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p o r A l e j a n d r o R u b i o

Ilustraciones: A.Breccia

El 24 de agosto de 1996, en horas de la tarde, Jorge Luis Borges


entró en la inmortalidad: el tramo de la calle Serrano sito entre la
avenida Santa Fe y Honduras fue oficialmente rebautizado con su
nombre. El acto, uno de los primeros de la nueva administración
de nuestra ciudad, incluyó un festejo popular en una de las más
bonitas plazas de Palermo -recientemente también rebautizada
como Julio Cortázar- que contó con la presencia de artistas,
políticos, periodistas, vecinos de barrio, vecinos de otros barrios y
María Kodama. Los periodistas estuvieron allí no sólo
para gozar de la trascendencia cultural del evento, sino
también de la imagen y palabra de nuestro jefe de
Gobierno (no intendente) de la ciudad, Fernando de la
Rúa. Posando ante la cámara debajo del letrero
nomenclador, bajo el solazo, de impagable traje azul y
expresión más british que nunca, nuestro jefe de Gobierno (no
intendente) dijo algo así como que esperaba que cada viandante
que fatigara las veredas de la ex Serrano sintiera los efluvios
espirituales provenientes de la nueva denominación como un
impulso arrebatador hacia el mayor conocimiento de las letras, las
artes y las ciencias, esbozando de ese modo una estremecedora
concepción de la política educativa-cultural del municipio como
otra rama de la literatura fantástica. A pocos metros de los
efluvios, los periodistas hallaron a un militante justicialista de la
zona, tal vez concejal o consejero, quien, notablemente eufórico,
declaró haber motorizado el cambio de nombre desde hace años y
se definió como " borgiano de la primera hora " . A pocos metros
del borgiano, María Kodama afirmó ante quien quisiera
escucharla que se trataba de un acto apolítico. Sobre el escenario
montado en la plaza, el actor que encarna al padrastro del actor
Adrían Suar en la serie Poliladron declamó con mucho
sentimiento el " Poema Conjetural " ; poco después, ese mismo
actor le entregó a De la Rúa una carta, firmada por varios
borgianos conocidos y anónimos, en la que se peticiona al
gobierno municipal que gestione la
pronta vuelta al suelo patrio, desde su
frío exilio ginebrino, de los huesos del
Maestro. Hubo muchas cosas más, ese
día y los siguiente, relacionadas con
Borges y la ciudad y los homenajes;
entre ellas, el rechazo de algunos
comunicadores, que opinaron que el
acto había sido solemne, falso y vacío,
y creyeron recordar que a Borges este
tipo de cosas no le gustaban, como si gran parte de sus últimos
años no hubiera sido una larga recepción de premios
internacionales y títulos honoris causa, que no por otorgarse en
ámbitos más prestigiosos que el decadente Palermo adquieren
mayor estatuto ético o estético. No, Borges era tan vanidoso
como todos los escritores, y la vanidad suele llevar al ridículo. Lo
cual era su elección, cuando estaba vivo. Esa elección fue tomada
el 24 de agosto, en su nombre y en su cadáver, por tilingos de
diversas categorías.

Martín Rodríguez nació en Buenos Aires en 1974. Estos son sus


primeros poemas publicados.

5 POEMAS
1

fuimos la noche de la tormenta al muelle


con las cañas
estuvimos horas enteras pesadas
bajo el aire marino
y sólo sacamos dos peces plateados
que saltaban y se negaban a morir
en el pequeño balde rojo que llevamos
nos tragamos la tormenta ¿por nada?
así que los dejamos morir en la arena
fuimos caminando hasta la playa
un resto de sal húmeda había en mi frente
eso ardía:

¿qué carajo tienen que ver las palabras y los peces?

