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CATEDRAL BASÍLICA DE MANIZALES

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

SÍNTESIS DE LAS DIEZ PRIMERAS LECCIONES

1. ESTRUCTURA Y LECTURA DE LA BIBLIA

La biblia fue recibiendo varios nombres pero nosotros la conocemos con el


nombre de Palabra de Dios. En cuanto a su contenido material, la biblia, como lo
indica su mismo nombre, es una colección de libros, escritos por diferentes
autores, en lenguas, épocas y estilos literarios distintos. Esta Sagrada Escritura
está conformada por 46 libros en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo
Testamento para así forma una unidad en los dos Testamentos sagrados.

2. DIOS, AUTOR PRINCIPAL DE LA BIBLIA

Dios nos habla en la Escritura como autor principal de ella: La Biblia es la


«palabra de Dios». Es su pensamiento expresado a través de sonidos humanos. Es
su estilo de hablar a la humanidad. En ella nos habla de sí mismo, nos habla del
hombre, nos habla de la creación, nos habla de la historia de la salvación, nos
habla de Jesucristo, nos habla del Reino de Dios, nos habla también de la
religión; Jesús siempre hablo un lenguaje sencillo, popular, simple, de manera
que todos lo comprendieran.

3. LOS HOMBRES AUTORES SECUNDARIOS DE LA BIBLIA

Dios habla en la biblia a través de los hombres; Dios no escribió las Escrituras de
su puño y letra. Simplemente escogió a unos pocos hombres como instrumentos
suyos, les inspiró lo que quería que dijesen y éstos obedecieron y actuaron. Hay
que tener presente que la biblia fue escrita alrededor de 2.000 años atrás y se
caracteriza la Palabra de Dios por tener un lenguaje verbal y escrito que ayudo a
llegarán hasta nosotros todos los libros Sagrados que hoy conocemos y son
reconocidos por la Iglesia Católica.

4. EL LENGUAJE USADO POR LOS AUTORES BÍBLICOS

Si nos fijamos en nuestro estilo de hablar, veremos que una misma verdad o
suceso lo expresamos de muchas maneras. Corrientemente no nos importa el
modo de hablar, sino la verdad que queremos expresar. Esto mismo pasa con los
autores de la Sagrada Biblia. «Dios habla en la Escritura por medio de los
hombres en lenguaje humano»; por tanto, el intérprete de la Escritura, para
conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los
autores querían decir y lo que Dios quería dar a conocer con dichas palabras. En
la biblia encontramos diferentes géneros literarios que nos ayudan a comprender
mejor que los autores nos querían transmitir por ello encontramos géneros como
por ejemplo; relatos de historias religiosas, forma de expresión poética, forma de
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expresión apocalíptica, formas de expresión profética, parábolas, alegorías,


metáfora, símbolo, mito, números simbólicos, todos estos géneros nos hacen
comprender la grandeza de la Palabra de Dios.

5. INSPIRACIÓN, REVELACIÓN E INERRANCIA

Los libros de la Sagrada Escritura tienen tres características que no las tiene
ningún otro libro. Son ellas: la inspiración, la revelación y la inerrancia. Estas
notas hacen que estos libros lleven el sello divino, porque es Dios mismo su
autor. En inspiración se conocen estos tres elementos; Dios autor principal—
como inspirador, el hagiógrafo o escritor—autor secundario-como inspirado, el
libro, como término de la inspiración. Qué se entiende por revelación; revelar es lo
mismo que descubrir, mostrar alguna cosa. Es como remover un velo que
ocultaba algo, quedando ese algo al descubierto. Es, en una palabra, manifestar
alguna verdad oculta o desconocida. La Inerrancia se conoce como la ausencia de
error en la biblia.

6. CANONICIDAD DE LOS LIBROS BÍBLICOS

Canon bíblico es una palabra que nos hace conocer la autenticidad de los libros
sagrados, se habla también de libros apócrifos que en el lenguaje griego se
comprendía esta palabra por oculto, escondido. Por tanto, en sentido bíblico,
podemos decir que un libro es apócrifo cuando su canonicidad es incierta porque
oculta, razón por la cual no ha sido admitido como canónico. Hay que tener
presente que algunos hermanos separados, reconocen unos pocos libros por
considerarlos ellos poco útiles para la formación de la biblia y creen ellos que son
de origen dudoso y simplemente no están deacuerdo con ellos, pero los católicos
reconocemos los 73 libros como sagrados y de origen divino.

7. LENGUAS, MANUSCRITOS, VERSIONES

Para la composición de la biblia se emplearon tres lenguas: la hebrea, la aramea y


la griega. ¿Cómo llegaron hasta nosotros los escritos de la biblia?
Lamentablemente hay que confesar que los originales o textos autógrafos se
perdieron. No es extraño que esto haya sucedido si tenemos en cuenta la
antigüedad y las vicisitudes de la historia. Otros más modernos se han perdido.
Sin embargo, conservamos su contenido gracias a copias, escritas a mano,
llamadas manuscritos. Y éstos sí son muy abundantes. Hubo varias versiones de
la biblia pero ellas ya con la llegada del Concilio Vaticano II y la traducción de las
mismas se llegaron a la conclusión que los textos sagrados deberían estar en las
lenguas de cada nación del mundo.

8. DIVERSAS ACTITUDES FRENTE A LA LECTURA DE LA BIBLIA

El Concilio Vaticano II dice: «El santo Sínodo recomienda insistentemente a todos


los fieles la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema
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de Jesucristo (Flp 3, 8), pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo». (DV


25-26). Desde las actitudes humanas concluimos que la Palabra de Dios se puede
leer por su valor; por su valor cultural, se puede leer por su valor histórico, por
su valor científico, por su valor literario, se puede leer por curiosidad, también
hay actitudes religiosas importantes para leer la Escritura. Hay otro modo de leer
la biblia, que debe ser el principal: el espiritual, es decir, la búsqueda del mensaje
religioso y salvador que contienen sus páginas, para llevarlo toda la vida y
finalmente la utilidad de la lectura de la biblia, nos ayudará tener un provecho
espiritual mayor y tratando de vivir, lo que sus páginas contienen y de manera
especial conocer la obra salvífica de Cristo, también la biblia forma el centro de
los estudios en teología.

9. DISPOSICIONES PARA LEER LA BIBLIA

Antes de leer y acércanos a un texto Sagrado debemos hacer una corta oración; lo
otro es dejar que Cristo actué en nuestras mentes y rompa los sellos que a veces
no dejan entender el texto bíblico, siempre el objetivo es Cristo y de allí la caridad
y el amor al hermano, durante la lectura de la biblia se debe hacer despacio y
meditando lo que los libros sagrados contienen. Es indispensable leer con
humildad, con fe y en oración y es valiosa la inteligencia para sacar el mayor
provecho espiritual para nosotros; esta lectura de la biblia con estas
disposiciones, nos ayudarán a comprender mejor en cada circunstancia de
nuestra vida la voluntad de Dios, también se puede escoger un orden el cuál cada
uno opte y según las diversas necesidades personales.

