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Introducción
En los últimos años, junto con las declaraciones de organismos regionales y nacionales, han
surgido numerosas acciones que, dentro del conglomerado universitario argentino, pretenden
profundizar el involucramiento de la universidad con la resolución de problemas socialmente
1
Para citación de este artículo: Erreguerena, Fabio (2020). Las Prácticas Sociales Educativas en la Universidad Pública:
una propuesta de definición y esbozo de coordenadas teóricas y metodológicas. En Revista Masquedós Nº 5, Año 5.
Secretaría de Extensión UNICEN. Tandil, Argentina.
2
Fabio Erreguerena es sociólogo, especialista en educación y promoción de la salud y Doctor en Ciencias Sociales
(mención sociología) de la Universidad Nacional de Cuyo. Se desempeñó como Secretario de Bienestar Universitario
(2002-2008) y Secretario de Extensión Universitaria (2008-2014) de la UNCuyo. Fue coordinador nacional de la Red de
Bienestar Universitario (REDBIEN) y miembro del comité ejecutivo de la Red Nacional de Extensión Universitaria
(REXUNI), ambas pertenecientes al Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Sus investigaciones han estado orientadas
a indagar sobre las relaciones Estado/Universidad en la Argentina; el gobierno universitario y las características del
compromiso social universitario. Publicó, entre otros, el libro “El poder de los rectores en la política universitaria
Argentina (1985-2015)” (Prometeo Libros, Buenos Aires, 2017). Actualmente es profesor titular efectivo de las materias
Sociología Política y Prácticas Sociales Educativas, ambas correspondientes al 4to año de la carrera de Sociología de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo. Dirige el proyecto de investigación SECTYP
(tipo 4) 2019-2022 “El conocimiento producido por las universidades latinoamericanas: nuevos indicadores para medir
la circulación regional”.
relevantes. Es así como numerosas universidades nacionales han avanzado en experiencias de
reformas curriculares para introducir espacios pedagógicos que vinculen problemas sociales con
diversas herramientas y contenidos disciplinares. Con distintos formatos (trayectos transversales,
espacios de formación integrales, materias específicas, contenidos dentro de materias varias) y
denominaciones varias (prácticas sociales educativas, prácticas socioeducativas, prácticas socio-
comunitarias, etc.) todas tienen por objeto promover la articulación del diseño académico con el
compromiso social de la universidad. En este sentido, en el presente artículo nos proponemos
analizar algunas experiencias; esbozar una definición y proponer un marco teórico y metodológico
para las prácticas sociales educativas (en adelante PSE), con el objeto de estimular su desarrollo y
presencia en la universidad pública argentina.
Pensar los fundamentos de espacios curriculares como las PSE nos remite a múltiples y variadas
experiencias y razones. No obstante, a pesar de los riesgos de exclusión de todo recorte, podemos
resumirlos en dos grandes ejes de argumentación: el modelo de universidad que anhelamos para
nuestras sociedades y la potencia pedagógica y humanizadora de la educación en conjunto con
movimientos, actores y organizaciones sociales. Respecto al modelo de universidad deseado, las
PSE tienen la potencialidad de coadyuvar a la defensa y construcción de una universidad pública
entendida como un bien público, derecho humano universal y obligación del Estado. Una
universidad que promueve la articulación de su diseño académico con la resolución de problemas
sociales relevantes, favoreciendo la formación integral y la producción social del conocimiento.
En un reciente trabajo sobre las similitudes entre las universidades latinoamericanas, Martín
Unzué concluía que las semejanzas no están tanto en los modelos institucionales (muy diversos de
hecho) sino en las “misiones comunes” que han asumido, es decir, los modos de responder a
demandas y de posicionarse ante la sociedad y el Estado. Sostiene que una de las características que
va adquiriendo la universidad latinoamericana en el siglo XX es el temprano desarrollo de un
movimiento estudiantil politizado, que se inquieta por su lugar en la universidad, pero también, y
esto es clave para pensar las PSE, por el papel de la universidad en sus sociedades. La universidad
es entendida como un motor de cambio, un impulsor de desarrollo, que debe involucrase en los
problemas sociales de su tiempo. Partiendo de este eje y considerando la significación que para
todo el continente tuvo la Reforma del 18, el autor identifica como aspectos centrales de la
universidad latinoamericana su politización, su carácter democrático y los mandatos de
exclaustración y compromiso social (Unzué, 2018). En este sentido, las PSE constituyen una de las
estrategias posibles para cristalizar el compromiso social de la universidad, uno de los rasgos
identitarios de la universidad latinoamericana, y que dichas acciones (por su carácter curricular) no
transcurran escindidas del proyecto académico y pedagógico de la institución.
