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ACOSO LABORAL-A través del canal radial del tercer distrito de la Estación de Policía
se produjo un posible maltrato contra sus subalternos
Como lo ha manifestado este despacho, es preciso tener en cuenta que no toda irregularidad,
por probada que se encuentre, tornará ineficaz los actos procesales en los que se presenta la
causal, si no que es necesario que se trate de fallas protuberantes o sustanciales de la
actuación que no puedan subsanarse por ningún otro medio ni admita su convalidación, pues se
requiere que de manera real afecten el derecho a la defensa y el debido proceso, o desconozca
las garantías que para el juzgamiento otorgan la Constitución y la ley.
Las causales de nulidad se encuentran taxativamente establecidas en el artículo 143 de la Ley
734 de 2002, determinándose en ellas como vicio de procedimiento la falta de competencia del
funcionario para proferir el fallo, la violación del derecho de defensa del investigado y la
existencia de irregularidades sustanciales que afectan el debido proceso. En este caso la
apoderada aduce que en el asunto planteado se configura la causal segunda prevista en la
norma, pues considera que hubo un desconocimiento del debido proceso del disciplinado de
parte de la primera instancia.
Al revisar el proceso disciplinario se evidencia que este tema fue objeto de solicitud de nulidad
por la defensa en su escrito de descargos, negada por la instancia mediante providencia de 14
de septiembre de 2011, recurrida por el sujeto procesal, y confirmada por el a quo el 29 de
marzo de 2012; en este orden, como quiera que la decisión que se pronuncia sobre la nulidad
solo es susceptible del recurso de reposición, en los términos señalados en artículo 113 de la
Ley 734 de 2002, y éste ya fue resuelto dentro de la oportunidad procesal correspondiente, ello
impide que ésta Sala la analice nuevamente bajo la óptica de la causal de nulidad alegada, por
lo tanto se estudiará como un argumento más del recurso, con miras a establecer sí se presentó
el acto irregular reclamado y admite convalidación.
Así las cosas, para este Despacho es claro que no le asiste razón a la apoderada en señalar
que la notificación del auto de apertura de investigación no se le llevó a cabo en debida forma,
pues como se explicó, ante la imposibilidad de hacerlo personalmente porque el disciplinado no
compareció, fue necesario acudir al mecanismo del edicto que la misma Ley disciplinaria
contempla para esos casos. Por lo tanto, no puede predicarse vulneración del debido proceso
en esa etapa procesal, pues se observa que incluso se le informó al oficial de la diligencia que
se llevaría a cabo el 15 de febrero de 2010, indicándole el número del expediente, precisamente
para que estuviera presente y ejerciera sus derechos de contradicción y defensa, oportunidad
que tuvo durante más de trece (13) meses, contados desde el 2 de febrero de 2010, cuando se
le envió al disciplinado el correo institucional enterándolo del contenido de las decisiones
adoptadas en éste radicado, hasta el 30 de marzo de 2011, fecha en la que se profirió el auto
de cargos, razones suficientes para descartar que se le desconoció al sujeto procesal las bases
fundamentales y las garantías de la instrucción y juzgamiento.
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Independientemente de que uno de los testigos no haya precisado el nombre exacto del
uniformado, es innegable que en los cargos y en fallo se tuvo en cuenta los resultados de es e
operativo como un hecho indicador de las expresiones que supuestamente empleó por radio el
TC. … en contra de los “subalternos” de la Estación de Policía de Quimbaya, por lo tanto,
considera la Sala, que sí la decisión del a quo se apoyó en la declaración del Patrullero… para
dar por cierta la conducta reprochada al disciplinado, debió analizar el contexto de ese
testimonio, pues allí no señala a los señores… y… como las personas que presenciaron lo
ocurrido en el momento del procedimiento policial ni después.
Estima este despacho que la actividad probatoria realizada por la instancia no fue suficiente,
con miras a establecer la existencia de la falta y la responsabilidad del investigado.
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Radicación n°. 161 – 5696
Para la Sala, los simples testimonios de cargo, que como quedó visto no son uniformes en
cuanto a la descripción de los hechos, las palabras que supuestamente utilizó, a quienes iban
dirigidas, no son suficientes, ni pueden considerarse como la prueba idónea para demostrar la
existencia de la falta frente al cargo formulado y en ese orden determinar la responsabilidad del
investigado, como quiera que el material probatorio recaudado no fue valorado de acuerdo con
los criterios de la sana crítica, en los términos del artículo 141 de la Ley 734 de 2002, ni se tuvo
en cuenta que la misma norma dispone que “en toda decisión motivada debe exponerse
razonadamente el mérito de las pruebas en que ésta se fundamenta”, por lo tanto es claro
concluir, que no existen elementos de juicio que permiten deducir en el grado de certeza que el
Teniente Coronel investigado, incurrió en el comportamiento reprochado por el cual se le
sancionó disciplinariamente, como bien lo señalan los argumentos de la defensa.