10. DIFICULTADES EN LA LECTURA DE LA BIBLIA ESTUDIO Y


MEMORIZACIÓN DE PASAJES BÍBLICOS

Dificultades en la lectura de la biblia: a dos motivos principales se debe esta


dificultad: A la complejidad de libros, autores, ambiente distinto al nuestro,
costumbres diferentes a las que nosotros tenemos, etc; para superar estas
dificultades la Iglesia católica, coloca notas aclaratorias y si no se entiende estas
se debe colocar los textos en oración y aceptarlo con fe en el corazón. En el
estudio de la biblia se recomienda hacerlo libro por libro, capítulo por capítulo,
por temas paralelos o similares, por relatos o biografías, por párrafos o versículos,
etc. Hay algunas normas para aprender texto de memoria, hay que aprenderlos
correctamente, hay que aprender bien la referencia, marcar en la biblia los textos
que más me interesan, cite pasajes con regularidad, escoja en el aprendizaje los
versículos que más interesan.
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EL PENTATUECO O LA LEY

12: La palabra Pentateuco viene de la lengua griega y significa propiamente «el


libro de los cinco estuches», esto es, el libro dividido en volúmenes o rollos eran:
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Al principio los cinco
formaban un todo, cuya unidad era reconocida tanto por los judíos, que ya los
denominaban con el nombre de Torá, como por los griegos. Desde una
perspectiva canónica, la Torá es una mezcla de narración y ley; ambas discurren
juntas, formando una unidad. La inserción de las leyes en una trama narrativa es
el rasgo más característico del pentateuco.

El libro del Génesis se denomina así porque trata del origen de la creación del
mundo y del hombre. En efecto, génesis en griego significa origen, comienzo. Es el
primer libro del Pentateuco. Consiguientemente es también el primero de la
Biblia.

El Dios del Génesis aparece, en primer lugar, como el Dios Creador. A diferencia
de todos los demás personajes del libro, el Dios Creador no tiene ni genealogía ni
pasado; carece de historia. Esto le convierte en un ser totalmente diferente. Dios
no entra en escena como los otros personajes, sino que lo primero que hace es
crear la escena. Así, se acredita no sólo como el creador, sino también como el
director y señor del mundo y de los seres que ha creado. Este libro lo podemos
distinguir en dos partes; una la historia de los orígenes y la historia de los
patriarcas.

El Éxodo es el segundo libro que aparece en la lista de la biblia, pero según los
especialistas debería aparecer antes del Génesis, porque fue el primero que se
escribió, quizá unos 300 años antes. Pero el tema que trata el Génesis pareció
más oportuno colocar éste en primer lugar. Éxodo significa «salida» y narra «la
salida» de los israelitas de la esclavitud de Egipto.

Uno de los temas fundamentales del libro del Éxodo consiste en saber quién es el
verdadero soberano de Israel y, en consecuencia, si Israel tiene que servir al
Faraón o al Señor su Dios. El decálogo o los diez mandamientos son
fundamentales a la hora de hablar de la preservación de la libertad de un pueblo
y de nosotros mismos hoy; es la voluntad de Dios para cuantos desean conducir
su vida a la luz de la liberación operada por Dios, habría que hablar de un Israel
en camino y, por tanto, de su orientación escatológica.

El Levítico es el tercer libro del Pentateuco y de la biblia. Levítico viene de Leví o


tribu de Leví, que eran los hebreos especialmente dedicados al culto. Es, pues,
propiamente este libro, el manual de los levitas o sacerdotes. La santidad de Dios
es la clave de bóveda que sustenta Lev 17-26. Se repite una y otra vez que es El
Señor quien santifica y se invita a Israel a ser santo, porque santo es el Señor. En
el momento de la liberación, el Señor pasa a ser el Dios de Israel.
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A su vez, Israel se convierte en el pueblo de Dios y debe expresar, mediante el


cumplimiento de los mandamientos (22, 32-33), su pertenencia a él. En este
principio fundamental se apoyan todas las exigencias éticas y cultuales. Si el
objetivo del Señor, al liberar a Israel de Egipto, consistía en hacer de él su pueblo,
las prescripciones de la Ley de Santidad son medios para lograr dicho objetivo. La
invitación a “ser santos, porque su Señor es santo” sintetiza todas las exigencias.

El libro de los Números cuyo traductor griego de este libro-cuarto del Pentateuco
y de la Biblia, luego el nombre de números, a causa de los censos que se
levantaron, primeramente de la multitud que salía de Egipto y luego de sus hijos
a la víspera de la entrada en la tierra prometida. El propósito del censo era
movilizar a los israelitas como una hueste bien ordenada, mientras se
encontraban en el campamento y durante la marcha. Para acamparse, se dividían
las 12 tribus en cuatro grandes grupos alrededor del Tabernáculo, siempre en la
misma posición relativa. Al marchar, seis precedían y seis seguían al tabernáculo,
para que éste, como señal visible de la presencia de Dios, quedara siempre en
medio.

Las principales cuestiones teológicas giran en torno al Señor y a Israel, los dos
grandes protagonistas del libro. Israel es, ante todo, un pueblo en marcha hacia
la tierra prometida, bajo la guía del Señor y de Moisés.

El título de este quinto libro bíblico, Deuteronomio, significa «segunda ley»,


porque contiene una repetición o repaso de muchas leyes dadas previamente con
ciertas condiciones. Desde el punto de vista teológico, el Deuteronomio es uno de
los libros más densos y ricos del Antiguo Testamento. En él se dan cita una serie
de temas importantes entre los que cabe destacar los referentes a la alianza entre
Dios y el pueblo, a la elección, a la tierra y a la ley.

Cada uno de estos temas posee su propósito entidad, pero a menudo se hallan
entrelazados, formando un entramado teológico. Cuando Israel entre en la tierra,
tendrá una ley que cumplir. El Deuteronomio presenta los mandatos y decretos
como una tarea en la tierra prometida (cf. 6, 1; 12, 1). Observar los
mandamientos significa ser fieles al Señor. Del cumplimiento de las leyes
dependen la vida y la bendición de Israel en la tierra prometida (6, 20-25; 28).
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LOS LIBROS HISTÓRICOS

Libros históricos son aquellos que recogen algún suceso o historia de carácter
sagrado en los cuales aparece, directa o indiferente, la intercesión divina. El fin
que se propone Dios a través del escribiente no es historiar en el sentido moderno
de la palabra, sino dar una enseñanza religiosa, ilustrada por la selección de este
hecho o personaje histórico.

1. El libro de Josué

El libro de Josué ocupa el número 6 de la Santa Biblia. Se llama así porque


Josué, sucesor de Moisés, es el protagonista de estas páginas. La alianza este es
el hilo conductor que da unidad a todo el libro de Josué. Dicha renovación de la
alianza tuvo lugar en dos ocasiones: al entrar en Canaán como lo refiere Josué 8,
30-35, terminada la conquista de Jericó y Ay; y al cabo de la vida de Josué.
Cercana su muerte como lo refleja en el capítulo 24. También en este libro, de
carácter histórico, nos cuenta el cumplimiento de la esperanza y de la
anticipación de un pueblo largo tiempo anhelante.

