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Disposiciones de personalidad

a lo largo del tiempo: estabilidad,


cambio y congruencia
Cuestiones conceptuales: desarrollo, estabilidad, cambio y congruencia
de la personalidad
¿A qué se refiere el desarrollo de la personalidad?
Estabilidad del orden de los rasgos
Estabilidad del nivel promedio de sus rasgos
Congruencia de la personalidad
Cambios de la personalidad

Nivel de la población
Nivel de diferencias entre grupos
Nivel de las diferencias individuales

Estabilidad del temperamento durante la infancia


Estabilidad durante la niñez
Estabilidad del orden de los rasgos en la adultez
Estabilidad del nivel promedio en la adultez

Cambios en la autoestima de la adolescencia a la adultez


Flexibilidad e impulsividad
Autonomía, dominación, liderazgo y ambición
Búsqueda de sensaciones
Feminidad
Competencia
Independencia y roles tradicionales
Cambios de la personalidad entre cohortes: asertividad de las mujeres en respuesta a los
cambios en la posición y roles sociales

Congruencia de la personalidad a lo largo del tiempo: La predicción


de resultados relevantes desde el punto de vista social
Estabilidad matrimonial, satisfacción matrimonial y divorcio
Alcoholismo y perturbación emocional
Educación, logros académicos y abandono de los estudios
Predicción del cambio de la personalidad

R esu m en y e v a l h u m
T érm in o s clave
EL D O MI N I O D I S P O S I C I O N A L

P..M... iense en sus días en la secundaria. ¿Puede recordar cómo era entonces? Tra­
te de recordar lo que le interesaba más, cómo pasaba su tiempo, qué cosas valoraba más
y eran más importantes para usted en esa época de su vida. Si es como la mayoría de
la gente, es probable que sienta que, en muchos aspectos, es una persona diferente aho­
A un cuando las personas
cambian y se desarrollan
conforme envejecen, cada
persona aún tiene un senti­
do de sí misma como la
misma persona, el mismo
“yo", año con año. Como
ra de lo que era en la secundaria. Es probable que sus intereses hayan cambiado. Dife­
rentes cosas pueden ser importantes para usted ahora. Es probable que sus actitudes veremos en este capítulo so­
acerca de la escuela, la familia y las relaciones hayan cambiado al menos un poco. Qui­ bre desarrollo, cuando se
zá ahora sea más maduro, más articulado y tenga una visión más experimentada del trata de la personalidad, al­
mundo que lo rodea. gunas cosas cambian y al­
Mientras piensa cómo era entonces y cómo es ahora, es probable que también gunas cosas permanecen
sienta que hay un núcleo de “usted” que sigue siendo en esencia el mismo a través de iguales.
los años. Una vez más, si usted es como la mayoría de la gente, tiene un sentido de una
parte perdurable de usted, una sensación de que “en realidad” es la misma persona aho­
ra que entonces. Por supuesto, usted tiene más años, es más experimentado y más ma­
duro. Pero ciertas cualidades internas parecen las mismas a lo largo de estos años. Las
personas que lo conocieron entonces lo reconocerían ahora. Y de seguro siente que us­
ted es la “misma persona” en ciertos aspectos esenciales.
En este capítulo, abordaremos estos temas y otros relacionados, las continuidades
psicológicas y los cambios en el tiempo, los cuales definen el tema del desarrollo de la
personalidad. Cuando se trata de la personalidad, un dicho común es “Algunas cosas
cambian; algunas cosas permanecen igual”. En este capítulo expondremos la forma en
que piensan los psicólogos acerca del desarrollo de la personalidad, enfocándose prin­
cipalmente en los rasgos o disposiciones de la personalidad.
Parte ll.vo El dominio disposiciona!

acerca de la estabilidad de la personalidad en el tiempo y explora lo que significa decir que la


personalidad ha cambiado.

¿A qué se refiere el desarrollo de la personalidad?


El desarrollo de la personalidad puede definirse como las continuidades, consistencias y es­
tabilidades de las personas a lo largo del tiempo e incluye también las formas en que las per­
sonas cambian en el tiempo. Cada una de estas dos facetas, estabilidad y cambio, requieren
definiciones y calificativos. Hay muchas formas de estabilidad de la personalidad y, de mane­
ra correspondiente, muchas formas de cambio de la personalidad. Las tres formas más impor­
tantes de estabilidad son la estabilidad del orden de los rasgos, la estabilidad del nivel medio
de los rasgos y la congruencia de la personalidad. Expondremos cada una de éstas a su vez.
Luego examinaremos el cambio de la personalidad.

La estabilidad del orden de los rasgos es el mantenimiento de la posición individual dentro


de un grupo. Entre los 14 y 20 años de edad, la mayoría de las personas se vuelven más altas,
pero el orden de las estaturas tiende a permanecer bastante estable porque esta forma de de­
sarrollo afecta a todas las personas casi del mismo modo, agregando unos cuantos centíme­
tros a todos. Las personas altas a los 14 años por lo general caen hacia el extremo alto de la

Ejercicio
Para ilustrar la frase “Algunas cosas cambian; algunas cosas permanecen igual”, considere el pe­
riodo justo antes del bachillerato (sus años de secundaria) y compárelos con el periodo justo des­
pués del bachillerato; de manera típica, sus años universitarios. Identifique tres características
que hayan cambiado en forma notable durante ese periodo. Estas características podrían ser sus
intereses, sus actitudes, sus valores y lo que le gustaría hacer con su tiempo. Luego enumere tres
características suyas que no hayan cambiado. Una vez más, estas características podrían reflejar
ciertos rasgos de su personalidad, sus intereses, sus valores o incluso sus actitudes respecto a di­
versos temas. Escríbalos en el siguiente formato:

Cómo era en Cómo era después


la secundaria: del bachillerato:

Características 1 ._________ 1. _________


que han cambiado 2 ._________ 2. _________
3 ._________ 3. _________

Características que 1.
no han cambiado 2.
3.
('APfrrLO Cinco Disposiciones de personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, ('■ambio v congruencia 129

distribución a los 20 años de edad. Lo mismo puede aplicarse a los rasgos de la personalidad.
Si las personas tienden a mantener sus posiciones en dominación o extraversión en relación
con otros miembros de su grupo a lo largo del tiempo, entonces hay una estabilidad de orden
del rasgo alto para esa característica de personalidad. Por el contrario, si las personas no man­
tienen su orden del rasgo, si los sumisos se levantan y derrocan a los dominantes, por ejem­
plo, entonces el grupo exhibe inestabilidad del orden del rasgo, o cambio del orden del rasgo.

Estabilidad del nivel promedio de sus rasgos


Otra clase de estabilidad de la personalidad es la constancia del nivel, o estabilidad del nivel
promedio del rasgo. Considere la orientación política como un ejemplo. Si el nivel prome­
dio de liberalismo o conservadurismo en una población permanece igual con el aumento de
edad, la población exhibe una estabilidad del promedio alto en esa característica. Si cambia el
grado promedio de orientación política, por ejemplo, si las personas tienden como grupo a ser
cada vez más conservadoras conforme aumentan de edad, entonces esa población exhibe un
cambio del promedio del rasgo.

Una forma más compleja del desarrollo de la personalidad implica cambios en las manifesta­
ciones de un rasgo. Considere el rasgo de la dominación. Suponga que las personas que son
dominantes a los ocho años de edad son las mimas personas que son dominantes a los 20. Sin
embargo, los niños de ocho años de edad manifiestan su dominación mostrando brusquedad
en el juego rudo, llamando a sus rivales “maricas” e insistiendo en monopolizar los juegos de
video. A los 20 años de edad, manifiestan su dominación persuadiendo a otros de aceptar sus
opiniones en discusiones políticas, pedirle con audacia a alguien una cita y eligiendo el res­
taurante en que comerá el grupo.
Esta forma de desarrollo de la personalidad, mantener el orden del rasgo con relación a
otros individuos pero cambiando las manifestaciones del rasgo, se llama congruencia de la
personalidad. Note que esta forma de congruencia de la personalidad no requiere que las ma­
nifestaciones conductuales precisas de un rasgo permanezcan igual. En efecto, las manifesta­
ciones pueden ser tan diferentes que de manera literal no hay superposición entre los ocho y
los veinte años de edad. Todas las manifestaciones del acto han cambiado, pero algo esencial
ha permanecido igual, el nivel global de actos dominantes. Por tanto, la congruencia de la per-

La manifestación de desa-
gradabilidad puede diferir
a lo largo de la vida, va­
riando desde berrinches en
la infancia hasta discutir
en exceso y tener mal genio
en la adultez. A un cuando
los comportamientos son
diferentes en distintas eda­
des, no obstante expresan
el mismo rasgo subyacente.
Esta clase de consistencia
se llama congruencia de la
personalidad.
130 Parie Uso El dominio disposicional

Un acercamiento detallado Un caso de estabilidad de la personalidad


M ohandas Karamchan Gandhi nació en ley británica que prohibía a los in­
1869 en una familia de medios modestos en dios hacer su propia sal. Comenzó
India. Su madre era religiosa devota e im­ con unos cuantos de sus seguido­
presionó al joven M ohandas con sus creen­ res en una marcha a la costa de In­
cias y prácticas. La familia Gandhi no sólo dia, que pretendía hacer sal del
practicaba el hinduismo tradicional sino agua de mar. Para cuando Gandhi
también practicaba cánticos budistas, leían llegó al mar, varios miles de perso­
el Corán, recitaban versos del zoroastrismo nas se habían unido a él en este a c ­
e incluso cantaban himnos cristianos tradi­ to de desobediencia civil. Para este
cionales. El joven M ohandas desarrolló una momento, los ingleses habían en­
filosofía de la vida personal que lo llevó a carcelado a más de 60 000 hindúes
renunciar a todos los deseos personales y a por desobediencia a la ley británi­
dedicarse al servicio del prójimo. ca. Las cá rce les de India estaban
Después de estudiar leyes en Ingla­ llenas a rebosar con nativos pues­
terra, y de unos cuantos años de práctica tos ahí por gobernantes extranje­
en Sudáfrica, Gandhi regresó a India. En ros por violar leyes extranjeras. Los
esa época, India estaba bajo el dominio gobernantes ingleses llegaron a
británico y la mayoría de los hindúes re­ sentir al final algo de desconcierto
sentían la opresión de sus gobernantes y vergüenza por esta situación. A n ­
coloniales. Gandhi se dedicó al ideal de la te los ojos del mundo, este hombre
autonomía hindú y a la libertad de la opre­ débil Gandhi y sus seguidores no
sión británica. Cuando los ingleses de ci­ violentos estaban sacudiendo los
dieron tom ar las huellas dactilares de cim ientos del Imperio Británico en
todos los hindúes, por ejemplo, Gandhi tu­ India.
vo una idea a la que llamó resistencia pa­ Gandhi no era un funcionario Mahatma Gandhi vivió en un período tumul-
siva: alentó a todos los hindúes para que del gobierno hindú, ni fue elegido tuoso y dirigió una de las revoluciones sociales
tan sólo se rehusaran a ir a tomarse las nunca para ningún cargo público.
más grandes en la historia humana. A pesar de
huellas dactilares. Durante el periodo de l\lo obstante, los in gleses com en­
1919-1922, Gandhi dirigió huelgas y boicots zaron n e g ocia cion e s con él para las condiciones cambiantes de su vida, su perso­
amplios pero no violentos en toda India. liberar a India del dominio inglés. nalidad permaneció estable de manera notable.
Coordinó cam pañas de no cooperación Durante las negociaciones, los in­
Por ejemplo, practicó la abnegación y la auto­
pacífica con cada inglés; exhortó a los hin­ gleses jugaron rudo y encarcelaron
dúes a no enviar a sus hijos a las escuelas a Gandhi. Los hindúes se m anifes­
suficiencia a lo largo de toda su vida adulta,
dirigidas por los ingleses, a no participar taron y casi mil de ellos fueron a se ­ prefiriendo un simple taparrabos y chal al traje
en los tribunales, incluso a no adoptar el sinados por los ingleses, trayendo y corbata usados por la mayoría de los líderes
idioma inglés. En su frustración, los solda­ de nuevo la vergüenza sobre los
de las grandes naciones del mundo.
dos ingleses a ve ce s atacaban a las multi­ gobernantes coloniales a los ojos
tudes de hindúes en boicot o huelga, y del mundo. Gandhi fue liberado al tado por millones de personas, quienes es­
muchos fueron asesinados, pero otros se fin y unos cuantos años después, en 1947, tuvieron fe lice s de poner su vida en sus
apresuraban a ocupar sus lugares. El pue­ Inglaterra concedió a India su indepen­ manos. En su vida, fue uno de los líderes
blo de India amaba tanto a Gandhi que lo dencia. El liderazgo de Gandhi de la re sis­ más influyentes en el mundo. Sus ideas
seguían en grandes grupos, registrando te n cia no violenta y el pacifism o no han influido las luchas de muchos grupos
todo lo que hacía y decía. A l final, este re­ cooperativo obligó a los británicos más oprimidos desde entonces. Cualquier líder
gistro continuo de sus palabras y actos lle­ poderosos a renunciar a su dominio co lo ­ que ha exhortado a su pueblo a adoptar un
nó más de 90 volúm enes con el relato de nial de India. activism o no violento y a estar dispuestos
su vida. Se convirtió en una leyenda vi­ Durante su vida adulta, Gandhi se a aceptar el castigo por la desobediencia
viente, y la gente se refería a él como M a- convirtió en el líder popular de una de las civil está siguiendo el ejemplo de Gandhi.
ha Atma, o Alm a Grande. En la actualidad naciones más grandes del mundo. N ego­ Los líderes revolucionarios subsiguientes
lo conocem os como Mahatma Gandhi. ció una transición en su mayor parte p ací­ han reconocido haber aprendido mucho
En 1930, Gandhi dirigió al pueblo fica del dominio británico a la autonomía de él, incluyendo a Lech W alesa, M artin
hindú en una resistencia no violenta a la del pueblo de India. Fue admirado y respe­ Luther King, Jr., y Nelson M andela.
Capítulo Cinco Disposiciones de personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia.

