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ACTORES Y PROCESOS POLITICOS.

Los Procesos Políticos. Definición.

Los procesos son conjuntos de acciones ordenadas hacia un fin. Por lo que
los Procesos Políticos son un conjunto de acciones ordenadas que la
finalidad a la que se pretende alcanzar sea en pro del bienestar de los
ciudadanos.

La vida política ocurre dentro de un proceso diná mico que acontece por la
interacció n social hacia la bú squeda del poder y a ocupar estructuras políticas, en
torno a las cuales también se desarrollan procesos políticos, que importan en
definitiva el bienestar de la comunidad.

Hay procesos políticos donde se toman decisiones relevantes, fuera del


orden establecido, como ocurre en los procesos de cambios políticos o procesos
revolucionarios; otros procesos se dan a nivel nacional, dentro del aparato estatal,
como los procesos electorales o los procesos de gobierno, o las demandas de los
ciudadanos; y otros involucran a distintos Estados, como los de integració n
regional o internacional. 

Los actores del proceso político son los ciudadanos, a través de la


participació n política, actuando individualmente o en grupos, y fuerzas políticas
(sindicatos, iglesia, partidos políticos) que despliegan su accionar a través de actos,
obras, proyectos o programas políticos, generalmente dentro del á mbito de la ley.

1. LA REPRESENTACON POLITICA.
DEFINICION.

La representació n política es un elemento central de la democracia moderna.


Como señ ala Sartori (1999) “todas las democracias modernas son sin duda y en la
práctica, democracias representativas”
Si la representació n consiste en la relació n de mediació n entre el titular (el
representado) y quien en su nombre ejercita dicha titularidad (el representante), la
representació n política se entiende referida esencialmente al marco de las formas
de organizació n política y, en concreto, a la relació n entre gobernantes y
gobernados. Precisamente por ello, la concepció n de la representació n política se
halla estrechamente unida a la de la soberanía.

La representación política consiste en hacer presentes las voces,


opiniones y perspectivas de los ciudadanos en el proceso de elaboración de
políticas públicas. La representación política ocurre cuando los actores
políticos hablan, abogan y actúan en nombre de otros en la esfera política.
Principios de la Representación Política.

El modelo representativo se fundó en cuatro principios:

- ELECCION: quienes gobiernan son nombrados por elecció n con intervalos


regulares.
- MANDATO REPRESENTATIVO: la toma de decisiones por quienes gobiernan
conserva un grado de independencia respecto de los deseos del electorado.
- DERECHOS Y LIBERTADES PÚBLICAS: los que son gobernados pueden expresar
sus opiniones y deseos políticos sin estar sujetos al control de los que
gobiernan.
- DELIBERACIONES PÚBLICAS: las decisiones pú blicas se someten a un proceso
de debate.

Gracias al primer principio, el poder político pasó de ser hereditario, como en


las monarquías medievales y absolutas, a sostenerse con base en el consentimiento
de los ciudadanos, quienes adquirieron el derecho de seleccionar a sus
representantes y gobernantes a través de la elecció n.

La elecció n no solo servía para seleccionar a los cargos pú blicos sino que
ademá s otorgaba legitimidad al régimen político, de ahí que este mecanismo esté
presente actualmente en todo tipo de sistemas políticos, incluidas las dictaduras.

DIMENSIONES DE LA REPRESENTACION POLITICA.

En su libro “El concepto de la representación”, Hanna Pitkin (1967) distingue


cinco dimensiones de la representació n que coinciden con las cinco acepciones que
histó ricamente ha tenido el término: autorizació n, responsabilidad espejo,
identificació n simbó lica y “actuació n por otro”.
En la primera dimensió n (autorizació n), el representado autoriza al
representante a actuar en su nombre a través del mandato de representació n.
Esta dimensió n es la base del gobierno representativo que se instauró por primera
vez en Inglaterra en el siglo XVII: mediante la elecció n el representado autoriza al
representante a actuar por él.

En segundo lugar, (responsabilidad), la representació n como


responsabilidad implica que el representante, una vez que termine su mandato
por autorizació n, debe rendir cuentas por sus acciones ante el representado.
La rendició n de cuentas es uno de los mecanismos con los que cuenta el gobierno
representativo para controlar el cará cter exclusivo de la elecció n y generar efectos
democrá ticos.