¿de qué murió la mariposa azul apoyada en tu frente


durante la tarde?
¿de qué murió el viejo de la guitarra
que cantaba ´pase al reino´?
¿y la niña del vestido negro sostenida por un sueño?
´todos murieron de muerte natural –respondía la
madre—
fueron agotados en su propio fuego´
y agregaba
´los que descubrieron un mar están ahogados
o tienen el alma demasiado profunda´

a cada animalito mamá, decía el niño,


a la cotorra al tigre al lobo a la tortuga
le conocemos la saliva el asma la caricia.
lo que más conocemos, respondía la madre,
es la descomposición:
cuando los ojos se le vuelven amarillos
y se devoran unos contra otros,
respondía la madre
de dulces ojos amarillos
la madre con dientes filosos

Ahora está oscuro


¿el viento arrasará casas y flores?
mamá limpiaba la sangre de mi boca después de cada
caída
se acercaba lenta con un pañuelo en la mano.
Ahora algo muerde mi corazón
lo vuelve feroz.
Madre: barrieron el patio de los juguetes
dejaron allí
sólo barro de una lluvia que vendrá a arrasarnos

tras la ventana
bajo el follaje
un niño besa una raya de luz
junta hortensias en un pozo
sueña que volverá a crecer

¡mamá! ¡mamá! ¡te estás comiendo los grillos


las cáscaras de nuez que te regalé!
las calentaste y te las comés ¡mamá!
¡dejame un grillo vivo, uno solo!
yo quiero aprender
voy a prender si querés todo
a besar sin piedad
a decir mi cuerpo no fue tuyo
¿por qué tu pelo recuerda un
bosque?
¡mamá! ¡los grillos te van a comer
la luz por dentro!

Verónica Viola Fisher nació el 8 de abril de1974. Publicó "hacer


sapito", editorial. Nusud, 1995.

arveja negra
arveja negra

Tengo un problema:
arranqué los ojos de mi muñeca
y ya no ve. Desde el noveno piso
lancé con ímpetu al patio interno
de mi vecina un ojito, el izquierdo.
En una alcantarilla, único
ojo abierto que permite
entrar a la imagen hecha cuerpo;
es de saliva poderosa
seduce agresiva cualquier intento
de entrega externa, la convierte
en interna destrucción. Allí
abandoné el otro ojo que rodó
como una arveja negra.
Mi muñeca: muñón del alma mía
no está ciega, es simple
no tiene en la cara ojos
y su cabeza recuerda
pequeño el patio que se agiganta
a gran velocidad, un agujero.
Yo le muestro
determinada cantidad de dedos, ¿cuántos
hay? le saco la lengua, me burlo
lloro en silencio y no lo nota, la amenazo
y nunca tiembla: Ojos que no ven
corazón que no siente. Necesito
dos ojos, o un corazón
autosuficiente. Mi lágrima no sabe
parir otros, mi problema es
operar en el hueco
de la mirada. No,
caer en él.
huevos

Las cigüeñas jóvenes que llegan


no ocupan nidos vacíos
Van al ataque de otros
hogares ocupados por familias,
los arrebatan o mueren. Hijas perdidas
tal vez, que vuelven a vengarse
inadaptadas pajaritas de papel
la mayoría, débiles.
Después de muertas, renacen buenas
y se ocupan de viajar cargando niños
rosados, normales, niñas también.
Si el llanto cesa y los bebés ríen
son abandonados
o el destino coloca cables
de alta tensión donde queda la cigüeña
como un avión de guerra o bien
como una equilibrista
dormida sobre la cuerda. Entonces,
la bebé moquea en su última respuesta.
A mí me trajo un cuervo,
hembra y yo en venganza
le comí los ovarios.
Ahora pone huevos.

