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Voces:
COMUNICACIONES ~ CONSTITUCION NACIONAL ~ CONVENCION AMERICANA SOBRE
DERECHOS HUMANOS ~ DENUNCIA ANONIMA ~ ESTUPEFACIENTES ~ FUNCIONARIO PUBLICO
~ GARANTIAS CONSTITUCIONALES ~ INTERCEPTACION DE COMUNICACIONES ~ NULIDAD ~
NULIDAD PROCESAL ~ PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLITICOS ~
PROCEDIMIENTO PENAL ~ PRUEBA ~ RAZONABILIDAD DEL MEDIO EMPLEADO
Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación(CS)
Fecha: 31/08/2010
Partes: Quaranta, José Carlos
Publicado en: LA LEY 13/09/2010, 13/09/2010, 11 - LA LEY 13/10/2010 , 5, con nota de Carlos Alberto
Carbone; LA LEY 2010-E , 547, con nota de Carlos Alberto Carbone; DJ22/12/2010, 26 - LA LEY 23/12/2010
, 4, con nota de Claudio D. Gómez; DJ 23/02/2011 , 19, con nota de Jorge Vázquez Rossi; LA LEY 2011-A ,
46, con nota de Claudio D. Gómez;
Cita Online: AR/JUR/45956/2010
Hechos:
A raíz de un llamado anónimo dirigido a la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal,
según la cual la imputada se dedicaría al tráfico de estupefacientes (L.S.D. y anfetaminas), el Ministerio Público
requirió la intervención del teléfono de la acusada, a los fines de probar los hechos denunciados. El juez federal
hizo lugar al pedido. Las pruebas recogidas a partir de la medida dieron lugar a la condena del imputado como
autor del delito de confabulación —art. 29 bis de la ley 23.737—. A su tiempo, la Cámara Nacional de Casación
Penal no hizo lugar al recurso de casación articulado por la defensa del imputado contra la sentencia del
Tribunal Oral, en la que se rechazó el planteo de nulidad de la medida y de todo lo actuado en consecuencia, con
sustento en la garantía que protege contra las injerencias arbitrarias en la intimidad de las comunicaciones
privadas. Contra esta decisión se interpuso recurso extraordinario, cuya denegación, dio origen a la queja. La
Corte Suprema de Justicia de la Nación absolvió al condenado.

Sumarios:
1 . Corresponde absolver al imputado por el delito de tráfico de estupefacientes, si es nula la intervención de su
línea telefónica con el fin de confirmar una denuncia contra su persona, pues el juez que la ordenó no expresó
las razones por las cuales consideró procedente la medida y tampoco remitió a ningún elemento objetivo de la
causa que pudiera fundar una mínima sospecha razonable, ya que sólo contaba con datos aislados y
afirmaciones infundadas aportadas por un llamado telefónico anónimo, lo que resulta manifiestamente
insuficiente para brindar una base sustancial, objetiva, que permita determinar la existencia de una sospecha
razonable.
2 . La orden de intervención telefónica expedida a raíz de un llamado anónimo es contraria a la garantía
consagrada en los arts. 18, 19 y 33 de la Constitución Nacional, así como también a los arts. 11, inc. 2 de la
CADH y 17, inc. 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
3 . Una orden de registro domiciliario o de las comunicaciones telefónicas —como en el caso— a los fines de
develar su secreto y conocer su contenido sólo puede ser válidamente dictada por un juez cuando median
elementos objetivos idóneos para fundar una mínima sospecha razonable.
Jurisprudencia Relacionada(*)
Corte Suprema
en “Yemal”, 17/03/1998 —LA LEY 1998-C 854, DJ 1998-3 247, IMP 1998-A 679— el doctor Petracchi, en su voto
en disidencia, sostuvo que la mera expresión de la sospecha de un funcionario público —en el caso,
de la Dirección General Impositiva— no constituye “per se” base objetiva de sospecha razonable.