En la tercera dimensió n, (espejo), el representante actúa por el


representado porque comparte con él determinadas características
sociodemográficas (sexo, edad, etnia, nivel de estudios, profesión, clase social, etc.)
En esta dimensió n lo relevante no es lo que hace el representante sino quién es el
representante. La representació n espejo ha ido ganando peso en las democracias
de audiencia contemporá neas con la aprobació n, en algunos países, de normas
jurídicas que garantiza un porcentaje mínimo de curules para mujeres,
discapacitados o representantes de comunidades étnico-culturales o religiosas.

La cuarta dimensió n, (simbó lica), es la representació n simbó lica que tiene


lugar cuando el representante actúa por el representado porque comparte
con él actitudes, valores y creencias.

Por ú ltimo, “actuació n por otro” es la dimensió n que retoma el significado


originario que tuvo y aú n tiene el término representació n en á mbito del Derecho
privado: “la actuació n en nombre de otro en defensa de sus intereses”.

Sin embargo, se trata de la dimensió n má s alejada de representació n


política moderna porque obliga al representante a actuar en interés del
representado, vulnerando así la prohibició n del mandato imperativo. Esta forma
de representació n no es viable en las democracias actuales porque exigiría a los
representantes atender a una cantidad y variedad de intereses individuales
imposibles de abarcar por la falta de disponibilidad de tiempo y de recursos.

En definitiva, Mediante la elecció n, el ciudadano autoriza un mandato


representativo sometido a la rendició n de cuentas, pero ademá s espera que la
candidatura por la que ha votado actú e de acuerdo a los principios y valores del
partido político que integra. En esta fase del gobierno representativo, los partidos
se convierten en los principales canales de transmisió n entre los ciudadanos y el
Estado porque conectan las demandas de los individuos y grupos sociales con las
instituciones representativas.
REPRESENTACION Y DEMOCRACIA.

A grandes rasgos se pueden identificar tres diferencias entre la democracia


clá sica y el gobierno representativo. El cuadro que se presenta a continuació n, hace
un resumen detallado de las grandes diferencias existenciales entre la democracia
clá sica y la representació n democrá tica de nuestros días.

La primera diferencia y má s evidente es la relativa al principio de


representació n: en Atenas el pueblo, reunido en asamblea, participaba
directamente en la toma de decisiones políticas, mientras que en el modelo del
gobierno representativo el pueblo está totalmente excluido “de cualquier
participación en el gobierno” y son sus representantes los encargados de
administrarlo. En otras palabras, en el gobierno representativo, los representantes
tienen un mandato libre de los representados por lo que deben tomar las
decisiones segú n su propio criterio.

Otro elemento de disimilitud entre la democracia clá sica y el gobierno


representativo es el procedimiento de selecció n de los cargos pú blicos: en aquella
se utilizaba el sorteo y en esta se recurre a la elecció n. No obstante, en el segundo
modelo los representantes electos tienen un papel mucho má s relevante que el que
tenían los magistrados atenienses ya que, a diferencia de estos ú ltimos, toman
decisiones cruciales, no está n sometidos a la limitació n de mandato y la rotació n
obligatoria, y son seleccionados mediante un método de selecció n, la elecció n,
basado en el principio de distinció n.

La tercera diferencia entre la democracia ateniense y el modelo


representativo son las distintas prioridades que tienen respecto al poder. El
primero pone énfasis en có mo distribuir el poder político de forma igualitaria
entre los ciudadanos que deseen participar. Por el contrario, el segundo se
preocupa por có mo limitar al poder político.

De ahí que los teó ricos liberales, como Montesquieu, idearan mecanismos
institucionales para proteger los derechos naturales de los ciudadanos y garantizar
el equilibrio del poder. Surgió así el principio de la separación de poderes, con el
surgimiento de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.
DE LA DOCTRINA ROUSSONIANA A LA DEMOCRACIA DIRECTA.

Entendemos democracia directa a la participació n directa y sin


intermediarios, del pueblo en los asuntos pú blicos o político.