2. El libro de los Jueces

Se llama así este libro porque trata de los «jueces o salvadores» del pueblo de
Israel. Los jueces eran personajes elegidos por Dios, dotados del carisma especial
del Espíritu del Señor, con la misión de liberar al pueblo de la opresión enemiga
temporalmente, pues llevada a cabo la misión concluía su oficio. El autor ha
querido mostrar cual ha sido la actitud ambivalente de fidelidad/infidelidad del
pueblo en relación a la alianza establecida en el Sinaí, después de la muerte de
Josué, contraria a la fidelidad de Dios, que a demás de fiel, se manifiesta como el
misericordioso en las caídas de Israel, extrayendo una gran lección: sin fidelidad,
la alianza con Dios no es operativa, pues el pecado obstaculiza la acción divina.
Acciones como pecado-castigo-arrepentimiento-salvación son predominantes en
estos libros.

3. El libro de Rut

Este octavo libro de la biblia nos relata la historia de Rut, una mujer moabita que
se desposa con un judío y se queda viuda. Se establece en Israel, a pesar de ser
moabita y por tanto enemiga de este pueblo, por fidelidad a su suegra Nohemí, la
cual ha perdido también a su marido. Allí se casa con su pariente más próximo,
según mandaba la ley del Levirato, y de su estirpe saldrá David y por tanto Jesús.
El libro de Rut en su gran sencillez, contiene unas enseñanzas muy valiosas para
la vida en lo referente al orden ético y moral, entre las que parecen destacar
principalmente tres, relacionadas, respectivamente, unos de los temas principales
es la genealogía de David como eje central de este libro. Pero también
encontramos otros temas importantes como la vida familiar grata a Dios, la
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providencia de Dios cuando en el creyente se nota la bondad, fidelidad para


quienes lo invocan de corazón.

4. Libros de I y II de Samuel

En ambos libros se narran los acontecimientos históricos de los últimos jueces de


Israel y la institución de la monarquía. Se trata de uno de los acontecimientos
históricos y políticos más importantes del pueblo israelítico. Las tribus hebreas se
encuentran dispersas y no pueden hacer frente a sus enemigos. Pero al fin se
unen y se convierte Israel en un pueblo glorioso. Llega un tiempo-en tiempo de
Elí-en que la moral del pueblo se rebaja y cae derrotado, y hasta incluso llega a
perder el arca de la alianza. En este sentido encontramos en estos libros de
Samuel tres grandes partes, que corresponden con los tres grandes protagonistas
de la obra Samuel, Saúl y David. Con relación a este tema se habla de Samuel
como juez y profeta hasta el c 12 y encontramos a Saúl que siempre lo acompaño
la mano de Dios, pero traiciona el plan del Señor por desobediencia. De David se
puede recordar lo siguiente la promesa mesiánica llamada también profecía de
Natán; c. 7. Completan este cuadro el doble pecado de David de adulterio con
Betsabé y el asesinato de Urías, su legítimo marido; c. 11. Su arrepentimiento
después de la reprensión del profeta Natán; c. 12 y el nacimiento de Salomón.
(12, 24-25). En su conjunto se puede afirmar que los libros de Samuel
representan un relato histórico exacto del camino de Israel hacia la monarquía.
En este carácter histórico de la obra está contraseñado por la intencionalidad del
autor, que no duda en describir a los héroes de la narración con sus errores y
pecados (la desobediencia de Saúl, el pecado de adulterio con homicidio de David,
la idolatría de Salomón).

5. Libros de I y II de Reyes

Se llaman así estos libros porque nos hablan de la historia de los reyes de Israel.
Las páginas iniciales de I de Reyes complementan el reinado de David. En
seguida aparece la elección que él hizo de Salomón para que le sucediera,
elección sabia y acertada en verdad. El reino que Salomón recibió, no fue
ciertamente un reino arruinado o deshecho: fue un reino bien establecido, que no
supo conservarlo en todo su esplendor. Por eso en Salomón hay cosas buenas y
maravillosas y hay puntos vulnerables. Entre las primeras hay que citar la
construcción del templo y su admirable oración de dedicación. Pero sus placeres
mujeriegos y su idolatría lo hicieron también reprobable ante el Señor. Salomón
fue un hombre superdotado: botánico, zoólogo, arquitecto, poeta, escritor. Sin
embargo, sus últimos años no fueron demasiado felices. 1-2 Reyes, en su relato
orgánico y unitario, pretende demostrar la efectividad histórica en la época
monárquica de la alianza sinaítica y davídica. El mensaje de 1-2 Reyes en
consecuencia, iba también dirigido a que la nación permaneciera en lo sucesivo
fiel a la alianza. La historia se analiza desde el punto de vista religioso, todos los
reyes reciben un juicio por parte del autor deuteronomista-de alabanza total y
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absoluta, de condena o de aprobación con algunas restricciones, según el criterio


de fidelidad o no a la alianza. En síntesis, la obra historiográfica de los libros de
los Reyes se desarrolla así según el principio teológico de la fidelidad /infidelidad
a la alianza, siguiendo un esquema literario común y de carácter compilatorio con
un valor didáctico.

6. Libros de I y II de Crónicas

Las Crónicas, título de la biblia hebrea, son llamadas por la biblia Vulgata de san
Jerónimo Paralipómenos, por transcripción de una palabra griega que significa
libro de las cosas omitidas, o según otros, libro de las cosas transmitidas.
Muchas cosas relatadas en los libros anteriores, se recogen en estos dos. En
términos generales podemos decir que en ellos se narra la historia sagrada del
reino. Por eso hay muchos pasajes parecidos en Samuel y Reyes. El objeto
principal al escribir estos libros está en proveer genealogías correctas.

7. Libros de Esdras y Nehemías

Estos dos libros tomaron el nombre de los dos protagonistas de la historia que
narran: Esdras y Nehemías. El primero pertenece a una familia noble y clerical.
Era escribano. Nehemías fue nombrado gobernador de Jerusalén. Ambos
proceden de Persia; vivieron a mediados del siglo V antes de Cristo y su actividad
en Jerusalén puede fecharse con certeza en la segunda mitad del siglo V. Son los
dos constructores de la comunidad nacional y religiosa que resucitan en la tierra
de Israel gracias a Ciro y a la tradición liberal y tolerante de los reyes
aqueménidas. Refieren los dos libros los acontecimientos del regreso del desierto
a raíz del decreto de Ciro, y la segunda misión de Nehemías en el año trigésimo
segundo Artajerjes. La historia de este período no es completa. Hay largos lapsos
enteramente omitidos: entre el 536 y el 520, entre el 516 y el 458; entre la
primera y la segunda misión de Nehemías.

8. El libro de Tobías

El título de este libro responde al nombre del protagonista que es Tobías. Este era
un hombre judío de la tribu y ciudad de Neftalí, y fue llevado cautivo a Nínive con
los demás israelitas por Salmanasar, rey de Asiria, unos 600 años antes de
Jesucristo. Este libro nos relata la vida familiar, tierna y fiel de los esposos Tobías
y Sara, y de su hijo también llamado Tobías como el padre. Difícilmente se
encuentra en la literatura bíblica y aun fuera de ella una historia tan bella y
emotiva, tanto por el ambiente humano como sobrenatural que en ella se respira.
En Tobías, el padre, brilla extraordinariamente la fe en las divinas promesas, el
espíritu de oración, el desprendimiento de los bienes materiales, la más tierna
caridad para con el prójimo, una paciencia heroica en las aflicciones, la firme
esperanza en Dios y un santo anhelo de agradarle en todas las acciones. También
en este libro se narra la providencia amorosa de Dios para aquellos que le temen
y viven en la justicia del verdadero Dios, se habla de los caminos del justo
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resaltando la vida piadosa de un creyente pero en especial de Tobías y Sara.