(*) Información a la época del fallo
4 . El art. 18 de la Constitución Nacional, consagra el derecho individual a la privacidad del domicilio de todo
habitante —correlativo al principio general del art. 19— en cuyo resguardo se determina la garantía de su
inviolabilidad, oponible a cualquier extraño, sea particular o funcionario público, y si bien allí no se hace
mención a las comunicaciones telefónicas ni a la protección de su secreto, una interpretación dinámica de su
texto más lo previsto en su art. 33 y en los arts. 11, inc. 2 de la CADH y 17, inc. 1 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, en cuanto contemplan que nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias en su
vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, permiten hacer extensivas aquellas
consideraciones a ese supuesto.
Jurisprudencia Relacionada(*)
Corte Suprema
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en “Fiorentino”, 27/11/1984 —LA LEY 1985-A 160, DJ 1985-1 511, LA LEY, 2005 319, JA 985-II 109, ED 112 352 —
sostuvo que el art. 18 de la Constitución Nacional, consagra el derecho individual a la privacidad del
domicilio de todo habitante —correlativo al principio general del art. 19— en cuyo resguardo se
determina la garantía de su inviolabilidad, oponible a cualquier extraño, sea particular o funcionario
público.
(*) Información a la época del fallo
5 . A los fines de la razonabilidad de la orden de intervención de las comunicaciones telefónicas, la mera
expresión de sospecha de un funcionario público no constituye "per se" una base objetiva, razón por la cual,
tampoco puede entenderse que lo sean las vagas afirmaciones formuladas en un llamado telefónico anónimo,
pues, si el Estado pudiera entrometerse en el secreto de las comunicaciones a partir de “sospechas”, el derecho
reconocido por la Constitución Nacional en su art. 18 resultaría de poca o ninguna relevancia.
Jurisprudencia Relacionada(*)
Corte Suprema
en “Yemal”, 17/03/1998 —LA LEY 1998-C 854, DJ 1998-3 247, IMP 1998-A 679— el doctor Petracchi, en su voto
en disidencia, sostuvo que la mera expresión de la sospecha de un funcionario público —en el caso,
de la Dirección General Impositiva— no constituye “per se” base objetiva de sospecha razonable.
(*) Información a la época del fallo
6 . Si en el proceso existe un solo cauce de investigación y éste estuvo viciado de ilegalidad —en el caso,
intervención de la línea telefónica del imputado sin base razonable de sospecha, por derivar de una denuncia
anónima—, tal circunstancia contamina de nulidad todas las pruebas que se hubieran originado a partir de aquél,
y la regla es la exclusión de cualquier medio probatorio obtenido por vías ilegítimas, porque de lo contrario se
desconocería el derecho al debido proceso que tiene todo habitante de acuerdo con las garantías otorgadas por
nuestra Constitución Nacional.
Jurisprudencia Relacionada(*)
Corte Suprema
en “Rayford”, 13/05/1986 —LA LEY 1986-C 396— , “Ruiz” 17/09/1987 —LA LEY 1988-B 446— , “Francomano”
19/11/1987 —LA LEY 1989-B 613—, “Daray”, 22/12/1994 —LA LEY 1995-B 352— , sostuvo igual regla.
(*) Información a la época del fallo

Texto Completo:
Dictamen de la Procuración General de la Nación:
Suprema Corte:
—I—
La Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal no hizo lugar al recurso de casación articulado por la
defensa de C. J. Q. contra la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de esta ciudad, en la que se
rechazó el planteo de nulidad de esa parte y se condenó al imputado a las penas de cinco años de prisión y multa
de diez mil pesos por resultar autor del delito de confabulación) artículo 29 bis de la ley 23.737).
Esta decisión motivó que se interpusiera el recurso extraordinario de fs. 28/43, cuya denegación a fs. 47/48,
originó la presente queja.
—II—
Con sustento en la garantía que protege contra las injerencias arbitrarias en la intimidad de las
comunicaciones privadas (artículo 18 y 19 de la Constitución Nacional; 11.2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y 17.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), la defensa sostiene la
invalidez de la intervención de la línea telefónica n° 942-..., ordenada a fs. 3 de la causa principal.
En ese sentido, alega que la respectiva orden judicial carece de fundamento (artículos 123 y 236 del Código
Procesal Penal), al reconocer como únicos antecedentes: a) una denuncia telefónica anónima recibida por la
Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal, en la que se daba cuenta que Susana R,
domiciliada en calle Venezuela de esta ciudad, se dedicaría al comercio de estupefacientes; y b) la opinión de
los fiscales pidiendo al juez la concreción de la medida y la realización de tareas de inteligencia sobre el
domicilio denunciados (fs. 1/2 del principal).
