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El acceso directo de los fieles a la Sagrada Escritura fue bastante escaso hasta bien
entrado el siglo XX. Atrás había quedado el modo de hacer teología comentando los textos
bíblicos como lo habían hecho los Padres de la Iglesia. El método de los Santos Padres
privilegiaba, en primer lugar, la escucha de la Palabra de Dios (oral y escrita) y en un segundo
momento la elucubración teológica y filosófica. Con el surgimiento de la teología escolástica
-Anselmo de Canterbury (1033-1109)- se dio una inversión en el método: primero se
privilegió los resultados del pensamiento teológico-filosófico, lo que denominan
En todo el trabajo una palabra clave va a ser la de “pastoral”. Son muchos los tratados que encontramos
1
sobre este tema que definen lo que se entiende por “pastoral”: BOROBIO, Pastoral de los sacramentos, 18-21;
PRAT PONS, Tratado de teología pastoral, 75-87; FLORISTAN, Teología práctica, 115-127. De entre tantas
definiciones que existen propongo la siguiente de Maradei Donato ya que es una síntesis de los otros autores.
«Pastoral es toda actividad de la Iglesia en orden de anunciar y hacer presente la salvación, por medio
de la transmisión y predicación del Evangelio». (MARADEI DONATO, Sínodo de los obispos, 239.
La pastoral es, según esto, el compendio de las formas de acción de la Iglesia. A la pastoral le
corresponde llevar a todos los hombres y mujeres al encuentro con Jesucristo.
Para ello, la pastoral en su conjunto promueve su actividad en 3 áreas fundamentales, dentro de las cuales
se desarrollan diversas pastorales específicas:
Pastoral Profética: transmisión de la fe
Pastoral Social: testimonio de la fe
Pastoral Litúrgica: celebración de la fe
2
Cf. ALBERIGO, El anuncio del Concilio. De la seguridad a la fascinación de la búsqueda, 58.
3
Con el nombre de Movimiento Bíblico se ha entendido a todas las iniciativas, desde fines del siglo XIX
y hasta mitad del siglo XX, que el Magisterio de la Iglesia y algunos autores católicos, exegetas y estudiosos de
la Biblia, impulsaron con el fin de difundir la Sagrada Escritura y hacerla asequible a todo el pueblo.
“sistemático”, para finalmente utilizar la Palabra de Dios, fundamentalmente la Palabra
escrita como principio de validación de lo antes dicho.4 De esta forma, la Sagrada Escritura
va perdiendo espacio a medida que se la consideraba como una fuente sólo para extraer los
argumentos necesarios para probar si una tesis era correcta o no con el dato revelado o para
refutar tal proposición. Por lo tanto, se dejaba de lado muchos libros sagrados que rara vez o
nunca eran citados ni leídos. La exégesis se convirtió en una mera servidora de la dogmática
y la apologética.5 Esto creó un abismo muy significativo entre la exégesis y la teología.6
El ir dejando de lado una teología que partía de la explicación del texto bíblico, luego
la Reforma protestante7 y las medidas que toma el Concilio de Trento,8 generaron un gran
olvido de la Sagrada Escritura. Desde el Concilio de Trento los textos bíblicos no se van a
leer y explicar a partir de los originales del hebreo y griego, sino de la versión latina conocida
como la Vulgata.
«En la obra De Locis Theologicis de Melchor Cano se presentaron argumentos que rápidamente
fueron admitidos y se mantuvieron como indiscutibles: cap. 13: en que se demuestra la autoridad de
la antigua traducción Vulgata, y que no hay que recurrir ahora a los textos hebreos o griego. La
autoridad de la Vulgata provenía que el traductor no era profeta, pero tuvo un carisma semejante al
profético».9
Silva Retamales hace un estudio de las cuestiones bíblicas en la Edad Moderna (siglos
XV-XIX) en donde profundiza tanto en la Reforma protestante como en todas las acciones
de la Iglesia a partir del Concilio de Trento, tanto lo que prohibió como lo que implementó.
4
Cf. SÁNCHEZ CARO, Hermenéutica bíblica y metodología exegética, 272.