Finalmente habla de la santidad del matrimonio en donde se resalta la
espiritualidad de Tobías y Sara la oración en la noche de bodas.

9. El libro de Judit

Judit es la heroína de este libro que lleva su nombre. Con su celo y con su fe
salvó a su pueblo y a la ciudad de Betulia, cerca de Samaria, contra el ejército
enemigo, capitaneado por Holofermes. No se conoce el autor de este libro. Pero
sabemos que fue escrito después del desierto, en una lengua semita, hebreo o
arameo. El original se perdió, pero actualmente se conserva en textos griegos y
latinos. El libro de Judit se hace eco de un tema muy frecuente en la biblia: la
protección de Dios a su pueblo, cuando le es fiel, a través de personajes débiles
que ponen en él toda su confianza. En Judit hay temas claves como la acción
escondida de Dios que plantea los destinos de salvación de la humanidad, Dios
escucha siempre la oración sincera cuando esta va orientada de acuerdo a los
designios de Dios; Judit se asemeja a María cuando se nota que a pesar de las
adversidades y contradicciones siguen la voluntad de Dios.

10. El libro de Ester

Ester, doncella judía, cautiva en Persia, elevada por su hermosura a esposa del
rey asuero, es la protagonista de este libro, que lleva su nombre. Ella fue quien
libró a los judíos de la proscripción general que Amán había hecho firmar al rey,
de quien era ministro y favorito. No consta quién sea el autor de este libro. San
Agustín y san Epifanio dicen que el autor es Esdras; otros lo atribuyen a Joacín,
sumo sacerdote de los judíos; y muchos otros a Mardoqueo, fundándose en el
cap, 9, vers. 20 del mismo libro, en donde se dice que Mardoqueo escribió estas
cosas, etc. Si, a partir de una primera lectura del libro de Ester, se puede afirmar
que su finalidad es la de mostrar como el hombre justo debe comportarse en las
situaciones adversas y difíciles, sin perder la identidad religiosa. La
responsabilidad humana en la construcción de la historia: este libro quiere
subrayar la presencia escondida de Dios en la historia; responsabilidad humana
para lograr un final feliz de los acontecimientos. Otro tema de este libro es la
historia como consecuencia de fe; la historia de Ester, sin perder su dimensión
humana, como mensaje de esperanza futura, se convierte en una historia
impregnada de fe, de oración, de explícitas intervenciones de Dios.

11. Libros I y II de los Macabeos

Este libro hace referencia a la victoria espiritual de una familia asmonea de la


que Judas, llamado Makabi-palabra que significa martillo-fue valiente soldado.
Pertenecen ambos al grupo de los libros deuterocanónicos. Los protestantes, por
lo mismo, no los admiten como inspirados; los judíos tampoco los tienen en su
canon bíblico, pero «siguen estando muy próximos al judaísmo, porque evocan
hechos históricos que celebra anualmente la liturgia de Israel, en diciembre,
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durante ocho días, encendiendo las lámparas de la Hanuká, en las casas y en las
sinagogas y, con los cánticos de Hallel. Doctrinalmente, se nos enseña la
creencia, por cierto muy explícita en los Macabeos, de la resurrección, creencia
que gozó de gran preponderancia en el judaísmo desde el 166 antes de Cristo y
más tarde (2 M 7, 6-11).

LOS LIBROS POÉTICOS O SAPIENCIALES


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INTRODUCCIÓN

Casi todos los libros de la biblia tienen porciones llenas de poesía y de sabiduría.
Sin embargo hay algunos de ellos que por su confección más directa, han
recibido esa denominación de poéticos o sapienciales. Son aquellos cuyo tema es
la reflexión, la prudencia, el estudio, la oración, las enseñanzas morales y
religiosas que tienden a dirigir la vida individual: inquieren sobre los grandes
problemas de la naturaleza del hombre y meditan sobre el misterio de Dios, de su
sabiduría y de su providencia.

Entre este género literario de la biblia encontramos el mashal que se puede


definir como: semejanza, una comparación con una enseñanza de carácter
universal, útil para la vida. También en estos libros sapienciales de la biblia están
los enigmas, alegorías, comparaciones, oraciones, discursos sapienciales que
componen toda la literatura sapiencial.

1. EL LIBRO DE JOB

Este libro lleva el título de su protagonista: Job. Este era un hombre torturado,
sufriente, que se atreve a dirigirse a Dios con libertad y sin temor, dando un bello
mensaje sobre el dolor. En todo el Antiguo Testamento-escribe Kierkegaard-no
hay una figura a la que uno se acerque con tanta confianza, franqueza y alivio
como a Job, porque en él ¡es todo humano! Nadie en el mundo ha expresado
como él la pasión del dolor. En él se ventila el problema del dolor, del mal y del
bien. Y se discute si, supuesta la providencia divina que el Señor tiene con todos
los hombres, los justos deben esperar de él premios solamente en la otra vida o
también en ésta. Y también, si los males y los bienes permite Dios
indiferentemente a buenos y malos, según sus ocultos misterios. Hay que
destacar de este autor, unos temas importantes como el sufrimiento del justo,
este es uno de los argumentos centrales de este libro de Job es el problema de
por qué Dios permite el sufrimiento del justo. La justicia y las sabidurías divinas,
este se debe dar en confianza en Dios tanto del hombre en el encuentro con su
Creador, como consigo mismo.

2. EL LIBRO DE LOS SALMOS

Este libro es una colección preciosa de himnos y canciones sagradas, con los
cuales el Pueblo de Dios entonaba alabanzas al Señor, le tributaba acciones de
gracias y le imploraba misericordia en sus fallas y necesidades. Costumbre del
pueblo hebreo era transmitir a la posteridad por medio de cánticos e himnos la
memoria de las obras y sucesos grandes que el Señor venía haciendo en él, para
que así se los aprendiesen desde la más tierna edad. Por lo anterior, este libro es
distinto de todos los demás. Los otros están hechos para leer y escuchar, Éstos
para orar y cantar. De otra forma no se entendería su mensaje. Los salmos tienen
una clasificación muy valiosa para nuestra meditación e incluso nos serviría para
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nuestra oración personal, los salmos pueden ser de súplica, alabanza, acción de
gracias, salmos para las pruebas, salmos de confianza en Dios. Etc.