¿tenés pasta?
Todos, y mi médico aseguran
que tengo una vida
interior bastante rica como para
no sentirme
sola
Debo pulir
toda encía rebelde
con un cepillito
antes de dormir. Hoy no comí
remolachas -explicaba en mi terapia-
Son estas
palabras se me caen a cachos y
golpean Si son
ricas? El interior se hace
destrozar si son muchas?
por una
belleza falsa
No sentirme, no
La tengo en la punta de la lengua
es una chinche
de metal bastante insulsa
como para no decir
Cómo no decir: pará
de hachar el frenillo y coséte
una jaula en mitad de la garganta
¿Tenés pasta?
Para sobrevivir no
quiero lavarme otra vez, no mires
lo que disfruto. Antes de dormir ay
rica cebolla, hoja
por hoja diente por diente muela
a palos
su idea
incorrecta aprenda que
la realidad no es solitaria y usted
es real
que tengo una vida
aseguran todos, creyentes del ojo porque
me ven consideran
que existo.
california creo

Hubo una época en el país del norte,


California creo, llegó una plaga
de sapos que tenían cierta sustancia en el lomo.
Yo solo conozco las sábanas con huecos
donde probar tijeras y probar
mi inocencia. Lamer un sapo y ver
cualquier cosa, decían
personas de mi edad y generosas. Sumerjo
en mí una pinza por curiosidad
arremeto entre las sábanas manchadas
hasta el fondo mi barriga
tiene un sapo. Cerrar veloz el tajo
así no muero fue un arduo trabajo pero siempre
resulta: mi condena. Lamer su lomo
cerrar los ojos probar
mi inocencia frente al otro
país del sur donde mis hijos
lamen mi boca para recordar el agua, hijitos,
que nunca tuve pero estaban
siempre cantando: el que come y no
convida tiene un sapo en la barriga
Recuerdo a mi madre, anoréxica y no dejo
de comer
de lamer mi propia espalda
para ver cualquier cosa, generosa, inocente
que no sea, yo, pura
casualidad entre dos seres de aquella época que no
sea yo que no
quiero verla la sangre del futuro en esta arena
de circo. Quién paga y quién
con vida pagará mi sufrimiento
¡Seré yo! -gritó el sapo en mi barriga
Entre las sábanas hay solo un hueco
por él se ven
desafiladas mis tijeras.
blancanieves

Ya nadie podrá acusarme


de tener el corazón leproso
el que ensucia manos si se intenta
tocarlo, con un trozo de sí.
He construido un vampiro
en el medio de mis ojos
puedo escarbar el fango
sin encontrar nada y sigo igual
tan tranquila, amiga
mía es la ventaja
del hambre y vos, repleta, harta
peligrás frente al ocio de tu espejito.
¿Quién es la más bonita?
Tu mamá se enamoró de la mía, locas
cada brote es un espacio zigzagueante
entre las piernas un pétalo
negro. Sin duda sos vos la elegida
por Venus. De mi nariz sale un perfume
que no tiene imitación
ni cuello.

as de oro

Soplo, tiro los cuadraditos sobre el paño de la mesa y soy


feliz. Generala. Mujer déspota y sumisa
de la arbitrariedad.
Observo los tres ases. Son míos. Poderosa canto
aplasto sombreros con mi pierna corta, sonrío a la nuca
de los demás concursantes. Apuesto al doce
pago por el rojo y colorado! ¡Colorado el doce! Cobro.
Sí, cobro, recibo, aguanto la mortaja del papel
comprador. Camino sola, seria.
Entro a un negocio y pregunto -¿podría darme
la hora?- El vendedor me la envuelve
llena de moños, la llevo.
Si bien en el juego, mal en el amor -dijo
un borracho sobre la vereda y yo pensé
que el amor solo era juego, justamente
el azar defendió sus tierras
y castigó a quienes intentaron
construir ciudades verdaderas.
Voy al casino. Necesito luz blanca,
ahogarme en brillos. Si no, caigo.
Casi no veo de noche. El día es negro. Y otra
otra vez casi no, casi
suculenta me rozo algún labio.

