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© Mario Martín Merino, 2016

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dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
``Tienen ritos y tradiciones tan diferentes de todas las otras naciones
que da la impresión que lo hacen a propósito para no ser como las
demás gentes. Las cosas que hacen son tan inimaginables que no me
equivoco al afirmar que Japón es el reverso de Europa.´´
Alessandro Valignano, SJ
Historia del principio y progresso de la Compañía de Jesús en las
Indias Orientales (1542-1564), Capítulo XVIII (1584)

 
 

Nota sobre la transcripción de palabras y términos japoneses

Para la transcripción de palabras, términos y nombres propiamente japoneses


se ha seguido el sistema Hepburn y se han suprimido los signos diacríticos
(macrón) de las vocales largas en todos aquellos vocablos japoneses cuyo
significado no se vea alterado.

Asimismo, se ha seguido la costumbre onomástica japonesa de anteponer el


apellido al nombre (ej. Tokugawa Ieyasu) excepto en aquellos casos en los
que se trate de un personaje histórico cristiano, en donde el nombre precede al
apellido (ej. Protasio Arima).
 

 
 
                                                                           
INDICE

CRONOLOGIA

INTRODUCCION

I. LLEGAN LOS EUROPEOS

II. KYUSHU DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI


III. UNA PREDICACIÓN EQUIVOCADA

IV. EN BUSCA DE PROTECCIÓN

V. ENCUENTRO CON OUCHI YOSHITAKA

VI. SORIN

VII. LA MISION DE KANSAI

VIII. DAIMIOS, MISIONEROS Y COMERCIANTES

IX. NAGASAKI

X. EL CRISTIANISMO SE EXPANDE POR KYUSHU

XI. DIFICULTADES EN BUNGO

XII. EL FIN DE RYUZOJI TAKANOBU

XIII. LAS MEDIDAS DEL VICE-PROVINCIAL COELHO

XIV. LA CAIDA DEL CLAN OTOMO

XV. HIDEYOSHI CAMBIA KYUSHU

XVI. LA POLITICA ANTICRISTIANA DE HIDEYOSHI

XVII. EL INCIDENTE DEL SAN FELIPE

XVIII. LOS DAIMIOS CRISTIANOS BAJO LOS TOKUGAWA

XIX. EL SISTEMA ANTICRISTIANO DE LOS TOKUGAWA

XX. SHIMABARA

EPILOGO

MAPA DE KYUSHU DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI


KIRISHITAN MONOGATARI

I. LOS KIRISHITAN LLEGAN A JAPON

II. EL BATEREN ES LLAMADO A AZUCHI, EN LA PROVINCIA DE OMI

III. EL BUDISMO SEGÚN LOS KIRISHITAN

IV. LOS KIRISHITAN SE EXTIENDEN POR EL PAIS DURANTE EL


REINADO DEL TAIKO HIDEYOSHI

V. LOS KIRISHITAN SE ENFRENTAN A LOS MONJES JAPONESES

VI. UN MONJE JAPONES Y UN IRUMAN KIRISHITAN DEBATEN SOBRE RELIGION

VII. COMENTARIOS DE HAKUO KOJI SOBRE LO OCURRIDO

VIII. UN HOMBRE ACUSA A LOS KIRISHITAN DE QUERER


SOMETER JAPON AL REINO DE LOS BARBAROS DEL SUR

IX. LOS SEGUIDORES DE LOS KIRISHITAN SON METIDOS EN SACOS


DE PAJA

X. SOMETIENDO A LOS KIRISHITAN

XI. LOS KIRISHITAN SE REBELAN EN AMAKUSA Y EN SHIMABARA

XII. MATSUKURA, SEÑOR DE NAGATO, ATRAE LA DESGRACIA


SOBRE SI MISMO

XIII. DEL TRATO QUE SE DEBE DISPENSAR A LOS SUBORDINADOS,


SEAN DE ALTO O BAJO RANGO.

BIBLIOGRAFIA
 

CRONOLOGIA

1543: Llegada de los primeros mercaderes portugueses a Tanegashima.

1547: Francisco Javier conoce a Anjiro en Malaca.


1549: Francisco Javier desembarca en Kagoshima. Inicio de la misión en Japón.
1559: El Padre Gaspar Vilela establece la misión en Kioto.
1563: Bautismo de Omura Sumitada, primer daimio cristiano de Japón.
1579: Primera visita de Alessandro Valignano a Japón.
1580: Omura Sumitada cede Nagasaki a la Compañía de Jesús.
1587: Toyotomi Hideyoshi decreta la expulsión de los misioneros.
1588: Toyotomi Hideyoshi se hace con el control de Nagasaki.
1593: Llegada de los primeros franciscanos a Japón.
1596: Naufragio del San Felipe frente a las costas de Shikoku.
1597: Crucifixión de veintiséis cristianos en Nagasaki.
1600: Batalla de Sekigahara. Llegada de los holandeses a Japón.
1601: Ordenación de los primeros sacerdotes católicos japoneses.

1602: Llegada a Japón de agustinos y dominicos.


1609: Establecimiento de mercaderes holandeses en Hirado.
1612: Tokugawa Ieyasu prohíbe el cristianismo en todo Japón.
1613: Fundación de la factoría inglesa de Hirado.

1614: Promulgación de un edicto contrario al cristianismo y a la presencia de los


misioneros en el país.
1619: Gran Martirio de Kioto (52 condenados a muerte).
1622: Gran Martirio de Nagasaki (55 condenados a muerte).
1623: Gran Martirio de Edo (50 condenados a muerte).
Cese de la factoría inglesa en Hirado.
1635: Prohibición a todos los japoneses de viajar al extranjero.
1637-1638: Rebelión de Shimabara y muerte de treinta y siete mil cristianos.
1639: Promulgación del sakoku y expulsión de todos los europeos de Japón
(excepto holandeses).

1641: confinamiento de los holandeses a la isla de Dejima.


 


 
 

INTRODUCCION

La inserción internacional de Japón buscada por el shogunato Tokugawa (1) durante la


primera mitad del siglo XVII se fundamentaba principalmente en sus contactos con los reinos
de Ryukyu (2) y de Corea, así como en los acuerdos comerciales alcanzados con los diversos
mercaderes europeos (portugueses, holandeses, ingleses…) presentes en el país. Los
dirigentes del shogunato estimaron que la adecuada incorporación de los mencionados
elementos a su modelo de relaciones internacionales no supondría dificultad alguna, pero con
el paso del tiempo, otro grupo de extranjeros acabaría por suponer un serio problema para la
estabilidad del nuevo régimen implantado por los Tokugawa.

A mediados del siglo XVI habían llegado los primeros misioneros cristianos, encarnados en
los miembros de la Compañía de Jesús, con el propósito de evangelizar a sus gentes y
expandir su modelo de verdad universal representado por la fe católica. En un primer
momento serán recibidos cordialmente, pero un siglo después acabarán siendo rechazados
enérgicamente y expulsados del país por sus actividades, consideradas subversivas y
peligrosas para la estabilidad del nuevo régimen.

Cuando los primeros jesuitas llegaron a Japón, el país se encontraba inmerso en el caos más
absoluto debido a los constantes enfrentamientos entre dominios independientes liderados por
un daimio. Algunos de estos daimios, movidos por el deseo de sellar ventajosos acuerdos
comerciales con los mercaderes occidentales para satisfacer sus ansias de poder y de riqueza,
brindarán su apoyo y protección a la causa de los misioneros, que en múltiples ocasiones
actuarán como intermediarios entre ambos, llegando incluso en algunos casos a convertirse a
la fe católica.
La labor misionera en Japón se desarrolló durante escasamente un siglo, aproximadamente
entre 1549 y 1650, siendo frecuentemente denominada esa etapa de la historia japonesa como
Siglo Cristiano (3). A lo largo de los últimos años de ese periodo, las condiciones políticas de
Japón cambiarán profundamente. Se pasará de la anarquía a la paz y unidad nacionales bajo
un nuevo régimen, el shogunato Tokugawa, que gobernará los destinos de Japón hasta 1868.

 
 
 
 
 
 
(1) Tercer y último shogunato fundado por Tokugawa Ieyasu en 1603. Sus descendientes gobernarán el país hasta
1868. Durante éste periodo, Japón permanecerá aislado internacionalmente para mantener la estabilidad del
régimen.
(2) Antiguo reino independiente al sur del archipiélago japonés. Entre los siglos XIV y XIX se extendió por el
archipiélago de las Nansei (actuales prefecturas de Kagoshima y Okinawa). Tuvo gran relevancia en las rutas
comerciales del sureste asiático.
(3) C.R. Boxer establece éste periodo entre 1549 y 1650, pero otros estudiosos como Antonio Cabezas García
prefieren denominarlo ‘‘Siglo Ibérico’’ debido al protagonismo de españoles y portugueses, estableciendo el
periodo entre 1543 y 1643.


 
 

I. LLEGAN LOS EUROPEOS


De acuerdo a lo narrado en el Teppo-ki (4), el primer contacto entre japoneses y europeos
tuvo lugar el 23 de septiembre de 1543, cuando tres mercaderes portugueses (5) a bordo de un
junco chino desembarcaron en una pequeña isla situada en la entrada de la bahía de
Kagoshima, al sur de Kyushu, llamada Tanegashima. En poco tiempo, el nombre de esa
diminuta isla se convertirá en sinónimo de uno de los artículos occidentales más deseados en
el Japón de la época, que había llegado al país en ese primer viaje. Ese preciado objeto no era
otro que el arcabuz (6), que sería imitado, mejorado y fabricado en grandes cantidades por los
armeros japoneses para ser utilizados por los daimios en sus contiendas, provocando cambios
significativos en las tácticas militares empleadas hasta la fecha en suelo japonés. Asimismo,
las armas de fuego, fuesen estas de factura occidental o japonesa, se convertirán en un
elemento indispensable para la consecución de la futura unificación del país bajo el clan
Tokugawa. 

 
Infantería japonesa (ashigaru) disparando tanegashimas (arcabuces)

Los primeros mercaderes europeos que llegaron a Japón lo hicieron movidos principalmente
por deseos de índole material, llevando a cabo sus actividades en un pequeño número de
lugares de la periferia del país, y en ningún momento parecieron mostrar interés o intención
alguna, quizás por carecer de capacidad para ello, de postularse como emisarios culturales de
Europa en Japón y viceversa. Esa labor será asumida principalmente por los jesuitas, que
siguiendo las rutas comerciales utilizadas por los mercaderes portugueses hacia Japón y
dirigidos por el futuro santo navarro Francisco Javier, desembarcaron en Kagoshima el 15 de
agosto de 1549.

Esa labor será asumida principalmente por los jesuitas, que siguiendo las rutas comerciales
utilizadas por los mercaderes portugueses hacia Japón y dirigidos por el futuro santo navarro
Francisco Javier, desembarcaron en Kagoshima el 15 de agosto de 1549.

(4) O Crónica del arcabuz, tratado sobre arcabuces escrito por un monje zen de Satsuma llamado Nampo
Bushi (1562-1620), publicado en 1606 y reimpreso en 1625 y 1650.
(5) Identificados en crónicas japonesas y en los escritos del administrador portugués de las Islas Molucas entre
1536 y 1540, Antonio Galvano (1490-1557), como Antonio da Mota, Francisco Zeimoto y Antonio Peixoto.
(6) Los primeros arcabuces fueron adquiridos por Tanegashima Tokitaka (1528-1579), señor de la isla del mismo
nombre.


 
 

Para llegar a Japón, tanto los comerciantes portugueses como los misioneros, utilizaron las rutas
empleadas por los wako (7) o bien en compañía de estos, partiendo hacia costas niponas desde sus
bases en Shuang-hsu-kang (8). Uno de los más célebres capitanes wako del momento, Wang Chih
(9)
, ejercerá como intérprete de los primeros portugueses llegados a Tanegashima. Algunos años
más tarde, otro personaje conocido como Anjiro (10) jugará un importante papel en el desarrollo
inicial de la misión cristiana en Japón cumpliendo esa misma función.

Los topónimos citados en los informes de los primeros marinos portugueses que se
aproximaron a costas japonesas se asemejan a los recogidos en fuentes chinas relacionadas con
los wako y sus actividades piráticas. Los portugueses sabían de la existencia de otras rutas que
conducían más allá de Kyushu a través del Mar Interior de Seto o costeando por el sureste de
Shikoku, pero en ningún momento se atrevieron a navegar hasta Sakai u otras bahías de la
región de Kinai en Honshu.

Entre 1550 y 1562 la mayor parte de naves mercantes portuguesas fondearán en Hirado, y
ocasionalmente en Kagoshima y Yamagata (en la provincia de Satsuma), así como en Hiji y
Funai (en la provincia de Bungo), pero a partir de 1564 abandonarán Hirado para dirigirse
hacia otros puertos en Hizen, destacando de entre todos ellos Nagasaki, que a partir de 1571
se convertirá en el principal destino del tráfico mercantil portugués hacia Japón.

Del mismo modo que los mercaderes portugueses, los jesuitas tuvieron que buscar un lugar
idóneo en donde poder comenzar su labor evangelizadora y conseguir la protección y
consentimiento de las más altas autoridades del país, bastante difícil de encontrar en Kyushu
o en cualquier otro lugar del Japón de finales del siglo XVI, debido fundamentalmente a la
debilidad del gobierno central, encarnado en el shogunato Ashikaga (11), que se encontraba
inmerso en un irreversible proceso de descomposición política que afectaba a todo Japón,
pero pese a las dificultades, los jesuitas aprenderán a utilizar en su beneficio la caótica
situación del momento.

(7) Término japonés derivado del vocablo chino ‘‘wokou’’, utilizado para denominar a los piratas que asolaban
las costas de China, Corea y Japón, cuyas incursiones datan desde el siglo V. Estos grupos de piratas so- lían
estar compuestos por chinos, coreanos y japoneses. Tras la conquista de Kyushu por Toyotomi Hideyoshi en
1587, cesaron definitivamente sus actividades.
(8) Enclave wako conocido por los portugueses como Liampoo, en las Islas Chusan (en la actual provincia
china de Zhejiang).
(9) Conocido como Wu-feng o Hui Wang, y por los japoneses como Goho Senshu. Llegó a tener bases en
Hirado y en las Islas Goto gracias a sus buenas relaciones con daimios como Matsuura Takanobu, que le
permitió establecerse indefinidamente en Hirado a partir de 1540. Murió decapitado a finales de 1559 o
comienzos de 1560 tras ser traicionado por el gobernador de Chekiang, Hu Tsung-hsien.
(10) O Yajiro (1511-1550). Tras su bautismo adoptó el nombre de Paulo de Santa Fe. Era un samurái natural de
Kagoshima huido de su país tras cometer un asesinato. Conoció a Francisco Javier en diciembre de 1547 en la
colonia portuguesa de Malaca. Se cree que acabó sus días como wako, muriendo durante una incursión en
China.
(11) Segundo shogunato de Japón, establecido por Ashikaga Takauji en 1336. El clan Ashikaga gobernará el país
hasta 1573.


 
 

II. KYUSHU DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI

A mediados del siglo XVI Kyushu era el escenario de incontables conflictos entre los distintos
daimios del momento, no logrando ser pacificada hasta 1587, cuando Toyotomi Hideyoshi
(1537?-1598), uno de los grandes unificadores de Japón, se hiciera con su control.

 
Mapa de Japón a comienzos del siglo XVII, confeccionado por Guiljelmo Blaeuw

El sur de Kyushu estaba sumido en el más completo desorden debido a los problemas internos
del clan Shimazu, que desde fines del siglo XIV había detentado el título de shugo (12) de Hyuga,
Satsuma y Osumi, provincias todas ellas plagadas de barones semi-independientes que
periódicamente se alzaban en contra de su señor Shimazu Takahisa (1514-1571). Aunque
Takahisa contaba con armas de fuego, no había conseguido afianzar su posición ni pacificar la
zona, pero en 1570 y bajo liderazgo de su hijo y sucesor, Shimazu Yoshihisa (13), se logrará.

El panorama no era mucho mejor en el norte de Kyushu. Desde la instauración del shogunato
Kamakura (14) a finales del siglo XII, la zona había sido disputada por los clanes Shoni de
Chizuken y Otomo de Bungo, pero con la irrupción a fines del siglo XV del clan Ouchi
deYamaguchi a través del Estrecho de Shimonoseki en Honshu, la situación política vigente en la
zona cambiará drásticamente y se saldará con la destrucción del clan Shoni a manos de Ouchi
Yoshitaka (1507-1551) en 1536. Aunque lograron alzarse con la victoria, los Ouchi no
disfrutarán de su éxito mucho tiempo. El clan Otomo será el gran beneficiado a largo plazo
gracias a la desaparición de los Shoni, que habían visto cómo sus antiguos vasallos del clan
Ryuzoji forjaban un nuevo y poderoso feudo.

Tras acabar con los Shoni, Ouchi Yoshitaka logrará hacerse con el control de gran parte de
Chizuken y Buzen, así como con algunas áreas de Hizen y Chikugo; pero poco después
terminará enfrentándose a los Otomo, que nunca habían reconocido su autoridad sobre el
norte de Kyushu. La creciente tensión entre ambos clanes fue aprovechada por los pequeños
barones de Chizuken, Buzen y Chikugo para rebelarse e intentar fortalecer su independencia.

(12) Título nobiliario creado en 1185 por Minamoto no Yoritomo. Era otorgado por el shogun y estaban
encargados de velar por el buen gobierno de la provincia designada.
(13) (1533-1611) Daimio y cabeza del clan Shimazu. Fue uno de los primeros señores en adquirir y utilizar
arcabuces en combate y en recibir a Francisco Javier tras su llegada.
(14) Primer shogunato de Japón, establecido en 1185 y reconocido oficialmente en 1192. Desde 1203, el clan
Hojo detentará el poder, que perderá en 1333. Estableció su capital en Kamakura. Durante éste periodo se produjo
el ascenso de la clase samurái.

10 
 
 

La situación empeoró seriamente en 1533 cuando Otomo Yoshiaki (1502-1550) logró que su
hijo Shioboshi-maru (15) fuese nombrado shugo de Buzen por el shogunato Ashikaga, lo cual
motivará que al año siguiente Ouchi Yoshitaka invada Bungo. En 1535 los contendientes
acordaron cesar las hostilidades mediante la firma de una frágil paz promovida por el shogun
Ashikaga Yoshiharu (1511-1550, r.1522-1547), estableciéndose que los Ouchi debían restituir
a Otomo Yoshiaki la posesión de varios territorios en disputa. El acuerdo no satisfizo a
ninguna de las partes, y en 1543 Yoshiaki expresó su disconformidad al ver que los Ouchi no
tenían intención de restituirle sus derechos sobre la ciudad portuaria de Hakata. Pese a las
discrepancias entre ambos clanes, estos decidieron dejarlo pasar y utilizar la tregua para
solventar otros asuntos.

Ouchi Yoshitaka logrará acabar definitivamente con Shoni Sukemoto, mientras que Otomo
Yoshiaki derrotará a su hermano menor Kikuchi Yoshiaki (conocido anteriormente como
Otomo Shigeharu, m.1554), que había cambiado de nombre al haber recibido de Yoshiaki el
liderazgo de un antiguo clan caído en desgracia, los Kikuchi de Higo. Lejos de someterse a la
voluntad de su hermano, Kikuchi Yoshitake se había aliado con los Ouchi para extender sus
dominios en el norte de Kyushu y rebelarse contra Yoshiaki pese a no ser un rival lo bastante
poderoso como para hacerle frente con éxito. Hacia 1543 el poder de Otomo Yoshiaki en
Higo era lo bastante sólido como para proclamarse shugo de toda la provincia.

Las provincias de Higo y Bungo pasarán a integrarse en los dominios de los Otomo, pero su
ascenso como potencia regional será truncado en 1550 tras el estallido de una revuelta palaciega
que acabará con la vida de Otomo Yoshiaki, que poco antes había desheredado a su hijo mayor
Yoshishige, que se haría con el poder; y bajo su liderazgo, los Otomo lograrán extender su poder
por un total de siete provincias, para posteriormente hundirse y pasar a controlar únicamente una
pequeña parte de Bungo.

(15) (1530-1587) También llamado Yoshishige y Sorin. Tras su bautismo será conocido como Francisco.

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III. UNA PREDICACION EQUIVOCADA

Los daimios más poderosos del oeste del país (16) se convertirán en los más destacados
interlocutores de Francisco Javier tras su llegada a Japón pese al desconocimiento del idioma
japonés por parte del misionero navarro, pero ese impedimento pudo ser parcialmente
solventado, aunque con desigual acierto, gracias a la ayuda de intérpretes.

 
San Francisco Javier S.J. (1506-1552)

Las fascinantes narraciones y grandes dotes intelectuales mostradas por Anjiro, así como su
conocimiento de la doctrina cristiana, habían impresionado tanto a Francisco Javier que sus
expectativas sobre el futuro del a misión cristiana en Japón no hicieron más que aumentar, pero
poco después, su ánimo decaerá tras percatarse del cúmulo de errores y fantasías sin sentido
que le había contado Anjiro.

Según Anjiro, los religiosos japoneses predicaban la existencia de un único dios creador de
todas las cosas, y aseguraba que las creencias religiosas japonesas y cristianas tenían
mucho en común. Anjiro hizo saber a Francisco Javier de la existencia de una orden
monástica de la cual era seguidor, y que rendía culto a una deidad llamada Dainichi (17),
que era representada como un cuerpo humano tricéfalo que denominaban con el término
cogy (18). Aunque Anjiro desconocía el significado de esas tres cabezas, no dudó en afirmar
rotundamente que tal deidad era perfectamente equiparable al dios cristiano y a la Trinidad.

Parece ser que en algún momento de su vida, Anjiro había mantenido frecuentes contactos
con algunos miembros de la secta budista Shingon (19), que veneraba una manifestación de
Buda conocida originalmente como Mahavairocana, aunque en Japón era denominada
Dainichi. La secta Shingon concebía a Dainichi como la realidad definitiva que se funde con
el funcionamiento del cosmos y que posibilita alcanzar la Iluminación. Las variadas
representaciones iconográficas de la secta Shingon muestran figuras de múltiples cabezas que
podrían representara Dainichi, pero ninguna de ellas ha podido ser identificada
fehacientemente como tal.
(16) Shimazu Takahisa, Ouchi Yoshitaka y Otomo Yoshishige
(17) Término japonés para designar la representación solar de Buda. Su concepción deriva del sánscrito
Maha-Vairocana (Gran Iluminación), la emanación central del Universo. La secta Shingon le
considera el origen de la sabiduría y de la compasión, así como única deidad universal.
(18) Se sigue desconociendo a que quería referirse Anjiro con éste término.
(19) Una de las más importantes sectas budistas de Japón, y sin duda, la más destacada de las escuelas esotéricas
(mikkyo).

12 
 
 

Según la doctrina de la secta Shingon, existe una manifestación denominada “gochi nyorai”,
que muestra las cinco formas de sabiduría englobadas por Dainichi, que son representadas en
los Cinco Tathagatas del Reino Diamante, que muestra a Dainichi en el centro rodeado por
cuatro Budas situados de acuerdo con los cuatro puntos cardinales. Es probable que el
significado real del término cogy y lo que Anjiro entendía como tal, no fuese más que el
resultado de una interpretación errónea de ese mandala, que obviamente, no guarda relación
alguna con la Trinidad cristiana.

 
Representación de Dainichi según la secta Shingon

Pese a la confusa e inexacta información proporcionada por Anjiro, Francisco Javier


encontró un mayor impulso para comenzar su labor evangelizadora en Japón lo antes
posible, pero predicando algo muy diferente a la fe cristiana. No es descartable pensar que,
en un primer momento y con el fin de hacer más atractivas y comprensibles las enseñanzas
cristianas a los japoneses, Francisco Javier aceptase incluir algunos conceptos budistas para
elaborar un discurso propio que facilita se su propósito.

Francisco Javier se presentó en Japón como un maestro religioso venido de la India, lugar de
origen del budismo, lo cual le hizo ganar en aceptación y reputación, y tan pronto llegó a
Satsuma, fue cordialmente recibido por el daimio Shimazu Takahisa, y mantuvo algunas
entrevistas con el prelado Ninshitsu (m.1556), superior del templo budista más importante de
Kagoshima, el del monasterio Zen de Fukushoji.

13 
 
 

 
Representación del siglo IX de los Cinco Tathagatas en el Templo Toji de Kioto (Japón)

Con ayuda de Anjiro, Francisco Javier había traducido al japonés algunos conceptos
religiosos cristianos, pero según lo narrado por el Visitador Alessandro Valignano (20), uno
de los más destacados sucesores de Francisco Javier en su labor evangelizadora, la
traducción estaba tan plagada de errores que provocaba las risas y burlas de todos aquellos
que le escuchaban. Pese a ello, tanto en Kagoshima como en el castillo de Ichiku,
importante enclave en los dominios de Shimazu Takahisa, los jesuitas lograron convertir a
más de un centenar de personas.

Tras dos años de gran esfuerzo, Francisco Javier y sus compañeros, el Padre Cosme de
Torres y el Hermano Juan Fernández, aprendieron el suficiente japonés como para entablar
conversaciones de mayor calado intelectual, las cuales darán al traste con las buenas
relaciones que hasta el momento habían tenido con los monjes budistas. En su segunda
visita a Yamaguchi, los sacerdotes de la secta Shingon habían alabado la insistencia de
Francisco Javier en proclamar la primacía de Dainichi sobre todas las cosas, pero cuando el
jesuita les preguntó sobre su concepción de la Trinidad, de la Reencarnación y de la Pasión
de Cristo, los sacerdotes no supieron que contestarle. En aquel preciso instante Francisco
Javier fue consciente de su error, y ordenó al Hermano Juan Fernández que comenzase a
predicar en contra de Dainichi y de sus postulados religiosos, así como contra cualesquiera
otros contrarios al cristianismo.

En el verano de 1551, y lejos de Satsuma, Francisco Javier tomó la decisión de desterrar


definitivamente el discurso que habían estado utilizado hasta el momento y elaborar uno
nuevo que estuviese libre de cualquier elemento budista incluido por Anjiro. Este nuevo
enfoque en las predicaciones jesuitas acabará desatando la ira del clero budista de
Yamaguchi, cuyas protestas hicieron ver claramente a los misioneros la importancia de su
misión en Japón.

(20) Nacido en Nápoles en 1539, ingresó en la Compañía de Jesús en 1566. En 1573 fue enviado a Extremo
Oriente como visitador para verificar la implantación del catolicismo en India, China y Japón, siendo en éste
último lugar donde más se centró su labor. Murió en Macao en 1606.

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IV. EN BUSCA DE PROTECCION

Para que la misión cristiana arraigase en Japón, era indispensable conseguir la protección de
los más poderosos, pero durante la Era Sengoku (21), y en el caso de obtenerla, esta nunca
solía ser lo bastante sólida y duradera, y por supuesto nunca de forma desinteresada. Según
lo narrado por el Visitador Alessandro Valignano, el daimio Shimazu Takahisa y sus
principales vasallos de Kagoshima recibieron cordialmente a Francisco Javier al saber que
los misioneros podían tener cierta influencia sobre los mercaderes portugueses, y que quizá,
gracias a su intercesión, podrían conseguir que un mayor número de navíos portugueses
llegasen a sus puertos.

 
Alessandro Valignano S.J. (1539-1606)

Con halagos y promesas, Takahisa logrará ganarse la confianza de los jesuitas para satisfacer
sus ansias de poder y riqueza, pero tras pasar Francisco Javier un año en Kagoshima, los
señores de la región se percataron de que los navíos portugueses seguían sin fondear en sus
puertos, y en su lugar, ponían rumbo hacia otros lugares de Japón. Takahisa se sintió
engañado, y como represalia decidió prohibir toda conversión al cristianismo y decretar la
expulsión de los jesuitas de Satsuma. Ante tal situación, Francisco Javier decidió instalarse en
Hirado, lugar en donde estaban empezando a llegar las naves mercantes portuguesas, y tan
pronto como se hubo instalado, fue recibido amistosamentepor el tono (22) Matsuura Takanobu
(1529-1599), muy interesado en la intermediación de los jesuitas para así lograr sellar
mejores acuerdos con los mercaderes portugueses allí establecidos.
Francisco Javier seguía albergando la esperanza de ser recibido por las más altas autoridades
de Japón, y no únicamente por pequeños señores locales que sólo parecían estar interesados
en satisfacer sus propios intereses, y para lograrlo, comenzó a planificar un viaje a Kioto, la
capital del país. El jesuita era conocedor de la complicada situación política gracias a lo que
le había contado Anjiro, pero tal y como hemos visto, su credibilidad era cuestionable. Según
Anjiro, el rey de todo Japón era llamado Vo, y su poder era similar al del Papa de Roma y
tenía jurisdicción sobre legos y clérigos pese a que nunca tomaba sus decisiones
directamente. Para ello se valía del goxo, que tenía autoridad sobre todo el país y siempre
cumplía los deseos del Vo. Cuando el goxo se encontraba ante el Vo, el primero debía
arrodillarse ante el segundo, y si éste consideraba que era culpable de alguna falta, podía
ordenar decapitarle, ya que como Anjiro había afirmado, en Japón ''los que están por debajo
siempre deben obedecer a los que están por encima''.
(21) Período caracterizado por constantes guerras civiles que asolaron Japón entre 1467 y 1568.
(22) Título nobiliario cuyo equivalente occidental sería el de gobernador.

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El Vo reinante en aquellos momentos era Go-Nara (1497-1557, r.1526-1557), cuyo poder era
tan débil que su entronización tuvo que ser pospuesta hasta 1536 debido a la escasez de
recursos económicos, mientras que el goxo o shogun que teóricamente detentaba toda la
autoridad era Ashikaga Yoshifuji (1536-1565, r.1547-1565; llamado Yoshiteru a partir de
1554), pero la realidad era completamente diferente, ya que éste era constantemente
cuestionado por sus consejeros y vasallos. En julio de 1549, Yoshifuji fue expulsado de Kioto,
pasando los siguientes nueve años y medio vagando entre varias provincias. En 1559 se le
permitió regresar a Kioto, para acabar siendo asesinado en 1565.

