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Lengua, comunicación
y educación
Isabel Escudero
Roberto García Tomé
Carmen Pérez Fernández
Las artes del lenguaje
Lengua, comunicación
y educación
ISABEL ESCUDERO
ROBERTO GARCÍA TOMÉ
CARMEN PÉREZ FERNÁNDEZ
WWWUNEDESPUBLICACIONES
COMUNICACIÓN Y SENTIDO
Tema 3.LA LENGUA Y LAS LENGUAS. LOS PLANOS DE LA LENGUA
Nota aclaratoria: Este libro consta de varios capítulos temáticos que, aunque
relacionados entre sí, presentan contenidos separados y formas didácticas pro-
pias de cada autor.
Tema 1.LA ENSEÑANZA COMO COMUNICACIÓN
1.1. Acto lingüístico, acto didáctico:Logodidáctica
• Orígenes y sustancias comunes
• Razón común frente a opinión propia
• Desacuerdo entre Enseñanza y Especialización
• Comunicación didáctica y didáctica de la Comunicación
• La Didáctica: el cómo de qué se enseña
• La formalidad del acto didáctico. Comunicación indirecta:
el modelo litúrgico
• Teatralizar la enseñanza
• El ritmo didáctico: el juego con el tiempo en la enseñanza
1.2. La lengua: primer caso de aprendizaje
• Aprendizaje por olvido
• %PCMFKVFHPEFMBMFOHVBIBDFSZEFTIBDFS
• Automatismos y razonamientos
• Reflexiones metódicas a propósito de ‘saber’ y ‘entender’
en la comunicación
• Del saber al entender, del entender al saber
• Entendimiento entre personas
• Pautas orientadoras para una comunicación educativa
crítica
• Tú y yo: instrumentos del lenguaje. La pasión de hablar
• Bibliografía complementaria para este tema
1.3. Pensamiento y lenguaje: práctica del diálogo didáctico.
El preguntar didáctico
• Introducción
• Formas, tipos y funciones de las preguntas
• Algunas conclusiones
• Propuesta didáctica: preguntar a la pregunta
• Bibliografía recomendable para este tema
1.4. Ejercicios prácticos
Isabel Escudero
TEMA 1
LA ENSEÑANZA COMO COMUNICACIÓN
Nos preguntamos si este modo de saber que implica un ejercicio que des-
emboca en un saber teórico estaría relacionado con ‘entender’.
‘Entender’ se dice en español con una construcción con ‘en’. Entender
en esto, y en lo otro o ser entendido en esto y en lo otro, lo que evidente-
mente se parece al saber como habilidad en el ejercicio, en la práctica, pero
el uso más corriente es el transitivo: entender lo que a uno le dicen, enten-
der una teoría, entender la vida, se refieren a otra cosa distinta. Parece alu-
dir a algo como penetrar con una cierta inteligencia en el objeto, sea este
un conocimiento o sea una cosa, o bien algo indefinido como la vida. Ahora
¿qué quiere decir en esa frase «una cierta inteligencia»? Parece ser algo
como sensibilidad para con las estructuras y tramas lógicas que la cosa o la
«idea» puedan presentar; esa sensibilidad parece implicar, a su vez, una
cierta apertura, desprendimiento, disponibilidad, que permite tener simul-
táneamente cuenta de múltiples e incluso complicados elementos y relacio-
nes de esa estructura. Parece ser que las llamadas necesidades de funcio-
namiento obligan a realizar una selección más o menos violenta y
simplificadora de los rasgos, elementos y relaciones de la cosa o la idea, de
manera que el que se llegue a saber la cosa, o lo que es lo mismo, a creer
que se sabe, trae consigo una pérdida de aquella disponibilidad o sensibili-
dad que relacionábamos con la inteligencia y el entender.
Todo lo que hemos reseñado lo hemos considerado como si se tratara de
observaciones científicas —en este caso psicológicas— en el aprendizaje del
mundo; a pesar de que hayamos «dejado» el sujeto y las facultades anímicas
a que los procesos del saber y el entender se refieren. Aparte de eso está la
razón —es decir, el lenguaje mismo— que no es en cambio psicológico ni
objeto de especialización científica, puesto que es él mismo, el lenguaje, la
razón, quien especula o científicamente o de cualquier otra manera.
En el fragmento primero del libro de Heráclito se dice que los hombres
en general (o en mayoría) siguen sin entender, resultan ininteligentes res-
pecto a ese hecho mismo de que el lenguaje esté constituyendo las cosas de
la Realidad, del Mundo, y que al mismo tiempo que en ese sentido está
aquí, al mismo tiempo está fuera y separado de las cosas todas, así que
parece que entre el entendimiento o inteligencia referida a «un sujeto», a
las facultades intelectivas de cada uno y la inteligencia del verdaderamente
inteligente, que no es nadie sino el lenguaje mismo (no hacemos distinción
aquí del pensar del razonamiento), hay una guerra declarada. En todo caso
LA ENSEÑANZA COMO COMUNICACIÓN
pensar de obrar. Son después los adultos, y sobre todo la Escuela, quie-
nes les impondrán esa falsa separación —los niños están en principio bien
dispuestos al entendimiento de las cosas y del mundo— en el sentido lógi-
co y analógico, como estando magníficamente dispuestos para el apren-
dizaje de su lengua materna, en disposición abierta para eso que llama-
mos Realidad. La disponibilidad del niño es infinita porque sus
capacidades no están limitadas como en los animales a unos códigos de
funcionamiento y de conducta marcados y restringidos, que ya le deter-
minan en un sentido único. Es esa indefinición humana la que hace al
cachorro del hombre el más desnudo y desvalido de todos los animales
vivos, pero también el más atento y capaz de entender y aprender cual-
quier cosa. Y siendo tal la riqueza de su capacidad analógica, su impa-
rable propensión al pensamiento abierto, muy tempranamente se le
impone una ley económica funcional optimizadora de seguridades que le
obstaculizará cada vez más para aprender todo aquello que no le sea con-
veniente al mundo ya formado y a sus administradores adultos ya forma-
dos también. El niño debe ser lo más parecido posible a los que le prece-
dieron en eso de habitar y saber el mundo. Y esta faceta de conformación
y adaptación de la Educación, en su acción pretendidamente «perfectiva»
no debe ser obviado, sino, a ser posible, descubierto y compensado por
una dinámica didáctica1.
1
Recomendamos sobre estas cuestiones del pensamiento en su génesis y construcción, el fino aná-
lisis que expone Rafael Sánchez Ferlosio con motivo de las notas y comentarios adjuntos al libro Los
niños bravíos de Jean ltard y Lucien Malson sobre la educación de los niños salvajes como Víctor del
L’Aveyron, hallado en los bosques de Francia. Alianza Editorial. Madrid.
LA ENSEÑANZA COMO COMUNICACIÓN
• Introducción
Vamos a situarnos en una simulación de lección:
Para ser didácticos desde el principio, y por tanto consecuentes con la
naturaleza comunicadora de la educación, al mismo tiempo teórica y
práctica, lenguaje y acción del pensar, comenzaremos pues con su for-
mulación práctica, planteando la «cuestión de la cuestión»: preguntando
a la pregunta:
¿Qué es qué? Así que voy a permitirme hacerles una pregunta sin pre-
suponer para nada su preparación ni capacidades. Uno nunca sabe, como
en la famosa pregunta del Cratilo platónico: «¿quiénes son los que apren-
den, los listos o los ignorantes?»… No importa demasiado que el experi-
mento pedagógico nazca un poco sesgado y —quizá mejor así— por si, por
añadidura, algún milagro didáctico endereza lo que nace torcido. Así que
les preguntaré sin más, de esa forma común y primordial con que las cul-
turas todavía vivas y populares formulan sus adivinanzas:
¿Qué cosa es
que cuanto más clara
menos se ve?
tringido, pero por otra parte queda planteado como una disyuntiva en prin-
cipio, como si se supusiera que sólo caben en principio dos respuestas (‘Si
o no’), aunque por supuesto se admitan como respuestas válidas otras que
no siendo ninguna de las dos contrapuestas, corrijan el rigor de la disyun-
ción; en cuanto a las inquisitivas o ‘parciales’, se implica ciertamente una
restricción del campo para la respuesta; esto es, del campo de lo descono-
cido, en cuanto que el índice interrogativo, señala, dentro del conjunto de
datos que se dan por tenidos, uno solo al que la respuesta debe dirigirse.
Metemos aquí también las interrogaciones negativas: por ejemplo, ¿no es
verdad que..?, que en todas las lenguas parece esperar una respuesta afir-
mativa.
2. También, por supuesto, quedan incluidas las frases de interrogación
indirecta en que la modalidad de pregunta o inquisición no aparece en la
entonación de modalidad de la frase sino que la interrogación está subor-
dinada a una frase de otra modalidad, p. ej.: «Dígame quiénes fueron los
Reyes Católicos» o «Me gustaría saber qué ha pasado aquí» o «Es una cues-
tión insoslayable la de si hay o no hay hielo en esa montaña», etc.
(Cierto que las formulaciones del tipo: «no me digas quién lo ha hecho»
presentan un conflicto en cuanto que la cuestión, pese a que la negación
está de todos modos incluida, aunque la forma de la frase parece cortar
explícitamente el proceso de cuestionamiento. P. ej. «no se te ocurra ni
siquiera pensar que...», esta instrucción negativa probablemente podía
aprovecharse por su gran incitación didáctica como un modo de hacer pre-
guntas sugerente e invitador para los niños y para los alumnos en general
dado la habitual curiosidad ante el impedimento o la prohibición).
También han de entrar aquí frases en que no aparecen acciones inte-
rrogativas expresas. Pero que por semántica y por situación tienen un sen-
tido de cuestionamiento, como por ejemplo: «Hagamos una lista de los
nombres de los reyes godos», «no vamos a descubrir nunca el sentido de ese
jeroglífico», «¡si alguien nos aclarara un poco los términos del problema!»
etc. Parece que habría que atender también a la situación inversa en que
frases de modalidad interrogativa se usan, ya sea por convenio relativa-
mente establecido, ya sea por juego ocasional, con un sentido correspon-
diente a otra modalidad de frase como en: «¿me alargas la tiza?», «¿no te
fastidia el niño?». Es evidente que nuestro análisis debería, en principio,
excluir casos semejantes.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
pregunta: «¿Quién sabe que son agavanzas?», puesto que tal encargo no
solamente incitaría a los niños a responder inmediatamente al maestro con
otra pregunta: «¿pero qué son las agavanzas?», o bien formulársela a sus
padres o amigos, sino que además el hecho de que unos traigan agavanzas
al día siguiente y otros no, va a dar al maestro una confirmación sobre el
conocimiento semántico de este término entre los niños de su clase.