marquesina

Después anuncio: yo puedo


consolarte, dejame, hacerte creer que poseo
dedos de valor incalculable. Soy la madre
recién nacida. Soy viento
revolviendo tu cuero
cabelludo o tu cuero sintético
gran asistente de luces
para el efecto: de cuerpo entero
mi nombre.
una más qué le hace al magro

De una letra de esa tinta solita y fértil


nacen crecen cruzan
animales de cara blanda algodones
que me sostienen la pata enferma
basta
en la alfombra del palier
sin ropa y manchas
una más qué le hace al magro
intento de escribir sobre eso

Sorpresa al yo-yo le falta una pieza


tiene hilo tiene rueda
tiene un dedo del que cuelga yo
construyo una tijera
para su cabeza y lo hago rebotar
en mi falda estamos
brindándonos entonces
vas a hablar de eso?

No puedo necesito
seguir jugando sí con la ruedita
llena de dientes
muerde el muslo muerde la mano
hilito rojo
carmesí raro y dale que va nomás dale
hablá de eso

Bueno estoy sobre la alfombra


y voy a decir
otra vez no puedo hueco rengo
esta boca yo la tengo
sola para besar esta pata yo la tengo
enferma pará pará no más

Dijiste algo sobre eso? No


puedo escribir si te parece
Sobre eso? No, si te perece
mejor otro día y otro y otro
apetéceme

y eso? un yeso
porque me quebré

Crush

Observo cómo
hace fuerza la semilla para hundirse
en el mosaico. Me mira
junto saliva y la escupo -gracias
dice, un poco menos sedienta
Mientras pelo una naranja
resisto esta cocina y esquivo
sus palabras
En esta urbe la pavada
se contempla como si fuera
un trabajo -comenta semillita
Casi nada, se parece a Necesidad
nuestra diosa, la que me tentó malvada
a comer esa naranja. Saboreo un gajo
ubre ácida y continúo
...ahora compran
tijeras porque las apariencias obligan
a utilizar un bozal
Hablo mordiendo y suena
la sirena policial, deben ser
las tres de la mañana -observo
a la semilla y se me caen
lágrimas. Ella no habla, me mira
está muriéndose
Atenéte a las consecuencias
de haber crecido
o lamé en el mosaico
y en la semilla partida
su sangre -gritó la naranja
desde mi esófago, aturdida
saco esta lengua y pequeña, altiva,
yo me planto.

ábaco

Cuando terminen los cien años de perdón


recibirás, en las manos algún día
ese gran puñado suelto
de ojitos que brillan: oro,
por todos nosotros no, por algunos
solamente
Es una panza llena, mi cabeza
apenas un ingrediente
indispensable de este cuerpo. Funciona
si le doy manija o cuerda
de donde sujetarse para poder seguir
el camino de vuelta:
calesita de la historia cabecitas
en su celda
- Mamá, ¿qué es de la plata?
- Un río, aquí cerca
Una manera de insultar a los chanchos
señores picacabezas
- Jefe, quiere papa
- Tendrás muchas, cuando estén calientes
- Jefe, quiero cobrar
- Le daré, para que tenga:
Mi panza es una cabeza hueca, funciona
con manos repletas, doradas
llenas de sal. Trabaja su abdominal
fuerza con la cabeza. Esta que escribe
no tiene idea
lo que se siente al explotar
a otro que despidió
años atrás a tu viejo
no por viejo por hablar
de un paro en toda la empresa
- Lo siento mucho, señor
¿quién fue
el sinverguenza?
- Esa lengua que limpia el mostrador
esos pies, clavando vidrios en la
medianera esas manos
amasando mi caño
de escape
- La que escribe, señor
¿qué tiene que ver?
- Tiene que ver si escribe
sobre su papel
- ¿en la vida?
Interrumpo para decir
que trabaja en negro mi boca
no hace aportes, provoca
como Sansón al peluquero
Alguien pensó una vez:
los que ganan, pierden
- Jefe, quiero comer
- Vaya, los libros no muerden
- Y entonces
¿por qué los queman?
- Eso fue hace mucho tiempo, ahora
ya no hace falta
- Jefe, ¿cómo sabe
todo eso?
- Está riquísimo
su seso está
sin una espina
si usted no fuera tierno
me costaría
más filo
- Y ésta que escribe, ¿cómo es?
- Es un pistilo
sin experiencia, flor
de quilombo tiene en la cabeza
pende de un hilo su certeza con respecto al
mañana en cambio yo
- Lo tiene claro
- Claro, lo tengo anotado
en la agenda que era de mi viejo
el empleado legendario que
- No me llore, jefe
- Retírese, por favor
- Pero señor ...
- ¡Está despedido! Atrevido ¡Traidor!
Y colorin colorado el jefe
casi explotó
pero no, ¿quién lo salvó?
la blanca dama que desde el cajón
de su escritorio saltó
como al rostro de Jesús, la luz
de Dios El ahora
desempleado, profundiza el pensamiento
Aquel jefe será mi esclavo -dice
frente a sus hijos. El más pequeño,
un ratoncito
hace a su padre un juramento:
nunca será cola de león
sino cabeza
de roedor