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Radicación n°. 161 – 5696
SALA DISCIPLINARIA
I. ANTECEDENTES
1. De la queja
Aduce que posteriormente llegó al municipio de Quimbaya una comisión que pertenecía
a la Regional No. 3 con sede en Pereira – Risaralda, que traían equipos completos de
polígrafo para realizar una prueba de confidencialidad ordenada por el Comando del
Departamento de Policía, la cual era voluntaria. Señala que a los compañeros que
accedieron a ella, les hicieron toda clase de preguntas personales violatorias de la
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Agrega que posteriormente el señor Coronel José Manuel Sarmiento Navas mencionó
que había enviado un oficio a la Dirección General solicitando el traslado de los
policiales que no se habían practicado la prueba porque no eran de confianza para él , y
realmente fueron trasladados a diferentes sitios, en su caso al Departamento de Policía
del Cauca.
Afirma que con la amenaza lanzada por el oficial empezó la preocupación en su h ogar,
pues estaba recién llegado a San José del Guaviare en una zona de orden público y le
implicaba volver a afrontar otra crisis en un lugar de iguales condiciones, estima qu e n o
se tuvo en cuenta la unión familiar, su hoja de vida de 19 años en la institución , ni la
enfermedad degenerativa de artrosis que padece en las rodillas. Indica que cuando
llegó al departamento de Policía del Guaviare solicitó traslado para el Quindío pues su
esposa trabaja en la Gobernación de ese departamento, además él necesitaba control
médico porque llevaba tres meses de operado, que se le afectaba su situación
económica porque se le incrementaban sus gastos.
Refiere dos hechos que a su modo de ver encuadran en un maltrato laboral, de acuerdo
con el artículo 2 de la Ley 1010 de 2006; primero porque fue objeto de expresión verbal
ultrajante por parte del Teniente Coronel Álvaro Ninco Bermúdez cuando por medio de
comunicación radial se dirigió a todos los policiales de Quimbaya, manifestando que
eran corruptos y aliados con delincuentes; en segundo lugar, la amenaza de traslado
que recibió para “no laborar en el Departamento de Policía Quindío” y que se hizo
efectiva en tan solo dos meses.
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Los argumentos del fallo de instancia en relación con el disciplinado Álvaro Ninco
Bermúdez, se sustentan en los siguientes términos25:
Para la Delegada los testimonios son coherentes en cuanto a los factores de tiempo,
modo y lugar, no son contradictorios entre ellos, de donde concluye que efectivamente
el señor TC Ninco Bermúdez, vía radio, les manifestó a los policiales de la mencionada
Estación que eran unos “bandidos”.
El juez de conocimiento señala que la expresión “bandidos” utilizada por el disciplin ado
si bien no puede ser considerada como una injuria porque el sujeto activo debe estar
determinado para que se configure como tal y en este caso no se dirigió contra una
persona en especial sino iba dirigida a los integrantes de una unidad policial, a su modo
de ver el término empleado no es un calificativo acorde con lo establecido por el
ordenamiento jurídico para mantener la disciplina de los miembros de la fuerza pública y
puede resultar mortificante porque a nadie le gusta que le atribuyan ese adjetivo,
comportamiento que el a quo encausa en la descripción típica del numeral 2 del artícu lo
35 de la Ley 1015 de 2006, en virtud del cual son faltas graves: “(…) 2.- Agredir o
someter a malos tratos al público, superiores o subalternos o compañeros”.
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Según el fallo, aunque el investigado fungía para la época de los hechos como
Subcomandante del Departamento de Policía del Quindío, su comportamiento en
general con los integrantes de la Estación de Policía de Quimbaya, entre quienes se
encuentra el quejoso AG. Carlos Alberto Rodríguez Osorio, está revestido de ilicitud
sustancial ya que pone en tela de juicio tanto sus aptitudes como actitudes como oficial
para generar confianza y respeto en los miembros de la institución que se encuentran
bajo su mando a fin de mantener y conducir la disciplina.