En lo que aquí interesa, se tuvo por probado que el cauce de investigación que condujo hasta Q. tenía directa
vinculación con las escuchas surgidas de la intercepción de la línea telefónica de R., mediante las cuales
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pudieron conocerse los contactos que su conviviente, O. E. P., mantenía con C. F. V. y éste, a su vez, con los
restantes participantes de la organización, entre los que figuraba el imputado (conf. sentencia de fs. 3499/3519).
Para una mayor claridad expositiva, resulta conveniente efectuar un breve relato de los antecedentes del
caso, de donde surge que la cuestión planteada por la defensa fue objeto de resolución por la Sala IV de la
Cámara de Casación en tres oportunidades.
a) En la etapa de instrucción, el a quo se pronunció acerca de la validez de la intervención telefónica al
admitir el recuso de casación interpuso por el fiscal, y revocar la resolución de la Sala II de la Cámara de
Apelaciones del fuero que había declarado la nulidad del auto de fs. 3 y de todo lo actuado en consecuencia (fs.
2.666/2.673 vta.).
Fundada dicha resolución en los principios de razonabilidad y proporcionalidad, entendió, por mayoría, que
la medida no se originó en la propia voluntad del juez, sino que fue ordenada para corroborar la ocurrencia de
los hechos objeto de pesquisa, en el marco de una línea de investigación iniciada por la prevención y respaldada
por los representantes de este Ministerio Público. Así, descartó la presencia de arbitrariedad, y consideró que los
antecedentes que sirvieron de sustento a la emisión de la orden constituían suficiente fundamento de la medida.
b) Arribada la causa a juicio, la defensa volvió sobre su primigenio planteo de nulidad, cuya admisión por el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5 de esta ciudad, derivó en la absolución de Q. (fs. 3178/3183).
Impugnado el pronunciamiento por el fiscal general, y promovida sin logro la reacusación de los jueces de la
Sala IV (fs. 3208/3213 vta.; 3219/3220) por parte de la defensa, estos magistrados sostuvieron la inexistencia de
motivos suficientes para modificar su anterior tesitura, al no advertir elementos nuevos que hicieran necesario
alterar lo decidido en relación a la legitimidad de la interceptación telefónica (fs. 3244/3247).
c) Revocada la decisión absolutoria, se celebró juicio de reenvío, donde la defensa insistió con la invalidez
de la orden de fs. 3, siendo este cuestionamiento rechazado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 con
base en los principios de preclusión y progresividad (fs. 3499/3519). Idéntico criterio siguió por unanimidad la
Sala IV, al pronunciarse con motivo del recurso de casación cuya denegación dio lugar a la vía federal en trato
(fs. 3567/3569).
—III—
Adelanto mi opinión en el sentido de que la apelación federal no puede prosperar y que fue correctamente
denegada por el a quo.
En efecto, a lo largo de todo el trámite del proceso tal como se desprende del relato que antecede, los
planteos nulificantes de la defensa motivaron tres resoluciones de la Cámara Nacional de Casación Penal. La
defensa intentó cuestionar en diferentes oportunidades la validez e interpretación que ese tribunal le otorgó a la
resolución y a las normas procesales (artículos 123 y 236 del ordenamiento ritual) sobre las que se fundó en el
inicio del proceso la intervención telefónica.
Sin embargo, el recurrente no rebate adecuadamente los fundamentos dados por la Cámara Nacional de
Casación Penal en la resolución de fs. 3567/3569 en tanto sostiene que "entre la última intervención de la Sala
(fs. 3244/3247) y la que ahora nos ocupa no se produjo ninguna modificación de los elementos de juicio
vinculados con la cuestión relativa a la legalidad del decreto de intervención telefónica, por lo que resulta
forzoso concluir que un nuevo examen de la cuestión importaría la violación de los principios de progresividad
y preclusión que rigen el proceso penal, los que tienden a evitar que los procesos se retrotraigan a etapas
superadas y se prolonguen indefinidamente, pues así lo imponen razones de seguridad jurídica y la necesidad de
obtener dentro de plazos razonables una decisión que ponga fin a los pleitos...", con abundante citas de fallos.