Tal vez haya que añadir también la propuesta de ejercicios manuales
o motores que aspiran a una solución práctica, la cual a su vez puede ser-
vir como respuesta en el sentido del enjuiciamiento del sujeto como en la
averiguación teórica o psicológica. Por ejemplo: dar taquitos a un niño
pequeño para que los meta adecuadamente en un hueco previamente for-
malizado, o para que simplemente haga una construcción ordenando los
colores.
Preguntar y responder preguntas se ha convertido en un tópico de la
Educación y uno de los quehaceres lógicos de la teoría y la práctica didác-
tica. Aquí el tópico tiene que examinarse a vueltas de los procesos de ense-
ñar y aprender en las escuelas y asimismo a la luz de la investigación de las
diversas disciplinas científicas. Se trata de un examen selectivo, ya que la
escuela no es más que una forma de educación y ni el campo escolar ni el
instruccional, por más típicos que se presenten para su estudio, son sus úni-
cos definidores. La Educación, no es una disciplina en sí ni está compues-
ta tan sólo de escuelas y enseñanzas, sino que es un vasto dominio de
acción social que alcanza multitud de situaciones y sujetos diversos.
• Algunas conclusiones
El hecho de preguntar en la Educación se presenta en relación con
amplias categorías, tanto el preguntar del investigador dedicado a la
Educación, como el del maestro al alumno cuando quiere comprobar los
resultados del aprendizaje.
Vamos a plantearnos, dado nuestro primordial objetivo didáctico, una
serie de cuestiones escogidas de entre algunas de las categorías de la
Educación que se refieren mayormente al aprendizaje en la escuela. ¿Cuál
es el uso observable de preguntas dirigidas por maestros, profesores y estu-
diantes o planteadas en los libros de texto? ¿A qué propósito se valen de
estas preguntas y con qué efecto? ¿Qué ignoramos acerca del preguntar en
la práctica didáctica? Y en último término señalaremos las interrelaciones
LAS ARTES DEL LENGUAJE
CUADRO ÚNICO
[Viandante 1.º, Viandante 2.º, Portero, Taquillera, Camarero, Parroquia-
nos, Ciego, Conferenciante, Uno del público]
Viandante 2.º [al Viandante 1.º]. ¿Es que habla hoy el doctor Vasconcelos?
COMUNICACIÓN Y SENTIDO
• La Comunicación oral: el lenguaje
• Un poco de Gramática
• Comunicación y sentido
• Gramática sub-consciente
• Algunas consideraciones acerca de las funciones
del Lenguaje
• Acción del lenguaje y uso del lenguaje
• Lenguaje impresivo y expresivo frente a lenguaje
declarativo
• Uso lúdicro o estético del lenguaje
• Modalidades de frase y funciones del habla
2.1. Lo común y la comunicación
• La abstracción, primer rasgo de la lengua
• La lengua y los idiomas
2.2. Comunicación frente a Información
• La mística de la comunicación
• Relación de información y comunicación en el proceso
de enseñanza-aprendizaje
• Memoria acumulativa frente a descubrimiento
• Comunicación didáctica formal/escolar e informal/social
• LaEducación como comunicación descubridora
• La Didáctica como acción negativa: desaprender
• Un poco de Gramática1
1
Para las cuestiones de Gramática en general véase: García Calvo, A. Del Lenguaje I, 1982; y
Elementos Gramaticales (I, II y III) 2009. Editorial Lucina. Zamora.
2
Aviso de la distinción entre una Gramática (objeto del gramático) y la gramática (de la-s lengua-s).
La Gramática que solemos escribir con mayúscula como suelen escribirse los nombres de las discipli-
nas en general: Física, Historia, es sin embargo algo que no puede ser más que descubrimiento de la
gramática con minúscula.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
esto es: de un modo no sólo más elemental y esquemático que las maneras
de la Realidad, sino en verdad ajeno a la Realidad misma con sus cosas. Por
apuntar un poco sólo de sus detalles, se trata de un Mundo o Campo donde
tú y yo no somos nadie (nadie determinado de ninguna de las maneras
como las cosas se determinan en la Realidad), en el sentido de que estos
verdaderos yo y tú,3 dependemos —estamos determinados sólo por—, se
depende, del mero acto de hablar, del propio acto de hablar o pensar. Y si
depende de ello, naturalmente no puede pertenecer al mundo ‘de que’ se
habla.
Separamos pues con claridad aquello que se está diciendo de eso otro de
lo que no se puede hablar, porque es en donde se habla, porque es lo que
habla.
Acto seguido, hay que reconocer las relaciones entre lo que se dice y el
acto de decirlo (ahora), así como aquellas entre lo que se dice y el ámbito
desde donde se dice (ámbito no real, sino ‘yo’, ‘aquí’). Se ve que la acción
lingüística es un caso singular de acción (por tanto, incapaz de definirse
como una entre las acciones) y que el lenguaje está fuera y aparte de todas las
cosas de las que él habla.
Y puestos a hablar de lo que no se puede, no olvidamos de la tesitura
paradójica en la que nos ponemos como hablantes-gramático: si se trata de
hablar de lo que habla, reconocemos que las dificultades vienen de que si el
lenguaje es lo que habla de (trata de, razona sobre, explica, pregunta por…)
las cosas, cuando se vuelve sobre sí mismo se da un trance singular, único:
1. en tanto que es él el que está hablando, no puede propiamente hablar-
se de él; y
2. si se habla de él, es que ya no es aquel que estaba hablando (no se
piensa el pensamiento que está pensando; de la razón que está razonando
no se razona; de la palabra rosa, mientras está nombrando rosas, no se
nombra a sí misma como cosa, y si se la nombra como cosa, en ese trance
no nombra rosa ni cosa alguna).
3
«Verdaderos» en cuanto tú y yo no somos más que meros agentes o actores de la acción lingüísti-
ca, y hasta mera acción lingüística.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
• Gramática sub-consciente
Así es que cabe tomar con respecto a esto de hablar del lenguaje dos
actitudes:
1. O bien se le toma como una cosa entre las cosas (o sea, como algo de
lo que se puede hablar sin afectarlo), y en ese caso, diversas disciplinas, más
o menos científicas, se ocupan de él (sociología del lenguaje, historia de tal
lengua, teoría del origen del lenguaje, psicología o neurología de los proce-
sos o trastornos del lenguaje, estudio del aprendizaje de la lengua por los
niños, fonética articulatoria experimental, etc.),
2. O bien se habla desde dentro, por así decir: se puede dejar que el len-
guaje recoja (en grabación, en escritura, en la misma memoria) un tramo
de lo que él mismo ha producido y, que, examinándolo, trate en primer
lugar de tomar conciencia de lo que cualquiera que hable sabe sin darse cuen-
ta de que lo sabe: de los elementos que entran en juego y de los mecanismos
que los ponen a jugar. Se trataría por tanto de una tarea de des-cubrimien-
to de lo que habla en uno. Ni que decir tiene que es esta segunda actitud la
que nos es más útil a nuestro propósito:
Lo primero es, por lo tanto, la gramática: esto es, que la fundación de una
subconsciencia técnica (no personal, sino comunitaria) no puede consistir
sino en la subsunción de la gramática de la lengua, en diferentes grados de
subconsciencia (o sub-conciencia, tal como suena).
Cierto es que, luego, hay que reconocer diferentes grados de conciencia
(diversas capas de sub-consciencia) en los que, por ejemplo, la instancia de
organización sintáctica de una frase es ya una zona relativamente cercana
a la conciencia, y más aún, es el vocabulario de palabras de significado tan
superficial que salta frecuentemente a las conciencias personales y deja,
por ende, de ser propiamente lengua para ser cultura o realidad, y el esta-
blecimiento de esa subconsciencia comunitaria (esa región donde se halla
el dispositivo para las producciones propiamente dichas automáticas
como danzar, tocar la guitarra, escribir a máquina, también leer, etc.) da
lugar a los modos de producción que llamamos automáticos, y el de la pro-
ducción del habla, por tanto, en primer lugar. Es decir, acciones ni ani-
males o instintivas ni nada que se le parezca, pero tampoco regidas y con-
troladas por la conciencia y la voluntad personales. El término
‘automático’ es bastante elocuente. Tenemos la costumbre de relacionar lo
uno con lo otro: la tópica, la localización de lo subconsciente, con la forma
de la producción: automática, maquinal, si se quiere añadir, puesto que
suponemos que las máquinas son una mera imitación de esto que por pri-
mera vez pasa con el lenguaje, estando el resto de acciones, presumible-
mente, constituidas sobre el modelo del lenguaje, antes de cuya adquisi-
ción no puede hablarse propiamente ni de subconsciencia ni de
operaciones automáticas aprendidas.
• Algunas consideraciones acerca de las funciones del Lenguaje
Una vez entendidas estas cuestiones elementales acerca de Lenguaje en
general y de las Lenguas particulares o idiomas, y acerca del sentido gene-
ral de «comunicación», pasemos a detallar un poco más lo referente a sus
funciones: se trata de qué se hace o qué se puede hacer con el lenguaje.4
Aquí intentaremos dar razón a lo propuesto: lo característico del len-
guaje, de su gramática no es la «comunicación», sino la abstracción. Ya nos
4
En cualquier texto escolar o acerca de comunicación se puede consultar la doctrina acerca de las
funciones, especialmente en el libro de Jakobson. V. en Jakobson, Roman. Ensayos de lingüística gene-
ral. Barcelona: Ariel, 1984.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
hemos referido a esta distinción fundamental: lo que hacen las frases está
aparte y antes de lo que los hablantes quieran hacer con ellas. Estamos ahora
situándonos por lo tanto en los límites de lo gramaticalmente regido, y dis-
currimos acerca de lo que los hablantes hacen con su lenguaje, terreno de
la Pragmática.5
Es importante que en esta parte más superficial del lenguaje se distin-
gan dos cosas: una de ellas es aquella en que el lenguaje o la formulación
lingüística está más cercana al mundo en que tú y yo estamos hablando. Ahí
están, por un lado, los tonillos (mal llamados «acentos») en la producción
o enunciación de la frase en sus diferentes modalidades (de la frase de
decir, o de la de preguntar, etc.), y eso es máximamente superficial. Cuando
decimos ‘superficial’ lo decimos como algo que se acerca a la conciencia
personal de los hablantes, por oposición a la gramática propiamente dicha,
que yace en la subconsciencia, de tal forma que ni la conciencia ni la volun-
tad de los hablantes tienen nada que hacer ahí: en cambio, esto de los toni-
llos, la forma de realizar las entonaciones de frase, es tan superficial que las
personas muchas veces se dan cuenta, y les sirve para distinguir «acentos»
de diferentes niveles sociales, para distinguir también restos de proceden-
cia dialectal de alguno de los hablantes. De esto hay constancia por todas
partes. Esto es una muestra de la superficialidad, de la cercanía a concien-
cia. O, por ejemplo, el empleo de una especie de paréntesis «(¿no?)» con-
firmador: «Eso era (¿no?) lo que me querías decir». «¡Así que no había veni-
do todavía (¿no?) tu hermano!». O el empleo de un «(¿eh?)»: «Así que
entonces (¿Eh?) vosotros os venís a las cinco», con sus tonillos. Pero este
uso de un «eh» o un «no» es una especie de truco tan superficial que cual-
quiera puede decir cómo habla uno, lleno de muletillas, o qué inseguridad
debe tener porque no hace más que intercalar un «no» o un «eh». Supongo
que consta bien qué cerca de conciencia está esto y por tanto qué lejos de
gramática, qué lejos de la subconsciencia gramatical.