Junto con la demanda de involucramiento de la universidad con los problemas de la sociedad, la
reforma del 18 expresó también un descontento generalizado con la forma de enseñar, sus
contenidos y el esquema pedagógico de la época. Ello nos remite al segundo eje de nuestra
fundamentación: pensar las PSE como una de las estrategias para la renovación pedagógica que nos
exige la educación de hoy. La potencia pedagógica del trabajo en ámbitos distintos del aula
tradicional, en conjunto con movimientos, actores y organizaciones sociales, es una experiencia que
venimos presenciando y confirmando los/as que de distintas maneras estamos involucrados con las
PSE. Junto con la carga humanizadora, en términos de sensibilización y solidaridad, esta energía
impacta en la forma de entender los contenidos disciplinares (teóricos y metodológicos), los cuales
precisan constantes revisiones, actualizaciones y críticas para adecuarlos al trabajo descentrado que
propone el territorio3. Como sostienen Tommasino y Rodríguez, es en el territorio donde se
redimensionan las relaciones de poder-saber entre los actores del proceso educativo,
problematizando el rol docente, en el sentido que frecuentemente demanda explicaciones que no
están contextualizadas o encuadradas en el currículo. Estas situaciones usualmente descentran los
roles, que pasan a intercambiarse, incluyendo a los movimientos, actores y organizaciones sociales
como educadores de temas y problemas que conocen directamente, generando formas de
relacionamiento novedosas respecto al modelo áulico tradicional, donde los roles presentan una
alta rigidez (Tommasino y Rodríguez, 2010). En este horizonte democratizador de la enseñanza, y
como sostiene Arturo Andrés Roig, el educando es sujeto y no objeto de la educación y el contexto
social, su complejidad, constituye un elemento educativo imprescindible (Roig, 1998).
3 Conviene aquí recordar la precisión hecha por Bernardo Manzano Fernández acerca que el territorio es “el espacio
apropiado por una determinada relación social que lo produce y lo mantiene a partir de una forma de poder”. Si bien el
territorio es un espacio socialmente ordenado, no deja de ser un espacio de conflictividad ya que presupone una disputa
por la definición de ese orden y por el control que los grupos sociales tienen sobre él (Manzano Fernández, 2017).
sentido, refiriéndonos al campo universitario, cabe mencionar las definiciones del Consejo
Interuniversitario Nacional (CIN), contenidas en los Acuerdos Plenarios 682/2008, 711/2009 y
811/2012, promoviendo, como estrategia de inserción curricular de la extensión, a las PSE. En la
misma línea, sin pretender hacer un listado exhaustivo, cabe mencionar algunos antecedentes de
las PSE en el conjunto universitario4:
✓ Universidad Nacional de Río Cuarto: una de las primeras universidades del país en avanzar
en la curricularización de las “Prácticas Socio-comunitarias” (Resolución 322/2009 Consejo
Superior). Fue distinguida con el Premio Presidencial “Prácticas Educativas Solidarias en
Educación Superior 2010” del Ministerio de Educación de la Nación.
4 Para la descripción de los antecedentes de las PSE a nivel nacional nos hemos basado, fundamentalmente, en: Cecchi,
N.; Pérez, D. y Sanllorenti, P. (2013). Compromiso Social Universitario. De la universidad posible a la universidad
necesaria. Buenos Aires, Argentina: IEC–CONADU.
