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LA COMUNICACIÓN

POLÍTICA EN LOS
GOBIERNOS
REPRESENTATIVOS
Alan Mijael Jorge Ramírez Alvarado

SEMINARIO IV MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y POLÍTICA


Dr. Alejandro López Gallegos
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Introducción

En el presente ensayo se hará hincapié en la importancia de la comunicación dentro de


las relaciones políticas constitutivas de las sociedades modernas. Para ello, partiremos
primero en una definición sobre el gobierno representativo, forma política que toman la
mayoría de las sociedades modernas. De esta primera parte tomaremos las partes
fundamentales que constituyen a un gobierno representativo en términos de Manin para
observar en donde podemos resaltar la importancia de la comunicación dentro del sistema
político.

Enseguida, pasaremos a deliberar la definición de comunicación política más relevante


para este trabajo, porque como veremos más adelante en el desarrollo de este apartado
existen diversas definiciones que varían según la disciplina y el objetivo de estudio sobre
la comunicación política. Asimismo, se detallará brevemente los modelos que se han
creado a partir de tres actores fundamentales de la comunicación política según
Mazzoleni.

Para el tercer apartado nos adentraremos en las diferencias técnicas que destaca
Thompson entre los medios de comunicación de masas, y los medios de comunicación
digital. Ya que como primer planteamiento afirmo que las diferencias técnicas van a
“deformar” o, mejor dicho, reestructurar las relaciones políticas entre la ciudadanía y los
sujetos políticos debido a cada vez más una mediatización de sus relaciones.

¿Gobiernos democráticos o Gobiernos representativos?

Manin parte de la idea general de Schumpeter para decirnos que dentro de la ciencia
política teorías como la de que él propone se han calificado de elitistas; pero no por
desarrollar una teoría de las élites o únicamente basarse en las descripciones de los
representantes, sino por subrayar una diferencia esencial entre lo que Manin va a
denominar gobierno representativo y gobierno del pueblo (Manin,2006). Esta diferencia
esencial radica en que el pueblo no va a elegir la forma en cómo se toman las decisiones,
es decir, no va a tomar directamente las decisiones que mejor le convengan, sino que,
únicamente dentro de una oferta de opciones políticas decidirá la mejor (o la menos peor,
según sea el caso) y, por tanto, dejará al representante la última palabra sobre como
conducir la vida política de ese grupo social.
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Dicho esto, Manin desarrolla cuatro características fundamentales que van a conformar la
institucionalización de lo que él va a preferir llamar los gobiernos representativos. El
primer punto es la independencia parcial de los representantes, el segundo es la libertad
de opinión pública, el tercero el carácter periódico de las elecciones y, por último, el juicio
mediante la discusión; que en su conjunto institucional conforman la base fundamental de
los gobiernos representativos.

La independencia parcial de las representantes arguye a que la figura de la representante


siempre mantiene una independencia de las exigencias o intereses de quienes la eligieron
para representarlas. Aunque la idea del mandato imperativo siempre estuvo presente, las
primeras democracias modernas como Inglaterra, Francia y los Estados Unidos solo
dejaron al electorado poder influir en las decisiones que quienes los representaban, pero
sin tener legalmente un mando directo sobre las decisiones. Y en cuanto a la revocación
de mandato, la Comuna de París siguiendo las ideas de Marx estableció en 1871 un
sistema de revocabilidad permanente de los miembros del Consejo (Manin, 2006).

Un ejemplo funcional que Manin nos da sobre porque el mandato imperativo resulta
incorrecto en las democracias representativas es el siguiente “[…] el que las autoridades
públicas necesiten adoptar una serie de decisiones concretas para adaptarse a las
circunstancias cambiantes, un sistema de mandatos imperativos es impracticable” (Manin,
2006:205). Debido a que quienes representan los intereses de la ciudadanía necesitan
siempre un margen de libertad para actuar según la contingencia social, política,
económica, ambiental. Etc. Asimismo, Manin recuperando a Weber menciona que el dar
“[…] instrucciones presuponen que el electorado conoce de antemano las cuestiones que
deberá abordar el gobierno” (Weber en Manin, 2006:205). Por tanto, el hecho de hacer
vinculante la idea del mandato imperativo necesitaría de condiciones muy poco probables
de que en los hechos se dé.