El viaje de Francisco Javier a Kioto no ocurría en el mejor momento, debido a la complicada


situación política y a los frecuentes enfrentamientos entre señores y vasallos, y en diciembre
de 1550, el daimio Miyoshi Nagayoshi (1522-1564) asediaba el castillo de Nagao, último
bastión del shogun Yoshifuji al noreste de Kioto, logrando hacerse con el poder.

Tras un mes de larga y agotadora marcha desde Yamaguchi, Francisco Javier llegó a Kioto
en enero de 1551 con la esperanza de lograr una audiencia con el ''rey de Japón'' obtener su
consentimiento y protección para predicar libremente en las más importantes instituciones
educativas del reino (23)… y quizás incluso convertirle al cristianismo.

Tan pronto llegó a la capital, pidió entrevistarse con el shogun Yoshifuji, pero su petición
no pudo ser atendida, ya que éste había sido desterrado de la ciudad. En su lugar, el jesuita
pidió entrevistarse con el emperador Go-Nara, pero al no haber traído presentes y por
tratarse de alguien sin importancia, le ignoraron. Decepcionado por su fracaso, tras once
días de estancia en Kioto, Francisco Javier abandonó la ciudad.

(23) La Universidad de Kioto estaba conformada por cinco grandes monasterios Zen que eran conocidos en
conjunto como Gozan. El otro gran centro educativo del área de Kioto estaba en Enryakuji, el monasterio más
grande e importante de la secta Tendai, tradicional centro del budismo nipón.

16 
 
 

V. ENCUENTRO CON OUCHI YOSHITAKA

A lo largo de sus viajes por Japón, Francisco Javier aprendió dos importantes lecciones: que
las máximas autoridades del país no eran tan poderosas como en un primer momento había
pensado, y que para atraerse su atención era imprescindible agasajarlos con presentes y contar
con credenciales.

Entre noviembre y diciembre de 1550, Francisco Javier conseguirá ser recibido por Ouchi
Yoshitaka, uno de los más poderosos señores del país, al despertar su curiosidad tras haber
manifestado ser un hombre santo venido desde la India, pero la descuidada vestimenta de los
misioneros y la lectura de la deficiente traducción al japonés realizada con Anjiro por el
Hermano Juan Fernández, decepcionaron a Yoshitaka, que decidió poner fin a la audiencia
tras poco más de una hora. El desdén y la falta de interés mostrados por Yoshitaka
preocuparon profundamente al Hermano Juan Fernández, que esperaba una severa
amonestación por parte del daimio, pero éste no tomó represalia alguna.

 
Representación de Ouchi Yoshitaka por Kuniyoshi (1797-1861)

A fines de abril de 1551, Francisco Javier se presentó de nuevo ante Yoshitaka, pero esta vez
en calidad de representante de las autoridades portuguesas en la India, portando consigo unas
credenciales expedidas por el gobernador y por el obispo de Goa, además de ricos presentes e
ir adecuadamente ataviado para la ocasión. Gratamente impresionado, Yoshitaka permitirá
que los jesuitas prediquen y conviertan a todos aquellos que así lo deseen, además de cederles
un monasterio abandonado en donde establecerse. El clero budista, molesto por la presencia
de los misioneros, mostró su rechazo, pero pese a los ataques de éstos, los jesuitas lograrán
convertir a unas quinientas personas en menos de dos meses, entre ellas a algunos miembros
de poderosas familias nobiliarias, lo cual constituirá un gran éxito para los jesuitas, ya que los
dominios de Yoshitaka se extendían por diez provincias, desde Bingo al este y hasta Hizen al
oeste.

Los privilegios otorgados a los jesuitas estaban lejos de ser un capricho repentino del daimio, ya
que el clan Ouchi atesoraba una larga tradición de contactos comerciales y diplomáticos con el
Reino de Corea y con China, y siempre había mostrado cierta tolerancia a elementos culturales
extranjeros, y en el caso de Yoshitaka, era conocido en todo Japón por su vasta cultura y variados
intereses intelectuales.                                                                  

17 
 
 

Mon del clan Ouchi

En su corte de Yamaguchi, Yoshitaka había reunido a los más importantes literatos y


filósofos del momento, y gracias a sus enseñanzas, destacó como poeta y filósofo, siendo
especialmente conocido por sus estudios sobre confucianismo, doctrina que había aprendido
en Kioto. El confucianismo estuvo muy presente en Yamaguchi debido a la presencia de
grandes maestros como Kiyohara Yoritaka (1520-1590, también conocido como Kiyohara
Ekata) y Ozuchi Koreharu (m.1551). El neo-confucianismo también despertó el interés de
Yoshitaka, tanto, que decidió mandar una embajada al Reino de Corea para adquirir una
edición completa de los Cinco Clásicos comentados por el célebre filósofo Chu Hsi.
Asimismo, gastó ingentes cantidades de dinero en textos confucianistas, llegando incluso a
decretar en 1546 la lectura obligatoria de los Cuatro Libros y de los Cinco Clásicos a todos
los miembros de su corte, en donde impartió personalmente conferencias sobre el tema. El
estudio de otras enseñanzas religiosas, como el budismo y el sintoísmo, también estuvieron
muy presentes.

Desafortunadamente para los jesuitas, las buenas relaciones con Yoshitaka cesarán
inesperadamente. A mediados de septiembre de 1551, Francisco Javier se dirigirá hacia
Bungo al recibir noticias de la llegada de una nave portuguesa, y apenas dos semanas más
tarde, Yoshitaka se suicidaba tras una revuelta nobiliaria encabezada por Sue Takafusa (1521-
1555, conocido como Sue Harutaka a partir de 1552), que contó con ayuda de Otomo
Yoshishige de Bungo, que anteriormente había contactado con su hermano menor, Otomo
Haruhide (m.1557), para que asumiera el liderazgo del clan Ouchi, lo cual hizo en 1553
tomando el nombre de Ouchi Yoshinaga.

El Padre Cosme de Torres (24) fue testigo de todo lo sucedido al encontrarse en Yamaguchi, de
donde logró escapar sano y salvo. El nuevo régimen surgido de la rebelión trató
favorablemente a los misioneros, pero el clan Ouchi había quedado tan debilitado que el
nuevo gobierno no durará más de seis años al no lograr consolidarse debido a que en esos
territorios la autoridad delos daimios nunca había sido lo suficientemente fuerte. Algún
tiempo después estallaría una nueva revuelta liderada por Mori Motonari de Aki (1497-1571),
que en la primavera de 1557 logrará derrocar a Yoshinaga y hacerse con el poder. Motonari
decretará la confiscación de todas las propiedades cedidas a los jesuitas y su restitución a los
monjes budistas, poniendo punto y final a la misión católica en Yamaguchi durante tres
décadas.

Entre 1586 y 1587 los jesuitas volverán aYamaguchi durante unos meses, para retornar de
nuevo entre 1599 y 1602 y ser definitivamente expulsados a partir de ese último año.

(24) (1510-1570) Jesuita español llegado a Japón junto Francisco Javier en su primer viaje. Fue ordenado
sacerdote en 1535 y comenzó su labor misionera en México. En 1546 conoció a Francisco Javier en las
Islas Molucas y entró en la Compañía de Jesús en 1548.

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VI. SORIN

Los jesuitas tendrán más suerte con Otomo Yoshishige (conocido como Sorin tras ordenarse
monje budista en 1562), que se había mostrado receptivo a las peticiones de los misioneros desde
su primera entrevista con Francisco Javier en 1551. Yoshishige siempre había mantenido buenas
relaciones con los mercaderes portugueses, a los cuales tenía en alta estima, y las atenciones que
había prestado a estos estaban en consonancia con sus deseos de extender y fortalecer su poder
por todo Japón.

 
Otomo Yoshishige, conocido como Sorin (1530-1587)

Unos años antes, entre 1544 y 1545, en tiempos de Yoshiaki, padre de Sorin, una nave
portuguesa había llegado a Bungo para establecer un puesto comercial en Funai, lugar de
residencia del daimio, en donde permaneció entre 1546 y 1551 el comerciante portugués
Diogo Vaz de Aragao.

La visita de Francisco Javier y la llegada de la nave del portugués Duarte da Gama en otoño de
1551, supusieron para Sorin una inmejorable oportunidad para consolidar sus relaciones con los
europeos, y cuando Francisco Javier decidió retornar a la India con da Gama, Sorin aprovechó
la ocasión para enviar una representación diplomática (25) ante el gobernador portugués de Goa
con presentes para el rey de Portugal, Juan III.

Las relaciones con Sorin serán provechosas para todas las partes implicadas, tanto para los
comerciantes portugueses como para los jesuitas de Bungo, si bien, las naves portuguesas sólo
llegarán unas cuatro o cinco veces más a aquel lugar durante los siguientes diez años, para
posteriormente no hacerlo más, y a partir de aquel momento, las atenciones que Yoshishige
había prestado, tanto a unos como a otros, acabarán por desaparecer.

Sorin no se convertiría al cristianismo hasta 1578, veintisiete años después de su primer


encuentro con los jesuitas, pero a lo largo de todos esos años, había protegido los intereses
de la misión cristiana, y bajo su patronazgo los jesuitas fundaron en 1555 un refugio infantil
en Funai, y en 1557 un hospital dirigido por el Hermano Luis de Almeida (1525-1597),
conocido por ser el introductor de las técnicas médicas occidentales en Japón.

(25) En 1582 envío una delegación diplomática a Roma, conocida como la Embajada Tensho.

19 
 
 

Un año antes, el Padre Cosme de Torres, junto a dos sacerdotes y dos postulantes, se había
establecido en Funai tras dejar Yamaguchi, que pasará a convertirse en el punto neurálgico de
la misión jesuita en Japón. Sorin también cedió a los misioneros varios inmuebles construidos
con los mejores materiales a su alcance, además de dotarles con una asignación anual de
quinientos ducados.

El apoyo que Sorin había estado prestando a los misioneros tuvo gran repercusión en el norte
de Kyushu, zona que acabaría dominando tras una cruenta guerra que libró contra Mori
Motonari durante la década de 1560, llegando incluso hasta la corte de Kioto, en donde
contaba con importantes apoyos.

 
Llegada de naves mercantes portuguesas a un puerto japonés para comerciar.
Detalle de un biombo de arte namban (Siglo XVII)
   

20 
 
 

VII. LA MISION DE KANSAI

El prestigio de Yoshishige beneficiará enormemente a los jesuitas, y gracias a una carta de


presentación que éste mandó a Ise Sadataka (m.1562), influyente personalidad en la corte de
Kioto y jefe administrativo del shogunato, el Padre Gaspar Vilela conseguirá establecer a los
jesuitas en la capital de Japón y presentarse ante el shogun Ashikaga Yoshiteru como un
sacerdote venido de la India en representación de su superior, que estaba investido de los
mismos poderes y atribuciones que los principales dirigentes religiosos nipones, logrando su
autorización para predicar y asentarse en la capital. En 1560 el bakufu emitió un decreto que
protegía a los misioneros de toda intrusión o maltrato, además de eximirles del pago de
impuestos. Finalmente los jesuitas habían logrado la aprobación de las más altas autoridades
del país para predicar libremente, pero ese decreto no garantizaba la seguridad de los
misioneros establecidos en la región de Kioto ni en otras partes del país.

 
Un jesuita mantiene una conversación con un samurái

En la región de Kinki tuvieron que ganarse la confianza del daimio y negociar con algunos de
sus más poderosos vasallos, como por ejemplo Miyoshi Nagayoshi y Matsunaga Hisahide
(1510-1577, conocido como Sotai). El primero (también llamado Chokei) era señor de la
provincia de Awa en Shikoku, y en 1539 había dirigido un ejército contra Kioto movido por
su afán de hacerse con el dominio de las provincias de Awa, Sanuki y Awaji para extender su
influencia por las Cinco Provincias (Yamato, Yamashiro, Kawachi, Setsu e Izumi), contando
para ello con la ayuda de sus más fieles aliados, los clanes Hosokawa y Hatakeyama.
Respecto a Matsunaga Hisahide, era un personaje de oscuros orígenes que había entrado al
servicio de Miyoshi en 1541 y que llegará a convertirse en su mano derecha, para
posteriormente derrocarle, aunque se mantendrá como teórico vasallo de Miyoshi y le
apoyará en sus incursiones militares.

Hacia 1560 el Padre Vilela había mantenido algunos contactos con Hisahide, que había
logrado hacerse con la región de Kinai, aunque a comienzos de ese año también se había
entrevistado con Nagayoshi, a quien convenció para que aprobase un decreto de contenido
muy similar al que será emitido pocos meses después por el shogun. Hisahide, ferviente
seguidor de la secta budista radical Hokke (o Nichiren), era partidario de favorecer en todo lo
posible a los monjes budistas de Kioto, lugar en donde los jesuitas habían logrado convertir a
un reducido número de personas, acto que Hisahide consideraba una herejía que atentaba
contra la tradición japonesa.

21 
 
 

Entre 1560 y 1562, tanto monjes budistas como legos acudieron en varias ocasiones ante
Hisahide para que atendiese sus peticiones para expulsar a Vilela de la región de Kioto y de
las Cinco Provincias. Esas demandas eran respaldadas por algunos samuráis de Matsugana,
como Takayama Zusho (m.1596), gobernador de Sawa, en la provincia de Yamato, que
tiempo atrás había advertido a su señor de los peligros de la doctrina cristiana y había
recomendado decapitar a todos los jesuitas. Antes de pronunciarse al respecto, Matsunaga
ordenó una investigación para clarificar la situación.

Las conclusiones de la investigación serían presentadas a comienzos de 1563 en Nara, e


Hisahide no dudó en acusar a dos de los más conocidos eruditos del momento, al astrónomo
Yuki Yamashiro no Kami Tadamasa y a su antiguo maestro confucianista Kiyohara Ekata, de
haberse convertido al cristianismo, y con ello, pervertir el orden religioso. El delator de
ambos, Takayama Zusho, también se había convertido. De los tres acusados, el más
importante era Takayama Zusho, que en 1564 había empujado a toda su familia a convertirse
y jurar defender la labor de la Iglesia en Japón. Su hijo Ukon (conocido tras su bautismo
como Dom Justo, 1552?-1615) se convertirá en uno de los más destacados pupilos de los
jesuitas pese a las dificultades que estaban por llegar, manteniéndose fiel a su nueva fe, y por
ello, acabará siendo desterrado de Japón por los Tokugawa, pasando el resto de sus días en
Manila (Filipinas).

 
Estatua dedicada a Dom Justo Takayama en Plaza Dilao (Manila, Filipinas)

El inesperado éxito logrado en Kioto por los jesuitas fue total cuando el hijo de Yuki
Tadamasa, Yuki Saemonno Jo (tras su conversión adoptaría el nombre de Dom Antao),
oficial al servicio de Miyoshi Nagayoshi, convenció a su compañero de armas, el gobernador
de Iimoriyama (actualmente Shijo Nawate, en la Prefectura de Osaka) para que abrazase la fe
cristiana.

22 
 
 

A finales de la primavera de 1564, un juglar ciego llamado Lourenço, que había sido
convertido por Francisco Javier, llegó a Iimoriyama para predicar, logrando la conversión de
setenta y tres samuráis al servicio de Nagayoshi, encontrándose entre ellos algunos de sus
más importantes vasallos, como Hoki no Kami Yoriteru (que será conocido como Dom
Sancho), gobernador de Sanga (actual Daito, en la Prefectura de Osaka), un importante
enclave en las inmediaciones de Iimoriyama. El bautismo de esos importantes vasallos, que a
diferencia de otros barones de Kyushu más interesados en lograr mayores riquezas gracias al
comercio con los portugueses que en la doctrina cristiana, se revelarán como auténticos
bastiones del cristianismo en momentos de gran dificultad, además de ayudar a cimentar el
futuro de la misión jesuita en Kioto.

23 
 
 

VIII. DAIMIOS, MISIONEROS Y COMERCIANTES

Pese a innumerables dificultades y contratiempos, Kyushu se mantendrá como eje central de


todo el cristianismo japonés gracias a la habilidad de los jesuitas para dirigir las ambiciones
de los daimios en su propio beneficio. Era evidente que aquel señor que lograse atraer a sus
puertos el flujo de naves portuguesas y sus cargamentos de seda china, obtendría grandes
beneficios económicos.

Kyushu era el punto de llegada idóneo para el tráfico comercial entre China y Japón, que
acabaría siendo controlado por los portugueses a finales de la década de 1550 tras eliminar a
los wako, lo cual favoreció las aspiraciones jesuitas en territorio japonés. Los mercaderes
portugueses necesitaban un lugar adecuado en donde llevar a cabo sus actividades, y
pidieron a los jesuitas su intermediación para entrar en negociaciones con los japoneses. Esa
asociación entre comerciantes portugueses y jesuitas experimentó su mayor desarrollo
durante la década de 1560, logrando un gran éxito al conseguir que en 1580, el enclave
costero de Nagasaki y sus alrededores, fuesen cedidos a la Compañía de Jesús. No obstante,
no les resultaría nada fácil tratar con Matsuura Takanobu de Hirado, que pese a mostrar
interés en las proposiciones de los misioneros, acabará por convertirse en un problema
debido a su desconfianza, además de ser extremadamente difícil de complacer. Poco más de
una década tras la marcha de Francisco Javier, se conseguirán sellar acuerdos satisfactorios
para todas las partes implicadas.

Durante todos esos años, la misión cristiana en Kyushu experimentó un débil crecimiento,
aunque a finales de 1557 el Padre Vilela declaró haber convertido a nada menos que a mil
trescientas personas en las Islas de Ikitsukijima y Takushima, así como en los dominios de
uno de los vasallos de Matsuura Takanobu, Dom Antonio Koteda Yasutsune de Hirado
(m.1580). El número de conversiones puede parecer impresionante, pero probablemente el
total de conversos en todo Kyushu no debió de superar los mil cuatrocientos. La misión de
Kyushu cesará sus actividades a finales de 1558, cuando Takanobu muestre su malestar por la
quema de manuscritos y figuras budistas iniciada a instancias del Padre Gaspar Vilela, que
finalizará tras la expulsión de los jesuitas de los dominios del clan Matsuura durante los
siguientes cinco años.

El Padre Cosme de Torres estaba cada vez más y más desilusionado al ver cómo, a pesar
del tiempo, no habían sido capaces de lograr nuevas conversiones, y profundamente
decepcionado por la actitud de Takanobu, decidió enviar al Hermano Luis de Almeida para
que tantease la predisposición al cristianismo de otros daimios del oeste de Kyushu, al
tiempo que les prometía que un mayor número de naves portuguesas llegaría a sus puertos.
En 1561, Almeida logró que un capitán portugués pusiera rumbo a Yokoseura (actualmente
parte de Sakai-cho, en la Prefectura de Nagasaki), una bahía situada en el extremo
noroccidental de la Península de Sonogi que se encontraba bajo control de Omura
Sumitada (1533-1587).

Al comprobar que Yokoseura era un puerto idóneo para los intereses de los mercaderes
portugueses, los jesuitas se entrevistaron con Sumitada para proponerle su conversión al
cristianismo a cambio de los grandes beneficios que obtendría del comercio con los
portugueses. Sumitada aceptó, y prometió ceder la bahía de Yokoseura a la Iglesia, así
como varias casas para alojar a los mercaderes portugueses y eximirles de cualquier
obligación durante diez años.

24 
 
 

El acuerdo será ratificado en 1562, cuando los jesuitas logren convencer al capitán
portugués Pero Barreto Rolim para atracar en Yokoseura tras haber tocado tierra en Hirado,
y tres naves portuguesas más llegarán en 1563.

A comienzos de junio de ese mismo año, Omura Sumitada aceptará bautizarse adoptando el
nombre de Bartolomeu, y se convertirá en el primer daimio cristiano de todo Japón. Tras su
conversión, Sumitada logró incrementar el poder del clan Omura, no sin antes tratar de
consolidar su posición en el distrito de Sonogi en Hizen y hacer frente a la escasez de
recursos disponibles.

Comerciantes portugueses desembarcando sus mercancías en un puerto japonés

Por nacimiento, Omura era miembro del clan Arima de la región de Takaku en Hizen, pero
al convertirse en líder de los Omura por deseo expreso de su padre adoptivo Omura Sumiaki
(m.1551), que poco antes había desheredado a su hijo legítimo Matahachiro (n.1554) para
lograr una alianza con los Arima. Matahachiro acabaría uniéndose al clan Goto, conocido en
Hizen por su proverbial ardor guerrero, adoptando el nombre de Goto Takaakira, y tomará
parte en numerosas conjuras para derrocar a Sumitada. La más importante de ellas prosperó
gracias al descontento de algunos destacados colaboradores de Sumitada que no aprobaban
su conversión al cristianismo. En las últimas horas del 15 de agosto de 1563 estallaría una
revuelta en la residencia de Sumitada en Yokoseura, pero éste logrará huir y establecerse en
Tarakade, en la frontera este del distrito de Sonogi. Tuvieron que pasar varias semanas hasta
que Sumitada lograse tener la suficiente fuerza para recuperar el poder.

Mientras tanto, los comerciantes de Bungo habían provocado diversos altercados exigiendo la
expulsión de los comerciantes portugueses, llegando incluso a asesinar a un par de ellos. Ante
lo que estaba ocurriendo, los portugueses decidieron abandonar el lugar y dirigirse hacia
puertos más favorables, lo cual provocó que los jesuitas Cosme de Torres y Luis Frois fueran
secuestrados por los comerciantes de Bungo, que pasaron a exigir la vuelta de los portugueses
y de los tejidos que les habían comprado por valor de seis mil cruzados de plata. Durante los
tres meses siguientes los ánimos parecieron calmarse, pero la tensión seguía presente.

A finales de noviembre algunas naves portuguesas volverán a Macao, lo cual desencadenará


nuevos incidentes y la quema de la iglesia y de las residencias jesuitas en Yokoseura por
grupos contrarios a la presencia de extranjeros, así como la destrucción de un pequeño
asentamiento fundado por los misioneros llamado Puerto de Nuestra Señora del Socorro.

25 
 
 

Todos estos incidentes darán al traste con el primer acuerdo sellado con los comerciantes
portugueses para establecerse en un puerto adecuado para sus intereses, así como con
cualquier otro pacto entre éstos y los jesuitas con otros daimios.

Pese a lo ocurrido, Sumitada era plenamente consciente de los beneficios que obtenía de los
acuerdos comerciales con los portugueses, y estaba muy interesado en adquirir armas de
fuego occidentales que le permitieran acabar con sus enemigos, como por ejemplo el clan
Matsuura de Hirado. En 1564, y haciendo caso omiso a las advertencias de los jesuitas,
varios mercaderes portugueses llegaron a Hirado, en donde perdieron casi todas sus
mercancías debido a un incendio provocado por seguidores de Matsuura Takanobu. Un año
más tarde, los jesuitas convencerán al capitán Joao Pereira para poner rumbo hacia Fukuda,
un puerto situado en los dominios de Omura Sumitada, pero durante el trayecto, las naves
portuguesas fueron atacadas por fuerzas conjuntas del clan Matsuura y de algunos
mercaderes de Sakai, que lograrán hacerse con el cargamento.

En 1566 Sumitada conseguirá adquirir un importante cargamento de municiones gracias a la


llegada de los barcos de Dom Simao de Mendonça al puerto de Fukuda, y contará con ayuda
de naves de guerra portuguesas en la toma de un fuerte estratégicamente situado al este de
Sonogi, que provocará la derrota de Goto Takaakira.

Gracias a esa victoria se restablecerán los contactos entre el primer daimio cristiano y los
mercaderes portugueses.

26 
 
 

IX. NAGASAKI

Situada en una pequeña bahía abierta al Mar de Sumo, en 1570 Fukuda no parecía ser el
lugar más adecuado para la llegada de naves portuguesas, y a partir de 1571, se dirigirán
hacia el este de las Colinas de Inasa, hacia un lugar llamado Nagasaki, en donde se habían
establecido los jesuitas en 1568. En aquellos momentos, Nagasaki no era más que un
pequeño grupo de aldeas próximas al fuerte de un vasallo de Omura Sumitada llamado
Jinzaemon Sumikage.

Con el paso de los años, un pequeño asentamiento conformado por cristianos japoneses
expulsados de Hirado y de Yamaguchi prosperará en el lugar, y hacia 1573 ya contaba con
un recinto defensivo toscamente realizado. En décadas posteriores Nagasaki se convertirá en
un importante puerto y en clave cristiano, y tanto los comerciantes portugueses como los
jesuitas establecerán en éste lugar su principal base de operaciones hasta su reprobación en
1614 y posterior expulsión en 1639.

Antiguo mapa japonés de la ciudad de Nagasaki

El desarrollo de la comunidad cristiana de Nagasaki estuvo fuertemente condicionado por los


continuos conflictos bélicos que tenían lugar. A finales de la década de 1560, el norte de
Kyushu era el escenario de un gran conflicto que enfrentaba a las fuerzas de Otomo Sorin y
de Mori Motonari, que se había apropiado de los antiguos dominios del clan Ouchi al oeste
de Honshu. En el otoño de 1579, los ejércitos de Mori abandonarán Kyushu para proteger sus
feudos en Honshu, que estaban siendo amenazados por los clanes Ouchi y Amako. Los
aliados de Mori en Kyushu acabarán por rendirse ante Sorin, que pasará a controlar las
provincias de Buzen y Chizuken, y por extensión, la mayor parte del norte de Kyushu al
haber conseguido derrotar a uno de sus más encarnizados enemigos, Ryuzoji Takanobu.

El contingente enviado por Sorin en 1570 para provocar la salida de Ryuzoji de su fortaleza
de Saga, al noreste de Hizen, será derrotado por Nabeshima Naosige (1538-1618), uno de los
capitanes de Takanobu, y gracias a esa victoria, Takanobu tendrá las manos libres para dirigir
su atención hacia el oeste de sus dominios e inquietar a Goto Takaakira, Matsuura Takanobu
y Arima Harunobu (1567-1612). Durante la década de 1570, Ryuzoji se las ingeniará para
hacerse con el control de todo Hizen.

27 
 
 

El ascenso de Ryuzoji en Hizen puso en graves aprietos a Omura Sumitada, que había tenido
que afrontar diversos problemas para consolidarse en el poder, incluso mucho antes de la
aparición del primero. Entre 1572 y 1574 Sumitada fue prácticamente aniquilado por una
coalición de enemigos internos y externos liderada por su cuñado Saigo Sumitaka, barón de
Isahaya. Su situación empeorará aún más cuando varias naves portuguesas se pierdan en el
mar y le priven de sustento, lo cual hará más evidente su debilidad. Pese a los infortunios,
Sumitada logrará sobreponerse gracias a que en 1574 cuatro navíos portugueses acudieron en
su auxilio. Desde aquel momento, Sumitada prestará más atención a las peticiones de sus
aliados europeos.

En sus escritos, el Padre Luis Frois afirma que Sumitada tenía muy presente la fidelidad de
sus súbditos cristianos y su predisposición a seguir los consejos del Padre Gaspar Coelho (26),
superior de los jesuitas en el oeste de Kyushu, que constantemente le recordaba sus
obligaciones con Cristo por haberle salvado de sus enemigos, y que el mejor modo de hacerlo,
según el Padre Coelho, era acabando con cualquier idolatría y asegurando la conversión al
cristianismo de todos sus vasallos. Otro jesuita, el Padre Afonso de Lucena, asegura que
siguió las indicaciones de Coelho y que ordenó que todo aquel que habitase en sus dominios
debería abrazar la fe de Cristo si no quería verse obligado a abandonar sus tierras y servir a un
daimio “pagano”.

A comienzos de noviembre de 1574, todos los templos budistas y sintoístas en los dominios
de los Omura fueron reducidos a cenizas, y al menos sesenta mil personas se convirtieron al
cristianismo. Esto supuso el triunfo de los planes urdidos por los Padres Cosme de Torres y
Gaspar Coelho, que habían estado buscando una conversión multitudinaria. Para cerciorarse
de la autenticidad de esas conversiones, se ordenó que ninguno de esos nuevos cristianos
recibiera ningún otro sacramento hasta muchos años después. Los dominios de los Omura
pasaron a convertirse en un firme bastión cristiano en Japón, siendo hasta 1606 el punto
neurálgico de toda la misión jesuita. Ese mismo año, el hijo y sucesor de Dom Bartolomeu,
Omura Yoshiaki (conocido como Dom Sancho, 1568-1616), hastiado de las intrigas de los
jesuitas en contra de sus intereses en Nagasaki, apostatará de su fe cristiana en favor del
budismo, y decretará la expulsión de todos los misioneros. Pese a esta decisión, el culto
cristiano pervivirá algunos años más entre los súbditos de los Omura.

Por su parte, Ryuzoji Takanobu seguía presionando a los Omura, y entre 1577 y 1578
invadió parte de sus territorios. Hacia 1580 la incapacidad de Sumitada para hacer frente a
las constantes acometidas de Ryuzoji era evidente, y consideró la posibilidad de
convertirse en su vasallo. Ni Sumitada ni los jesuitas tenían suficiente fuerza para evitar
que Ryuzoji se hiciera con Nagasaki, y ante la situación, Sumitada y el Visitador
Valignano acordaron como solución la cesión de Nagasaki a la Compañía de Jesús. Si
Sumitada no era capaz de mantener su poder en Nagasaki, Ryuzoji tampoco tendría la
ciudad.

La denominada como “Donación de Bartolomeu”, además de ceder Nagasaki y sus


inmediaciones a los jesuitas, aseguraba la llegada de naves portuguesas y el tan necesario tráfico
mercantil. Los jesuitas obtendrían los beneficios resultantes de las tasas de atraque (alrededor de
siete mil doscientos cruzados de plata anuales) y Sumitada los derivados de todos aquellos
bienes que fuesen descargados en el puerto de Nagasaki.

(26) Misionero jesuita portugués llegado a Japón en 1572. Sustituyó al Padre Francisco Cabral como
viceprovincial de la Compañía de Jesús en Japón tras su destitución por el Visitador Valignano en 1581.

28 
 
 

También se acordó que los oficiales del clan Omura no tendrían potestad alguna en el
gobierno del enclave. La cesión de Nagasaki y de la vecina localidad de Mogi a la Compañía
de Jesús será ratificada por Omura Sumitada y por su hijo Yoshiaki el 9 de junio de 1580, y
poco después, Sumitada viajará a Saga para rendir pleitesía a Ryuzoji.