Notas para un agitador

cuando era pequeño se le cayó un piano


en la nuca, desde ese día sus vértebras
suenan cada vez que baila
sobre la silla eléctrica: no muestra arrepentimiento
con palabras, no entona
baladas de protesta

Se dedicó a grabar sonatas


de guerra, percusión ósea contra
tiritar de dientes. La electricidad es buena
compañera dice ahora
encerrado a perpetua,
que enciende la tele
de la paz rosada o la casa
de un moderno enjambre de patrañas, enfermo
el penado yace quieto, en silencio.

De la música del cuerpo proviene


una verdad indisoluble pero si hubiera
caído una hoja
filosa sobre su nuca, ¿qué palabras
escribiría nunca?

Un niño pregunta a otro


cuando el mar se agita, habla?
Shh... le contesta su amiguito
al igual que las olas
y callan

glauca

¿Qué te pica? El alma


máter, pero a fuerza de miedo
no fui más que un pobre padre
para vos, hubiera querido
altares de frutas sin carozo
de flores sin centro y de carey
peinecitos sin dientes
para acariciar tus vellos
en la dirección correcta?
Ningún desperfecto
hedor o aspereza irresistible
y sin embargo
soy un almo no calmo
nada por mí mismo, insatisfecho
siempre. Perdoname,
puse el huevo entre mis piernas
y lo que debía ser tibio, ardió
como los mil demonios
usurpando el aire. Máter
cambiemos los roles por el amor
de dos, piedras preciosas
que mastico en el perfume
de tus palabras. Vivo
por vos y por mí
hago nada. Qué,
te pica? Sostener entre uñas
el salto de pulguita
ay esmeralda
ráscame la espalda que yo
no puedo, pido
tregua suplico
entre la uña y el dedo:
levantar roncha (escocer mucho una palabra o ¿cosa?)
por los siglos de los siglos
temer
a mi propio fuego cada vez
que abro la boca para decir alguna
cosa o ¿palabra?
Ay esmeralda rascame mucho más,
adentro.

             

Dos documentales
sobre Juan L. Ortiz

p o r A l e j a n d r o R u b
i o

 JUAN L., 1996. Realización: Tristán Bauer y Carolina Scaglione. Edición:


Alejandro Brodersohn. Voz en off: Juan Carlos Gené. Duración: 18 minutos.