Señala la instancia que de acuerdo con los testimonios, las palabras que dirigió se
originaron en un procedimiento policivo que no se realizó debidamente, y no le resulta
admisible el proceder del disciplinado porque en su condición de Subcomandante le
exigía tener un mayor dominio de la situación y buscar otras alternativas diferen tes al
uso de calificativos inapropiados, constitutivos de maltrato para superar la presunta
situación de indisciplina de los funcionarios que incumplieron con el trámite en el
operativo.
La Delegada como referencia para el caso que nos ocupa, transcribe un párrafo de u n a
decisión de segunda instancia proferida por esta Sala contra el alcalde municipal de
Leticia, por una situación de irrespeto en contra de unos uniformados 26.
Para el a quo, el disciplinado quebrantó el deber de diligencia y cuidado en los asu n tos
que debe realizar en ejercicio de sus funciones cuando emitió la palabra de maltrato
“bandidos” para manejar el comportamiento de los policiales pues procedió a agredirlos
verbalmente transgrediendo el deber de tratar con respeto, imparcialidad y rectitud a las
personas con las que tiene relación por razón del servicio.
26 Fallo de segunda instancia de 7 de julio de 2011, DP. MARGARITA LEONOR CABELLO BLANCO,
RAD. 161- 4716 (IUC 014- 145379-2006).
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La apoderada del disciplinado formula una petición previa de nulidad de todo lo actuado
hasta la fecha, con fundamento en la segunda causal del artículo 143 de la Ley 734 de
2002, por cuanto considera que hubo una flagran te violación de los derechos
fundamentales al debido proceso, presunción de inocencia, entre otros, solicitud que
centra en los siguientes aspectos:
Cita textualmente el artículo 9 de la Ley 734 de 2002 como la norma aplicable a este
caso, para resaltar la presunción de inocencia del investigado y la falta de tipicidad de la
conducta, de acuerdo con las pruebas decretadas y practicadas en la actuación, las
cuales a su modo de ver ni siquiera alcanzan a generar duda sino que demuestran la
ausencia de responsabilidad de su defendido respecto al comportamiento reprochado
de someter a malos tratos a sus subalternos, que existen versiones disímiles entre los
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testigos y el ánimo vengativo entre los deponentes para generar perjuicios a como de
lugar a su prohijado.
2). El segundo aspecto alegado es la flagrante violación del artículo 163 de la ley 734
de 2002, que concreta en el hecho de contener la decisión de cargos y el fallo, un
confuso, impreciso y vago concepto de violación a las normas disciplinarias, pues
señala que aunque se hizo un escaso análisis de pruebas, se omitió valorarlas de
manera eficiente conforme a las reglas de la sana crítica; estima que el a quo se refiere
a pruebas que guardan relación con los hechos pero no con la condu cta imputada a su
defendido.
Estima que la persona debe gozar de todas las garantías y privilegios para que pueda
ser vencida en una causa determinada, previo el recaudo de sus propias
manifestaciones acerca de las conductas cuestionadas dentro de cualquier actuación
que se le siga, resaltando que cuando se oculta la acusación, se esconden las pruebas,
se desconocen los recursos, se le niegan las nulidades reclamadas, no se notifican las
aperturas de indagación y de investigación, es evidente la violación al derecho de
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defensa, razones que invoca la apoderada para que esta instancia reconsidere la
declaratoria de nulidad que fue descartada por el a quo.
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Menciona lo señalado por algunos tratadistas en el tema de la ilicitud sustancial 29, para
resaltar que el a quo no advirtió la ausencia de tipicidad y por ende de ilicitud sustancial,
aspectos que considera no fueron valorados por el a quo, porque de hacerlo hubiese
conllevado al archivo definitivo del proceso como lo dispone el artículo 73 de la Ley 734
de 2002, tal como ocurrió en la investigación radicada con el IUS 2009-268411 que
cursaba por los mismos hechos y descripción fáctica.
Precisa que es reprochable desde todo punto de vista la flagrante violación del debido
proceso que comporta el fallo de primera instancia en los aspectos que motivaron la
solicitud de nulidad de lo actuado; aduce que el juez disciplinario no analizó y valoró los
elementos de convicción de los hechos materia de investigación y la responsabilidad del
disciplinado al emitir la sanción, pues las pruebas no demuestran más allá de una du da
razonable sobre la comisión de la conducta, en cambio dan certeza que ese
comportamiento no se le puede atribuir.