Gracias al acuerdo, los jesuitas tuvieron total libertad y asumieron todas las competencias
administrativas y judiciales sobre Nagasaki y Mogi. En lo que respecta a la seguridad de los
misioneros afincados en esos lugares, en un primer momento los jesuitas se mostraron
dispuestos a defenderlos por las armas en el caso de que así fuese necesario. El 24 de junio de
1580 el Visitador Valignano ordenó fortificar Nagasaki y Mogi, así como toda zona cristiana
al oeste de Kyushu y en las provincias de Omura y Arima. Para tal fin se construyeron varios
fuertes convenientemente dotados de artillería, armas y munición. El gobierno de los jesuitas
sobre Nagasaki era consecuencia del estado de descomposición política que afectaba a todo
Japón durante la Era Sengoku, y mientras tal desorden continuase, mantendrán su soberanía
intacta, pero todo cambiará a partir de la década de 1580.

Mientras tanto, el centro de Japón era testigo del ascenso de Oda Nobunaga (1534-1582),
considerado como el primero de los grandes unificadores del país, que estaba recomponiendo
la estructura política de la nación mediante las armas. Entre los objetivos de Nobunaga estaba
la supresión de cualquier poder religioso independiente que hubiese surgido del caos reinante
durante los últimos años del Medievo japonés. Una de sus más afamadas victorias se produjo
tan sólo dos semanas y media antes de que Omura Sumitada cediese Nagasaki a la Compañía
de Jesús, cuando el 22 de mayo de 1580, Kennyo Kosa (1543-1592), líder supremo de los
Hoganji, la rama más poderosa de la secta budista Jodo Shinshu, se rindió ante Oda
Nobunaga. El 10 de septiembre de ese mismo año, la poderosa fortaleza Ishiyama Honganji
en Osaka, propiedad de la mencionada secta, fue reducida a escombros.

Oda Nobunaga (1534-1582)

El poder de Nobunaga no llegará a extenderse por Kyushu, pero sus dos grandes sucesores si
lo harán. Ninguno de los tres grandes unificadores de Japón, Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi
y Tokugawa Ieyasu (1543-1616), tolerarán la presencia de los jesuitas en Nagasaki ni de
ninguna otra institución religiosa similar, y dedicarán gran parte de sus esfuerzos en
erradicarlas.

29 
 
 

En 1587, Toyotomi Hideyoshi se preparó para conquistar Kyushu, manifestando su


desagrado por las pretensiones territoriales delos jesuitas y los acuerdos que estos habían
alcanzado con varios daimios convertidos al cristianismo. Esas objeciones conformarán la
base de los edictos que Hideyoshi promulgará tiempo después en contra de los misioneros
cristianos. El mensaje de Hideyoshi era claro: el desorden de la Era Sengoku estaba a punto
de terminar, y con ello, la libertad de acción de los jesuitas.

30 
 
 

X. EL CRISTIANISMO SE EXPANDE POR KYUSHU

Conscientes de las dificultades que amenazaban a la misión cristiana en Japón, los jesuitas
tuvieron que hacer frente a los problemas que surgieron al tratar de adaptar la doctrina
cristiana a las particularidades culturales japonesas, siendo la mayor parte de ellos debidos a
la intransigencia del superior de la Compañía de Jesús en Japón, el Padre Francisco
Cabral (27), que acabaría siendo destituido por el Visitador Valignano en 1581.

Las dificultades económicas que amenazaban la supervivencia de la misión fueron parcialmente


mitigadas en 1578 gracias al acuerdo negociado porValignano con las autoridades portuguesas
de Macao, que permitieron que los jesuitas recibiesen parte de los beneficios derivados del
tráfico de seda china que anualmente se enviaba hacia Japón en naves portuguesas. Pese a que la
implicación de miembros de órdenes religiosas en asuntos comerciales no estaba bien vista, los
jesuitas no tenían otra opción ante la apremiante necesidad de recursos, y decidieron asumir los
posibles riesgos que pudiesen surgir, tal y como ocurrió en 1582 cuando ocho mil cruzados
invertidos en un cargamento de seda se hundieron en un junco propiedad de Bartolomeu Vaz
Landeiro, que se había desviado de su ruta en la costa suroeste de Formosa (actual Taiwán).

En lo que respecta al número de jesuitas presentes en Japón, a finales de 1581 la Compañía


de Jesús contaba con sesenta y cuatro miembros, incluyendo veinte hermanos japoneses
(once de ellos dedicados a la predicación y seisnovicios), mientras que otros siete, venidos
desde Europa, esperaban en Macao para embarcarse lo antes posible. Todos ellos darán
forma a una viceprovincia de la Compañía de Jesús, que será dirigida por el Padre José
Coelho desde Nagasaki. La viceprovincia estaría dividida a su vez en tres áreas principales:
Bungo, Shimo (al oeste de Kyushu, incluyendo las regiones de Arima, Omura, Hirado y las
Islas Amakusa) y Miyako (que englobaba la región de Kioto y las Cinco Provincias). El
Padre Organtino Gnecchi-Soldo actuará como superior, estableciéndose en Azuchi, en un
castillo propiedad de Nobunaga. Bajo el cuidado espiritual de estos jesuitas se encontraban
ciento cincuenta mil nuevos cristianos.

Gracias a la conversión de Amakusa Shigehisa, un barón al servicio del clan Shimazu en las
Islas Amakusa, en 1571 el número de conversiones creció espectacularmente, y lo haría aún
más en 1577, cuando Shigehisa ordenó la conversión de todos sus súbditos, lo cual
desencadenará las protestas de los monjes budistas, a los que planteó convertirse o abandonar
sus dominios.

Poco antes, en abril de 1576, se había logrado la conversión de Arima Harunobu, señor de la
región de Takaku en Hizen, y de su padre Yoshisada (1521-1576, llamado Dom André),
junto a doce mil de sus súbditos, pero la muerte de Yoshisada en diciembre de ese año
marcará un punto de inflexión que provocará una persecución anticristiana liderada por
Harunobu y sus principales vasallos, que se saldará con la expulsión de los misioneros y la
destrucción de la iglesia, además de obligar a los conversos a apostatar. Harunobu necesitaba
ayuda militar para hacer frente a varias amenazas internas y externas, especialmente contra
Ryuzoji Takanobu, lo cual, y pese a lo ocurrido, fue aprovechado por los jesuitas en su
propio beneficio.

(27) (1529-1609) Jesuita portugués que actuó como viceprovincial de la Compañía de Jesús en Japón entre
1570 y 1581.

31 
 
 

Arima Harunobu, conocido tras su bautismo como Protasio (1561-1612)

En 1579 Valignano convencerá al capitán portugués Leonel de Brito para que sus naves se
dirijan al puerto de Kuchinotsu, en los dominios del clan Arima, para atraer de nuevo a
Harunobu a la causa cristiana. Según Luis Frois, a comienzos de 1580 la mayor parte de los
bastiones de los Arima estaban destruidos o bajo asedio, y Valignano ordenó que se prestase
ayuda a Harunobu mediante el envío de un navío cargado de provisiones, armas, munición y
de cualquier otra cosa que pudiera necesitar, todo ello por valor de seiscientos cruzados. La
llegada de tal ayuda sorprendió tanto a Ryuzoji Takanobu que optó por retirarse, y el 3 de
abril de 1580, Arima Harunobu permitirá que Valignano le bautice adoptando el nombre de
Protasio.

De acuerdo a lo pactado con Valignano, Harunobu donaría los más importantes templos y sus
posesiones a los jesuitas, y en uno de ellos se fundará la primera institución educativa jesuita
en Japón, el seminario de Arima, que abrió sus puertas a finales de junio de 1580. En octubre
de ese año contaba con veintidós estudiantes, todos ellos jóvenes de las más importantes
familias nobiliarias de Kyushu, que pretendían ingresar en la Compañía de Jesús. Entre el
pueblo llano la cristianización fue algo más lenta, y a comienzos de 1582 Arima contaba con
poco más de veinte mil cristianos, aunque gracias a las conversiones logradas en Omura y en
Amakusa, parecía estar forjándose una especie de ‘‘frente cristiano’’ en Shimo.

Bajo la protección de Harunobu el cristianismo se afianzará en la región de Takaku y logrará


sobrevivir a las persecuciones emprendidas por el shogunato Tokugawa en 1614, y algunos
años más tarde, las provincias de Arima y Amakusa serán el epicentro de la Rebelión de
Shimabara (28), una importante revuelta campesina teñida de elementos cristianos que
amenazará la estabilidad del régimen.

 
(28) Comenzó a finales de 1637 en las Islas Amakusa y en Shimabara, prolongándose hasta comienzos de
1638.

32 
 
 

XI. DIFICULTADES EN BUNGO

Aunque los jesuitas sabían que podían contar con Sorin, su presencia y las obras de caridad
que estaban llevando a cabo en los dominios de los Otomo, tales como el cuidado de leprosos
en su hospital de Funai, no eran bien vistas, y provocaban la reticencia de las clases altas,
temerosas ante una posible expansión del cristianismo. Casi un cuarto de siglo tras la visita de
Francisco Javier a Funai, capital de la provincia de Bungo, los misioneros sólo habían logrado
convertir a un miembro de la nobleza tras haberle curado de una enfermedad, pero en la
Navidad de 1575, las expectativas de los jesuitas aumentaron con el bautismo del segundo
hijo de Sorin y devarios jóvenes samuráis que siguieron su ejemplo. 

 
Mon del clan Otomo

Sorin aceptaría ser bautizado el 28 de agosto de 1578 (adoptando el nombre de Francisco),


tras un problema conyugal consecuencia de una aventura amorosa. La mujer con la cual
había contraído matrimonio en 1550, y que le había dado tres hijos y cinco hijas, era una
devota seguidora de las tradiciones sintoístas y budistas, y por lo tanto, contraria a las
enseñanzas cristianas, quizá por tratarse de la hija del gran sacerdote del Templo de
Hachiman en Nada, uno de los dos templos sintoístas más importantes de Bungo.

En sus escritos, los jesuitas retratan a esa mujer como un ser perverso en constante lucha
contra el cristianismo, siendo únicamente conocida como ''Jezabel''. Según lo narrado por el
Padre Luis Frois, a comienzos de 1578 Sorin estaba completamente trastornado por el mal
carácter de su esposa, lo cual le llevó a buscar consuelo en la primera dama de compañía de
''Jezabel'', que había llamado su atención por su actitud piadosa y por haberle cuidado cuando
había caído enfermo, así como por su habilidad organizativa en asuntos domésticos. Esa dama
estaba estrechamente relacionada con Sorin por lazos de parentesco, ya que su hijo Sebastiao
estaba casado con su hija. Sorin acabaría repudiando a ''Jezabel'' y posteriormente se trasladó
a una residencia de su propiedad en Gomiura, en las cercanías de Usuki, y una vez allí ordenó
que llevasen ante su presencia a la mencionada dama para desposarla. Tan pronto como se
sintió libre de la influencia de''Jezabel'', se dedicó a profundizar en su fe cristiana junto a su
nueva esposa, que junto a su hija, fueron las primeras en bautizarse adoptando los nombres de
Julia y Cointa respectivamente. Desde ese momento ambos fueron declarados aptos por los
jesuitas para recibir el sacramento del matrimonio, y en lo que respecta a la anterior relación
conyugal de Sorin con ''Jezabel'', no supuso impedimento alguno.

El Padre Luis Frois, superior de la misión en Bungo, justificó la decisión de Sorin, causando
un gran revuelo entre los familiares y partidarios de ''Jezabel'', entre los que se encontraba
uno de los más poderosos señores de Bungo, su hermano Tawara Chikakata, jefe del clan
Tawara. Los jesuitas ensalzaron a Sorin como el epítome del buen gobernante, y su
conversión fue celebrada en todos los asentamientos portugueses de Asia con misas,
sermones y procesiones.

33 
 
 

La alegría estaba justificada, ya que Sorin se encontraba en el cenit de su poder y era


considerado uno de los más poderosos daimios de Kyushu, además de ser respetado en el resto
de Japón. En cambio, la visión de los cronistas japoneses no fue tan favorable. Para ellos, Sorin
no era más que un tirano caprichoso e inmoral.

A comienzos de 1578 una nueva amenaza comenzaba a tomar forma en la frontera sureste
de los dominios de los Otomo. El clan Shimazu, que había tenido que enfrentarse durante un
siglo a innumerables revueltas internas de sus vasallos en Satsuma y Osumi, a lo largo de la
década de 1570 había logrado someter a los barones de ambas provincias gracias al sólido
liderazgo de Yoshihisa (1533-1611, daimio entre 1566-1587), que había concebido un
ambicioso plan de conquista que cambiaría para siempre el panorama político de Kyushu,
siendo su primer objetivo acabar con el clan Ito de Hyuga. En enero de 1578 los ejércitos de
Shimazu Yoshihisa y de su hermano Yoshishiro (1535-1619) derrotaron a los Ito, y
obligaron a su líder Yoshitaka (1567-1598) a retirarse de Hyuga y tener que pedir ayuda a
sus parientes maternos del clan Otomo.

En 1576 Sorin había cedido el poder a su hijo mayor Yoshimune (1558-1605), que se mostró
receptivo a las peticiones de auxilio de Yoshitaka, al que apoyó enviando a Hyuga a finales de
la primavera de 1578, un gran contingente de entre cuarenta y sesenta mil efectivos para
enfrentarse a los Shimazu. Esa decisión dejará completamente desprotegida la frontera oeste
de los territorios de los Otomo, constantemente amenazada por Ryuzoji Takanobu, así como
la zona norte, objetivo del clan Mori, que en esos momentos estaba haciendo frente a Oda
Nobunaga. Además, era un lugar de frecuentes levantamientos protagonizados por barones
como Akizuki Tanezanede de Chizen (1545-1596) y Tsukushi Hirokado de Chikugo (1556-
1623).

En un primer momento los Otomo tuvieron éxito en Hyuga, y entre la frontera de Bungo y el
rio Mimikawa, que discurre hacia el Mar de Hyuga cubriendo un tercio de la costa de esa
provincia, el único aliado de los Shimazu capaz de hacerles frente era Tsuchimochi
Chikanari, señor de Matsuo (actual Nobeoka), pero el 16 de mayo de 1578 cayó Matsuo, y
Chikanari fue obligado a cometer seppuku (29). Con el fin de dejar claras sus intenciones,
Yoshimune ordenó que todos los templos budistas de Tsuchimochi fuesen destruidos. En
octubre de ese año, Sorin se trasladó a esos nuevos territorios y se estableció en Mushika (en
la actualidad parte de la ciudad de Nobeoka) junto a su nueva esposa, Julia, el Padre
Francisco Cabral y trescientos samuráis cristianos para fundar una comunidad cristiana que
fuese gobernada según las leyes y usos europeos. Con el fin de afianzar su posición, mandó
destruir todo lugar de culto budista y sintoísta en Hyuga y Bungo. En la primera provincia se
mostró especialmente inquisitivo, exigiendo a los monjes budistas una buena razón para no
reducir a cenizas sus templos.

La ''guerra santa'' de los Otomo terminará repentinamente, y en vez de conquistar toda la


provincia de Hyuga tal y como habían planeado, acabarán sufriendo una gran derrota frente a los
ejércitos de los Shimazu. A finales de 1578, Sorin será verá obligado a abandonar Mushika y
volver a Bungo, siendo el responsable de organizar la retirada Tawara Chikakata, hermano de la
anterior esposa de Sorin, considerado un cobarde y un incompetente por las crónicas japonesas.

(29) Popularmente conocido como harakiri. Se trata de una forma ritual de suicidio propia de los samuráis, tal y
como recoge el bushido (código de conducta de la clase guerrera), y siempre se hacía de forma voluntaria para
morir honorablemente.

34 
 
 

 
Retrato de Otomo Yoshimune (1558-1605)

Aunque durante su incursión las fuerzas de los Otomo no habían encontrado una gran
resistencia, acabarían hallándola en la fortaleza de Takajo (actualmente en Kijo- cho,
Prefectura de Miyazaki), que no consiguieron tomar debido a la falta de cohesión entre los
mandos del ejército. En su lugar optaron por asediarla, pero cometieron el error de no vigilar
suficientemente sus flancos y su retaguardia. El 10 de diciembre de 1578, dos grupos armados
de los Shimazu, dirigidos por los hermanos de Yoshihisa, Yoshihiro e Iehisa, acorralaron a los
Otomo cerca de la fortaleza de Takajo, pero el enfrentamiento se extendió hasta 25 km al
norte, hasta las proximidades del rio Mimikawa. Una vez más, el responsable de organizar la
retirada fue Tawara Chikakata, pero debido a su incompetencia, el desorden y el pánico se
extendieron entre las fuerzas de los Otomo. En el curso de la contienda perecieron unos veinte
mil hombres, entre los que se encontraban tres mil hitakabuto (caballería pesada) que
intentaron buscar una vía de escape hacia la ribera del Mimikawa. Tawara Chikakata logró
escapar sano y salvo, y se presentaría en Bungo un mes más tarde.

Tan pronto conocieron las noticias de la derrota, los jesuitas intentaron encontrar una razón
para explicar lo sucedido. El Padre Luis Frois manifestó que había sido voluntad de Dios
castigar a los Otomo por sus innumerables y constantes excesos. Los supervivientes ''paganos''
de la Batalla de Mimikawa utilizarán ese mismo argumento para acusar al dios cristiano y a
los misioneros de lo sucedido. Entre aquellos que lo hicieron se encontraba Tawara Chikakata,
que el 1 de marzo de 1580 junto a otros nobles del clan Otomo como Tachibana Dosetsu
(1513? -1585), mostraron su descontento.

Dosetsu, máxima autoridad del castillo de Tachibana en Chizuken y responsable de proteger


la zona noroeste de los dominios de los Otomo, que se extendían desde Higo y Chizuken hasta
Buzen, acabaría siendo obligado a asumir las consecuencias de la derrota, ya que gran parte de
los vasallos del clan en su zona desertaron, dejándola a merced del enemigo.

35 
 
 

Fortaleza de Takajo en Kijo-cho


(Prefectura de Miyazaki, Japón)

El apoyo de Sorin al cristianismo provocará la desafección de varios de sus vasallos, que


consideraban que las desgracias que les azotaban eran un castigo de los budas y de los dioses,
descontentos por las herejías de Sorin. Tachibana Dosetsu se mantuvo fiel a su señor, pero no
así la mayor parte de la nobleza de Higo, Chizuken y Chikugo, que romperán su alianza con
los Otomo para unirse al clan Shimazu o buscar la protección de Ryuzoji Takanobu. La
inestabilidad se extendió por Bungo, y el liderazgo de Yoshimune empezó a ser cuestionado.
Pese a las adversidades, el clan Otomo logrará sobreponerse gracias a que los Shimazu no
supieron aprovechar la oportunidad para acabar con ellos.

En 1580 ambos clanes firmarán la paz gracias a la mediación de Oda Nobunaga y del
anterior regente imperial y futuro gran canciller, Konoe Sakihisa (1536-1612), aunque lo
que salvará a los Otomo del desastre serán las ansias expansionistas de Ryuzoji Takanobu,
que a mediados de 1581 mandará una avanzadilla hacia Higo para apoderarse de los
territorios que habían sido abandonados por los Otomo. Las maniobras de Ryuzoji afectaban
indirectamente a los dominios de los Shimazu en Satsuma, que interrumpieron sus
incursiones en Bungo para hacerle frente. El conflicto proporcionará cierta estabilidad a los
Otomo y a los jesuitas, y el Visitador Valignano aprovechará para establecerse en Bungo
entre septiembre de 1580 y marzo de 1581, para volver nuevamente en octubre de ese año.
Todo parecía estar en calma, y las expectativas de Valignano sobre el futuro de la misión en
Japón aumentaron.

A finales de diciembre de 1581 Valignano y los jesuitas de la región de Shimo se reunieron en


Nagasaki para delimitar las futuras líneas de actuación de la misión. Todos los presentes
manifestaron que Bungo era el señorío más estable y seguro de todo el país, por lo que no
debe sorprendernos que las más importantes instituciones formativas de la Compañía de Jesús
se hubiesen asentado en su territorio. En la Navidad de 1580 se había fundado un noviciado en
Usuki con doce candidatos a ingresar en la orden (seis portugueses y seis japoneses) y una
institución de enseñanza en Funai, que comenzaría sus actividades a finales de ese año.
Ambas fundaciones no prosperarán, y cesarán sus actividades en diciembre de 1586 debido a
la inminente invasión de Bungo por los Shimazu.

36 
 
 

XII. EL FIN DE RYUZOJI TAKANOBU

La derrota de los Otomo había sido consecuencia de la victoria de otro daimio cristiano, Protasio
Arima, que preocupado por los continuos levantamientos provocados por Ryuzoji Takanobu
entre sus vasallos, pidió ayuda a los Shimazu en 1582.

Retrato de Ryuzoji Takanobu (1530-1584)

El clan Arima había dominado Hizen en el pasado, pero en aquellos momentos únicamente
controlaba una pequeña franja costera en la Península de Shimabara. Tras varios encuentros,
los Shimazu mostraron interés en las propuestas de los Arima, y aceptaron sumar sus fuerzas
para acabar de una vez por todas con Ryuzoji. En diciembre de 1582, una gran fuerza
expedicionaria cruzaba el Mar de Yatsushiro para desembarcar en la Bahía de Shimabara, y
desde allí, dirigirse hacia Arima.

En un primer momento los progresos fueron escasos, debido a las dificultades logísticas que
imposibilitaron enviar más contingentes a Satsuma desde otros frentes. A mediados de abril
de 1584 habían llegado poco más de cinco mil hombres, pero contaban con un destacado
estratega, Shimazu Iehisa. Las tropas a disposición de Iehisa y de Dom Protasio sumaban
seis mil trescientos efectivos cuando sitiaron la fortaleza de Shimabara, que poco antes había
caído en manos de Ryuzoji gracias a las traiciones de algunos vasallos de los Arima.

Al conocer el escaso número de tropas enemigas, Ryuzoji acudió en auxilio de Shimabara


con un contingente de entre veinte y cincuenta mil hombres, pero fueron interceptados el 4
de mayo de 1584 en Okidanawate, un lugar próximo a la costa, a medio camino entre
Shimabara y Mie (actualmente parte de la localidad de Shimabara), por las fuerzas
combinadas de los clanes Arima y Shimazu, que contaban con apoyo naval gracias a una
nave propiedad de un noble al servicio de los Arima, que bombardeó al ejército de Ryuzoji
empleando dos piezas de artillería cedidas tiempo atrás por los portugueses. Ryuzoji pidió
auxilio a su vasallo Omura Sumitada, pero sus órdenes no llegaron a tiempo, impidiéndole
contar con refuerzos, ya que Sumitada se encontraba a varios kilómetros de Shimabara
cuando vio que los soldados de Ryuzoji se estaban retirando, decidiendo volver al castillo de
Omura.

Ambos daimios cristianos sobrevivirán a Okidanawate y lograrán derrotar a Ryuzoji, lo cual


liberará al cristianismo del oeste de Kyushu de sus amenazas.

37 
 
 

Mon del clan Shimazu

Tras el conflicto, el clan Shimazu se apoderó del oeste de Kyushu, pero no logrará mantener
su hegemonía a corto plazo, ya que aún debía hacer frente a los Otomo, que aunque
debilitados tras la derrota de Mimikawa, se habían lanzado a conquistar algunos de los
territorios que anteriormente habían pertenecido a Ryuzoji. En otoño de 1584, Otomo
Yoshimune envió parte de sus fuerzas a Chikugo para intimidar al hijo y sucesor de
Takanobu, Ryuzoji Masaie (1556-1607), al tiempo que proponía una alianza a los Shimazu.

En noviembre de 1585 ambos clanes acabarán enfrentándose, pero los Shimazu se las
ingeniarán para sembrar el desconcierto entre las tropas de Yoshimune y acabar con uno
de los dos generales al mando, Tachibana Dosetsu. El otro general, Takahashi Joun (1550-
1586), consiguió refugiarse en su fortaleza de Iwaya en Chizuken y prepararse ante el
inminente asedio de los Shimazu. La incompetencia de Yoshimune en su intento de
apropiarse de Higo acabaría por proporcionar a los Shimazu la excusa perfecta para
declararle la guerra.

Entre el otoño y el invierno de 1585, el clan Shimazu afianzará su posición en Kyushu ante
posibles intromisiones exteriores que pudieran cuestionar su futuro dominio sobre la isla,
pero sus temores se harían realidad el 23 de noviembre de 1585 con la llegada de una
misiva de Toyotomi Hideyoshi, que pocos meses antes había sido nombrado regente
imperial (kampaku). En ella informaba a los Shimazu sobre la nueva situación política del
país, pacificado y sometido al poder imperial en su mayor parte, a excepción de Kyushu,
que aún seguía en guerra, y tal situación debía cesar de inmediato sino querían ser
severamente castigados.

Toyotomi Hideyoshi (1537-1598)

38 
 
 

Los Shimazu ignoraron el mensaje de Hideyoshi, a quien no consideraban adecuado para el título
de regente imperial. Yoshihisa envió su respuesta, expresando su total compromiso y respeto a
las condiciones del armisticio firmado por mediación de Oda Nobunaga y Konoe Sakihisa en
1580. Asimismo, le hacía saber que el clan Otomo era el único culpable de quebrantar la paz con
sus recientes incursiones en Hyuga y en Higo, de las cuales habían tenido que defenderse. Los
Shimazu no abandonarán sus planes para contentar a Hideyoshi, sino que intensificarán sus
acciones en Kyushu.

El contenido de la correspondencia mantenida entre Hideyoshi y Yoshihisa será revelado a los


principales generales del clan Shimazu en un consejo militar reunido en Kagoshima entre
febrero y marzo de 1586, en donde expusieron las futuras medidas a tomar por parte del clan:
Shimazu Yoshihiro comandaría un ejército para atacar Higo, mientras que otro, bajo el mando
de Yoshihisa, se internaría en Hyuga. 

39 
 
 

 
XIII. LAS MEDIDAS DEL VICE-PROVINCIAL COELHO

Los adversarios de los Shimazu no permanecerán de brazos cruzados mientras estos se


preparaban para la guerra. En mayo de 1585 Otomo Sorin viajó a Osaka para pedir ayuda a
Hideyoshi, pero no logró obtener respuesta alguna, aunque pudo regresar a Bungo con la certeza
de saber que el hermanastro de Hideyoshi, Hashiba Hidenaga (1541?-1591) se lo haría saber.

El 4 de mayo de 1586, el viceprovincial de la Compañía de Jesús en Japón, el Padre Gaspar


Coelho, se reunía en el castillo de Osaka con Hideyoshi, para agradecerle que hubiese
permitido a los jesuitas establecerse en Osaka, además de intentar convencerle para que
apoyase a los Otomo en su enfrentamiento contra el clan Shimazu, que estaba poniendo en
peligro la supervivencia de la misión jesuita en Kyushu, y por extensión, la estabilidad de
todo el país. Para ello, Coelho prometió a Hideyoshi ayuda militar portuguesa para invadir el
Reino de Corea y China si accedía a sus peticiones. Durante la entrevista, el jesuita se mostró
ansioso por presentar a Hideyoshi su plan, pero según lo narrado por otro jesuita presente en
la reunión, el Padre Organtino Gnecchi-Soldo, Coelho se apresuró al ofrecerse como
mediador.

Hideyoshi sabía que sus planes no tendrían éxito sino contaba con una base de operaciones
estable en Kyushu, y aunque siempre había mostrado desprecio por aquellos sacerdotes que
tenían la osadía de implicarse en temas militares, aceptó la propuesta de Coelho, y apoyará la
misión cristiana durante algún tiempo. Para tal fin, emitió un decreto que garantizaba a los
jesuitas el libre derecho de residencia, libertad para predicar en todo Japón y la exención del
pago de impuestos. Hideyoshi ratificará su decisión el 20 de junio de 1586, y permitirá a
Coelho reunirse con todos aquellos daimios que hasta hace poco tiempo se habían mostrado
reticentes, o directamente hostiles, hacia el cristianismo.

El Padre Coelho abandonó Sakai el 23 de julio hacia el oeste, a través del Mar Interior y de
Shikoku, para entrevistarse con Kobayakawa Takakage (1533-1597), señor de la provincia de
Iyo (actual Prefectura de Ehime) y uno de los más importantes miembros del clan Mori, que
pese a ser abiertamente anticristiano, le recibió amistosamente. El poder de los Mori se
extendía por las seis provincias más occidentales de Honshu, así como en la de Iyo en
Shikoku. Junto a su sobrino Mori Terumoto y su hermano Kikkawa Motoharu (1530-1586),
Takakage desempeñará un papel fundamental en la vanguardia de la invasión que Hideyoshi
estaba planificando para hacerse con Kyushu. En 1586 el clan Mori era un fiel aliado de
Hideyoshi, y la calurosa bienvenida a Coelho tuvo más que ver con el deseo de Takakage de
agradar a su señor que por escuchar al viceprovincial.
Gracias al decreto promulgado por Hideyoshi, Coelho logró que el clan Mori aceptase
reabrir temporalmente la residencia jesuita en Yamaguchi tras más de tres décadas sin
actividad alguna, pero será cerrada definitivamente en julio de 1587, cuando Hideyoshi
retire su apoyo a los jesuitas.
 

 
Mon del clan Mori

40 
 
 

A comienzos de agosto de 1586, el viceprovincial Coelho se dirigió a Bungo, en donde el


pesimismo y la inestabilidad política eran evidentes debido al rechazo del clan Shimazu a una
nueva propuesta para repartirse Kyushu con los Otomo, que acabarán declarándoles la guerra
el 15 de agosto de 1586. Tras un primer mes de éxitos, el avance de los Otomo se detuvo
repentinamente debido a las noticias de una inminente invasión de Bungo por los Shimazu, lo
cual provocará gran malestar entre los jesuitas allí establecidos. El Padre Luis Frois era
consciente de que, más pronto que tarde, Bungo caería en manos del clan Shimazu debido al
declive de los Otomo, que Frois achacó a la falta de liderazgo y a la permanente desunión de
sus vasallos, más interesados en satisfacer sus propias ambiciones que en servir a su señor.