5
Cf. PASTOR: “Escritura y teología”, en ALONSO SCHÖKEL, La Constitución Dei Verbum, 724-751;
también refleja la posición de la época de la Palabra de Dios como reflexión más dogmática que
pastoral la obra de GRELOT, La Biblia, Palabra de Dios, Barcelona 1968.
6
Cf. GRELOT, Biblia y teología, 217.
7
La Reforma protestante fue llevada adelante por Lutero (1483-1546), biblista agustino y profesor en
Wittenberg, en donde el año 1509 había obtenido el título de Baccalaureus Biblicus, que le concedía el derecho
de practicar la exégesis bíblica públicamente.
8
El Concilio de Trento (1545-1563). Inaugurado por Pablo III (1534-1549) y clausurado por Pío IV
(1559-1565). El Concilio no sólo tuvo que responder a la Reforma protestante sino también fijar el dogma
católico tras la degradación y crisis a que había entrado a la Iglesia católica en el siglo XVI.
9
CANI: “De Locis Theologicis, liber secundus”, Revista Teología 84 (2004) 118-120.
Concluye que fue durante los siglos XVII-XIX en donde se pierde la familiaridad con la
Sagrada Escritura, siendo las celebraciones litúrgicas, prácticamente los únicos momentos en
donde los fieles podían acceder a ellas.10
Naranjo Salazar refiriéndose a la Biblia en América Latina antes del Concilio Vaticano
II atribuye a 4 factores la poca presencia de la Sagrada Escritura entre los fieles:11
Notamos pues, un largo período en donde la Sagrada Escritura estuvo confinada en los
templos y en las bibliotecas de los clérigos. Como hemos visto, las razones fueron diferentes
y el espíritu que movió tales medidas en su momento las juzgaron acertadas. Juzgarlas desde
nuestro hoy es bastante arriesgado, sobre todo porque se puede hacer un juicio anacrónico.
10
Cf. SILVA RETAMALES, La Palabra de Dios en la vida y pastoral de la Iglesia, 19-28.
11
NARANJO SALAZAR, De la pastoral bíblica a la animación bíblica de la pastoral, 17-20.
12
Cf. Ibidem., 18. El tema de los textos difíciles u oscuros de la Biblia lo aborda Verbum Domini 42.
Allí se señalan 2 aspectos: 1. Que la historia de la revelación bíblica está arraigada en la misma historia y 2.
Que el plan de Dios se manifiesta progresivamente y por etapas.
La historia sí ha verificado que nunca se le hace un favor al pueblo cuando se le priva del
acceso la Sagrada Escritura en su totalidad.13
Es a partir de mediados del siglo XX que los fieles van a ir paulatinamente recuperando
la familiaridad y el acceso a todos los libros de la Sagrada Escritura. Se podría hablar incluso
de un descubrimiento de la Palabra de Dios por parte de los creyentes católicos, que desde
hacía siglos no conocían, ni tenían contacto directo con las Escrituras, y ni siquiera tenían la
ocasión de valorar la Palabra de Dios en su vida de fe.14
13
Los recelos suscitados por la Reforma protestante limitaron de manera significativa la presencia de la
Escritura entre los católicos. Esto no significa que el pueblo haya dejado de alimentarse de la Palabra de Dios:
ésta le llegaba a través de las catequesis, las homilías, los sacramentos y el arte.
14
BIANCHI, Carácter central de la Palabra de Dios, en ALBERIGO y JOSSUA (eds.), La recepción del
Vaticano II, 150.
15
Como afirmaba Alberigo: «La dimensión pastoral tiene una densidad excepcional y constituye, sin
sombra de duda, el nivel supremo de la vida de la Iglesia» (ALBERIGO, La condición cristiana después
del Vaticano II, en ALBERIGO y JOSSUA [eds.], La recepción del Vaticano II, 36).
16
La Iglesia experimentaba el acoso permanente de la reforma protestante que se manifestaba en una
teología liberal cuyos pilares era la exégesis y la crítica bíblica que desafiaban un catolicismo dogmático. Se
cuestionaban por ejemplo la autoría de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento. Autores como Julios
Wellhausen que con la teoría conocida como: la Hipótesis documental cuestionaba por completo que Moisés
fuera el autor del Pentateuco y afirmaba que la Torá originalmente se conformaba por 4 narraciones distintas.