✓ Universidad Nacional de Mar del Plata: si bien las primeras experiencias comenzaron en
2005, el Seminario de Prácticas Profesionales Comunitarias se puso en marcha en el año
2008 en el ámbito de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Ordenanza de Consejo
Académico 1211/2009). Se trata de un Seminario curricular, cuatrimestral, obligatorio para
los estudiantes las carreras de Contador Público, Licenciado en Administración, Licenciado
en Economía y Licenciado en Turismo. En el año 2011, el Consejo Superior de la UN de Mar
del Plata aprobó la inclusión curricular de las Prácticas Socio Educativas o denominación
equivalente para todas las carreras de grado y pregrado de toda la Universidad (Ordenanza
1747/2011 CS).
✓ Universidad Nacional de Quilmes: dicha Universidad posee, desde 2010 y transversal a todas
las carreras del departamento de Ciencias Sociales, un espacio de formación integral
denominado “Seminario de Investigación/Seminario de Extensión” con una carga horaria de
90 horas.
✓ Universidad Nacional del Centro: a partir de la reflexión iniciada en 2013, y con un trabajo
articulado entre las áreas de extensión y académica, el Consejo superior de la UNICEN creó,
en 2018, el “Sistema de Prácticas Socioeducativas”. En su reglamentación, definen a las
prácticas socioeducativas como “estrategias institucionalizadas y sistemáticas de enseñanza
y de aprendizaje con problemáticas reales, en contextos también reales…” organizadas en
relación estrecha con contenidos y estrategias previstas en la formación curricular (Res
7381/2018 C. Superior).
✓ Universidad Autónoma de Entre Ríos: pocos meses atrás esta universidad aprobó la creación
de las Prácticas Educativas Territoriales (PET), estableciendo que cada unidad académica
definirá sus modalidades y características de implementación (Ord 129/2019 C Superior).
✓ Universidad de la República (Uruguay): desde 2009 se han puesto en marcha los Espacios de
Formación Integral (EFI), los cuales constituyen una de las experiencias más avanzadas de
involucramiento de la problemática social en el currículo de la región. Los EFI conforman
ámbitos para la promoción de prácticas integrales, favoreciendo la articulación entre las
funciones sustantivas de la universidad, promoviendo el pensamiento crítico y la autonomía
de los sujetos involucrados. Son dispositivos flexibles e interdisciplinarios, conformados a
partir de múltiples experiencias educativas: prácticas, cursos, talleres, pasantías, proyectos
de extensión y/o investigación, asumiendo diferentes formas de reconocimiento curricular
según las características de cada propuesta.
5 Para la definición de Prácticas Sociales Educativas, sus características y diferencias con otras actividades educativas
en territorio, nos hemos basado, fundamentalmente, en el texto de: Bauzá, J.; Buj, C.; Defacci, A.; Erreguerena F.;
Fernández, M.; Navarro, F. y Siarri, G. Prácticas Sociales Educativas. Módulo 2 del programa de capacitación docente
para la implementación de los “Lineamientos y ejes para la creación y actualización de carreras de grado y pregrado de
la UNCuyo”. Mendoza, Secretaría Académica de la UNCuyo.
-enseñanza, investigación y extensión- procuran un espacio específico de formación integral,
promoviendo que el compromiso social universitario no se realice escindido del acto educativo y del
proyecto pedagógico de la universidad” (Bauzá et al., 2018).
En el trabajo citado, proponemos cinco características que, a nuestro entender, dan a las PSE su
especificidad, diferenciándolas de otras acciones educativas en territorio. A saber:
✓ Diferencia con las prácticas preprofesionales: tanto las PSE como las prácticas
preprofesionales son formas de aprendizaje basadas en la experiencia, realizadas
mayoritariamente fuera del ámbito áulico. No obstante, mantienen diferencias en los
objetivos que cada una persigue. El objetivo central de las prácticas preprofesionales
(aunque no excluyente) es la formación y perfeccionamiento técnico individual del
estudiante, mientras que el objetivo de las PSE es tanto la formación técnica individual como
el involucramiento con problemáticas sociales que han sido identificadas por la comunidad
como relevantes. Las PSE pretenden, junto con la adquisición de herramientas para su
actividad laboral, el involucramiento de los estudiantes con la realidad social, promoviendo
un egresado con espíritu crítico, comprometido con su comunidad y entorno social.