En 1948, un asesino le disparó tres Aun cuando Gandhi se volvió el laba en una rueca por una hora o dos. Lue­
balas a Gandhi a quemarropa. El asesino "Padre de India", en esencia siguió siendo go usaba el hilo en hacer tela para sus
era un fanático hindú que creía que Gan­ la misma persona durante su vida adulta. propias ropas y para las ropas de sus se ­
dhi debia haber usado su posición para pre- Aunque es uno de los más grandes líderes guidores. Practicaba la abnegación y la
d ica re l odio a los musulmanes de India. En que ha conocido el mundo, este hombre autosuficiencia que aprendió al principio
su lugar Gandhi predicaba la tolerancia y enjuto de piel morena de manera típica só­ de su vida. De diversa manera, su perso­
la confianza, exhortando a musulmanes e lo usaba un taparrabo blanco y un chal de nalidad fue estable de forma notable du­
hindúes a participar juntos en la nueva na­ tela común. Cada día de su vida, se lavaba rante su vida, aun cuando estuvo en el
ción de India. Este hombre de lo más no con cenizas en lugar de usar un jabón co s­ centro de una de las revoluciones socia le s
violento y tolerante se volvió una víctima toso, y se rasuraba con una vieja navaja más tum ultuosas de la historia.
de la violencia irracional, la cual la historia recta simple en lugar de con navajas más
muestra con demasiada frecu encia que costosas. Limpiaba su propia casa y barría
surge de la intolerancia religiosa. su patio casi todos los días. Cada tarde hi­

sonalidad incluye tanto elementos de continuidad como elementos de cambio; continuidad en


el rasgo subyacente pero cambio en la manifestación exterior de ese rasgo.

La noción de desarrollo de la personalidad en el sentido de cambio a lo largo del tiempo tam­


bién requiere explicación. Para comenzar, no todo cambio se debe al desarrollo. Por ejem­
plo, si camina de un salón de clases a otro, su relación con los alrededores ha cambiado. Pero
en este caso no hablamos de su “desarrollo”, ya que el cambio es externo a usted y no per­
durable.
Y no todos los cambios internos pueden ser considerados como desarrollo. Cuando se
enferma, por ejemplo, su cuerpo sufre cambios importantes: su temperatura puede aumentar,
su nariz puede escurrirle y puede dolerle la cabeza. Pero estos cambios no constituyen desa­
rrollo, ya que éstos no duran, pronto sanará, su nariz dejará de escurrirle y volverá a la acción.
Del mismo modo, los cambios temporales en la personalidad, debidos a la ingestión de alco­
hol o fármacos, por ejemplo, no constituyen desarrollo de la misma a menos que produzcan
cambios más duraderos o permanentes en ésta.
Sin embargo, si usted se volviera de manera consistente más escrupuloso o responsable
conforme envejece, esto sería una forma de desarrollo de la personalidad. Si fuera a volverse
en forma gradual menos vigoroso conforme envejece, también sería una forma de desarrollo
de la personalidad. Y, si en forma progresiva se interesara más en la política, esto sería una
forma de desarrollo de la personalidad.
En suma, los cambios de la personalidad tienen dos cualidades definitorias. Primera, es
típico que los cambios sean internos en la persona, no sólo cambios en el medio externo, co­
mo entrar a otro salón. Segunda, los cambios son relativamente perdurables en el tiempo, más
que tan sólo temporales.

Podemos examinar la personalidad en el tiempo en tres niveles de análisis: la población en su


conjunto, las diferencias de grupo dentro de la población y las diferencias individuales dentro
de los grupos. Mientras examinamos la investigación empírica sobre el desarrollo de la per­
sonalidad, es útil tener en cuenta estos tres niveles.

Varios psicólogos de la personalidad han planteado teorías acerca de los cambios por los que
pasamos todos al navegar de la infancia a la adultez. La teoría de Freud del desarrollo psico-
Parte Uno El dominio disposicional

sexual, por ejemplo, contiene una concepción del desarrollo de la personalidad que se presu­
mía que se aplicaba a todos en el planeta. Todas las personas, según Freud, pasan por una se­
cuencia de etapas invariable, empezando con la etapa oral y terminando con la etapa genital
madura del desarrollo psicosexual (véase el capítulo 9).
Este nivel de desarrollo de la personalidad trata de los cambios y constancias que se
aplican más o menos a todos. Por ejemplo, casi todos en la población tienden a incrementar
su motivación sexual en la pubertad. Del mismo modo, hay una disminución general en los
comportamientos impulsivos y de correr riesgos conforme envejecen las personas. Es por es­
to que los seguros de automóvil disminuyen conforme aumenta la edad de las personas, debi­
do a que una persona de 30 años de edad por lo general tiene mucha menos probabilidad que
una de 16 de conducir de una manera arriesgada. Por tanto, este cambio en la impulsividad es
parte del nivel de la población del cambio de la personalidad, describiendo una tendencia ge­
neral que podría ser parte de lo que significa ser humano y pasar por la vida.

Nivel de diferencias entre grupos


Algunos cambios en el tiempo afectan distintos grupos de personas de manera diferente. Las
diferencias sexuales son un tipo de diferencias entre grupos. En la esfera del desarrollo físico,
por ejemplo, las mujeres pasan por la pubertad, en promedio, dos años antes que los hombres.
En el otro extremo de la vida, los hombres en Estados Unidos tienden a morir siete años an­
tes que las mujeres. Estas son diferencias sexuales en el desarrollo.
Pueden ocurrir diferencias sexuales análogas en la esfera del desarrollo de la personali­
dad. Como grupo, los hombres y las mujeres de pronto se desarrollan en forma diferente du­
rante la adolescencia en sus niveles promedio de toma de riesgos (los hombres desarrollan
más toma de riesgos). Los hombres y las mujeres también se desarrollan en forma diferente
en el grado en que muestran empatia hacia los demás (las mujeres desarrollan una conciencia
y comprensión más fuertes de los sentimientos de los demás). Estas formas de desarrollo de
la personalidad se ubican en forma apropiada en el nivel de las diferencias de grupo del aná­
lisis de la personalidad.
Otras diferencias de grupo incluyen diferencias culturales o étnicas. Por ejemplo, en Esta­
dos Unidos, hay una gran diferencia en la satisfacción con la imagen corporal entre las mujeres
estadounidenses de origen europeo y las mujeres afroamericanas. Las mujeres de origen euro­
peo tienden a estar, como grupo, mucho menos satisfechas con sus cuerpos que las mujeres
afroamericanas. En consecuencia, las mujeres estadounidenses de origen europeo tienen un ries­
go mucho mayor de presentar perturbaciones alimentarias, como anorexia o bulimia, compara­
das con las mujeres de otros grupos. Esta gran diferencia de grupo surge sobre todo alrededor de
la pubertad, cuando una proporción mucho mayor de mujeres blancas desarrollan sentimientos
de insatisfacción con su apariencia física, comparadas con las mujeres afroamericanas.

Nivel de las diferencias individuales


Los psicólogos de la personalidad también se enfocan en las diferencias individuales en el de­
sarrollo de la personalidad. Por ejemplo, ¿podemos predecir, con base en sus personalidades,
cuáles individuos pasarán por una crisis de la mitad de la vida? ¿Podemos predecir quién es­
tará en riesgo de una perturbación psicológica más adelante en la vida con base en medidas
de personalidad tempranas? Y quizá en forma más interesante, ¿podemos predecir cuáles in­
dividuos cambiarán con el tiempo y cuáles permanecerán iguales? Estas son cuestiones que se
ubican en el nivel de las diferencias individuales del análisis de la personalidad.

Quizá ningún asunto en el desarrollo de la personalidad se ha examinado en forma más exten­


sa que la cuestión de si los rasgos de personalidad permanecen estables a lo largo del tiempo.
Capítulo Cinco Disposiciones de personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, cambio v congruencia. 133

Algunos cambios afectan a


diferentes grupos de perso­
nas de manera diferente. Por
ejemplo, las mujeres esta­
dounidenses de ascendencia
europea tienden, como gru­
po, a estar mucho menos sa­
tisfechas con sus cuerpos en
comparación con las mujeres
afroamericanas. En conse­
cuencia, las mujeres de as­
cendencia europea tienen un
riesgo mayor de desarrollar
perturbaciones alimentarias,
como la anorexia o la buli-
mia, en comparación con las
mujeres en otros grupos.
Una razón para este enfoque es que los psicólogos de la personalidad tienden a estar interesa­
dos en lo que las personas llevan con ellas de una década de la vida a la siguiente. Esta sec­
ción examina la investigación y hallazgos sobre la estabilidad de la personalidad a lo largo de
la vida. Examinaremos primero la estabilidad en la infancia, luego exploraremos la estabili­
dad durante la niñez y por último veremos la estabilidad durante las décadas de la adultez.

Muchos padres de dos o más niños le dirán que sus hijos tienen personalidades diferentes de
manera distintiva desde el día en que nacieron. Por ejemplo, Albert Einstein, ganador del pre­
mio Nobel y padre de la física moderna, tuvo dos hijos con su primera esposa. Estos dos ni­
ños eran bastante diferentes entre sí. El mayor, Hans, estaba fascinado con los enigmas cuando
era pequeño y tenía un don para las matemáticas. Llegó a convertirse en un distinguido pro­
fesor de hidráulica en la Universidad de California en Berkeley. El menor, Eduard, disfrutaba
de la música y la literatura cuando era niño. Sin embargo, cuando era un adulto joven termi­
nó en un hospital psiquiátrico suizo, donde murió. Aunque éste es un ejemplo extremo, mu­
chos padres notan diferencias entre sus hijos, aun cuando son bebés. ¿Las intuiciones de los
padres son compatibles con la evidencia científica?
Con mucho las características de personalidad que se estudian en forma más común en
la infancia y la niñez caen bajo la categoría del temperamento. Aunque hay algo de desacuer­
do respecto a lo que significa el término, la mayoría de los investigadores definen tempera­
mento como las diferencias individuales que surgen muy temprano en la vida, que es probable
que tengan una base heredable (véase el capítulo 6) y que con frecuencia están implicadas en
comportamientos ligados con la emocionalidad o la excitabilidad.
La investigadora Mary Rothbart (1981, 1986) estudió a un grupo de bebés a diferentes
edades, comenzando a los tres meses. Examinó seis factores de temperamento, usando un ins­
trumento contestado por los cuidadores de los bebés:

1. Nivel de actividad: la actividad motora general del bebé, incluyendo movimientos de


brazos y piernas.
2. Sonrisas y risas: ¿cuánto sonríe o ríe el bebé?
3. Miedo: angustia del bebé y desgano para aproximarse a estímulos novedosos.
4. Angustia por limitaciones: la angustia del bebé cuando se le niega el alimento, cuando
lo visten, cuando está aislado o cuando se le impide el acceso a un objeto deseado.
5. Apaciguamiento: el grado en que el bebé reduce el estrés, o se calma, como resultado
de que se le tranquilice.
6. Duración de la orientación: el grado en que el niño mantiene la atención hacia obje­
tos en ausencia de cambios repentinos.

Los cuidadores, principalmente las madres, contestaron escalas basadas en el observador di­
señadas para medir estos seis aspectos del temperamento. En el cuadro 5.1 se muestran las co­
rrelaciones de los diferentes aspectos con el tiempo a lo largo de diferentes intervalos. Si
examina las correlaciones en el cuadro, notará primero que todas son positivas. Esto signifi­
ca que los bebés que tienden a obtener puntuaciones altas en un periodo en el nivel de activi­
dad, en sonreír y reír y en los otros rasgos de personalidad, también tienden a obtener
puntuaciones altas en estos rasgos en periodos posteriores.
A continuación, notará que las correlaciones en las dos filas superiores del cuadro 5.1
tienden a ser mayores que las de las cuatro filas interiores. Esto significa que el nivel de acti­
vidad y sonreír y reír tienden a mostrar niveles mayores de estabilidad en el tiempo que los
otros rasgos de personalidad.
Ahora observe que las correlaciones en las dos columnas de la extrema derecha en el
cuadro 5.1 por lo general son más altas que las de las columnas de la extrema izquierda. Es­
to sugiere que los rasgos de personalidad tienden a volverse más estables hacia el final de la
infancia (de los nueve a los 12 meses de edad), comparados con las etapas anteriores de la in­
fancia (de los tres a los seis meses de edad).
Como todos los estudios, éste tiene limitaciones. Quizá la más importante es que los
cuidadores de los bebés pueden haber desarrollado ciertas concepciones de sus bebés, y
pueden ser sus concepciones en lugar del comportamiento de los bebés lo que muestra es­
tabilidad en el tiempo. Después de todo, las correlaciones se basan en estimaciones de los
cuidadores. No obstante, estos hallazgos revelan cuatro puntos importantes. Primero, las di­
ferencias individuales estables parecen surgir muy pronto en la vida, cuando pueden ser eva­
luadas por observadores. Segundo, para la mayor parte de las variables de temperamento,
hay niveles moderados de estabilidad en el tiempo durante el primer año de vida. Tercero, la
estabilidad del temperamento tiende a ser mayor durante intervalos cortos que durante inter­
valos largos, un hallazgo que ocurre también en la adultez. Y, cuarto, el nivel de estabilidad
del temperamento tiende a incrementar conforme maduran los bebés (Goldsmith y Rothbart,
1991).