época marcada por duras polémicas contra la Iglesia. La exégesis liberal alimentaba en gran
medida estas polémicas, porque utilizaba todos los recursos de las ciencias, desde la crítica
textual hasta la geología, pasando por la filosofía, la crítica literaria, la historia de las
religiones, la arqueología y otras disciplinas más.17 Se busca pues proteger la interpretación
católica de la Biblia contra los ataques de la ciencia racionalista.18
Frente a esta situación la Iglesia no sale a conjurar a los enemigos de la fe con anatemas,
la encíclica va a exhortar a los exegetas católicos a adquirir una verdadera competencia
científica, para que aventajen a sus adversarios en su mismo terreno. Para tal fin, recomienda
el estudio de las lenguas orientales antiguas, así como el ejercicio de la exégesis científica;
así estará siempre capacitada para dar razón de la fe (cf. 1Pe 3,15).19
Cuatro tradiciones: tradición yahvista (J); elohista (E); deuteronómica (D) y sacerdotal (P). (Para tener una
visión completa sobre la Hipótesis documental se puede consultar su obra: The composition of the Hexateuch,
Publisher London, New York, Bombay: Longmans, Green, and Co. 1902). En estudios recientes (cf. SKA,
Introducción a la lectura del Pentateuco, 127-150).
17
(Cf. EB 1239-1258); cf. JUAN PABLO II, Discurso sobre la Interpretación de la Biblia en la Iglesia,
Conmemoración de los 100 años de la Encíclica Providentissimus Deus de León XIII y de los cincuenta años de
la Encíclica Divino Afflante Spiritu de Pío Xll. Vaticano, 23 de abril de 1993.
18
Los siglos XVII, XVIII y XIX fueron de una intensa actividad en torno a la Biblia en general y los
evangelios en particular. Se considera que ha sido Baruch Spinoza (1632-1677) quien ha iniciado el movimiento
racionalista; identifica a Dios con la naturaleza y el mundo, excluyendo que sea un Dios personal, sino más
bien el impersonal orden geométrico que dirige el universo. Establece la razón humana como el único criterio
de comprensión válido y considera que cualquier realidad que escape al ámbito de lo racional no tiene
posibilidad de existencia. (Cf. RAMOS: “Estudios bíblicos del NT: panorama histórico e implicancias para la
teología sistemática”, Teología y Vida 53 (2012) 25-46).
19
Para las citas bíblicas del AT seguiremos la Biblia de Jerusalén, Bilbao 42009 y para las citas
bíblicas del NT seguiremos Biblia de la Iglesia en América (BIA) Nuevo Testamento, Bogotá 2015.
y anima a los estudiosos de las ciencias bíblicas a la vez que los estimula a ser los primeros
en este campo, en utilizar los resultados que por el momento iba proporcionando la
investigación científica como auxiliar de la Sagrada Escritura.
La Iglesia, como diría años más tarde el Concilio Vaticano II, leyendo y discerniendo
los signos de los tiempos implementó lo necesario y suprimió lo innecesario, profundizó en
lo esencial y estableció un diálogo más estrecho con las ciencias humanas y las otras
realidades religiosas. Es en esta perspectiva que podemos comprender las sucesivas
publicaciones e instituciones que fueron surgiendo en respuesta a los paradigmas de aquellos
momentos y sobre todo en el crecimiento de una toma de conciencia acerca de la Palabra de
Dios. Por ejemplo:20
b) En 1902, Giacomo della Chiesa fundó la “Pía Sociedad de San Jerónimo” con el
propósito de difundir los evangelios y los Hechos de los Apóstoles, de tal manera que no
existiera ninguna familia cristiana que careciera de ellos. De esta manera se esperaba que en
el seno de las familias se fueran familiarizando con su lectura y meditación. Su deseo pues,
es manifiesto: ir logrando que en el seno de cada familia se llegue a tener contacto directo
con la Persona de Jesús. De este modo, encontramos la Palabra de Dios no sólo como una
palabra pronunciada en el pasado sino como la Palabra que Dios, por medio de los hombres
de un tiempo pasado, da a los hombres de todos los tiempos como Palabra siempre actual.22
20
Ibáñez realiza un estudio de los diferentes momentos que fueron suscitando el retorno a la Palabra de
Dios. (Cf. IBÁÑEZ, La Constitución Dei Verbum y los estudios bíblicos, en Balance del Concilio Vaticano II a
los veinte años, 60).
