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Vamos a comenzar por el mejor consejo que podemos aportar a quienes quieren
controlar o prevenir la diabetes: pongan en práctica YA un programa alimenticio
saludable. Indudablemente, si aprendemos sobre la mejor forma de alimentarnos
habremos dado un importante revés a la diabetes.

¿Qué más podemos agregar al programa alimenticio saludable? La actividad física


practicada en forma regular y el automonitoreo de control de la glucemia. Todo
ello adquiriendo una educación diabetológica, para aprovechar todo lo que nos
pueda ser útil y descartar todo lo que nos perjudique. Debemos tomar
conocimiento de cada una de las cosas que podemos hacer para estar mejor o
para prevenir la diabetes. La diabetes siempre debe ser diagnosticada y evaluada
por un médico. Luego, hace falta que aprendamos de los profesionales, de las
publicaciones serias y confiables, así como de la experiencia que tienen otros
están luchando contra la diabetes hace más tiempo.

Repasemos el significado de la diabetes y sus signos más frecuentes. La diabetes


es una enfermedad provocada cuando el organismo no puede emplear insulina en
forma correcta, cuando el páncreas no logra sintetizarla de manera suficiente o
cuando ambas cosas suceden a la vez. La insulina es la hormona que regula la
cantidad de glucosa o azúcar contenida en la sangre.

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 La tipo 1 o juvenil, diagnosticada en la infancia, adolescencia o juventud
(menos de 30 años). El páncreas no produce insulina.

 La tipo 2, adulto o mellitus, diagnosticada por lo general alrededor de la


cuarta década. A pesar de producirse insulina, el organismo no la
aprovecha adecuadamente. Se la vincula al sobrepeso y al sedentarismo.

 La gestacional, que es la que pueden padecer las mujeres durante su


embarazo. Desaparece con el parto, aunque en el futuro la persona tiene
mayor predisposición a volverla a padecer.

Varios son los síntomas que pueden acompañar a la diabetes, aunque la tipo 2 o
mellitus puede en un primer momento no acusar síntomas evidentes. Los
síntomas que más se reportan son:

 Sed continua o polidipsia.


 Sensación de apetito voraz.
 Vista que se presenta con imágenes borrosas.
 Ganas frecuentes de orinar o poliuria.
 Aliento que huele dulzón.
 Enflaquecimiento repentino sin motivo aparente.
 Hormigueo en manos y en pies.
 Desgano.
 Debilidad muscular.

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 Respiración jadeante.
 Cicatrización lenta.
 Piel seca en extremo.
 Picazón.

Ahora que tenemos una descripción de la diabetes en general, tomemos


conciencia de lo que podemos hacer.

Vamos a dedicarle una atención especial al programa de alimentación saludable


porque es sumamente útil, tanto para prevenir como para controlar la diabetes,
a la vez que está a nuestro alcance poder llevarlo a cabo. A no olvidar: somos
nosotros quienes elegimos sentirnos bien o no tan bien.

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 Baja proporción de proteínas magras (carnes, huevos, lácteos).
 Hidratos de carbono.
 Vitaminas.
 Minerales.
 Fibras.

 Hidratos de carbono simples como los azúcares.


 Edulcorantes artificiales.
 Grasas saturadas.
 Margarinas, cremas y mantecas.
 Aderezos artificiales, mayonesa, salsa golf.
 Aceites hidrogenados.
 Embutidos y fiambres.
 Lácteos enteros.
 Vísceras.
 Piel de pollo o pavo.
 Chocolates.
 Yema de huevo.
 Grasa de cerdo o de vaca.
 Manteca de cacao.

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 Productos enlatados, congelados o industrializados, con mucho sodio y
agregados de químicos.
 Gaseosas.
 Golosinas.

Hay alimentos que no deben faltar en el programa anti-diabetes. Los más


calóricos, como el aceite de oliva, la palta y los frutos secos (nueces,
almendras, avellanas), deben consumirse con moderación. Cuando se sazona
una ensalada con aceite de oliva alcanza con el contenido de una cucharada
de postre. Tengamos en cuenta los alimentos imprescindibles, aunque en su
justa medida.

Con esto no queremos decir que haya alimentos especialmente formulados


para la diabetes. Se come lo mismo que en cualquier dieta sana, nutritiva y
balanceada, como podemos observar en la siguiente lista de alimentos
permitidos:

 Frutas naturales de estación (mejor crudas y con cáscara).


 Vegetales de la huerta orgánica, en especial los de hojas verdes y los
que tienen carotenos (mejor crudos).
 Brotes de alfalfa, trigo, soja.
 Zumos de frutas y/o vegetales.
 Legumbres.
 Cereales con cáscara o integrales.
 Arroz integral.
 Agua filtrada o mineral.
 Aceite de oliva o canola virgen de primera prensada, crudos.

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 Pescados azules o de aguas frías (con omega 3): caballa, atún, salmón y
salmón rosado, arenque.
 Lácteos descremados.
 Carnes magras blancas o rojas.
 Aceites sin calentar que tengan en su composición vitamina E.
 Frutos secos, en especial las nueces.
 Pasas de uva.
 Semillas de girasol, lino, calabaza, chía, sésamo.
 Palta.
 Aceitunas.
 Hierbas y especias aromáticas para condimentar.
 Algas.
 Sal marina o de composición baja en sodio.

Los alimentos con alto contenido de fibras son grandes aliados para quienes
sufren diabetes. ¿Por qué? Al provocar las fibras una absorción más lenta de los
hidratos de carbono y de las grasas, contribuyen a disminuir la glucosa y los
triglicéridos.