Cuadro 5.1 Correlaciones de estabilidad para escalas de temperamento


MESES

Escala 3-6 3-9 3-12 6-9 6-12 9-12

NA: nivel de actividad .58 .48 .48 .56 .60 .68

SR: sonreír y reír .55 .55 .57 .67 .72 .72

MI: miedo .27 .15 .06 .43 .37 .61

AL: angustia por lim itaciones .23 .18 .25 .57 .61 .65
oq
*
O

AP: tranquilidad .37* .41 .50 .39 .29

DO: duración de la orientación .36* .35* .11 .62 .34 .64

‘ C o rre la c io n e s b a sa d a s só lo en una cohorte.


CAPÍTULO Cuco Disposiciones de personalidad a lo latffo del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia

Estabilidad durante la niñez


Los estudios longitudinales, o el examen de los mismos grupos de individuos a lo largo del
tiempo, son costosos y difíciles de realizar. Como resultado, hay unos cuantos de estos pre­
ciados estudios a los cuales recurrir. Una excepción importante es el Estudio Longitudinal de
Block y Block, el cual inició la prueba de una muestra de más de 100 niños del área de Ber-
keley-Oakland de California cuando los niños apenas tenían tres años de edad (véase, por
ejemplo, Block y Robbins, 1993). Desde esa época, la muestra ha sido seguida y examinada
en forma repetida a las edades de cuatro, cinco, siete, once y hasta la adultez.
Una de las primeras publicaciones de este proyecto se centraba en las diferencias indi­
viduales en el nivel de actividad (Buss, Block y Block, 1980). Cuando los niños tenían tres, y
luego de nuevo a los cuatro, sus niveles de actividad se evaluaron de dos maneras. La prime­
ra fue por medio de un accionómetro, un dispositivo de registro colocado en las muñecas de
los niños durante varios periodos de juego. Los movimientos motores activaban el dispositi­
vo de registro, en esencia un reloj de pulsera de cuerda automática. De manera independien­
te, los maestros de los niños contestaron evaluaciones de su comportamiento y personalidades.
La medida conductual del nivel de actividad contenía tres reactivos que eran relevantes de ma­
nera directa: “es activo desde el punto de vista físico”, “es vital, vigoroso, activo” y “tiene un
ritmo personal rápido”. Estos reactivos fueron sumados para formar una medida total del ni­
vel de actividad observado por el maestro. Esta es una forma de conjuntar, la cual tiende a pro­
ducir un índice más confiable del nivel de actividad del que obtendría si usara cualquiera de
las preguntas de un solo reactivo de manera aislada (como se expuso en el capítulo 2). Esta
medida basada en un observador se obtuvo cuando los niños tenían tres y cuatro años de edad
y luego otra vez cuando cumplieron siete años.
En el cuadro 5.2 se muestran las correlaciones entre las medidas de los niveles de acti­
vidad, tanto a las mismas edades como a través del tiempo para evaluar la estabilidad del ni­
vel de actividad durante la niñez. Las correlaciones entre las mismas medidas obtenidas en dos
puntos diferentes en el tiempo se llaman coeficientes de estabilidad (a veces también se les
llama coeficientes de confiabilidad de test-retest). Las correlaciones entre medidas diferentes
del mismo rasgo obtenidas al mismo tiempo se llaman coeficientes de validez.
Pueden obtenerse varias conclusiones clave acerca de la validez y la estabilidad a par­
tir del cuadro 5.2. Primera, note en el cuadro 5.2 que las mediciones del nivel de actividad ba-

ACCI ONÓMETRO BASADO EN J UECES

3 años 4 años 3 años 4 años 7 años


de edad de edad de edad de edad de edad

A ccionóm etro
3 años de e d a d ............................................... .44* .61*** .56*** .19
4 años de e d a d ......................43* ... .66*** .53*** .38**

Basado en jueces
3 años de e d a d ..................... 50*** .36** ... .75*** .48***
4 años de e d a d ......................34* .48*** .51*** ... .38**
7 años de e d a d ......................35* .28* .33* .50***

*p < .05. **p < .01. * * * p < .001 (dos colas). L as c o rre la c io n e s a rrib a de la d ia go n al se b a san en da to s so b re niños, lo s que se e n c u e n ­
tran debajo de la d ia g o n al s e b a san en da to s so b re niñas.
136 Parte Uno Kl dominio disposicional

Un acercamiento detallado Pendencieros y chivos expiatorios


de la infancia a la adultez
Las diferencias individuales que surgen al vaguardarlos contra los pendencieros. Se sus maestros como pendencieros terminó
principio de la vida a veces tienen conse­ ha estimado que 10% de todos los niños teniendo condenas por delitos para cuan­
cuencias profundas, tanto para los resulta­ en edad esco lar temen a los pendencie­ do tenían 24 años de edad (Brody, 1996).
dos de la vida de los individuos como por el ros durante el día escolar, y la mayoría de M uchos de los pendencieros al parecer
impacto en el mundo social. El psicólogo los niños han sido víctim as de los penden­ permanecieron igual a lo largo de su vida.
noruego Dan Olweus ha realizado estudios cieros al menos una vez (Brody, 1996). Por desgracia, no conocem os el destino de
longitudinales de "pendencieros" y "ch i­ En un estudio longitudinal, los pen­ las víctimas, aparte de que no tendieron a
vos expiatorios" (Olweus, 1978, 1979). Los d en cieros y las víctim as fueron identifi­ involucrarse en actividades criminales.
significados de estos términos son preci­ cados por medio de nom inaciones del En un estudio reciente aplicado a
samente como suenan. Los pendencieros maestro en el sexto grado. Un año des­ 228 niños con edades entre 6 y 16 años se
son aquellos que se meten con otros niños pués, los niños asistían a diferentes e s­ encontraron diversas personalidades fas­
y los victimizan. Hacen cosas como meter­ cu e la s en otros e sce n arios, habiendo cinantes en correlación con la pendencia
les zancadillas a sus víctim as en el pasillo, hecho la transición de la escuela primaria en sus familias (Connolly y O'Moore, 2003).
empujarlos contra los casilleros, darles co­ a la secundaria. En este escenario diferen­ Un total de 115 niños fueron clasificados
dazos en el estómago, demandar el dinero te, un conjunto de maestros clasificaron a como "pendencieros" con base en sus pro­
de su almuerzo y ponerles apodos. Inclu­ los niños respecto a si eran pendencie­ pias consideraciones y con la opinión de al
so ha habido casos de pendencieros que ros, víctim as o ninguno de los dos. Los re­ menos dos compañeros de clase que así
untan excremento en sus víctim as y las sultados se muestran en el cuadro 5.3. los clasificaron. Estos 115 niños fueron
obligan a tragar leche m ezclada con deter­ Como puede verse al observar los números comparados con 115 niños de un grupo
gente de lavandería. encerrados en un círculo en la diagonal en control que no se consideran pendencieros
Aunque las víctim as, o "ch ivos ex­ el cuadro 5.3, la mayoría de los niños reci­ ni sus compañeros de clase los consideran
piatorios", no tienen ninguna ca racterísti­ bieron clasificacion es sim ilares un año así. Los niños pendencieros alcanzaron una
ca externa que parezca diferenciarlos, después, a pesar de la escuela diferente, clasificación alta en la Escala Eysenck de
tienen ciertas características psicológi­ el escenario diferente y los maestros dife­ Extraversión, Neuroticismo y Psicoticísmo
cas. Por lo común, las víctim as tienden a rentes que hicieron la clasificación. (véase capítulo 3). Los pendencieros tien­
ser ansiosas, tem erosas, inseguras y c a ­ Sin embargo, lo pendenciero pare­ den a ser más expansivos y gregarios (neu­
rentes de habilidades sociales. Son vul­ ce no detenerse en la niñez. Cuando Ol­ roticismo), e im pulsivos y sin empatia
n erab le s en lo e m ocion al y tam bién w eus hizo un seguimiento a miles de niños (psicoticismo). Además, los pendencieros,
pueden ser débiles en lo físico, lo que los desde la escuela primaria hasta la adultez, a diferencia del grupo control, expresaron
hace blancos fáciles que no se defienden. encontró continuidades m arcadas. Los ambivalencia y conflicto hacia los miem­
Las víctim as sufren de autoestima baja, pendencieros en la niñez tuvieron mayor bros de sus familias, incluso con sus her­
pierden interés en la escuela y con fre ­ probabilidad de convertirse en delincuen­ manas, hermanos y padres. Los conflictos
cuencia muestran dificultades para esta­ tes juveniles en la adolescencia y en crim i­ en el hogar aparecen vinculados a proble­
blecer o mantener amistades. Parecen nales en la adultez. Un sorprendente 65% mas ocurridos en la escuela y alcanzan un
ca re cer del apoyo socia l que podría sa l­ de los niños que fueron clasificados por grado de consistencia en otras actividades.

Cuadro 5.3 Clasificación longitudinal de !os niños en comportamientos agresivos


SÉPTI MO GRADO

Sexto grado Pendenciero Ninguno Víctima

Pendenciero ® 9 2

Ninguno 9 (200) 15

Víctima 1 10 (¡6)
Capítulo Cuíco Disposiciones de personalidad a lo lai;go del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia

sadas en el accionómetro tienen coeficientes de validez positivos y significativos con las me­
diciones del nivel de actividad basadas en un juez. El nivel de actividad en la niñez puede eva­
luarse en forma válida por medio de juicios de observación y registros de actividad de los
accionómetros. Las dos medidas se correlacionan en forma moderada en cada edad, propor­
cionando una validación cruzada de cada tipo de medida.
Segunda, observe que todas las correlaciones de las mediciones del nivel de actividad
en el cuadro 5.2 se correlacionan de manera positiva con las mediciones del nivel de activi­
dad tomadas en edades posteriores. Podemos concluir a partir de estas correlaciones que el ni­
vel de actividad muestra estabilidad moderada durante la niñez. Es probable que los niños que
son muy activos a los tres años de edad sean activos también a los cuatro y a los siete. Es pro­
bable que sus semejantes menos activos a los tres años de edad permanezcan menos activos a
los cuatro y siete.
Por último, vea que el tamaño de las correlaciones en el cuadro 5.2 tienden a disminuir
conforme aumenta el intervalo de tiempo entre las diferentes pruebas. Este hallazgo es análo­
go al hallazgo sobre la infancia hecho por Rothbart (1986). Como regla general, entre más
tiempo pase entre las mediciones, serán menores los coeficientes-de estabilidad. En otras pa­
labras, las medidas tomadas al principio de la vida pueden predecir la personalidad más tarde
en la vida, pero la predictibilidad disminuye con la duración del tiempo entre la prueba origi­
nal y el comportamiento que se está prediciendo.
Estas conclusiones generales también se aplican a las otras características de la perso­
nalidad. La agresión y la violencia han sido desde hace mucho una preocupación esencial de
nuestra sociedad. En años recientes, al menos en Estados Unidos, muchos casos de violencia
han captado la atención de todo el país. Por ejemplo, los asesinatos alarmantes cometidos por
dos estudiantes en la Columbine High School conmocionaron al país. Estos tiroteos y otros si­
milares han impulsado a muchos a preguntar: “¿Qué causa que algunos niños actúen en for­
ma tan agresiva?”
Como resultado, los psicólogos de la personalidad han realizado muchos estudios de la
agresión infantil. Dan Olweus (1979) revisó 16 estudios longitudinales de la agresión duran­
te la niñez. Los estudios variaban en forma amplia en muchos aspectos, como la edad en que
los niños fueron examinados por primera vez (de dos a 18 años de edad), la duración del in­
tervalo entre la primera prueba y la prueba final (de medio año a 18 años) y las medidas es­
pecíficas de agresión usadas (por ejemplo, estimaciones de los maestros, observación directa
y estimaciones de los compañeros).
La figura 5.1 muestra una gráfica que resume los resultados de todos estos estudios. La
gráfica describe los coeficientes de estabilidad para la agresión como una función del interva­
lo entre la primera y la última pruebas. Como se puede ver, surgen diferencias individuales
marcadas en la agresión muy temprano en la vida, de seguro ya a los tres años de edad (Ol­
weus, 1979). Los individuos retienen su estabilidad de orden del rasgo en la agresión en un
grado considerable a lo largo de los años. Y, como hemos visto con el temperamento infantil
y el nivel de actividad en la niñez, los coeficientes de estabilidad tienden a declinar conforme
se incrementa el intervalo entre los dos momentos de medición.
En suma, podemos concluir que las diferencias individuales en la personalidad surgen
muy pronto en la vida, con mayor probabilidad en la infancia para algunos rasgos y de segu­
ro para el inicio de la niñez para otros rasgos, como la agresión. Estas diferencias individua­
les tienden a ser estables en el tiempo de manera moderada, así que las personas que son altas
en un rasgo particular tienden a permanecer altas en esa dimensión. Y, por último, los coefi­
cientes de estabilidad declinan en forma gradual a lo largo del tiempo conforme aumenta la
distancia entre las pruebas.