21
(Cf. EB 137). LEÓN XIII, Carta apostólica Vigilantiae studiique, 1902.
22
KOCH: “El Anuncio de un Dios que habla”, BDV 1 (2012), 3-13.
1.3 SPIRITUS PARACLITUS
En 1920, Della Chiesa siendo ya Papa con el nombre de Benedicto XV, publicó la
encíclica Spiritus Paraclitus, sobre la interpretación de la Sagrada Escritura. El motivo de tal
publicación era el celebrar el decimoquinto centenario de la muerte de san Jerónimo, doctor
de la Iglesia y al que el mismo Benedicto XV llamaba: «doctor Máximo concedido por Dios
en la interpretación de las Sagradas Escrituras» (EB 410).
Al resaltar la comunión con la Iglesia que caracterizaron los estudios de san Jerónimo
el Papa lamenta que tanto dentro como fuera de la Iglesia existan personas que cuestionan o
rechazan la inspiración de los libros sagrados:
«Que haya habido, no solamente entre los de fuera, sino incluso entre los hijos de la Iglesia
católica, más aún -y esto atormenta especialmente nuestro espíritu-, entre los mismos
clérigos y maestros de las sagradas disciplinas, quienes, aferrándose soberbiamente a su
propio juicio, hayan abiertamente rechazado u ocultamente impugnado el Magisterio de la
Iglesia en este punto» (EB 453).
23
En palabras de Grelot, «Pío XII significó una evolución en la manera de enfocar los problemas
exegéticos, un afinamiento en los métodos empleados para resolverlos, una profundización en el estudio
teológico de la inspiración y de sus consecuencias» (GRELOT, Los evangelios y la historia, 53).
24
Tan serias eran las críticas que en el año 1941 la Pontificia Comisión Bíblica dirigió una carta a la
Conferencia Italiana en donde se ponía en evidencia los injustos ataques que se expresan en un opúsculo
anónimo de amplia difusión contra el estudio científico de la Sagrada Escritura. Este escrito constituye el primer
documento de aceptación del método histórico crítico y será la base para que 2 años después se escriba la Divino
Afflante Spiritu por los 50 años de la Providentissimus Deus. (Cf. EB 522-533).
concienzudo para entender, si lo que se dice en el texto es histórico o es fruto del desarrollo
religioso de la comunidad y se debe encontrar lo que está detrás del texto.25
Pío XII pasa luego a examinar los criterios que ayudan y educan para una recta
interpretación del texto sagrado. Esos criterios se van proponiendo por orden:
2. La pericia en las lenguas bíblicas y en las demás lenguas orientales (cf. EB 547).
25
VANHOOZER, Historical Criticism, Dictionary for theological interpretation of the Bible, 90.
26
Algunos autores han llegado a decir que “Divino Afflante Spiritu” supuso la inauguración de una era
nueva para la investigación bíblica en la Iglesia. (Cf. MANNUCCI, La Biblia como Palabra de Dios, 285; BRUCE,
Roman Catholic Exegesis since Divino Afflante Spiritu, 1).
4. Con este instrumental (conocimiento de las lenguas y texto restituido críticamente)
los exegetas deberán:
«Buscar con toda diligencia el sentido literal de las palabras, ayudándose del conocimiento
de las lenguas, del contexto, de la confrontación con pasajes similares, es decir, de todas
aquellas cosas de las que se suele aprovechar también la interpretación de los escritos
profanos, a fin de poner limpiamente a la luz el pensamiento del autor» (EB 550 a).
5. Pero el hecho de que la Sagrada Escritura sea Palabra de Dios inspirada implica que
hay que tener presente como criterio interpretativo: a) «las explicaciones y declaraciones del
Magisterio eclesiástico»; b) «las exposiciones de los santos padres»; c) «la analogía de la fe»
(EB 551).