Este es un lado, el de los tonillos o el de las muletillas confirmadoras que
están claramente en el mundo de la pragmática; en la parte más superficial
de la gramática, es uno de los lados por los que llegamos a la superficie,
pero el otro, es el que constituye el vocabulario semántico. Hasta tal punto
las palabras con significado son algo superficial que, mientras de todos los
5
V. acerca de Pragmática más abajo: Capítulo 7. La atención y la escucha comprensiva desde un
enfoque didáctico comunicativo.
LA COMUNICACIÓN ORAL: LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE. COMUNICACIÓN Y SENTIDO
demás mecanismos de los que hemos dado algunos ejemplos, sin duda des-
conocidos para los que no sean gramáticos, en cambio, del vocabulario
semántico todo el mundo sabe. Justamente de lo que es más superficial y
además abierto a la infinitud, porque ninguna lengua tiene un diccionario
cerrado, es de lo que tenemos más conciencia: cualquiera, como persona,
tiene conciencia de eso. Y se dice que uno tiene más vocabulario que otro,
y que uno adquiere mucho vocabulario leyendo, o que adquiere tal clase de
vocabulario, mientras que abandona tal otra clase de vocabulario, como el
dialectal o el demasiado vulgar, aunque también puede ser un novelista
muy hábil en cuanto a emplear vocabulario de los barrios bajos y de las
capas sociales inferiores. Todas esas cosas. Esto es la semántica en sentido
estricto, por oposición a todo el enorme aparato gramatical que se ha tra-
tado de haceros ver.
Es, por tanto, una falsedad, la creencia de que al penetrar en el vocabu-
lario semántico se ha penetrado en los mecanismos del lenguaje. Es evi-
dente que con saber los significados de las palabras, no se ha hecho mucho.
Este es otro vicio que en las tareas de enseñanza nos encontramos mil veces
entre los chicos: su primera tendencia es coger el diccionario: se creen que
allí va a estar el sentido, es decir, olvidan todo lo esencial de la gramática
de una lengua, todos los mecanismos, por la fe en el vocabulario, y es muy
comprensible, por lo que decimos, porque es la zona más superficial, la
zona cercana a conciencia, y por tanto es normal que la gente empiece por
lo menos a tomar conciencia de su lengua partiendo de ahí.
• Acción del lenguaje y uso del lenguaje
Todo lo referente entonces a las funciones del lenguaje, es algo que se
refiere propiamente al lenguaje en cuanto realizado en el habla, en cuanto
realización (así como correspondientemente la frase, mínima unidad de
empleo del instrumento lingüístico, es un elemento propiamente de la reali-
zación de la lengua en habla). Pues bien, a tal propósito hay que hacer un
par de observaciones: la primera es que cada acto de hablar, cada frase pro-
nunciada, no tiene solamente el efecto sobre oyentes (o ambientes, o la rea-
lidad misma) a que las concepciones de la función impresiva del lenguaje se
refieren, sino también, un efecto —llamémosle secundario, si se quiere—
sobre la estructura del sistema o aparato mismo de la lengua (en el sentido
de la lengua como realidad abstracta, depositada y no realizada): en efecto,
cada vez que alguien dice, por ejemplo, «los dragones no vuelan» o pide en
LAS ARTES DEL LENGUAJE
empleo utilitario del grito para pedir, p. ej., alimento (función impresiva);
por entonces o algo más tarde aparece el «babbling», el balbuceo gratuito y
placentero (función estética); en cuarto lugar aparece la lengua (palabra,
predicación, sistema fonémico), la función lógica. Comprobamos que las
demás funciones del lenguaje, en frases no lógicas o gramaticales que sir-
ven a lo natural y a lo social, aparecen antes de que el sistema de signos,
antes de que lo convencional se haga «natural».
6
Véase en 1.3. Reflexiones metódicas a propósito de saber y entender (pág. 20).
LAS ARTES DEL LENGUAJE
Isabel Escudero
Para dialogar,
preguntad primero;
después… escuchad.
Estos son los cinco tipos de mecanismos que una lengua cualquiera —y
toda lengua— tiene que tener, y que recordamos sumariamente. Dichos
mecanismos pasan desapercibidos prácticamente, aunque sumidos en nive-
les diferentes de la mencionada ‘subconsciencia’ técnica:
1. Mecanismo de ‘la demarcación y MODALIDAD DE LA FRASE’, siendo
‘una frase’ cada uno de los tramos que está sujeto a esas condiciones de
demarcación, que son primariamente prosódicas (e.e., entonativas, abs-
tractamente melódicas).
En este punto hemos de recordar que el SENTIDO de una frase es lo que
hace la frase, lo que hay que distinguir de lo que el hablante hace con
dicha frase, pues una frase no «significa» nada. En contra de la confusión
habitual que la palabra ‘significado’ arrastra consigo, al no distinguir
netamente el ‘sentido de la frase’, que no significa nada, del ‘significado’
o ‘valor’ de una palabra en sí, en el aparato, que está en dependencia
inmediata de su figura fonémica (y prosódica). Aquí hablamos por tanto
del sentido de una frase y del sentido de la producción, pero hablamos del
valor de palabras o índices, que puede ser el de ‘significado’, en las pala-
bras del vocabulario semántico, pues hay otros ‘valores’: un cuantificador
tiene un valor, una negación, un interrogativo, los índices sintácticos tie-
nen un valor, etc., pero carecen de significado.
… esto es: la frase hace lo que haga independientemente de que luego los
oyentes puedan, a nivel superficial, producirla o interpretarla con matices
retóricos diversos al hecho abstracto del sentido gramatical (aparte de cua-
lesquiera otras de las diferencias espresivas, impresivas, etc.), de forma que
si ese hacer lo que ella hace luego se tergiversa, esa es otra cuestión, que no
interesa propiamente a la gramática.
LA LENGUA Y LAS LENGUAS. LOS PLANOS DE LA LENGUA
cosa son las palabras sintagmáticas y otra cosa son las palabras ideales. De
manera que estamos obligados a dividirla y a precisarla. Una cosa es la
palabra ideal, y otra es la palabra sintagmática: ‘palabra sintagmática’, es la
que aparece como tramos de la producción, frente a ‘palabra ideal’, la depo-
sitada en el aparato y, como tal, impronunciable. Una palabra sintagmáti-
ca, está normalmente compuesta de una palabra ideal más algún índice
(sintáctico o de otro tipo) que la acompañan.
y se les junta, para componer la frase, en un instante (al que solemos llamar
‘instancia de organización’) en el momento de ir a pronunciar la frase. Es en
la ‘subconsciencia’ del hablante donde se organiza el bloque de frase: las pie-
zas entran en relaciones diversas de complemento, de determinación, etc.,
unas con otras, señalándolo por índices, por preposiciones, por ejemplo; y es
en ese momento cuando se pasa a producir la frase, que —claro— al produ-
cirla, ya se produce en fila, en sucesión —eso es ley de la Realidad—, aque-
llo que era un instante se convierte en una duración y transcurso: un rato de
hablar, lo que la frase dure hasta acabarse de pronunciar.
4. El cuarto mecanismo es el de ‘LA CUANTIFICACIÓN’. Es decir, aquél por
el cual las preguntas de ‘¿cuántos?’ y ‘¿cuánto?’ pueden dirigirse y señalar
indicaciones:
a) Por un lado, trivialmente, con respecto a las cosas —a las cosas mis-
mas— al emplear un plural, y también al desarrollarse, frente a los
cuantificadores vagos —como es el plural de nuestras lenguas—,
otros cuantificadores, exactos, que no son otra cosa que los números
naturales de la serie, que consisten en eso.
b) Otras veces la cuantificación no se aplica a las cosas, sino a los propios
mecanismos de la lengua. (Esto es un poco complicado, y no es quizás
ahora el momento de examinarlo, pero puede el cuantificador volverse
sobre la manera en que el mecanismo general (de acción lingüística) se
ha aplicado en una situación más o menos intensamente, más o menos
duraderamente, o de una manera, o de otra manera, pero cuantificable).
5. El quinto mecanismo ya está aparte, porque es ‘LA SIGNIFICACIÓN’. Es lo
que llamamos con precisión el ‘vocabulario semántico’, que, por un lado, es
tan superficial que está casi a la altura de la conciencia. De todos los demás
mecanismos que hemos mencionado hasta aquí un hablante no tiene ni idea
y así de bien le funciona. Pero las palabras de significado, los significados,
LA LENGUA Y LAS LENGUAS. LOS PLANOS DE LA LENGUA
del lenguaje, que se opone a la producción, esto es, a los resultados del fun-
cionamiento del aparato.
por así decir, de una convención de habla y de gramática; por más que esta
segunda hipótesis implique que, no habiendo un órgano legal previo, ese
establecimiento de la lengua es a la vez la creación del órgano, el primer
acto de convención o ley; de una manera, por lo demás, análoga a como el
aprendizaje de la lengua en un niño tiene que suponerse consciente, a la vez
que eso significa la primera aparición de la conciencia.
En cuanto a la entrada de un niño en la lengua (o de la lengua en un
niño), las observaciones del lenguaje infantil muestran, antes que nada, que
cualquier niño es capaz de adquirir cualquier lengua como materna o pri-
mera (que es también dable el aprendizaje de dos o más simultáneas). El
caso es que podemos decir que la lengua materna se aprende cuando ‘yo’ no
estoy todavía. Al año y medio, dos años, yo aún no estoy, entendiendo por
‘yo’ lo que se dice un sujeto consciente. Los de alrededor han hecho un
esfuerzo para que esté; hasta es posible que antes de nacer me hayan asig-
nado un nombre, pero eso aún me es ajeno. Y es justamente en esos
momentos en los que se aprende a hablar: es quizá en el niño de año y
medio a dos años donde se está produciendo la creación de la consciencia:
¿Hay quizá un momento en que «sabe» lo que está diciendo cuando imita
la lengua de los padres, y hay un momento posterior en que el aprendizaje,
exitoso, se recluye en la subconsciencia? Misterio.