3. EL LIBRO DE LOS PROVERBIOS

La palabra proverbio, está traducida a nuestra lengua de la voz hebrea mashal


que se puede significar: «Semejanza, comparación, dicho popular, y hasta sátira,
parábola, alegoría, etc.» Es decir, fórmulas diversas en las que se presenta una
enseñanza de orden moral de una forma ingeniosa y a veces picante. La finalidad
del libro de los Proverbios se expresa la sabiduría y la instrucción. La sabiduría
consiste en la capacidad de entender el sentido de la existencia para vivir según
un comportamiento bueno y recto. También está el temor de Dios, camino para
alcanzar la sabiduría es decir, es el principio y fundamento de las realidades
divinas y humanas es la actitud humilde, acogedora y confiada respecto a Dios.

4. EL LIBRO DE ECLESIASTÉS

Lo mismo la palabra Eclesiastés que Eclesiástico-que luego se hablará-vienen de


la voz greco-latina ecclesia, que quiere decir «asamblea» o «Iglesia». Se le llama a
este libro Eclesiastés porque llegó a ser un libro muy leído en la Iglesia cristiana
primitiva, pero los biblistas continúan sin resolver el misterio de este nombre. La
biblia hebrea lo denomina libro de Qohélet, lo que designa, más que una persona,
una función. Algo así como «predicador» o «director”. Se ha dicho que el libro de
Qohélet, «más que un libro ordenado, es un carné de notas donde el maestro de
sabiduría ha ido escribiendo durante un período difícil de fijar, pero quizá largo,
sus reflexiones, y no se tiene la misma idea de las cosas todos los días». Estas
ideas se exponen sin un plan determinado.

5. EL CANTAR DE LOS CANTARES

El título de este libro, Cantar de los Cantares, no significa que sea un poema
compuesto por muchos cantares o cánticos. Se trata simplemente de una forma
de expresar su superlativo en lenguaje hebreo, como queriendo decir: «el más
bello de los poemas». Se trata sin duda de un poema alegórico en que intervienen
dos personajes, Salomón, nombre masculino aplicable al esposo, y Sulamita,
nombre femenino que representa a la esposa. Interviene a demás, en esta obra,
un Coro de Vírgenes, hijas de Jerusalén y hacia el final aparecen dos hermanas
de la Sulamita. El tema es el amor de ambos esposos. Pero un amor fiel,
exclusivo, de mutua entrega. Tema escrito precisamente en un tiempo en que la
poligamia había adquirido dimensiones casi universales. Por eso, los entendidos
afirman que esta obra es un canto de protesta contra la infidelidad y la poligamia.
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6. EL LIBRO DE LA SABIDURÍA

Este libro es llamado por los griegos la «Sabiduría de Salomón». Ciertamente que
se trata de un libro de mucha sabiduría, pero probablemente Salomón no es el
autor de ese libro. Si Salomón aparece en escena (9, 7-12) es de modo ficticio, por
un procedimiento literario corriente y que no induce a error. A lo largo de la obra
son muchos los temas religiosos que se abordan. En la primera parte se insiste
en la retribución de los justos y de los malvados desde la fe en la otra vida. En la
segunda, se analiza el origen, la naturaleza y las propiedades de la sabiduría. En
la tercera, se relaciona la sabiduría con la historia de Israel y su hecho más
representativo: el Éxodo. Pero todos estos temas tienen un hilo conductor: la
justicia. En cada página se recuerda que la justicia es el fruto más eminente de la
sabiduría, porque está en el origen de todas las virtudes humanas y en la
actuación salvífica de Dios a través de la historia.

7. EL LIBRO DEL ECLESIÁSTICO

Ya dijimos que la expresión Eclesiástico viene de la voz «ecclesia» que significa


Iglesia. A demás de este nombre, el libro recibe también otro: el de Sirácida o Ben
Sirá, más común en los autores modernos. Casi con seguridad que Jesús, hijo de
Sirac, es el autor de este libro, como se ve por el prólogo del traductor y por el
final del mismo libro, cap. 51, 30, quien vivió, según lo más probable, hacia el
siglo II antes de Cristo. Dentro de sus temas más importantes está la
manifestación del ser de Dios y don gratuito al hombre. En este tema de la
sabiduría enmarca, acompaña y emerge en el centro de la obra. No es sabiduría
como simple conocimiento sino que es una realidad que tiene su origen en Dios,
fue creada por él y vive junto a él y por lo tanto, es transcendente y divina
adquiriendo fuertes rasgos personales. Está el temor de Dios que su fundamento
lo encontramos en cumplir sus mandamientos y ponerlos en práctica, temas
como la libertad, pecado y retribución, humanismo que encierran una
antropología del ser humano para su buen comportamiento y vida buena
14

LOS PROFETAS MAYORES Y MENORES

INTRODUCCIÓN

Profecía es una palabra que suele emplearse para designar toda revelación divina
(2P 1, 20-21), que se comunica por el Espíritu de Dios mediante visiones, voces y
sueños. Profetas se llamaba a quienes anunciaban estas revelaciones divinas al
pueblo. Al principio Dios hablaba directamente a los hombres. Así lo hizo con
Abrahán, Moisés, entre los temas teológicos principales de los libros proféticos
están: Fidelidad a los principios religiosos, los profetas lucharon incansablemente
por instaurar el monoteísmo en la vida del pueblo, combatiendo el sincretismo
religioso y la idolatría. De igual forma la doctrina moral predicada por los profetas
se hacía así eco de los preceptos enunciados por la ley mosaica, enfatizando la
importancia de la interiorización, es decir, la necesidad de acompañar los actos
externos con la pureza de corazón.

PROFETAS MAYORES

1. EL LIBRO DE ISAIAS: El título de este libro lleva el nombre del autor:


Isaías. Isaías es, en el tiempo, el primero de los escritores profetas
mayores, llamados así porque redactaron sus profecías por escrito, en
contraposición de los profetas oradores, como Elías y Eliseo, que no
dejaron ninguna obra escrita. Dios es el único Creador y Señor del mundo
y de la historia. Silba a los ejércitos egipcios y asirios como se silba a los
perros. , para servirse de ellos como castigo de su pueblo.
2. EL LIBRO DE JEREMÍAS: Jeremías, título que lleva este libro por ser él
su autor, es el segundo de los profetas mayores. Nació, según parece en
Anatot, cerca de Jerusalén. Antes de nacer, Jeremías fue llamado por el
Señor, como nos dice él mismo 1, 5, para que fuera profeta de Jerusalén.
Siendo aún joven (1,6) se le asignó la ardua tarea de arrancar, destruir,
arruinar, derribar, edificar y plantar, como leemos en 1, 10. Esta obra es
la historia espiritual del pueblo elegido con todas sus caídas y levantadas.
La justicia de Dios que se ve precisada a castigar por una parte y por otra
el amor intenso del Señor, que se hace presente en medio de este drama,
pero que en uno y otro caso, lo hace para que se convierta, para que se
purifique y se salve. En una palabra, quiere el Señor que se pueblo lo ame
y si le sanciona, lo hace con el fin de que vuelva a Él. Esta obra anuncia
los sufrimientos que deberá pasar el salvador. Por eso su interés mesiánico
es muy grande.
3. EL LIBRO DE LAS LAMENTACIONES: Libro de las lamentaciones, de la
quejas o de las elegías, se ha llamado a este pequeño libro, porque canta
con fúnebres quejidos la catástrofe de Jerusalén ocurrida el año 587.
¿Quién es el autor de esta corta obra? Tradicionalmente se atribuyó su
paternidad al profeta Jeremías. Los modernos exegetas se la niegan. Hay
varias razones: en la Biblia hebrea, las Lamentaciones no llevan el nombre
15