Pese a las advertencias del Padre Coelho, que pretendía que las condiciones recogidas en
el edicto de Hideyoshi se cumpliesen en Bungo, Otomo Yoshimune no le prestó atención,
y se mostró inflexible, temeroso de que el avance del cristianismo por sus menguados
dominios pudiese suponer una nueva amenaza a su débil liderazgo, ya que el número de
conversiones en Bungo no había hecho más que aumentar. A lo largo de 1584, dos mil
adultos recibieron bautismo, y durante el año siguiente, al menos doce mil. En 1586 se
convertirían seis mil ciento cincuenta más. Yoshimune consideraba a todos esos nuevos
cristianos como una amenaza, y les acusó de deslealtad. Muchos de los más importantes
vasallos del clan Otomo se mantuvieron fieles a sus tradiciones, pero de haber permitido la
libre predicación de las enseñanzas cristianas, probablemente se hubiera plantado el
germen de una futura rebelión en los dominios del clan. Ante la intransigencia de
Yoshimune, el Padre Coelho decidió partir hacia Shimonoseki el 16 de septiembre de 1586
con la sensación de haber fracasado estrepitosamente.

Los continuos viajes de Coelho por Japón estuvieron motivados por intereses más allá de los
estrictamente religiosos, como por ejemplo, asesorar a Hideyoshi en su próxima invasión de
Kyushu. Cinco días más tarde llegaría a Shimonoseki para encontrarse en medio de una
avanzadilla de los Mori, dispuesta a comenzar la invasión.

A comienzos de octubre viajó a Yamaguchi para encontrarse con Dom Simeón Kuroda (o
Yoshitaka, también conocido como Kuroda Kanbei; 1546-1604), que había sido enviado por
Hideyoshi para supervisar las fuerzas desplegadas por los Mori. Ambos se dirigieron hacia
Shimonoseki, en donde se les unirá otro miembro del consejo militar de Hideyoshi, un
ferviente cristiano llamado Dom Agostinho Konishi (o Yukinaga, 1556?-1600), y cuando
Mori Terumoto se presentó para hacerse cargo de las tropas bajo su mando, listas para cruzar
el Estrecho de Shimonoseki, el viceprovincial Coelho aprovechó la ocasión para entablar
amistad con él.

A mediados de noviembre, el ejército de los Mori había logrado establecer una importante
cabeza de playa en Kyushu y capturar uno de los fuertes del clan Shimazu en Kokura. Coelho
abandonaría Kyushu a mediados del mes siguiente, embarcándose hacia Nagasaki en una
pequeña flotilla propiedad de Kurushima Michifusa (1561-1597), capitán supremo de todos
los wako, que había sido bautizado unos días antes. Tan pronto arribó en Nagasaki, el Padre
Coelho se dirigió hacia Arima con el propósito de convencer a Arima Harunobu para que se
uniese contra los Shimazu, pero Dom Protasio rechazó la propuesta, pues de hacerlo, hubiese
constituido una traición a sus señores de Satsuma. Visiblemente contrariado, el viceprovincial
ordenó a todos los jesuitas y novicios en Arima abandonar la provincia lo antes posible.

A comienzos de la década de 1580, cuando Arima se encontraba constantemente amenazada


por Ryuzoji Takanobu, Coelho había intentado incitar a Dom Bartolomeu Omura, vasallo de
Takanobu, a rebelarse contra su señor y apoyar a Dom Protasio Arima en su enfrentamiento
41 
 
 

contra Ryuzoji, pero Omura expresó sus dudas al respecto, debido a que su hijo Sancho era
rehén de Takanobu. Coelho no lo consideraba un impedimento, y recordó a Arima que la
primera obligación de todo buen cristiano era la defensa de su fe. La indecisión de Dom
Bartolomeu acabaría provocando la ira de Coelho, además de su enemistad.

El Padre Coelho fracasó en su intento de unir a todos los daimios cristianos en un ''frente
católico'' de Hizen, y eso sin mencionar su aún más ambicioso e irrealizable proyecto de
conformar una Liga Católica japonesa. Dom Protasio Arima y Dom Bartolomeu Omura
acabarían enfrentándose en 1586 por un pequeño territorio al oeste de la Península de Sonogi,
y durante la contienda, Coelho castigará a Omura con las mismas sanciones que anteriormente
había tomado en contra de Arima Harunobu, pero la profunda animadversión que sentía hacía
Sumitada no acabaría aquí. En la primavera de 1587, cuando Dom Bartolomeu se encontraba
en su lecho de muerte, el Padre Coelho se negó en dos ocasiones a absolverle de sus pecados y
a darle la extremaunción. El despotismo y la arrogancia mostrada por el viceprovincial Coelho
tendrán graves consecuencias para el futuro de los jesuitas y del cristianismo en Japón.

 
 

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XIV. LA CAIDA DEL CLAN OTOMO

El fin del Padre Coelho y de la misión cristiana será cuidadosamente planeado por Hideyoshi,
que en un primer momento se limitará a derrotar al clan Shimazu y a someter Kyushu bajo su
control, además de mostrar claramente que cualquier ambición que pudiesen seguir
albergando los daimios del centro y del oeste de Japón, sería inviable a partir de ese momento.

La invasión de Kyushu supondrá la mayor y más compleja acción militar llevada a cabo en
Japón hasta el momento. Hideyoshi movilizó alrededor de doscientos mil efectivos reclutados
en no menos de treinta y siete provincias. La mitad de todas ellas estaban desplegadas en
Kansai, esperando ansiosas la llegada del kampaku. La planificación logística demandada por
tan enorme contingente llevó a Hideyoshi a establecer una serie de depósitos de provisiones
cada 500 km, que se desplegarían hasta el extremo occidental de Honshu, para una vez
alcanzado ese lugar, proceder a embarcar las tropas a través del Estrecho de Shimonoseki
hacia Kyushu. Consciente de las dificultades, Hideyoshi permitió que sus generales
dispusieran de tiempo suficiente para equipar a sus ejércitos, que partirían al llegar la
primavera. El 8 de abril de 1587, Hideyoshi abandonó Osaka acompañado de su guardia
personal, con la esperanza de que los Shimazu no hubiesen logrado repeler a los Otomo ni a
las avanzadillas que había enviado en su ayuda. Mientras tanto, el clan Shimazu había
elaborado sus propios planes para hacerse con el control de Kyushu.

La ofensiva de los Shimazu comenzará el 1 de diciembre de 1586, provocando la caída de la


frontera sur de los dominios de los Otomo y la huida de un importante número de sus
vasallos, que dejaron vía libre a los invasores. Shimazu Iehisa avanzó con un pequeño
contingente de poco más de ocho mil hombres llegados desde Hyuga y Satsuma, derrotando
sin dificultad a los restantes vasallos de los Otomo que aún resistían, pese a ser incapaces de
restaurar el orden entre sus tropas. Las fuerzas de los Shimazu apenas encontraron resistencia,
y lograron asestar un golpe mortal a los Otomo, pero pese a la difícil situación, Bungo no
caerá sin luchar.

Saiki Koresada, gobernador de Togamure-jo (actualmente entre la ciudad de Saiki y la


municipalidad de Yayoi, en la Prefectura de Oita) logró detener el avance de Shimazu Iehisa
estableciendo varios puntos de resistencia en las proximidades de su fortalezade Oka-jo (en la
actual ciudad de Takeda) bajo el mando del samurái cristiano Dom Paulo Shiga (Shiga Taro
Chikatsugu, considerado uno de los más hábiles capitanes que tomaron parte en éste
conflicto) que mediante acciones de guerrilla, hostigó a las fuerzas de los Shimazu.

43 
 
 

Otomo Sorin en persona acudió en auxilio de la fortaleza costera de Niujima-jo, un


importante bastión que protegía al castillo de Usuki, que en aquellos momentos estaba siendo
asediada por los ejércitos del clan Shimazu. Gracias a la utilización de dos cañones cedidos
tiempo atrás por los portugueses, Niujima-jo logró mantener a los atacantes en la bahía e
impedir que Usuki cayese en manos de los Shimazu. Prácticamente fue la única intervención
militar realizada por los Otomo en todo el conflicto, aunque Otomo Yoshimune se enfrentaría
una vez más en campo abierto, obteniendo una gran derrota.
En enero de 1587, Yoshimune decidió refugiarse en Tsuruga-jo (situada actualmente en Oaza
Kami Hetsugi, ciudad de Oita), último obstáculo en el avance de Shimazu Iehisa hacia Funai,
capital de la provincia de Bungo. Inconscientemente, Yoshimune permitió que sus tropas y las
de sus aliados Chosogabe Motochika (1540-1599) y Sengoku Hidehisa (1551-1614), que
habían sido enviados por Hideyoshi para auxiliarle, se internaran en una emboscada preparada
en el río Hetsugigawa (llamado actualmente Onogawa), en donde sufrirán una espectacular
derrota. Tras lo ocurrido, Yoshimune abandonó Funai a su suerte y se dirigió a Ryuo-jo
(situada actualmente en Ajin-machi, Prefectura de Oita) en Buzen, permitiendo que sus
enemigos se apoderasen de todo Bungo.
Esa retirada tan precipitada era un aviso de lo que ocurriría seis años más tarde, cuando
Hideyoshi decida invadir el Reino de Corea en la que será conocida como Guerra Imjin
(1592-1598), en donde Yoshimune abandonará su posición en Pongsan (en la Provincia de
Hwanghae) ante el avance de los coreanos, dejando completamente desguarnecido el flanco
izquierdo del ejército japonés y obligando a sus compañeros de armas a retirarse en el más
completo desorden. Ante lo ocurrido, en 1593 Hideyoshi tomará ladecisión de desposeer a
Yoshimune y al clan Otomo de todas sus posesiones en Bungo.
En 1587 Hideyoshi estaba decidido a mantener a los Otomo en Bungo, ya que en aquellos
momentos le servirían para reorganizar Kyushu de acuerdo con sus planes. No reprendió a
Otomo Yoshimune por el desastre de Hetsugigawa, y en su lugar, culpó de lo sucedido a
Sengoku Hidehisa, al que desposeyó de sus dominios en Takamatsu. Los reveses en Kyushu
no minarán la confianza de Hideyoshi, que continuará hostigando a los Shimazu hasta
asestarles un golpe definitivo. Ante el cariz que iban tomando los acontecimientos, los
Shimazu sopesaron la posibilidad de no hacerse con el norte de Kyushu y retirarse a sus
dominios en el sur de la isla, cosa que finalmente hicieron.
El 22 de abril de 1587 Hideyoshi llegó a la provincia de Aki, estableciéndose en Yokkaichi
(actualmente parte de la ciudad de Higashi, en Hiroshima), mientras que Shimazu Yoshihiro
evacuaba sus fuerzas de Funai. Dos días más tarde, hostigadas por Dom Paulo Shiga y Saiki
Koresada, las tropas de Yoshihiro y de su hermano Iehisa se dirigieron hacia Hyuga, mientras
que otra parte de las fuerzas de los Shimazu se retiraba hacia Higo.

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XV. HIDEYOSHI CAMBIA KYUSHU

El 2 de mayo de 1587, Hideyoshi llegaba a Shimonoseki para asignar las rutas a seguir por
sus ejércitos en su avance a través de Higo, Chikuzen y Chikugo, además de poner al mando
de un contingente que atacaría a los Shimazu desde Hyuga y Bungo, a su hermanastro
Hashina Hidenaga, daimio de Koriyama en Yamato.

El avance de las fuerzas de Hideyoshi por el occidente de Kyushu apenas encontró


resistencia, y se dirigieron hacia Kokura el 5 de mayo. En poco más un mes se presentaron
en Izumi, en la provincia de Satsuma, en donde daimios como Akizuki Tanezane, Tsukushi
Hirokado, Ryuzoji Masaie, MatsuuraTakanobu e incluso Dom Protasio Arima, rindieron
pleitesía al kampaku.

Tal y como había ocurrido durante la campaña de los Otomo en 1578, la fortaleza de Takajo
en Hyuga se interpondrá en el avance de los invasores, manteniéndose firme bajo el
liderazgo de Yamada Shinsuke Arinobu. Una vez más, los cabecillas del clan Shimazu,
Yoshihisa, Yoshihiro e Iehisa acudieron en auxilio de Takajo, pero a diferencia de lo
sucedido en 1578, fueron acorralados y derrotados el 24 de mayo de 1587 por Hidenaga y su
bien pertrechado ejército, que contaba con un importante cuerpo de arcabuceros. Cuatro días
más tarde, el clan Shimazu capitulaba ante Hidenaga, y el 13 de junio, Shimazu Yoshihisa se
presentó ante Hideyoshi para pedir clemencia. Hideyoshi se mostró comprensivo, y en lugar
de privarle de sus dominios, decidió reducirlos y confirmar a Shimazu Yoshihisa y a
Shimazu Yoshihiro como señores de Satsuma y Osumi respectivamente. En lo que respecta a
los Otomo, Hideyoshi mantendrá a Otomo Yoshimune como daimio de Bungo.

Hideyoshi modificará por completo el escenario político de Kyushu estableciendo un nuevo


orden en la isla. Ryuzoji Masaie conservaría cuatro distritos en Hizen; los clanes Arima,
Omura y Matsuura retendrán sus dominios y posición en Hizen; y los Sagara mantendrán sus
territorios en Hitoyoshi, en la provincia de Higo.

Las modificaciones planeadas por Hideyoshi irían mucho más allá al obsequiar a algunos de
sus más valiosos colaboradores con dominios en el nuevo territorio conquistado. A su viejo
amigo Terazawa Hiromasa (m.1596) le otorgó un feudo de 37.000 koku (30) en Karatsu, en la
provincia de Hizen; a su compañero de armas y ocasional rival Sassa Narimasa (m.1588), al
que había derrotado y perdonado en 1585, le premió con toda la provincia de Higo excepto
el dominio confirmado a los Sagara, para lo cual le obligó a intercambiarlos por sus antiguos
dominios en Etchu (en la actual Prefectura de Toyama).

Kobayakawa Takakage fue obligado a dejar sus posesiones en Shikoku a cambio de un


feudo de 307.000 koku en Najima (actual Fukuoka), englobando Chikuzen y amplias zonas
de Hizen y Chikugo.

El hermano menor de Takakage y su hijo adoptado Hidekane (conocido con los nombres de
Kobayakawa y Mori Hidekane, 1566-1601) recibieron un feudo de 75.000 koku en Kurume,
en la provincia de Chikugo. Hidekane recibirá bautismo a finales de la primavera de 1587,
adoptando el nombre de Simao, y gracias a su matrimonio con Maxencia, hija de Otomo
Sorin, a finales de ese año reforzará su condición de daimio cristiano.

(30) Antigua unidad japonesa de volumen definida como aquella cantidad de arroz necesaria para el sustento
anual de una persona. Cada koku de arroz correspondía a unos 150 kilos.

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Dom Simeón Kuroda, uno de los barones de Arima y confidente de Hideyoshi, fue
obsequiado con un feudo de más de 120.000 koku en Nakatsu, en la provincia de Buzen. Por
su parte, Mori Yoshinari (m.1611) recibirá un feudo de 60.000 koku en la misma provincia,
concretamente en Kokura, a cambio de sus territorios en Owari.

Algunos de los más antiguos clanes de Kyushu fueron enviados a otras partes del país.
Tachibana Muneshige tuvo que abandonar Chikuzen para establecerse en Yanagawa, en la
provincia de Chikugo; el hijo de Akizuki Tanezane, Tanenaga (1567-1614) y Takashi
Mototane (m.1614) fueron enviados desde el noroeste de Kyushu al sureste de la misma isla,
el primero a Takarabe (actualmente Takanabe-cho, Prefectura de Miyazaki) y el segundo a
Agata (actualmente en la ciudad de Nobeoka) en la provincia de Hyuga.

Todos estos nuevos daimios de Kyushu establecidos por Hideyoshi no tenían relación
anterior con Kyushu y eran fieles vasallos, pero pese a los concienzudos cambios, poco
imaginaba que entre 1588 y 1590 se desataría una rebelión campesina en Higo y en las Islas
Amakusa.
 
 

 
 

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XVI. LA POLITICA ANTICRISTIANA DE HIDEYOSHI

Hideyoshi no dará por concluidas sus medidas en Kyushu hasta acabar con un poder que
seguía cuestionando su autoridad, que no era otro que el del Padre Coelho, vicario general de
la Compañía de Jesús en Japón y máxima autoridad de Nagasaki. Hideyoshi logrará terminar
con tal anomalía tomando la ciudad y estableciendo en ella a un intendente que administrará el
enclave en su nombre.

El Padre Coelho tenía muchos asuntos que tratar con el kampaku, de quien esperaba obtener
más privilegios que los recogidos en el edicto promulgado el 20 de junio de 1586, como
agradecimiento por la ayuda prestada para la conquista de Kyushu. Ambos acordaron reunirse
a bordo de la nave (31) del viceprovincial el 19 de julio de 1587. La entrevista se desarrolló en
buenos términos, y Coelho no tuvo duda alguna de que Hideyoshi accedería a sus peticiones,
pero la decisión del kampaku desconcertará por completo a los jesuitas. El 24 de julio
promulgará un nuevo edicto (32) que condenaba las enseñanzas cristianas, a las que calificaba
de perniciosas, y establecía la marcha de todos los misioneros presentes en Japón en un plazo
no mayor de veintedías. Asimismo, afirmaba que los jesuitas estaban corrompiendo al pueblo
llano, empujándole a cometer actos blasfemos contra las tradiciones del país. Es importante
señalar que éste edicto no afectaba a los comerciantes portugueses, debido a la distinta
naturaleza de sus actividades.

La doctrina cristiana siempre había despertado suspicacias, e incluso alguna que otra
persecución, entre amplias capas de la población japonesa desde el momento en que Francisco
Javier desembarcó en el país, pero nunca se había llegado al extremo de que una alta autoridad
nacional lo prohibiera explícitamente y de manera tan repentina.

Una notificación datada un día antes de la promulgación del edicto anticristiano de Hideyoshi,
recoge los motivos que empujaron al kampaku a tomar tan drástica decisión. En ella,
Hideyoshi hace una grave acusación contra los cristianos, a los que compara con la secta
budista Jodo Shinshu (también llamada Ikko) (33). Esa secta, cuya rama más importante y
beligerante, liderada por el sumo pontífice (hossu) de los Honganji, durante el siglo XVI se
había convertido en una especie de monarquía teocrática que había llegado a dominar
provincias enteras, enfrentándose en plano de igualdad a los daimios. La gran cohesión de los
miembros de la secta Jodo Shinsu la convirtieron en un formidable enemigo que puso en
innumerables aprietos a Oda Nobunaga, que finalmente pudo acabar con ella tras un largo y
cruel enfrentamiento ocurrido entre las décadas de 1570 y 1580. Hideyoshi sabía que podía
confiar sin reservas en los miembros de su consejo militar, ya que muchos de ellos se habían
enfrentado a la secta Ikko en el pasado y sabían lo perniciosa que había sido para la
estabilidad del país.

(31) Fusta o galera de entre doscientas y trescientas toneladas fuertemente armada con artillería construida por
armadores portugueses establecidos en Nagasaki. Según las crónicas japonesas, fue utilizada por los jesuitas en
acciones de guerra en Kyushu.
(32) Para una traducción al español del edicto de Hideyoshi, se recomienda la lectura de O. Takizawa, La
historia de los jesuitas en Japón (siglos XVI-XVII), Universidad de Alcalá Servicio de Publicaciones, Alcalá de
Henares, 2010, pp.88-89.
(33) Secta budista japonesa perteneciente a la rama del budismo de la Tierra Pura. Sus seguidores rinden culto a
Amida, forma de Buda que representa la Luz Infinita y el Supremo Conocimiento.

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Representación de un miembro de la secta Ikko

Cuando Hideyoshi afirmó que los Bateren (los Padres Jesuitas) eran incluso más peligrosos y
dados a las conjuras que los Jodo Shinsu, cualquier duda al respecto que pudieran albergar sus
vasallos se disipó rápidamente. Se decidió vigilar estrechamente a todos aquellos
considerados como fanáticos cristianos, como por ejemplo Dom Justo Takayama, a quien
Hideyoshi consideraba como alguien mucho más peligroso que los Hongaji, ya que había
obligado a todos sus súbditos a ingresar en la ''secta de los Bateren''.

La notificación de Hideyoshi concluye con su más enérgica condena respecto al tráfico de


súbditos japoneses, que eran vendidos como esclavos en China, Corea y en la India por
traficantes de esclavos que, sin duda, habían sido identificados como extranjeros. Asimismo,
prohibía el tráfico y matanza de ganado y de caballos como alimento.

Profundamente impresionados por el contenido del edicto, los jesuitas mostraron su malestar
ante las acusaciones, pero en los informes que mandaron a Europa disculparon a Hideyoshi,
afirmando que tan sólo se trataba de un alarde tiránico sin mayor importancia. Excepto en sus
acusaciones respecto al tráfico de esclavos, el resto de cargos que Hideyoshi atribuía a los
misioneros se sustentaba en sólidas bases. En ningún momento mencionaba explícitamente al
viceprovincial Coelho, pero sus sospechas respecto a las actividades que como máxima
autoridad de Nagasaki llevaba a cabo, se habían incrementado tras el encuentro mantenido
con él, lo cual reafirmaría su idea de expulsar a los jesuitas de Japón. Además, Hideyoshi
consideraba a Coelho una seria amenaza a su poder debido a los lazos que mantenía con
varios daimios cristianos.

Aunque los planes de Coelho para formar una Liga Católica se habían mostrado del todo
imposibles, Hideyoshi estaba seriamente preocupado por la posibilidad de que en algún
momento pudiera hacerse realidad. Sus sospechas no eran infundadas, ya que tenía noticias de
los constantes intentos de Coelho por llevar a buen puerto su proyecto.

Hideyoshi había presenciado los efectos que la doctrina cristiana había causado entre la
nobleza y el pueblo llano de Kyushu, y mostraba su inquietud por el exacerbado fervor de
nuevos cristianos como Dom Leao Gamo Ujisato (1556-1595), Dom Agostinho Konishi,
Dom Simeón Kuroda o Dom Justo Takayama.
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En el caso de Dom Justo, que había abrazado la fe cristiana en su juventud y había obligado a
todos sus vasallos de la provincia de Kansai a convertirse y a destruir cualquier vestigio de la
tradición religiosa japonesa, era visto por Hideyoshi como un sacrílego, y los excesos que
estaba cometiendo debían cesar cuanto antes. Por todo ello le desposeyó de sus dominios y le
obligó a sobrevivir como ronin. El resto de daimios cristianos mostraron a Hideyoshi su
fidelidad, proclamando que por encima de todo eran daimios, y en segundo lugar cristianos.
Muchos de ellos abjuraron de su fe cristiana, aunque sólo en apariencia, ya que algunos como
Dom Agostinho Konishi, siguieron ayudando a los misioneros clandestinamente. Dom
Simeón Kuroda se mantuvo fiel a la fe cristiana, pero fueron pocos los que siguieron su
ejemplo. Por su parte, Otomo Yoshimune (conocido como Dom Constantino tras su
bautismo), renegó del cristianismo y se dedicó a perseguir con furia cualquier reducto
cristiano en sus dominios.

Otra cuestión que preocupaba a Hideyoshi era la soberanía de los jesuitas sobre Nagasaki,
importante punto de llegada para las naves mercantes portuguesas. Para corregir la situación,
estableció en ella a un intendente (daikan) para que administrase la ciudad en su nombre. La
influencia de los jesuitas sobre la ciudad sufrirá un duro revés, y desde ese momento dejarán
de ser los dueños de Nagasaki.

La importancia de las disposiciones promulgadas por Hideyoshi en julio de 1587 reside en


que a partir de ese momento, ningún daimio tendría libertad religiosa en sus dominios debido
a que el cristianismo había tomado consideración de problema de ámbito nacional. Por el
momento, Hideyoshi no endurecerá sus medidas anticristianas, aunque algunas iglesias
acabaron siendo destruidas y los jesuitas obligados a cesar sus predicaciones en público, pero
en ningún momento les exigió abandonar Japón. Hideyoshi les permitirá seguir en el país al
considerarles un valioso medio para seguir negociando ventajosos tratados comerciales con
los portugueses. Su aparente tolerancia y entusiasmo por todo lo occidental elevó los ánimos
de los misioneros, pese a que en ningún momento Hideyoshi mostró intención alguna de
revocar su edicto.

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XVII. EL INCIDENTE DEL SAN FELIPE

El clima de aparente calma se verá seriamente trastocado tras el naufragio del galeón de
Manila San Felipe frente a las costas de Shikoku en octubre de 1596. Tres años antes, las
autoridades coloniales españolas de Filipinas habían enviado a un grupo de monjes
franciscanos ante Hideyoshi para negociar unos tratados comerciales, y tras concluir su
misión, los frailes decidieron permanecer en Kioto como misioneros. La presencia
franciscana en Japón marcaría el fin del monopolio jesuita en tierras japonesas.

Grabado de un galeón español de la época

Para los jesuitas, el ardor de los franciscanos en sus predicaciones, así como sus
constantes reprobaciones sobre las costumbres japonesas, no hicieron más que aumentar
las suspicacias de las autoridades japonesas, lo cual alteró irremediablemente la precaria
relación existente entre los misioneros y el gobierno de Hideyoshi. Es importante
señalar que la misión jesuita había sido promovida por el Reino de Portugal, mientras
que, en el caso de los franciscanos, estos habían llegado a Japón gracias al patronazgo
de la Corona española, matiz que recrudeció las diferencias entre ambas órdenes
religiosas y alarmó a Hideyoshi.

La situación se tensará aún más tras la confiscación de todo el cargamento del San
Felipe por el kampaku. El capitán del San Felipe, Matías de Landecho, advirtió a los
agentes de Hideyoshi sobre las consecuencias de sus actos, y trató de impresionarles con
historias sobre el gran poder de la Corona española y de sus planes para dominar el
mundo. Según Landecho, la presencia de los misioneros y su labor evangelizadora eran
el paso previo a una posible intervención militar española en Japón. Al ser informado
Hideyoshi de las declaraciones del capitán, concluyó que los monjes franciscanos
llegados hace tres años y establecidos desde entonces en Kioto, no eran más que
vulgares espías, y que lo mejor para mantener el orden en el país era acabar de una vez
por todas con los misioneros y con cualquier rastro de su fe.

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Según lo expresado por el obispo de Japón, el jesuita Pedro Martins, los franciscanos
apoyaron en todo momento al capitán del San Felipe, acusando a los jesuitas de
provocar a las autoridades japonesas. Las constantes acusaciones entre los miembros de
ambas órdenes no permitieron conocer la verdad sobre lo ocurrido, y acabaría con la
paciencia de Hideyoshi, que decretará la ejecución de veintiséis cristianos (incluidos
seis misioneros franciscanos, tres jesuitas y diecisiete conversos japoneses) y reafirmará
su intención de suprimir el cristianismo de Japón. El 5 de febrero de 1597 tendrá lugar
en Nagasaki el martirio y crucifixión de los conocidos como Veintiséis Mártires de
Japón (34).

Grabado de la obra de Fr. Agustín de Osimo ``Historia de los 26 mártires japoneses´´


 

 
(34) Beatificados en 1627 y canonizados en 1862 por el Papa Pío IX. Su festividad se celebra el 6 de febrero.

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XVIII. LOS DAIMIOS CRISTIANOS BAJO LOS TOKUGAWA

Tras las ejecuciones de febrero de 1597 en Nagasaki, la situación pareció calmarse.


Hideyoshi, más preocupado por planificar su invasión de Corea, no llevará a cabo ninguna
otra persecución o ejecución contra los cristianos, y esa aparente tranquilidad se mantendrá
tras el ascenso al poder de su sucesor, Tokugawa Ieyasu (1543-1616).

Retrato de Tokugawa Ieyasu por Utagawa Yoshitora (1873)

En un primer momento, Ieyasu se mostró agradecido por la ayuda prestada por


los daimios cristianos para que los Tokugawa se hicieran con el poder tras su gran victoria en
la Batalla de Sekigahara el 21 de octubre de 1600, e intentó congraciarse con el cristianismo
pese a que algunos de esos daimios se habían opuesto a sus intenciones, como DomAgostinho
Konishi, que entre 1589 y 1590 había masacrado a muchos de sus correligionarios cristianos
para acabar con una rebelión campesina que había surgido en el feudo que Hideyoshi le había
concedido en la provincia de Higo.

Al menos tres de los llamados Cinco Barones de Amakusa que provocaron el levantamiento,
eran cristianos, aunque por encima de sus creencias religiosas estaba la defensa de sus
intereses. Ante la difícil situación, Dom Protasio Arima ofreció su ayuda a Konishi, pero en
1600 decidió enfrentarse a él y tomar su fortaleza en Higo, acción que reforzará la posición
del clan Arima tras la victoria de los Tokugawa en Sekigahara.

Dom Simeon Kuroda acabaría enfrentándose a Konishi para cumplir el mandato de Ieyasu de
pacificar el norte de Kyushu, que realizó con éxito. Entre aquellos a los que derrotó estaba
Otomo Yoshimune, que una vez más había intentado recuperar Bungo.

Las habilidades diplomáticas de Yoshitaka fueron muy apreciadas por los jesuitas, e
intercedió por ellos ante Ieyasu, que mostró interés en favorecer a los cristianos por la grata
impresión que le había causado la valentía mostrada por el hijo de Yoshitaka, Dom Damiao
Kuroda (conocido como Nagamasa, 1568-1623) en Sekigahara.

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Las viejas rencillas que Kuroda mantenía con Ishida Mitsunari (1560-1600), destacado
instigador de la Liga anti-Tokugawa, convirtió al primero en uno de los más fieles seguidores
de Ieyasu. Dom Damiao planeó una estrategia para acabar definitivamente con la amenaza
que suponía el ejército del general Kobayakawa Hideaki (1582-1602), logrando derrotar en el
transcurso de la campaña a Ishida, a Konishi y al resto de sus aliados. Kuroda fue
recompensado con un gran feudo en Fukuoka, en donde en principio apoyará la labor de los
jesuitas hasta que Ieyasu dispusiera.