El pensamiento de Rousseau introduce un concepto bá sico de la moderna


teoría de la representació n: el de la voluntad general, esencial y funcionalmente
unitaria y só lo encarnable en el pueblo soberano, entendiendo a éste como la
totalidad de ciudadanos que detentan, cada uno de ellos, una fracció n inalienable
de la soberanía. Esta será la formulació n esencial de la llamada teoría de la
soberanía popular o de la soberanía fraccionada.

Como la voluntad general no es, en principio, susceptible de ser


representada, el ejercicio legítimo de la funció n legislativa ha de ser directo y sin
mediatizaciones. Pero, al ser esto inviable en comunidades políticas que rebasan
cierto tamañ o, queda justificada una delegació n de soberanía sin alienar, a través
de la elecció n (eso sí, por todos los ciudadanos, es decir, por sufragio universal), no
de auténticos representantes, sino de comisionados que, como tales, está n sujetos
a mandato imperativo y revocable.

Pero, en realidad, el esquema roussoniano conducía, en su formulació n


má s pura, a un sistema político en el que la asamblea de ciudadanos (el pueblo en
asamblea, el soberano) asumiera directamente el gobierno. Es la denominada
democracia directa; una forma de ejercicio de la soberanía difícil de registrar en la
actualidad debido a su inviabilidad.

Má s viable será la aplicació n de las denominadas técnicas de democracia


semi-directa, que no conducirá n a la configuració n de ninguna forma específica
sino a complementar o a perfeccionar la democracia liberal-representativa (ésa es
al menos la pretensió n), a través de determinados instrumentos de participació n
popular, y, en particular, de dos de ellos:

- El referéndum, mediante el cual se somete a consulta popular una cuestió n


de interés general para la vida pú blica.

- La iniciativa legislativa popular , por la cual un cierto nú mero de ciudadanos


puede dar lugar a la apertura del proceso de elaboració n (o, en su caso, de
derogació n) de las leyes.

EL DEBATE SOBRE LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA.

La idea de representación política alcanza pleno sentido, su sentido


democrá tico, como garantía de una amplia participación ciudadana y elemento
bá sico para el control de los gobernantes. Só lo en estas circunstancias puede
hablarse de democracia representativa.
Pero ¿en qué medida es real la conjugación del principio de Representación
con el principio democrático?
1. La idea de representació n nacional llevaba (al contrario que la de representació n popular,
en la línea roussoniana) a interpretar que el sufragio no tenía por qué ser un derecho de
todo ciudadano, sino que se trataba de una funció n cuyo ejercicio requería ciertas
capacidades que só lo reunían algunas categorías sociales, como expresó , entre otros,
Benjamín Constant. Así quedó justificado el sufragio restringido o censitario que se aplicó
durante una primera y prolongada etapa del Estado liberal, hasta que la presió n de los
sectores excluidos del proceso político consiguió la implantació n del sufragio universal.

2. Pero, má s allá del debate en torno a la universalizació n del sufragio como condició n
indispensable para la producció n de auténtica representació n, se pone de manifiesto el
llamado componente aristocrá tico de los sistemas de representació n. Este vendría
implícito en las exigencias intrínsecas de la mecánica representativa, conducente a la
selecció n y amortiguació n de la opinió n de los representados y, en general, a posibilitar el
control del proceso político a cargo de una élite que tiende a considerarse a sí misma como
la ú nica capaz de entender y resolver los problemas que afectan al interés general.

3. La irrupció n de los partidos en la vida pú blica hasta el punto de controlar en la prá ctica los
procesos que conducen al ejercicio poder político, entre ellos los de producció n de
representació n, plantea la posible crisis del mandato representativo, por vía de un cierto
mandato imperativo de partido, puesto que el representante llega a serlo en virtud del
apoyo y mediació n prestada por la organizació n partidista a la que pertenece y a la que se
ve ligado, entre otros, por lazos de disciplina.