6. Una orientación ulterior del trabajo exegético es la búsqueda del sentido espiritual,
siempre y cuando éste pueda ser atribuido a Dios (cf. EB 552).
«Los antiguos orientales, para expresar sus conceptos, no siempre usan aquellas formas o
géneros de hablar que usamos hoy nosotros, sino más bien los que estaban en uso entre las
personas de sus tiempos y de sus países.
Ya nadie que tenga un justo concepto de la inspiración bíblica le extrañará que también en
los escritores sagrados, como en todos los antiguos, se encuentren ciertas maneras de
exponer y de narrar, ciertos idiotismos, propios especialmente de las lenguas semíticas,
ciertos modos hiperbólicos o aproximativos, a veces incluso paradójicos, que sirven para
grabar mejor en la mente lo que se quiere decir» (EB 558-559).
Ninguno de los géneros «tiene que excluirse de los libros sagrados, con tal que el
género de hablar adoptado no repugne a la santidad de Dios ni a la verdad de las cosas» (EB
559).
«Con el conocimiento señalado y con la exacta valoración de los modos y de los usos de
hablar y de escribir entre los antiguos, se podrán resolver muchas objeciones suscitadas
contra la veracidad y el valor histórico de las divinas Escrituras; dicho estudio llevará
igualmente a una comprensión más clara y luminosa del pensamiento del autor sagrado».
(EB 560).
En la relación Escritura-teología, Pío XII exalta la triple función de la Biblia (EB 551),
que ya había enseñado Benedicto XV. Pero precisamente en este texto (EB 551) hay una
novedad interesante, el Papa subraya que en cada uno de los libros hay una teología por
descubrir. La teología no puede presentarse simplemente como un conjunto de fórmulas
doctrinales anquilosadas, confirmadas luego por textos bíblicos, sino como explicitación de
Dios en el aquí y ahora de la historia mediante su Palabra. Es la Sagrada Escritura la que
convierte a la teología en viva y actual. La Escritura no es sólo una fuente para probar las
tesis dogmáticas. «Atiendan, pues, oportunamente a estas noticias (relativas a la historia, a la
arqueología, a la filología y a otras materias semejantes), en cuanto que pueden contribuir a
la exégesis, pero tengan principalmente en cuenta la doctrina teológica de cada libro o de
cada texto en torno a la fe y las costumbres» (EB 551).
Tres encíclicas son pues, las que impulsaron los estudios bíblicos y con ellos una mayor
familiaridad de la Iglesia con los textos que permitió responder a los paradigmas del tiempo
sin generar distancia ni con la ciencia ni con sus exponentes. Un caminar bíblico, marcado
por el deseo de la Iglesia de responder a las cuestiones más urgentes de la sociedad teniendo
como referente la Palabra revelada. Es este el espíritu que finalmente quedará impreso en la
VD y que en definitiva hoy en la ABP se revela como una Iglesia que es capaz de dialogar
con todas las realidades del mundo gracias a la innegable mediación que brota de la Palabra
de Dios.27
27
Un resumen de lo que hemos dicho del contexto de cada encíclica y su respuesta por parte de la Iglesia
puede ser el siguiente:
Como consecuencia, el Movimiento Bíblico logrará paulatinamente que los fieles
empiecen a tener un contacto más directo y familiar con el texto completo de la Escritura en
la lengua del pueblo, traducida a partir de los textos originales. Este Movimiento quería, en
sus expresiones más maduras, que la lectura se realizara en el cuadro de la Tradición de la
Iglesia, definida precisamente en el sentido como la citaría DV, es decir, la totalidad de
aquello que la Iglesia transmite en la vida, en el culto, en la oración y en la doctrina. No
quería ser un Movimiento solamente para ciertos grupos selectos de la Iglesia, de ahí su
vehemente deseo de tener buenas traducciones bíblicas a lo que contribuyeron las versiones
directas hechas en el siglo XX.