Las razones principales que invoca la defensa para pedir la absolución del investigado
las sintetiza así:
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Según la apoderada, los yerros que advierte en la providencia guardan relación con: (1)
el principio integral de apreciación de la prueba (artículo 141, inc.1º de la Ley 734 de
2002), porque no se cotejaron los testimonios unos con otros en el momento de
valorarlos ni se tuvieron en cuenta los documentos que desde el punto de vista
probatorio demostraban la ausencia de responsabilidad del encartado, en especial la
ilógica comisión de maltrato o agresión; (2) los postulados de la sana crítica, pues no
basta con enunciar que se aplicaron sino indicar a cuál de ellos se acudió en la
valoración probatoria; (3) falso juicio de identidad de las pruebas, porque se deformó el
contenido del hecho que resulta de dichas probanzas, por cuanto los testigos de cargo
Gilbert Erney Valencia, John Jairo Canal y Jairo Antonio Arenas, refieren diferentes
palabras como clases de maltrato o agresión, “bandidos, corruptos, delincuentes”, sin
saber a ciencia cierta cuál de las tres expresiones encuadra en el comportamiento
censurado, y aún así el fallo se basó en deducciones que no se desprenden de esas
declaraciones, tergiversando su contenido material, derivando de manera subjetiva y
sin sustento la existencia del hecho que no es real frente a lo imputado y sancionado.
Para la defensa, se dejó de valorar por el a quo las declaraciones de los señores
Agustín Fuentes Hernández y Hernando Giraldo Atehortua, de las que se colige la
ausencia de tipicidad y responsabilidad de su representado en la conducta endilgada;
de manera textual cita lo afirmado por estos testigos cuando se les interrogó acerca de
las expresiones que al parecer dio el oficial investigado por radio, quienes refirieron no
haber escuchado ningún maltrato, respuesta que acoge el apoderado por ser cierta,
bajo juramento, con un contenido de veracidad y realidad fáctica, circunstancial y
probatorio, por ser funcionarios policiales que trabajaban en la misma estación de los
otros declarantes. Agrega que la carga de la prueba recae sobre el operador
disciplinario quien debe estimar cuáles considera útiles, conducentes y pertinentes para
buscar la verdad real de las cosas, actividad que a su modo de ver realizó de manera
deficiente y escasa el a quo, en contra de su protegido. Estima que ante la duda sobre
las presuntas expresiones del coronel Ninco, ésta debió resolverse a favor del
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Respecto al cargo formulado aduce que de acuerdo con la descripción típica contendida
en el artículo 35 numeral 2 de la Ley 1015 de 2006, en el fallo no se determina qué
conductas realmente cometió su poderdante, sí fue una agresión o un sometimiento a
malos tratos o las dos, y sí las dirigió hacia el público, los superiores, subalternos o
compañeros, lo que dificulta una adecuada defensa conforme a lo enrostrado y
convierte el cargo en anfibológico porque genera confusión sobre el objeto de la
conducta y el sujeto pasivo de la misma, relegado a lo que la instancia quiso endilgar,
con un análisis y probanzas valoradas de manera subjetiva, que adecuó
circunstancialmente en desmedro de los principios y derechos que atañen a todo
investigado.
2. Temas a abordar
3. De la solicitud de nulidad.
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Advierte la Sala, que todos los planteamientos y alegaciones que expone el recurrente
en su escrito relacionados con la presunción de inocencia, la falta de tipicidad de la
conducta, la ausencia de ilicitud sustancial y de culpabilidad de su defendido, la duda
sobre la existencia de la falta, el confuso, impreciso y vago concepto de violación a las
normas disciplinarias30, tienen que ver con la valoración de la prueba en la que se
sustentó la decisión, que de acuerdo con lo señalado por la apoderada no se hizo de
manera eficiente, completa, conforme a las reglas de la sana crítica, porque al parecer
se incurrió en yerros en el momento de apreciarlas, se deformó el contenido del hecho
que resulta de las probanzas y algunas de ellas presuntamente no guardan relación con
la conducta imputada.
Al revisar el proceso disciplinario se evidencia que este tema fue objeto de solicitud de
nulidad por la defensa en su escrito de descargos, negada por la instancia mediante
providencia de 14 de septiembre de 2011 31, recurrida por el sujeto procesal, y
confirmada por el a quo el 29 de marzo de 2012 32; en este orden, como quiera que la
decisión que se pronuncia sobre la nulidad solo es susceptible del recurso de
reposición, en lo términos señalados en artículo 113 de la Ley 734 de 2002, y éste ya
fue resuelto dentro de la oportunidad procesal correspondiente, ello impide que ésta
30 Este argumento si bien lo aduce cuando invoca como causal de nulidad, la f lagrante violación del
artículo 163 de la ley 734 de 2002, en la explicación que da lo relaciona directamente con la valoración
probatoria.