En cuanto a la revocación de mandato, se verá reducido simplemente a la significación


social que se le otorgue a la falta de compromiso por parte de las representantes y, en
algunos casos a sus podrá frustrar sus aspiraciones de reelección si es que existe voto de
castigo.

Por tanto, mientras el mandato imperativo no es para nada práctico, lo único válido sería
la influencia de la opinión pública para que quienes las representan lo tengan en cuenta y
actúen según los resultados de los sondeos. Y en ves de la revocación de mandato, el
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electorado solo ejerce mediante el voto la no reelección de quienes están en los cargos
de representación pública.

La opinión pública libre como segundo factor va a requerir dos elementos. El primero es el
hecho “[…] de que los gobernados pueden formarse sus propias opiniones sobre
cuestiones políticas, es necesario que tengan acceso a informaciones políticas, lo que
exige que las decisiones gubernamentales se hagan públicas” (Manin, 2006:206). Sino
de qué forma se va a construir la opinión pública, con que datos puede la ciudadanía
evaluar las decisiones tomadas por un grupo político.

“El segundo requisito de la libertad de opinión pública es el de la libertad de expresar


opiniones políticas en todo momento, no sólo cuando se vota en elecciones.” (Manin,
2006:207). La libertad de expresión no debe de reducirse únicamente al voto electoral, la
participación ciudadana va más allá que solo expresarse en la elección de una oferta
política, también puede hacerlo de formas no institucionalizadas como la protesta política
que podría llevar a influenciar una decisión de quienes gobiernan para cambiarla.

Como lo adelanté un poco, “La libertad de opinión, entendida en su dimensión política,


aparece, por tanto, como una contrapartida a la ausencia del derecho a dar instrucciones.”
(Manin, 2006:210). Por lo cual, tanto las manifestaciones políticas como los sondeos de
opinión que reflejan las tendencias de la opinión pública toman importancia dentro del
sistema político. Esto tampoco quiere decir que toda ciudadana tenga la capacidad de
influir sobre las decisiones ya que, en el caso de las protestas sociales, también, son
conducidas por grupos de personas, aunque si bien cualquiera puede sumarse, siempre
reivindican intereses particulares con los cuales no toda la población puede estar de
acuerdo y, no sumarse a las mismas. Y en cuanto a los sondeos de opinión, estos están
siempre regulados o controlados según se mire por quienes los realizan; desde cómo se
va a preguntar, a quienes se les va a preguntar y sobre qué asunto se les cuestionara, por
tanto, da cabida a la duda general de si realmente expresan la voluntad ciudadana.

Para el carácter periódico de las elecciones, es una forma de influir sobre la política, es
decir, de aceptar o rechazar un programa político específico de las diversas ofertas
lanzadas al electorado, con lo cual puede votar para seguir un programa en curso o
rechazarlo y optar por una alternativa. Lo que cabría recalcar es que el voto representa
para el “pueblo” la capacidad de tomar la decisión de quienes van a tomar las decisiones
de los asuntos públicos. Por ello Manin aborda un poco el tema al describirnos que el
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hecho de elegir a representantes es ceder nuestra capacidad de autogobierno, pero de


forma periódica, con lo cual podemos continuamente decidir porque rumbo ir o que oferta
política tomar.

Justamente el voto electoral resulta tan importante para el gobierno representativo, ya sea
porque como lo dijo Dahl “[…] este carácter recurrente hace a los gobiernos
<<responsables>> o <<controlables>> ante los votantes, […]” (Dahl en Manin, 2006:219).
Porque de cierta manera, si desean mantenerse en el poder deben de ser congruentes
entre lo ofertado en campaña y en los hechos (tomar las decisiones que promovieron). O
“Por decirlo de otro modo, en todo momento está en el interés de gobierno tener en
cuenta en sus decisiones presentes el juicio que los votantes harán de ellas.” (Manin,
2006:219).

Por eso Dahl ya decía que las elecciones hacen a los gobiernos responsables o que en
cierta medida el electorado puede controlarlos ya que siempre estarán haciendo cálculos
políticos sobre sus decisiones. Porque al menos de que sus intereses no sean
predominantemente de carácter político (conseguir cargos públicos y, en el caso
mexicano financiamiento público) como lo pueden ser el promover una cultura política
distinta o simplemente que sus intereses radiquen en tener una visibilidad publica, todas
las representantes siempre tendrán en cuenta el costo político de sus decisiones, y por
tanto, el carácter de la reelección es un mecanismo que podría acentuar la
responsabilidad o el control de los gobiernos representativos.