Los vegetales y verduras poseen mucha fibra, también los cereales integrales o
de grano entero y las legumbres. La cáscara o salvado no aporta calorías, aunque
actúa como bio-reguladora del aparato gastro-intestinal. ¡A consumir fibras a
diario!

Atención. Hay algunos alimentos que se caracterizan por subir la glucemia en


forma más rápida que otros. Hay disponible un índice glucémico o glicémico de
muchos alimentos (con seguridad se puede encontrar una lista en Internet), que
puede ayudar a conocer la respuesta glucémica a algunos alimentos.

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Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todas las personas digieren,
absorben y metabolizan con la misma rapidez.

Lo importante es llevar a cabo una dieta variada, nutritiva y balanceada. Como la


diabetes tipo 2 o mellitus suele tener como causa a la obesidad, hay que tener
especial cuidado con la cantidad de calorías que se ingieren.

Todos los alimentos, por más que estén permitidos, deben consumirse en
porciones moderadas. Una dieta hipocalórica aumenta el metabolismo y por lo
tanto, eleva el consumo de oxígeno y provoca la oxidación celular. Debemos
acostumbrarnos a leer las etiquetas nutricionales de los alimentos para conocer
su composición y las calorías que aportan.

Asimismo, el hecho de que un alimento tenga el rótulo de “dietético” no quiere


decir que tenga menos calorías que otro producto igual sin dicho rótulo.
“Dietético” en este caso significa que tiene modificación de su composición
habitual, como por ejemplo no poseer colesterol o sal agregada.

Diferente es cuando un producto tiene el rótulo de “Light”, porque en ese caso


aporta un porcentaje menor de calorías que otro producto sin dicho rótulo. Hay
que constatar en la etiqueta nutricional cuál es ese porcentaje de reducción
calórica.

Por último, resulta útil conocer cómo podemos controlar un pico de


hipoglucemia. Cuando la glucemia se ubica por debajo de los valores
considerados normales, es decir, menos de 50 mg/dl, pueden sobrevenir los
siguientes síntomas:

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 Palpitaciones.
 Somnolencia.
 Estado de irritación.
 Ansiedad.
 Taquicardia.
 Sudoración helada.
 Sensación de hambre.
 Vista borrosa.
 Tez pálida.

El nivel normal de glucosa en la sangre está entre 70 a 120, aunque se eleva tras
las comidas y se normaliza por lo menos una hora después. ¿Por qué se origina la
hipoglucemia? Puede ser por saturación de insulina, por tardanza en la ingesta de
alimentos, por ingesta inadecuada de alimentos o también por realizar prácticas
de ejercicios físicos con una demanda muy exigente.

A propósito de la actividad física intensa, conviene siempre que una hora antes y
una hora después de la práctica comamos alimentos ricos en hidratos de carbono.
Una simple barrita de cereales nos puede ayudar a no perder la energía. También
debemos beber al menos medio litro de agua durante el entrenamiento, no toda
de golpe sino espaciada y en pequeños sorbos.

Lo primero que debemos hacer ante los síntomas descritos es monitorear la


glucosa en sangre para saber si estamos ante una hipoglucemia. Si es así y en
menos de una hora tenemos programada la próxima comida, debemos ingerir un
hidrato de carbono simple, que puede consistir en dos terrones de azúcar
diluidos en agua, un vaso de jugo o bebida gaseosa, dos o tres caramelos.

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Si aún resta más de una hora para la próxima ingesta, a los hidratos de carbono
simples debemos sumarle hidratos complejos, como puede ser una barrita de
cereal, un yogurt adicionado con cereales, dos galletitas o tostadas untadas con
queso o un alfajor. Los hidratos de carbono complejos poseen la característica de
no elevar la glucemia de manera brusca porque se absorben lentamente.

Ante el riesgo de que en cualquier momento podamos sufrir un pico de


hipoglucemia, conviene que siempre llevemos en los bolsillos y carteras de mano
algunos sobrecitos de azúcar, barritas de cereales, unos caramelos o tabletas de
glucosa. Y tratemos de tener siempre con nosotros, sobre todo cuando andamos
mucho tiempo en la calle, un botellita de agua para hidratarnos a cada
momento.

Sin embargo, puede ser que la hipoglucemia esté en un nivel demasiado bajo y
requiera inyectar en forma subcutánea o intramuscular la hormona glucagón o
una solución glucosada hipertónica, para subir el nivel de glucosa en la sangre.
La decisión en estos casos la debe tomar un profesional.

Recordemos que al menos dos veces al año conviene hacerse la prueba A1C, que
mide el nivel promedio de la glucosa en sangre durante los últimos tres meses. El
puntaje ideal se ubicaría alrededor de 6. También hay que controlarse
regularmente la presión sanguínea, los triglicéridos, el colesterol total, el HDL y
el LDH.

Resta recomendar andar siempre con una tarjeta identificatoria, donde conste
que es diabético, el nombre, la dirección y un teléfono de contacto. Asimismo,
conviene colocar el nombre de la obra social o prepaga a la cual se adhiere.

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Y circular por la calle con calzado cómodo y seguro, que no permita que los pies
se doblen o resbalen, acompañado con medias absorbentes de algodón.

Lo que acabamos de decir no quiere decir que por ser diabéticos estemos en
riesgo permanente, sino que más vale ser precavidos para no tener que sufrir las
consecuencias de la falta de previsión. Al fin, ¡no cuesta nada prevenir!

www.RevertirLaDiabetes.com

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