Lo cierto es que la democracia representativa ha abandonado en gran parte


sus primitivos recelos hacia las entidades intermedias (obstá culos para la
expresió n de la voluntad general), sobre todo para con aquellas que poseen
naturaleza eminentemente política, como son los partidos. No só lo eso, sino que ha
llegado a articular su funcionamiento sobre la base misma de los partidos,
considerá ndolos instrumentos fundamentales de participació n y expresió n del
pluralismo político, que concurren a la formació n y manifestació n de la voluntad
popular.

Las actuales corrientes democrá ticas tienden a revalorizar la


representació n específica de entidades diferenciadas dentro del territorio del
Estado por razones de diversa índole (étnicas o lingü ísticas, culturales, políticas o
administrativas), dando lugar a formas institucionales «ad hoc», haciendo contar
en las altas esferas políticas a las minorías.

No se puede negarse que en la democracia representativa subyace una


intenció n vinculante entre representantes y representados y, en todo caso, que se
mantienen y potencian las ideas de servicio y de responsabilidad política.
2. LAS ELECCIONES.
INTRODUCCION AL CONCEPTO DE ELECCIONES.

En política, las elecciones son un proceso institucional en el que los electores eligen
con su voto, entre una pluralidad de candidatos a quienes ocuparán los cargos políticos en
una democracia representativa.

Las sociedades que se organizan políticamente de acuerdo con principios


heredados de la ideología liberal tienden a articular su sistema institucional sobre
la base del principio electivo: la celebración de procesos electorales periódicos,
mediante los cuales los ciudadanos designan a los titulares de determinadas
instancias fundamentales de autoridad, es decir, a quienes en representació n suya
participará n en el ejercicio del poder político en esa comunidad. Por ello, el
principio electivo es el que proporciona sentido eficaz a la democracia
representativa.

Siguiendo al profesor Mackenzie, puede definirse la elecció n como “un


procedimiento, fijado por las normas de una organización en virtud del cual todos, o
parte de los miembros de la misma escogen a un número menor de personas -o a una
sola para ocupar determinados cargos en dicha organización”.

En el caso de Guinea Ecuatorial, hablamos de la Ley Reguladora de las


Elecciones Presidenciales, y la Ley Nº 7/ 2012, de fecha 1 de noviembre, por la que
se Regula las Elecciones de la Cá mara de los Diputados, el Senado, Municipales y
referéndum en la Repú blica de Guinea Ecuatorial.

El término «organización» es utilizado deliberadamente, con objeto de que


esta definició n sea vá lida, tanto si las elecciones se celebran en el marco de la
organizació n estatal como si no (existen muchos ejemplos de elecciones en
á mbitos privados: recreativos, empresariales, educativos, sindicales, profesionales,
etc.). Ademá s, se entiende que toda elecció n comprende, a la vez, un procedimiento
formal de acuerdo con el cual debe desarrollarse (el regulado mediante normas
apropiadas) y una acció n social y/o políticamente significativa (la de escoger a los
titulares de ciertos roles públicos y políticos); aun cuando la elecció n se concreta
normalmente en el acto de votar segú n un procedimiento establecido, votar no
equivale en sí mismo a elegir, a no ser que se haya escogido en un sentido
significativo.

Por otro lado, no puede comprenderse el fenó meno de las elecciones si


éstas no contemplan como proceso o sucesión de momentos y etapas cada vez más
reguladas formalmente, que van desde la convocatoria electoral, e incluso antes
(por ejemplo, la elaboración del censo electoral o registro de electores), hasta la
proclamació n oficial de candidatos electos, pasando por la presentació n y
proclamació n oficial de candidaturas (personas o agrupación de personas que optan
a ser elegidas), la campañ a electoral, la votació n de los electores, el escrutinio u
operació n de recuento de los votos emitidos y la fase de contencioso electoral
(presentación y resolución de recursos sobre los escrutinios), entre otras.

FUNCIÓN DE LAS ELECCIONES.

Así pues, las funciones que cumplan o pretendan cumplir unas elecciones
dependerá n mucho del contexto en el que se desarrollen y, sobre todo, de tres
variables: la estructura de la sociedad, el sistema político-institucional y el sistema
de partidos. Segú n Carreras y Vallés, dentro de las democracias liberal-
representativas se distinguen clá sicamente tres funciones:

1) Producir Representación.

