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2. Cuándo, dónde, y cómo debo intercambiar ideas con la cabeza del hogar.
Generalmente cuando queremos corregir, terminamos criticando. Es ahí donde debemos
tener cuidado.
Te preguntarás ¿Cómo debo hacerle llegar mis inquietudes o las cosas que me molestan
de él? El secreto está en tener una buena comunión con Dios.
Debo examinarme a mí misma. Debo tener un compromiso con Dios: siendo ejemplo,
haciendo mi devocional, pasando tiempo en oración. Porque diariamente estamos en
una guerra espiritual. Cuando estemos practicando éstas cosas nos será mucho más
fácil poder comentar cosas en las que ellos están fallando, porque sabemos que para
Dios no hay nada imposible y Dios nos dará las palabras sabias par hablar con ellos.
Pero recuerda hermana que a los hombres no les gusta reconocer que fallan. Seamos
sinceras. Pero para eso nosotras tenemos que pedir el poder del Espíritu Santo.
Nos cuesta tocar algunos temas con ellos como por ejemplo: sobre el dinero, la
disciplina con los hijos, su enojo y el no pedir perdón, de las veces en las que él no es un
líder espiritual, cuando no ves su liderazgo, etc.
Muchas veces tememos cómo van a reaccionar y nos callamos, pero no debe ser así
hermanas estamos ahí para intercambiar ideas. Tú debes tenerle confianza si dices que
le amas y sabes que él te ama él va hacerlo. 2 Ti. 2.25
4. Hay consecuencias.
Si no actuamos correctamente vamos a lastimar el espíritu de nuestro esposo, porque
nuestro esposo no es un hijo más sino que es la cabeza del hogar.
A veces queremos mandar e ir con el modernismo, pensando que podemos liderar el
hogar. Pero la palabra de Dios nos dice lo contrario y si desobedecemos Dios nos va a
disciplinar.
Dios les ha dado a ellos funciones diferentes a las nuestras. Tengamos cuidado.
En conclusión: No es nuestro deber corregir a nuestros esposos. Dios se va a encargar
de ello, pero si podemos hacerle llegar nuestras inquietudes e incomodidades. A tu hijo
sí corrígele. A tu esposo ámale, respétale, cuida de él y el hará lo mismo contigo.