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Definición:
La invaginación intestinal o intususcepción es una enfermedad obstructiva
potencialmente grave, que se produce cuando un segmento del intestino se introduce en
la luz del segmento intestinal distal vecino (1). Es una causa muy frecuente de abdomen
quirúrgico en lactantes (2).
Patogenia:
Ocurre cuando la porción proximal del intestino es traccionada hacia el intestino distal
por la actividad peristáltica (3). A medida que se desarrolla la invaginación intestinal, el
mesenterio se arrastra hacia el intestino esto conduce al desarrollo de congestión venosa
y linfática con edema intestinal resultante. Si no se trata el segmento invaginado con
sufrimiento intestinal debido a la obstrucción y compromiso del flujo sanguíneo puede
conducir a isquemia, gangrena, perforación y peritonitis (4).
Aproximadamente el 90% de los casos de invaginación intestinal infantil se consideran
idiopáticos o primarios porque no hay un desencadenante claro de la enfermedad o un
punto de inicio patológico (5). Se ha propuesto que la hiperplasia de nódulos linfáticos
intestinales secundaria a gastroenteritis o infecciones respiratorias agudas actuaría como
cabeza de invaginación (6). Precisamente desencadenantes virales como el adenovirus y
rotavirus pueden estimular el tejido linfático en el tracto intestinal, lo que resultaría en
hipertrofia de las placas de Peyer en el íleon terminal y provocaría rigidez de la pared
intestinal en este segmento, esto determinaría que la onda peristáltica no continúe, sino
que gracia a ella el segmento proximal sea traccionado hacia la porción distal rígida e
inicie la invaginación (3).
Sólo en un 2-8% de los pacientes se demuestra una alteración anatómica como causa de
la intususcepción, son los casos de invaginación intestinal secundarios, que suelen
presentarse en los menores de 3 meses o mayores de 3 años (2). Este punto guía patológico
puede ser focal o difuso (4). Dentro de este grupo el divertículo de Meckel es el hallazgo
más frecuente, otras etiologías posibles son: pólipos intestinales, quistes de duplicación,
linfomas especialmente en niños mayores, malformaciones vasculares, síndrome
hemolítico-urémico, se han descrito casos secundarios a la hemorragia submucosa en
niños con púrpura de Schönlein-Hennoch y fibrosis quística (3)(6).
Las anomalías focales actuarían como puntos de partida para que el peristaltismo invagine
el intestino hacia el segmento distal, y en el caso de los pacientes con fibrosis quística las
heces espesadas pueden actuar como el punto de inicio (6).
La invaginación puede ocurrir en cualquier segmento del intestino (6). En la mayoría de
los casos es ileocólica, empezando unos centímetros por detrás de la válvula ileocecal
donde inicia la invaginación yéndose hacia el colon ascendente. Si se demora el
diagnóstico en el transcurso de 3-4 días puede comprometer más secciones y convertirse
en ileo-ceco-apendico-cólica. Ocurren con menor frecuencia la ileoileal y colocólica (3).
Considerando la frecuencia de la invaginación ileocólica y su localización anatómica es
importante la exploración física del flanco o fosa iliaca derecha ante un cuadro de
abdomen agudo, sobre todo en lactantes (3).
Incidencia:
Tiene una incidencia de 1,5 a 4 por cada 1000 recién nacidos vivos (3). Es la causa más
común de obstrucción intestinal aguda en los lactantes y niños menores de 2 años, siendo
la emergencia abdominal más común en este grupo etario (1).
Se presenta con mayor frecuencia en el primer año y su pico se da entre los 5 y 10 meses
de edad, podría explicarse debido al constante estímulo del tejido linfoide por la cantidad
de vacunas que reciben los niños a estas edades (3). Aproximadamente el 60% de los
niños con invaginación intestinal son menores de 1 año, y del 80 al 90 % son menores de
2 años (7). Después del tercer año de vida, la incidencia cae a menos de la mitad (4).
Es más frecuente en varones (3), numerosas series describen este predominio con una
relación hombre: mujer de aproximadamente 2:1 (6). Predomina en niños caucásicos y
con sobrepeso, 25% son desnutridos. En los países con las 4 estaciones los casos
aumentan durante primavera y verano. Esta variación estacional coincide con el recambio
de virus y bacterias y las enteritis virales, que también podrían estimular el tejido linfoide
intestinal volviéndolo rígido y predisponiendo una invaginación (3).
Cuadro clínico:
La mayoría de los episodios ocurren en niños sanos y bien nutridos (4), por las
características epidemiológicas se podría esperar con mayor frecuencia en niños menores
de un año, de tez blanca y gorditos (3).
La presentación típica es un lactante robusto, sano, que súbitamente empieza a gritar y
lleva las piernas hacia el abdomen. Hay un dolor abdominal cólico muy intenso de
aparición repentina en el 75% de los casos (3), este dolor es progresivo y se acompaña de
llanto inconsolable (7). Los episodios generalmente ocurren a intervalos de 15 a 20
minutos. Se vuelven más frecuentes y graves con el tiempo (4).
El vómito es un síntoma bastante común, a menudo comienza poco después de los
primeros episodios de dolor abdominal. Inicialmente, suele ser gástrico, pero se vuelve
bilioso a medida que avanza la obstrucción (4), e incluso puede llegar a ser fecaloide (3).
Podemos tener heces fecales mucosanguinolentas en 2/3 de los casos debido al
sufrimiento intestinal de la parte invaginada, por su apariencia se la ha compara con la
jalea de frutillas o de grosellas, de acuerdo al país, este acontecimiento puede ser de
aparición temprana o demorarse de 1 a 2 días dependiendo del tránsito intestinal de cada
paciente. La defecación por las heces preexistentes suele ser normal, solo un pequeño
porcentaje se presenta con diarrea inicial (3).