de Jeremías y están colocadas entre el libro de Rut y el Eclesiastés. Son


cinco elegías independientes sobre la catástrofe de Jerusalén, en las que se
alterna la lamentación individual y la colectiva con el canto fúnebre. Sin
seguir una lógica rigurosa, el poeta inspirado se lamenta de la destrucción
de la ciudad y de los sufrimientos de sus habitantes. En ello reconoce un
castigo justo de los pecados de Israel, pero proclama con certeza que Dios
humillará un día a los enemigos del pueblo elegido (3). Espera, a demás, el
perdón y suplica a Dios que tenga misericordia y le dirige en tal sentido
una ferviente oración. (5).
4. EL LIBRO DE BARUC: Este libro lleva el nombre del autor que lo escribió:
Baruc. Pertenece al grupo de los llamados deuterocanónicos, ausentes de
la biblia hebrea. Por eso no lo admiten los protestantes. La biblia griega lo
pone entre Jeremías y las Lamentaciones y la Vulgata de san Jerónimo
detrás de las Lamentaciones. Esta obra parece más bien una colección de
piezas diversas que, en un principio, hubieran existido
independientemente. Todas ellas evocan la vida de las comunidades judías
en Babilonia: su largazón con Jerusalén, su súplica y su esperanza
mesiánica, su lealtad hacia las autoridades y su horror por la idolatría. Por
fin, en Babilonia se meditaban continuamente los libros santos, como lo
atestigua el continuo uso que de ellos se hace en estos capítulos.
5. EL LIBRO DE EZEQUIEL: Ezequiel, otro de los grandes profetas del AT, es
el autor de este libro que lleva su nombre. Ezequiel fue conducido por
Nabucodonosor a Babilonia, juntamente con el rey Jeconías. Allí vivía
entre los cautivos en Tel Abib, junto al río Kebar (3, 15), cuando el año
quinto de su cautiverio, Dios, por medio de una visión admirable, le eligió
para ser profeta (1, 1; 3, 21). Desde entonces, por espacio de más de 20
años, no cesó de exhortar, consolar y mover a penitencia a los judíos, con
sus vaticinios, predicciones y acciones simbólicas. Su estilo como escritor,
es muy distinto del de Jeremías e Isaías. Sus Visiones respecto al futuro,
eran mucho más grandes y completas. Empleó por lo menos 100 veces en
sus escritos la expresión “hijo del hombre”, que Dios le dio. Sólo a otro
profeta del AT se le designa así: Daniel. Cristo se aplicó a sí mismo este
título 86 veces. Es un profeta muy interesante. Son características de
Ezequiel las visiones, que describe con los más menudos detalles y con
abundantes símbolos, a menudo muy difíciles de entender. Así, por
ejemplo, la parábola del fuego en el bosque del sur (20, 45-49). Sólo Daniel
y el Apocalipsis tienen un simbolismo tan complicado. San Jerónimo llama
a la última parte de este libro “Océano de las Escrituras y laberintos de los
misterios de Dios”.
6. EL LIBRO DE DANIEL: Se llama así este libro por ser Daniel uno de los
cuatro grandes profetas del AT, su autor. Daniel era de la tribu de Judá y
Nabuconodosor se lo llevó cautivo a babilonia, después de la toma de
Jerusalén. Era de muy corta edad, cuando fue escogido con otros
jovencitos, de los principales, de los judíos para entrar al servicio de
16

Nabuconodosor, quien los hizo instruir en la lengua y ciencias de los


caldeos. El talento y buena conducta Daniel le conquistaron las simpatías
del rey. Por eso quizá Daniel fue “primer ministro”, bajo cuatro dinastías
de las mayores potencias mundiales de aquel tiempo. La finalidad de este
libro es sostener la fe y la esperanza de los judíos perseguidos por Antíoco
Epífanes. Daniel y sus compañeros se han visto sometidos a las mismas
pruebas: abandono de las prescripciones de la ley (1), tentación de la
idolatría (3-6), etc. Pero han salido victoriosos y los antiguos perseguidores
han tenido que reconocer el poder de Dios. El perseguidor moderno es
pintado con rasgos más negros, pero cuando la cólera de Dios quede
satisfecha (8, 19; 11, 36). , vendrá el tiempo del fin (8, 17; 11, 40) en que el
perseguidor será abatido (8, 25 y 11, 45).

LOS DOCE PROFETAS MENORES

1. OSEAS: Cuyo libro llevan su nombre, hijo de Berí, profetizó en los reinados
de Ozías, de Joatán, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá. Fue
contemporáneo de Isaías y de Amós. Fue elegido por Dios para anunciar
sus castigos a las diez tribus de Israel. De su vida, durante este período,
sólo conocemos el drama que él nos cuenta en los capítulos 1-3, del cual se
han dado diversas interpretaciones. Que contiene 14 capítulos, es de estilo
patético, sentencioso y elocuente. Y trata de transmitir, a través de su vida
íntima, el mensaje del Señor a su pueblo, la misericordia del Señor,
correspondida con la infidelidad de su pueblo. Como a través de estas
páginas, Oseas, cuenta su propio drama, las palabras le salen de su boca
sin esfuerzo y con espontaneidad.
2. JOEL: Escribió el libro que lleva también su nombre. Profetizó Joel en el
reino de Judá, después de la ruina de Israel y después de haber sido
llevadas cautivas a babilonia. Tiene apenas cuatro capítulos. Su estilo es
vehemente, expresivo y figurado. Lo más interesante de él es el capítulo 2,
2-32, en que profetiza la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, texto
interesante que repetirá el apóstol Pedro el día de Pentecostés, como consta
en Hechos 2, 17.
3. AMÓS: Es igualmente autor de un libro. Era pastor en Tecue, pueblo
cercano a Belén, y profetizó en Betel, en donde Jeroboám, rey de Israel,
adoraba a los ídolos. Le predijo a éste que si no desistía de su maldad
serían él y toda su familia llevados cautivos. Amasías, sacerdote de Betel, le
acusó de rebelde al rey. No se sabe cómo murió. Con sus nueve capítulos,
está escrito con sencillez y hay comparaciones hermosas tomadas del
pastoreo. Amós es el profeta de la justicia y la justicia consiste ante todo en
ser fieles a la alianza. Ve el desorden y se rebela contra él. Pero no es un
demagogo; es simplemente un testigo de la justica del Señor.
4. ABDÍAS: Es autor del libro más corto de la biblia. Dirigió su profecía
principalmente a los idumeos, a los cuales anuncia castigos por lo mal que
17

se portaron con el pueblo de Judá o de Jacob. Apenas tiene 21 versículos.