Las medidas anticristianas de los Tokugawa estaban estrechamente ligadas a la corrupción


presente en el seno del propio shogunato. Dom Protasio Arima aireará un escándalo en el cual
él mismo estuvo implicado al querer apoderarse de unas propiedades en Hizen para
incrementar su feudo. Para ello, pagó grandes sumas de dinero a Okamoto Daihachi, un
asistente del roju (35) Honda Masazumi (1565-1637), miembro del consejo del shogun.
Okamoto aceptó los pagos, pero fue incapaz de falsificar los documentos de propiedad. La
operación será descubierta en 1612, y Okamoto fue condenado a muerte, no sin antes
denunciar públicamente a Arima Harunobu de urdir un plan para acabar con la vida del
comisionado del shogunato (bugyo) en Nagasaki, Hasegawa Sahyoe.

El escándalo era mucho más serio de lo que parecía en un primer momento, ya que el hecho
de que un simple vasallo pudiese disponer de sus tierras libremente, e intercambiarlas sin la
previa aprobación del shogun, era completamente inaceptable. El propio Ieyasu (r.1603-
1605), que había cedido el poder a Hidetada (1579-1632, r.1605-1623), decidió tomar cartas
en el asunto. La alegación presentada contra uno de los máximos representantes del shogunato
en un lugar tan destacado como Nagasaki, levantará las sospechas sobre la fidelidad de
algunos daimios, y especialmente de los cristianos, ya que los dos principales acusados,
Protasio Arima y Okamoto Daihachi lo eran. En un primer momento, Dom Protasio será
apartado del gobierno de su provincia, pero terminará siendo ejecutado. Lo ocurrido podría
suceder nuevamente con otros daimios cristianos, y ante la duda, el shogunato Tokugawa
decidió tomar represalias contra las creencias cristianas, prohibiéndolas en todo el país.

Uno de los primeros en cumplir con las nuevas disposiciones fue el hijo de Harunobu, Dom
Miguel Arima (conocido como Naozumi, 1586-1641), que abjuró del cristianismo tras ser
nombrado daimio de Arima por el shogun, y poco después emprenderá una feroz persecución
contra toda presencia cristiana en sus dominios. Su política anticristiana no tuvo el éxito
esperado por el shogunato, y en 1614 fue enviado a un feudo en Nobeoka, en Hyuga. La
intransigencia de Naozumi incrementó el descontento entre sus súbditos cristianos, y en 1637
acabará estallando una rebelión en Shimabara que no hará más que reafirmar las sospechas
del shogunato sobre el peligro que la fe cristiana representaba para la estabilidad de su
gobierno.

El 1 defebrero de 1614, el shogunato publicaba la Declaración de expulsión de los


Bateren siguiendo los deseos de Ieyasu, siendo el encargado de redactarla el monje zen
Konchiin Suden (1563-1633), que destacó la naturaleza subversiva de la religión cristiana y
sus constantes ataques contra la tradición japonesa. A partir de esa fecha se desatarán
numerosas persecuciones anticristianas por todo el país.

(35) Título que detentaban los miembros del Consejo de Ancianos de los shogunes Tokugawa.
 

53 
 
 

XIX. EL SISTEMA ANTICRISTIANO DE LOS TOKUGAWA

Una de las primeras medidas adoptadas por el shogunato Tokugawa fue la definitiva
expulsión de todos los misioneros cristianos asentados en Japón. No menos de cuarenta y
siete misioneros, entre los cuales se encontraban veintisiete jesuitas, se negaron a abandonar a
sus fieles, e ignoraron las consecuencias que pudieran sufrir de no cumplir con las
disposiciones contenidas en el decreto de expulsión, decidiendo permanecer en el país y
proseguir con sus actividades clandestinamente. Pese a las dificultades, otros intentarán
introducirse en Japón a bordo de naves mercantes tras convencer a algún capitán dispuesto a
vulnerar las leyes del shogunato. En algunas áreas de Japón, los misioneros encontrarán gran
apoyo popular, siendo especialmente intenso en Nagasaki y sus alrededores, que durante las
primeras décadas del siglo XVII contaba con unos veinticinco mil habitantes, casi todos ellos
cristianos desde hacía al menos tres generaciones.

En 1621, el número total de jesuitas en Japón era de treinta y seis, y entre 1614 y 1626
solamente ellos lograron bautizar a diecisiete mil personas. Sin duda el número de conversos
en Japón durante esos años fue mucho mayor gracias a la actuación de otras órdenes
religiosas cristianas presentes en el país. Consciente de los fallos de su sistema de vigilancia,
en 1616 el shogun Tokugawa Hidetada (1579-1632, r. 1605-1623) ordenó que todos
los daimios intensificaran sus esfuerzos para acabar con el cristianismo en sus dominios. Las
persecuciones se tornaron más violentas, y llegaron a aniquilara un gran número de
sospechosos, especialmente tras el Gran Martirio de Nagasaki de 1622, en donde fueron
ejecutados cincuenta y cinco cristianos. La persecución del cristianismo en tierras niponas
llegará a su apogeo con el tercer shogun Tokugawa, Iemitsu (1604-1651, r.1623-1651), que
para evitar cualquier posible rebrote cristiano o una nueva llegada de misioneros, ideó un
sistema de control social que sería de obligatoria aplicación en todo el país, al tiempo que
consideraba la posibilidad de cerrar las fronteras y cesar todo contacto con el exterior. Por el
bien de Japón, todos los sacerdotes católicos y sus seguidores debían desaparecer, bien
abjurando de su fe o siendo ejecutados, y respecto a los mercaderes portugueses, se les
prohibiría atracar en cualquier puerto japonés.

En 1639 se tomará la decisión de expulsar a todos los portugueses de Japón y de terminar con
toda relación diplomática mantenida con reinos cristianos. Al año siguiente, sesenta y un
miembros de una embajada enviada por las autoridades portuguesas de Macao para negociar
un posible levantamiento de las restricciones comerciales, acabaron siendo decapitados.
Iemitsu se aseguró de que todas las disposiciones para aislar al país de cualquier intromisión
extranjera (36) fuesen aplicadas por sus representantes en Nagasaki entre 1633 y 1639. A los
únicos europeos a los que se permitió comerciar a partir de ese momento fue a los
holandeses (37) , cuya ética protestante y animadversión hacia el catolicismo, además de sus
intereses comerciales, les permitió adaptarse adecuadamente a los requerimientos del
shogunato. En años venideros, la actitud del shogunato se endurecerá aún más con la
aplicación de unas líneas básicas de actuación que permitirán proteger con mayor eficacia al
país de toda intromisión exterior, tales como la prohibición a cualquier súbdito japonés de
viajar al extranjero (penado desde 1635 con la muerte), disminuir la presencia de europeos en
Japón e incrementar las persecuciones anticristianas.

 
(36) Sakoku-rei en japonés. Política aislacionista vigente entre 1639 y 1868, que, bajo pena de muerte, condenaba
cualquier contacto con los europeos.
(37) Los holandeses, que habían llegado a Japón en 1600, permanecerán hasta 1652, pero confinados en la isla de
Dejima, frente a Nagasaki.

54 
 
 

 
Tokugawa Iemitsu (1604-1651)

La primera de esas medidas se mostró especialmente efectiva al recompensar generosamente


a todo aquel que delatase a los misioneros o a sus seguidores, lo cual condujo a la captura en
Nagasaki de diez padres jesuitas y de un hermano, así como de otro miembro de la orden en
Edo (38) . Tras esas capturas, el número total de jesuitas en Japón se reduciría a solamente seis.
Hacia 1644, todos ellos habían sido apresados, torturados y ejecutados, u obligados a
apostatar, y tras ese año no quedaba misionero alguno en el país, pero no por ello el
shogunato relajó su política anticristiana, sino que se empeñó con mayor celo.

En 1640, el shogunato estableció en Edo una Oficina Central de la Inquisición (Shumon


aratame yaku), cuya actividad se prolongará hasta 1792 con el objetivo de purgar Japón de
cristianos. En enero de 1665, los daimios recibieron autorización para nombrar sus propios
inquisidores, que velarían por el orden religioso de sus dominios. Desde Yonezawa al norte y
hasta Kagoshima en el sur de Kyushu, todas las provincias contarán con comisionados
religiosos (shuon bungyo). Hacia 1660, todo rastro de cristianismo en Japón había sido
prácticamente erradicado.

Alrededor de tres mil cristianos japoneses habían muerto, incluyendo seiscientos que fueron
arrestados en los dominios del clan Omura entre 1657 y 1658. La mayor parte de los que
sobrevivieron apostataron, a excepción de unos pocos que se refugiaron en áreas remotas del
país. Al no contar con ningún referente cristiano, excepto los recuerdos transmitidos por
generaciones anteriores que, inevitablemente, acabarían diluyéndose a lo largo de la Era
Tokugawa, esos “cristianos ocultos” (kakure kirishitan) terminarán por configurar un
sincretismo que conjugaba elementos cristianos, budistas y sintoístas.

El shogunato, convencido del peligro que el cristianismo representaba para su estabilidad,


continuó aplicando nuevas medidas tales como la elaboración de un censo de registro
religioso (shumon aratameninbetsu cho) que clasificaría, sin excepción, a toda la población
japonesa según sus creencias, lo cual permitiría al régimen Tokugawa controlar mejor a sus
súbditos. El clero budista será el responsable de mantener actualizado el censo, y de verificar
que ningún habitante profesase el cristianismo, y en caso afirmativo, daría su aprobación
mediante un sistema de garantía del templo (teraukeseido).

(38) Hasta 1868, antiguo nombre de la actual ciudad de Tokio.

55 
 
 

A partir de la década de 1630, todos los japoneses estuvieron obligados a contar con su
correspondiente certificado de afiliación al templo budista más próximo a su lugar de
residencia, que acreditaría su ortodoxia religiosa y fidelidad al shogunato. Como ejemplo, en
los dominios del clan Obama en la Provincia de Wakasa, el daimio Sakai Tadakatsu (1587-
1662) decretó la obligatoriedad de inscribirse en los templos budistas para demostrar que no
se profesaba ninguna creencia contraria a lo establecido, requiriendo a los monjes budistas la
emisión de un documento que lo acreditase. En 1639 se estableció que cualquier recién
llegado que desease adquirir o arrendar un inmueble en la ciudad de Osaka, debía de contar
con la aprobación del templo. Hacia 1670, esa garantía de fidelidad al régimen y de ''pureza
religiosa'' será indispensable para acceder o desarrollar cualquier actividaden el país. Este
sistema de control social será perfeccionado a comienzos del siglo XVIII, y por sistema, toda
la población será inscrita en un templo budista en el momento de su nacimiento, recogiendo
su filiación y lugar de residencia.

Con la adopción de esas medidas, el shogunato intentará controlar las relaciones exteriores del
país excluyendo a los daimios de tal atribución y exigiéndoles en su lugar un férreo control de
sus territorios para acabar con cualquier atisbo de contaminación extranjera que pudiese
subvertir el orden establecido. De ese modo, el patronazgo que algunos de ellos y sus clanes
habían prestado a los misioneros en el pasado, como los Arima, Omura y Kuroda, pasaron a
convertirse en efectivos instrumentos de represión bajo órdenes del shogun, forzando a sus
vasallos a denunciar a todo aquel que considerasen cristiano, así como destruir los símbolos
de su fe.

Con el ascenso de líderes como Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu, la
figura del daimio sufrió una profunda transformación al ser desposeída de su independencia y
poder regional para pasar a formar parte de un sistema político de mayor envergadura,
consecuencia de la efectiva unificación del país bajo un sólido poder central. En lo que
respecta a la misión cristiana en Japón, que había aprovechado la gran inestabilidad política
de la Era Sengoku para alcanzar sus fines, perdió toda posibilidad una vez se estableció un
régimen hegemónico en todo el país, al tiempo que los daimios, más interesados en sobrevivir
bajo el gobierno de los Tokugawa que en otras cuestiones, acabarán dando la espalda a los
misioneros y a sus enseñanzas.

A partir de la década de 1630 todos los japoneses estuvieron obligados a contar con su
correspondiente certificado de afiliación al templo budista más próximo a su lugar de
residencia, que acreditaría su ortodoxia religiosa y fidelidad al shogunato. Como ejemplo, en
los dominios del clan Obama en la Provincia de Wakasa, el daimio Sakai Tadakatsu (1587-
1662) decretó la obligatoriedad de inscribirse en los templos budistas para demostrar que no
se profesaba ninguna creencia contraria a lo establecido, requiriendo a los monjes budistas la
emisión de un documento que así lo acreditase. En 1639 se estableció que cualquier recién
llegado que desease adquirir o arrendar un inmueble en la ciudad de Osaka, debía contar con
la aprobación del templo. Hacia 1670, esa garantía de fidelidad al régimen y de ''pureza
religiosa'' será indispensable para acceder o desarrollar cualquier actividad en el país. Este
sistema de control social será perfeccionado a comienzos del siglo XVIII, y por sistema, toda
la población será inscrita en un templo budista en el momento de su nacimiento, recogiendo
su filiación y lugar de residencia.

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Con la adopción de esas medidas el shogunato intentará controlar las relaciones exteriores
del país, excluyendo a los daimios de tal atribución y exigiéndoles en su lugar, un férreo
control de sus territorios para acabar con cualquier atisbo de contaminación extranjera que
pudiese subvertir el orden establecido. De ese modo, el patronazgo que algunos de ellos y sus
clanes habían prestado a los misioneros en el pasado, como los Arima, Omura y Kuroda,
pasaron a convertirse en efectivos instrumentos de represión bajo órdenes del shogun,
forzando a sus vasallos a denunciar a todo aquel que considerasen cristiano, así como destruir
los símbolos de su fe.

Con el ascenso de líderes como Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu, la
figura del daimio sufrió una profunda transformación al ser desposeídos de su independencia
y poder regional para pasar a formar parte de un sistema político de mayor envergadura, que
no era otro que la efectiva unificación del país bajo un sólido poder central. En lo que
respecta a la misión cristiana en Japón, que había aprovechado la gran inestabilidad política
de la Era Sengoku para alcanzar sus fines, perdió toda posibilidad una vez se estableció un
régimen hegemónico en todo el país, al tiempo que los daimios, más interesados en
sobrevivir bajo el gobierno de los Tokugawa que en otras cuestiones, acabarán dando la
espalda a los misioneros y a sus enseñanzas.

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XX. SHIMABARA

A finales de octubre de 1637 estallará en la Península de Shimabara y en las Islas Amakusa


un importante movimiento revolucionario que acabaría asestando un golpe fatal a la
supervivencia del cristianismo en tierras japonesas.

En la Península de Shimabara, que anteriomente había formado parte de los dominios del
clan Arima, las creencias cristianas habían arraigado con fuerza al haber contado en su
territorio con varias instituciones fundadas por los jesuitas, tales como un seminario y una
imprenta, y tras varias persecuciones ordenadas en un primer momento por Hideyoshi y
posteriormente por el shogunato Tokugawa, en ella se habían refugiado gran parte de los
pocos cristianos japoneses que aún seguían profesando su fe. Desde 1615 había pasado a ser
gobernada por un nuevo daimio, Matsukura Shigemasa , que pese a no ser especialmente
severo contra los cristianos, cuando en 1616 su hijo Shigeharu le suceda, la presión contra
estos alcanzará cotas inimaginables al dedicarse con virulencia a erradicar cualquier atisbo de
cristianismo.

En el caso de las Islas Amakusa, territorio que había pertenecido al clan Konishi, la mayor
parte de sus habitantes eran devotos cristianos, aunque tras la derrota y ejecución de su líder
pasarán a integrarse en el feudo que el shogunato otorgue a Terazawa Hirotaka, bugyo de
Nagasaki entre 1592 y 1602. Hirotaka decretará el cierre de algunas iglesias y tomará algunas
medidas para desmoralizar a sus súbditos cristianos, pero en ningún momento buscó acabar
con ellos, ya que necesitaba de su trabajo para el cultivo de los campos. Terazawa Hirotaka
morirá en 1633, y tomará el poder su hijo Katataka, cuyas abusivas medidas acabarán
sembrando el descontento entre la población.

Desde 1605, los habitantes de la Península de Shimabara y de las Islas Amakusa venían
padeciendo grandes privaciones debido a una sucesión de malas cosechas y por las cada vez
más gravosas exigencias impositivas de sus señores, que no hicieron más que hundirles aún
más en la miseria.

Cuando en 1614 el shogunato decretó la expulsión de los misioneros cristianos de Japón, se


cuenta que uno de los jesuitas que abandonaron el país, cuya identidad se desconoce,
pronunció una extraña profecía que afirmaba:

''Cuando hayan pasado cinco lustros, florecerán los árboles secos, flotarán en el cielo de
Poniente nubes de sangre y aparecerá un niño investido de poder divino que traerá consigo
el renacer de la Cristiandad japonesa''.

Esas palabras se extendieron rápidamente entre los cristianos, y en 1637, dos años antes de
que finalizase el plazo establecido por la profecía, las crónicas afirman que las lluvias
empezaron a ser menos frecuentes y que se produjeron fenómenos anómalos tales como la
visión de nubes escarlata durante el crepúsculo y una floración anormal de los cerezos a
finales del otoño, lo cual influyó significativamente en el ánimo de los cristianos de esas
zonas. La aparición de la figura mesiánica de un joven cristiano llamado Amakusa Shiro
(conocido también como Amakusa Shido Tokisada, y tras su bautismo, como Jerónimo,
1621?-1638), que tiempo atrás había sido identificado como el “Cuarto Hijo del Cielo” y el
“Niño Divino” de la profecía, y que afirmaba haber tenido una revelación del propio Jesús,
exacerbó aún más los ánimos de la población, que no dudó en alzarse contra los abusos de
sus señores.

58 
 
 

El detonante último de la rebelión de Shimabara fue la tortura de la hija de un campesino que


no pudo hacer frente al pago de los impuestos exigidos. Al tener conocimiento de lo ocurrido,
el campesino clamó venganza y asesinó a un agente del daimio. Los continuos maltratos y
abusos por parte de los daimios de la zona provocaron que unas treinta y siete mil personas
(mujeres y niños incluidos) se alzasen para poner fin a la situación. Bajo el liderazgo de cinco
ronin y de la figura casi divina de Shiro, lograron proveerse de armas tras enfrentarse con
éxito aun par de expediciones militares que repelieron con sus aperos de labranza. Tras unos
comienzos prometedores, los sublevados en las Islas Amakusa sufrieron su primera derrota
en enero de 1638, tras lo cual decidieron aunar sus fuerzas con los amotinados de Shimabara.

Estatua de Amakusa Shiro, líder de la Rebelión de Shimabara (Prefectura de Kumamoto)

Fuese cual fuese la causa de la rebelión, esta estaba indudablemente teñida de elementos
cristianos que cobraron gran fuerza durante el desarrollo de la contienda. Las crónicas
cuentan que los sublevados portaban estandartes con lemas cristianos escritos en portugués
y que comenzaban sus ataques encomendándose a Cristo y a la Virgen, lo cual era una clara
manifestación del compromiso religioso de los amotinados con el cristianismo y su
disposición a morir en defensa de su fe.

El shogun Tokugawa Iemitsu no tuvo conocimiento de los graves incidentes que estaban
ocurriendo en la Península de Shimabara y en las Islas Amakusa hasta el 16 de diciembre
de 1637, y tan pronto tuvo conocimiento de la rebelión, ordenó a Matsukura, que en
aquellos momentos se encontraba en Edo, partir inmediatamente hacia sus dominios para
solventar la situación, a donde llegaría el 15 de enero de 1638, fecha en la que los
sublevados se hacían con el castillo de Hara.

59 
 
 

Según las noticias recibidas, los motivos de la rebelión parecían ser de tipo religioso. El
shogunato no estaba dispuesto a tolerar un levantamiento, y menos aún si era de cristianos.
Se decidió reprimir la revuelta inmediatamente mediante el envió de un contingente bajo el
mando de Itakura Shigemasa, hijo del gobernador de Kioto, Itakura Katshushige (1602-
1614), que una vez en la zona, coordinaría las acciones de los daimios de Kyushu.

Shigemasa atacó el castillo de Hara con cincuenta mil hombres el 3 de febrero de 1638,
pero acabaría siendo un absoluto desastre que se cobrará la vida del propio Shigemasa días
más tarde. Matsudaira Nobutsuna llego con refuerzos el 14 de febrero, pero en lugar de
emprender un nuevo ataque, prefirió mantener bajo asedio el castillo con la esperanza de
que el hambre hiciera estragos entre sus defensores. Nobutsuna contaba con apoyo naval de
los holandeses gracias a que estos habían mandado un navío de guerra de al menos veinte
cañones, el De Ryp, que bombardeó el castillo desde la costa entre el 24 de febrero y el 12
de marzo de 1638.

A comienzos de abril, tanto las provisiones como las municiones empezaron a escasear, y
los sitiados planearán una incursión para proveerse de bienes durante la noche del 4 al 5 de
abril. No lo lograron, pero provocaron un elevado número de bajas en el ejército de
Nobutsuna, que profundamente indignado, lanzará un devastador ataque el 12 de abril que
hará caer parte del sistema defensivo del castillo. Dos días más tarde, los defensores de
Hara se rendían, y el 15 de febrero Nobutsuna obligaba a los sublevados a apostatar, cosa
que no hicieron y que acabaría cobrándose la vida de todos ellos, incluido Shiro, que tras
ser capturado fue decapitado y su cabeza clavada en una pica, siendo expuesta en Nagasaki
durante algún tiempo como advertencia.

Una vez sofocada la rebelión, Iemitsu no dudó en acusar a los portugueses de lo ocurrido, y
puso fin a toda relación con Macao. También reprendió severamente a Matsukura
Shigeharu por sus abusos contra los campesinos, y poco después le ordenó suicidarse. En el
caso de Terazawa Katataka, acabaría siendo desposeído de sus dominios en las Islas
Amakusa por el shogun, y nueve años después, cometerá seppuku en el Templo de Asakusa
en Edo.

60 
 
 

EPILOGO

El fallido proyecto de evangelización de Japón durante el denominado Siglo Cristiano,


llevado a cabo fundamentalmente por los miembros de la Compañía de Jesús, se desarrolló a
lo largo de una serie de etapas que podemos establecer en:

• 1ª: que comienza con la llegada de Francisco Javier en 1549.

• 2ª: marcada por la creencia en una prometedora expansión del cristianismo en Japón.

• 3ª: durante la cual se producirá el establecimiento de la misión en el país.

• 4ª: que comienza con las primeras persecuciones anticristianas del shogunato Tokugawa.

• 5ª y última: que conducirá a la erradicación del cristianismo en Japón y al


aislamiento internacional del país hasta mediados del siglo XIX.

Al poco de llegar a Japón, Francisco Javier se percató de las dificultades que tendría que
hacer frente su labor evangelizadora. Gracias a los contactos mantenidos con los daimios de
Kyushu, más interesados en establecer relaciones comerciales con los portugueses que en las
predicaciones del futuro santo, vieron a los misioneros como un medio para fortalecerse y
sellar nuevos tratados comerciales con los portugueses, para lo cual brindaron en un primer
momento su apoyo a los jesuitas, que en algunos casos acabó con la conversión de algunos de
ellos a la fe cristiana.

Las líneas de actuación de la misión evangelizadora comenzada por Francisco Javier y


continuada por sus sucesores en Japón, se basó en:

• Intentar adaptar el mensaje cristiano a las particularidades culturales japonesas.

• Lograr el apoyo de las autoridades regionales y nacionales del país para el éxito de la
misión, lo cual, indudablemente, favorecería la expansión del cristianismo en Japón.

• Presentarse como intermediarios necesarios para el establecimiento de relaciones


comerciales con los portugueses.

• Conseguir predicar en los centros más importantes del país, especialmente en Kioto, capital
y sede de las más altas autoridades e instituciones niponas.

Gracias a ello, los jesuitas lograrán a partir de la década de 1550 llevar su mensaje más allá de
Kyushu, llegando a establecerse en la región de Kioto y lograr un importante número de
conversiones.

Nadie pudo prever que durante la segunda mitad del siglo XVI se produciría la aparición de
dos figuras trascendentales, cuyo proyecto político tenía como objetivo la unificación bajo su
mando de un país que llevaba demasiado tiempo sumido en el caos: Oda Nobunaga y
Toyotomi Hideyoshi.

El primero, en abierta confrontación contra los poderes budistas que pretendían desbaratar sus
planes de unificación nacional, mostró cierta tolerancia hacia los cristianos, mientras que el

61 
 
 

segundo, en un primer momento apoyará a los misioneros y sellará un buen número de


acuerdos comerciales con los portugueses, para posteriormente, cambiar su actitud.

En ese contexto de trascendentales cambios políticos que culminarán con la unificación de


Japón bajo el shogunato Tokugawa, los jesuitas lograron que varios daimios de Kyushu
abrazaran la fe cristiana, lo cual impulsó el crecimiento y arraigo del cristianismo en esa zona
del país. Con la promulgación del Edicto de Expulsión de los Bateren (39) el 24 de julio de
1587 por Hideyoshi, comenzarán las primeras persecuciones anticristianas. Hideyoshi creía
que los cristianos podrían suponer una amenaza para sus objetivos políticos, sobre todo si
tenemos en cuenta que años antes un daimio cristiano había cedido parte del territorio
japonés (Nagasaki y sus alrededores) a un poder extranjero (la Compañía de Jesús). El
‘‘incidente del San Felipe’’, ocurrido en octubre de 1596, acrecentará los temores de
Hideyoshi, que ante una posible invasión extranjera tomará medidas para proteger su
gobierno y la pervivencia del régimen, siempre teniendo en cuenta los beneficios que obtenía
del tráfico comercial con los occidentales.

En 1601 tendría lugar un escandaloso caso de corrupción que implicó a importantes


personalidades del shogunato, y que en cierto modo, señaló a los jesuitas como causantes del
mismo. En 1612 el shogunato Tokugawa acabará prohibiendo la actividad misionera en
Japón, y en 1614, será promulgado un nuevo edicto anticristiano. En años sucesivos se
adoptarán medidas en contra del cristianismo, que culminarán con la definitiva expulsión de
los misioneros y el fin de toda relación comercial con los europeos, a excepción de los
holandeses, que lograrán permanecer algún tiempo más en el país. Desde ese momento se
recrudecerán aún más las persecuciones contra los cristianos.

Pese a las dificultades y a la escrupulosa vigilancia del shogunato Tokugawa a lo largo de


sus más de dos siglos y medio de gobierno, los pocos fieles cristianos que lograron mantener
vivas sus creencias generación tras generación, sin guía espiritual alguna ni textos religiosos
de ningún tipo debido al aislacionismo del país, acabaron dando forma a un culto sincrético
que recogió elementos cristianos, budistas y sintoístas. Pasaron de ser kirishitan a kakure
kirishitan (40) durante siglos, hasta ser redescubiertos casualmente en 1865 por el religioso
francés Bernard Petitjean (41), cuando un grupo de ellos, procedentes de la aldea de Urakami,
se acercaron a rezar a la Iglesia de Oura, en las proximidades de Nagasaki.

Quizás el fracaso de la misión jesuita en particular, y del establecimiento del cristianismo en


Japón en general, se debió a que estos no supieron o no tuvieron suficientemente en cuenta
las particularidades, tanto culturales como religiosas, del país, y de hacerlo, no supieron
demostrarlo fehacientemente, lo cual llevó a malentendidos que, en muchas ocasiones,
distaron de resolverse pacíficamente. De haber tomado otro enfoque, personalmente difícil
de determinar desde la distancia temporal y conceptual que nos separa de los hechos, puede
que, tras un largo y sin duda costoso proceso, Japón se hubiese convertido en un país
cristiano.

(39) Término japonés derivado del portugués ‘‘padre’’, utilizado para denominar a los misioneros cristianos.
(40) Término empleado por la historiografía japonesa para referirse a los‘‘cristianos ocultos’’.
(41) (1829-1884) misionero francés y primer vicario apostólico de Japón desde 1866. Llegó en 1860 y erigió una
iglesia (Santa María de Urakami) dedicada a los Veintiséis Mártires, en la ciudad de Nagasaki.

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Es importante tener en consideración que en algunas ocasiones, tanto los jesuitas como los
miembros de otras órdenes religiosas presentes en el país, intentaron conformar una especie
de ‘‘Liga Cristiana’’ armada que probablemente hubiese actuado en contra del régimen
establecido tras lograr la efectiva unificación de Japón, posibilidad que probablemente sus
dirigentes consideraron e hicieron aumentar sus suspicacias respecto a las verdaderas
intenciones de los misioneros y de su fe.

Asimismo, los frecuentes desencuentros entre los miembros de la Compañía de Jesús y los
franciscanos, que no dudaron en acusarse mutuamente frente a las autoridades niponas,
llegando incluso a pedir la muerte de otros cristianos, pero en ese caso protestantes, tal y
como ocurrió tras la llegada de los holandeses a tierras japonesas, condicionaron la opinión y
consideración que hasta el momento tenían los dirigentes del shogunato Tokugawa respecto
al cristianismo y a los misioneros, que les acabaría empujando a decretar la definitiva
expulsión de todos ellos.

Catedral de Santa María de Urakami, (Nagasaki, Japón)

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MAPA DE KYUSHU DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI

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KIRISHITAN MONOGATARI
(Historia de los Cristianos)
Anónimo
 

                                            
 

 
 

65 
 
 

I. LOS KIRISHITAN LLEGAN A JAPON

Durante el reinado del mikado Go-Nara no In, el centésimo octavo emperador desde los días
de Jimmu, en algún momento de la Era Koji, un navío mercante de los Bárbaros del Sur llegó
a nuestras costas (1). De él desembarcó una extraña criatura con forma humana, más parecida a
un demonio de larga nariz o al diabólico gigante Mikoshi Nyudo (2). Tras un concienzudo
interrogatorio, supimos que se hacía llamar Bateren.
Su gran nariz fue la primera cosa que nos llamó la atención. Era como una concha, pero sin
sus irregularidades, pegada a su rostro. Sus ojos eran tan grandes como ventanas, y su interior
amarillento. Su cabeza era pequeña, y en sus extremidades tenía largas garras. Su altura
superaba los dos metros y era totalmente negro, a excepción de su nariz roja. Sus dientes eran
más grandes que los de un caballo, y su cabello era gris como el de los ratones. En su cabeza
había una parte circular afeitada, como si le hubiesen puesto un cuenco al revés. No logramos
entender lo que dijo, ya que su voz era como el ulular de un búho.
Todas las gentes acudieron a verle, abarrotando los caminos. Una vez le vieron, pensaron que
la aparición de éste ser era mucho más peligrosa que la de cualquier otro demonio, incluso del
más aterrador de ellos. Su nombre era Urugan Bateren (3), y pretendía extender su religión,
pero antes de nada, quiso comprender la sabiduría de las gentes de Japón. Con él llegaron
todo tipo de extrañas costumbres y cosas propias de los Bárbaros del Sur.
En aquellos momentos, en la provincia de Tsu vivía el señor Takeyama Hida y su hijo Ukon
Daibu, que otorgaron sus favores a éste Bateren, convirtiéndose en seguidores de su religión.
Más tarde, le presentaron a otros señores como Miyoshi Shuri no Daibu y Matsunaga Sotai,
que le dieron permiso para quedarse en Japón (4).