Mas allá de las diferencias mencionadas, las PSE, las prácticas preprofesionales, los programas y
proyectos de Extensión Universitaria y los Voluntariados comparten objetivos y tradiciones similares
y constituyen distintas estrategias, igualmente válidas, de implementación del compromiso social
universitario (Bauzá et al., 2018).
c) Intención de integralidad
Las Prácticas Sociales Educativas tienen el potencial de constituir un espacio pedagógico
permeable para la generación de Prácticas Educativas Integrales. Este tipo de prácticas implican un
tipo particular de articulación entre los procesos de docencia, investigación y extensión, incluyendo
necesariamente un abordaje interdisciplinario, una relación dialógica y crítica entre los actores
vinculados, como así también interacción entre los saberes académicos y populares. Como sostiene
Humberto Tommasino, la articulación de funciones no implica la dilución de estas sino una relación
distinta con el modo de vincularnos, acceder y generar conocimientos. El desarrollo de las prácticas
integrales se fundamenta en la necesidad de superar el modelo de enseñanza universitaria
tradicional profesionalista, retórico y fragmentador (de las funciones universitarias, de la realidad,
del conocimiento, del ser humano). Las experiencias educativas en terreno posibilitan procesos que
interpelan los conocimientos adquiridos en las aulas y posibilitan su mejor internalización, al
vincular a los estudiantes con problemáticas sociales de su tiempo y contexto, en conjunto con las
comunidades que las viven (Tommasino, 2011; Tommasino Y Stevenazzi; 2016).
Con lo anteriormente expuesto no debe entenderse que las Prácticas Sociales Educativas
constituyan, de hecho, un espacio consumado de prácticas educativas integrales. Queremos
resaltar las condiciones, oportunidad y potencialidad que ellas tienen para avanzar en esa dirección.
Por ello, atendiendo a las limitaciones estructurales que en general presentan los espacios
educativos destinados a las PSE (restringida carga horaria, débil peso específico en el plan de
estudios, etc.), es que optamos hablar de “Intencionalidad integral” (GONZÁLEZ; GRABINO Y
SANTOS, 2017), entendiendo que la integralidad es un proceso de largo aliento y que hacia allí
pretendemos ir. Esto no significa la resignación o abandono de la búsqueda de generación de un
espacio de práctica educativa integral, sino el entendimiento de mayores exigencias objetivas y
subjetivas (recursos, temporalidad, formación, apuesta institucional, etc.) para la consecución de
las practicas integrales. Es esta búsqueda, esta intención de avanzar hacia la integración de las
distintas funciones de la universidad, y la riqueza educativa que ella contiene, la que debe enhebrar
y dar sentido al enfoque del trabajo docente y al desarrollo general de las PSE.
d) Metodologías participativas como llaves para el camino dialógico
Hay un consenso, aparentemente unánime entre los actores universitarios que frecuentemente
trabajan en territorio, respecto a la necesidad de la simetría entre la universidad y las distintas
expresiones organizativas de los sectores subalternos, incluyendo sus epistemologías y formas de
organizar el mundo. Consenso que incluye la equivalencia entre los saberes académicos y populares.
Pero, nos preguntamos: ¿es un consenso real? ¿O solo un consenso teórico? ¿se expresa también en
nuestras prácticas individuales e institucionales? Ese consenso respecto a la relación dialógica y
horizontal con los movimientos, actores y organizaciones sociales ¿Está realmente contenido en el
proyecto pedagógico-institucional? ¿la universidad efectivamente se corre del lugar, históricamente
defendido, de ser la institución que tiene el monopolio de la producción del saber legítimo de la
sociedad? ¿Existe, a nivel real e institucional (no solo en determinados programas, proyectos y
espacios curriculares), una valorización de la multiplicidad de saberes existentes que permiten dar
cuenta de la complejidad del mundo? Creemos que no, que el consenso teórico se impone sobre lo
que sucede en las prácticas, más allá de las buenas intenciones y los avances en los últimos años. Por
ello, resulta clave el acuerdo sobre las metodologías que sustentarán las relaciones de este espacio
curricular, sus docentes y estudiantes, con diversos actores sociales.