Estabilidad del orden de los rasgos en la adultez


Se han realizado muchos estudios sobre la estabilidad de la personalidad adulta. Se han lleva­
do a cabo estudios longitudinales que abarcan hasta cuatro décadas de la vida. Además, se han
Pacte Ud El dominio disposicional

v
.00
.90
,g .80


oo .60
5 .50

03 .40
£O .30

.10
.00 X
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21

Intervalo en años

Figura 5.1
La figura muestra la estabilidad de la agresión en hombres a lo largo de diferentes intervalos. La
agresión muestra los niveles mayores de estabilidad durante intervalos cortos como de un año al si­
guiente. Sin embargo, conforme aum enta el intervalo entre pruebas, los coeficientes de correlación
declinan, lo que sugiere que la agresividad cambia más en intervalos que en intervalos cortos.

examinado muchos sectores de edad, desde los 18 años de edad hasta cohortes mayores con
un rango que llega hasta los 84 años.
En el cuadro 5.4 se muestra un resumen de estos datos, reunidos por Costa y McCrae
(1994). Este cuadro clasifica las medidas de personalidad en el modelo de los cinco factores de
los rasgos, descrito en el capítulo 3. Los intervalos entre la primera y la última evaluaciones
de la personalidad para cada muestra varían desde un mínimo de tres años de edad hasta un má­
ximo de 30 años. Los resultados produjeron una conclusión general sólida: a través de medi­
das de autorreporte de la personalidad, llevadas a cabo por diferentes investigadores, y a lo
largo de diferentes intervalos en la adultez, los rasgos de neuroticismo, extroversión, apertura,
afabilidad y escrupulosidad muestran todos niveles de moderados a altos de estabilidad. La co­
rrelación promedio a través de estos rasgos, escalas e intervalos es más o menos +.65.
Todos estos estudios se basan en autorreportes. ¿Cuáles son los coeficientes de estabili­
dad cuando se usan otras fuentes de datos? En un estudio longitudinal, con una duración de
seis años, de adultos usando evaluaciones del cónyuge, los coeficientes de estabilidad fueron
+ .83 para neuroticismo, +.77 para extroversión y + .80 para apertura (Costa y McCrae,
1988). Otro estudio usó evaluaciones de la personalidad por compañeros para estudiar la es­
tabilidad a lo largo de un intervalo de siete años. Los coeficientes de estabilidad variaron de
+ .63 a +.81 para la taxonomía de los cinco factores de la personalidad (Costa y McCrae,
1992). En suma, se encontraron niveles de estabilidad de la personalidad de moderados a al­
tos, en el sentido de diferencias individuales, ya sea que la fuente de datos sea autorreporte,
reporte del cónyuge o reporte de compañeros.
Estudios recientes continúan confirmando la estabilidad del orden de los rasgos de la
personalidad durante los años adultos. En un estudio, Richard Robins y sus colegas (Robins
et al., 2001) examinaron a 275 estudiantes universitarios durante su primer año, y de nuevo
cuatro años después en su último año. Usaron las escalas n e o - p i para medir los Cinco Gran­
des Factores. A lo largo de los cuatro años de universidad, la estabilidad del orden de catego­
ría obtenida fue: .63 para Extroversión, .60 para Afabilidad, .59 para Escrupulosidad, .53 para
Neuroticismo y .70 para Apertura, todas las cuales fueron muy significativas desde el punto
de vista estadístico. En resumen, los niveles moderados de estabilidad del orden de los rasgos
Capítulo Cinco Disposiciones de personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia

Cuadro 5.4 Coeficientes de estabilidad para escalas de personalidad


seleccionadas en muestras de adultos
Factor/Escala Intervalo r

Neuroticismo
N E 0 -P IN 6 .83
16PFQ4: Tenso 10 .67
ACL Niño adaptado 16 .66
Neuroticism o 18 .46
GZTS Estabilidad em ocional (bajo) 24 .62
M M P I Factor 30 .56
Mediana: .64
Extroversión
NE0-PI E 6 .82
16PF H; Arriesgado 10 .74
ACL Seguridad en sí mismo 16 .60
Extroversión social 18 .57
GZTS Sociabilidad 24 .68
M M P I Factor 30 .56
Mediana: .64
Apertura
NE0-PI 0 6 .83
1 6 P F 1: Compasivo 10 .54
GZTS Seriedad 24 .66
M M P I Intereses intelectuales 30 .62
Mediana: .64
Agradabilidad
N E O -P IA 3 .63
Afabilidad 18 .46
GZTS Am abilidad 24 .65
M M P I Cinismo (bajo) 30 .65
Mediana: .64
Escrupulosidad
NE0-PI C 3 .79
16PF G: Escrupulosidad 10 .48
A C L Resistencia 16 .67
Control de los impulsos 18 .46
GZTS M oderación 24 .64
Mediana: .67

Nota: El inte rvalo se da en años; to d a s la s c o rre la c io n e s de re p e tic ió n de la p ru eba so n sig n ific a tiv a s en p < .01. neo -P I = Inventario
de P e rso n a lid a d neo, acl = Lista de V e rific a c ió n de A d je tivo s, gzts = E ncue sta de Tem peram ento de G uilford Zim m erm an, m m pi = In­
v e n ta rio M u ltifá s ic o de la P e rso n a lid a d de M in n es ota .

de los Cinco Grandes Factores encontrados antes por Costa y McCrae parecen ser replicables
a lo largo de diferentes poblaciones e investigadores.
Hallazgos similares surgen para disposiciones de personalidad que no están incluidos en
forma estricta en los Cinco Grandes Factores. En un estudio metaanalítico masivo de la esta­
bilidad de la autoestima (es decir, qué tan bien sienten las personas acerca de sí mismos),
Trzesniewski, Donnellan y Robins (2003) encontraron niveles altos de continuidad a lo largo del
tiempo. En un resumen de 50 estudios publicados que incluyeron a 29 839 individuos y cua­
tro estudios nacionales grandes que incluyeron a 74 381 individuos, encontraron correlacio­
nes de estabilidad que iban desde .50 hasta .70. La forma en que sienten las personas sobre
Parte Uro El dominio dispositional

sí mismas, sus niveles de seguridad en sí mismas, parecen muy consistentes en el tiempo. Se


han obtenido hallazgos similares con medidas de orientación prosocial y empatia interperso­
nal (Eisenberg et al., 2002). En resumen, las disposiciones de personalidad, ya sean los Cin­
co Grandes Factores estándar u otras disposiciones, muestran una estabilidad de orden de los
rasgos de moderada a considerable a lo largo del tiempo en la adultez.
Los investigadores han planteado un cuestionamiento intrigante acerca de la estabilidad
del orden de los rasgos de la personalidad en el sentido de las diferencias individuales: ¿cuán­
do alcanza su máximo la consistencia de la personalidad? Es decir, ¿hay un punto en la vida
en que los rasgos de personalidad de la persona se vuelven tan firmes que no cambian mucho
con relación a los de otras personas? Para abordar esta fascinante pregunta, Roberts y DelVec-
chio (2000) realizaron un metaanálisis de 152 estudios longitudinales de la personalidad. Re­
cuerde que un metaanálisis es un conjunto de procedimientos estadísticos para descubrir
tendencias a través de un gran número de estudios empíricos independientes. La variable cla­
ve que examinaron Roberts y DelVecchio (2000) fue “consistencia de la personalidad”, la cual
se definió como la correlación entre las medidas de personalidad en el Momento 1 y el Mo­
mento 2 (por ejemplo, la correlación entre un rasgo de personalidad a los 15 años de edad y
el mismo rasgo a los 18). Sólo se incluyeron en el estudio intervalos de al menos un año.
Roberts y DelVecchio (2000) encontraron dos resultados clave cuando revisaron todos es­
tos estudios. Primero, la consistencia de la personalidad tiende a aumentar en forma escalonada
con el aumento de edad. Por ejemplo, la consistencia promedio de la personalidad durante los
años adolescentes fue +.47. Ésta saltó a +.57 durante la década de los veinte y a + .62 durante
los treinta. La consistencia de la personalidad alcanzó su máximo durante la década de los cin­
cuenta con +.75. Como concluyeron los autores, “Nuestra revisión cuantitativa de estos estu­
dios muestra que la consistencia de los rasgos aumenta en forma lineal de la infancia a la edad
media donde alcanza su máximo después de los 50 años de edad” (Roberts y DelVecchio, 2000,
p. 3). Al parecer, conforme la gente envejece, la personalidad parece “fijarse” cada vez más.

Estabilidad del nivel promedio en la adultez


El modelo de los cinco factores de la personalidad también muestra una estabilidad del nivel
promedio bastante consistente en el tiempo, como se muestra en la figura 5.2. En especial des­
pués de los 50 años de edad, de manera asombrosa hay poco cambio en el nivel promedio de
estabilidad en apertura, extroversión, neuroticismo, escrupulosidad y afabilidad.
Sin embargo, poco cambio no significa sin cambio. De hecho, hay cambios pequeños
pero consistentes en estos rasgos de personalidad, en especial durante la década de los vein­
te. Como puede verse en la figura 5.2, hay una tendencia para que la apertura, la extroversión
y el neuroticismo declinen de manera gradual con el aumento de edad hasta alrededor de los
50 años. Al mismo tiempo, la escrupulosidad y la afabilidad muestran un incremento gradual
en el tiempo. La magnitud de estos efectos de la edad no es grande. Las correlaciones entre la
edad y estos rasgos varían de un mínimo de + .09 entre edad y escrupulosidad hasta un máxi­
mo de +.17 entre edad y afabilidad. A pesar de la baja magnitud de estas correlaciones, son
notables a la luz del hecho de que los rasgos de personalidad captados por el modelo de los
cinco factores son globales.
Estudios recientes han confirmado que el nivel promedio de los rasgos de personalidad
cambian ligeramente, pero no obstante estos cambios son importantes, durante la adultez. El
cambio consistente es que las personas obtienen puntuaciones menores en neuroticismo o
afecto negativo conforme envejecen. Del primero al último año de universidad, por ejemplo,
los estudiantes muestran una disminución en neuroticismo correspondiente a más o menos una
mitad de desviación estándar (d = -.49) (Robins et al., 2001). Incluso un estudio longitudi­
nal más pequeño del primer año a 2.5 años después mostró el mismo resultado, los estudian­
tes reportaron experimentar menos afecto negativo y más afecto positivo con el tiempo
(Vaidya et al., 2002). Un estudio longitudinal de la adolescencia a la mitad de la vida encon­
tró una disminución consistente en la experiencia de Afecto Negativo: los individuos se sin-
CAPÍTULO Cinco Disposiciones de personalidad a lo largo del 1iempo: estabilidad, cambio y congruencia

a03 ;
te- 70

s 60
<
-o
o
50 3

40

30

20

Edad (años)

N = N eu roticism o , E = E xtraversión, O = A pe rtura , A = A fa bilida d, C = Escrupulosidad

Figura 5.2
La figura muestra el nivel medio de cinco rasgos a lo largo de toda la vida. Aunque las puntuaciones
promedio en cada rasgo son bastante estables en el tiempo, Apertura, Extroversión y Neuroticismo
muestran una declinación gradual de los 30 a los 50 años de edad. En contraste, Afabilidad muestra
un incremento gradual a lo largo de estas edades.

tieron menos ansiosos, menos angustiados y menos irritables conforme avanzaban hacia la
mitad de la vida (McCrae et al., 2001). Se obtuvieron hallazgos similares en un estudio lon­
gitudinal a 2 804 individuos a lo largo de 23 años; la afectividad negativa disminuyó de ma­
nera consistente conforme los participantes envejecieron (Charles, Reynolds y Gatz, 2001).
Mientras el neuroticismo y el afecto negativo declinan con la edad, las personas tam­
bién obtienen puntuaciones más altas en afabilidad y escrupulosidad conforme envejecen. Un
estudio encontró un incremento en afabilidad de casi una mitad de desviación estándar (d =
+ .44), mientras la escrupulosidad aumentó casi un cuarto de desviación estándar (d = + .27)
(Robins et al., 2001). Otros investigadores han descubierto resultados parecidos: los estudian­
tes universitarios se volvieron más afables, extrovertidos y escrupulosos del primer año a dos
y medio años después (Vaidya et al., 2002); la afabilidad y la escrupulosidad aumentan a lo
largo de la adultez inicial y media (Srivastava et al., 2003); el afecto positivo aumenta desde
los años finales de la adolescencia hasta los primeros años después de los 50 (Charles et al.,
2001). Tal vez un buen resumen de los cambios de personalidad de nivel promedio proviene
en forma directa de los investigadores longitudinales: “Los cambios de personalidad que tie­
nen lugar de la adolescencia a la adultez reflejaron un crecimiento en la dirección de una ma­
yor madurez; muchos adolescentes se vuelven más controlados y más seguros en lo social y
menos enfadados y enajenados” (Roberts, Caspi y Moffitt, 2001, p. 670).
Por último, las Cinco Grandes disposiciones de personalidad pueden cambiarse por me­
dio de la terapia. En un estudio único, Ralph Piedmont (2001) evaluó los efectos de un pro­
grama de rehabilitación de farmacodependencia para pacientes de consulta externa sobre las
disposiciones de personalidad, incluyendo por supuesto los Cinco Grandes Factores. La tera­
pia, administrada a 82 hombres y 50 mujeres durante un periodo de seis semanas, arrojó re-
Parte Uno El dominio disposicional

sultados fascinantes. Aquellos que pasaron por el programa mostraron una disminución en el
neuroticismo, y aumentos en afabilidad y escrupulosidad (d = .38). Estos cambios de perso­
nalidad se mantuvieron en gran medida en una evaluación de seguimiento 15 meses después,
aunque no en forma tan dramática (d = 28).
En resumen, aunque las disposiciones de personalidad por lo general muestran nive­
les altos de estabilidad media en el tiempo, ocurren cambios predecibles con la edad y qui­
zá también con la terapia: menor neuroticismo y afecto negativo y mayor afabilidad y
escrupulosidad.