Por último, el juicio mediante la discusión se puede simplificar muy bien en la forma en
como Manin lo menciona “[…] la verdad ha de <<hacer la ley>> […]” (Manin, 2006:227).
Es decir, cómo se va a llegar a esa verdad, quienes van a construir esa verdad y, no
menos importante, quienes optaran por consensuar esa verdad. Por ello, “[…] el debate
es el medio más apropiado para determinar la verdad y, por lo tanto, la autoridad política
central debe ser el lugar de debate, o sea, un parlamento.” (Manin, 2006:227).

Pero esta discusión que institucionalizada se da en un primer momento en los


parlamentos y que después pasa a los medios de comunicación (esto no quiere decir que
la discusión ya no se dé en los parlamentos, es esencial para su funcionamiento, pero
parte de ella pasa a los medios de comunicación, deja de estar monopolizada por los
parlamentos) tiene características específicas, es decir, no toda conversación en el
parlamento o en los medios de comunicación puede clasificarse de esta manera, sino que
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necesariamente debe de estar compuesta los elementos de la persuasión y el empleo de


propuestas impersonales.

La persuasión tiene como función esencial generar consensos, particularmente el de la


mayoría. Y el empleo de propuestas impersonales se refiere a la proposición a largo
plazo, que no tendría necesariamente un beneficio a corto plazo y, mucho menos
personal (Manin, 2006). Por tanto, la discusión tiene como función central el crear
consensos a través de la persuasión de propuestas impersonales que generalmente
pueden desarrollar beneficios para la mayoría o los grupos a los que pertenecen los
persuadidos.

De esta manera podemos definir a la discusión dentro de los gobiernos representativos


como los “[…] intercambios totalmente desinteresados en los que los interlocutores tratan
de persuadirse mutuamente para adoptar una posición únicamente basada en lo que sea
la verdad y sea acorde con las normas éticas.” (Manin, 2006:244). Asi, es como nos
podemos referir a la construcción de la verdad que fue con lo que empecé este último
factor constitutivo de los gobiernos representativos, las cuales a través de la discusión
pueden formar leyes, es decir, formas de conducir la vida política de una sociedad.

Dentro de los cuatro fundamentos constitutivos de las democracias representativas


podemos hallar diversas formas de interacción comunicativa a partir de tres actores, los
sujetos políticos, los medios de comunicación y la ciudadanía.

En cuanto a la independencia parcial de las representantes la comunicación va a tomar


relevancia a partir de, por ejemplo, el convencimiento de que una decisión específica fue
tomada para el bien de la sociedad, algo así como el discurso de López Obrador sobre el
dejar ir libre al hijo del Chapo Guzmán por el bien de la ciudadanía de Culiacán, Sinaloa.
Asi los medios de comunicación coadyuvan al presidente a esparcir su decisión política,
ya sea reafirmándola o criticándola, en donde cualquier postura crea discursos que
pueden o no, tener consecuencias políticas como la aprobación misma del jefe de Estado.

Para la libertad de opinión pública el contar con medios de comunicación para su


interlocución con el gobierno resulta de mucha ayuda para encaminar demandas sociales.
Asi, en las marchas por Ayotzinapa que se dieron en el 2014 al ser televisadas,
posiblemente muchas personas al ver que otras se estaban manifestando por ese acto
terrible hacia los estudiantes de la normal rural Isidro Burgos decidieron unirse y, en
mayor volumen protestar y ejercer presión en el gobierno de Enrique Peña Nieto. Por
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tanto, algunas personas al conocer que existen otras realizando actos políticos con los
cuales están de acuerdo pueden o no sumarse, pero el simple hecho de transmitir los
hechos puede modificar los comportamientos políticos de la ciudadanía y otros actores
políticos.

Cuando hablamos de las elecciones periódicas no nos cabe duda de la gran importancia
de la comunicación ya que todo el tiempo está presente en las campañas electorales. Los
y las candidatas a pesar de muchas veces tener que ajustarse a estándares televisivos
como lo es el maquillarse, peinarse, arreglarse de cierto modo, los usan para su propio
beneficio, que en este caso es el convencer a la mayor parte del electorado para que
voten por ellos (as).

Y en el juicio mediante la discusión, se habla mucho de que hoy en día esta discusión ha
dejado en buena medida los espacios parlamentarios para dar paso a nuevos espacios de
discusión como lo son los medios de comunicación, en un primer momento los de masas
(televisión, radio, prensa) y en un segundo momento los medios digitales (redes sociales).