Ya dijimos antes que es el más corto de la biblia. Se limita a profetizar la
ruina de la idolatría y a anunciar el establecimiento del reino de Jesucristo.
5. JONÁS: Vivió en los tiempos de Joás y de Jeroboám II, reyes de Israel, y
Ocias o Azarías, rey de Judá. Se le conoce en la historia por el famoso
relato de la ballena, a la cual incluso alude Cristo cuando anuncia su
resurrección. Tiene un mensaje para la ciudad de Nínive, una de las
ciudades más poderosas de aquel tiempo. El profeta llama a esta ciudad a
la penitencia, pero ya sabemos, las peripecias que pasó en el mar, al ser
arrojado allí por la tripulación y tragado por una ballena, que a los tres días
lo devuelve nuevamente de las aguas. Hecho que es símbolo de la
resurrección del Señor, como el mismo Jesús lo dijo.
6. MIQUEAS: Nació en Morasti, pueblo cercano de Hebrón, en la tribu de
Judá. Profetizó en los reinados de Joatán, Acaz y Ezequias y fue
contemporáneo de Isaías, Oseas, Joel y Amós. No deben confundirse con
otro profeta del mismo nombre que vivió en tiempo de Acab y Josafat, cerca
de 150 años antes que éste. De estilo figurado y elevado, predice la ruina y
la cautividad de las diez tribus del reino de Israel por los asirios, la del
reino de Judá por los caldeos, y la libertad que Ciro debía dar a todos.
Anuncia también el establecimiento de la Iglesia y señala así mismo el lugar
en que nacería el Mesías.
7. NAHÚM: Fue natural de Elcesa, pequeño pueblo de Galilea. Floreció en
tiempo del rey Manasés. No se sabe más de su vida. Es como una
continuación del de Jonás. Como éste, se refiere a la ciudad de Nínive y
profetiza su ruina. Es un libro interesante y hermoso estilo.
8. HABACUC: Parece ser homónimo de otro Habacuc del que se habla en
Daniel 14, 2, del cual se dice que fue llevado de los cabellos por un ángel
para alimentar a Daniel. Nada cuentan de su vida los escritores e
historiadores. Habla de aflicción. Se parece al de Jeremías. Proféticamente
ve a los caldeos invadir a Babilonia, acabar con el templo y el culto sagrado,
devastar la tierra y desterrar al pueblo. Su profecía está llena de burla y
desolación, pero no carece de esperanza.
9. SOFONÍAS: De familia ilustre, comenzó a predicar en el reinado de Josías.
Su campo de acción es Judá. Exhorta a los judíos a la penitencia, predice
la ruina de Nínive y después de fulminar terribles amenazas contra
Jerusalén, concluye con la promesa de la libertad, de la promulgación de
una nueva ley, de la vocación de los gentiles y de los progresos de la Iglesia.
10. AGEO: Vino a Judea con Zorobabel, príncipe de Judá. No se sabe más de
su vida. Concentra su mensaje en este único tema: “Ha llegado la hora de
reconstruir la casa del Señor”. Tema que tiene relación con la esperanza del
Mesías deseado.
11. ZACARÍAS: Fue hijo de Baraquías y nieto de Addo. Algunos dicen que es el
mismo de quien Jesucristo dijo que fue muerto entre el templo y el altar (Mt
23, 35), aunque san Jerónimo y otros autores modernos son de opinión
18

contraria. Está lleno de visiones simbólicas, al estilo de Ezequiel. También


se preocupa de la restauración del templo y exhorta al pueblo
constantemente a llevar una vida santa, mediante la justicia, la bondad y la
compasión fraterna.
12. MALAQUÍAS: Es el último de los profetas del Antiguo Testamento. Los
entendidos fechan su libro en los alrededores del año 450 antes de Cristo,
poco antes de llevarse a cabo la reforma de Nehemías. Que significa
mensajero, critica los escándalos que deshonran a la comunidad. Echa en
cara a los sacerdotes su mala conducta, cuando debían dar buen ejemplo, y
presiente que el culto va a hacer cada vez más espiritual. Anuncia al
Mesías, pero su mesianismo es discreto: habla tan sólo del día del Señor y
anuncia la venida de un mensajero precursor, nuevo Elías.

EL NUEVO TESTAMENTO

EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APÓSTOLES


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Llamamos Nuevo Testamento a la colección de los 27 libros inspirados que se


escribieron después de la resurrección de Jesús. En estos libros podemos
encontrar valiosísimos testimonios acerca de la vida, predicación, obras y rasgos
esenciales de la persona de Jesucristo. El Nuevo Testamento no surge como por
arte de magia, de la noche a la mañana, sino que va tomando forma
paulatinamente a través de algunas etapas. Así pues, el Nuevo Testamento, antes
que nada fue vivido, celebrado y predicado. Dentro del vocabulario encontramos
palabras que en ocasiones no son muy conocidas que podemos resaltar: el
sanedrín era una especie de Senado o Gran Consejo que atendía todos los
asuntos del gobierno interno del pueblo de Israel. Los escribas maestros de la ley
constituían un clan de maestros y entendidos en cuestiones de la ley y el derecho.
Los fariseos o separado describe muy bien la actitud de esa secta religiosa que
era separa del pueblo ignorante y pecador. Saduceos era la clase rica y poderosa
del pueblo. Los esenios estos eran movidos por la purificación y consagración a
Dios. Los zelotas eran judíos fanáticos de la época. Los samaritanos estos eran
una mezcla de hebreos y paganos que adoraban a Dios en su propio templo
personal.

Evangelio es una expresión de origen griego que significa “buena nueva o buena
noticia”.

EVANGELIO DE SAN MATEO

Acerca del lugar de composición de este relato evangélico, según algunos autores,
proviene de un ambiente palestinense; otros en cambio, ubican su origen en el
contexto geográfico sirio, podría haber sido escrito en la capital de Siria, es decir,
Antioquia, en una fecha cercana al año 80 D.C., si pensamos en el evangelio tal
como ya lo tenemos hoy en el canon. Si se piensa en el primer relato escrito en
arameo, la fecha habría que ubicarla en las proximidades del año 64 D.C.

El evangelio de Mateo se propone testimoniar que Jesús es el Mesías prometido,


es el nuevo Moisés; que en Él se da pleno cumplimiento a las profecías y
anuncios del Antiguo Testamento, que Él es el Rey prometido. Mateo ubica la vida
y obra de Jesús en el contexto de la Historia de la Salvación, por eso son tan
frecuentes sus referencias y citas del Antiguo Testamento. El Reino de Dios se
hace presente en la historia humana, por medio de Cristo, para darle plenitud y
salvación, y en ese Reino, Jesús es el nuevo Moisés que promulga la nueva Ley
del amor. Este anuncio el evangelista lo dirige primeramente al pueblo de Israel,
pero como éste lo rechaza, la invitación a la salvación pasa a los paganos y se
hace así universal, bajo el concepto de Reino de Dios: plenitud de vida y salvación
para todos.

EVANGELIO DE SAN MARCOS


20

Marcos, al contrario de Mateo, no fue discípulo directo de Jesús y probablemente


no lo conoció. Era de Jerusalén, primo de Bernabé, asistió a Pablo en el
apostolado. Fue también compañero de Pedro e intérprete suyo. Como se ve, su
contacto con los apóstoles, especialmente con Pedro, fue intenso. Por eso no hay
que dudar que Marcos utilizase sus experiencias para escribir su Evangelio.
Hasta hace escasos años se pensaba que el Evangelio de Marcos había sido
escrito entre los años 65-70, poco antes de la destrucción de Jerusalén 70 dC,
pero estudios más recientes hacen posible pensar en una fecha anterior, hacia el
año 50. Sería, por tanto, el primer Evangelio que se escribió, antes que el de
Mateo y Lucas, los cuales se habrían inspirado en Marcos para escribir su
Evangelio.