Isabel Escudero
TEMA 4
LAS ARTES DEL LENGUAJE. POESÍA Y LENGUAJE
Dice el tópico que una imagen vale por mil palabras, pero es aún más cier-
to que una palabra vale por un sinfín de imágenes. La cuestión está en hacer-
la que suene y dance. En saber movilizar esa palabra, en multiplicarla por
toda la libertad de que ella es capaz. O bien en pararla, fijar su vértigo en el
aire o en la página. Estas son algunas de las operaciones que hace la Poesía,
hecho que hoy, aquí, nos ocupa. Algo sabemos ya de cómo parece estar cons-
tituido del aparato de la Lengua y sus relaciones con el habla, y los hechos
rítmicos del lenguaje que están por debajo; y también sus enlaces con esos
otros hechos, que ya no son propiamente del lenguaje, sino que vienen de la
Cultura, y que, fundamentalmente, conectan con la Escritura y con las Artes.
¿Pero dónde situar, entonces la Poesía? Podemos, desde luego, resig-
narnos y sin más abandonarla al reino de la Literatura, y de hecho así se
hace. Generalmente la moda dominante en la Poesía culta actual, (y ya
desde hace varios decenios), se empeña en desposeerla de su carácter de
juego linguístico: de juego con el tiempo. Se la condena tajantemente a la
escritura, que es propiamente Cultura, y se la separa, como un hecho cul-
tural más, de su masa substancial que era el lenguaje vivo, y aún más atrás
y abajo, se la corta de su verdadero manantial: el canto, quizá el primer len-
guaje de los hombres, (no nos atreveríamos a decir natural, sino más bien
«preternatural»). No debíamos nunca olvidar, al menos los que nos dedica-
mos a la enseñanza, aunque lo olviden los poetas, que la poesía es ante todo
un caso de lenguaje, un hecho de lenguaje, y que es ahí, en el lenguaje
corriente y moliente, (como dice el pueblo en ese buen símil de las aguas
que corren, muelen y redondean en el correr sin tiempo de los días), donde
la poesía de haberla, hayla. Como decía don Antonio Machado, refiriéndo-
se a ese río de la vida: «Toda la imaginería / que no ha brotado del río / bara-
ta bisutería».
LAS ARTES DEL LENGUAJE. POESÍA Y LENGUAJE
niños) han instituido entre forma y fondo. En los versos, «lo que se dice»
no puede separarse de «cómo se dice» ya que ese ‘cómo’ es lo importante.
Y es un caso de lenguaje que actúa hablando y habla actuando. No hay que
esperar para pasar a la acción. Las palabras hacen lo que las palabras dicen
en el momento. En ese sentido es instantánea y actual: juego con el tiempo.
Con el «tiempo material», ese que dice el pueblo —a la vez tan llana y meta-
físicamente— que no hay: no hay materialmente tiempo.
Es, pues, en virtud de su constitución sucesiva y temporal, de «palabra en
el tiempo», como se va a producir la acción poética, pero aunque su masa sea
lenguaje común y corriente, se somete a medición el ritmo del habla. Es juego
con el tiempo medido: tiempo de poesía que va —paradójicamente— a des-
cubrir la falsedad de ese otro Tiempo ideal que constituye la Realidad, la
mentira de ese otro Tiempo de la Banca, donde el dinero crece, y que es el
mismo tiempo de la Historia donde los hombres mueren.
• Regulación rítmica y métrica
Es, pues, la Poesía un caso de lenguaje, lenguaje en acción: acción del
lenguaje que por medio de la regulación rítmica del habla, (alternancias,
repeticiones, silabeos, fugas, silencios y otras recurrencias) por debajo, y
por la explicitación de esquemas y reglas propios de las Artes poéticas por
arriba, descubre un orden sintagmático desvelador de la falsedad del Orden
de la Realidad: la imposibilidad y las paradojas de eso que se nos vende
como Realidad. Pero no es sólo ese orden lo que se moviliza, sino también
la masa de la Realidad misma: los semantemas que son los que constituyen
el mundo: la visión del mundo. Un sinfín de recursos y tropos poéticos,
entre los que descuellan por su fuerza y utilidad: la metáfora y la metoni-
mia, vienen a evidenciar la ambigüedad polimorfa de la Realidad, desha-
ciéndola en mil esquirlas donde brillan asomos de algo que sentimos como
verdadero (precisamente porque no parece ser de este Mundo).
Y cuando todo eso se pone a funcionar, no separadamente, sino al mismo
tiempo, se produce, como por milagro, ese trasvase certero, y salta la flecha
agridulce que nos toca a la par inteligencia y corazón. Ahí, en esos trances poé-
ticos, es donde se puede palpar que razón y corazón, lógica y sentimiento,
están del mismo lado; el uso de esa fértil coincidencia nos debía ser muy caro
y propicio a los maestros y educadores, siempre preocupados en cómo tocar
las raíces del saber (y, por tanto también las del misterio), si es que la
LAS ARTES DEL LENGUAJE
Enseñanza mantiene todavía, a estas alturas, alguna pura conexión con lo ver-
dadero. ¿Cómo llegar a lo vivo común, que está por debajo de eso que llama-
mos Realidad? Y, precisamente, cómo llegar a los niños, a unos «sujetos»,
valga la paradoja, todavía poco sujetos, aún en trance de formación, que están
todavía a medio hacer, y donde sin duda por ello mismo, podría penetrar con
menos resistencia que en los adultos el rayo de la razón o de la hermosura. Y
es, precisamente, la Poesía cuando está viva, ese caso de lenguaje que goza de
la precisa y preciosa virtud de confundir sabiamente en su tañido inteligencia
y corazón, que despierta ese sentir y sentido común que nos aúna, de tal mane-
ra que el que la escuche piense: «¡eso era lo que yo quería decir y no acertaba
a decirlo!».
• Palabras en juego y juego de palabras
Pronto se dan cuenta los niños de ese extraño privilegio que tienen, que
no tienen los otros animalitos: que son animales de lenguaje. Así que va a
ser ese recrearse en las palabras, no sólo en lo que las palabras dicen, sino
ante todo en lo que las palabras hacen, en sus combinaciones, en su soni-
dos, en sus imágenes, en su formalidad, en su ritmo y melodía sintácticos,
lo que será bien pronto el primer objeto de encantamiento de los niños: las
palabras en juego y el juego de palabras. Este trato mágico con el lenguaje
les produce tal fascinación que les hace, por un lado, embobarse en el oír,
perderse en lo que están oyendo, pero, por otra parte,(en la producción y
emisión), afirmarse e identificarse, al sentirse ellos también constructores
(lingüísticos) del mundo y la realidad.
El niño juega las palabras, lo juega todo, se lo juega todo, él mismo no
se separa de ‘lo otro’. Ese dejarse hablar, ese gozo de parlotear es del mismo
orden que su impulso de moverse. La necesidad física del niño de moverse
lo lleva a movilizar las palabras, a hacerlas danzar en un baile continua-
mente inventado porque su lenguaje es todavía movedizo, está rebullendo
constantemente como el agua naciente de un manantial; y sin embargo,
todo ese caudal informal debe enfrentarlo, ajustarlo y entrelazarlo con las
reglas normativas de la gramática y su idioma particular. Sonidos, imáge-
nes, formas, ritmo, etc., todo unido mezclado y amasado en mil azares
combinatorios. Y esos azares primeros del aprendizaje de la lengua, de
alguna manera rudimentaria, se asemejan a las artes combinatorias poéti-
cas, ya que la poesía es esencialmente un arte combinatoria: arte de la
«dulce juntura» en juego con el tiempo.
LAS ARTES DEL LENGUAJE. POESÍA Y LENGUAJE
• La visión poética
Pero, detengámonos un momento en ese ver de la poesía, no sólo en su
tañido. En ese abrir los ojos paradójicamente en pleno sueño. Porque sí:
algo tiene en común la acción de la poesía con la operación del sueño. Ella
también escarba y se alimenta de ese subconsciente onírico donde sucede
una operación curiosa y contradictoria entre desplazamiento y representa-
ción: por un lado, las imágenes de los sueños tienden a desplazarse del
tiempo y del espacio de la Realidad, pero justo parece, que en relación
directamente proporcional a tal desplazamiento, la representación viene a
pintar y repintar (fijándolas) las imágenes desplazadas vivificándolas de
manera insólita. Haciéndolas notar precisamente porque no están en su
sitio: porque «están fuera de lugar».
El sueño, como la poesía, pues, viene a pintar (ut pictura poiesis, —al
decir de Horacio), ese es su modo de figuración, aquello que «no es como
debe ser», o que «no está donde debe estar», y lo hace cargando las tintas
en igual operación de lógica plástica y rítmica con que la poesía hace pin-
tar y sonar la imposibilidad de lo real, lo que no puede ser, lo que por deba-
jo sería vida, si no fuera por encima: Realidad.
• Formalización y memoria
Si a este carácter de exageración visual, de entrar por los ojos (de
golpe de vista que aúna a un tiempo saber y entender), que tiene la poe-
sía al operar justamente en esos estratos anímicos (oníricos) de la sub-
consciencia; si a ese rigor formal y plástico, al que tan afines son los
niños, se le suman las artes de la memoria: la repetición rítmica, la rima,
la musicalidad…, conseguiremos, probablemente, un instrumento de
excepción no sólo estético sino didáctico. Recordar cómo las cancionci-
llas escolares de nuestra infancia no se nos olvidaron jamás. (Bien son de
aprovechar las ocurrencias que Machado nos da en boca de Meneses, en
relación a su «máquina de trovar» como máquina de enseñar). El recita-
do, recordado de memoria (a coro), tiene la virtud justamente de eso: re-
cordar, acercar de nuevo lo olvidado al corazón: volver al corazón, sien-
do, al mismo tiempo, un ejercicio de precisión, donde no valen las
aproximaciones ni las vaguedades, cosa buena precisamente en un
mundo de confusión donde todo vale.
LAS ARTES DEL LENGUAJE. POESÍA Y LENGUAJE
(que son ellos tan listos y tan prácticos), lo agradecen y aprenden con
seriedad y rigor.
Porque hay que tener también cuidado con ese término tan manoseado
de «creatividad», que de tanto prestigio goza desde hace un par de decenios
en la Escuela Progresista; eso de la espontaneidad, de la improvisación, de
la naturalidad, de cada uno a su aire, del ocio lúdico, etc.; con esa nueva
moda hemos conseguido que los cachorros de hombre, después de tantos
siglos de Civilización y Bellas Artes, vengan, por fin, a expresarse y chillar
como sus antepasados los monos. El niño no distingue entre disfrute y tarea
si la tarea implica juego: descubrimiento e inteligencia en marcha; es la gra-
cia en el hacer, en el construir o en el destruir, como el juego inteligente de
una adivinanza, al mismo tiempo disfrute y razonamiento, utilidad y pla-
cer. Somos los adultos los que hemos introducido esa falsa separación entre
tarea y disfrute con el nefasto invento del trabajo como castigo bíblico y tor-
tura de los hombres. Dejemos que los niños, que todavía pueden, oren y
laboren, canten y trabajen, sin saber bien dónde empieza y termina lo uno
y lo otro.
