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Discurso Inaugural de la Chalina de la Esperanza

Galería Pancho Fierro


Lima, 18 de Enero de 2001

Al terminar la primera inauguración de la Exposición de la Chalina


de la Esperanza en un municipio de cuyo nombre no nos queremos
acordar, recibí varias impresiones sobre lo que significó la muestra:
el primero del arquitecto José Bauer, quien me dijo que parado en el
centro, tuvo la súbita sensación de estar “rodeado de lápidas” de
colores y diseñadas con mucha creatividad pero que lo trasladaron
de inmediato a un cementerio; en segundo lugar se me acercó,
Norma Mendez –victima del conflicto- quien me pregunto enfática
“¿Por qué siempre creen que queremos dinero?, esto es lo que
necesitamos, reparaciones simbólicas donde se acuerden de
nosotros” y por último la madre ayacuchana, Julia Salesiana
Maldonado, quien refirió: “aquí les dejo a mi marido (mientras
enseñaba su tejido), cuidénmelo chicas, como si fuera yo quien lo
hiciera”.

Meses antes, la presidenta de la Asociación Nacional de Familiares


Secuestrados Detenidos y Desaparecidos (ANFASEP), Adelina
García, nos reveló que en el mundo rural en Ayacucho ”la chalina
es un regalo que le realizan las chicas a los chicos que les gustan y
que al tejer imagina que va a envolver el cuerpo de su esposo”
(Zósimo Tenorio, desaparecido en 1983).

Para nuestro padrino chalinero, Jorge Bruce, “la chalina es el


triunfo de la vida sobre la muerte, es un triunfo de la estética
---porque es un acto bello y creativo- sobre el horror, que las
reivindica como seres humanos y que reconoce que todas las
personas tiene el mismo derecho a que su vida sea llorada”.

Eso y más, es esta chalina de la esperanza que hoy tenemos frente


a nosotras.

Cuando empezamos este camino de lanas, palitos, puntos y


diseños en Huamanga nunca nos imaginamos que la chalina tejida
con tanto amor por los familiares de los desaparecidos se exhiba en
un lugar tan privilegiado como el balcón de la municipalidad de
Lima, frente la plaza de Armas, el Palacio de Gobierno y la
Catedral.
La historia de la chalina de la esperanza nació en Huanta: cuando
por vez primera vez se expuso las prendas encontradas en dos
fosas en Putis, en donde en 1984, el Ejército asesinó
extrajudicialmente a 192 personas, entre ellas, a mas de 20 niños.

El objetivo del evento -en el que había un representante del


Ministerio Público- era que los familiares de las víctimas de Putis
reconozcan entre la ropa encontrada en las fosas, las prendas de
sus seres queridos y facilitar así su identificación.

Ser testigos de la caminata en círculos de los acongojados


familiares intentando volver a conectarse con su ser perdido hace
ya 26 años, fue uno de los momentos más tristes que viví junto a mi
colega Marina García Burgos.

Uniendo los dedos pulgar e índice, los ex pobladores de Putis se


acercaban con devoción a las prendas buscando identificar el tejido
del ser querido perdido. Allí nos dimos cuenta que en el mundo
andino no hay un tejido igual, así que los familiares buscaban entre
las chuspas, chompas, morrales y chalinas el punto que lo haga
decir ¡Al fin!.

Al darnos cuenta de la importancia de los tejidos, las prendas y el


color en los familiares de los desaparecidos, inconscientemente
había nacido, “la idea” de la chalina de la esperanza.

Llenas de preguntas, Marina y yo nos sentamos a conversar con el


gran José Pablo Baraybar, Jefe del Equipo Peruano de
Antropología Forense, quien mostró su “asombro” ante el
reconocimiento de las prendas tejidas a diferencia de las prendas
“occidentales” (blue jeans, polos, entre otros) encontradas en las
exhumaciones en las que ha participado en Filipinas, Kosovo,
Congo, entre otras.

Baraybar nos señaló lo poco que se conocía de los desaparecidos


fuera del país e inspiradas por él y su vehemencia en la búsqueda
de esta dura realidad, nació la idea de hacer un libro sobre los
desaparecidos en Perú que busque “convencer a los no
convencidos” y traspasar las audiencias de los interesados en los
temas de derechos humanos.

Cada familiar escoge el color, el punto y el diseño con el que quiere


recordar al ser querido y se sienta a tejer pensándole en hacerle un
homenaje. Al tiempo que nació la chalina de la esperanza nació la
chalina de la solidaridad -nombre de pila con el que Morgana
Vargas Llosa bautizó a la chalina tejida por las personas que tienen
la suerte de no haber perdido a nadie en el conflicto interno pero
que quieren formar parte de la aventura kilométrica-

Desde que hubo el primer desaparecido en el país, no hay un


reconocimiento del drama que es tener un familiar desaparecido
que los sume en un limbo jurídico y social, y en un limbo emocional,
porque nunca pierdes la esperanza de que tu ser querido aparezca
con vida y toque a tu puerta.

Al finalizar este discurso, queremos agradecer a los familiares de


los desaparecidos, a nuestros familiares y al EPAF por apoyarnos
desde el principio en esta aventura.

Tenemos un agradecimiento inolvidable en nombre de los familiares


de la memoria y de la justicia a la alcaldesa Susana Villarán y a la
Municipalidad de Lima por invitarnos a exponer en la Galería
Pancho Fierro, y a las cantantes Magaly Solier, Pamela Rodríguez y
Roxana Valdiviezo, que nos acompañan hoy, y que han hecho un
espacio en sus apretadas agendas para ofrecernos un espectáculo
memorable para todos.

Me despido en nombre del colectivo Desvela -que está formado


también por Marina García Burgos y Morgana Vargas Llosa- que
busca dar un abrazo solidario y necesario a todos aquellos que
tanto sufrieron desde que sucedió la primera desaparición en Perú.

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