 
 
 
(1) Francisco Javier fue el primer misionero cristiano que llegó a Japón en 1549, durante el reinado del
emperador Go-Nara (1536-1557), pero no durante el periodo Koji (1555-1558). Go-Nara fue el centésimo quinto
emperador según el listado de emperadores de Japón.
(2) Especie de ser sobrenatural denominado tengu, de forma similar a la humana, caracterizado por su larga nariz,
garras en lugar de manos y pies, y grandes alas que le permiten volar. Mikoshi Nyudo es un genio similar a un
monje de gran tamaño, que conforme más se mira, más grande parece.
(3) Se refiere al padre jesuita Organtino Gnecchi-Soldo (1530-1609), que ocasionalmente ejerció como
confidente de Nobunaga. Organtino llegó a Japón el 18 de junio de 1570, y durante ese mismo año fue enviado a
la capital, Kioto, para ayudar al también jesuita Luis Frois. En 1577 sería nombrado superior de la Compañía de
Jesús en esa ciudad. La mención en el texto de su gran altura se trata de un vago recuerdo del visitador
Alessandro Valignano, caracterizado por su gran estatura.
(4) Importantes daimios del periodo Sengoku (1467-1568) que mantenían contactos con los misioneros cristianos
desde la década de 1560.
 

66 
 
 

II. EL BATEREN ES LLAMADO A AZUCHI, EN LA PROVINCIA DE OMI

En esos momentos, Oda Nobunaga dominaba el Imperio. Igual que el viento mece la hierba y
a los árboles con su brisa, venció y sometió a los salvajes del Este, a los Bárbaros del Sur, a
los indómitos hombres del Norte y a las hordas del Oeste, trayendo la paz. En Azuchi, en la
Provincia de Omi, construyó su castillo, que rivalizaba en esplendor con el Palacio de Hsien
Yang (5), que nunca ha sido visto.

                                     
Reconstrucción del Castillo de Azuchi

Durante una conversación al atardecer, tuvo conocimiento sobre Urugan Bateren, y manifestó
su deseo de ver a esa criatura tan pronto como fuese posible. Suganoya Kuemon no Jo (6)
recibió órdenes de llevarle a la residencia de Nobunaga, llegando de ese modo a Azuchi.

Dos o tres días más tarde, el bateren apareció ante Nobunaga para rendirle pleitesía. Estaba
vestido con un ropaje llamado habito, similar a un trozo de alfombra aterciopelada; era gris
como un ratón, con largas mangas y pliegues propios de una falda. El bateren se asemejaba
a un murciélago extendiendo sus alas. Los rumores decían que había llegado para servir a
Nobunaga, lo cual hizo que grandes señores, y otros menos poderosos de todo Japón,
oficiales, villanos y campesinos acudiesen a verle. Tan grande fue el número de gente que se
congregó, que parecía la Procesión de Gion o el Festival de Sanno, siendo imposible andar
entre la multitud.

El bateren había traído como presentes diez mosquetes, anteojos y catalejos, una
mosquitera tan grande como para cubrir una habitación de ocho tatamis, que una vez
doblada, era posible guardarla en un pequeño perfumero; unos metros de tejido de
orangután (7), papeles pintados, medicinas, cabras y ovejas, perros de Catai y gran cantidad
de otros extraños artefactos.

Nobunaga quedó satisfecho, y otorgó al bateren una porción de tierra para establecerse y
construir allí un gran templo (8) .

(5) Los jesuitas se encontraban entre los más grandes admiradores del castillo de Nobunaga, y no dudaron en
utilizar comparaciones similares a la reflejada.
(6) O Suganoya Kuemon Nagayori, uno de los más importantes y desconocidos generales al servicio de
Nobunaga.
(7) Realmente se trataba de un paño de color rojo hecho de lana.
(8) En las cercanías del castillo de Azuchi (Provincia de Omi), una de las principales residencias de Nobunaga.

67 
 
 

Poco después, llegaron dos bateren llamados Gerigori y Yariisu (9). Rorensu, un nativo de la
Provincia de Hizen era su intérprete (10). Estaban acompañados por unos hombres de Sakai
llamados Gozumo y Shimon, que se turnaban en sus sermones y tenían el título de iruman (11).
Intentaron ganarse la confianza de bonzos desilusionados con el mundo gracias a sobornos y
grandes sumas de dinero, a los que acabaron por convertir en iruman.
Escribieron varios sermones en donde mezclaron enseñanzas budistas y confucianistas para
predicar entre el pueblo. Lo que decían no parecía ocultar nada extraño. Lo primero que
hicieron fue proclamar la validez de los dictados de los Dioses y de las escrituras budistas,
pero después empezaron a rechazarlas. Finalmente, empezaron a enseñar sus propias
doctrinas.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
(9) Gerigori hace referencia al padre jesuita Gregorio de Céspedes (1551-1611), que había llegado a Japón en
1577, en donde permanecería los siguientes veinte años. Yariisu es identificado con el también jesuita Luis de
Almeida (1525-1597), famoso por sus conocimientos médicos y que había llegado al país en 1563.
(10) Convertido al cristianismo por San Francisco Javier en Yamaguchi en 1551. Era ciego y de apariencia
desagradable, pero al mismo tiempo, un infatigable seguidor de la fe católica. Jugaría un importante papel junto al
Padre Gaspar Vilela, para el establecimiento de los jesuitas en Kioto en 1559. En 1563 se convertiría en el primer
japonés en ingresar en la Compañía de Jesús.
(11) Del portugués irmao, que significa hermano.

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III. EL BUDISMO SEGÚN LOS KIRISHITAN

En lo que respecta a las enseñanzas de Buda, los kirishitan afirman que hace mucho
tiempo, el Cielo y la Tierra fueron abiertos por el Único Buda, llamado según ellos
Deus o Gran Señor, que creó el sol y la luna para iluminar el mundo. Creo al hombre y a las
bestias, la hierba y los árboles, el Universo y todos sus fenómenos. Una vez creada la Tierra,
permitió al hombre vivir en ella con opulencia, sin darle consejo alguno sobre el Bien y el
Mal. La Edad del Declive de la Ley acabaría llegando.

El hombre es inteligente pero descuidado, y si quebranta la Ley de Deus, será arrojado por
sus malos actos a un lugar oscuro en las entrañas de la Tierra llamado Inferno, y allí,
convertido en bestia o en ave, sufrirá eternamente. Aquellos que respeten la Ley de Deus
volarán hacia el Paraíso, un lugar de felicidad y placer perpetuo sobre el Cielo, en donde
renacerán para gozar de total libertad y abundancia.

Debido a los sentimientos y faltas de los hombres, surgieron las Ocho Penas y los Ocho
Impedimentos (12), pero la Gracia de Deus siempre ha permanecido inalterable desde el
comienzo. Ningún padre desea que su hijo crezca con dificultades, pero al llegar a la edad
adulta muchos enferman y muestran falta de respeto hacia sus padres, o incluso se
convierten en ladrones. No hay falta alguna en Deus, pero los sentimientos de los hombres
les hacen tomar distintos caminos, y es por eso que castiga a los malvados en la más
profunda de las abominaciones.
Según las enseñanzas de Deus, esas faltas pueden subsanarse de varias maneras. Existe la
confissan, que consiste en presentarse ante Buda para mostrar arrepentimiento y rezar por la
futura felicidad del Mundo. También está la quaresma, similar a la lectura de los sutras.
Mientras recitan sus escrituras, los kirishitan se golpean el pecho con cuencos sonoros para
demostrar de ese modo que es en el corazón en donde reside su adoración a Deus y a Santa
María. A continuación, alzan un dedo mientras miran hacia el cielo para recibir la protección
de Deus. Los creyentes pasan sus manos horizontalmente sobre ambos ojos para demostrar
que su mente no está sujeta a nada material que puedan ver. Seguidamente, presionan sus
bocas y rechinan los dientes para mostrar su determinación contra las mentiras que puedan
decir.
Antes de que acabe el día realizan la penitencia, murmurando contriciones por sus
malas obras al tiempo que se golpean la espalda con un objeto parecido a un
matamoscas con espinas de cobre, hiriéndose a sí mismos mientras entonan
``Zensumaru, Zensumaru’’ (13)
Sobre el amuleto que los kirishitan llevan en sus cuellos, al que llaman contas, pende una
imagen de Deus sujeta con pequeños nudos de metal sobre una cruz, que toman entre sus
dedos y alejan de sus cuerpos mientras entonan ``Zensumaru, Zensumaru.´´. Al objeto que
denominan cruz lo valoran más que nada en el Mundo, o así parece ser.
¿Cómo es un templo kirishitan? En su interior hay una Habitación del Misterio, en donde
muestran una imagen horrible de Deus colgando en una cruz. Parece que lo hacen para provocar
las lágrimas de emoción entre sus sectarios al ver la agonía y sufrimiento de la figura.

(12) O hachinan. Obstruyen a los seres vivos en su búsqueda de la Iluminación de Buda.


(13) Equivale a ``Jesús María, Jesús María´´

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Detrás de esa estancia está la Sala de Reunión, en donde hay una imagen de Santa María tras
haber parido a Deus en forma de un niño de dos años, al que sujeta entre sus brazos. Según los
kirisihitan, quiere representar que el Buda llamado Deus decidió venir al Mundo haciendo que
Santa María le concibiese como un niño. Existe otra sala más, la Habitación del
Arrepentimiento, en donde los bateren y los iruman junto a sus seguidores, se sientan en
círculo mientras un penitente se sitúa en el centro y confiesa sus faltas públicamente pidiendo
perdón al tiempo que es cruelmente humillado por los demás. Los bateren cogen las manos al
penitente y las golpean hasta hacerlas sangrar. A continuación, le ofrecen un paño para
limpiarse, y sin lavarse las manos rezan a Buda creyendo estar haciendo algo digno.

 
Representación japonesa de la Virgen María llamada María Kannon
por los kirishitan, cuya apariencia es similar a la deidad budista Kannon

Los kirishitan creen que aquellos que hacen actos de mortificación logran la protección de
Deus. Para ellos Él es como una sombra que les acompaña constantemente, tanto de día como
de noche; y, por lo tanto, valoran poco sus cuerpos, incluso menos que el polvo o las cenizas.
Según sus creencias, los que escuchan y siguen las doctrinas de Deus obtienen una fortuna
poco común, más inesperada que ver una tortuga de un solo ojo en medio del océano sobre un
tronco. Ellos rezan a esta divinidad y encuentran satisfacción en ello, pensando que, de éste
modo, alcanzarán la Iluminación.

Pese a que pueden ser quemados vivos, despedazados por bueyes o carros, o bien crucificados
cabeza abajo, nada parece hacerles cambiar de actitud. Cuando un tonto ha puesto atención
sobre algo y lo quiere apasionadamente, nada puede cambiar su mente. Por ejemplo, un niño
de dos o tres años ve su reflejo en un espejo y creerá que es otra persona completamente real;
un mono ve el reflejo de la luna sobre el agua e intentará capturarla con sus patas. Tal es la
simpleza de las mentes de los kirishitan. Todos los tontos son iguales, pero seguir una doctrina
herética es algo diabólico.

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IV. LOS KIRISHITAN SE EXTIENDEN POR EL PAIS DURANTE EL REINADO DEL


TAIKO HIDEYOSHI

En algún momento de la Era Bunroku (14), durante el reinado del taiko Hideyoshi (15), un gran
número de bateren llamados furaten (16), llegaron a Japón. Parece que en su propio país
habían sido monjes de gran devoción. Una vez en el país, salieron a las calles y reunieron a
los mendigos y a los marginados, cuidaron a los enfermos y dieron comida a los hambrientos
siempre que mostrasen deseos de convertirse a su religión. A los decepcionados con el mundo
les enseñaron sus herejías e hicieron su paso por la vida más llevadero; a cambio, tuvieron
aceptar la religión de los kirishitan. Los jóvenes, los extravagantes, los indiscretos y los
afectados fueron engañados con sofisticaciones y baratijas. Los grandes señores fueron
agasajados con valiosos presentes, vistosos espectáculos y cosas similares, construyendo
sólidas relaciones que les llevaron a adoptar la fe de los kirishitan. Tarados, sirvientes,
inadaptados…aceptaron a todos y no rechazaron a ninguno, reuniendo un buen montón de
inútiles.

Erigieron templos en todos y cada uno de los lugares del país: en Osaka, en Sakai, en
Nagasaki, en Yamaguchi, en Hiroshima, en Okayama, en Himeji… En la capital levantaron
grandes templos en Gojo Horikawa y en Ichijo Abura no Koji (17).

Un día, un grupo de iruman elaboró un complot junto a algunos de sus más fervorosos
seguidores. Sus criminales intenciones fueron descubiertas, y provocaron la furia del taiko
Hideyoshi. Tras conocer los planes para extender su perniciosa doctrina y soliviantar a la
población, decidió que era momento de acabar con todos ellos por el bien de Japón. Desde
Nagasaki llegaron todo tipo de disculpas y decidió posponer su expulsión del país. Solo se
capturaría a los criminales, que serían enviados en carros hacia Ichijo (18) en donde les
arrancarían las orejas y la nariz.

Llegaron seis bateren y ocho iruman, mientras que el resto era parte de sus seguidores. Todos
ellos fueron arrastrados hasta la capital, y una vez allí, conducidos hasta Harima y Tsukushi,
en el Mar Occidental. Una vez allí, fueron enviados a Nagasaki. Durante las largas caminatas
miraron hacia el Cielo y más allá de las montañas, esperando algún milagro de Deus, pero no
ocurrió nada, y el miedo y la decepción desfiguraron sus rostros.

Acabaron siendo crucificados en Nagasaki. Durante un tiempo, un guardia vigiló el


lugar hasta que sus cuerpos se pudrieron en las cruces. Sus huesos y cráneos fueron
robados, y más tarde también las cruces, que fueron convertidas en astillas. Esas
reliquias serían utilizadas como amuletos y vendidas por grandes sumas de dinero.

(14) Comprende los años 1592-1596, bajo el reinado del emperador Go-Yozei (r.1586-1611)
(15) Titulo japonés otorgado al máximo regente del país cuando éste es de orígenes humildes, y debido a ello, no
puede ser nombrado shogun. Habitualmente se emplea para referirse a Toyotomi Hideyoshi.
(16) Término para designar a los franciscanos.
(17) En Kioto se levantó la Iglesia de la Asunción de la Sagrada Virgen María, cuya construcción
comenzó en 1575 y se finalizó en la primavera de 1578.
(18) Posible localización de la sede jesuita en Kioto, establecida en 1600 en Kamigyo, un barrio al norte de la
ciudad, próximo a las residencias de los aristócratas.

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V. LOS KIRISHITAN SE ENFRENTAN A LOS MONJES JAPONESES

¡Cuán diferentes son las costumbres de los monjes japoneses y las de los Bárbaros del Sur!
Los monjes japoneses siempre adulan a sus seguidores, se arrastran por fama y fortuna y
están sumidos en la lujuria. Privados de compasión misericordiosa, muestran una codicia sin
límites. Desde sus enjoyados tronos predican el abandono de todo deseo, pero los que son
abandonados por los demás son recogidos por ellos. En sus sermones hablan de la Sagrada
Tierra del Oeste y de cómo los elegidos llegarán a ese paraíso vestidos con ricos ropajes
adornados con los Treinta y Dos Signos de Buda (19) para gozar de una vida en la que no
necesitarán comida, agua o vestido, ya que en la Tierra Sagrada se satisfarán todas sus
necesidades. Cuando tenemos dudas, se niegan a responder. Si estos hombres sabios caen
enfermos, toman medicinas, son tratados con acupuntura y queman moxa, ya que sienten
gran aprecio por la vida. La Tierra Sagrada que tanto predican debe ser una simple ficción, y
por ello los kirishitan ridiculizaron a los religiosos japoneses atacando sus puntos más
vulnerables.

La abundancia de constantes y prolongados abusos entre las Ocho Escuelas y las Nueve
Sectas (20) hace que los monjes japoneses se involucren en actividades públicas y
divertimentos inapropiados para ellos. Acostumbran a servir en la ceremonia del té y a tomar
parte en otras celebraciones artísticas tales como la composición de versos, danzas, arquería,
competiciones de bebidas...cosas nada provechosas. No están familiarizados con el
aprendizaje, y cuando son preguntados sobre la doctrina budista, muestran una ignorancia
comparable a la de un campesino.

El término empleado para la expresión ''dar limosnas'', está escrito con los caracteres usados
para fuse – ''otorgar una pieza de tejido''. Los comentarios a los escritos sobre la derivación
de éste término lo dejan bien claro. Cuando las mujeres, seres mucho más afectados por el
karma y sujetos a las posesiones materiales, emplean todas sus energías y se afanan en sus
tareas, tras mucho cansancio y dolor acarreando fibras de tejido para confeccionar finos
tejidos, son apreciadas por Buda debido a su nobleza y devoción, y las considera dignas de
ser salvadas y de gozar de todas sus bendiciones.
En estos tiempos el oro y la plata son objeto de cambio y los precios altos. Aquellos
monjes sin estipendio fijo y sin ahorros, deben reparar constantemente sus templos y salas
de oración, realizar ofrendas de comida, incienso y flores ante Buda, adquirir sutras,
escritos y comentarios de hombres santos, atraer a nuevos discípulos y procurarse su
propio sustento. Todo esto debe quedar reflejado en defensa de nuestros monjes. Debemos
tener presentes las palabras del santo: ''pese a que las faltas de un hombre sabio pueden
ser muchas, nunca caerá a las profundidades del Infierno; pero el necio caerá en él,
aunque sus pecados sean pocos''.

No hay nada de milagroso en la codicia de los kirishitan y en la actitud servil de sus


seguidores. Cada año mandan una nave negra al Rey de los Bárbaros del Sur para despojar sus
templos de cualquier objeto valioso, y todos ellos, incluso sus adeptos más pobres,
contribuyen a ello, por lo que su fe debe ser profunda.

(19) O sanju-ni so. Son las características físicas fácilmente apreciables en el cuerpo de un Buda, siendo algunas
de ellas los pies planos, tener cuarenta dientes o los ojos de color azul oscuro.
(20) Las Ocho Escuelas son: Kusha, Jojitsu, Hosso, Sanron, Kegon, Ritsu, Tendai y Shingon. (20) Las Ocho
Escuelas son: Kusha, Jojitsu, Hosso, Sanron, Kegon, Ritsu, Tendai y Shingon. Con la adición de la secta Zen
conforman las Nueve Sectas.

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No debe extrañarnos que pretendan aparecer ante nosotros como generosos y prudentes, pero
realmente y por encima de todo, tanto de día como de noche se comen la carne de las vacas,
caballos, cerdos, aves...adoptando la forma de bestias salvajes y atrayendo a muchos
seguidores simplemente por el sabor de tales viandas. Al menos esto es lo que se afirma.

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VI. UN MONJE JAPONES Y UN IRUMAN KIRISHITAN DEBATEN SOBRE


RELIGION
Durante el primer año de la Era Genna (21), la fe de los kirishitan conoció gran prosperidad
en Osaka. Samuráis, campesinos y desarrapados se congregaban ante las puertas del templo
de los kirishitan, convirtiéndolo en lugar de intercambio comercial. La viuda de un daimio
convertida a la fe kirishitan, que estaba en su sexta década de vida, afirmaba:

''Pronto llegaré a la edad de setenta y no albergo deseo alguno de gloria, pompa o lujo. No
existe nada que desee, puesto que día y noche mi corazón tan sólo anhela la vida en el otro
Mundo. Mi única ambición es alcanzar la Iluminación de Buda pese a que nunca he
llegado a entender sus enseñanzas. Cada vez que se dice ''Namu Amida Butsu'', se supone
que se puede llegar a la Tierra Pura del Oeste (22); diciendo ''Myoho Rengekyo'' se puede
alcanzar la Tierra de la Liberación y de la Iluminación (23). Es lo único que se y que he
aplicado formalmente en mis rezos. Si de algún modo la doctrina budista se mostrase lo
bastante clara como para poder asimilarla, no hubiera tenido necesidad de formar parte
de una secta. Cambiaría mis creencias sin dudarlo''.

Al escuchar tales palabras, un iruman, considerando que las mujeres eran fáciles de
engañar, le dijo a la viuda:

''Es cierto cuanto dices. Según la doctrina budista de Deus, el lugar de reposo eterno
alcanzado por los bendecidos y en donde logran la Iluminación, se llama Paraíso. En
ese lugar no existe el frio ni el calor, y unos instrumentos llamados órganos tocan
deliciosas melodías como las japonesas para divertirles. ¡Shaka¡¡Amida! ¿Cómo
pueden ser considerados budas? Si de verdad quieres saberlo, Shaka fue el hijo del rey
Jobon de la India. Fue desheredado por su padre y vivió aislado en el monte Dandoku,
en donde permitió que su boca hablase libremente, causando gran mal a todo ser
viviente. La persona conocida como Amida se llamaba Hozo Biku y era un simple
mortal…pero a quien llamamos Deus fue capaz de separar el Cielo y la Tierra. Para los
ilusos que siguen la doctrina de Shaka, es como escuchar los hechizos de un zorro, pero
parece ser que su taimada lengua es capaz de engañar a ineptos de los Tres Reinos (24)''.

Ante esto, la viuda respondió:

''Tan solo soy una simple mujer, y por lo tanto, no soy capaz de hacer tales distinciones, pero
me parece correcto lo que afirmas. Elegir de entre todos los kirishitan a un iruman bien
instruido y hacerle venir ante mí está bien, pero haré llamar a un monje versado en las
enseñanzas de Shaka para que podáis debatir sobre religión. Me uniré a aquel que gane''.

Tras escuchar estas palabras, el iruman respondió:

‘‘¡Eso es justamente lo que queremos! Estaremos encantados de aceptar todas tus


condiciones”.

El iruman lo prometió solemnemente y volvió a su cuartel.

(21) Entre 1615 y 1624, bajo el reinado del emperador Go-Mizunoo (r.1611-1629).
(22) O Saiho Jodo. Mítica región gobernada por Amida, que permite el renacimiento en la Tierra del
Oeste a todos los seres vivos que invoquen su nombre.
(23) O Jojakkodo. La Liberación significa el fin de todo deseo humano, y la Iluminación la infinita
sabiduría de Buda. Ese es el objetivo último buscado por la Secta del Loto.
(24) India, China y Japón.

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Entonces la viuda dijo:

''He escuchado que cuando los más importantes abades de las escuelas Zen y de la Tierra
Pura fueron llamados, los kirishitan lograron desmontar todos los preceptos de los Dioses,
las Escrituras Interiores y las Escrituras Exteriores (25), poniendo de manifiesto todas sus
perversidades. Pero también he escuchado que un monje llamando Hakuo Koji está por
encima de todas las religiones (26). Mandaré a alguien a buscarle, y veremos si decide tomar
parte en la discusión''.
La viuda envió rápidamente un mensajero hacia Kioto en su busca.

Hakuo Koji, devoto seguidor de los Dioses, vivía en una modesta choza situada al norte de las
afueras de la capital. Solamente cubría su cuerpo con tejidos de cáñamo o de papel, y durante
el invierno utilizaba una simple manta de papel. Comía sémola aderezada con sal dos veces al
día. Su apariencia era la de un auténtico asceta. Estudiaba las Escrituras Interiores y
Exteriores día y noche, sin apenas parpadear. Desde niño había dedicado su tiempo a estudiar
las enseñanzas de Buda. En la Capital del Sur había escuchado los sermones de la Doctrina de
la Mera Ideación (27).

En Miidera (28) conoció la Historia del Supremo Dharma y las Secciones de los Mundos,
logrando sostener en sus manos los Tres Mil Reinos. Escaló hasta la cima del Enryakuji (29) y
permaneció allí doce años estudiando los Misterios Preliminares, la Exégesis, el Abrupto
Método de la Calma y la Visión, la Inamovible Concentración, el Sutra de la Prohibición y
otras muchas doctrinas similares. Escrutando a través de la Planicie Púrpura (30), escuchó los
sonidos del Acantilado Verde. Tras unirse a la escuela Myoshinji (31), miró en el Espejo de la
Fe, encontrándose con el Sutra del Sexto Patriarca (32). En los Cinco Grandes Monasterios (33)
estudió los escritos de Toba, las obras de Sankoku y las Selecciones Literarias.

(25) Las Escrituras Interiores (naiten) son los escritos ortodoxos del budismo, en oposición a las Escrituras
Exteriores (geten) basadas en otras religiones o enseñanzas filosóficas como el confucianismo.
(26) Un koji es un estudioso del budismo que no forma parte de ninguna orden religiosa.
(27) Texto básico de la secta Hosso.
(28) O Onjoji. Sede central de la escuela Jimon, rama de la secta Tendai, en Otsu, entre las colinas que
flanquean la ciudad de Kioto hacia el este.
(29) Situado en el Monte Hiei, al noreste de Kioto, está el principal monasterio de la escuela Sanmon, otra rama
de la secta Tendai.
(30) Hace referencia a Murasakino, al norte de Kioto, en donde se encuentra Daitokuji, gran monasterio de la
escuela Zen Rinzai. El Acantilado Verde es otro nombre dado al Hekiganroku, famoso escrito clásico Zen
compilado por el monje Yuan Wu (1063-1135) durante el periodo Sung, publicado en 1128.
(31) Otro gran templo perteneciente a la escuela Rinzai, en Kioto.
(32) O Shukyoroku, célebre tratado escrito por el monje Yen Shou (904-975).
(33) También llamados Gosan. Conjunto de monasterios Zen en Kioto cuya importancia fue determinada por el
shogun Ashikaga Yoshimitsu (r.1368-1394). El más importante de todos ellos es Nanzeji, y le siguen, según su
rango, Tenryuji, Shokokuji, Kenninji, Tofukuji y Manjui. Este último sufrió un gran incendio en 1434, pasando
a ser absorbido por el de Tofukuji.

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Se sumergió en la doctrina sintoísta de la secta Miwa (34). Tras lograr acceder a la Escuela de
la Tierra Pura, se dedicó al estudio de los Versos de la Selección (35) e indagó en el Significado
de los Dos Tesoros (36), llegando a comprender la identidad de todos los elementos. Inmerso en
la meditación y concentración Zen, con su cuerpo envuelto en nubes de incienso, parecía un
sabio místico. Su devoción pudo haber dejado perplejo incluso al inimitable Furuna (37).

Este era el hombre al que se había enviado un mensajero desde Osaka. Durante un tiempo,
Hakuo dudó si sería buena idea participar en tal debate sin la presencia de un juez digno de
confianza, pero al saber que se trataba del deseo de la noble viuda y sabiendo que los
kirishitan no habían dudado en extender su perniciosa doctrina entre el pueblo, aceptó para
ponerlos en evidencia. Se embarcó en Fushimi y poco tiempo después llegó a la residencia de
la noble viuda en Osaka.
La alegría de la viuda fue evidente, y envió un mensajero al templo de los kirisihitan:
''Mandad a mi residencia a un iruman versado en religión para tomar parte en el
debate, y veremos si la doctrina budista se alza con la victoria o es derrotada''.
En ese momento, tan sólo un iruman llamado Fabián se encontraba en el templo. Parece ser
que anteriormente había sido monje zen, pero había renegado de su vida anterior. Rondaba
los cincuenta años, mientras que Hakuo tenía sesenta y cuatro, o quizás un año más. Durante
el banquete trató a Hakuo con cortesía, y no dejo de alabarle por su sabiduría. Llegó la noche
y las velas fueron encendidas. Era el momento en el que el debate debía dar comienzo. Se
acondicionó una estancia para albergar a unos doscientos invitados que deseaban ser testigos
de lo que iba a tener lugar. Todos estaban expectantes y nadie se atrevió a romper el silencio.
Fabián había llevado consigo varias escrituras como el Sutra del Loto, el Sutra del Diamante,
los Tres Sutras y otros libros (38) que desplegó unos junto a otros. Al ver esto, Hakuo enfocó
el debate de otra manera, diciendo:
''¡No! ¡No! No hay nada extraño para nosotros en los argumentos de la doctrina de
Shaka. Conocemos muy bien el pensamiento y las creencias japonesas, ya que las
escuchamos día y noche. Tan sólo cíñete a las explicaciones de las leyes de Deus''.
Volvió a introducir todos los escritos en sus cajas. Era evidente que Fabián había tratado de
leer algunos fragmentos seleccionados de los sutras para desvirtuar su significado de manera
maliciosa para ridiculizarlos.

Las cajas permanecieron unas junto a otras, del mismo modo que las utilizadas para servir
dulces. Usando las cajas como ejemplo, el iruman preguntó:
''¿Quién ha hecho esas cajas? ¿O han aparecido repentinamente?''.

(34) Escuela sintoísta representativa de la tendencia sincrética de la religión japonesa durante la Edad
Media, que elaboró una amalgama de tradiciones sintoístas con otras propias del budismo. Esta escuela surgió
entre los siglos XI y XII desde la racionalización religiosa surgida de la secta Shingon llamada Ryobu Shinto,
que pretendió representar a las deidades tradicionales japonesas como manifestaciones de los distintos budas.
(35) O Senchakushu. Quizás el mejor y mayor comentario realizado sobre la doctrina de la Tierra Pura, escrito
por Honen Shonin (1133-1212).
(36) O Nizogi, tratado basado en las enseñanzas de Amida redactado por Ryoyo Shokei (1341-1420).
(37) También llamado Purna. Uno de los Diez Grandes Discípulos de Sakyamuni.
(38) El Sutra del Loto (Hokekyo) es el texto principal de las sectas Tendai y Nichiren. El Sutra del Diamante
(Kongokyo) se trata de un texto básico del budismo Mahayana especialmente popular entre la secta Zen. Los
Tres Sutras (Sanbukyo) no pertenecen a ninguna secta en particular.