No se trata tanto de «expresarse»o desahogarse, como de hacer las cosas
bien, con ritmo, con precisión y formalidad a un tiempo, para que se pro-
duzca el juego de la pasión por la cosa, aliviando así la pesantez de la per-
sona: la ingravidez poética, como sucedería en una clase de baile donde el
propio embeleso de la danza levanta en vilo a los bailarines. Lo mismo vale
para los versos: precisión en el arte y contención en la expresión, y ya veréis
como esta aparente paradoja funciona y cómo la cosa marcha y, además,
por añadidura ¡qué bien se pasa!
1
Para caer en pedantería (así, en español. regla de escribir m ante labiales, con atención al sonido
y con ignorancia de las reglas de neutralización condicionada de oposiciones entre fonemas).
LAS ARTES DEL LENGUAJE
• La escritura sí es Cultura
A tal propósito es de tener en cuenta que la escritura, a diferencia del
lenguaje, sí que es un hecho de cultura (el primero, puede decirse, siguien-
do la tradición que pone en ella el comienzo de la historia), y que es ella pre-
cisamente el primer acto gramatical de vuelta a conciencia de algunos
hechos de la lengua (para las escrituras ideográficas, sobre los elementos
del nivel «palabra»; para las alfabéticas, sobre los del nivel «fonema»); y la
escritura, como hecho cultural, sí que admite manejo de individuos o insti-
tuciones, p. ej. en la adopción de tal o cual sistema gráfico, o en las reglas
de ortografía, que a menudo abandonan la fidelidad gramatical para caer
en pedantería (así, en español. como ya en latín, la regla de escribir m ante
labiales, con atención pedante al sonido y con ignorancia de las reglas de
neutralización condicionada de oposiciones entre fonemas). Sólo que, a
través de la escritura, el influjo sobre el lenguaje mismo puede llegar a ser
considerable: p. ej. la pronunciación de latinismos a lo largo de los cinco
últimos siglos ha llegado de hecho a influir de veras en ciertas normas de
combinación fonémica del español de hoy día.
Pero no así en lo esencial del aparato de la lengua, del que los individuos
(ni por tanto sus grupos organizados) normalmente no tienen conciencia,
salvo que se vuelvan gramáticos (esto es, «como niños», en cuanto se supo-
ne en el primer aprendizaje un momento de «conciencia de la lengua», que
sería la creación de la conciencia misma), en caso de que la gramática
entienda su operación como mero descubrimiento de lo sabido por cual-
quiera, y olvidado. Lo cual no ha sido el caso la mayoría de las veces en la
tradición de los estudios gramaticales, que han pretendido volverse norma-
tivos (e.e. mandar donde no puede mandar nadie), cosa que suele alcanzar
a una cierta capa de población, culta o preocupada de la cultura, sensible a
la autoridad de tales ingerencias.
Por todos lados salta la evidencia de la inasequibilidad del aparato y
mecanismos de una (y de la) lengua a los manejos de individuos y socieda-
des. La reclusión a lo subconsciente es una necesidad para el funciona-
miento. Y por tanto, la lengua no es de nadie, en el sentido de que el índi-
ce yo, así como apunta, en el mundo en que se habla, a cualquiera que esté
hablando, así no designa, en el mundo de que se habla o Realidad, a nin-
guno en particular, ni le pertenece.
LENGUA Y REALIDAD. LENGUA Y CULTURA
Isabel Escudero
2
En cuanto a las anotaciones filológicas, nos hemos basado en apuntes extraídos de una confe-
rencia de Agustín García Calvo en Filología Clásica de la Universidad Complutense.
LENGUA Y REALIDAD. LENGUA Y CULTURA
• El cuento aleccionador
Los cuentos, leyendas populares y relatos de tradición oral, muchos de
ellos pasados a la escritura de autor (que por no tener una clara intencio-
nalidad didáctica se podrían más pertinentemente incluir en la Enseñanza
Social informal propia de la transmisión tradicional popular), casi siempre
han producido y producen una comunicación educativa. La estructura
moral y perfectiva de casi todos los cuentos maravillosos, con sus persona-
jes nítidamente arquetípicos y su rigurosa secuenciación de sucesos, desde
el comienzo al desenlace, son el remedo casi perfecto de una enseñanza
escolar formal con todos los pasos didácticos que requiere una lección bien
programada. El uso de metáforas, elipsis, situaciones y personajes lejanos
le da precisamente el justo distanciamiento que requiere la cosa para servir
de modelo, para ser ejemplar y digna de imitación, es decir, operante para
el aprendizaje y la retención.
• Estructura dinámica del texto narrativo
El texto narrativo es siempre el producto de una situación narrativa y de
la actividad de un narrador. La situación normal y prototípica de la pro-
ducción de un texto narrativo es la situación de «cara a cara» y la produc-
ción oral.
La masa del cuento es o una vivencia personal, o bien procede como
transmisión de una herencia cultural más allá de nuestro horizonte perso-
nal. En la escala de la tradición oral, los cuentos populares fluctúan entre
unas instancias históricas y una fijación semiliteraria cada vez que son
retomados y fijados para la escritura. En ese caso son producciones más o
menos personales, pero en sus fuentes el cuento tradicional no es un asun-
to personal. La simbolización colectiva de los contenidos centrales del
cuento popular es competencia de una cultura étnica y por lo tanto inacce-
sible a los literatos que viven en y de una tradición escrita.
• El relato espontáneo
Si queremos comprender la dinámica fundacional del relato espontáneo
es preciso tener una idea del funcionamiento de la narración en su situa-
ción original, el modelo, pues, de la dinámica intrínseca de la narración
legendaria. Si podemos detectar algunos paralelos, ello sería de gran inte-
rés para la comunicación didáctica
LAS ARTES DEL LENGUAJE
Tomás de Iriarte:
El burro flautista
Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal
y dio un resolplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar
y sonó la flauta
por casualidad.
LENGUA Y REALIDAD. LENGUA Y CULTURA
El asno y su amo
(Fragmento)
Al humilde jumento
su dueño le echaba paja y le decía:
«¡Toma, pues que con eso estás contento!»
Díjolo tantas veces que ya un día
se enfadó el asno y replicó: «Yo tomo
lo que me quieras dar, pero hombre injusto,
¿piensas que sólo de la paja gusto?:
dame grano y verás si me lo como.»
• Antecedentes de la escritura
1
D. Schmandt-Besserat.
— Before Writing, Austin. C.B.F. Walter, 1992
— How Writing Came About. Austin, University of Texas Press, 1996
También v. Harmann, Harald. Historia universal de la escritura. Madrid, Gredos, 2001.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
2
En realidad, la utilización de la escritura no es un simple avance técnico. También es una forma
nueva de comprender y abordar el mundo. La selección de los signos que forman parte del repertorio
habitual supone un trabajo de selección y ordenación de la realidad. Lo mismo que la selección de los
números, la de las cosas reales (i. e. palabras con significado en sentido estricto) es el paso de un mundo
cualitativamente rico pero incontrolable, a otro ordenado con arreglo a un esquema convencional y sim-
plificado. Hay una selección de tipos oficiales y una selección de operaciones y relaciones socioeconó-
micas significativas, con las que se pasa de la riqueza caótica de las relaciones personales y los conoci-
mientos individuales a la rígida catalogación de un saber destinado a mantener la cohesión de la
comunidad protoestatal. Por algo desde los comienzos de la escritura encontramos textos de carácter
escolar, que sirven para catalogar y transmitir la propia escritura y el saber que conlleva. Y por algo
dichos textos están en forma de listas: listas de signos que son, al mismo tiempo, listas de palabras y lis-
tas de cosas. (Esto sólo puede referirse a la escritura de palabras: ideogramas, pues es el único elemen-
to infinito en cualquier lengua).
3
Los petrogramas y los petroglifos no caben en la definición generalmente aceptada de la escritu-
ra como «un sistema de comunicación humana por medio de marcas visibles convencionales», aunque
algunos autores advierten que no es posible excluir del todo la presencia de léxico y productividad, lo
que no se compadece con la definición que aquí sostenemos.
LENGUAJE Y ESCRITURA. LENGUA Y LITERATURA
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estemos ante una de las claves del fracaso escolar. Ha sido sobradamente
comprobada la relación entre lo anterior y el fracaso escolar en primaria de
los niños procedentes de una clase social baja.
Esto nos lleva a reflexionar sobre el papel igualador de la escuela, que
tiende a identificar las formas lingüísticas coloquiales con dificultades cog-
noscitivas: las censura y las margina. Niega sistemáticamente la forma
habitual de expresión oral de los alumnos. Somos iguales ante la lengua y
desiguales en el uso (Tusón, 1991). Según nuestro estatus social accedemos
a más o menos bienes lingüísticos y dominaremos un código elaborado o
restringido. Esto nos lleva a Bourdieu, que en 1985 trata de reflejar la des-
igual distribución del capital lingüístico en la sociedad y la escuela y los
efectos sociales de esta desigualdad.
La importancia de una correcta evolución en el uso del lenguaje se ve
apoyada por la psicología cognitiva que señala que la maduración indivi-
dual intelectual y emocional, así como la de la comunidad, están ligadas al
lenguaje. Además de servir para comunicarnos, la lengua cumple impor-
tantes funciones mentales que afectan a cómo entendemos el mundo y a
cómo reflexionamos sobre lo que nos rodea. Se desprende de esta afirma-
ción que la maduración lingüística y comunicativa va interrelacionada con
la maduración cognitiva (Littelwood, 1992).
En cuanto a la importancia de la lengua para el aprendizaje, resulta muy
interesante la teoría de Barnes (1992), que expone el papel de lo que él
denomina ‘habla interna’, que tiene como objeto no la comunicación sino
la organización del pensamiento. Mediante el lenguaje reconstruimos para
nosotros mismos lo aprendido. Aprender a comunicarse se convierte así en
el núcleo de la educación, puesto que nos resulta casi imposible discernir
entre lo que un alumno aprende y lo que es capaz de comunicar sobre lo
aprendido. La comunicación eficaz es también una herramienta a la hora
de aprender en grupo, con lo que él llama ‘habla exploratoria’. Hemos de
distinguir pues, el habla como sistema de comunicación que ha de ser
aprendido y como medio de aprendizaje.