ño
La personalidad de cada individuo es, de alguna manera, estable en el tiempo; sin embargo, de
otra, cambia a través de éste. En el presente ejercicio, puede evaluarse a sí mismo en función
de lo que lo describe ahora y cómo piensa que será en el futuro (Markus y Nurius, 1986). A con­
tinuación hay una lista de reactivos. Para cada uno, tan sólo contéstelo en una escala de uno a
siete, en la que uno significa “no me describe en absoluto” y siete significa “es una descripción
muy precisa de mí”. Dé una contestación para cada una de las dos preguntas: 1) ¿Esto me des­
cribe a mí ahora? y 2) ¿Me describirá esto en el futuro?

Reactivos Me describe Me describirá


ahora en el futuro

Es feliz
Es seguro
Es deprimido
Es perezoso
Viaja mucho
Tiene muchos amigos
Es indigente (pobre)
Es sexy
Está en buena forma
Habla bien en público
Toma sus propias decisiones
Manipula a las personas
Es poderoso
Es digno de confianza
Es insignificante ■, '
Es ofensivo

Ahora compare sus respuestas a las dos preguntas. A cualesquier reactivos a los que haya dado
las mismas respuestas indican que cree que este atributo permanecerá estable para usted en el
tiempo. Los reactivos que cambian, sin embargo, pueden reflejar las formas en que su personali­
dad cambiará en el tiempo.
Puede ver su yo posible en diversas formas, pero dos son importantes en especial. La prime­
ra pertenece al yo deseado, la persona en que desea convertirse. Algunas personas desean volver­
se más felices, más poderosas o con mejor forma física. La segunda pertenece a su yo temido, la
clase de persona en la que no desea convertirse, como pobre o rígido. ¿Cuáles aspectos de su yo
posible desea? ¿Cuáles aspectos de su yo posible teme?
CAPÍTULO C iro Disposiciones de personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia.

Cambios de la-personalidad_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Las medidas globales de rasgos de personalidad, como aquellos captados por el modelo de los
cinco factores, nos dan pistas de que la personalidad puede cambiar en el tiempo. Pero tam­
bién es cierto que los investigadores que se han centrado más en la estabilidad de la persona­
lidad por lo general no han diseñado en forma explícita estudios y medidas para evaluar el
cambio de la personalidad. Por consiguiente, es importante recordar que el conocimiento so­
bre el cambio en la personalidad es escaso.
Una razón para la carencia relativa de conocimiento acerca del cambio es que podría ha­
ber un prejuicio entre los investigadores contra buscar siquiera el cambio en la personalidad
(Helson y Stewart, 1994). Como señala Block (1971), incluso los términos usados para des­
cribir la estabilidad y el cambio están cargados con significado evaluativo. Los términos que
se refieren a la ausencia de cambio tienden a ser positivos: consistencia, estabilidad, continui­
dad y constancia parecen cosas que sería bueno tener. Por otra parte, inconsistencia, inesta­
bilidad, discontinuidad e inconstancia parecen indeseables o impredecibles.

Cambios en la autoestima de la adolescencia a la adultez


En un estudio longitudinal único, Block y Robbins (1993) examinaron la autoestima y las ca­
racterísticas de personalidad asociadas con aquellos cuya autoestima había cambiado con el
tiempo. La autoestima se definió como “el grado en que uno se percibe a sí mismo como re­
lativamente cerca de ser la persona que uno desea ser o relativamente distante de ser la clase
de persona que uno no desea ser, o ambos, con respecto a las cualidades de la persona que uno
valora en forma positiva y negativa” (Block y Robbins, 1993, p. 911). La autoestima se midió
usando una diferencia global entre una autodescripción actual y una autodescripción ideal: los
investigadores plantearon como hipótesis que entre menor fuera la discrepancia sería mayor
la autoestima. Por el contrario, entre mayor sea la discrepancia entre los yo actual e ideal, se­
rá menor la autoestima.
Los participantes fueron evaluados primero en esta medida de autoestima a los 14 años
de edad, más o menos en el primer año de bachillerato. Luego fueron evaluados de nuevo a
los 23 años, más o menos cinco años después del bachillerato. Además de las mediciones de
autoestima, los investigadores obtuvieron mediciones de personalidad en cada punto en el
tiempo.
Para la muestra en conjunto, no hubo cambio en la autoestima con el aumento de edad.
Sin embargo, cuando los hombres y las mujeres fueron examinados por separado, surgió una
tendencia asombrosa. Con el tiempo, los sexos se separaron; mientras la autoestima de los
hombres tendió a aumentar, la autoestima de las mujeres tendió a disminuir. Los hombres
tendieron, en promedio, a aumentar su autoestima más o menos en un quinto de desviación
estándar, mientras las mujeres tendieron, en promedio, a disminuir en su autoestima más o
menos una desviación estándar. Éste es un ejemplo de cambio de personalidad en el nivel de
grupo, los dos subgrupos (mujeres y hombres) cambiaron en direcciones diferentes en el
tiempo.
Además, hubo correlatos de personalidad interesantes de aquellos cuya autoestima ten­
dió a cambiar en el tiempo. Las mujeres cuya autoestima tendió a aumentar en el tiempo fue­
ron juzgadas por observadores como poseedoras de un sentido del humor excelente, como
protectoras de los demás y como personas generosas y locuaces. Las mujeres cuya autoesti­
ma tendía a disminuir en el tiempo, por otra parte, tendían a ser juzgadas como malhumora­
das, hostiles, irritables, negativistas, impredecibles y condescendientes.
Se observó que los hombres cuya autoestima aumentaba en el tiempo estaban relajados
en lo social, se consideraban a sí mismos atractivos en lo físico y tenían modales calmados y
relajados. Los hombres cuya autoestima disminuía en el tiempo tendían a ser ansiosos, sufrían
estrés con facilidad, eran autodefensivos y meditabundos.
Parte Uto El dominio disposicional

En suma, la transición del inicio de la adolescencia al inicio de la adultez parece ser más
dura en las mujeres que en los hombres, al menos desde el punto de vista del criterio de la au­
toestima. En conjunto, las mujeres tienden a disminuir en autoestima, mostrando una brecha
creciente entre sus autoconcepciones actuales y sus yo ideales. En conjunto, los hombres tien­
den a mostrar una discrepancia menor entre sus yo real e ideal durante el mismo periodo. Por
último, parece haber un conjunto coherente de variables de personalidad vinculado con los
cambios en la autoestima a lo largo del tiempo para cada sexo.

Flexibilidad e impulsividad
Otro ejemplo de cambio de personalidad puede encontrarse en un estudio de arquitectos crea­
tivos. En este estudio, los investigadores midieron la personalidad dos veces, con las prue­
bas separadas por 25 años (Dudek y Hall, 1991). Se administraron dos inventarios de
personalidad amplios en cada ocasión, el c p i (California Psychological Inventory; Inventario
Psicológico de California) y el a c l (Adjective Check List; Lista de Verificación de Adjeti­
vos). Los arquitectos fueron examinados al principio de sus carreras y de nuevo 25 años des­
pués. Algunos de los arquitectos resultaron ser muy exitosos y creativos, mientras otros eran
sólo arquitectos promedio. En ambas evaluaciones, los arquitectos muy creativos exhibieron
personalidades consistentes en puntuaciones altas en espontaneidad, intensidad de la motiva­
ción e independencia. Los arquitectos menos creativos, por otra parte, empezaron con pun­
tuaciones altas sobre todo en conformidad y continuaron mostrando puntuaciones más altas
en conformidad 25 años después. Los participantes en conjunto, sin embargo, mostraron una
disminución marcada en impulsividad y flexibilidad conforme envejecían. Estos hallazgos co­
rresponden con nuestras intuiciones acerca de las personas mayores, tienden a predominar so­
bre sus impulsos y quizá se vuelven un poco más inflexibles en sus formas y más rígidos
conforme envejecen.

Autonomía, dominación, liderazgo j ambición


Otro estudio longitudinal examinó a 266 hombres candidatos a puestos gerenciales en la em­
presa a t & t (Howard y Bray, 1988). Los investigadores examinaron primero a estos hombres
cuando estaban en sus veinte (a finales de la década de 1950) y luego les hicieron, un segui­
miento periódico durante un intervalo de 20 años cuando estaban en sus cuarenta (a fines de
la década de 1970). Una de las medidas de la personalidad clave fue el Cuestionario de Pre­
ferencias Personales de Edwards (Edwards Personal Preference Schedule; Edwards, 1959), un
inventario de personalidad vasto diseñado para captar una gama amplia de características de
personalidad.
Se observaron varios cambios de personalidad impresionantes para la muestra en su
conjunto. El cambio más asombroso fue una caída abrupta en la puntuación de ambición. Es­
ta caída fue más abrupta durante los primeros ocho años, pero continuó disminuyendo durante
los siguientes 12. La caída fue más abrupta para los hombres universitarios, menos para los
hombres no universitarios, aunque debería señalarse que los hombres universitarios empezaron
con una mayor ambición que los hombres no universitarios. Datos de la entrevista comple­
mentarios sugirieron que los hombres se habían vuelto más realistas sobre sus posibilidades
limitadas para promoción en la compañía. No es que estos hombres perdieran interés en sus
trabajos o se volvieran menos efectivos. De hecho, sus puntuaciones en autonomía, motiva­
ción para el liderazgo, logro y dominación aumentaron en el tiempo (véase la figura 5.3). Los
hombres parecían volverse menos dependientes de otros conforme asumían las responsabili­
dades individuales de sostener a sus familias.

Búsqueda de sensaciones
La sabiduría convencional dice que las personas se vuelven más cautelosas y conservadoras
con la edad. Los estudios de búsqueda de sensaciones confirman esta opinión. El rasgo gene-
Capítulo ClKO Disposiciones de, personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, cambio y coii.»Tuencia

100
U niversitario No universitario
90
■' j
80

70

60

50

40

30

20

10

O
O 8 20 O 8 20

Año del estudio

Figura 5.3
La figura muestra el cambio con la edad en las puntuaciones de autonomía de hombres en el estudio
de a t & t . Tanto los hombres con educación universitaria como los que no la tenían tendieron a volver­
se más autónomos o independientes conforme envejecían.

ral de búsqueda de sensaciones se describe, en su mayor parte desde el punto de vista bioló­
gico, en el capítulo 6. Para nuestros propósitos aquí, necesitamos recordar una descripción ge­
neral de las facetas de la búsqueda de sensaciones. La Escala de Búsqueda de Sensaciones
(Sensation-Seeking Scale; sss) contiene cuatro subescalas; cada una contiene frases como
reactivos de elección forzada entre dos opciones distintas. La primera es búsqueda de emocio­
nes y aventura, con reactivos como “Me gustaría intentar saltar en paracaídas” frente a “Nun­
ca desearía intentar saltar de un avión, con o sin un paracaídas”. Las otras escalas son
búsqueda de experiencia (por ejemplo, “No estoy interesado en la experiencia por sí misma”
frente a “Me gustaría tener experiencias y sensaciones nuevas y excitantes aun si son un po­
co atemorizantes, poco convencionales o ilegales”); desinhibición (por ejemplo, “Me gustan
las fiestas atrevidas y desinhibidas” frente a “Prefiero las fiestas tranquilas con buena conver­
sación”); y susceptibilidad al aburrimiento (por ejemplo, “Me aburre ver las mismas caras”
frente a “Me gusta la confortable familiaridad de los amigos cotidianos”).
La búsqueda de sensaciones aumenta con la edad de la infancia a la adolescencia y al­
canza su máximo al final de la adolescencia alrededor de los 18-20 años; luego cae en forma
más o menos continua conforme los sujetos envejecen (Zuckerman, 1974). La correlación
promedio entre la búsqueda de sensaciones y la edad es -.30, lo que sugiere una declinación
modesta o gradual con el incremento de la edad más allá de la adolescencia. Los saltos en pa­
racaídas y las fiestas atrevidas y desinhibidas parecen ser menos atractivas para las personas
mayores.