31 Folios 354 a 357 cuaderno 2.
32 Folios 402 a 404 cuaderno 2.
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Sala la analice nuevamente bajo la óptica de la causal de nulidad alegada, por lo tanto
se estudiará como un argumento más del recurso, con miras a establecer sí se presentó
el acto irregular reclamado y admite convalidación.
33 Folios 28 a 32 cuaderno 1.
34 Folios 34 y 35 ídem.
35 Folio 64 ídem.
36 Folio 42 y 43 ídem.
37 Folio 50 ídem.
38 Folio 51 ídem.
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El anterior análisis probatorio nos permite colegir que la primera instancia realizó las
diligencias necesarias para localizar al disciplinado Ninco Bermúdez con el fin de
notificarle personalmente la providencia que dispuso el inicio de la investigación
disciplinaria en su contra. Según se observa, para el 23 de febrero de 2010 cuando se
produjo la notificación por edicto, había transcurrido un mes y 9 días desde que la
secretaria de la Delegada envió el escrito a la Dirección de Recursos Humanos de la
Policía en la ciudad de Bogotá (14 de enero de ese año) para que le comunicara la
decisión, y veintiún días, contados a partir de 2 de febrero de 2010, cuando el Jefe (E)
de la oficina del Área de Talento Humano de Armenia le dio a conocer al oficial a través
del correo institucional, el contenido del telegrama 0075 proferido en esa fecha por la
Procuradora Provincial de Armenia, y del oficio de 26 de enero de ese año emanado de
la Procuraduría Provincial de Nariño, enterándolo de la diligencia que se llevaría a cabo
el 15 de febrero de la mencionada anualidad, plazo que para esta Sala es más que
prudencial y suficiente, enmarcado dentro de los parámetros señalados en el artículo
107 de la Ley 734 de 2002 para la notificación por este medio supletorio, teniendo en
cuenta que la norma consagra: “Sí vencido el término de ocho días a partir del envío de la
citación, no comparece el citado, en la Secretaría se fijará edicto por el término de tres (3) días
para notificar la providencia”, como en efecto se hizo40.
Así las cosas, para este Despacho es claro que no le asiste razón a la apoderada en
señalar que la notificación del auto de apertura de investigación no se le llevó a cabo en
debida forma, pues como se explicó, ante la imposibilidad de hacerlo personalmente
porque el disciplinado no compareció, fue necesario acudir al mecanismo del edicto que
la misma Ley disciplinaria contempla para esos casos. Por lo tanto, no puede predicarse
vulneración del debido proceso en esa etapa procesal, pues se observa que incluso se
le informó al oficial de la diligencia que se llevaría a cabo el 15 de febrero de 2010,
indicándole el número del expediente, precisamente para que estuviera presente y
ejerciera sus derechos de contradicción y defensa, oportunidad que tuvo durante más
de trece (13) meses, contados desde el 2 de febrero de 2010, cuando se le envió al
disciplinado el correo institucional enterándolo del contenido de las decisiones
adoptadas en éste radicado, hasta el 30 de marzo de 2011, fecha en la que se profirió
el auto de cargos, razones suficientes para descartar que se le desconoció al sujeto
procesal las bases fundamentales y las garantías de la instrucción y juzgamiento.
Teniendo en cuenta que ninguno de los planteamientos esgrimidos por la defensa como
causales de nulidad tienen la connotación para declarar la invalidez de la actuación a la
luz de previsto en el artículo 143 de la Ley 734 de 2002, la Sala negará por
improcedente la solicitud deprecada, y a continuación se referirá a los demás
argumentos del recurso, en especial a la valoración probatoria que es el tema central de
discusión.
39 Folio 52 cuaderno 1.
40 Folio 54 ídem.
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Estima este despacho que es necesario en primer orden examinar sí le asiste razón a la
defensa cuando señala que la investigación se deriva de un sinnúmero de qu ejas, qu e
fueron encausadas en un presunto acoso laboral, investigado y archivado en el IUS
2009-268411, por lo tanto se determinará si se trata de los mismos hechos.