Comunicación política

“La propia expresión, que combina dos vocablos conocidos para la mayoría, ayuda a
establecer un nexo de reciprocidad entre los dos mundos, el de la comunicación
(televisión, prensa, información) y el de la política (partidos, líderes, candidatos,
Parlamento).” (Mazzoleni, 2010:17).

Justo a la naturaleza interdisciplinar de la comunicación política es que podremos


encontrar diversas definiciones que traten de atacar problemas o situaciones en concreto,
por ello, es que varias autoras tratan de dar definiciones generales; aun así, los tres
principales actores de la comunicación política son de gran relevancia para observar la
forma en como interaccionan entre ellos y construyen continuamente a la comunicación
política.

Para comenzar a delimitar el marco de la acción de la comunicación política debemos de


remitirnos al concepto de esfera pública ya que lo que nos interesa es el ámbito político
de la comunicación y, no todo concierne a la política. Así Habermas nos dice que la esfera
pública es aquella donde existe “[…] control y […] gestión del poder, de la representación
de la voluntad popular, de la discusión y la opinión pública y de la publicidad.” (Habermas
en Mazzoleni, 2010:22).
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Pero para ser más certeros en este trabajo hay que delimitarla aún más, ya que podemos
hacer dos distinciones a partir de esta primera, la esfera pública cultural y esfera pública
política. “La primera es aquella en la que circulan las ideas y las discusiones a propósito
de la literatura y las artes […]” (Mazzoleni, 2010:23). Y “La esfera pública <<política>>
constituye el espacio discursivo, institucional y topográfico en el cual la población, en su
papel de ciudadanía accede a lo que metafóricamente podríamos llamar el diálogo social
que aborda cuestiones de interés común […]” (Dahlgren en Mazzoleni, 2010:23,24).

A pesar de que esta definición es un ideal imperativo, es decir, que presupone varias
condiciones como que la ciudadanía esté informada, sea crítica para con la toma de
decisiones y, por ende, que sea políticamente activa, como nos dice el autor sirve como
un instrumento heurístico con lo cual podemos calificar a las instituciones encargadas de
socializar a la ciudadanía (Mazzoleni, 2010).

De esta manera, se distinguen dos diferentes modelos de comunicación política en donde


la diferencia principal y sustancial radica en la intervención y funcionalidad de los medios
de comunicación. En el primer modelo “propagandístico-dialógico” en donde los tres
actores los sistemas de los medios, el sistema político y la ciudadanía en su interrelación
están construyendo a la vez un sistema de comunicación política, aunque si vamos un
poco más a fondo cuando las tres están en constante interacción es cuando se constituye
la comunicación política mediatizada, es decir, los tres actores de forma simultánea están
en constante intercambio de información del ámbito político (Mazzoleni, 2010).

Por ejemplo, las campañas electorales. En estas las aspirantes están en busca de un
cargo de representación pública y en la lógica del convencimiento para atraer el voto de la
ciudadanía presenta un programa político el cual será distribuido a través de los medios
de comunicación, pero estos no se limitan únicamente a publicitar los programas, sino que
también, los critican y pueden postularse los distintos actores a favor o en contra; pero
esto al hacerlo en los medios de comunicación – su consecuencia lógica – es que lo
hacen para un público más amplio, la ciudadanía.

Para el “modelo mediático” lo que el autor hace es darle un valor añadido al que él
considera el principal actor en la actualidad, ya que con la llegada de la televisión – y
ahora de la internet, que se discutirá más adelante – los medios de comunicación tienen
un mayor peso que el de los sujetos políticos y de la ciudadanía. Con lo cual se presencia
el surgimiento de la mediatización de la política, la cual, tanto la interacción de los
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sujetos políticos como de la ciudadanía se dan a través de espacios mediatizados, en su


mayoría; esto no quiere decir que no existan espacios de interacción entre el ámbito
político y la ciudadanía sin que necesariamente tenga que estar mediatizada, pero cada
día más la mediatización de está interacción se vuelve más predominante (Mazzoleni,
2010).

Dicho lo cual, “Desde este punto de vista, la comunicación política es el producto de la


interacción y de la competición entre distintos actores en el espacio público mediatizado.”
(Mazzoleni, 2010:30). Pero esta definición es muy genérica y demasiado simple ya que no
nos dice más sobre cómo interactúan estos tres actores o nos da pruebas de que
realmente los medios de comunicación casi monopolicen la comunicación política.

