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APODERADO JUDICIAL:
De conformidad con los artículos 74º y 75º del Código Procesal Civil, la
representación judicial conferida al apoderado a través del poder, conocida
comúnmente como poder para litigar, le concede facultades generales o
especiales.
3. PROCURACION OFICIOSA
La Procuración oficiosa es una forma excepcional de representación procesal,
sin apoderamiento judicial. Consiste en la posibilidad que una persona se
irrogue la representación de otra (o de un sujeto procesal) e interponga una
demanda en su nombre, advirtiendo que el derecho de ésta peligra si es que no
se solicita tutela jurisdiccional oportuna. Por supuesto, todo el proceso no podrá
discurrir sólo con la intervención del procurador oficioso -quien actúa como un
gestor sin mandato-, resulta necesario que dentro de un plazo razonable el
«representado>> se apersone al proceso y haga suyo lo actuado, o formalice la
representación que ejerció el procurador oficioso, la antigua ratihabitio del
derecho romano. El Código patrio recoge esta institución regulando algunos
detalles.
No se crea que la actividad procesal realizada antes de la ratificación por parte
del representado no es válida o que sólo tiene eficacia para quien está
actuando con representación legitimada. Es tan eficaz para la parte contraria
que -de ser admitida la demanda-, ésta deberá contestarla produciendo en
consecuencia una relación jurídica procesal válida con todos sus efectos:
constituir en mora, interrumpir el plazo prescriptorio y los que le
correspondieran.
4. REPRESENTACION DE INTERESES DIFUSOS
Montero Aroca define a los intereses difusos como aquellos pertenecientes a
un grupo de personas absolutamente indeterminadas, entre las cuales no
existe vínculo jurídico alguno, sino más bien se encuentran ligadas por
circunstancias de hecho genéricas, contingentes, accidentales y mutables,
como habitar en una misma región, ser consumidores de un mismo producto,
ser destinatarios de una campaña de publicidad, etc.
La primera parte del artículo en comentario, enfatiza esta definición de esta
manera: interés difuso es aquel cuya titularidad corresponde a un conjunto
indeterminado de personas, respecto de bienes de inestimable valor
patrimonial, tales como la defensa del medio ambiente, de bienes o valores
culturales o históricos o del consumidor".
Véscovi, califica al interés difuso como intereses fragmentarios, de grupos
intermedios, que no tienen el carácter de personas jurídicas y que, sin
embargo, aparecen comprometidos en la dinámica de nuestra moderna
sociedad (sociedad de masas, economía de consumo, agresiones al medio
ambiente, etc.). Son intereses que no encuentran tras sí un grupo colectivo
individualizable y, menos, jurídicamente compacto, como puede ser la persona
jurídica o colectiva. Asia nueva realidad, como son los intereses difusos o
indefinidos, no calzan en los tradicionales institutos jurídicos como para
brindarles protección, de ahí que aparezcan cuestionamientos con relación a la
legitimación de las partes en este nuevo proceso.
El derecho difuso no busca solo la tutela de derechos de un sujeto
determinado, sino de un conjunto de sujetos no identificados. A diferencia de
los intereses colectivos, en los que existen conjuntos de personas
"determinadas y organizadas" entre las que existe un vínculo jurídico; en los
intereses difusos señala Giovanni Priori "son aquellos intereses pertenecientes
a un grupo de personas absolutamente indeterminadas entre los cuales no
existe vínculo jurídico alguno, sino que más bien se encuentran ligadas por
circunstancias de hecho genéricas, contingentes, accidentales y mutables. Lo
que hace lo difuso es la imposibilidad de determinar el alcance del grupo social
afectado".
Un ejemplo de este tratamiento es el medio ambiente, el que se presencia
como un bien del que todos los sujetos disfrutan, de manera tal que un daño en
él afectará a un conjunto de sujetos, sin que sea posible determinar quiénes
son.
El cuestionamiento que presenta los intereses difusos son los instrumentos de
tutela de esos intereses. Hay dos posiciones encontradas. Una enarbolada por
Juan Monroy que atribuye el patrocinio de los intereses difusos como una
forma de "representación procesal atípica". La otra posición es desarrollada por
Giovanni Priori al considerar a los intereses difusos como expresión de
legitimidad extraordinaria.
Cada autor fundamenta su posición. Así para Priori, la legitimidad para obrar
activa es la posición habilitante en la que se encuentra determinada persona
para plantear cierta pretensión en el proceso, a fin que el juez pueda dictar
válidamente una sentencia de fondo. Esta posición habilitante puede provenir
de dos maneras: afirmar la titularidad de un derecho (legitimación ordinaria); y
acceder al permiso legal que de manera expresa señala la ley (legitimidad
extraordinaria). En este último supuesto, quien inicia el proceso no es titular del
derecho que se discute en él, pero la ley por razones diversas concede
legitimación.
Para el sector que sostiene la representación legal, el problema de la
legitimación, pretende solucionarlo pervirtiendo la institución de la legitimación.
Hay que buscar una institución que cobije pero no violente la institución. La
representación procesal de origen legal permite que a falta de determinación
del sujeto activo en la relación material conduzca a una indefensión
jurisdiccional del derecho difuso.
Los detractores de la tesis de Monroy señalan que el representante que actúa
por la parte, no tiene legitimidad para obrar, sino que esta le corresponde al
representado. En tanto el representado tiene legitimación, el representante
puede actuar válidamente en nombre de aquel.
Mientras el representante actúa en el proceso a nombre de otro para la defensa
de un interés ajeno; el legitimado ordinario actúa en el proceso a nombre propio
en defensa de un interés propio. El legitimado extraordinario actúa en nombre
propio para la defensa de un interés ajeno.
Frente a estas dos posiciones Priori enriquece la discusión considerándola
como un problema de acceso a la jurisdicción. Señala que como es difícil
precisar la titularidad del derecho, la ley habilita a determinadas personas o
instituciones para que actuando en nombre propio inicien los procesos
tendientes a la tutela de estos derechos que en principio no les corresponden,
porque la titularidad se encuentra atribuida a un conjunto indeterminado de
personas y no a estas individualmente consideradas.
La norma en comentario señala que tanto el Ministerio Público y las
asociaciones o instituciones sin fines de lucro pueden intervenir en estos
procesos. Nótese que el Ministerio Público en el proceso civil puede asumir tres
roles: como parte, como tercero con interés y como dictaminador.
En este caso, cuando la norma permite al Ministerio Público intervenir como
parte, cabe hablar -según Montero Aroca de la publicitación de una parcela del
Derecho material: "la ampliación o limitación de la legitimación del Ministerio
Público en estos casos responde a motivos políticos. Cuando la ley amplia la
legitimación del Ministerio Público está reflejando la publicitación de los
derechos subjetivos que sustrae de la disposición de los particulares, los cuales
dejan de tener la libre disposición de los mismos. Cuando la ley priva de
legitimación al Ministerio Público en alguna materia en la que antes sí la tenía
está privatizando la misma"
CONCLUSIONES:
- La representación judicial o técnica del abogado es una forma atípica de
la representación procesal. Es especial porque la representación no es
otorgada formalmente y también porque su actuación está a cargo del
asesor técnico del representado, el abogado, quien asume, en
consecuencia, un doble rol: patrocinante y representante.