Feminidad
En un estudio longitudinal de mujeres del Colegio Mills en el área de la bahía de San Fran­
cisco, Helson y Wink (1992) examinaron los cambios en la personalidad entre el principio
146 Parte Um El dominio dispositional

Un acercamiento detallado Cambios día a día en la autoestima


La mayoría de los psicólogos de la perso­ nosotros mismos, que somos fuertes o tros diarios, los investigadores pueden de­
nalidad que estudian la autoestima se en­ com petentes en particular y que estamos term inar cuánto fluctúa cada persona, al
focan en el nivel promedio de un rasgo de satisfechos con quienes somos y en lo que igual que su nivel de autoestima promedio.
una persona, tanto si la persona por lo ge­ nos podemos convertir. En otras palabras, Los investigadores hacen una dis­
neral es alta, baja o promedio en función parece que los sentim ientos de autoesti­ tinción entre nivel y variabilidad de la au­
de su autoestima. Se han realizado unos ma pueden cambiar, no sólo de un año a toestim a. Estos dos a sp e cto s de la
cuantos estudios sobre los cam bios en la otro sino también día con día. autoestima resultan no estar relacionados
autoestim a durante intervalos largos en El psicólogo M ich ael Kernis se ha entre sí y se plantea la hipótesis de que in-
la vida de las personas; por ejemplo, en los interesado en cuán cam biables o varia­ teractúan para predecir resultados de la
años de la adolescencia a la adultez. Sin bles son las personas en su autoestima vida importantes, como la depresión (Ker­
embargo, con algo de reflexión, la mayoría desde el punto de vista de las flu ctu acio ­ nis, Grannemann y Barclay, 1992). Por
nos percatam os de que con frecuencia nes cotidianas. La variabilidad de la au­ ejemplo, se piensa que la variabilidad en la
cam biam os de un día a otro la forma en toestima es la magnitud de los cam bios a autoestima es un indicador de que la au­
que nos sentim os respecto a nosotros m is­ corto plazo en la autoestima continua toestima de la persona, aunque sea alta,
mos. En ciertos días son mejores que otros (Kernis, Grannemann y M athis, 1991). La es frágil y la persona es vulnerable al e s­
por cuanto se refiere a la autoestima. A l­ variabilidad de la autoestima se mide ha­ trés. En consecuencia, podemos pensar
gunos días nos sentim os incompetentes, ciendo que las personas lleven registros que el nivel y la variabilidad definen dos
que las cosas salen de nuestro control e de cómo se sienten respecto a sí mismas cualidades de la autoestima como en la s i­
incluso que nos sentimos un poco inútiles. por varios días consecutivos, a ve ces por guiente figura:
Otros días nos sentimos satisfechos con sem anas o meses. A partir de estos regis­

Nivel de autoestima

B ajo A lto

Estable

Variabilidad
de la autoestima

Variable

El nivel de autoestima (si uno está alto o bajo) y variabilidad en la autoestima (si uno es estable o
variable día con día) no se relacionan entre sí. Esto hace posible encontrar personas con
diferentes combinaciones, como una persona que tiene un nivel alto de autoestima, pero también
es variable.

de los cuarenta y el principio de los cincuenta años de edad. Usaron el Inventario Psicoló­
gico de California en ambos periodos. El cambio más impresionante ocurrió en la escala f e ­
minidad (ahora llamada escala feminidad/masculinidad). Las personas que obtuvieron
puntuaciones altas en feminidad tendieron a ser descritas por observadores como dependien-
CAPÍTULO Ciito Disposidones de personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, cambio y conffliienria. 147

Kernis etal. (1991,1992) han sugeri­ toestima. En un estudio (Kernis et al., Con base en los hallazgos de estu­
do que la variabilidad de la autoestima se 1991), el nivel de autoestima se relacionó dios como éstos, los investigadores han
relaciona con el grado en que la opinión con la depresión, pero esta relación fue llegado a ver la variabilidad de la autoesti­
de uno mismo puede ser influida por los mucho más fuerte para las personas más ma como una vulnerabilidad a los eventos
sucesos, en particular los eventos so cia ­ altas en variabilidad de la autoestima que de estrés de la vida (Roberts y Monroe,
les. La autoestima de algunas personas para personas más bajas en variabilidad 1992). Es decir, se piensa que la variabili­
sufre jalones y empujones de los su cesos de la autoestima. En otras palabras, en to ­ dad resulta de una sensibilidad particular
de la vida más que la autoestima de otras dos los niveles de autoestima, los partici­ en el sentido de valor propio de uno. Los
personas. Por ejemplo, para algunos, la pantes que tenían una variabilidad baja psicólogos Ryan y Deci (2000) han sugerido
autoestima podría ponerse por las nubes mostraron una relación menor entre la au­ que las personas variables dependen para
con un cumplido y caer en picada con un toestima y la depresión que los p artici­ su valor propio de la aprobación de los de­
desaire social, mientras otros, que pueden pantes que tuvieron una variabilidad alta. más. Esta opinión sugiere que las personas
equilibrar mejor los golpes de la vida, po­ Butler, Hokanson y Flynn (1994) obtuvieron variables son muy sensibles a la retroalí-
drían tener una autoestima más estable, resultados sim ilares, los cu ales mostraron mentación social y se juzgan a sí mismas
superando tanto los desaires como las que la variabilidad de la autoestima es un sobre todo a través de los ojos de otros. Es­
elevaciones de la vida sin mucho cambio buen pronosticador de quién se volverá tas opiniones son resumidas bien por Ker­
en su opinión de sí mismos. Esta estabilidad deprimido seis m eses después, en espe ­ nis, quien sugiere que las personas con
frente a la mutabilidad de la autoestima es cial cuando hubo estrés de la vida duran­ mucha variabilidad muestran 1) un aumen­
la disposición psicológica denominada va­ te los m eses intermedios. Estos autores to en la sensibilidad a los eventos evaiuati-
riabilidad de la autoestima. también concluyeron que la variabilidad vos, 2) un aumento en la preocupación
Se han llevado a cabo varios estu­ indica que la persona puede tener un sen­ acerca de su autoconcepto, 3) una depen­
dios para exam inar si la variabilidad de la tido frágil de valor propio y que, con e s ­ dencia excesiva de las fuentes sociales
autoestima predice resultados de la vida, trés, pueden deprim irse en forma más para la autoevaluación y 4) reaccio n es de
como las reaccio n es depresivas al estrés, crónica que alguien cuya autoestima es ira y hostilidad cuando las cosas no salen
de manera diferente que el nivel de au­ más estable. como quieren.

tes, emocionales, femeninas, gentiles, tensas, dulces, nerviosas, sensibles, sentimentales, su­
misas, simpáticas y preocupadas (Gough, 1996). Las que obtuvieron puntuaciones bajas (es
decir, las que obtuvieron puntuaciones en la dirección masculina), en contraste, tendieron a
ser descritas como agresivas, asertivas, jactanciosas, firmes, determinadas, de carácter fuerte,
independientes, masculinas, seguras de sí mismas, fuertes y rudas. En función de los actos rea­
lizados (recuerde el Enfoque de la frecuencia de los actos del capítulo 3), reportados por los
cónyuges de estas mujeres, las que obtuvieron puntuaciones altas en la escala de feminidad
tienden a hacer cosas como enviar tarjetas a amigos en los días de fiesta y recordar el cum­
pleaños de un conocido, aun cuando nadie más lo haga. Las que obtuvieron puntuaciones ba­
jas, en contraste, tienden a encargarse de reuniones de comités y a tomar la iniciativa en los
encuentros sexuales (Gough, 1996).
Ocurrió un cambio fascinante en esta muestra de mujeres educadas: mostraron un des­
censo consistente en la feminidad conforme pasaron del inicio de sus cuarenta al inicio de
sus cincuenta años de edad, un cambio en el nivel de grupo en esta variable de personali­
dad. No se sabe con precisión por qué ocurre este descenso en la feminidad. Quizá está vincu­
lado con las disminuciones conocidas en los niveles de la hormona estrógeno durante esta
década.

Competencia
Otro hallazgo clave en el estudio longitudinal de las mujeres del Colegio Mills (Helson y
Wink, 1992) está relacionado con las autoevaluaciones de competencia. La competencia se
midió con la escala Lista de Verificación de Adjetivos ( a c l ) , la cual contiene estos reactivos:
orientada a las metas, organizada, minuciosa, eficiente, práctica, con claridad de pensamien­
to, realista, precisa, madura, segura y satisfecha (Helson y Stewart, 1994). Las que obtienen
puntuaciones altas tienden a aprobar muchos de estos reactivos como autodescriptivos, mien-
Parie Oso El dominio disposicional

55 □

50

E
oo
45 O Esposas
— Esposos
-A- M adres
■O Padres

40
Periodo paternal Periodo pospaternal
in ic ia l (1964) (1990) (Padres, 1961)

Figura 5.4
Medias en el grupo de Competencia de la Lista de Verificación de Adjetivos ( a c l ) para mujeres y
sus parejas en los periodos paternal inicial (n = 65) y pospaternal (n = 48), y para una submuestra
de los padres de las mujeres (n = 29 parejas) en el periodo pospaternal.

tras que las que obtienen puntuaciones bajas aprueban pocos. La figura 5.4 muestra los resul­
tados para las mujeres y sus parejas cuando las mujeres tenían 27 años de edad y de nuevo
cuando tenían 52.
Las mujeres en esta muestra presentaron un aumento brusco en las autoevaluaciones de
competencia. Sus esposos mostraron puntuaciones bastante constantes a lo largo de los dos
periodos. Además, los incrementos de las mujeres en la competencia autodescrita no depen­
dieron de si tenían hijos o no. Tanto las que tenían hijos como las que no los tenían manifes­
taron aumentos comparables en competencia.

Independencia y roles tradicionales


El estudio longitudinal de mujeres del Colegio Mills (Helson y Picaño, 1990) produjo otro ha­
llazgo fascinante. Las mujeres fueron divididas en cuatro grupos distintos: 1) amas de casa
con matrimonios intactos e hijos, 2) madres trabajadoras con hijos (neotradicionales), 3) ma­
dres divorciadas y 4) mujeres que no eran madres (Helson y Picaño, 1990). La figura 5.5
muestra los resultados para la escala de Independencia del c p i , la cual mide dos facetas rela­
cionadas de la personalidad. La primera es seguridad en sí mismo, ingenio y competencia. El
segundo es distanciarse de los demás y no doblegarse ante las demandas convencionales de la
sociedad. Los correlatos de la frecuencia de los actos de esta escala reflejan estos temas
(Gough, 1996). Aquellas con puntuaciones altas en la escala de independencia tendieron a es­
tablecer metas para los grupos en los que estaban, a hablar con mucha gente en las fiestas y a
hacerse cargo del grupo cuando lo exigía la situación. Las que obtuvieron puntuaciones altas
Capítulo Cinco Disposiciones de personalidad a lo t o o del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia

22

21

20

19

18
21 años de edad 43 años de edad

Figura 5.5
Medias en la escala de Independencia del c p i a las edades de 21 y 43 años para amas de casa (n = 17)
y tres grupos de mujeres que habían seguido caminos con papeles menos tradicionales: neotradicional,
n = 35; divorciada, n = 26; y no madres, n = 26.

también tendieron a interrumpir las conversaciones y no siempre seguían las instrucciones de


aquellos que estaban en una posición de dirección (por consiguiente, distanciándose de los de­
más en estas formas).
Para las madres divorciadas, las que no eran madres y las madres trabajadoras, las pun­
tuaciones de independencia aumentaron de manera significativa con el tiempo. Sólo las amas
de casa tradicionales no mostraron aumento en la independencia con el tiempo. Estos datos, por
supuesto, son correlaciónales, así que no podemos inferir causalidad. Es posible que algo
acerca de los roles afectara el grado en que las mujeres se volvían más independientes. Tam­
bién es posible que las mujeres que tuvieron menos probabilidad de incrementar su indepen­
dencia estuvieran más contentas de permanecer en el papel de ama de casa tradicional. Sin
tener en cuenta la interpretación, este estudio ilustra la utilidad de examinar subgrupos dentro
de la población. El cambio de la personalidad puede revelarse en subgrupos específicos, mien­
tras que dicho cambio puede ocultarse cuando se examina el grupo entero de una manera indi-
ferenciada.
En resumen, aunque la evidencia es escasa, hay suficientes datos empíricos para suge­
rir que los rasgos de personalidad muestran algunos cambios predecibles con la edad. Prime­
ro, la impulsividad y la búsqueda de sensaciones muestran disminuciones predecibles con la
edad. Segundo, los hombres tienden a declinar en la flexibilidad psicológica y a volverse al­
go menos ambiciosos con la edad. Hay indicios de que tanto los hombres como las mujeres
se vuelven algo más competentes e independientes con el aumento de edad. Por último, hay
sugerencias de que los cambios en independencia están vinculados con el papel y el estilo de
vida adoptados; las mujeres amas de casa tradicionales cambian menos en independencia que
las mujeres que están divorciadas o que llevan vidas laborales menos tradicionales.
El incremento de las mujeres
asertivas a partir de 1968
hasta 1993 muestra un efecto
de cohorte.

