr habló a una muchedumbre de 12.614 personas, muchas más de las 2.479 a que había
hablado en la última asamblea en que había estado en el Japón, en Kyoto, solo seis años antes. La cantidad de
personas que se bautizaron en esta asamblea también estableció una marca —798— y el total de los bautizados
durante el año de servicio de 1969-1970 llegó a un nuevo máximo de 2.245.
Menos de dos años después, en el mismo estadio, y sin la presencia de grandes cantidades de visitantes de
ultramar, hubo una concurrencia de 16.508 personas en la Asamblea de Distrito “Nombre Divino,” y 879 se
bautizaron entonces. Esto llevó el total de personas bautizadas para el año a 2.088. En julio y agosto de 1972 se
celebraron cuatro Asambleas de Distrito “Gobernación Divina” para beneficio de los hermanos de todo el
Japón, y esta vez la concurrencia fue de 21.921, y 931 se bautizaron. Esto llevó el total de bautizados en 1972
a 2.569, la cifra más elevada hasta aquella fecha, haciendo de aquel año el tercer año sucesivo en que más de
2.000 personas se bautizaron. ¡El total de 6.902 personas bautizadas durante los pasados tres años en el Japón es
más del 48 por ciento de todos los publicadores que hay aquí!
¿Qué encerrará el futuro? En el verano de 1973 una asamblea internacional de testigos de Jehová visitará de
nuevo al Japón. Aunque es demasiado temprano para hacer un anuncio definitivo, se está considerando un muy
excelente lugar de asamblea en la zona de Osaka, y se espera que podamos tener una ubicación al aire libre que
acomode holgadamente a 30.000 personas. Sea cual sea la voluntad de Jehová en este asunto, esperamos tener
una asamblea excelente, con muchos hermanos de ultramar como nuestros huéspedes.
EXPANSIÓN EN LA SUCURSAL
Por catorce años, desde enero de 1949 hasta septiembre de 1962, la casa de madera de estilo japonés en 5-5-8
Mita, Minato-Ku, Tokio, rindió buen servicio como la oficina central de la sucursal japonesa. Sin embargo, el
rápido crecimiento de la organización significó aumento en la colocación de literatura, revistas y suscripciones.
El siguiente cuadro indica lo grande que ha sido este aumento:
Libros Suscripciones
Colocaciones: encuadernados Revistas nuevas
Año de servicio de 1950 2.026 2.626 51
Año de servicio de 1955 4.050 105.671 3.399
Año de servicio de 1960 15.605 538.088 7.444
Año de servicio de 1965 53.937 1.575.597 32.193
Año de servicio de 1972 797.423 5.907.404 123.567
En septiembre de 1971 los publicadores en el campo colocaron un máximo sin precedente de 114.133 libros
encuadernados en manos de la gente en solamente un mes.
Con el transcurso de los años, la débil casa japonesa de dos pisos resultó enteramente inadecuada para la obra.
Por eso el hermano Knorr dio permiso para reemplazar la vieja sucursal con un edificio nuevo y moderno. La
construcción tomó solo seis meses, y para octubre de 1963 el nuevo edificio de seis pisos de hierro y concreto
estuvo listo para que se mudaran a él los diez trabajadores de la sucursal y seis misioneros. ¡Cómo continuó el
crecimiento! Cuando se tuvo la Escuela del Ministerio del Reino, durante el cual período a los hermanos
visitantes se les acomodó en los cuartos de estera tatami de estilo japonés, hasta cincuenta personas han vivido
en este hogar a la vez.
El hermano Haslett desempeñó una gran parte en planear el nuevo edificio de la sucursal de Tokio. Ciertamente,
el servicio de los dos misioneros originales del Japón ha sido una inspiración a todos los que los han conocido.
Bautizados juntos el 2 de diciembre de 1916 en Brooklyn, Nueva York, Don y Mabel Haslett realmente
dedicaron su vida a la expansión de los intereses del Reino. En 1947, cuando estaban bien entrados en sus
cincuenta, se ofrecieron voluntariamente para desarraigarse del “paraíso” tropical del Hawai, ir a la Escuela de
Galaad, y salir a comenzar la obra en un país devastado por la guerra, la pobreza y el hambre. Pero hallaron un
mayor “paraíso” en el Japón, un paraíso espiritual. Ellos fueron los precursores que dieron comienzo al adelanto
allí. Cuando Don Haslett murió de un ataque que sufrió el 20 de febrero de 1966, los seis hermanos que llevaron
el ataúd en su funeral eran todos jóvenes con quienes él había estudiado personalmente, y que habían entrado en
el servicio de precursor y más tarde pasado a servir en Betel. Mabel Haslett continúa trabajando como misionera
desde el hogar de la sucursal en Tokio, y a los setenta y siete años de edad todavía dedica casi cien horas al
servicio al mes, dando a nuevas personas un conocimiento de la verdad.