El autor para complementar esta definición nos describe las aportaciones más sustantivas
en el ámbito, partiendo de enfoques sociológicos y politológicos pero centrados en la
comunicación política.

Desde la sociología Wolton “Atribuye una enorme importancia a los medios y a los
sondeos, […] [con lo cual] Lejos de suprimir la política, la comunicación política la hace
posible en la democracia” (Mazzoleni, 2010:37). Y para McNair que se basa

“[…] en que toda comunicación tiene un fin, define a la comunicación política en torno a tres
elementos que componen el flujo comunicativo: el emisor (<<todas las formas de comunicación
empleadas por los exponentes políticos y otros actores políticos para conseguir determinados
objetivos>>), el receptor (<< la comunicación dirigida a esos actores por sujetos no políticos,
como los electores y los periodistas<<) y el mensaje (<<la comunicación sobre ellos y sus
actividades que aparece en las noticias, los editoriales y otras formas de debate
periodístico>>).” (Mazzoleni, 2010:38).

A partir de estos dos autores la sociología aporta tanto la relevancia de herramientas


políticas de comunicación como los sondeos y que toda comunicación política tiene un fin
que va desde los sujetos políticos hacia el electorado emitiendo un mensaje (cualquiera
que este sea) pero que se transmite por algún medio de comunicación y que su fin puede
ser diverso.

En cuanto a la ciencia política, Nimmo y Swanson consideran que no es posible construir


una teoría que explique a toda la comunicación política y, por ello, tratan de dar una
definición, aunque muy corta muy clara

“[…] la comunicación es una fuerza tanto para el consenso como para el conflicto; […] es al
mismo tiempo fuente de poder y de marginación, producida y consumida por los ciudadanos,
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actores más o menos autónomos, informados, determinados y creativos, pero también


modelados por estructuras […] poderosas. (Nimmo y Swanson en Mazzoleni, 2010:38).

Y para Gerstlé la comunicación política es “<<el conjunto de las técnicas y de las


estrategias que emplean los actores políticos […] para seducir a la opinión pública y
manipularla>>. (Gerstlé en Mazzoleni, 2010:38). El uso del marketing es un buen ejemplo
ya que a través de diversas estrategias se trata de vender una idea como la mejor o la
única posible.

Asimismo, Gerstlé nos da tres dimensiones de la comunicación política. a) la dimensión


pragmática “<<se utiliza para interactuar [entre emisor y receptor] conforme a
modalidades variables, entre otras: persuadir, convencer, seducir, informar, mandar,
negociar y dominar>>” (ibid.); b) la dimensión simbólica “<<pasa por ritos […] y
manifestaciones típicas, tales como los ritos de consenso y conflicto>>” (ibidem.); y c) la
dimensión estructural “[…] aquella que transita por canales institucionales (Parlamento y
administraciones públicas), canales de organizaciones (partidos) y canales mediáticos
(medios audiovisuales) e interpersonales” (Ibidem.).

La comunicación política, entonces, independientemente del enfoque teórico o el objetivo


de su análisis siempre hace hincapié en tres partes emisor, mensaje y receptor y al estar
en el ámbito de la comunicación no puede escaparse el ámbito simbólico que es lo que da
significado al fin u objetivo de toda comunicación política.

Medios de comunicación ¿Creadores de realidades políticas?

Si bien, ya se desahogó el tema sobre cómo se constituye el gobierno representativo que


es el que nos caracteriza como sociedad y la relevancia de la comunicación política
dentro de la lógica institucional del mismo. Seguido nos adentramos un poco más sobre la
construcción de la comunicación policía como disciplina y la influencia que puede tener a
partir de diferentes enfoques y objetivos. Todo ello para mostrar que la comunicación
política entendida como un mensaje simbólico de carácter político que puede ser creado
y/o recibido tanto desde los sujetos políticos como de la misma ciudadanía. Entonces, al
entrar en materia ahora hay que ver de qué formas las capacidades técnicas que
caracterizan a los diferentes medios de comunicación pueden o no crear nuevas formas o
deformar las relaciones políticas de una sociedad caracterizada por tener un gobierno
representativo.
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Primeramente, hay que rescatar de Thompson que prácticamente cualquier relación entre
sujetos conlleva relaciones de poder, y para este análisis nos enfocaremos más en el
poder simbólico y político, sin dejar a un lado los otros dos tipos de poder que Thompson
formula. De esta forma, “[…] el poder es un fenómeno social penetrante característico de
los diferentes tipos de acción y encuentros, desde las acciones políticas visibles de los
representantes del Estado hasta el mundano encuentro de individuos en la calle.”
(Thompson, 1998:29). Por tanto, los medios de comunicación son una institución que trae
consigo diversos grados de poder tanto económico como simbólico y no por menos
político.