Sin embargo, esta realidad no se corresponde con lo que se enseña en
las aulas. Al contrario: la lengua oral ha sido tradicionalmente despreciada
como objeto de estudio por parte de los lingüistas y sobre todo relegada a
un segundo plano dentro de la didáctica de las lenguas maternas. Podemos
LA ATENCIÓN Y LA ESCUCHA COMPRENSIVA DESDE UN ENFOQUE DIDÁCTICO COMUNICATIVO
— Debate
— Tertulia
— Mesa redonda
— Coloquio
— Examen oral
De persona a audiencia:
— Conferencia
— Charla
— Clase magistral
— Mitin
— Sermón
— Presentación (ponencia, comunicación)
— Declaración
— Discurso
En los primeros, normalmente están gestionados de antemano los tur-
nos y su duración, aunque puede haber cierto grado de improvisación. En
los segundos, la característica principal es que está elaborado de antemano
y puede tener apoyo escrito. No se puede tomar a la audiencia como un ente
pasivo, ya que con sus gestos, actitud corporal, sus miradas, va transmi-
tiendo información al orador que puede, en un momento dado, dar un giro
en su exposición o alargarse en un punto que parece interesar especial-
mente a su público. Por otra parte, ya en el proceso de elaboración previo,
la audiencia, como imagen ideal del destinatario al que se dirigirá el ora-
dor, ya está condicionando el enfoque, el tono, el registro del discurso, etc.
• Comunicación exitosa
En este apartado no podemos dejar de mencionar la Teoría de los Actos
de Habla de Austin (1962). Su máxima aportación fue modificar el concep-
to de verdadero o falso que los lógicos aplicaban a los enunciados y cam-
biarlo por el de éxito o fracaso. Si el enunciado consigue su propósito, será
exitoso. Este autor mantiene que al emitir un enunciado se producen tres
actos simultáneos: el acto locutivo (el significado literal, referencial), el acto
ilocutivo (la fuerza ilocutiva le asigna un valor intencional), y el acto perlo-
cutivo (el efecto que pretende producir en la audiencia). Un mismo enun-
ciado puede tener distinta fuerza ilocutiva y es importante percibir cuál es
para interpretar correctamente la intención del que habla y captar el men-
saje en toda su significación.
Otros autores (entre ellos, Littlewood, 1992) han usado las etiquetas de:
significado estructural, funcional y social, respectivamente. El hablante-
oyente tiene que ser capaz de entender las estructuras lingüísticas y el léxi-
co (nivel estructural), conocer las funciones comunicativas potenciales de
esas formas lingüísticas (nivel funcional) y tener la habilidad de relacionar
las formas lingüísticas con el conocimiento no lingüístico apropiado para
interpretar el significado funcional concreto que quiere transmitir el locu-
tor en esa situación concreta (nivel social). El mecanismo funciona también
a la inversa: no sólo supone una serie de estrategias de producción de enun-
ciados, sino que sirve para analizar una situación dada en función de las
características del intercambio comunicativo que se está produciendo. La
lengua puede ayudar a determinar el entorno social de la situación, anali-
zando por ejemplo el grado de formalidad, que indica el distanciamiento
social entre los interlocutores.
No es anecdótico conocer el significado social de una determinada
intervención. Si está ajustada a la situación (en formalidad, en cortesía) el
intercambio comunicativo será exitoso. De lo contrario, la comunicación
no será fluida o incluso se considerará como una agresión. Atendiendo al
significado funcional de los enunciados, se medirá el éxito de las interven-
ciones de las personas y concretamente de los estudiantes, por la capacidad
de enfrentarse a las exigencias comunicativas de una situación inmediata.
Atendiendo al significado social, el éxito se medirá por la eficacia funcional
y por la aceptabilidad de las formas elegidas. No sólo hay que saber expre-
sar significados, sino hacerlo de forma ajustada a la situación.
LA ATENCIÓN Y LA ESCUCHA COMPRENSIVA DESDE UN ENFOQUE DIDÁCTICO COMUNICATIVO
1
Respecto al tema de la cortesía recomendamos la amena lectura de Erasmus de Rotterdam: De la
urbanidad al modo de los niños. Traducción de Agustín García Calvo. MEC 2006 y nueva edición en
RBA-Gredos 2009.
LA ATENCIÓN Y LA ESCUCHA COMPRENSIVA DESDE UN ENFOQUE DIDÁCTICO COMUNICATIVO
3.1. Definición
PROCESOS DE COMPRENSIÓN
Reconocer anticipar
MEMORIA
Seleccionar inferir A CORTO
PLAZO
Interpretar retener
• Sentido crítico
• Detalles que nos molestan (del medio físico, del interlocutor…)
A cualquier profesor con experiencia no le pasará desapercibido que
algunos de los factores anteriores forman parte de la etapa de la adolescen-
cia, aunque esto no quiere decir que se limiten a esa edad. Nos referimos al
egocentrismo, al sentido crítico, al instinto de réplica, al espíritu viajero y a la
distracción. Esta última está directamente relacionada con la falta de con-
centración, que es un mal característico en el alumnado de todas las edades
de la enseñanza obligatoria.
Sin embargo, en la adolescencia estas tendencias se hallan acentuadas.
Los alumnos, a medida que crecen, van perdiendo calidad en la escucha. Si
a los nueve años el 90% de la clase sigue la explicación del profesor atenta-
mente, hasta los doce años escucha un 80% del alumnado. Hasta los cator-
ce ya baja a un 44%, y entre los catorce y los diecisiete años el porcentaje
se limita a un 28% de alumnos que mantienen una escucha activa. Esto se
debe a que el niño recién escolarizado está descubriendo el mundo por pri-
mera vez, todo le resulta novedoso e interesante. En cambio, según va
madurando, crece su egocentrismo; su interés se vuelve hacia sí mismo.
El especialista en marqueting Glenn J. Cook (en Gauquelin, 1982) pro-
pone cinco impedimentos para una correcta escucha:
• Falta de motivación
• Espíritu viajero
• Pantalla emocional
• Instinto de réplica
• Distracción
Falta de motivación
Espíritu viajero
Pantalla emocional
Instinto de réplica
Prejuicios
Egocentrismo
La persona egocéntrica es incapaz de ponerse en el lugar del otro, de
entender sus sentimientos, motivaciones o puntos de vista. Esta actitud es
normal en los niños, pero inexcusable en un adulto. En la edad adulta
puede traducir una inadecuada adaptación social. Cualquier persona al
intervenir en una interacción comunicativa, debe pensar en los intereses del
otro: no ser egocéntrica. Y al escuchar ocurre lo mismo: debe pensar por
qué se expresa así su interlocutor. Fácilmente podemos pensar en la utili-
dad de desarrollar esta habilidad para la resolución de conflictos en cual-
quier campo: personal o laboral.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
Sentido crítico
Si se posee en una medida justa, es bueno, pero si se cae en el exceso,
distrae de la escucha. El que peca de este defecto, atiende a la conversación
buscando errores de argumentación y contradicciones en el discurso del
otro. Esta ansia lo aparta de la verdadera comprensión.
Las operaciones mentales que hay que realizar para comprender un dis-
curso suponen ser conscientes de la estructura de un texto, de la progresión
temática que presenta, de distinguir la información relevante de las ejem-
plificaciones, redundancias y perífrasis. Supone ser capaces de hacer una
paráfrasis generalizadora del discurso original sin que se desvirtúe su sig-
nificado. Y esto resulta particularmente complejo para los educandos de
cualquier nivel. Aunque algunas de estas operaciones están automatizadas,
se pueden mejorar en las aulas y otras se pueden adquirir.
• referencia deíctica
LAS ARTES DEL LENGUAJE
• referencia anafórica
• referencia léxica
4. INTERACCIONES EN EL AULA
Para que las actividades de lengua oral tengan éxito, el profesor debe pri-
mero revisar su propia forma de comunicar y de relacionarse con los alum-
nos a la hora del trabajo. Aunque las intervenciones son bidireccionales, son
totalmente asimétricas, puesto que la buena marcha de la clase recae en la
intervención del profesor. Primero tiene que tener en cuenta que él mismo es
un modelo para la clase. A veces de forma inconsciente, el profesor suele aca-
parar la mayor parte del espacio dedicado a hablar en una clase.
na aceptada por aquél, pero no será tan profunda y duradera la reacción inte-
rior, no habrá verdadera interacción y asimilación. En cambio, cuando el pro-
fesor replica, toma en consideración el punto de vista del alumno aunque quie-
ra ampliarlo o modificarlo. Al evaluar, esto no sucede, lo cual puede provocar
un rechazo en el educando. Cuando el profesor se limita a evaluar, está impi-
diendo el habla exploratoria de los alumnos (caracterizada por titubeos e inco-
rrecciones), demasiado centrados en la corrección de sus intervenciones.
Ambos, evaluación y réplica son partes esenciales de la enseñanza.
Nosotros creemos que es difícil hallar modelos puros de estos tipos de
profesores en las aulas reales. Sí es cierto que podrían responder a imáge-
nes ideales de los profesores, funcionando como modelo hacia el que avan-
zar. En las clases de escucha, es imposible ampliar las habilidades de los
alumnos siguiendo el modelo del enseñante de transmisión.
Nos parece interesante reproducir el cuadro de Barnes (1992: 33) que
refleja el universo comunicativo del aula y su influencia en el aprendizaje.
Control de la
comunicación
por parte del
enseñante Fuerza
variable
Contexto
Conocimientos social Empleo de
y aptitudes del incluyendo estrategias de Tipos de
alumno aprendizaje aprendizajes
(incluyendo el por parte del posibles
habla) sistema de alumno
comunicación
¿Apertura al
Expectativas del cambio?
alumno sobre su
rol y el de su
enseñante
(Barnes, 1994)
LA ATENCIÓN Y LA ESCUCHA COMPRENSIVA DESDE UN ENFOQUE DIDÁCTICO COMUNICATIVO
Cada situación que puede generarse dentro del aula, enfrentará al alum-
no a conflictos diferentes que tratará de resolver. Por lo tanto, es responsa-
LA ATENCIÓN Y LA ESCUCHA COMPRENSIVA DESDE UN ENFOQUE DIDÁCTICO COMUNICATIVO
bilidad del profesor diseñar o elegir tareas que generen y faciliten una mul-
tiplicidad de situaciones comunicativas y de interrelación que puedan ser
orientadas y usadas educativamente.
Hay que propiciar distintas formas de relacionarse: grupos con clara
distribución de responsabilidades, con una organización interna bien
estructurada, organizaciones que pueden ser fijas o móviles. Generar mar-
cos de debate espontáneos y reglados. Realizar trabajos de campo, excur-
siones, etc.
Lo que hace más interesante el trabajo en grupo es que los alumnos se
ven obligados a hablar sobre la tarea y a resolver conflictos juntos, coope-
rativamente. Hablar sobre lo que se está entendiendo o aprendiendo, per-
mite que los alumnos sean conscientes del proceso que sigue su pensa-
miento para manipular el conocimiento. Es fundamental para el estilo
cognitivo del niño que aprenda a formular hipótesis y hacerse preguntas
sobre el significado a comprender, que vuelvan al texto continuamente y
que colabore con los demás. Es cierto que algunos alumnos son capaces de
practicar estas estrategias en silencio individualmente, pero no es éste el
contexto social que estimula estas preguntas. El trabajo en grupo favorece
la aparición de esta habla exploratoria, cuyo objetivo tampoco es el de
comunicar, sino buscar soluciones en grupo y ordenar los pensamientos
propios para darles forma.