Pero se espera más expansión. Lo que los misioneros extranjeros empezaron ahora ha sido continuado por un
gran ejército de ministros precursores nativos. Casi cada mes hay un nuevo máximo de precursores regulares, y
en algunos meses han entrado en las filas más de cien nuevos precursores. Se puede obtener alguna idea del
crecimiento en los ramos del servicio de precursor al considerar el siguiente cuadro, que muestra el número
máximo que ha servido en abril de los años alistados:
Misioneros Superintendentes
(en el servicio de
del campo de circuito
tiempo Precursores y Precursores Precursores Total
Año cabal) especiales esposas regulares temporeros Precursores
1952 51 - 1 4 - 56
1957 59 43 2 25 - 129
1962 42 157 15 39 71 324
1967 43 362 29 157 377 968
1972 53 453 47 1.896 1.009 3.458
Un máximo de 3.515 precursores se alcanzó en mayo de 1972, cuando más de uno de cada cuatro publicadores
estuvo en este servicio. Muchos de estos precursores están respondiendo a la llamada de ir a ciudades que
todavía no han sido trabajadas cuya población oscila entre las 30.000 y 50.000 personas. Además, los
publicadores de congregación trabajan con un verdadero espíritu de precursor, como lo muestran sus promedios
del campo para julio de 1972: 16,7 horas, 8,4 revisitas, más de 1,1 estudios bíblicos y 14,7 revistas colocadas en
el campo. Este fue un mes en que estaban concurriendo o preparándose para concurrir a asambleas de distrito.
Jehová está bendiciendo este celo. Mientras que había 106 congregaciones cuando la sucursal actual de Tokio
comenzó a funcionar en octubre de 1963, los testigos de Jehová ahora trabajan en 538 lugares en el Japón, y en
casi todos los casos habrá congregaciones bajo los nuevos arreglos de organización. Por eso la obra de la
sucursal es unas cinco veces mayor de lo que era hace nueve años. ¡Y al hacer arreglos bondadosamente para
ayudar a dar atención a este aumento, el presidente de la Sociedad, el hermano Knorr, está haciendo arreglos
para hacer que el funcionamiento de la sucursal del Japón sea mucho mayor de lo que hasta ahora nos habíamos
imaginado!
NUEVO PROYECTO EN NUMAZU
Durante la Asamblea Internacional “Paz en la Tierra,” en octubre de 1969, el hermano Knorr anunció que la
Sociedad compraría una nueva propiedad en Numazu, a 120 kilómetros al suroeste de Tokio. Desde abril
de 1970 un grupo de cuatro misioneros, el departamento de envíos de la Sociedad y la Escuela del Ministerio
del Reino fueron trasladados a las nueve casas de estilo japonés en esta media hectárea de terreno. Otros
400 hermanos fueron entrenados aquí en la escuela. Esta zona, que yace entre el monte Fusi y una hermosa
playa, es un verdadero paraíso para la predicación de las buenas nuevas del Reino. Cuando los misioneros
emprendieron su servicio misional en la cercana congregación de Fusi, todos los deberes de los siervos estaban
siendo ejecutados por hermanas. En aquel tiempo la congregación tenía como promedio siete publicadores en el
campo cada mes, pero ahora tienen treinta y siete publicadores, entre ellos ocho hermanos bautizados.
En una visita al Japón en julio de 1971 el hermano Knorr dio la base para un gran nuevo proyecto en Numazu.
Trazó planes para una fábrica de tres pisos y un hogar Betel de cinco pisos. A fines de 1971 todos los edificios
excepto el “hogar misional” de dos pisos en una esquina de la propiedad fueron demolidos. Desde enero
de 1972 se comenzó a trabajar intensamente en la construcción. Los hermanos japoneses contribuyeron muy
generosamente por medio de préstamos y donaciones directas, de modo que fue posible financiar esta enorme
empresa sin necesitar fondos de ultramar. Por arreglo con la compañía de construcción, los hermanos también
se encargaron de todo el trabajo eléctrico para los nuevos edificios, toda la pintura, y todo el embaldosamiento y
la colocación de las alfombras. Un misionero canadiense, Eustace Kite, ha superentendido muy hábilmente todo
este trabajo.