Si nos basamos en la teoría de que el Estado ejerce su soberanía por


delegació n del «Pueblo», y descartamos la posibilidad real de funcionamiento de
una democracia directa, se impone la necesidad de articular la funció n de esa
delegació n por medio de la elecció n de un cuerpo de representantes capaz de
proceder en nombre y representació n y al servicio del soberano originario. Surgen
así las elecciones con la idea de producir representació n, y ésa se manifiesta en la
elecció n de asambleas parlamentarias destinadas a definir y a expresar la voluntad
general.

2) Producir Gobierno.

En muchas ocasiones, los procesos electorales también van dirigidos


claramente a decidir, de forma directa e indirecta, quiénes se hará n cargo del
gobierno o direcció n política de la comunidad. Permiten, pues, una vía pacífica y
ordenada en el relevo del poder.
Esta funció n de producir gobierno alcanza su má xima expresió n en
aquellas elecciones cuyo resultado determina o condiciona fuertemente la
orientació n política del Ejecutivo del Estado, pero la cumplen asimismo numerosas
elecciones celebradas en á mbitos má s reducidos (como las municipales).

3) Producir Legitimación.

En los Estados democrá ticos, las elecciones pretenden cumplir siempre una
funció n de legitimació n racional del poder político: a través del rito solemne de las
elecciones perió dicas el poder se reviste de autoridad para poder actuar en
nombre y representació n del elector. Las elecciones constituyen un momento clave
del proceso de socializació n política, no só lo contribuyen a la agregació n de las
preferencias políticas, sino también a la integració n de la comunidad en su
conjunto alrededor de unas mismas reglas del juego.
Por otra parte, las elecciones representan el momento propicio para que
salgan a la luz toda clase de propuestas y aspiraciones, planteadas por los
individuos o grupos má s diversos, al amparo de un tratamiento igualitario (allí
donde se reconoce el principio de igualdad de los ciudadanos ante la ley). Todos
ellos son aspectos que conducen a potenciar la legitimació n del sistema de poder.
EL SUFRAGIO

CONCEPTO.
Con el término sufragio se refiere al derecho de participar a través del
voto, de forma constitucional y política, en un sistema electoral  para elegir
cargos públicos y tomar decisiones políticas.
Hoy en día, el sufragio es inseparable de la democracia y la representació n.
de modo tal que la garantía del sufragio universal, libre y secreto es lo mínimo que
se le exige a un gobierno para ser llamado democrá tico (aunque, por otro lado, no
basta ú nicamente con eso para garantizar el funcionamiento de una democracia).

CARACTERÍSTICAS.

En los modelos de gobierno democrá ticos, la fuente primordial de


legitimidad de un ejercicio político es, justamente, el sufragio: la validació n de un
poder político o una autoridad proviene de la elecció n popular y no de la
designació n por otros poderes. Para ello, el voto debe contar con ciertas
condiciones garantizadas:

 Universal. Todos los ciudadanos deben poder votar, siempre que


reú nan los condicionamientos exigidos.
 Libre. Se ejerce segú n la propia voluntad y conciencia del ciudadano.
 Secreto. Nadie debe poder saber por quién votó otro ciudadano. Así
se evitan repercusiones, extorsiones o castigos de parte de los
poderosos.
 Directo. La emisió n del voto debe ser personal, sin intermediarios ni
representaciones.

La caracterizació n del sufragio pasa por conocer si el mismo es universal


o restringido, igual o desigual, directo o indirecto, secreto o pú blico y si es o no
sufragio libre. A continuació n examinemos cada uno de estos conceptos
caracterizadores.