En el trabajo en grupo, la propia discusión puede originar una nueva mira-
da sobre el objeto de discusión. Los puntos de vista de unos influyen sobre los
de los demás componentes del grupo, lo cual permite reinterpretar la visión
primera que cada uno había alcanzado. El significado o interpretación final es
negociado por los miembros del grupo. El autor señala que no debe censurar-
se la lasitud lingüística en que suele producirse el habla exploratoria. Al menos
en una primera fase más informal y exploratoria. No podemos exigir que
expliquen bien lo que aún están empezando a entender. En la fase final, orga-
nizadora, se requiere mayor corrección ya que habrá que comunicar los resul-
tados al profesor o al resto de la clase (Barnes, 1992).
Además de la variedad en las situaciones en el aula y la aparición del
habla exploratoria, podemos concretar las ventajas de los trabajos en grupo
de la siguiente manera (Renzábal, 1993):
LAS ARTES DEL LENGUAJE
Modelo I
Profesor / a
Modelo II
Profesor / a
Modelo III
Profesor / a
Modelo IV
Profesor / a
Modelo V
Profesor / a
LA ATENCIÓN Y LA ESCUCHA COMPRENSIVA DESDE UN ENFOQUE DIDÁCTICO COMUNICATIVO
Modelo VI
Modelo VII
Modelo VIII
5. ESTRATEGIAS DE ENSEÑANZA
Merece un apartado propio, puesto que centra gran parte de las tareas
de interacción real en el aula. Por otra parte, la conversación está presente
de forma cotidiana en la vida de los alumnos, dentro y fuera del ámbito aca-
démico. Sin embargo, una observación de los hábitos comunicativos de los
alumnos muestra carencias notables también en este ámbito. La conversa-
ción es, a la vez, la base de la comunicación real y es el medio idóneo para
la resolución de conflictos en cualquier ámbito o contexto. Saber estimular
la conversación en un grupo de personas no es tarea fácil. Igual que ocurre
dentro del aula.
La dificultad estriba en lograr una conversación en el aula que sea cer-
cana a las conversaciones cotidianas, donde se negocia espontáneamente el
turno de intervención, la duración de los mismos, los temas, etc. El profe-
LA ATENCIÓN Y LA ESCUCHA COMPRENSIVA DESDE UN ENFOQUE DIDÁCTICO COMUNICATIVO
rrumpir a la mitad para preguntar a los alumnos qué prevén que vendrá
luego. Si el texto es muy difícil incluso se puede optar por darles escrita una
primera parte del discurso, para que se vayan familiarizando con el tema,
las expresiones y el estilo. Otra forma es trabajar compartiendo informa-
ción. Se divide la clase en grupos: el grupo A tiene el principio la audición
grabada. El grupo B tiene la transcripción de la primera parte y el C tiene
la transcripción de la última parte. A continuación se forman grupos mix-
tos con un componente de cada grupo original A, B y C. Juntando la infor-
mación que tienen, serán capaces de reconstruir el texto original y com-
prenderlo. Se puede hacer una segunda ronda variando la composición de
los grupos. Siguen siendo mixtos pero se cambia las personas. Finalmente,
toda la clase escucha la cinta completa y se comentan los resultados.
Para disminuir las dificultades se entrega a los alumnos una lista con el
vocabulario difícil que aparece en el texto. Es una buena forma de apren-
der léxico de forma contextualizada. Si lo que se escucha es una entrevista,
se les puede entregar las preguntas del entrevistador. Un ejercicio variante
puede ser (mío) darles escritas las preguntas o las respuestas desordenadas.
Intentan ordenarlas antes de la audición. Puede servir para que se fijen en
la estructura típica de una entrevista. Cómo se van ordenando de general a
particular la entrevista, el inicio, el cierre, etc.
Otra opción es entregarles parte de las respuestas dejando otras en blan-
co. Por la lógica del discurso y las demás respuestas del personaje, han de
deducir qué responderá a las demás cuestiones. En la audición se com-
prueba. Es más interesante aún si es una entrevista en vídeo, donde pueden
confrontar la imagen real del personaje con la imagen mental que de él
habían creado los alumnos.
El cuchicheo
Resumir conversaciones
Tomar notas
Praxis:
1. El profesor reproduce una lectura grabada. Esta lectura contiene
varias pausas apropiadas para la tarea. Al llegar a la primera pausa,
el profesor detiene la grabación.
2. Los alumnos trabajan por grupos: mientras uno realiza espontánea-
mente un resumen del fragmento oído, los demás toman notas.
3. Se continúa con este proceso hasta finalizar el texto.
4. Los alumnos cotejan las notas tomadas dentro de su grupo e intentan
entre todos reconstruir el texto íntegramente.
5. Se comparan las versiones finales de los grupos. Se compara con el
original en una última audición y se reflexiona sobre las carencias o
la presencia de datos superfluos.
Tiempo: una sesión. A medida que adquieren experiencia, será sufi-
ciente media sesión.
Recursos materiales: un reproductor de audio y una cinta con el texto
grabado para cada grupo.
Fuente de la actividad: adaptada de Nunan, D. y Miller, L. (1995).
Texto de apoyo: Cortázar: De Famas y Cronopios: instrucciones para
subir una escalera.
En las dos siguientes actividades se incide en los usos sociales de la len-
gua oral. Se trata sobre todo de usar y valorar el uso de la cortesía justa
dado un determinado contexto comunicativo.
2. Sobre gustos no hay nada escrito. Criticar los gustos de los demás
Tipo de actividad: exposición oral. Es oral con apoyo escrito, sin inter-
acción, monogestionada y elaborada.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
Escuchar emociones
9. CONCLUSIÓN
AUSTIN, J. L. (1962): Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona, Paidós, 1982.
BARNES, D. (1992): De la comunicación al currículo. Madrid, Visor, 1994.
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LA ATENCIÓN Y LA ESCUCHA COMPRENSIVA DESDE UN ENFOQUE DIDÁCTICO COMUNICATIVO
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ZUCCHERINI, R. (1988): Cómo educar la comunicación oral. Barcelona, Ceac, 1992.
Tema 8. ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA
Y EL TEXTO
1. Ejercicios de Retórica
1.1. Atención y lenguaje en un Centro de Secundaria
1.2. Ejercicios de Retórica: Juan de Mairena. Antonio
Machado
• Bibliografía
2. Otros juegos del lenguaje: Poesía y pensamiento
2.1. Selección de proverbios y cantares de Antonio Machado
2.2. Selección de versos y reversos (poesía y pensamiento)
2.3. Adivinanzas
2.4. Nota.
Isabel Escudero
TEMA 8
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE:
ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
1. EJERCICIOS DE RETÓRICA
Por el acierto tanto en la selección de las Actividades como por el fino aná-
lisis de los contenidos traemos aquí, para servirnos de guía en situaciones
similares, esta presentación del profesor Alfons Garrigós:
«Me referiré a tres actividades realizadas en horario escolar; dos con
alumnos cuya asistencia era obligatoria, y otra voluntaria, realizada en el
tiempo de descanso o recreo. Todas se llevaron a cabo en el Centro de
Secundaria en el que enseño, y se inspiran en el adiestramiento que Juan
de Mairena proponía a sus alumnos. Decía Mairena a sus discípulos:
«Lo importante es hablar bien: con viveza, lógica y gracia. Lo demás se
os dará por añadidura»2.
Un adiestramiento que, como he intentado demostrar en otra ocasión, no
consiste en una didáctica de la lengua natural, ni tampoco en una vuelta a la
pura oralidad. En lo que respecta a la lengua natural, según Mairena, se apren-
de de forma natural, no en la escuela. Esta, además, parece ser la única mane-
ra de que conserve su frescura y su gracia. Y, en relación al retomo a una cultu-
ra oral, desconocedora de la escritura, seria, en nuestro caso, un contrasentido.
En realidad, la oratoria de Mairena pretende iniciar a sus jóvenes alum-
nos en el librepensamiento, esto es, en un pensamiento libre o crítico con
sus propios prejuicios. Para ello, aquel profesor procuraba, ante todo, esti-
1
Texto de Alfons Garrigós. Es profesor de Filosofía y Teatro del IB. «Manuel Blancafort» de La
Garriga (Barcelona).
2
Antonio Machado: Juan de Mairena: sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apó-
crifo (1936), Madrid: Alianza, 1981, (se ha seguido esta edición).
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
3
Machado íd., p. 108.
4
Ver, por ejemplo, sus «Reflexiones sobre el buen uso de los estudios escolares», en S. Weil, A la
espera de Dios, Madrid: Trotta, 1993, PP. 67-73. Las intuiciones de Weil en relación al estudio fueron
desarrolladas de forma amena y brillante por J. Guition, en El trabajo intelectual, Madrid: Rialp, 1981.
Un libro que nunca se recomendará lo suficiente a maestros y alumnos.
5
Es una lástima que ninguna editorial se haya animado a traducir y publicar las otras dos reco-
pilaciones de narraciones populares realizadas por Gaugaud: L’arbre aux trésors y L’arbre d’amour et de
sagesse, ambas en Editorial du Seuil.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
correcta, que notaran si el público les escuchaba o no…, y les daba alguna
instrucción acerca de cómo dominar el nerviosismo. A continuación, otro
alumno hablaba de un clásico griego que había leído voluntariamente.
Podía tratarse de una selección de cantos de Homero, o de una obra de tea-
tro (tragedias como Antígona, o comedias como Las nubes). En cualquier
caso, el ponente presentaba la acción dramática y a los personajes.
Después, leía en voz alta los fragmentos que le habían gustado más. No les
pedía ningún tipo de comentario.
Las otras dos horas semanales de clase, las empezaba yo leyéndoles El
vizconde demediado de Italo Calvino. No hacía más que seguir el consejo de
Pennac recogido en Como una novela (Ed. Anagrama). Aquel rato de lectu-
ra resultó ser una buena preparación de la atención.
Avanzado el curso, cada día, un alumno leía la historia de una palabra,
para lo que nos servíamos de La leyenda de las palabras (Ed. Susaeta), de J.
Cervera. Me aventuré también a hacer, cada seis semanas, «examen de
memoria». En clase, sentados encima de las mesas, colocados en círculo, los
alumnos recitaban de memoria un texto —el primer baremo fue un texto de
catorce versos, un soneto, o equivalente—. La primera clase fue bastante
surrealista: mientras algunos recitaban a Joan Maragall o a Góngora, otros
decían la tabla periódica de los elementos, o la alineación de su equipo favo-
rito de fútbol, con el lugar y fecha de nacimiento de cada jugador incluido.
En la siguiente prueba pude afinar un poco más, y les sugerí que aprendieran
versos o, en todo caso, algún texto que les gustara. Les hablé de la etimología
de recordar: pasar por el corazón, y les leí el capítulo en el cual Primo Leví,
prisionero en el infierno de Auschwitz, lucha por recordar fragmentos de La
Divina Comedia. Y subimos el baremo a veinte hendecasílabos.