Cambios de la personalidad entre cohortes: asertividad de las mujeres


en respuesta a los cambios en la posición j roles sociales
Una de las cuestiones fascinantes al explorar el cambio de la personalidad en el tiempo es tra­
tar de determinar si los cambios observados se deben a un verdadero cambio personal que to­
das las personas experimentan conforme envejecen, como puede determinarse con estudios
longitudinales del tipo que se acaba de presentar, o a la inversa por cambios en los efectos de
la cohorte: los tiempos sociales en los que vivieron. Jean Twenge (2000, 2001a, 2001b) ha
ocupado una posición destacada en la exploración del cambio de personalidad que es proba­
ble sea causado por la cohorte. Afirma que la sociedad estadounidense ha cambiado en forma
impresionante durante las siete décadas anteriores. Uno de los cambios más dramáticos se
centra en la posición y papeles de las mujeres. Durante la época de la depresión de la década
de 1930, por ejemplo, se esperaba que las mujeres fueran autosuficientes, pero durante la dé­
cada de 1950 y 1960, las mujeres asumieron un papel más doméstico. Luego, de 1968 a 1993,
las mujeres ingresaron en masa a la fuerza laboral y la sociedad estadounidense adoptó de ma­
nera creciente normas de igualdad sexual. Por ejemplo, de 1950 a 1993, el número de muje­
res que obtuvieron títulos de licenciatura se duplicó más o menos de 25 a 50%. Y el número
de mujeres que obtuvieron doctorados en filosofía, medicina y leyes se triplicaron. Sería
asombroso si estos impresionantes cambios sociales no tuvieran ningún impacto en absoluto
en la personalidad de las mujeres.
Twenge (2001a) descubrió que las puntuaciones de rasgos de las mujeres en asertividad
se elevaron y cayeron en forma impresionante, dependiendo de la cohorte en la que fue edu­
cada la mujer. La puntuación en asertividad de las mujeres por lo general se elevó media des­
viación estándar de 1931 a 1945; disminuyó más o menos esa misma cantidad de 1951 a 1967
y luego aumentó de nuevo de 1968 a 1993. En medidas como la escala de Dominación del In­
ventario Psicológico de California, por ejemplo, las mujeres aumentaron +.31 de desviación
estándar de 1968 a 1993. Los hombres, en contraste, no mostraron diferencias de cohorte sig­
nificativas en sus niveles de asertividad o dominación. Twenge (2001a) concluye que “el cam­
bio social se internaliza en realidad dentro del individuo... las niñas absorben los mensajes
culturales que recibieron del mundo que las rodea y sus personalidades son moldeadas por es-
CAPÍTULO Gimo Disposiciones de personalidad a lo l a # del tiempo: estabilidad, cambio v coii.iQuencia

Los psicólogos han identifi­

tos mensajes” (p. 142). Los estudios de las generaciones actuales y futuras determinarán el cado variables de personali­
grado en que estos interesantes efectos de cohorte permanecerán o cambiarán. dad que predicen si un
matrimonio resultará ser fe ­
liz y satisfactorio o si termi­
nará en divorcio. Aunque la
personalidad no es destino,
se relaciona con resultados
de la vida importantes, como
la infelicidad matrimonial y
el divorcio.
La forma final de desarrollo de la personalidad que examinaremos se llama congruencia de
la personalidad, que se define como los cambios predecibles en las manifestaciones o resul­
tados de los factores de personalidad en el tiempo, aun si las características subyacentes per­
manecen estables. En particular, nos enfocaremos en las consecuencias de la personalidad
para resultados relevantes desde el punto de vista social, como la estabilidad matrimonial y
el divorcio, el alcoholismo y la perturbación emocional y los resultados del empleo más tar­
de en la vida.

Estabilidad matrimonial, satisfacción matrimonial y divorcio


En un estudio longitudinal de duración sin precedentes, Kelly y Conley (1987) estudiaron a
una muestra de 300 parejas desde que se comprometieron en la década de 1930 a lo largo de
su posición más tarde en la vida en la década de 1980. En la evaluación final, la edad media­
na de los sujetos era 68 años. Dentro de la muestra entera de 300 parejas, 22 parejas rompie­
ron su compromiso y no se casaron. De las 278 parejas que se casaron, 50 terminaron
divorciándose en algún momento entre 1935 y 1980.
Durante la primera sesión de evaluación en la década de 1930, conocidos proporciona­
ron estimaciones de la personalidad de cada participante en una amplia variedad de dimensio­
nes. Tres aspectos de la personalidad demostraron ser elementos de pronóstico sólidos de la
insatisfacción matrimonial y el divorcio: el neuroticismo del esposo, la falta de control de sus
impulsos y el neuroticismo de la esposa. Los niveles altos de neuroticismo demostraron ser
los elementos de pronóstico más sólidos. El neuroticismo se vinculó con la insatisfacción ma­
trimonial tanto en los hombres como en las mujeres en la década de 1930, de nuevo en 1955
y una vez más en 1980.
Además, el neuroticismo tanto del esposo como de la esposa, al igual que la falta de
control de los impulsos del esposo, fueron pronosticadores sólidos del divorcio. Los tres as­
pectos principales de la personalidad explicaron más de la mitad de la varianza predecible en
si las parejas se separarían o no. Éste es un efecto sólido en particular en la investigación de
Parte Uro El dominio disposicional

la personalidad. Las parejas que tenían un matrimonio estable y satisfactorio tenían puntua­
ciones de neuroticismo que eran más o menos la mitad de una desviación estándar inferiores
que las parejas que después se divorciaron. Además, en las parejas con estabilidad emocio­
nal, los esposos tendieron a obtener puntuaciones más o menos una mitad de desviación es­
tándar mayores en control de los impulsos, en comparación con los esposos en matrimonios
inestables.
Las razones para el divorcio parecen estar vinculadas con las características de persona­
lidad medidas antes en la vida. Los esposos con control de los impulsos bajo cuando fueron
evaluados por primera vez, por ejemplo, tendieron a tener romances fuera del matrimonio más
adelante en su vida, violaciones de los votos matrimoniales que cobraban importancia entre
las razones principales citadas para el divorcio. Los hombres con mayor control de los impul­
sos parecen haber sido capaces de abstenerse de tener aventuras sexuales, las cuales son tan
perjudiciales para los matrimonios (Buss, 2003).
Estos resultados, que abarcan un periodo de 45 años consistentes en la mayor parte de la
vida adulta de los participantes, apuntan hacia una conclusión importante sobre la congruencia
de la personalidad. La personalidad puede no ser destino, pero conduce a algunos resultados pre­
decibles de la vida, como la infidelidad, la infelicidad matrimonial y el divorcio.
De manera interesante, el neuroticismo también desempeña una función en otro resul­
tado de la vida importante: resistencia a la pérdida de un cónyuge. Un fascinante estudio lon­
gitudinal mostró que uno de los mejores elementos de pronósticos para afrontar bien la muerte
de un cónyuge fue la disposición de la personalidad de la estabilidad emocional (Bonanno et
al., 2002). Un total de 205 individuos fueron evaluados varios años antes de la muerte de su
cónyuge, y luego seis y 18 meses después del fallecimiento de su cónyuge. Aquellos con
puntuaciones altas en estabilidad emocional sufrían menos, mostraban menos depresión y una
recuperación psicológica más rápida. Los individuos con puntuaciones bajas en estabilidad
emocional (altos en neuroticismo) aún estaban angustiados desde el punto de vista psicoló­
gico medio año después e incluso año y medio más tarde. La personalidad, en resumen, afec­
ta muchos aspectos de la vida romántica: quién es probable que tenga una relación romántica
exitosa (Shiner, Masten y Tellegen, 2002); cuáles matrimonios permanecerán estables y muy
satisfactorios (Kelly y Conley, 1987); cuáles personas es más probable que se divorcien
(Kelly y Conley, 1987) y cómo afrontarán las personas la pérdida de un cónyuge (Bonnano
et al., 2002).

Alcoholismo y perturbación emocional


Un estudio longitudinal encontró que la personalidad inicial predice el desarrollo posterior
de alcoholismo y perturbación emocional (Conley y Angelides, 1984). De los 233 hombres
en el estudio, se juzgó que 40 desarrollarían un problema emocional grave o alcoholismo.
Estos 40 hombres habían sido evaluados antes por sus conocidos como altos en neuroticis­
mo. De manera específica, tenían puntuaciones de neuroticismo casi tres cuartos de desvia­
ción estándar más altas que los hombres que no desarrollaron alcoholismo o una perturbación
emocional grave.
Además, las principales características de la personalidad fueron útiles para distinguir
entre los hombres que se habían vuelto alcohólicos y aquellos que habían desarrollado una
perturbación emocional. El control de los impulsos fue el factor clave. Los hombres alcohó­
licos tenían puntuaciones de control de los impulsos una desviación estándar completa meno­
res que aquellos que tenían una perturbación emocional. Estos rasgos de personalidad
demostraron ser más predictivos de estos problemas posteriores de los adultos que las medi­
das de estrés experimentado al principio de la vida, o incluso estrés que ocurrió después. Es­
tudios recientes han continuado encontrando que aquellos con puntuaciones altas en rasgos de
personalidad como la búsqueda de sensaciones y la impulsividad, y bajos en rasgos como afa­
bilidad y escrupulosidad, tienden a usar y abusar del alcohol más que sus semejantes (Cooper
et al., 2003; Hampson et al., 2001; Markey, Markey y Tinsley, 2003; Ruchkin et al., 2002).
Capítdlo Cinco Disposiciones de personalidad a 1» l a # del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia 153

;<q »
Un acercamiento detallado Resultados en la adultez de niños
coo berrinches
En un estudio longitudinal que abarcó 40 la adultez. La posición ocupacional de su 22% de los hombres sin una historia infantil
años, Caspi (1987) exploró las im plicaciones primer trabajo también fue menor de ma­ de berrinches. En suma, la personalidad
de la personalidad infantil para la posición nera consistente que la de sus sem ejantes inicial en la infancia muestra vínculos con­
ocupacion al y los resultados laborales más calmados. Los niños explosivos que sistentes con resultados socia le s adultos
adultos. Identificó un grupo de niños ex­ tenían antecedentes de clase media ten ­ importantes, como el logro laboral, la fre­
plosivos, incontrolados, que empleó entre­ dieron a tener movilidad descendente, y cuencia del cambio de empleo, el desem ­
vistas con sus madres como la fuente de para ia mitad de la vida sus logros ocupa- pleo, el logro militar y el divorcio.
datos. Cuando los niños tenían ocho, nue­ cíonales eran indistinguibles de los de sus Es fácil imaginar por qué los indivi­
ve y once años de edad, sus madres esti­ contrapartes de la clase trabajadora. A d e ­ duos explosivos incontrolados tienden a
maron la frecu encia y gravedad de sus más, tendieron a cam biar de empleos con lograr menos y a divorciarse más. La vida
berrinches. Los berrinches graves se defi­ frecuencia, mostrando un patrón laboral consiste de m uchas frustraciones, y las
nieron como com portam ientos que in­ errático con pausas más frecuentes en el personas enfrentan sus frustraciones en
cluían morder, patear, golpear, tirar cosas, empleo, y promediaron un número mayor formas diferentes. Por ejemplo, es más
ch illar y gritar. De la muestra, 38% de los de meses desempleados. probable que los incontrolados explosivos
niños y 29% de las niñas se clasificaron En vísta que 70% de los hombres en revienten y le griten al jefe, o que renun­
como que presentaban berrinches fre ­ la muestra sirvieron en el ejército, también cien a su empleo durante un momento im­
cuentes e incontrolados. pudieron exam inarse sus expedientes mi­ pulsivo. Del mismo modo, es más probable
Estos niños fueron seguidos a lo litares. Los hombres que, cuando niños, que los incontrolados explosivos desaho­
largo de la vida, y las m anifestaciones habían sido considerados con berrinches guen sus frustraciones con sus cónyuges,
adultas de la personalidad infantil fueron explosivos alcanzaron un rango militar sig­ o quizá incluso tener una relación fuera
notables en especial para los hombres. nificativamente menor que sus sem ejan­ del matrimonio por impulsividad. Es proba­
Los hombres que, cuando niños, habían tes. Por último, casi la mitad (46%) de estos ble que todos estos eventos conduzcan a
tenido berrinches frecuentes y graves lo­ hombres estaban divorciados cuando te­ niveles m enores de logro laboral y a nive­
graron niveles inferiores de educación en nían 40 años de edad, comparado con sólo les mayores de divorcio.

En suma, el neuroticismo y la impulsividad al principio de la vida están vinculadas en forma


consistente con resultados relevantes en lo social más tarde en la vida.