Al mismo tiempo, manufactureros de Ciudad de Kawasaki y de Osaka comenzaron la construcción de tres
prensas rotativas de cuarenta toneladas y equipo auxiliar de impresión. Una prensa es para la sucursal de
Numazu, y las otras para las sucursales australiana y filipina. Para principios de junio la construcción había
adelantado hasta tal punto que la rotativa y otro equipo podía ser instalado en los pisos primero y segundo de la
fábrica de Numazu. El hermano Milan Miller vino de la fábrica de la Sociedad en Brooklyn para superentender
esta instalación. Cuando el hermano Miller entró en la fábrica de Numazu por primera vez, describió lo que vio
en una sola palabra: “¡Estupendo!” Al medir, dijo que en el primer piso de la fábrica podrían instalarse ocho
rotativas, si alguna vez era necesario. No obstante, nos alegramos muchísimo de tener por lo presente la única
rotativa que tenemos produciendo las revistas en una esquinita de la fábrica. Y ya está funcionando
magníficamente, imprimiendo hasta 21.000 revistas por hora. Su primer producto fue un folleto de dieciséis
páginas a color que contenía principalmente el discurso público de la asamblea de distrito de 1972. ¡Cómo se
deleitaron los hermanos al recibir esta publicación por sorpresa al fin de la asamblea!
El 15 de agosto de 1972 la compañía de construcción entregó a la Sociedad la fábrica y el hogar Betel
completados. El pintar estos edificios y efectuar otros toques finales mantendrá a los hermanos ocupados por un
mes o dos más, pero ya están ocupando los dieciséis dormitorios completados en el tercer piso del hogar. Los
pisos cuarto y quinto suministran otros treinta y dos dormitorios, y el segundo piso está ocupado principalmente
por una espaciosa biblioteca, comedor y cocina. La oficina, la lavandería y la cámara de calderas, además de un
hermoso Salón del Reino, están en el primer piso. Tres embarques de literatura en recipientes ya han llegado de
Brooklyn, y han desaparecido en el amplio espacio de almacenaje de la fábrica. Un gran ascensor de carga y
horquilla de batería hacen fácil mover artículos grandes por el edificio de la fábrica. La carpintería está
trabajando a plenitud en la producción de mobiliario y equipo para el hogar y la fábrica.
El motor y el torno del ascensor están en una atalaya que se eleva sobre los dos edificios. Desde esa atalaya se
obtiene una magnífica vista, no solo de los edificios, sino también de la playa bordeada de pinos y de una
frondosa campiña dominada por el elevado monte Fusi. Ciertamente son una vista hermosa las obras de Jehová.
También se aprecia mucho el trabajo de la clase del “esclavo fiel y discreto” y la espléndida dirección que el
cuerpo gobernante está suministrando desde la central de la organización de Jehová en la Tierra. El suministro
del alimento espiritual, para usarse en las reuniones de congregación y en el campo, sigue viniendo en calidad y
abundancia mayor, y a todos nos regocija el desempeñar una parte en esta grandiosa organización que tan
lealmente sostiene el nombre incomparable de nuestro Dios, Jehová. A medida que en todas partes se multiplica
el número de publicadores, y a medida que más y más personas asisten a las reuniones y a las asambleas,
recordamos el comentario del hermano Knorr en la asamblea de Tokio en abril de 1951, que esperaba el día en
que habría tantos ministros japoneses nativos que fuera difícil hallar a un misionero entre ellos. Verdaderamente
‘el pequeño mismo ha llegado a ser mil.’—Isa. 60:22.
DONDE TRABAJARON LOS MISIONEROS
Ministros
del Reino De los
ahora cuales los
Período de Número en la precursores
funcionamiento máximo de zona son (julio
Ciudad Población del hogar misioneros (julio de 1972)
de 1972)
Tokio 11.476.860 Sucursal de 12 613 123
Mita desde 1/49
Chiyoda 8 550 104
desde 5/54
Nakano 10 899 157
desde 10/56
Setagaya 6 174 28
desde 7/60
Kobe 1.304.405 desde 11/49 18 730 76
Nagoya 2.050.412 10/50-8/60 12 608 71
Osaka 2.908.507 3/51-2/53 8 746 132
Yokohama 2.325.848 4/51-9/57 14 646 135
Kyoto 1.438.634 4/52-11/57 7 452 80
Sendai 556.475 10/52-9/59 6 131 27
Hiroshima 575.539 1/57-10/63 4 247 50
Sapporo 1.026.706 9/57-3/71 6 277 41
Fukuoka 1.049.942 desde 9/57 6 246 37
Kumamoto 453.627 12/57-9/63 4 66 12
Kagoshima 418.621 12/57-5/61 4 80 20
Sasebo 261.567 12/57-3/59 5 41 7
Hakodate 239.291 9/59-8/61 4 58 13
Matsuyama 329.683 11/66-11/69 4 53 13
Okayama 473.480 desde 5/69 6 64 14
Nagasaki 423.019 desde 6/69 5 97 20
Numazu 195.484 desde 4/70 6 76 18
Niigata 389.019 desde 9/71 6 64 12
Kochi 245.428 desde 5/72 6 33 14
TOTALES 28.142.547 6.951 1.204
Publicadores en otras partes del Japón 7.210 1.771
Así la obra misional ha estado representada entre más de una cuarta parte de la población del Japón de
105.281.070 personas.
[Ilustración de la página 254]
Establecimiento de impresión y hogar Betel de Numazu

También podría gustarte