El documental elige acercarse a la figura de Ortiz a través de una especie de


autobiografía apócrifa: desde el off, Juan Carlos Gené simula ser un poeta litoraleño que
cuenta su vida usando poemas escritos por él mismo y respuestas a reportajes
concedidos a distintas personas a lo largo de varios años (esto lo podrán inferir sólo los
ortizólogos, ya que Bauer/Scaglione no lo hacen constar en ninguna parte). Entonces, el
simulacro de Ortiz nos informará de su nacimiento en una pequeña ciudad de provincia,
su viaje adolescente a Buenos Aires, su retorno a la provincia, su casamiento, sus
veintipico de años en el Registro Civil de Gualeguay, la publicación de su primer libro a
instancias del amigo y poeta Carlos Mastronardi, a los que siguieron otros doce reunidos
en 1970 en la edición de En el aura del sauce editada por la Editorial Biblioteca
Constancio C. Vigil de Rosario, la jubilación, la mudanza a Paraná, su viaje a China;
también, de algunas de sus opiniones -vagas, deshilachadas- sobre el paisaje y las gentes
de la localidad, sobre Oriente y Occidente, sobre la poesía en general, más una leyenda
al final que recuerda la quema realizada por la intervención del Proceso, en 1978, de
más de mil ejemplares de En el aura… que se hallaban en los depósitos de la Biblioteca
Popular Constancio C. Vigil; también -lo mejor- recitará unos pocos poemas.

La imagen de Ortiz que se desprende de este discurso es, a grandes rasgos, la que tantos
apóstoles del Cristo de Gualeguay trabajosamente construyeron: la del buen salvaje en
su faceta de lírico natural, que naturalmente canta a la Naturaleza que lo vio nacer por
parto natural, sin mediación alguna de lecturas literarias o de las otras, de amigos o
enemigos escritores, del contexto cultural y político o siquiera de la mera y personal
capacidad de raciocinio. Si, como parece, uno de los objetivos de este documental es
básicamente didáctico (presentar una figura conocida por pocos a un público de una
manera lo más integra posible) hay que decir que no lo cumple; el que desconozca a
Ortiz no se enterará por el video de que, por ejemplo, fue un militante comunista muy
activo (estuvo varias veces en la cárcel y siempre mantuvo vínculos con sindicalistas y
políticos de izquierda de Santa Fe y Entre Ríos), ni de su discreta polémica con la línea
cultural de la dirección del Partido, ni de su labor de traducción, ni de su amistad con
artistas más jóvenes de la que en gran parte dependió
la difusión de su obra, ni de su profunda afinidad con
el simbolismo francés más riguroso; de nada, en
realidad, que exceda la estampita chirle que se
describió algunas líneas arriba.
Se puede afirmar que tal estrechez no sería tan grave
si, al menos, la película mostrara un lenguaje ...el que desconozca
cinematográfico tan interesante o pulido que la a Ortiz no se enterará
despegara de su objeto e hiciera su visión, de todos por el video de que, por
modos, más o menos placentera; más bien, yo diría ejemplo, fué un militante
que Juan L. es un documental, además de erróneo,
comunista muy activo
sumamente aburrido. Padece del síndrome de La
aventura del hombre, esa compulsión a la
redundancia que lleva a ilustrar palabras con imágenes: si la voz en off habla del río,
vemos la orilla del Paraná; si menta el Registro Civil de Gualeguay, vemos la fachada
del Registro Civil de Gualeguay; si se refiere a sus días de escuela primaria, vemos
niños en guardapolvo blanco, pupitres, un pizarrón negro, muchas tizas, una maestra;
etcétera, etcétera. No contentos con esto, Bauer/Scaglione incurren en un par de
oportunidades en la pretensión del símbolo: tres planos de un bote vacío, ya en la orilla,
ya en medio de la corriente (el artefacto que humaniza el paisaje, o tal vez la pequeñez
del hombre ante la vastedad de la naturaleza; digo yo, bah); el segmento dedicado al
viaje a Buenos Aires incluye fotogramas de un corso de principios de siglo (éste es más
fácil: la alegría efervescente del joven provinciano en la Gran Ciudad). Todos los
paisajes, además, muy bellamente fotografiados, según dicta la estética de las
publicidades turísticas. No es raro que resulte más atractivo, por contraste, los
fragmentos en blanco y negro que muestran a Ortiz fumando en pipa o mateando en su
patio… realizados por dos equipos de estudiantes de cine del Litoral, hace añares. Al
menos, dejan espacio para que el espectador imagine algo, lo que sea, por su propia
cuenta, antes de que las postales acuáticas y la voz de Gené vuelvan a interferir en su
campo audiovisual.
Juan L. contó con los auspicios de la Fundación Banco Mercantil Argentino.