Educación, logros académicos y abandono de los estudios


La impulsividad también parece desempeñar una función clave en la educación y los logros
académicos. Kipnis (1971) hizo que un grupo de individuos hicieran un autorreporte de sus
niveles de impulsividad. También obtuvo sus puntuaciones en la s a t , las cuales se conside­
ran en forma amplia como medidas del logro y el potencial académico. Entre aquellos con
puntuaciones bajas en la s a t , no hubo vínculo entre la impulsividad y el promedio de cali­
ficaciones subsiguiente. Entre aquellos con puntuaciones s a t altas, sin embargo, los indivi­
duos impulsivos tuvieron promedios de calificaciones más bajos de manera consistente que
sus semejantes menos impulsivos. Además, los individuos impulsivos tuvieron mayor pro­
babilidad de abandonar la universidad que aquellos que fueron menos impulsivos. Otro in­
vestigador encontró un vínculo similar, mostrando una correlación de -.4 7 entre las
evaluaciones de impulsividad por parte de semejantes antes de entrar a la universidad y el
promedio de calificaciones subsiguiente (Smith, 1967). La impulsividad (o falta de auto­
control) continúa afectando el desempeño en el lugar de trabajo. Un estudio longitudinal tu­
vo como objetivo las disposiciones de personalidad a los 18 años de edad y los resultados
relacionados con el trabajo a los 26 (Roberts, Caspi y Moffitt, 2003). Encontraron que aque-
Parie Uno El dominio disposinomi!

líos que puntuaban alto en autocontrol a los 18 años de edad tuvieron un logro ocupacional
mayor, una mayor participación en su trabajo y una seguridad financiera superior a los 26
años de edad. A la inversa, los que eran impulsivos a los 18 años de edad tuvieron menos
probabilidad de progresar en su trabajo, mostraron menos compromiso psicológico y menor
seguridad financiera.
De manera interesante, las experiencias laborales también tienen un efecto en el cam­
bio de personalidad (Roberts et al., 2003). Aquellos que logran una posición ocupacional al­
ta a los 26 años de edad se han vuelto más felices, más seguros de sí mismos, menos ansiosos
y menos derrotistas desde que tenían 18. Aquellos que lograron una satisfacción laboral alta
también se vuelven menos ansiosos y menos propensos al estrés en su transición de la ado­
lescencia a la adultez joven. Por último, ¿qué hay de las personas que logran éxito financie­
ro en el lugar de trabajo? Estos individuos no sólo se enajenan menos y son más capaces de
manejar el estrés, sino también incrementan sus niveles de cercanía social: les gustan más las
personas, acuden a otros por consuelo y les gusta estar rodeados de personas. En suma, del
mismo modo en que la personalidad a los 18 años de edad predice los resultados laborales a
los 26 (por ejemplo, el autocontrol predice el ingreso), los resultados laborales predicen el

1,0
Sem ejanza baja

| Semejanza m oderada

J Sem ejanza alta

0.8 -

0.61
0.6
0.58

0.50
0.46 0,45
0.41
03 0,4

0.2

0.0 1
M ujeres H om bres
(25 por grupo) (25 por grupo)

Figura 5.6
La figura muestra la estabilidad de la personalidad en el tiempo como una función de la semejanza
(baja, media o alta) de la persona con su cónyuge. Los hombres y mujeres que están casados con al­
guien que es similar a ellos en personalidad muestran los niveles más altos de estabilidad de la per­
sonalidad en el tiempo.
Capítulo Cm i Disposiciones de personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia

cambio de personalidad con el tiempo. Vemos una vez más que la impulsividad es un factor
de personalidad crítico, el cual está vinculado en forma significativa con los resultados pos­
teriores en la vida.

¿Podemos predecir quién es probable que cambie en su personalidad y quién es probable que
permanezca igual? En un fascinante estudio longitudinal, Caspi y Herbener (1990) estudiaron
a parejas de mediana edad durante un periodo de 11 años. Las parejas fueron examinadas dos
veces, una en 1970 y de nuevo en 1981. Todos los sujetos habían nacido ya sea en 1920-1921
o en 1928-1929 y eran parte de un proyecto longitudinal más grande.
El cuestionamiento que intrigaba a Caspi y Herbener era éste: ¿la elección de una pare­
ja matrimonial es una causa de estabilidad o cambio de la personalidad? De manera específi­
ca, si se casa con alguien que es similar a usted, ¿tiende a permanecer más estable en el tiempo
que si se casa con alguien que es diferente a usted? Razonaron que la semejanza entre cónyu­
ges apoyaría la estabilidad de la personalidad, en vista que la pareja tendería a reforzarse en­
tre sí en sus actitudes, a buscar fuentes externas de estimulación parecidas y quizá incluso
participarían juntos en las mismas redes sociales. Casarse con alguien que es diferente a uno,
en contraste, puede ofrecer conflictos de actitud, exposición a eventos sociales y ambientales
que uno no podría buscar solo de otra manera y pueden crear por lo general un ambiente in­
cómodo para mantener el statu quo.
Usando medidas de personalidad obtenidas tanto en los esposos como en las esposas,
Caspi y Herbener dividieron a las parejas en tres grupos: aquellos que eran muy similares en
personalidad, aquellos que eran similares en personalidad de manera moderada y aquellos que
puntuaban bajo en semejanza. Luego examinaron el grado en que los individuos mostraban
estabilidad en la personalidad a lo largo del periodo de 11 años de la mitad de la vida en que
fueron examinados. Los resultados se muestran en la figura 5.6.
Como puede verse en la figura 5.6, las personas casadas con cónyuges que eran muy si­
milares a sí mismas mostraron la mayor estabilidad de la personalidad. Aquellos casados con
cónyuges menos similares a sí mismos mostraron el mayor cambio de personalidad. El grupo
moderado cayó en medio. Este estudio es importante al señalar una fuente potencial de esta­
bilidad y cambio de la personalidad: la selección de cónyuges. Será interesante ver si la inves­
tigación futura puede documentar otras fuentes de estabilidad y cambio de la personalidad,
quizá examinando la selección de amigos similares o distintos.

RESUMEN Y EVALUACIÓN
El desarrollo de la personalidad incluye tanto las continuidades como los cambios en la per­
sonalidad en el tiempo. Hay tres formas de estabilidad de la personalidad: 1) estabilidad del
orden de los rasgos es el mantenimiento de la posición relativa de uno dentro de un grupo en
el tiempo, 2) la estabilidad del nivel promedio es el mantenimiento del nivel promedio de un
rasgo o característica en el tiempo y 3) la congruencia de la personalidad son los cambios pre­
decibles en las manifestaciones de un rasgo. Podemos examinar el desarrollo de la personali­
dad en tres niveles de análisis de la personalidad: el nivel de la población, el nivel de las
diferencias entre grupos y el nivel de las diferencias individuales.
Hay evidencia sólida para la estabilidad del orden de los rasgos de la personalidad en
el tiempo. Los temperamentos como el nivel de actividad y el miedo muestran niveles de m o­
derados a altos de estabilidad durante la infancia. El nivel de actividad y la agresión muestran
niveles de moderados a altos de estabilidad durante la niñez. Los peleoneros en la niñez tien­
den a convertirse en delincuentes juveniles en la adolescencia y en criminales en la adultez. Los
rasgos de personalidad, como aquellos captados por el modelo de los cinco factores, muestran
niveles de moderados a altos de estabilidad durante la adultez. Como regla general, los coefi­
Parie Uro El dominio disposicional

cientes de estabilidad disminuyen conforme aumenta el intervalo entre los dos periodos de
prueba.
La personalidad también cambia en forma predecible con el tiempo. Con respecto a los
Cinco Grandes Factores, ahora está surgiendo un consenso de que por lo general el neuroticis-
mo disminuye en el tiempo; las personas se vuelven un poco más estables en las emociones
conforme envejecen. Además, afabilidad y escrupulosidad tienden a aumentar en el tiempo. To­
dos estos cambios sugieren un aumento en la madurez, conforme los tiempos en ocasiones tu­
multuosos de la adolescencia se calman en la madurez de la adultez. Desde el inicio de la
adolescencia hasta el inicio de la adultez, la autoestima de los hombres tiende a aumentar,
mientras que la autoestima de las mujeres tiende a disminuir. En la adultez, hay alguna eviden­
cia de un estudio de arquitectos creativos que la flexibilidad y la impulsividad declinan con el
aumento de la edad. La búsqueda de sensaciones también declina de manera predecible con la
edad. Y, en las mujeres, la feminidad tiende a disminuir con el tiempo, de manera notable, des­
de el inicio de sus cuarenta hasta el inicio de sus cincuenta años de edad. Por otra parte, varios
estudios sugieren que las características de personalidad de autonomía, independencia y com­
petencia tienden a aumentar conforme envejecen las personas, en especial entre las mujeres.
Además del cambio de personalidad debido a la edad, también hay evidencia de que los
niveles medios de personalidad pueden ser afectados por la cohorte social en la que uno cre­
ce. Jean Twenge ha documentado varios de dichos efectos, de manera más notable en los ni­
veles de asertividad o dominación de las mujeres. Los niveles de asertividad de las mujeres
fueron altos después de la década de los treinta en la que las mujeres tuvieron que ser inde­
pendientes en extremo; disminuyeron durante las décadas de los cincuenta y sesenta cuando
las mujeres eran en gran medida amas de casa y menos se volvieron profesionales. De 1967 a
1993, sin embargo, los niveles de asertividad de las mujeres aumentaron, en correspondencia
con los cambios en sus papeles sociales y el aumento en la participación en ocupaciones pro­
fesionales.
La personalidad también muestra evidencia de congruencia en el tiempo. Las medidas
de personalidad tempranas pueden usarse para predecir los resultados relevantes desde el pun­
to de vista social más tarde en la vida. Los niveles altos de neuroticismo en ambos sexos y de
impulsividad en los hombres, por ejemplo, predicen insatisfacción matrimonial y divorcio. El
neuroticismo al inicio de la adultez también es un buen pronosticador del alcoholismo y el de­
sarrollo de problemas emocionales posteriores. La impulsividad desempeña una función cla­
ve en el desarrollo del alcoholismo y en la falla en lograr el potencial académico de uno. Los
individuos muy impulsivos tienden a obtener calificaciones menores y abandonar la escuela
más que sus semejantes menos impulsivos. Los niños con berrinches explosivos tienden a ma­
nifestar sus personalidades cuando adultos a través de una movilidad ocupacional descenden­
te, un cambio de empleo más frecuente, un logro de rangos inferior en el ejército y frecuencias
mayores de divorcio. Las personas que son impulsivas a los 18 años de edad tienden a desem­
peñarse en forma más deficiente en el lugar de trabajo, logran menos éxito ocupacional y me­
nos seguridad financiera. Las experiencias laborales, a su vez, parecen afectar el cambio de
personalidad. Aquellos que logran éxito ocupacional tienden a volverse más felices, más se­
guros de sí mismos y menos ansiosos con el tiempo.
Aunque se sabe poco acerca de qué factores mantienen estas formas de estabilidad y
congruencia de la personalidad a lo largo del tiempo, una posibilidad se relaciona con nues­
tras elecciones de parejas matrimoniales. Existe evidencia de que tendemos a elegir a aque­
llos que son similares a nosotros en personalidad, y entre más similares sean nuestras parejas,
más estables permanecerán nuestros rasgos de personalidad en el tiempo.
¿Cómo podemos reconciliar mejor los hallazgos de una estabilidad de la personalidad
considerable a lo largo del tiempo con la evidencia de cambios importantes? Primero, los es­
tudios longitudinales han mostrado en forma concluyente que los rasgos de personalidad, co­
mo los incluidos en los Cinco Grandes Factores, muestran una estabilidad de orden de los
rasgos considerable a lo largo del tiempo. Estos rasgos de personalidad también muestran evi­
dencia de consistencia en el tiempo. Los que son pendencieros en la secundaria, por ejemplo,
Capítulo Cmco Disposiciones de personalidad a lo largo del tiempo: estabilidad, cambio y congruencia

tienden a volverse criminales en la adultez. Aquellos con autocontrol y escrupulosidad en la


adolescencia tienden a desempeñarse bien en lo académico y bien en el lugar de trabajo más
adelante en la vida. En el contexto de estas pinceladas amplias de estabilidad, también es cla­
ro que las personas muestran cambios del nivel promedio con la edad; como grupo, las perso­
nas se vuelven menos neuróticas, menos ansiosas, menos impulsivas, menos buscadoras de
sensaciones, más agradables y más escrupulosas. Algunos cambios son más pronunciados en
las mujeres: se vuelven menos femeninas y más competentes y autónomas con el tiempo. Y
algunos cambios de personalidad sólo afectan a algunos individuos, como aquellos que tienen
éxito en el lugar de trabajo. En resumen, aunque las disposiciones de la personalidad tienden
a ser estables a lo largo del tiempo, no están “moldeadas en yeso” en el sentido que hay cier­
tos cambios en ciertos individuos en alguna parte del tiempo.

D esarrollo de la personalidad Cam bio del prom edio del rasgo A ccionóm etro 135
128 129 C oeficientes de estabilidad 135
E stabilidad del orden de los C ongruencia de la personalidad C oeficientes de validez 135
rasgos 128 129 A utoestim a 143
E stabilidad del nivel prom edio Tem peram ento 133 Efectos de la cohorte 150
del rasgo 129 Estudios longitudinales 135

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