Marcos centra su interés en presentar a Jesús como el HIJO DE DIOS. En efecto,


todo su relato evangélico busca responder a una sola pregunta: ¿Quién es Jesús
de Nazaret? La respuesta directa y sencilla que da Marcos es justamente aquella:
él es el Mesías, el Hijo de Dios, pero un Hijo de Dios que actúa, por eso el
evangelista no pone en boca de Jesús grandes discursos, sino más bien obras que
demuestren la realidad del Hijo de Dios (Cf. Marcos 1,1-11.25s; 2,5 ss.; 3,3-11;
4,39: 5,7 s.34.41; 8,27 ss.).

EVANGELIO DE SAN LUCAS

Lo más probable es que Lucas haya escrito su evangelio alrededor del año 80
D.C., en todo caso después del 70, porque se puede percibir que tiene ya noticia
de la destrucción de Jerusalén, pero no de la persecución por parte de
Domiciano. No hay certeza acerca del lugar en el que Lucas escribe su relato
evangélico, sin embargo, se suele mencionar Antioquia de Siria como escenario
geográfico de la composición de este evangelio.

También en este aspecto, es el propio Lucas quien nos ayuda a comprender el


objetivo fundamental que lo movió a escribir su relato; en efecto, nos dice en los
primeros versículos lo que se propone: Así comprenderás con certeza las
enseñanzas que has recibido (1,4). De este modo, Lucas se revela como
historiador cuidadoso y como evangelista animado por la fe, en cuanto que no
sólo quiere narrar una historia, concienzudamente y con conocimiento de causa,
sino que desea ante todo hacer explícita la relación existente entre aquello que
narra y los testigos que fueron también, ministros de la Palabra, y así dar el más
válido fundamento a la fe de los cristianos. Cuando Lucas compone su relato
ordenado (no necesariamente en el sentido cronológico), desea comunicar el
mensaje de la vida, obra y doctrina de Jesús, pero no al modo de un biógrafo o
periodista moderno, sino como un evangelista, es decir, como un testigo y
comunicador del mensaje de la salvación universal. Como lo hacen Marcos y
Mateo, también Lucas organiza todo su material según un plan bien pensado y
estructurado, que podemos llamar plan lucano, en el cual debemos
21

necesariamente considerar también el libro de los Hechos de los Apóstoles, que es


de hecho continuación del evangelio.

EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

Juan era natural de Betsaida, en Galilea, cerca del mar o lago de Tiberíades, hijo
de Zebedeo y de Salomé y hermano de Santiago el menor, con quien fue llamado
al apostolado, estando los dos con su padre, componiendo las redes en la barca.
Se le identifica como el discípulo amado, que aparece en forma anónima varias
veces en el discurso de este Evangelio. Siendo obispo de Éfeso, fue llevado a
Roma en la persecución del emperador Domiciano. Desterrado por el mismo
emperador a la isla de Patmos, escribió allí el Apocalipsis. Muerto Domiciano,
volvió a Éfeso, donde escribió su Evangelio contra Cerinto y otros herejes, con el
fin de refutar el error que empezaba a extenderse por parte de los ebionitas, que
negaban la divinidad de Jesucristo. Escribió este Evangelio en griego a finales del
siglo I. Permaneció virgen y murió a edad muy avanzada en el imperio de Trajano.

Según lo que ya hemos podido constatar hasta aquí, el evangelio de Juan goza de
una profundidad y riqueza de significados sorprendentes, y siempre será poco lo
que podamos decir acerca de su enseñanza: es el evangelio espiritual del cristiano
maduro, es una elaboración teológica a partir del acontecimiento histórico de
Cristo, es el Evangelio de los signos reveladores de la gloria del Señor; es el
evangelio de la Vida y el Amor, de la gracia y del bautismo, del Padre y de la
Eucaristía; de la Hora de Jesús y de la acción del Espíritu...Por eso, para no
perdernos en un sinnúmero de consideraciones, vamos a tratar de sintetizar el
mensaje central de Juan bajo tres aspectos fundamentales: cristológico,
antropológico y eclesiológico.

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

Como quedó ya expresado, el autor del libro de los Hechos de los Apóstoles es el
mismo que escribió el tercer evangelio, es decir, San Lucas. Así también lo deja
entender el propio relato desde el primer versículo: Teófilo, yo escribí en mi
primer libro todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio... (Hechos 1,1). No
sería necesario repetir aquí cuanto ya hemos dicho acerca de quién era Lucas; sin
embargo, para facilitar la ubicación histórica de nuestros amigos lectores,
ofrecemos a continuación un brevísimo recuerdo del perfil biográfico de San
Lucas: probablemente era un pagano, es decir no pertenecía al pueblo judío,
oriundo de Antioquia, médico muy culto y hábil en el manejo del idioma griego en
el que escribió su obra (Evangelio y Hechos). Se sabe también que fue compañero
y colaborador muy cercano de San Pablo, desde el segundo viaje misionero (Cf.
Hechos 16,10), luego estuvo también con él en el tercer viaje (Cf. Hechos 20,5;
21,1) y en ocasión de la ida a Roma de Pablo, como prisionero (Cf. Hechos 27,28;
28,1). El mismo apóstol da testimonio de la valiosa colaboración y cercanía por
parte de San Lucas (Cf. Colosenses 4,14; Filemón versículo 24; 2 Timoteo 4,11).
22

Lucas escribe esta segunda parte de su obra con la finalidad de demostrar el


cumplimiento de la promesa de Jesús a los Apóstoles: recibirán la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en
toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra (Hechos 1,8). De hecho, a
lo largo de todo el libro Lucas demuestra cómo la Iglesia empieza a radicarse y a
difundir el Mensaje Evangélico, impulsada por el Espíritu, primero en Jerusalén
(Cf. Capítulos 1-5), luego llega a Samaría (Cf. Hechos 8,4-25), la acción misionera
alcanza enseguida otras regiones del sur y el oeste de Jerusalén hasta la costa y
hasta Cesarea ( 8, 26-40; 9,32- 11,18); ocupando después una mención especial
la comunidad cristiana de Antioquia (11,19ss), y pasando por otras latitudes del
Asia Menor (la actual Turquía) y Europa, gracias al entusiasmo apostólico de San
Pablo (13,4 – 14,21; 15,36 21,16; etc.), hasta que concluye en Roma, que en
aquel tiempo era considerada sinónimo de universalidad (28,11-31).

Los Hechos de los Apóstoles se proponen destacar el protagonismo del Espíritu


Santo que impulsa a la Comunidad Cristiana al empeño misionero; son un
testimonio de cómo el Evangelio despliega su dinamismo en el tiempo nuevo,
creado por el Espíritu después de la resurrección del Señor, y de cómo la Iglesia
asume fielmente el compromiso de servicio al Reino de Dios.

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