Y es justamente contra esta resolución contra la cual se interpuso el recurso extraordinario a mi juicio
correctamente denegado. Porque para la procedencia del recurso de excepción es menester que se asuman y
rebatan todos y cada uno de los fundamentos de la decisión que motiva los agravios (Fallos: 303:109; 304:1048;
312:1716). Y la parte invoca aisladamente precedentes de la Corte que no se corresponden con las
circunstancias del presente expediente ni con la decisión motivo de agravio.
Asimismo, sin perjuicio de las deficiencias del recurso sobre la materia, —que permitirían descalificarlo por
infundado en estos aspectos—, procede poner de resalto que en el recurso sub examine la defensa vuelve a
cuestionar la inteligencia e interpretación asignada —con fundamentos suficientes— por los jueces de la
Cámara Nacional de Casación Penal a normas de orden procesal, sin hacerse debidamente cargo de los
argumentos del a quo (Fallos: 313:525; 326:1877; 329:1522, entre muchos otros).

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Por consiguiente, y tal como lo sostiene inveteradamente V.E, la mera reedición por las partes de los
argumentos vertidos en las instancias anteriores no constituye una crítica concreta y razonada del
pronunciamiento recurrido (Fallos: 288:108; 289:329; 307: 2216) lo que determina el rechazo del recurso
(Fallos: 315:59; 317:373; 317:442; 318: 2266).
—IV—
Por los motivos expuestos, considero que la queja interpuesta es improcedente y que el recurso
extraordinario fue correctamente denegado. — Buenos Aires, 28 de septiembre de 2007. —Esteban Righi.
Buenos Aires, agosto 31 de 2010
Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por la defensa de C. J. Q. en la causa Q., J. C. s/ inf. ley
23.737 —causa n° 763—", para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
1°) Que contra la resolución de la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal que resolvió no hacer
lugar al recurso de la especialidad que la defensa de C. J. Q. había interpuesto contra la sentencia dictada por el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de esta ciudad, en la que se rechazó un planteo de nulidad y se
condenó al imputado a las penas de cinco años de prisión y multa de diez mil pesos por resultar autor del delito
de confabulación (art. 29 bis de la ley 23.737), dicha parte presentó el recurso extraordinario cuya denegación
motivó esta presentación directa.
2°) Que las presentes actuaciones se iniciaron a partir de un llamado telefónico anónimo dirigido a la
Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal. Allí se indicaba, en lo que interesa, que "...la
moradora de la finca emplazada en la calle V. n° ..., Planta Baja, depto. B) ... que respondería al nombre de S. R.
de aproximadamente 30 años de edad, teléfono 942-..., se dedicaría al tráfico de estupefacientes, más
precisamente a la comercialización de troqueles de L.S.D. y anfetaminas. La denunciante, manifestó además,
que la mencionada... habría comercializado tres mil (3000) dosis de L.S.D., durante el mes de junio ppdo., y que
registra antecedentes por ese motivo en la Provincia de Córdoba", razón por la cual la prevención solicitaba
autorización para llevar a cabo "tareas de inteligencia" (fs. 1).
3°) Que una vez que dicha comunicación fue puesta en conocimiento del juzgado federal competente, y
notificado el Ministerio Público Fiscal, esta parte requirió al magistrado que se lleven a cabo "tareas de
inteligencia" sobre el domicilio en cuestión, a los "efectos de comprobar los hechos denunciados", así como
también que se disponga la intervención del abonado telefónico oportunamente identificado (fs. 2).
4°) Que, entonces, el juez federal indicó que "Atento a lo manifestado en la nota que antecede, en cuanto a
que una persona llamada S. R. que vive en la calle V. ... PB depto. "B" ... y que tiene aproximadamente treinta
años, y cuya línea telefónica es la N° 942-... se dedicaría al comercio de troqueles de L.S.D. y anfetaminas,
encomiéndase (sic) a la Superintendencia de Drogas Peligrosas ... a fin de que realice tareas de inteligencia
sobre la nombrada ... y el mentado domicilio, pudiendo proceder de conformidad con lo normado en el art. 33
de la ley 23.737. Líbrese oficio a la División Observaciones Judiciales de la Secretaría de Inteligencia del
Estado, a fin de que proceda a la intervención de la línea telefónica N° 942-..." (fs. 3).