 HOMENAJE A JUAN L., 1994. Guón y dirección: Marilyn Contardi.


Fotografía y cámara: Carlos Essman. Sonido: Telmo Spies. Producción: Raúl
Beceyro. Realización del Taller de Cine de la Universidad del Litoral.
Duración:18 minutos.

Una voz (esta vez sí, la del mismo Juan Laurentino Ortiz) lee un poema con la pantalla
todavía en negro, que deja paso a la foto de un Ortiz sonriente; se calla la voz y el
siguiente plano muestra,
en blanco y negro, el interior de una imprenta:
batifondo de máquinas, resmas de papel,
obreros grá ficos en plena producción. 

Estos (una voz, una cara, un trabajo),


expuestos en el primer minuto de este el siguiente plano muestra,
documental, son los tres núcleos a partir de
en blanco y negro, el interior
los cuales Contardi despliega una idea acerca
de quién fue Juanele diametralmente opuesta de una imprenta: batifondo de
a la momificación que muchos insisten en máquinas, resmas de papel,
infligirle. Para esto se apoya en un obreros grá ficos en
conocimiento minucioso de su poesía y en plena producción.
una concepción del género documental que
me gustaría llamar respetuosa, que consiste en
acercarse a su objeto (una figura, un paisaje, una calle, un libro) despaciosamente y sin
pretender saberlo todo de entrada.

La cara , o la figura, está extraída de una película producida en 1971 por la


Biblioteca Constancio C. Vigil; ahí vemos a Ortiz caminando por la orilla de
un río, ordenando sus papeles, exponiendo larga y pausadamente acerca de
cómo concebía lo "social" dentro de su obra. La impresión de presencia que
este material transmite es el primer punto en que Homenaje… supera al video
de Bauer/Scaglione. Su voz, las grabaciones de sus poemas hechas por él
mismo, están tratadas de dos maneras: una bastante convencional, la del
inicio; la otra es un hallazgo: dos chicos de ocho o nueve años leen
sucesivamente dos partes distintas de un mismo texto, con vacilaciones,
trabucándose, como si no entendieran del todo lo que dicen, y a continuación
la voz suave y un poco aguda que ya conocemos lo remata. Digo que es un
hallazgo porque pone en escena con mínimo énfasis una de las tesis fuertes de
Ortiz, difícil de verificar en los hechos pero consustancial a su tarea: que la
poesía debe ser tomada por todos para alcanzar su consumación.
Pero lo central es aquí el trabajo; por eso el testimonio del director de la
primera edición de En el aura del sauce, Rubén Naranjo, ocupa más tiempo
que el de los relativamente más famosos poetas y escritores Juan J. Saer y
Hugo Gola, ya que él es el que estuvo más en contacto con la materia del
libro; después de todo, hacia eso confluyen las anécdotas y las
consideraciones críticas que emiten los otros dos. Esa preocupación por lo
concreto lleva a Contardi a tratar mucho más extensamente que
Bauer/Scaglione el tema de la destrucción de los ejemplares de En el
aura…:las palabras de Naranjo y, sobre todo, los planos del incinerador
(donde aparentemente fueron quemados, además de los libros de Ortiz, otros
17.000 volúmenes editados por la Constancio C. Vigil) impactan al espectador
con una fuerza que la escueta leyenda final de Juan L. no posee.

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