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Significa entonces que aunque existe similitud en cuanto a los hechos denunciados por
los señores VALENCIA y RODRÍGUEZ respecto al disciplinado NINCO BERMÚDEZ,
sin embargo en el radicado 2009-268411 no existió un pronunciamiento específico de la
Delegada en torno a las manifestaciones que presuntamente dirigió por radio el oficial
en contra de los uniformados de la Estación de Policía de Quimbaya, esto fue el objeto
de la imputación en las presentes diligencias distinguidas con el IUS 292859,
comportamiento que para la instancia transcendió desde dos puntos de vista: (i) un
posible maltrato contra sus subalternos y (ii) la presunta incursión en una expresión
injuriosa contra los mismos, reproches que se enmarcaron en las conductas previstas
como falta disciplinaria en los numerales 2 y 3 de la Ley 1015 de 2006, en cambio,
recordemos que las situaciones descritas en el expediente 2009-268411 fueron
analizadas desde la óptica de un acoso laboral de conformidad con la Ley 1010 de
2006. Ahora, aparece acreditado que al proferir el fallo en el IUS 292859, la instancia
descartó la presencia de la segunda parte del cargo, al considerar que no se trataba de
una manifestación injuriosa, y en esto coincide con la decisión adoptada en el radicado
IUS 268411.
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La conducta fue calificada en el auto de cargos provisionalmente como una falta grave,
apreciación que se mantuvo en el fallo; en cuanto a la forma de culpabilidad en la
imputación se consideró que el comportamiento del oficial figura como descuidado e
imprudente en el trato que se debe dar a los uniformados, valoración que en la decisión
de instancia se le concretó a título de culpa grave, por inobservancia del cuidado
necesario que debía imprimir a sus actuaciones, y la imprudencia en sus palabras.
En primer orden se examinará por esta colegiatura los testimonios que sustentan fáctica
y jurídicamente la conducta motivo de reproche al disciplinado, confrontados entre sí y
con los rendidos por otras personas, a efectos de establecer sí en el grado de certeza
conducen a demostrar objetivamente la existencia de la falta disciplinaria, a la luz de las
disposiciones normativas citadas como infringidas, y, sí pueden ser consideradas como
un medio de prueba suficiente e idóneo para endilgarle responsabilidad al encartado.
El cargo endilgado se sustentó en las declaraciones rendidas por los Agentes Gilber
Erney Valencia Callejas (folios 140 a 141) y Jairo Antonio Arenas Álvarez (folios 253 a
255), y en la del Patrullero John Jairo Canal Bautista (folios 145 a 146); según la
instancia, éstas personas fueron contestes en señalar que el 4 de abril de 2009, a raíz
de un operativo de requisa que le fue cuestionado al Patrullero Canal Bautista, el
Teniente Coronel Ninco Bermúdez hizo manifestaciones por radio indicando qu e todos
los policías de la Estación de Quimbaya eran unos “bandidos”, testimonios que encontró
concordantes con el dicho del quejoso quien señaló que se había sentido agredido por
ser miembro de la unidad policial a la que se había referido el oficial en términos
soeces. (Folio 301 cuaderno 2).
En el fallo se transcribió y resaltó parte de las declaraciones rendidas por los tres
uniformados citados en precedencia y de otros dos testigos, así:
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“ … Que él iba a informar a los jefes de ese caso, luego de unos minutos llegó mi Capitán
LÓPEZ TOBO, Comandante de Distrito manifestando la misma situación, que por qué lo
habíamos dejado ir, y que iba a informar a mi Coronel ÁLVARO NINCO, el cual salió minutos
después por la radio diciendo que todos los policías de la estación éramos unos bandidos,
desde el auxiliar más nuevo hasta el más antiguo” . (Folio 144).
“… Para la fecha el señor Teniente Coronel NINCO, dijo por la radio interna de la Policía que
nosotros éramos unos delincuentes, esto lo dijo en contra del personal que laboraba en la
estación de policía de Quimbaya”. (Folio 253).
Del Intendente Agustín Fuentes Hernández, quien señaló en relación con los hechos
objeto de investigación:
“Referente a las manifestaciones de expresiones dadas por el señor coronel Álvaro Ninco
Bermúdez como subcomandante en ciertas ocasiones cuando yo lo escuché por radio era
cuando hacía los programas donde nos daba las consignas referentes al aumento de la
operatividad y el trabajo sobre prevención, para prevenir los delitos de mayor impacto, esto es
muy normal en los comandos del departamento ya que de manera constante nos está exigiendo
mejores resultados”. (Folio 133).