5°) Que, con posterioridad, y a partir de la información que fue surgiendo de la intervención telefónica
dispuesta, se ordenaron otras interceptaciones, tanto telefónicas como de aparatos de radiollamada, las que
permitieron la identificación de quienes resultaron imputados así como también la incorporación de pruebas que
fundaron la condena del aquí recurrente.
6°) Que la intervención telefónica dispuesta a fs. 3, así como todo lo obrado en consecuencia, fue anulado
por los jueces de la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta
ciudad, al haber considerado que no existían justificativos para llevar a cabo esa medida de coerción (fs.
2381/2383).
7°) Que esa resolución fue recurrida por el Ministerio Público Fiscal y anulada por los jueces de la Sala IV
de la Cámara Nacional de Casación Penal quienes —por mayoría— entendieron que "La decisión del juez
instructor...no luce arbitraria, producto de su sola voluntad individual, pues fue ordenada a fin de constatar la
ocurrencia de los hechos objeto de la pesquisa en el marco de una línea investigativa iniciada por la autoridad
prevencional y que fue respaldada por la concreta solicitud de los señores representantes del Ministerio Público
Fiscal, no presentándose como irrazonable según las circunstancias del caso" (fs. 2666/2673), por lo que
concluyeron que el análisis que habían llevado a cabo los camaristas de la Sala II importaba una demasía en la
interpretación de la norma (art. 236 del Código Procesal Penal de la Nación).
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8°) Que, celebrado el respectivo juicio, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n° 5 de esta ciudad resolvió
declarar la nulidad del auto de fs. 3, párrafo segundo, así como de todo lo obrado en su consecuencia, por
entender que los elementos con que contaba el juez instructor resultaban insuficientes para proceder de tal modo
(ver fs. 3178/3183 de la causa principal).
9°) Que el Ministerio Público Fiscal volvió a impugnar esa conclusión y provocó la revisión de ese
pronunciamiento por parte de los jueces de la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal, quienes
anularon la sentencia del tribunal oral por considerar que no se habían incorporado nuevos elementos que
permitieran apartarse de lo que oportunamente había resuelto esa Sala en torno a la legalidad de la intervención
telefónica dispuesta (fs. 3244/3247).
El recurso extraordinario que la defensa del ahora condenado interpuso contra esa sentencia fue declarado
inadmisible —por considerarse que no se trataba de una sentencia definitiva ni equiparable a tal (ver fs.
3270/3271)— mientras que la respectiva presentación directa por ante este Tribunal siguió igual suerte (ver
sentencia del 5 de septiembre de 2002 en autos Q.15.XXXVIII "Q., C. J. s/ comercio de estupefacientes —causa
n° 471—").
10) Que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n° 1 de esta ciudad resultó desinsaculado y llevó adelante el
juicio contra el imputado, a resultas del cual rechazó el planteo de nulidad dirigido contra el auto de fs. 3 —por
considerar que la cuestión ya había sido decidida por la Cámara de Casación— y condenó a C. J. Q. (fs. 3499/
3519)
11) Que, a los fines de rechazar el recurso de casación interpuesto por la defensa de Q. contra ese
pronunciamiento, el tribunal a quo señaló que desde su última intervención no se había producido ninguna
modificación en los elementos de juicio oportunamente valorados para convalidar la intervención telefónica de
fs. 3, razón por la cual —aseguró— el nuevo examen del punto propuesto por la asistencia técnica importaría la
violación de los principios de preclusión y progresividad (fs. 3567/3569 del principal).
12) Que, contra esa decisión, el defensor del acusado interpuso recurso extraordinario (fs. 3572/3587),
oportunidad en la que cuestionó, en primer lugar, el alcance que en materia de nulidades absolutas le había
otorgado a tales principios la Cámara Nacional de Casación Penal para, luego, señalar que se había vulnerado el
derecho federal a la privacidad a partir de la —a su juicio— infundada intervención telefónica de fs. 3 del
expediente.