A partir de nuestra experiencia y la literatura disponible en la temática6, proponemos cuatro
momentos que, en términos ideales, deberían contemplar la ejecución de los planes de trabajo de
las PSE en territorio:
6 Las fases o momentos están basados en la propuesta de Michel Thiollent (1988) y María teresa Sirvent (2012).
- Mapeo de problemas (ejes magnitud y viabilidad).
- Árbol de problemas (priorización).
✓ Fase de investigación y abordaje teórico de los problemas: una vez identificados los
problemas prioritarios posibles de abordar por las PSE es necesario dar densidad teórica a
los temas a trabajar en conjunto con la comunidad. Para ello será preciso:
- Profundizar el diagnóstico iniciado en la etapa anterior, completando los datos recogidos
y disponibles y con ello posibilitando la descripción y conceptualización de la problemática
social que aborda la organización; identificación de las políticas sociales presentes en la
comunidad y el marco estructural donde se desenvuelve la organización.
- Indagación y discusión sobre los distintos enfoques y marcos teóricos disponibles sobre
la problemática, explicitando los acuerdos y desacuerdos. Para ello será preciso la indagación
sobre la bibliografía disponible, trabajos anteriores realizados por otros grupos y
experiencias de la comunidad.
Esta etapa, normalmente poco desarrollada en la ejecución de las PSE, es clave para la
co-construcción de conocimientos y la formación teórica y política de los /as involucrados/as
en las PSE, tanto del espacio universitario como de la comunidad.
Técnicas sugeridas:
- Seminarios.
- Talleres.
A modo de cierre
Con las lógicas reformulaciones y adaptaciones para los distintos espacios específicos donde
transcurran, y el marco institucional, político y social donde se desarrollan, las PSE constituyen uno
de los dispositivos pedagógicos posibles para colaborar en la cristalización del compromiso social
universitario, uno de los rasgos identitarios de la Universidad latinoamericana. Con las limitaciones
propias de su peso específico en la malla curricular, tienen la potencialidad de realizar diversos
aportes a la dinámica pedagógica tradicional, entre otros:
✓ Acceder a espacios “no áulicos” como escenarios de aprendizaje. Estos espacios favorecen la
circulación de la palabra, el intercambio de roles y vivir la complejidad de la realidad.
✓ Generar un espacio concreto donde, en diálogo horizontal con los movimientos y
organizaciones sociales, poder articular contenidos disciplinares pertinentes con la resolución
de problemas sociales relevantes, fomentando una actitud de trabajo interdisciplinaria.
✓ Aportar a formar ciudadanos críticos, solidarios, comprometidos con su realidad social, sin
que ello sea en desmedro de acceder a las mejores herramientas teóricas y metodológicas.
✓ Reflexionar críticamente sobre contenidos de los espacios curriculares que la disciplina les ha
aportado, pudiendo hacer contribuciones que ayuden a mejorar la enseñanza y el diseño
académico, registrando temas y áreas de vacancia en su formación.
✓ Analizar críticamente las representaciones sociales sobre las distintas problemáticas
potencialmente presentes en el contexto de desarrollo de las PSE (Estado, Derechos, pobreza,
marginalidad, género, violencia).
✓ Diferenciar, valorar y reconocer los tiempos académicos y los tiempos de la comunidad.
✓ Acompañar el fortalecimiento de procesos de organización, cohesión social y autonomía de
sectores sociales postergados, vinculando críticamente el saber académico con el saber
popular.
En el presente trabajo, como aporte a una temática en pleno desarrollo, buscábamos explicitar
los ejes centrales del enfoque epistemológico, pedagógico, político y metodológico que
proponemos como núcleo central de la perspectiva y abordaje para las PSE. En este sentido, los
presupuestos teóricos, metodológicos, políticos y pedagógicos contenidos en la tradición
latinoamericana de Educación Popular; los presupuestos epistemológicos del diálogo y ecología
de saberes; la búsqueda de integración de las funciones sustantivas de la universidad y la
metodología participativa en territorio propuesta, componen el núcleo central mencionado, todo
ello con la profunda convicción que la forma de producir y democratizar el conocimiento incide en
la factibilidad, sentido y direccionalidad de los procesos de transformación de la sociedad.
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