Eran sesiones agradables. No les disgustaban. La clase transcurría en
silencio. El alumno que acababa de recitar pasaba el testigo al compañero
que él mismo había escogido para sucederle. Al finalizar, procuraba hacer
un comentario de la actuación de cada uno, haciendo hincapié en la forma
cómo habían dicho el texto, en los aspectos que podían mejorarse, y en los
que me habían gustado.
La última prueba de memoria la tuvimos pocos días antes de salir de
viaje de fin de curso a Italia. Les propuse hacer una despedida un poco
solemne: que se aprendieran los primeros treinta versos de La Divina
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
Comedia de Dante, y que luego eligieran, por sorteo, a tres personas para
recitarlos en italiano, catalán y castellano, en un acto público. Creo que
tuvimos suerte y empezamos con buen pie aquel viaje.
Hablar de metafísica con una atención poética
Hace dos años tuve que introducir a un grupo de estudiantes en el conoci-
miento de los principales autores de la historia de la filosofía. El primer
obstáculo con el que me encontré fue el de cómo empezar la explicación. La
rutina escolar, la partición de clases, produce dispersión. Además, no se
puede empezar a hablar, de golpe, del hilemorfismo aristotélico o de las con-
diciones de posibilidad del conocimiento sensible según Kant. Se me ocu-
rrieron, entonces, tres manera de iniciar la clase. La primera consistía en
escuchar, de un alumno, uno de los Cien sonetos de amor de Pablo Neruda.
Después de leer el poema, acostumbraba a pedirle al lector que escogie-
ra un verso. En el segundo trimestre, la clase la empezaba un alumno con
una de sus citas preferidas. Después de escucharlas, las apuntábamos en
una cartelera bajo el rótulo, tomado de la revista Claves, «Casa de citas».
En el tercer trimestre, un alumno empezaba también la clase recomendan-
do la lectura de un libro. Esto me permitía conocer sus lecturas preferidas, y
ver en qué universo intelectual caían las clases sobre Platón o Kant.
En este caso, la intuición de la cual partía era la de que, tal vez, el estu-
dio no sea una actividad puramente intelectual, separada totalmente del
cuerpo. Estudiar exige determinada disposición física. Se trataba entonces
de hacer un «calentamiento», ni que fuera para olvidar lo que se había
hecho en la clase anterior. Y, curiosamente, unos minutos de atención en
unos versos o en la charla de un compañero que presentaba un libro, nos
servían para empezar a hablar de los grandes temas de la filosofía.
Una revista de versos hablada
Por último, querría referirme a una revista de versos recitada, que ha
dado en llamarse El Birlibirloque. La idea vuelve a ser sencilla y, quizá, a
ello se deba su buena acogida: un grupo de alumnos recitan de memoria y,
a ser posible, en lengua original, los versos que un lector algo más experi-
mentado les ha sugerido. Otros compañeros de clase se encargan de inter-
pretar una pieza de música que sirva para crear un ambiente de atención,
una melodía que introduzca la recitación, que no haga de música de fondo
LAS ARTES DEL LENGUAJE
(la poesía bien escrita y bien dicha ya tiene música propia), y otro alumno
se ocupa de oscurecer la sala y de iluminar tenuemente a los recitadores. El
público asiste voluntariamente, durante la hora de recreo, a la edición del
número, que dura entre diez y veinte minutos.
Los números de El Birlibirloque acostumbran a ser monográficos: los
poemas pertenecen a un mismo autor, y a un mismo movimiento o forma.
Hay, además, otra sección en la revista, «El eco de una voz», en donde se
recita el poema de un autor que continúa la misma tradición o canta el
mismo tema que el poeta al que se ha dedicado el número. En este sentido,
ha habido monográficos consagrados al soneto, a la poesía primitiva ame-
ricana, al surrealismo, y a autores como Agustín García Calvo, Walt
Whitman, Federico García Lorca, Catulo, Gloria Fuertes, T. S. Eliot…
Cada número es presentado por un profesor que introduce brevemente
los poemas. Se procura que esta introducción sugiera simplemente el
aroma que desprende la poesía o bien, que exprese la experiencia del lector,
huyendo de todo comentario exhaustivo o excesivamente académico.
Uno de los número de El Birlibirloque es recitado íntegramente por profe-
sores, y parece ser que a los alumnos les gusta vernos con la voz temblorosa y
nerviosos bajo la luz cegadora de un proyector. El Birlibirloque se edita desde
hace cuatro años y, lo más satisfactorio de este sencillo ritual poético es que ha-
ya alumnos que se ofrecen para preparar algunas de las ediciones de la revista.
Reflexiones finales
Las actividades que he explicado sorprenden por su sencillez e, intuyo
que, tras ellas, hay una manera de entender la escuela como un lugar donde
podemos ralentizar nuestro ritmo de vida y concentrarnos en determinada
tarea relacionada con determinado tipo de lenguajes. En otras palabras, la
escuela como un lugar donde podemos encontrarnos para leer los grandes
autores de nuestra tradición. Y digo, leerlos en la escuela, no copiar los
apuntes del profesor para leerlos, con un cuestionario al lado, en casa.
George Steiner, que sueña con simples «casas de lectura» en vez de escuela
y universidades, nos recuerda, por otra parte, el amplio sentido que el verbo
to read tiene en inglés: también pueden leerse un cuadro o una sinfonía.
La escuela, por último, la concebimos como un lugar donde podemos
encontrar otros lectores, de nuestro nivel o más experimentados, que pue-
den acompañarnos en nuestras lecturas.
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
6
J. A. Marina, Teoría de la inteligencia creadora, Barcelona: Anagrama, 1993. cap. VIII y notas.
7
Machado id., p. 101.
8
En Ensayos y artículos reunidos, Barcelona: Destino, pp. 31-35.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
Nota
A modo de ejemplo, seleccionamos algunos fragmentos de Juan de
Mairena, especialmente pertinentes y ejemplificadores, así como algunos
proverbios que pudieran ser usados como excusas para iniciar un debate o
alimentar el curso de las reflexiones. Sirva como adelanto de la necesaria
lectura del texto completo y el trabajo de selección del alumno9.
Juan de Mairena
«Pero nosotros queremos ser sofistas, en el mejor sentido de la palabra,
o, digámoslo más modestamente, en uno de los buenos sentidos de la pala-
bra: queremos ser librepensadores. No os estrepitéis. Nosotros no hemos de
pretender que se nos consienta decir todo lo malo que pensamos del monar-
ca, de los Gobiernos, los obispos, del Parlamento, etc. La libre emisión del
9
Esta selección de textos de A. Machado, ha sido aplicada con buenos resultados didácticos y acti-
vadores del razonamiento por los profesores Enmanuel Lizcano, Isabel Escudero y Roberto G. Tomé
con alumnos de diferentes edades.
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
10
Juan de Mairena, Ed. citada, pag, 149
11
pag. 163
LAS ARTES DEL LENGUAJE
12
pag. 220.
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
13
pag. 233.
14
pag. 233.
15
pag. 234.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
16
pag. 234.
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
&
Para dialogar,
preguntad primero;
después… escuchad.
&
Todo narcisismo
es un vicio feo,
y ya viejo vicio.
&
&
Ese tu Narciso ya
no se ve en el espejo
porque es el espejo mismo.
&
&
&
&
&
&
&
Busca a tu complementario.
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario.
&
Si vino la primavera,
volad a las flores;
no chupéis cera.
&
En mi soledad
he visto cosas muy claras,
que no son verdad.
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
&
&
&
Adivina adivinanza,
qué quieren decir la fuente,
el cantarillo y el agua.
&
Sin embargo…
¡Ah!, sin embargo.
importa avivar tos remos,
dijo el caracol al galgo.
&
&
&
&
No es el yo fundamental
eso que busca el poeta,
sino el tú esencial.
&
Con el tú de mi canción
no te aludo, compañero;
ese tú soy yo.
&
&
&
&
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
&
&
&
&
¡Reventó de risa!
¡Un hombre tan serio!
Nadie lo diría.
&
&
Conversación de gitanos:
—¿Cómo vamos, compadrito?
—Dando vueltas al atajo.
LAS ARTES DEL LENGUAJE
&
&
Algunos desesperados
sólo se curan con soga;
otros con siete palabras:
la fe se ha puesto de moda.
&
Poned atención:
un corazón solitario
no es un corazón.
&
&
Todo necio
confunde valor
y precio.
&
El tono lo da la lengua,
ni más alto ni más bajo;
sólo acompáñate de ella.
&
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
&
&
&
&
&
&
&
La mujer
es el anverso del ser.
&
&
Sin mujer
no hay engendrar ni saber.
&
&
&
&
&
&
La verdad es lo que es
y sigue siendo verdad
aunque se piense al revés.
Extraídos de: Nuevas canciones y De un Cancionero Apócrifo.
Antonio Machado. Ed. de J. M. Valverde. Ed. Castalia. Madrid, 1971
Estas piezas son para ser recitadas de viva voz, solas o acompañadas de
música, sonidos, gorjeos de pájaros, etc.
Se invita a la creación —por parte de los estudiantes— de nuevos versos
inspirados en las formas breves de la tradición oral popular, de Isabel
Escudero.
Queja y razón:
aullidos
del lógos feroz.
&
&
A veces se nota
de qué equipo es
la pelota.
&
Habla, criatura,
antes de que te callen
las escrituras.
&
&
&
En el aire escribió
la pulga.
Punto y …….. aparte.
&
Condiciones de luna
tiene mi amante
tan pronto creciente
como menguante…
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
Y cuado es llena
no sé qué me pasa
que me da pena.
&
&
&
Él la quería palpar,
pero ella era
audiovisual.
&
&
&
LAS ARTES DEL LENGUAJE
La vida se me va
y esta cristalería de Bohemia
sin estrenar
&
Herido
el pájaro:
el cielo
intacto.
&
Se escapó el pájaro
por el roto
que abrió
su canto.
2.3. Adivinanzas
Poco cuesta
mucho vale
fabrica todas las cosas
con aire.
(Solución: la lengua, las palabras)
Todas las culturas han recurrido a las adivinanzas y acertijos como ejerci-
cios de razonamiento y entretenimiento: proponemos a los alumnos la creación
de nuevas adivinanzas a partir de los modelos que encuentran en el Cancione-
ro Didáctico: Cántame y Cuéntame, como material básico para las prácticas.
ACTIVIDADES DE LAS ARTES DEL LENGUAJE: ENTRE LA PALABRA Y EL TEXTO
Parte I
Parte II
Parte III
*SBMDPOUFOJEP
A MODO DE EPÍLOGO
Isabel Escudero
Juan del Rosal, 14
28040 MADRID
Tel. Dirección Editorial: 913 987 521