Los medios de comunicación al poseer las características de producción de formas


simbólicas y transmitirlas, necesitan de medios técnicos para su cometido. Estos medios
técnicos no son más que los materiales con los cuales los contenidos simbólicos o la
información se va a fijar y transmitir desde un emisor hacia uno o varios receptores
(Thompson, 1998). Estos medios técnicos de la comunicación poseen tres características
fundamentales.

La primera es la capacidad de fijación, la cual nos va a permitir preservar las formas


simbólicas en un medio con diferentes grados de durabilidad, así nos permiten el
almacenamiento de información o de contenido simbólico, de ahí el nombre de
mecanismos de almacenamiento de información. En cuanto a los grados de reproducción,
nos referimos a la capacidad del soporte técnico para reproducir varias copias a partir de
un contenido simbólico específico; justo esta reproductibilidad es esencial en el carácter
comercial de los medios de comunicación ya que al crear varias copias estás pueden ser
usadas como mercancía. Y el tercer aspecto son los grados de separación espacio
temporal, a partir de la fijación y la reproductibilidad un mensaje (contenido simbólico)
puede ser extraído de su contexto original y reproducido en lugares que están muy o poco
distantes. (Thompson, 1998).

Mientras la capacidad de fijación nos permite el almacenamiento de contenidos simbólicos


y/o información, la reproductibilidad crea condiciones para la producción de copias y,
estas dos, a su vez, permiten grados de separación espacio temporal. Hay que destacar
que cuando hablamos de los medios técnicos nos referimos siempre a grados ya que
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cada medio de comunicación específico (imprenta, radio, televisión, internet) tiene


diferentes capacidades de fijación, reproductibilidad y de separabilidad espacio-tiempo.

¿Gobiernos representativos en crisis?

Pareciera que la comunicación de masas siempre ha estado inmersa en las democracias


modernas, desde el parlamentarismo que usó a la imprenta para pegar carteles en
cualquier lugar público para legitimar sus decisiones y, en ese caso reelegirse
constantemente. Pero las democracias de partidos no se quedan atrás, tenían en sus
manos a la imprenta y a través de panfletos distribuían sus programas políticos y de esa
forma luchaban por los cargos públicos. En estos dos primeros momentos el poder
económico, simbólico y político (sin dejar a un lado al poder militar) estaban muy
concentrados en el parlamento o en los partidos políticos.

A través de diversos procesos históricos la composición del sistema político ha cambiado


con el tiempo, las sociedades cada vez son más plurales, los medios de comunicación
acaparan cada día más espacios de discusión pública, la ciudadanía se identifica menos
con algún partido político y, los políticos parecen cada día más distanciados del pueblo al
parecer tener una menor capacidad de respuesta a demandas sociales.

Claro está que todo lo dicho anterior presupone condiciones específicas que abarcadas
desde un concepto muy general podemos llamarlo “democratización”; que en primera
instancia son necesarias las garantías de las libertades básicas, que las sociedades vivan
en distribuciones de riqueza no tan desiguales, que la ciudadanía tenga el carácter de ser
participativa (que esté informada, sea crítica y que se involucre más allá del voto
electoral).

Por eso Manin, no acepta que se diga que los gobiernos representativos están en crisis,
sino que, en realidad, como en la transición de un Parlamentarismo hegemónico hacia un
Gobierno de Partidos, ahora (desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad) se
viven procesos de cambio en la representación, en lo que él va a denominar
“Democracias de audiencias” (Manin, 2006).