13) Que, dicho recurso fue rechazado por haberse considerado que el recurrente había incumplido con las
previsiones del artículo 15 de la ley 48, ya que —se sostuvo— no había refutado las razones esgrimidas a los
fines de rechazar el recurso de casación (ver fs. 3591/3592).
14) Que la defensa del acusado, en su presentación directa ante esta Corte Suprema, criticó lo decidido por
el a quo, y señaló que había cumplido con esas exigencias al indicar que —oportunamente— había desarrollado
los hechos relevantes del proceso, cuestionado el alcance que se le había otorgado a los principios de preclusión
y progresividad e individualizado el derecho a la intimidad, constitucionalmente reconocido, como el vulnerado
a partir de los actos iniciales del proceso (ver fs. 50/74 del recurso de queja).
15) Que, en las condiciones descriptas, no obsta a la procedencia del remedio intentado la circunstancia
señalada por la Cámara Nacional de Casación Penal, relativa a la defectuosa fundamentación del recurso. Ello
es así, habida cuenta que el recurrente ha expresado agravios bastantes para alcanzar la finalidad perseguida,
toda vez que el escrito respectivo plantea de modo suficiente el problema y el agravio constitucional que la
decisión le causa (Fallos: 307:440; 327:1513 y sus citas, entre otros).
En el caso, debe recordarse que esta Corte Suprema ya ha sostenido que no obsta a la procedencia del
recurso el hecho de que el escrito no presente una crítica precisa de todos los fundamentos del fallo apelado si,
en un mínimo grado, contiene el desarrollo de las circunstancias esenciales del proceso, del tema que pretende
someter a la Corte, así como también de su nexo con las garantías constitucionales que se entienden violadas
(Fallos: 316:1991; 327:1513, entre otros).
Lo contrario, en el sub examine, importaría la consagración de fórmulas sacramentales, transformando a
tales recaudos en el cumplimiento de ritos innecesarios que redunden en el menoscabo de la defensa en juicio de
la persona y de sus derechos (Fallos: 311:2247).
Que, en este sentido, ha de destacarse que mal puede esgrimirse contra la procedencia de la vía intentada los
principios de progresividad y preclusión que rigen el proceso penal, toda vez que la cuestión federal que se
pretende alcanzada por ellos no podía considerarse resuelta y finiquitada, ya que, oportunamente, se había

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rechazado la intervención de esta Corte Suprema por entenderse que lo decidido oportunamente —y que ahora
se esgrime como antecedente de la presente— no era una sentencia definitiva o equiparable a tal (ver sentencia
del 5 de septiembre de 2002 en autos Q.15.XXXVIII "Q., C. J. s/ comercio de estupefacientes —causa n°
471—").
16) Que, resuelto lo anterior, se advierte que los agravios planteados por el apelante suscitan cuestión
federal suficiente pues, aun cuando por lo general atañen a temas de hecho y de derecho procesal conducen
—sustancialmente— a determinar el alcance de la garantía de la inviolabilidad de las comunicaciones, materia
regida tanto por los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional como por instrumentos internacionales de
igual jerarquía, a lo que ha de adunarse que la resolución dictada ha sido contraria a los derechos fundados en la
inteligencia de esas normas (art. 14, inc. 3°, de la ley 48).
Asimismo, y en torno a la legitimación del recurrente para impugnar el auto de fs. 3 —en tanto podría
sostenerse que la validez o invalidez de esa intervención telefónica no afectaría su interés por haber sido ajeno a
ella— esta Corte ya ha resuelto que la garantía del debido proceso ampara al recurrente en casos de esta
naturaleza (ver "Rayford", considerando 32, Fallos: 308:733). En efecto, fue a partir de la inspección en esa
línea telefónica —la que no le correspondía al impugnante sino a un co-imputado— que, posteriormente y a
partir de la información que de allí fue surgiendo, se dispusieron otras intervenciones, entre las que se
encuentran unas vinculadas directamente a Q., desenvolviéndose así los distintos pasos de la investigación que
llevaron a su incriminación en esta causa. Tales acontecimientos, entonces, aunque en apariencia habrían
ocurrido fuera del ámbito de protección de sus derechos, resultan indisolublemente relacionados con su
situación, a punto tal que la condena es fruto de todos los antecedentes del sumario, desde el comienzo mismo
de los sucesos.