Este hecho contribuyó para que rápidamente se fueran arrinconando las viejas
traducciones de la Vulgata entre los católicos y la luterana entre los evangélicos;
contribuyendo al florecimiento de grupos bíblicos de oración y estudio en las parroquias.
La Iglesia en los años posteriores al Concilio Vaticano II,29 ha pasado del temor a dejar
las Escrituras en manos de los fieles a la de insistir en su valor, y así ha ido suscitando una
nueva disponibilidad de los creyentes hacia ella. La Palabra ha sido redescubierta como una
realidad viviente, dinámica, eficaz, que puede nutrir la fe, inspirar la vida y juzgar los
acontecimientos desde la realidad viva y transformante que es en su misma esencia.30
La Iglesia vive hoy desde la perspectiva conciliar, desde aquel recogimiento del que
hablaba Pablo VI:
«Para, viviendo en sí misma y por medio del Espíritu Santo, comprender mejor la Palabra
eficaz de Cristo, para escrutar más profundamente el misterio, es decir, la presencia y el
plan de Dios junto a sí y en su interior, y para alimentar cada vez más en sí el fuego de la
fe, que es la fuerza misteriosa en la que se apoya su firmeza y su sabiduría, y el fuego del
amor, que le impulsa a cantar las alabanzas de Dios sin interrupción».31
28
Cf. ALBERIGO y JOSSUA, La recepción del Vaticano II, 151.
29
Carlos Junco resume el caminar bíblico así: del siglo I al XII, los fieles tuvieron acceso ordinario a la
Palabra de Dios; del siglo XIII al XVI, se produce un alejamiento paulatino de la Sagrada Escritura; del siglo XVI
al XIX, se vivió el abandono práctico de la Escritura; del siglo xx en adelante, el retorno progresivo a la Biblia,
retorno al que dio un impulso decidido el Concilio Vaticano II con DV. (Cf. JUNCO, La Biblia, libro sagrado,
390-397).
30
Cf. VITALINI, ¿Qué queda del Concilio? 234-235.
31
PABLO VI, Discurso clausura del Concilio, 7 de diciembre de 1965, 1.
No fue sólo un acontecimiento eclesial del momento,32 hoy vemos que él vive en la
vida de la Iglesia, de una Iglesia en salida33 como tanto exhorta el Papa Francisco.
32
A raíz del Vaticano II, la Iglesia -afirma Küng- «Despertó grandes esperanzas en el interior y en el
exterior, ya que el concilio esbozó un programa de gran alcance para una renovada Iglesia del
futuro» (KÜNG, Ser cristiano, 658).
33
EG 24.
34
El Papa Juan XXIII en su carta sobre el rezo del rosario y el feliz éxito del Concilio Vaticano II,
afirmaba: el esfuerzo de aggiornamento en la vida de la Iglesia, el conjunto de las distintas leyes y disposiciones
que serán adoptadas o reexaminadas en las solemnes Asambleas del Concilio Vaticano II, sólo pretenden esto:
que Cristo sea conocido, amado, imitado, con generosidad siempre creciente. (Cf. JUAN XXIII, Carta apostólica
Oecumenicum Concilium (1962) 1.
35
En su Enciclica Mense maio, PABLO VI reflexionaba sobre la necesidad de invitar a un coro de
oraciones y ponía como primera razón, el momento histórico que atravesaba la Iglesia en el período del Concilio
Ecuménico. «Acontecimiento grande éste, que plantea a la Iglesia el enorme problema de su conveniente
"aggiornamento" y de cuyo feliz resultado dependerá durante largo tiempo el porvenir de la Esposa de Cristo y
la suerte de tantas almas». (PABLO VI, Enciclica Mense maio, 1965).
36
Cf. JUAN PABLO I, Discurso a los obispos de la XII Región Pastoral de Estados Unidos en visita “Ad
Limina Apostolorum”, 21 de septiembre de 1978).
37
Juan Pablo II, Papa cercano con todas las realidades del mundo. Todo su magisterio es una respuesta
a las situaciones concretas que se daban en el momento. Para la Iglesia es modelo de apertura de la razón a la
riqueza y complejidad de la realidad de la historia y a las preguntas de los hombres. «La fe y la razón son como
las 2 alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad». Frase con la que
inicia su encíclica Fides et Ratio, es una síntesis de su contenido central de ese “aggiornamento” que fue su
ministerio como pastor de toda la Iglesia.