Y este fenómeno sociopolítico podemos abordarlo desde la composición de los sistemas


políticos, pero yendo más a fondo desde las propias características de los medios
técnicos de los medios de comunicación tanto de masas como digitales. A groso modo,
los medios de comunicación de masas se refieren a la disponibilidad del contenido que
producen (imprenta, radio y televisión) a todo el público en un primer momento
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(presuponiendo que todo mundo tiene la capacidad económica de consumo), es decir,


que cualquier persona potencialmente puede consumir cualquier producto simbólico de
estos sin restricción alguna. Los medios digitales, por su parte, parten de cualquier
contenido simbólico que sea manejado a través de cualquier tipo de computadora,
llámese CPU, laptop, Tablet, smartphone.

Tentativamente, me aventuro a señalar que la comunicación es parte fundamental de las


relaciones políticas dentro de los gobiernos representativos debido tanto a sus
características técnicas de los medios de comunicación de masas, como a la “naturaleza”
propia de las formas en cómo interaccionan la ciudadanía y los sujetos políticos. Si nos
remitimos al hecho concreto de la discusión pública construida desde el parlamento,
primero, en nuestro país es televisado prácticamente cualquier debate relevante –
discusión de creación, eliminación o modificación de la constitución – y, además existen
un sinfín de canales de televisión que dan opiniones – aunque algunas parecieran
<<mostrar la verdad>> de los hechos – y, por tanto, entran en la dinámica de la discusión
política. Esto no significa que la discusión en el parlamento este devaluada o qué los
medios de comunicación se hayan apropiado de ese espacio, simplemente los medios de
comunicación amplían ese espacio y como consecuencia lógica también son
constructores de poder simbólico y tienen la capacidad de orientar las ideologías políticas,
así como las agendas públicas.

Otra conclusión es que la comunicación a través de medios digitales si viene a


reestructurar las interacciones del sistema político entre la ciudadanía y los políticos en
dos niveles. Los medios digitales en ciertos sectores de la sociedad se vuelven casi
indispensables para la vida diaria, por ejemplo, yo me informo a través de las redes
sociales tanto porque no tengo que estar pagando por ver cada artículo noticioso como
por comodidad ya que puedo informarme en cualquier hora del día y siempre esta a la
mano. Aclaro, esto presupone el contar con algún tipo de computadora (PC, laptop, Tablet
o smartphone) y acceso a internet.

Primeramente, las computadoras nos permiten una “nueva” forma de interacción, por
ejemplo, en Twitter yo puedo seguir a los y las candidatas a la alcaldía de mi municipio y
de esa forma interactuar con ellas, ya sea con un corazón, compartiendo en mi perfil
alguna acción o ideología del o la candidata de mi preferencia e inclusive comentando sus
programas políticos para bien o para mal.
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Y en segundo nivel, pero no menos importante, casi cualquier interacción social esta ya
mediada por alguna computadora o, mejor dicho, es cada vez más difícil observar los
limites entre las interacciones offline y las interacciones online (Van Dijck, 2016). Puedo
ejemplificarlo de mil maneras, cuando uno va a lugares de reunión como las plazas,
centros comerciales, la misma universidad en los pasillos con poco esfuerzo observamos
que casi en cualquier interacción entre dos personas o más está presente un smartphone,
ya sea que sea el tema central de conversación sobre algo visto en la red o que sea
usado como herramienta para mantener conversación.

Justo el primer nivel de la reestructuración de las relaciones políticas a través de los


medios digitales, posibilita lo que Manin señala sobre las democracias de audiencia.
Volviendo al ejemplo de Twitter, ahora las campañas electorales en vez de hacer hincapié
en el programa político de MORENA – no significa que ya no se tome en cuenta, sino que
pierde valor – se centran en la construcción de la personalidad carismática de López
Obrador. Y es que las computadoras a través de las redes sociales lo facilitan, basta un
click o un toque de pantalla para entrar al perfil del candidato o candidata e interaccionar
con ella.

Bibliografía

Manin, Bernard, 2006, El veredicto del pueblo y Metamorfosis del gobierno representativo,
en Los principios del gobierno representativo, Madrid, Alianza Editorial, pp. 199-
287.

Mazzoleni, Gianpetro, 2010, El campo de la comunicación política, en La comunicación


política, Madrid, Alianza Editorial, pp.17-50.

Thompson, John, 1998, Comunicación y contexto social, en Los media y la modernidad.


Una teoría de los medios de comunicación, Barcelona, Editorial Paidós, pp. 25-68.

Van Dijck, José, 2016, La producción de la socialidad en el marco de la cultura de la


conectividad, en La cultura de la conectividad. Una historia crítica de las redes
sociales, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, pp. 17-46.

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