17) Que esta Corte, al referirse al art. 18 de la Constitución Nacional, ha expresado que en él se consagra "el
derecho individual a la privacidad del domicilio de todo habitante —correlativo al principio general del art.
19— en cuyo resguardo se determina la garantía de su inviolabilidad, oponible a cualquier extraño, sea
particular o funcionario público" (ver "Fiorentino" Fallos: 306:1752). Si bien allí no se hizo mención a las
comunicaciones telefónicas ni a la protección de su secreto, una interpretación dinámica de su texto más lo
previsto en su artículo 33 y en los artículos 11, inciso 2°, de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, y 17, inciso 1°, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en cuanto contemplan, en
redacción casi idéntica, que nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, en la de su
familia, en su domicilio o en su correspondencia, permiten hacer extensivas aquellas consideraciones a casos
como el presente.
18) Que tal derecho federal sólo es realizable de modo efectivo restringiendo ex ante las facultades de los
órganos administrativos para penetrar en él, sujetando la intromisión a la existencia de una orden judicial previa
debidamente fundamentada, exigencia esta última que se deriva del mismo artículo 18 de la Constitución
Nacional. Sólo en este sentido puede asegurarse que los jueces, como custodios de esa garantía fundamental,
constituyen una valla contra el ejercicio arbitrario de la coacción estatal, pues, si su actuación sólo se limitara al
control ex post, el agravio a la inviolabilidad de este derecho estaría ya consumado de modo insusceptible de ser
reparado, ya que la Constitución no se restringe a asegurar la reparación sino la inviolabilidad misma (ver en
análogo sentido "Torres" —disidencia del juez Petracchi— Fallos: 315:1043).
Que, de tal modo, si los jueces no estuvieran obligados a examinar las razones y antecedentes que motivan
el pedido formulado por aquéllas y estuviesen facultados a expedir las órdenes sin necesidad de expresar
fundamentos, la intervención judicial carecería de sentido pues no constituiría control ni garantía alguna (ver
"Matte" Fallos: 325:1845 y su cita).
Esa es la inteligencia que, por otra parte, acuerda el Código Procesal Penal Nacional, al establecer que la
resolución del juez que ordene la intervención judicial deberá ser siempre fundada (ver art. 236 del Código
Procesal Penal de la Nación).
19) Que, entonces, una orden de registro —domiciliario o, como en este caso, de las comunicaciones
telefónicas a los fines de develar su secreto y conocer su contenido— sólo puede ser válidamente dictada por un
juez cuando median elementos objetivos idóneos para fundar una mínima sospecha razonable (ver "Yemal",
disidencia del juez Petracchi, considerando 5° y sus citas, Fallos: 321:510).
20) Que, en el caso, el juez no expresó en el auto de fs. 3 las razones por las cuales consideró procedente la
intervención telefónica dispuesta, tampoco remitió a ningún elemento objetivo de la causa que pudiera fundar
una mínima sospecha razonable y, por último, ni siquiera obra información de esas características como
antecedente inmediato de la decisión judicial examinada.
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En efecto, lo único con que se contaba a ese momento consistía, simplemente, en datos aislados y
afirmaciones infundadas aportadas por un llamado telefónico anónimo —irrelevantes la mayoría de ellos a los
fines del objetivo perseguido y meramente conjetural el único que podría tener algún interés para la causa: "...se
dedicaría al tráfico de estupefacientes, más precisamente a la comercialización de troqueles de L.S.D. y
anfetaminas..." y que "...habría comercializado tres mil (3000) dosis de L.S.D., durante el mes de junio ppdo.
pasado..." (ver comunicación policial de fs. 1, antecedente de las medidas instructorias requeridas por los
fiscales a fs. 2 y del auto del magistrado que ordenó la intervención telefónica de fs. 3)— los que resultan
manifiestamente insuficientes para brindarle al juez una base sustancial, objetiva, que le permita determinar la
existencia de una sospecha razonable.