“… Nunca escuché esa comunicación, igualmente los señores coroneles por radio salían muy
poco ya que ellos trabajaban por otro canal y si de pronto lo hicieron, lo hicieron un día que yo
no estaba trabajando… Nunca escuché agresiones o maltratos porque los señores coroneles
mantienen en Armenia y nosotros trabajamos en Quimbaya.”
Según el señor Gilber Erney Valencia el investigado a través de la radi o, “en forma
amenazante manifestó que del Comandante para abajo todos los policiales de
Quimbaya eran unos corruptos y daba la impresión que estuvieran vinculados con
delincuentes…”.
El señor John Jairo Canal señala que el disciplinado “salió minutos después por la radio
diciendo que todos los policías de la estación éramos unos bandidos, desde el auxiliar
más nuevo hasta el más antiguo...”
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El señor Jairo Antonio Arenas manifestó que “el señor Teniente Coronel NINCO, dijo
por la radio interna de la Policía que nosotros éramos unos delincuentes”.
El quejoso Carlos Alberto Rodríguez Osorio, denunció que el disciplinado “por medio de
comunicación por radio se dirigió a todos los policiales de Quimbaya, manifestando que
éramos corruptos y aliados con delincuentes”.
De acuerdo con lo expuesto, en síntesis el único testigo que señaló que el investigado
utilizó la expresión “bandidos” en los términos indicados en el auto de cargos, fue el
patrullero John Jairo Canal, y en este orden la Sala no encuentra acertado el
planteamiento del a quo respecto a la coincidencia en el dicho de los declarantes, en los
que apoyó su decisión.
• Tampoco hay precisión en los testigos de cargo, sobre las personas contra quienes
el oficial investigado supuestamente se dirigió en los términos de “bandidos”.
El señor Valencia indica que se refirió “del Comandante para abajo”; según el Patrullero
Canal “desde el auxiliar más nuevo hasta el más antiguo”; el señor Arenas indica que
señaló que “nosotros éramos…”, y el señor Rodríguez, quejoso en estas diligencias,
precisó que “se dirigió a todos los policiales de Quimbaya”.
• Los cuatro testigos refieren como antecedente de las presuntas manifestaciones del
Coronel Ninco Bermúdez, un procedimiento que se llevó a cabo el 4 de abril de 2009, y
aunque el quejoso y el señor Valencia coinciden en el nombre del Patrullero Canal
Bautista como la persona encargada del operativo, y esto lo confirma el dicho del propio
uniformado, no corresponde con lo declarado por el señor Jairo Arenas pues manifestó
que fue el Patrullero Galeano quien participó en la requisa al vehículo.
Independientemente de que uno de los testigos no haya precisado el nombre exacto del
uniformado, es innegable que en los cargos y en fallo se tuvo en cuenta los resultados
de ese operativo como un hecho indicador de las expresiones que supuestamente
empleó por radio el TC. Bermúdez en contra de los “subalternos” de la Estación de
Policía de Quimbaya, por lo tanto, considera la Sala, que sí la decisión del a quo se
apoyó en la declaración del Patrullero Canal Bautista para dar por cierta la conducta
reprochada al disciplinado, debió analizar el contexto de ese testimonio, pues allí no
señala a los señores Rodríguez, Valencia y Arenas como las personas que
presenciaron lo ocurrido en el momento del procedimiento policial ni después.
Estima este despacho que la actividad probatoria realizada por la instancia no fue
suficiente, con miras a establecer la existencia de la falta y la responsabilidad del
investigado.
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compañera del patrullero que participó en el operativo eran importantes para comprobar
o desvirtuar el comportamiento reprochado al servidor, sin embargo, esta prueba no se
recaudó.
• Adicionalmente este despacho advierte una falencia en la valoración probatoria de la
prueba testimonial recaudada, pues no se tuvieron en cuenta a favor del disciplinado los
testimonios del Intendente Agustín Fuentes Hernández y del señor Hernando Giraldo
Atehortúa, uniformados que también pertenecían a la Estación de Policía de Quimbaya ,
el primero en calidad de Subcomandante y el segundo como Intendente; ninguno de
ellos se refirió al procedimiento policivo y ambos manifestaron no haber escuchado al
oficial investigado dirigirse por radio contra los integrantes de esa Unidad en los
términos de “bandidos” que se le imputa en el auto de cargos, y que indica el testigo
John Jairo Canal, ni utilizar las otras expresiones que señalan el quejoso y los
uniformados Valencia y Arenas.