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Hakuo respondió:
''Las ha hecho un carpintero. No son cosas que puedan ser hechas para aparecer
espontáneamente''.
El iruman replicó:
''Me satisface saber que lo entiendes. Así resultará mucho más sencillo para ti seguir mis
explicaciones. El buda llamado Deus es quien separó el Cielo y la Tierra para crear un
nuevo Mundo. Antes de aquello no había más que un vacío nebuloso en el que no había vida
alguna. Desde ese vacío, Deus creó todos los fenómenos del Universo, hombres y bestias,
hierbas y árboles, el sol y la luna…todo. Es el constructor del Mundo. No reverenciar a éste
creador y hacerlo en su lugar a Shaka y Amida, que en el mejor de los casos no sobrepasan
los dos mil o tres mil años, crea una dependencia que roza la superstición. Además, las
enseñanzas de Shaka presentan el punto de vista del no ser (39), mientras que la doctrina de
Deus muestra la visión de los bendecidos.
Aquellos que obran con bondad y siguen fielmente a Deus, ganarán un lugar en el Paraíso,
un lugar pleno de paz y placeres. Los malvados serán arrojados al Inferno, en donde
sufrirán dolor eterno. En un principio no existían ni el Bien ni el Mal, ni el placer ni el
sufrimiento, pero con la llegada de la Edad de la Decadencia (40), tanto la naturaleza como
la forma de ser de los seres vivos se corrompieron, y dejaron de obedecer. Perturbado por lo
que estaba ocurriendo, Deus decidió crear el Paraíso y el Inferno.
¿Cuál es la historia de los Dioses y budas de Japón? Puede que se les llame tal cosa, pero
originariamente todos ellos fueron humanos. El venerado en los Grandes Templos de Ise es
hijo de Izanagi e Izanami; y en la provincia de Izuno el hijo de una pescadora. Y el Gran
Bodhisattva Hachiman es realmente el emperador Ojin, que era un simple humano’’.
La razón de tal engaño en los seres vivos se debe a que elevaron sus plegarias sin conocer
nada de la Ley Verdadera. Deus decidió mostrarse ante la humanidad para derramar su
gracia sobre ellos, siendo concebido del vientre de una hermosa joven llamada Santa
María, para finalmente, mostrarse y satisfacer todos los deseos de los hombres.
El reino de los Bárbaros del Sur es poderoso, y comparado con él, ni quinientos, o incluso
un millar de Japones podría hacerle frente. En uno de sus edictos, el rey de los bárbaros del
Sur afirmó que las gentes de Japón son profundamente infelices por su desconocimiento de
la Ley Verdadera, y es por ello que decidió enviar a sus emisarios por todo Japón,
afrontando los peligros del profundo mar a través de diez mil millas.’’

De esta manera habló Fabián.

Hakuo, que había escuchado atentamente su discurso, preguntó:

''¿Y no hay ningún significado más profundo en los elementos de la doctrina de Deus?

(39) El resultado del karma.


(40) O mappo. Se dice que dura unos 10000 años y que tras ella vendrá la Edad de la Verdadera Ley (shobo)
cuando pasen 500 años tras el ascenso al Nirvana de Sakyamuni, a la que sucederá durante 1000 años, la Era de
la Ley Simulada (zoho). Esta creencia fue especialmente popular durante la Edad Media japonesa.

77 
 
 

El iruman respondió:

''La extensión de los elementos de la doctrina de Deus es tan grande que no tiene límites, y si
los tuviese, serían inconcebibles para la mente humana. Montañas y montañas de escritos
corroboran nuestro punto de vista.’’

Ante esto, Hakuo replicó:


''¡Centrémonos en sus faltas! Tan sólo escucha sin interrumpirme. Me dices que alguien
llamado Deus es el buda que separó el Cielo y la Tierra. No hay duda de que es lo que creen
los bárbaros del Sur, ¡dejémosles! Pero en China, en India y en nuestro Imperio, rendimos
culto a los Siete Dioses del Cielo y a los Cinco Dioses de la Tierra; día y noche estudiamos
sus historias en el Nihongi y en libros chinos. Esas afirmaciones sobre Deus… ¡es la primera
vez que escucho tales cosas! Sin duda alguna, él no puede ser el buda que separó el Cielo y
la Tierra. Lo más probable es que se trate de un demonio que surgió tras la separación de los
mismos.’’
'' En primer lugar, dejando aparte ese sinsentido sobre Deus como creador de todos los
fenómenos del Universo, hombres y bestias, hierbas y árboles, el sol y la luna y de todo; lo
importante es saber por qué creó a los humanos. ¿Cuál pudo ser su propósito, te pregunto?
Puede que no hubiese ninguno. Quizá sólo quería un divertimento, como un pájaro
enjaulado. O puede que se sintiese solo y crease al ser humano como confidente y para tener
a alguien con quien hablar… ¿o quizás un bufón? Mis dudas no terminan de disiparse.
Todos los escritos en estancia son únicamente golosinas. El resto de cosas aquí presentes
tienen una función; la tetera para preparar te, esas tenazas para atizar los carbones
encendidos… cada uno de ellos tiene un propósito. Y también los humanos, por lo que Deus
debió de tener alguna razón para crearlos. ¿O no tuvo ninguna? ¡Respóndeme!
Fabián, visiblemente confundido, habló vaguedades sobre los cuatro vientos sin dar una
respuesta contundente.

Hakuo prosiguió:

''Esta es mi segunda objeción. Si es cierto que Deus creó a los humanos, ¿por qué no les dio a
todos ellos una única religión? Ahora tienen que afrontar los peligros de una larga travesía
de miles, cuando no de cientos de miles de millas, con el único objetivo de propagar su
doctrina en este pequeño reino. ¡Debe de ser un buda muy estúpido! Y por supuesto, carente
de poderes sobrenaturales.
''Mi tercera objeción es la siguiente. Si Deus fue crucificado, no sin antes sufrir tormento
entre espinas y zarzas, innumerables vejaciones y persecuciones, tal y como afirmas en tus
sermones, el considerar a semejante criminal objeto de adoración debe de ser considerado
algo blasfemo y vergonzoso desde su mismo origen.
''En cuarto lugar, y sin que nadie le preguntase, Deus creó a los seres humanos y también el
Paraíso y el Inferno. Desde ese mismo momento tiene poder para elevar o hundir en lo más
profundo a los hombres, teniendo únicamente en consideración su voluntad y capricho.
Todos los seres humanos sin excepción, ya sean nobles o campesinos, están sometidos a los
Cuatro Dolores y a las Ocho Penas. Quizá Deus fue crucificado por la maldición que lanzó
sobre los hombres, y es por ello que decidieron hacerle sufrir. De cualquier modo, éste Deus
me parece más similar a un demonio que a otra cosa.”

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Durante unos instantes el iruman permaneció en silencio, y poco después dijo:


''Como prueba de que Deus es el Gran Señor del Universo, te pido que intentes com-
prender esto. Si El pudiese subir hasta lo más alto del templo más sagrado de Amate- rasu
Omikami, o de Kasuga o de Hachiman, y defecar y orinar allí, ningún castigo po- dría
acabar con El. Ahora puedes afirmar que se trata de un buda obsceno.”
Tras escuchar eso, Hakuo pensó:
'' ¡Qué bastardo más insolente!¡Y que blasfemias salen por su boca! Desearía arrancarle la
piel sin contemplaciones… ¡y sin clemencia!
Hakuo se incorporó y comenzó a hablar:
''¡Escucha atentamente Fabián! Puedes creer que tales actos quedarían sin castigo, pero no
hay mayor ejemplo de ello que el golpear a un asno, a caballos, o a otras bestias por esas
abominables fechorías. Ese buda al que rindes culto es tan insignificante que no puede ser
incluido entre las bestias, las aves o incluso entre las más simple de las criaturas. ¡Expulsad
a esa Santa María de mi presencia! Esa que engendró a semejante ser abominable y
caprichoso sin padre conocido. Juro que la mancillaré y que pi- sotearé cualquiera de sus
efigies… ¡te lo demostraré! Si decide castigarme, mi familia, mis discípulos, y yo mismo,
adoptaremos tu religión.
''Incluso si renuncias a seguir propagando tales mentiras por las calles afirmando que
Deus es la única verdad, tu falta de respeto hacia otras religiones, a las que difamas con
tus burlas, es una herejía que conviertes en una fe respetable solamente aceptada por
idiotas, ignorantes e imbéciles a los que adoctrinas con tus sermones, que tan sólo son una
burda caricatura de la verdad. Con fantasías y hechos de extrañas cosas propias de lejanas
tierras, convenientemente adornadas de palabrería, logras que mucha gente siga al Mal, lo
cual me parece lamentable.”
Hakuo concluyó su intervención y esperó la respuesta de Fabián, pero éste no dijo nada y
abandonó la estancia como un perro apaleado.
''¡No puedo hablar con un farsante!´´ - gritó enfadado Fabián.

Todos aquellos que habían adoptado la fe de los kirishitan nunca volvieron a ser vistos.

 
Izanami (izq.) e Izanagi (der.), dioses de la creación según la mitología japonesa y el sintoísmo.

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VII. COMENTARIOS DE HAKUO KOJI SOBRE LO OCURRIDO


Una lectura general de la Historia del Más Elevado Dharma mostrará el problema:
''¿En qué momento todas las tierras y gentes de éste mundo comenzaron su anda-
dura?’’
No hay ningún hecho de Dioses o budas que asegure que Ellos crearon el Mundo.
En los tiempos que están por llegar, la eternidad seguirá a la eternidad, y no habrá creación
de ningún tipo.
Cada cien años, la longevidad de los hombres disminuye un año hasta que la edad de diez
años sea considerada como algo excepcional. Entonces volverá a aumentar un año con el
paso de cada centuria, hasta que una edad de 830.000 años sea considerada como algo
normal. Al llegar a ese punto, volverá a disminuir hasta los cien años. Cuando éste proceso
se complete, Miroku (41) se manifestará en el Mundo para suceder a Shaka, que fue el noveno
buda en aparecer. Cuando veintiún budas hayan aparecido, el Mundo se desvanecerá; así está
escrito. Pero renacerá y permanecerán los mismos seres que habían poblado el anterior
Mundo.
La aparición del Único Buda tendrá lugar cuando hayan pasado cuatro mil años del Cielo de
Toriten (42), que corresponde a 567.000.000 años de nuestro mundo. Los humanos no han
estado sometidos a los eones del Flujo Constante: la Ley de la Causa y del Efecto es como
estar en una rueda (43). Del modo que una piedra alberga en su interior la naturaleza potencial
del fuego, los hombres tienen la capacidad de alcanzar la Iluminación, pero si no lo logran,
pueden car en la oscuridad y el desánimo. Si eso ocurre debido a la codicia, morarán en la
Dimensión de los Espíritus Hambrientos; si es por ignorancia, serán llevados a la Dimensión
de las Bestias; si es por la cólera, lo harán en la Dimensión de los Espíritus Combativos o en
la de los Entes Infernales. Tras superar ese periodo de indescriptibles tormentos, el Mundo de
los Elementos Creados influirá en el fruto del vientre de los seres humanos y de las bestias de
acuerdo con sus particularidades. Existen aquellos que logran el éxito en el Camino de Buda,
y también los que son conducidos al del Mal.
Sólo existe una Ley, no dos. Aquellos que estén dispuestos a seguir el Camino de Buda y
alcanzar la vida prometida, pueden seguir tres vías: la recta, la sinuosa y la perfecta. Los
ignorantes y los mezquinos nunca aprenderán adecuadamente la invocación ``Nada Amida
Butsu’’ ni a valorar cuidadosamente en sus corazones el significado del Bien y del Mal, ni a
obrar rectamente, ni a dedicarse a obras de caridad…no lograrán salvarse ni acceder a la
Tierra Pura del Oeste de Mida Nyorai. Ese es el proceso que seguirán aquellos de baja
condición, cuya ignorancia le conducirá al fracaso.
También están aquellos que recitan la invocación de cinco silabas “Myoho Rengekyo” (44). Es
cierto que los contenidos de los ocho volúmenes del Sutra del Loto son insuperables, como
por ejemplo los conceptos de la Iluminación Original y de la Iluminación Inicial, así como de
la bendita Doctrina del Círculo Abrupto del Gran Vehículo.

(41) O Maitreya, la figura más importante de la escatología budista, cuya leyenda alcanzó popularidad hacia el
200 a.C. en la India debido a la especulación existente sobre la Edad del Declive de la Ley.
(42) Nombre de la residencia del dios hindú Indra en el Monte Sumeru, considerado el centro de todos los
Universos.
(43) El flujo dinámico de la vida (samsara).
(44) Invocación del Sutra del Loto asociada con la secta Nichiren, a la que denominan daimoku.

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La gente que no está familiarizada con estas lecturas, tan sólo puede entonar el nombre
del sutra, “Myoho Rengekyo’’ día y noche, con la esperanza de lograr renacer en la Tierra
Pura de la Liberación y de la Iluminación gracias a la acumulación de méritos.

Así es el proceso de instrucción de aquellos individuos de regular inteligencia. Japón es la


Tierra de los Dioses, y por encima de todo deben creer que todos los Dioses y budas merecen
ser reverenciados, especialmente en los Tres Templos de Ise, Kasuga y Hachiman (45). Por las
mañanas deben rezar por la paz del Imperio, la seguridad de la Tierra y por el bien de su
señor.
``En éste mundo de cenizas, la generosidad de la suave Iluminación es el comienzo del
vínculo entre Buda y el hombre; las Ocho Etapas de la vida terrenal de Buda y el
Establecimiento del Camino, son el objetivo final de todas las cosas buenas.´´
Así está escrito, y esas palabras son una guía precisa en el momento de la muerte; es así
porque entre los budas y los Dioses hay tantas diferencias como entre las olas y el agua.
Se cree que una vida humana dura unos cincuenta años sin conocer el día siguiente.
Sobre la mente humana se alzan pensamientos lascivos e ideas malignas, y por lo tanto, se
debe conducir firmemente y nunca relajarse. Sólo de éste modo se logrará evitar caer en
excesos.
Para lograr transitar con éxito a través de éste Mundo, se debe conservar la humanidad, la
rectitud, el decoro, la sabiduría y la fe verdadera, así como preservar el camino hacia la
Iluminación. No importa la cantidad de oro y plata que se acumule, ya que es como
acumular riquezas en sueños. Además, todos los deseos deben ser expulsados de la mente.
Estas indicaciones sirven para evitar toda debilidad, exceso y falta de moderación.
Para aquellos dotados de una inteligencia superior y que anhelan separarse del Mundo, el
procedimiento a seguir es el siguiente. Todos los sutras de Shaka hacen distinción entre el
engaño y la Iluminación. De la mente humana puede surgir la Iluminación…y también el
engaño. La vía hacia la Iluminación de Buda no depende de ningún hombre ni de ningún buda
en particular. Tan sólo se trata de pulir nuestro carácter, ya que de no hacerlo no se logrará
conectar con el buda al cual rindamos culto y será muy difícil alcanzar la Iluminación; aunque
se pase de eternidad en eternidad.
Pongamos un ejemplo. Un cristal de roca posee en su interior la capacidad de brillar, pero si
no es pulido y abrillantado con polvo de diamante, nunca se convertirá en una joya.
De la misma manera, un espejo, objeto carente de cognición, no puede retener la sombra de
lo que flota sobre su superficie. La verdadera mente de los hombres no es inferior al brillo de
un espejo bien pulido, pero retiene las experiencias de su vida y corre peligro de encadenarse
a los engaños de la codicia y la presunción. La doctrina Zen usa esta expresión, ``seguir el
curso de una miríada de fenómenos sin involucrarse en ellos’’, lo cual significa renunciar a
toda experiencia de vida.

 
(45) La Revelación de los Tres Templos (Sanja takusen) es una quimera surgida de la escuela Ryobu Shinto que
tuvo especial popularidad durante el periodo Muromachi (1336-1573). Se supone que es un texto de origen
divino, pero no se caracteriza por su coherencia, resultando ser un texto pseudo-religioso de consumo masivo.

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La escuela Tendai dice que “un momento de consciencia puede dar lugar a tres mil formas de
vida”, lo cual significa que tres mil engaños surgidos de la mente humana, siendo esta su más
profunda enseñanza, bajo ningún concepto puede ser transmitida a los ignorantes de éste
Mundo. Aunque es el número de hombres que gozan de gran sabiduría y capacidad para
entender la verdad intrínseca de todo esto es grande, pocos son los que logran la Iluminación.
Aquellos que no escuchan son tan inútiles como un carruaje con una sola rueda.

 
Talla de madera de Miroku, datada a comienzos del siglo VII (Templo Kouryuu-ji, Kioto)

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VIII. UN HOMBRE ACUSA A LOS KIRISHITAN DE QUERER SOMETER JAPON


AL REINO DE LOS BARBAROS DEL SUR

En algún momento de la Era Genna, un monje llegado de la provincia de Higo se presentó


en Suruga. Fue recibido por el Consejo de Ancianos, a los que dijo:

``En la provincia de Higo hay un templo kirisihitan llamado Natal, muy apreciado por el
señor Konishi Tsu. Allí me obligaron a tomar parte en actos injustos y excesivos, para
finalmente, expulsarme y perseguirme. Confieso que fui un iruman y que prediqué su fe,
pero en estos momentos tan sólo deseo vengarme de ellos.´´

``El rey de los Bárbaros del Sur quiere dominar Japón a través de la propagación de su fe.
Para lograrlo, ha enviado un gran número de bateren a nuestro territorio y ha destinado la
riqueza de cinco o diez de las provincias de su reino para someternos. Bajo el pretexto de
sellar nuevos contratos comerciales, sus naves llegan en nuestros puertos con extraños
artículos que atraigan nuestra atención para hacernos caer en sus redes. Cada uno de los
templos kirisihitan de la capital y de otros lugares del país toma parte en éste plan utilizando
todos los medios disponibles a su alcance. Cada año elaboran una lista de gente
(demasiados cientos, demasiados miles) a la que han logrado persua- dir para que adopte su
religión, que envían desde Japón al reino de los Bárbaros del Sur. Se trata de un complot
para someter al país sin luchar. Al sur, el rey de los bárba- ros del Sur ha instalado a sus
gobernadores en Luzón y en Nueva Hispania, a los que manda nuevos oficiales cada tres
años. En definitiva, su plan consiste en propagar su religión.´´

``Mandad rápidamente a alguien a Higo para acabar con mis adversarios y enfrentarnos a
ellos antes de agosto. Si todo lo que os he contado es una mentira, os ruego que dispongáis
de mí como deseéis, incluso si queréis desmembrarme con bueyes o carros. Hasta que mis
enemigos aparezcan debo permanecer prisionero. ’’

De éste modo hablo el antiguo iruman, sin mostrar flaqueza.

Todo lo que había contado llegó a los oídos de Su Alteza, que mostró su satisfacción y
comentó:

``Se trata de un sujeto verdaderamente leal´´.

Sus órdenes fueron transmitidas rápidamente a Kato (46), señor de Higo, que anterior-
mente había mandado a la Corte a los adversarios del pretendiente de su señor.

Los kirishitan confesaron sus planes para doblegar Japón, ganándose el odio de Su Al- teza,
que mandó que sus templos fuesen destruidos. Posteriormente ordenó lo siguiente:

“Aquellos seguidores de esa religión que decidan abandonarla, no serán molestados; pero
aquellos que persistan en sus creencias serán severamente castigados.”

 
 
 
 
(46) Kato Kiyomasa (1562-1611) era uno de los más destacados vasallos y generales de Hideyoshi. Tras la muerte
de éste último, entró al servicio de Toyotomi Hideyoshi, y tras su victoria en Sekigahara en 1600 recibió como
recompensa más tierras que harían que su feudo se extendiese por todo Higo.

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IX. LOS SEGUIDORES DE LOS KIRISHITAN SON METIDOS EN SACOS DE PAJA(47)

Se tomó la decisión de investigar a toda la gente de la capital, viviendas, chozas arrendadas


e incluso un convento de monjas, llegando incluso hasta los barrios más alejados.
La mayoría afirmó no tener vínculo alguno con la fe de los kirishitan, pese a que ésta
seguía presente en los corazones de algunos de ellos.
En aquellos momentos el Comisionado de Kioto era Itakura Katsushige (48), señor de Iga, que
intentó descubrirlos por numerosos medios, pero esa chusma, poseída por algún tipo de mente
animal de escasas miras, rechazó volver a sus antiguas y verdaderas creencias.
Desde el momento en que decidieron que sus vidas tenían menos valor que el rocío de la
mañana y no hacían más que pensar en la salvación y en su próxima vida ultraterrena, Itakura
no sabía cómo castigarles, ya que no eran simples ladrones, lo cual le preocupó
profundamente.
Las autoridades de Edo enviaron a Okubo (49), señor de Sagami, como magistrado especial.
En cualquier lugar en el que creyese que había algún kirishitan, ya fuese en la Capital, en
Osaka, Sakai o Nara, lograba arrestarlos. Después, ordenaba que cada uno de los kirishitan
fuese introducido en dos sacos de paja y atado cinco veces, dejando únicamente visible la
cabeza, lo cual les hacía parecer grandes orugas saliendo de su crisálida.
Aquellos que habían sido capturados en la Capital, fueron apilados unos encima de otros en
estrechas y apretadas filas en las proximidades del rio a su paso por Shijo y Gojo, tal y
como se hace con la cosecha de arroz. Toda la ciudad de Kioto pareció despertarse al mismo
tiempo para presenciar lo que estaba ocurriendo.
Desde la mañana hasta la tarde los prisioneros no paraban de murmurar “Zensumaru,
Zensumaru”, y proclamaban sentirse afortunados porque lograrían la salvación de Deus y
entrar en el Paraíso, e incitaban a los guardias a que los matasen lo antes posible.
Al pasar el mediodía, uno de los prisioneros dijo:
“¿Cómo vamos a desaparecer todos al mismo tiempo? No sabemos cómo será la vida
eterna, ya que nadie ha vuelto para contarlo. ¡Dejemos eso para más adelante! Estoy tan
hambriento que me mareo. ¿Recordáis todo lo que nos decían en los sermones? Cuando
llegase el momento final, tendríamos cientos de comidas y bebidas de todo tipo, y a
continuación seríamos llevados al Paraíso… ¡pero hoy no hemos comido ni una mísera
galleta o un bollo de arroz! El hambre me está royendo las entrañas.”
Otro prisionero, situado en la parte más baja de la pila dijo:
“¡Empujad hacia arriba, fila tras fila…apenas puedo respirar con vuestro peso!
¡Vamos, empujad y caigámonos!”

Todas las filas comenzaron a moverse y se escucharon risas a lo largo de todo el río. Los
guardias llegaron corriendo desde todas las partes de la ciudad con órdenes para
liberarlos y dejarlos volver a sus casas, pero cincuenta o sesenta de ellos se negaron y
comenzaron a injuriar a los demás: “¡Sinvergüenzas, sinvergüenzas!”
 
 
(47) El incidente de los sacos de paja ocurrió en 1614, y fue recogido por los jesuitas en un escrito datado el 25
de octubre de ese mismo año.
(48) (1545-1624). Nombrado para tal cargo por Ieyasu, ejerció como comisionado de la capital entre 1601 y
1619. Su política contra los kirishitan hizo que el número de estos pasase de 7000 a poco más de 1600.
(49) Okubo Sagami (1553-1628) daimio de Odawara, en la Provincia de Sagami, llegó a Kioto el 26 de febrero
de 1614 y fue el responsable último del desarrollo del incidente de los sacos de paja.

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Los liberados contestaron:


“Esto lo que estábamos esperando. Ahora todo está bien y no nos importa si renacen como
ratas o como comadrejas. ’’
La unidad de los kirishitan había sido quebrantada, y no tardaron en marcharse del lugar.
Los guardias estaban furiosos y se ensañaron con los restantes prisioneros.
Llevaron cuatro o cinco carros llenos de madera, y les dijeron:
“Durante la noche, trescientos hatillos de madera llegarán desde Yase, Ohara, Iwakura,
Nagatani, Shizu no Hara y Hanazono (50). Al amanecer los pondremos en grandes pilas
para quemaros.”
Al escucharlo, los prisioneros comenzaron a temblar y gritaron al jefe de los guardias:
“¡Por favor, déjanos morir ya!”
Intentaron convencer a los guardias, pero permanecieron en los sacos de paja oyendo como
se burlaban de su situación.

 
Grabado alemán de 1715 que muestra la tortura de unos kirishitan

 
(50) Pequeñas poblaciones situadas en las proximidades del norte de Kioto.

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X. SOMETIENDO A LOS KIRISHITAN

En un primer momento, el shogun pensó que era una desgracia que un gran número de
ignorantes hubiesen sido engañados por esa herejía diabólica, y decidió perdonar a todos
aquellos que mostrasen su arrepentimiento. La noticia llegó a oídos de los Bárbaros del Sur,
que cambiaron su forma de predicar, afirmando esta vez que era posible renegar de su fe
cuantas veces quisieran mientras se siguiese manteniendo pura en sus corazones.
Tan pronto fue conocida esta nueva estratagema, el Emperador ordenó que a cada kirishitan
de Japón le fuese otorgada en secreto, una pequeña suma de oro a cambio de información.
Los planes para someter Japón a los bárbaros del Sur se fueron revelando poco a poco.
El odio del shogun no hizo más que crecer, y ordenó a todas las autoridades del país que
buscasen a los seguidores de los kirishitan en todos y cada uno de los pueblos del país. Toda
la población, sin excepción, debía inscribirse en los templos budistas y declarar por escrito
ante las autoridades lo siguiente:
`` Toda mi familia y yo, niños y ancianos, declaramos que somos seguidores de éste templo.
Si se demuestra que alguno de nosotros es un kirishitan, todos nuestros bienes pasarán a
ser propiedad del templo y de sus monjes, y recibiremos el castigo que sea decretado.´´
Para asegurarse de que ningún renegado escapaba de la justicia, esos escritos debían ser
presentados anualmente en el templo, y de forma aleatoria, pudiendo tocarle a un simple
campesino o al jefe de un clan samurái. Se prometieron generosas recompensas a todo aquel
que ofreciera información sobre los kirishitan. Con frecuencia se arrestaba a unos diez o
veinte, que eran condenados a ser quemados, crucificados boca abajo o ahogados. Pese a
todos esos castigos, el número de estos blasfemos no parecía disminuir… ¡qué extraño!

 
Grupo de kirishitan rezando

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XI. LOS KIRISHITAN SE REBELAN EN AMAKUSA Y EN SHIMABARA

A mediados del undécimo mes del decimocuarto año de Kan´ei (51), estalló una rebelión en
Amakusa y en Shimabara. Las idas y venidas de los mensajeros, tanto de día como de noche,
cubrieron todo Japón como las cerdas de un cepillo. Tras varias investigaciones, se descubrió
que el origen de la rebelión se encontraba en el feudo otorgado a Matsukura, señor de
Nagato. El dominio designado podía producir 60000 koku de arroz, pero arbitrariamente, él
hizo su propia estimación, que fijó en 120000 koku. Además, se quedaba con el cincuenta o
sesenta por ciento de todas las cosechas, mostrándose excesivamente codicioso. Con cada
año que pasaba, los campesinos estaban más y más exhaustos y no podían tener hijos o criar
adecuadamente el ganado. En lugar de morirse de hambre, prefirieron ser recordados por las
futuras generaciones como aquellos que se rebelaron, y eligieron a Amano Shiro como su
general.
Elevaron plegarias propias de los kirishitan y empujaron a sus seguidores a un estado de
ciego fanatismo, además de acabar con cualquiera que estuviese en su contra. Se vistieron
con un emblema alrededor de la cintura, adornaron sus sombreros con una insignia y
alrededor de sus cuellos llevaban un amuleto al que llamaban cruz.
Su oportunidad llegó cuando el señor de Nagato se encontraba en Edo. Los campesinos se
alzaron y arrasaron su castillo y sus alrededores a lo largo de dos o tres leguas.
Aprovisionados con arroz, pasta de judías, sal y pólvora, pasaron los días y las noches
erigiendo nuevas defensas entorno al antiguo castillo de Shimabara.
El castillo puede ser descrito de la siguiente manera; al este se encontraba el furioso mar,
hacia el oeste un pantano que era cubierto por las mareas e impedía que los caballos
pudiesen atravesarlo; hacia el norte y hacia el sur se alzaban unos acantilados. El castillo
ocupaba unos dieciocho cho de largo y poco más de diez cho de ancho (52).
En su interior habían sido excavados tres fosos que se prolongaban hasta la mitad de la
colina. Se abrieron troneras para mosquetes y se levantó una pequeña torre dentro del
castillo y se colgaron estandartes en las torretas. También construyeron muros de tierra y
barricadas para conformar un segundo y un tercer anillo defensivo que les permitiese llevar
a cabo su plan.
El número de aquellos que se refugiaron en éste castillo era de treinta y cuatro mil o treinta
y cinco mil soldados. Entre ellos se encontraban cuatrocientos o quinientos arqueros
capaces de acertar en el ojo de una aguja, así como unos ochocientos mosqueteros capaces
de abatir a un jabalí o a una liebre en movimiento, o incluso a un pájaro en vuelo. En
parapetos de tierra dispusieron unas catapultas para lanzar grandes piedras al enemigo que
se aproximaba. Incluso las mujeres tuvieron que realizar parte de las tareas; calentaron
arena y agua, y con grandes cucharones, la dejaron caer sobre los atacantes. Algunas de
ellas lanzaban grandes piedras a los invasores. Absolutamente todos tenían encomendada
alguna tarea defensiva.
Itakura Naizen no Kami e Ishigae Juzo no Suke fueron enviados por el gobierno para
sofocar la rebelión. Además, Matsudaira, señor de Izu, fue nombrado magistrado especial.

 
(51) Aproximadamente entre 17 de diciembre de 1637 y la víspera de Año Nuevo de 1638.
(52) 1965 metros de largo por 1000 metros de ancho. Un cho equivale a unos 108 metros de largo.