Que, asimismo, ninguna investigación se encontraba en marcha en ocasión de disponerse la intervención
ordenada a fs. 3, sino que esa medida de coerción puso en marcha una investigación judicial vulnerando
derechos amparados constitucionalmente sin justificación conocida, revelándose así —una vez más— la falta de
presupuestos para llevarla a cabo.
21) Que, en definitiva, si la mera expresión de la sospecha de un funcionario público no constituye per se la
base objetiva a la que se viene haciendo referencia (causa "Yemal", disidencia del juez Petracchi, considerando
5° y sus citas, Fallos: 321:510), tampoco puede entenderse que lo sean las vagas afirmaciones formuladas en un
llamado telefónico anónimo.
Que si el Estado pudiera entrometerse en el secreto de las comunicaciones telefónicas a partir de
"sospechas" de la entidad de las descriptas más arriba, el derecho reconocido constitucionalmente resultaría
—ciertamente— de poca o ninguna relevancia.
22) Que, a partir del caso "Rayford" (ver considerandos 52 y 62, Fallos: 308:733), esta Corte ha establecido
que si en el proceso existe un solo cauce de investigación y éste estuvo viciado de ilegalidad, tal circunstancia
contamina de nulidad todas las pruebas que se hubieran originado a partir de aquél, y la regla es la exclusión de
cualquier medio probatorio obtenido por vías ilegítimas, porque de lo contrario se desconocería el derecho al
debido proceso que tiene todo habitante de acuerdo con las garantías otorgadas por nuestra Constitución
Nacional (doctrina reiterada en los casos "Ruiz", Fallos: 310:1847 "Francomano", Fallos: 310:2384, "Daray",
Fallos: 317:1985 y, más recientemente, en la causa P.1666.XLI "Peralta Cano, Mauricio Esteban s/ infracción
ley 23.737 —causa 50.176—", sentencia del 3 de mayo de 2007) .
23) Que de acuerdo a la regla sentada en dicho precedente, una observación racional de lo ocurrido a partir
de fs. 3 conduce a la conclusión invalidante de los actos subsiguientes. En efecto, la información que fue
surgiendo de dicha línea telefónica permitió identificar sospechosos, intervenir otras distintas —las utilizadas
por el recurrente, entre ellas— ordenar allanamientos y detenciones, por lo que puede afirmarse que no hubo
varios cauces de investigación sino uno solo, cuya vertiente original estuvo viciada y contaminó todo su curso
(ver "Rayford" Fallos: 308:733 y "Daray" Fallos: 317:1985).
24) Que en estas condiciones y por las razones señaladas precedentemente, la aplicación al caso de la
doctrina enunciada en el considerando 23 supra lleva a declarar la nulidad de todo lo actuado en este
procedimiento, en el cual la orden de intervención telefónica expedida ha sido contraria a la garantía consagrada
en los artículos 18, 19 y 33 de la Constitución Nacional, así como también a los instrumentos internacionales de
igual jerarquía citados.
Por ello, habiendo dictaminado el señor Procurador General, se hace lugar a la queja, se declara procedente
el recurso extraordinario interpuesto, se revoca la sentencia de fs. 3567/3569 y, en ejercicio de la facultad
conferida en la segunda parte del art. 16 de la ley 48, se absuelve a C. J. Q., por los hechos objeto de acusación
en esta causa. Notifíquese, póngase en conocimiento de lo aquí resuelto al Tribunal Oral en lo Criminal N° 3 de
esta ciudad, agréguese a los autos principales y devuélvanse al tribunal de origen a sus efectos. — Elena I.
Highton de Nolasco. — Carlos S. Fayt. — Enrique Santiago Petracchi. — Juan Carlos Maqueda. — E. Raúl
Zaffaroni. —Carmen M. Argibay (en disidencia).
Disidencia de la señora ministra doctora doña Carmen M. Argibay:
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación originó esta queja, es inadmisible (artículo 280 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, se desestima la queja. Intímese a la parte recurrente a que dentro del quinto día de notificada
efectúe el depósito que dispone el artículo 286 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, en el Banco

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Documento

de la Ciudad de Buenos Aires, a la orden de esta Corte y bajo apercibimiento de ejecución. Hágase saber,
devuélvanse los autos principales y archívese. —Carmen M. Argibay.

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