4.1.5. Aunado a lo expuesto, esta colegiatura considera que los simples testimonios
recaudados y valorados en forma deficiente, sin haber decretado el de los tres testigos
que presenciaron los hechos, tampoco constituyen la prueba idónea para demostrar la
existencia de la falta y la responsabilidad del investigado, por cuanto sí la “radio” fue el
medio que al parecer utilizó el TC. NINCO BERMÚDEZ, se debió solicitar la respectiva
grabación al Canal del Tercer Distrito de la Estación de Policía de Quimbaya del 4 de
abril de 2009, señalado de manera específica por el quejoso, con el fin de corroborar sí
se dieron esas manifestaciones, los términos empleados, contra quienes iban dirigida s,
y lo más importante efectuar el respectivo cotejo de voz para verificar sí correspondía a
la del oficial encartado, pues aunque en su versión no desconoció haberse comunicado
por radio con quienes participaban en un procedimiento en la plaza de Quimbaya,
precisó no recordar haber acusado a alguien directamente, ni haber utilizado la palabra
que el Agente Rodríguez refiere en su declaración, ya que no suele emplear el término
de “bandidos”, si no lo que pudo decir es que se iba a investigar el procedimiento, ya
que como mínimo debió ser inmovilizado el vehículo, situación que la comentó con el
Comandante de la Región, quien dispuso realizar una prueba de polígrafo.
Aunado a lo expuesto, se debe tener en cuenta que de acuerdo con el dicho del
implicado, nunca tuvo la oportunidad de tratar al señor Agente Carlos Alberto
Rodríguez, quejoso en las presentes diligencias, ni dependía jerárquicamente del
investigado, ni hubo una relación profesional directa con él, se pregunta entonces la
Sala, cómo hizo el uniformado para identificar que la voz que presuntamente escuchó
por radio correspondía a la del oficial y no a otra persona?; por qué no hay prueba que
otros integrantes de la Estación hayan escuchado las supuestas palabras que contra
ellos dirigió el oficial, en contra “del comandante hacia abajo”, si no únicamente el señor
Gilber Erney Valencia Callejas, quien denunció primero en los mismos términos en el
radicado IUS 2009-268411, el Patrullero Canal Bautista, quien tuvo que ver con el
procedimiento cuestionado, y el señor Arenas Álvarez quien no tiene claro el nombre
del uniformado que participó en ese operativo, en cambio se pasa por alto las
declaraciones del Subcomandante de esa Unidad y de Intendente Agustín Fuen tes,
quienes no escucharon nada, se considera que además de la grabación que era la
prueba idónea, la instancia debió decretar otros testimonios de los miembros de esa
Unidad Policial, incluidos los de las tres (3) personas que según el PT. Canal
presenciaron los hechos, y hasta de algunos ciudadanos, como quiera que de acu erdo
con el fallo las presuntas frases del disciplinado en contra de los policiales de la
Estación dejó en entredicho su imagen y honorabilidad ante la colectividad, cu an do n i
siquiera está probado cuáles fueron las palabras que realmente utilizó.
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Para la Sala, los simples testimonios de cargo, que como quedó visto no son uniformes
en cuanto a la descripción de los hechos, las palabras que supuestamente utilizó, a
quiénes iban dirigidas, no son suficientes, ni pueden considerarse como la prueba
idónea para demostrar la existencia de la falta frente al cargo formulado y en ese orden
determinar la responsabilidad del investigado, como quiera que el material probatorio
recaudado no fue valorado de acuerdo con los criterios de la sana crítica, en los
términos del artículo 141 de la Ley 734 de 2002, ni se tuvo en cuenta que la misma
norma dispone que “en toda decisión motivada debe exponerse razonadamente el
mérito de las pruebas en que ésta se fundamenta”, por lo tanto es claro concluir, que no
existen elementos de juicio que permiten deducir en el grado de certeza que el Teniente
Coronel ÁLVARO NINCO BÉRMUDEZ, incurrió en el comportamiento reprochado por el
cual se le sancionó disciplinariamente, como bien lo señalan los argumentos de la
defensa.
RESUELVE
QUINTO. Remitir al SIRI copia del presente fallo, por la Procuraduría Delegada para
la Policía Nacional, para la desanotación de la sanción.
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NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE
Proyectó: MHGC
Expediente n.° 161 – 5696 (IUS 2009 – 292859).
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