38
Benedicto XVI siempre presentó que el “aggiornarse” de la Iglesia era entender que el cristianismo
no debía considerarse como algo del pasado, ni debía vivirse mirando perennemente hacia atrás porque
Jesucristo es ayer, hoy y para la eternidad. «El cristianismo es un árbol que, por decirlo así, está en perenne
aurora, es siempre joven. Y esta actualidad, este aggiornamento, no significa ruptura con la Tradición, sino que
expresa la continua vitalidad». (BENEDICTO XVI, Discurso a los obispos que participaron en el Concilio Vaticano
II y a un grupo de presidentes de Conferencias Episcopales, 12 de octubre de 2012).
39
El Papa Francisco desde que inició su ministerio petrino exhorta con su ejemplo y palabra para que la
Iglesia sea cercana a todas las situaciones que hoy aquejan al hombre (cf. EG 20-24).
40
Cf. CASIANO FLORISTAN, Vaticano II, un Concilio pastoral, 44.
2.2 CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA DEI VERBUM
En las páginas que siguen haremos un recorrido desde la Constitución Dogmática DV42
del Concilio Vaticano II, como un suceso extraordinario del despertar bíblico que se venía
gestando con el Movimiento bíblico y que de manera especial esta Constitución recoge. Si
bien es cierto, que es una Constitución sobre la divina revelación y no específicamente sobre
la Palabra de Dios, también es cierto, que la revelación por excelencia es la Persona de Jesús,
Palabra última y definitiva de Dios Padre que la ABP está llamada a volver a presentar al
mundo como Palabra que es firmeza de fe para todo creyente, alimento del alma, fuente
límpida y perenne de vida espiritual, que capacita para acoger al Dios verdadero que sale al
encuentro nuestro, cuya presencia nos llena el corazón de la alegría verdadera.43
41
Cf. CLAUDEL: “La Escritura Santa”, La Vie intellectuele 16 (1948) 10.
42
De todos es conocido el gran impulso que la Constitución Dogmática DV ha dado a la revalorización
de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, a la reflexión teológica sobre la divina revelación y al estudio de
la Sagrada Escritura. En los últimos cuarenta años, el Magisterio eclesial se ha pronunciado en muchas
ocasiones sobre estas materias. Con la celebración del Sínodo sobre la Palabra de Dios (2008), la Iglesia se ha
sentido llamada a profundizar nuevamente sobre el tema de la Palabra divina, ya sea para verificar la puesta en
práctica de las indicaciones conciliares, como para hacer frente a los nuevos desafíos que la actualidad plantea
a los creyentes en Cristo. (Cf. BENEDICTO XVI, VD 3).
43
Cf. EG 1.
Así pues, DV supuso el confluir de diversos movimientos de renovación que venían
gestándose durante los decenios previos44 y supo recoger toda su inquietud. El Concilio
alcanzó a reconocer la fuerza y la Palabra de Dios que comenzaba a resonar de nuevo con
claridad.45
44
Muchos autores se han ocupado de escribir sobre la historia del Concilio Vaticano II. Sigo a ALONSO
SCHÖKEL, Concilio Vaticano II. Comentarios a la Dei Verbum, 1969; GIUSEPPE ALBERIGO, En busca de la
renovación del cristianismo, Breve Historia del Concilio Vaticano II, 2015.
45
Latourelle señala que la Palabra de Dios es en primer lugar la Palabra interna del Padre, que, en Jesús,
se hace carne para decirnos con palabras y gestos humanos cuán increíble es el amor del Padre por sus hijos.
La Palabra de Dios es el Evangelio predicado por Jesucristo en los caminos de Palestina hasta el agotamiento.
(Cf. LATOURELLE, Comment Dieu se revele au monde, 99). (Traducción personal).
46
Sabemos que históricamente todavía se hablaba de Pastoral Bíblica, pero ahí están los fundamentos
de lo que 40 años después se empezó a llamar ABP. Ver proceso de gestación del sintagma ABP (pág. 89).