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Los daimios de Tsukushi presentes en la contienda fueron Hosokawa, señor de Etchu;


Kuroda Uemon no Suke; Nabeshima, señor de Shinano; Arima Genba no Jo; Tachibana,
señor de Ida; Terazawa Hyogo no Kami y Ogasawara Ukon no Daibu. Mizuno, señor de
Hyuga, y Toda Saemon no Kami eran los generales al mando.
Se dispusieron a llevar a cabo su plan cuidadosamente, y para ello levantaron un muro de
tierra y una empalizada de grandes estacas de madera que rodeaba su campamento,
erigieron torres de vigilancia, construyeron un cerco de estacas cruzadas de bambú,
excavaron una docena de fosos llenos de agua, dispusieron barricadas hacia el mar, botaron
navíos acorazados y, desde un sistema de torretas en el fuerte, iniciaron una continua lluvia
de flechas incendiarias y de artillería. Ninguno de los sitiados podía escapar, a menos que
fuese un pájaro. Durante el día enviaron a los mosqueteros para que disparasen lo más
cerca posible del castillo, pero los kirishitan no parecieron asustarse. Desde el interior del
castillo contratacaron ferozmente, desplegándose a lo largo de trincheras con tres hileras de
troneras que habían sido excavadas en la montaña.

Mapa que muestra el plan de ataque contra el castillo de Hara

Había dos caminos que conducían hacia el castillo; uno hacia el frente y otro hacia su parte
trasera. Eran muy estrechos y peligrosos, ya que discurrían entre los acantilados. Algunos
enfrentamientos tuvieron lugar aquí, pero no continuaron en la llanura. Durante la noche los
sitiados encendían antorchas y fogatas para evitar un posible ataque. Quien intentase acercarse
al castillo, ya fuese de día o de noche, corría peligro de ser herido mortalmente.

Cansados de atacar ese castillo tan inexpugnable, los generales decidieron elaborar nuevo
plan, pero no lograron ponerse de acuerdo. Poco después llegaron instruccion desde Edo, que
decían:
“Las tropas no deben ser expuestas a ningún daño debido a ataques desorganizado No
importa cuántos sean en el castillo, ninguno de ellos es un digno adversario. Rodeadles
en lugar de atacar.”
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No pararon de llegar mensajeros portando ese mensaje.


Tras conocer las instrucciones, varios daimios se reunieron en el cuartel general para
evaluar la situación.
“Debemos asegurarnos de que, en ese castillo, que parece totalmente inexpugnable, no hay
más que tábanos y mosquitos intentando provocar una tormenta. Un ataque podría
dispersarlos, pero sería un error malgastar la vida de bravos samuráis enfrentándose a
campesinos, mendigos y parias. ¿Qué podemos hacer? Después de todo, no tienen los
suficientes recursos para resistir nuestro asedio durante largo tiempo. Comida o pólvora; la
carencia de una de las dos les hará rendirse. No debemos preocuparnos por lo contrario.
Las órdenes que hemos recibido dicen que debemos dejarles en paz durante un mes. ’’
Todos los presentes acordaron seguir con lo establecido.
En un momento indeterminado, los sitiados decidieron emprender un ataque nocturno
contra un grupo de exploradores enviados por Nabeshima, señor de Shinano.
Como sabían que eso podía ocurrir, fueron bien pertrechados y lograron acorralar a los
atacantes y decapitar a ciento cuarenta o ciento cincuenta de ellos. El resto, unos doscientos
hombres, se retiraron desorganizadamente hacia el castillo. Cuando los estómagos de los
enemigos muertos fueron abiertos, vieron que se habían estado alimentando de algas, hojas
de árboles, granos de cebada y de otras cosas similares. En ninguno de ellos se encontró
rastro alguno de granos de arroz.
Ahora que sabían que en el castillo no había comida, se dio la orden de atacar en la
medianoche del vigésimo séptimo día del primer mes del decimoquinto año de
Kan´ei (53).
Prepararon sus espadas y sus marcas identificativas, aunque la mayoría prefirió prescindir de
su armadura, excepto los soldados de más bajo rango, que se vistieron con sus petos de paja.
Tan rápidos como una bandada de gorriones, ningún obstáculo les detuvo y penetraron en el
segundo anillo de defensa del castillo con ansia.
“¡No podremos detenerlos!’’
Sin duda ese fue el pensamiento que atenazó la mente de los sitiados en aquel momento.
Cuando las puertas fueron derribadas, un muro de lanzas se abrió paso hacia el interior del
castillo matando a gran número de los sitiados, que intentaron retirarse, pero uno tras otro
fueron cayendo. Finalmente fueron acorralados y acabaron siendo mutilados y golpeados sin
piedad. El castillo cayó tras dos horas de lucha, y los cuerpos se apilaban en montones tan
altos como montañas.

Se capturaron entre quince y dieciséis mil cabezas; el número total de aquellos que murieron
quemados o bajo las espadas, incluyendo mujeres y niños, superó los cuarenta mil. Los
atacantes sufrieron graves pérdidas y fue difícil identificar a los grandes señores de los
soldados de bajo rango. Ninguno de los antiguos romances hace mención de tantas vidas
perdidas en combate.

(53) 11 de abril de 1638.

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XII. MATSUKURA, SEÑOR DE NAGATO, ATRAE LA DESGRACIA SOBRE SI


MISMO

En el pasado, Matsukura, señor de Bungo (54), fue uno de los principales consejeros de
Tsutsui Junkei de Yamato. Hombre de gran mérito, ganó preminencia por sus distinguidas
acciones y su lealtad, logrando ser premiado con el feudo de Shimabara. Allí vivió con
abundancia y bienestar hasta que pasó al otro mundo debido a su avanzada edad. Su hijo y
heredero, Matsukura, señor de Nagato, se hizo con el feudo sin oposición y recibió muchos
otros privilegios. Se presentó en Edo con celeridad y nunca mostró remisión en su servicio.
Pero un día se fijó en un sujeto que parecía mostrar cierta inteligencia, uno de sus
mosqueteros; y comenzó a tener en cuenta sus consejos. El gobierno de su feudo, la
disposición de sus vasallos que habían servido a su clan durante generaciones, fueron
sometidos a los dictados de ese hombre. El talento de ese sujeto tan sólo estaba
encaminado a obtener beneficios personales; tanto por el día como por la noche no hacía
más que conspirar.
Como era de esperar, poco tiempo después comenzaron las revueltas. Unos cuarenta y cinco
viejos caballeros fueron expulsados de sus puestos, y como consecuencia, la administración
del feudo recayó en las manos del advenedizo. A partir de ese momento se ganó aún más la
confianza de su señor, hasta pensar que su poder era equivalente al de un millar de hombres.
Algunos lamentaron lo que estaba ocurriendo, manifestando su descontento en secreto, pero
ninguno se atrevió a hacerle frente, o al menos es lo que he escuchado. Lo que estaba
ocurriendo favorecía el plan del consejero, que no era otro que provocar la caída de su señor
y del clan.

 
(54) Matsukura Shigemasa (1574-1630) había sido vasallo de Tsutsui Sadatsugu (1562-1615), hijo de Tsutsui
Junkei (1549-1584), daimio de la Provincia de Yamato, que había servido fielmente a lo largo de su vida a
Oda Nobunaga, Akechi Mitsuhide y Toyotomi Hideyoshi, logrando en sus últimos años de vida convertirse
en señor de la Provincia de Yamato y de gran parte de la Provincia de Kawachi.

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XIII. DEL TRATO QUE SE DEBE DISPENSAR A LOS SUBORDINADOS, SEAN DE


ALTO O BAJO RANGO

Hay varias formas de tratar a los subordinados, ya sean de alto o de bajo rango.
Pero la manera en la que un dirigente dotado de gran sabiduría elige como tratarlos tras
haber recibido su servicio y el de sus familias hacia el clan durante generaciones, sean las
gloriosas espadas de Masamune o Sadamune o las recientemente forjadas, así como a los
sirvientes de bajo rango dotados de espadas de menor calidad como las de Magoroku o
Masatsune, deben ser tratados con consideración para que en ninguno de ellos florezcan
sentimientos adversos en contra de su señor. Todos ellos mostrarán su más profundo
agradecimiento y nunca cambiarán sus sentimientos.
Un dirigente dotado de sabiduría no discrimina a sus subordinados o favorece a unos sobre
los otros. Pero en lugar de tratarlos como a sus hijos, debe hacerlo según la valía de cada uno
de ellos. Nunca debe juzgar tras haber escuchado únicamente lo expresado por una de las
partes. Pero en lugar de obrar movido por la compasión y el afecto hacia todos ellos, debe
solventar sus asuntos con mente abierta. Si éste es el caso, entonces sus vasallos mostrarán
su complacencia en todo lo que se decida, y prudencia en sus maneras, obedecerán las leyes
y no se dejarán llevar por los excesos, cumpliendo el proverbio que afirma:

“El señor como sus sirvientes. ’’

En el asedio a un castillo o en el fragor de la batalla, nunca retrocederán, y en sus mentes tan


sólo estará satisfacer los deseos de su señor, y no cejarán en su empeño de destruir al
enemigo. Y será así porque siempre tendrán presente en sus corazones las constantes
muestras de afecto de su señor, que nunca tomó a ninguno de ellos por un inútil.
Y así es como un dirigente, aunque no esté dotado de gran sabiduría, debe de tratar a sus
subordinados. Respecto a aquellos a los que no guarde afecto, aunque sean individuos que
hayan mostrado un largo y distinguido servicio al clan, deben ser apartados del mismo modo
que una vieja espada mellada, logrando que acepten con humildad la decisión y sigan
mostrando su acuerdo con todo lo que se disponga. Pero aquel que obedezca diligentemente
todas las ordenes sin objeción alguna, que tenga un discurso adecuado, que se muestre más
inteligente que el resto y pueda lograr hacerse con el favor de su señor, en algún momento no
dudará en susurrar acusaciones infundadas sin importar ni el momento ni el lugar.
Todos, desde el más anciano vasallo hasta el advenedizo, deben mostrar su respeto ante la
poderosa figura de su señor, congregándose ante él como si se tratase de la entrada a un
mercado. Respecto aquellos que mantienen un estrecho contacto con su señor y éste les abre
su corazón sin reservas, deben ser tratados amigablemente. Pero aquellos otros que muestran
una actitud distante o que tratan de provocar, cuando la oportunidad lo permite,
disconformidad con los deseos de su señor, han prejuzgado sus motivos equivocadamente.
Pese a que las llamas del rencor pueden arder en el corazón de los tratados de tal modo, no
hay nada que puedan hacer excepto recibir su castigo con rostro imperturbable.
Cuanto más elevado es el rango, más ingenuo es el juicio, y de tal manera, si muestra sus
intenciones claramente, su superior no se percatará del gran perjuicio que se causará a sí
mismo.
Entre todos los vasallos están aquellos que guían su vida de acuerdo con la rectitud y el bien,
comportándose discretamente. También están aquellos otros que piensan que lo único
importante es mantener el favor de su señor sin tener en cuenta nada más.

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Hacerse con los servicios de los vasallos es como agrupar piedras para levantar un muro.

Las piedras grandes son apiladas unas sobre otras, mientras que las pequeñas son utilizadas
para tapar pequeños huecos. Dependiendo del modo en el que el señor utilice a sus sirvientes,
cada uno de ellos tendrá su función específica y ninguno parecerá falto de talento o inservible
para su causa.
Matsukura, señor de Nagato, tan sólo fue un hombre dotado de mediana inteligencia, y lento
en sus acciones. Por lo tanto, confió la administración de sus dominios a un traidor. Nadie
estuvo de acuerdo con la decisión ni alabó su gestión. El señor de Nagato cayó y fue privado
de su feudo. En consecuencia, se cumplió con un fin más que previsto.

***********************************************************************
Durante éste reinado, la religión kirishitan ha sido cortada de raíz y expulsada de nuestra
tierra. De éste modo se han cumplido los deseos de los budas, los dioses y los bodhisattvas,
lo cual es una bendición que merece gratitud universal, tan grande que empequeñezca al
Monte Sumeru y que el océano azul sea poco profundo. ¡Qué pobres son las palabras y los
símiles para hacer justicia a éste gran favor!
¿Pero por qué razón el resultado ha sido tan afortunado? Japón es llamado la Tierra de los
Dioses. Pero también es donde la Ley de Buda se ha extendido generosamente. Es tradición
que en los Tres Países la Influencia Real, la Vía de los Dioses y el Camino de Buda sean
como los pies de un trípode; si uno de ellos faltase, el sol y la luna caerán del cielo.
Bárbaros de tierras extranjeras llegaron para extender su maldita doctrina y, despreciando a
los budas y a los dioses, intentaron destruirlos en su determinación de convertir a Japón en un
reino poblado por demonios. ¡Que desdichados fuimos, que lamentable! Hombres sabios
pasaron días y noches sumidos en el dolor y la tristeza por lo que estaba ocurriendo. Pero
entonces los kirisihitan fueron exterminados, sin permitirles quedarse en nuestra tierra ni
poner pie en ella. Todas las deidades, mayores y menores de nuestras más de sesenta
provincias, todos los budas de los Tres Mundos se regocijaron, extendiendo su protección
durante diez mil eternidades y una miríada de años.
El Imperio está en paz, la tierra tranquila, el reino longevo. Las gentes participan de la
virtud de su señor y de su princesa consorte. Verdaderamente, nuestra época puede ser
denominada como otro reino santo de Engi (55), otra edad de oro.

En el decimosexto año de Kan´ei,


tsuchinoto u,
el octavo mes,
en un día propicio (56).

 
(55) Era Engi (901–923), bajo el reinado del emperador Daigo-tenno (r.897-930).
(56) 29 de agosto-26 de septiembre de 1639.

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Teppoki
(Crónica del arcabuz)
Escrita para el Señor Tanegashima Hisatoki por Nampo Bushi (1)
 

(1) Nampo Bushi (1555-1620) fue un estudioso confucianista y abad del Templo de Dairyuji en Satsuma, que
escribió esta crónica para Tangashima Hisatoki (1568-1611), decimosexto señor de Tanegashima.

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Al sur de Gushu, en la Provincia de Osumi, a dieciocho ri (2) de la costa, se encuentra una isla
llamada Tanegashima. Mis antepasados han vivido en ella durante generaciones. Según una
antigua leyenda, Tanegashima significa “Isla de las Semillas” por el hecho de que, pese a su
pequeña extensión, los habitantes de la misma han prosperado como semillas que, una vez
plantadas, crecen y producen gran número de nuevas semillas.

Hace algunos años, en la Era Tenbun, en el vigesimoquinto día del octavo mes en el otoño de
Mizonoto U, una gran nave llegó al amanecer, a la hora del gallo (3), a la Bahía de
Nishinomura. Nadie sabía de donde venía. Había al menos cien personas a bordo, y algunos
de ellos no se parecían a nosotros y hablaban un lenguaje incomprensible.
Aquellos que los vieron dijeron que eran muy extraños. Entre ellos se encontraba un
estudioso de Gran Ming (4) llamado Goho (5), pero no se puede afirmar con seguridad que ese
fuera su nombre.

En aquel momento, el jefe de Nishinomura era Oribenojo, que sabía escribir en chino
correctamente. Se encontró con Goho y habló con él escribiendo con un palo en la arena.
Escribió: ``No sabemos de qué país vienen esos individuos. Son muy extraños, ¿verdad?´´

Goho escribió su respuesta en la arena: “Son mercaderes venidos desde las tierras de los
Bárbaros del Sur. Tienen algún conocimiento de las relaciones entre los superiores y los
inferiores, pero no mucho sobre la propiedad. Cuando beben no usan recipientes, y
cuando comen usan los dedos en lugar de palillos. Muestran sus senti- mientos sin control
alguno y no saben escribir ni para qué sirve. Tienen la costumbre de vagar de un lugar a
otro, intercambiando cosas que tienen por otras que no tienen. No son tan extraños, y son
inofensivos”.
Entonces Oribenojo volvió a escribir: “A trece ri (6) de distancia está el puerto de Akaogi (7)
en donde mi familia, a la que sirvo, ha vivido durante generaciones. La población está
compuesta por algunos miles de ricas y prósperas casas. Mercaderes del sur y comerciantes
del norte van y vienen continuamente, como la lanzadera de un telar. Pese a no ser un
puerto de gran calado, es mucho mejor que estar aquí, ya que es seguro y está bien
resguardado”.
Cuando mi abuelo Shigetoki (8) y mi padre Tokitaka supieron de la llegada de una nave
extranjera, mandaron decenas de botes para guiar la nave hacia Akaogi, en donde arribó dos
días más tarde, durante el vigesimoséptimo día, el día de Tsuchinoto I (9).
En el momento de su llegada, un monje llamado Chu Shuza (10), seguidor del Templo
Ryugen en Nisshu, en Hyuga, estaba visitando el puerto, en donde se había establecido
temporalmente para estudiar las maravillas del Hokke Ichijo. Antes había sido monje Zen,
pero abandonó sus enseñanzas para convertirse en un seguidor de Hokke, adoptando el
nombre de Jujojin.

(2) Un ri equivale a 3,9 kilómetros. Aproximadamente 70 kilómetros


(3) Entre las 5 y las 6 de la mañana.
(4) En el texto, China es nombrada por la dinastía reinante, en aquel momento la Ming (1279-1644).
(5) Wu Feng, célebre wako chino que ejerció de intérprete de los primeros portugueses en Tanegashima.
(6) Unos 51 kilómetros.
(7) En la actualidad llamado Nishinoomote. Continúa siendo la principal ciudad y bahía de la isla.
(8) (1503-1567) Decimotercer señor de Tanegashima y abuelo de Hisatoki. Cedió el gobierno de la isla a su hijo
Tokitaka (1528-1579) poco antes de la llegada de los comerciantes europeos a Japón.
(9) 25 de septiembre de 1543.
(10) O Shusho. Título budista utilizado entre las sectas Zen para los monjes de alto rango.

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Estaba versado en los clásicos chinos y era célebre por su destreza con el pincel.
Había conocido a Goho en el pasado, y tan pronto se encontraron, comenzaron a conversar
por escrito. Goho estaba feliz de volver a verle, y estaba seguro de contar con un buen amigo
en tierras extranjeras. Conversaron en la misma lengua y se entendieron. Eran espíritus afines
y encajaban como dos piezas perfectas.
Entre los comerciantes había dos líderes, uno llamado Murukusha y el otro Kirishita da Mota.
Tenían un objeto de entre dos o tres shaku (11) de longitud. Respecto a su forma, era recto por
fuera con un agujero en su interior, y estaba fabricado en un material pesado. Aunque por
dentro estaba hueco, estaba cerrado por el final. Tenía una apertura en un lado, por donde
encendían fuego. Su forma no podía compararse a nada que se hubiese visto antes. Cuando lo
utilizaban, ponían en su interior unos misteriosos polvos medicinales (12) y una pequeña bola
de plomo. A continuación, dispusieron un pequeño blanco en un banco y un hombre agarró el
objeto con una mano, enderezó su postura y apuntó guiñando un ojo. De repente una
llamarada surgió por la abertura y la pequeña bola de plomo impactó contra el blanco.
La explosión que produjo parecía un relámpago, y el sonido era como el de un trueno.
Todos los allí presentes se taparon los oídos.
Los blancos que dispusieron eran similares a los utilizados en arquería (13). Un golpe de ese
objeto puede hacer temblar una montaña de plata y traspasar un muro de hierro. Quien se
ponga delante, sin duda que perderá la vida. No es necesario decir que las posibilidades de
ese objeto son incontables.
Tras verlo, nuestro señor Tokitaka pensó que era algo maravilloso. La gente no sabía cómo
llamar al objeto ni para que servía. Comenzaron a denominarlo teppo, pero nadie sabe si fue
llamado así por los chinos o por la gente de nuestra isla.
Un día, Tokitaka dijo a los dos bárbaros por medio de intérprete: “Puede que no sepa
manejarlo, pero me gustaría aprender a disparar”.

Los dos bárbaros respondieron: “Si nuestro señor desea aprender, estaremos encantados de
mostrarle todos sus secretos”.

Tokitaka dijo: “¿De verdad que podrá aprender todos sus secretos?”

Los bárbaros respondieron: ``Todo consiste en controlar tu corazón y en cerrar un ojo´´.


Tokitaka prosiguió: “Los antiguos sabios me enseñaron a controlar mi corazón, y aprendí
como hacerlo.. Si no se siguen los principios bajo el Cielo, todo lo que uno haga acabará
siendo un error. Aunque quizás cuando os referís a ello, queréis decir otra cosa, pero creo
que si cierras un ojo no es posible ver claramente a lo lejos. ¿Por qué debería hacerlo?”.
Los bárbaros respondieron: “De ese modo es como debe utilizarse, y es necesario hacerlo.
Cuando apuntas, no es necesario tener un amplio campo de visión. Cerrar un ojo no implica
ver menos, pero es necesario para apuntar y acertar en el blanco. Es por eso por lo que
debes tenerlo presente mi señor”.

(11) Cada shaku equivale a 30 centímetros.


(12) Myoyaku en japonés. Término utilizado para denominar a cualquier medicina capaz de curar todo tipo de
dolencias. En el caso de esta crónica, hace referencia a la pólvora, utilizada tiempo atrás por los mongoles en sus
intentos de invadir Japón en 1274 y 1281. Los chinos fueron los inventores de la pól- vora, y probablemente los
primeros en utlizarla en acciones de guerra.
(13) Komunaku o koku en japonés. Hace referencia a la diana que se pone en el centro de un blanco.

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Entusiasmado por la explicación, Tokitaka afirmó: “Es como lo que dijo Lao Tzu; ver algo
pequeño claramente es claridad. A eso es a lo que os referís, ¿cierto?”.
Ese año, el día del festival del noveno día del noveno mes (14) coincidió con el Kanoto I, y se
decidió enseñar a disparar los mosquetes. Se introdujeron en su interior los polvos
medicinales y las bolitas de plomo y se dispusieron unos pequeños blancos a unos cien
pasos (15). Se encendieron las mechas de las armas… ¡y alcanzaron el centro de los objetivos!
Al principio la gente estaba maravillada, pero luego empezaron a tener miedo. Al final,
todos al unísono dijeron: “¡Queremos aprender!” Pese a su alto precio, Tokitaka compró
dos teppo a los bárbaros y los guardo cuidadosamente en su casa (16). Respecto al arte de
moler, tamizar y mezclar los polvos medicinales, Tokitaka y su adjunto Sasakawa Koshiro
aprendieron como hacerlo. Tokitaka practicó su puntería incesantemente desde el amanacer
hasta la puesta del sol, logrando cien aciertos por cada cien disparos.
En aquellos momentos, un monje llamado Suginobo, del Templo de Negoro (17) en Kishu, no
consideraba que 1000 ri fuesen una distancia excesiva para hacerse con un teppo, y envió a
un emisario para adquirir uno, Tokitaka sientió aprecio por la sinceridad del monje, y como
muestra de su generosidad afirmó: “En tiempos pasados, el Señor de Jo alabó la espada de
Kisatsu, pero no manifestó su deseo de hacerse con ella. Kisatsu sabía que la ambicionaba, y
finalmente decidió regalársela. Es cierto que mi isla es pequeña, pero, ¿por qué debería
sentir dolor por ceder uno de esos objetos?
Los obtuve sin preguntar a nadie, y estoy tan feliz de tenerlos que apenas puedo dormir, y los
guardo cuidadosamente envueltos bajo diez mantos. ¿Cómo podría ser feliz si soy tan
egoísta de quedarme con los dos cuando alguien ha preguntado tan educadamente por uno
de ellos? Lo que yo deseo, es deseado por los demás. ¿Con qué derecho puedo tenerlos y
mantenerlos lejos de los demás?”
Ordenó a Tsuda Kenmotsu no jo tomar uno de los teppo y presentárselo a Suginobo como
regalo, además de enseñarle cómo preparar los misteriosos polvos medicinales y a disparar.
El interés de Tokitaka en esa arma era tan grande que ordenó a varios herreros examinarla
con detalle. Durante varios meses trabajaron incesantemente para crear un nuevo mosquete.
La forma de la nueva arma era muy parecida al original comprado a los bárbaros, pero no
supieron como cerrar la parte inferior del cañón.
Al año siguiente, algunos bárbaros del sur volvieron para comerciar, fondeando en la Bahía
de Kumano, situada en nuestra isla (18). Esa bahía, llamada Kumano, también es conocida
como Ko-rozan (19) o Ko-tenjiku (20)

(14) Chokyu, el Festival del Crisantemo, celebrado el noveno día del noveno mes según el calendario lunar.
(15) Cien pasos equivalen a 600 shaku (180 metros)
(16) Esos dos teppo fueron llamados furusato (o kokyo) y wakizashi. Se conservaron hasta 1877 pero fueron
destruidos en un incdendio provocado durante la Rebelión de Satsuma (enero-septiembre de 1877).
El comerciante portugués Pinto solo hace referencia a la venta de un arcabuz, pero si tomamos como ciertos los
datos reflejados en el Teppoki, se compraron dos arcabuces, pero a un precio muy elevado.
(17) Templo de la secta Shingon en Kishu o Kii, actualmente en la Prefectura de Wakayama.
(18) La Bahía de Kumano está situada al sureste de Tanegashima.
(19) Literalmente ``Pequeña Rozan´´, una localidad y montaña localizada en Chiang-chi, en China.
(20) Tenjiku es un antiguo término budista para denominar a la India.

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Fuimos muy afortunados, ya que uno de los comerciantes era herrero, y Tokitaka lo interpretó
como una señal divina, y ordenó a Kinbee Kiyosada a que aprendiese a como cerrar la parte
inferior de los cañones de los mosquetes que anteriormente habían fabricado. Finalmente, tras
algunos días y meses, supo cómo hacerlo correctamente. En poco más de un año se pudieron
fabricar algunas decenas de teppo. Más tarde, la madera em- pleada en ellos fue tallada y
ornamentada, y se añadió un mecanismo parecido a una llave.

 
Teppo o arcabuz de manufactura japonesa

Tokitaka no tenía interés alguno en la talla de la madera o en sus ornamentos, sino en cómo se
podía utilizar esa nueva arma en combate. Sus más fieles sirvientes practicaron día y noche
hasta lograr cien aciertos por cada cien disparos.
Más tarde, un aprendiz de un mercader de Sakai en la Provincia de Izumi, llamado
Tachibana Matasaburo, se estableció en nuestra isla durante uno o dos años. Aprendió a
utilizar el teppo con tanta maestría que cuando volvió a su hogar, todo el mundo empezó a
llamarle Teppomata, el maestro del teppo.
En todas las provincias de la zona de Kinai, todo el mundo aprendió a usar el teppo gracias al
intercambio de información entre ellos. Y pronto, en otras zonas más allá de Kinai y Kansai,
como en Kanto, la gente aprendió a utilizarlo.
Hace algún tiempo escuché que un antiguo sirviente de mi familia dijo: “Entre el undécimo y
duodécimo año, es decir, los años de Mizunoe Tora y de Mizunoto U (21) de la Era Tenbun,
tres grandes naves mercantes partieron hacia el sur de la Gran Ming”.
Alrededor de mil hombres jóvenes de las más ricas familias del oeste de Kinai, se marcharon
para hacerse comerciantes. Una tripulación de algunos cientos de remeros y marineros
condujeron las naves como si se tratasen de dioses. Las naves fondeadas en nuestra pequeña
isla esperaban el momento oportuno para partir, y tan pronto como el tiempo fue favorable,
soltaron amarras y remaron hacia el horizonte haciendo plegarias a Jaku (22), el dios del Mar.
Desafortunadamente, una gran tormenta provocó que el mar se encrespase y levantara
enormes olas coronadas con espuma blanca como la nieve. Desconozco si fue consecuencia
de un cálculo erróneo o simplemente mala suerte. La mayor parte de las naves naufragaron
y perdieron sus remos, hundiéndose en la negrura del mar.

(21) Ese viaje a China no es mencionado por ninguna otra fuente, pero pudo tener lugar entre 1542 y 1543.
(22) También llamado Jaku o Kaijaku.

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Pese a las dificultades, una de las naves logró llegar a Ning-po (23), en la Gran Ming.
Otra que había sobrevivido a la tormenta volvió a nuestra pequeña isla. Al año siguiente
partieron de nuevo, y lograron llegar a su destino. Tras cargar sus naves de bienes y tesoros
llegados desde tierras bárbaras, cuando retornaron a casa una gran tormenta se desató
repentinamente. No sabían si iban hacia el este o el oeste, pero lograron arribar en Izu, en la
Provincia de Tokaido. La gente de la provincia robo todo el cargamento y perdieron todos
sus bienes.
A bordo de una de las naves estaba nuestro vasallo Matsushita Gorosaburo. Llevaba consigo
un teppo y alcanzó a todo a lo que apuntó. La gente de la provincia estaba maravillada y
aprendieron como usarlo. No había ningún lugar a lo largo de las ocho provincias
occidentales y por toda la costa de nuestra tierra que no supiese como utilizarlo.
Han pasado más de sesenta años desde que ese objeto llegó a nuestra tierra. Algunos
ancianos recuerdan claramente aquel momento. Todo lo narrado sucedió porque nuestro
señor Tokitaka se hizo con dos teppo que compró a los bárbaros y se preocupó de aprender a
utilizarlos. El primer disparó resonó por las sesenta provincias del país (24).
Además, Tokitaka hizo posible que los armeros aprendiesen a fabricarlos y a extender su
uso por todo el país, desde las Cinco Provincias hasta los Siete Caminos (25). Por lo tanto,
no es falso afirmar que el teppo se originó en Tanegashima.
En tiempos antiguos la gente adoptó el símil de una semilla creciendo y esparciendo gran
número de nuevas semillas, derivando de ahí el nombre de nuestra isla, Tanegashima.
Del mismo modo ocurrió con el teppo. Los ancianos dicen: “Si los virtuosos logros de
nuestros antepasados no son conocidos en el mundo, es culpa de sus descendientes”.
Por esa razón he escrito esta crónica.

En el noveno día del noveno mes


del undécimo año de la Era Keicho (26)

 
(23) Ning- po era el puerto de entrada de todo el flujo comercial entre China y Japón.
(24) División administrativa de Japón bajo el sistema Ritsuryo, establecido desde el periodo Nara (710-794).
(25) Las Cinco Provincias eran Yamashiro, Yamato, Kawachi, Izumi y Setsu. Los Siete Caminos o Shichido
comprendía todo lo que se podría considerar como el Japón tradicional.
(26) 11 de octubre de 1606.

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