 SUFRAGIO UNIVERSAL
El principio éste que en su pleno sentido, exige que todos los ciudadanos
sean electores elegibles, sin que puedan producirse exclusiones
significativas por discriminatorias de determinados sectores o grupos, por
razó n de raza, religió n, riqueza, profesió n, nivel intelectual en su concepció n
moderna por razó n de sexo. La lucha por la democracia ha ido unida en gran parte
a la lucha por la universalizació n del sufragio

Recalcar que en nuestro país, Guinea Ecuatorial desde el Referéndum


Constitucional de 1968 hasta la actualidad, el sufragio ha sido universal, sin que
existan discriminaciones de ningú n orden, siempre y cuando el elector reú na todos
los requisitos para ejercer su derecho inalienable.
 SUFRAGIO IGUAL.
El principio del sufragio igual requiere la igualdad cuantitativa de los
votos que pueden emitir los electores, esto es, la asignació n a cada elector del
mismo nú mero de votos. Desde una perspectiva democrá tica, resulta complemento
necesario del sufragio universal, idea traducida en el conocido lema de «un
hombre, un voto».

 SUFRAGIO DIRECTO.
Se entiende por sufragio directo aquel en el que los electores
determinan, sin la necesidad de intermediarios (directamente), quiénes será n
los titulares de los cargos sometidos a elecció n. En las elecciones indirectas el
cuerpo electoral se limita a elegir compromisarios, y éstos son quienes por sí
mismos o mediante sucesivas elecciones de nuevos compromisarios deciden qué
personas resultan elegidas finalmente (el sufragio previsto en la Constitució n
españ ola de 1812 y la Elecció n del PR de los Estados Unidos de América, por
ejemplo). Al nú mero de elecciones de compromisarios que se celebren se le llama
«grado» de la elecció n indirecta.

 SUFRAGIO SECRETO
El voto secreto es aquel que no se emite de modo abierto o público
(caso del voto por aclamació n y del emitido al dictado, a mano alzada u oralmente).
Con objeto de proteger al má ximo la libre opció n escogida por el votante se han ido
perfeccionando una amplia serie de instrumentos de garantía efectiva, tales como
los modelos oficiales de papeletas y de sobres que contengan las mismas, las
cabinas de voto, las urnas selladas, etc.

 SUFRAGIO LIBRE
La aplicació n efectiva del principio de libertad a una realidad concreta es
siempre muy difícil de comprobar y esto mismo ocurre también al intentar
dilucidar si unas elecciones son o no «libres»; pero es una cuestió n que no puede
eludirse habida cuenta del notable valor legitimador de los procesos electorales.
En todo caso, seamos conscientes de que la calificació n, en uno u otro sentido, se
realizará desde una determinada perspectiva ideoló gica y doctrinal: en nuestro
caso, siguiendo un enfoque má s o menos clá sico, desde supuestos liberal-
democrá ticos.

El carácter de elección libre exige que se conjuguen cuatro planos


distintos:

1. La existencia de un marco de garantías jurídicas para el ejercicio de los


derechos y libertades pú blicas (de reunió n, asociació n, pensamiento,
expresió n, etc.), que afectan al conjunto del proceso electoral.

2. La libertad del elector, concretada en:

a) El reconocimiento no discriminatorio de su capacidad electoral.


b) La posibilidad de determinar la orientació n del voto y de emitirlo
efectivamente sin presió n exterior, es decir, sin coacció n, amenaza u obligació n.
c) La seguridad de que su voto no será manipulado de modo fraudulento.
3. La participación plural y la competitividad en el proceso electoral, lo que
significa que unas elecciones libres comportan la existencia de una
pluralidad de candidaturas suficientemente definidas y diferenciadas
(opciones políticas distintas), compitiendo en condiciones no
discriminatorias para ninguna de ellas.

4. La periodicidad en la celebració n de las elecciones, siendo éstas un


fenó meno regular (no excepcional) en la vida política de un pueblo.

Quiere decirse que el sufragio libre se entiende, pues, como sufragio


protegido jurídicamente, no controlado, competitivo y perió dico.

Nota: Buscar Ley electoral de Guinea Ecuatorial y profundizar conocimientos.

3. LOS SISTEMAS ELECTORALES.

DEFINICIÓN.

Un sistema electoral es un conjunto de reglas y procedimientos


destinados a regular las diversas etapas de los procesos electorales y que
determinan cómo se llevan a cabo las elecciones y los referendos y cómo se
determinan sus resultados.

Dicho de otra manera, los sistemas electorales consisten en conjuntos de


reglas y procedimientos que rigen todos los aspectos del proceso de votació n, tales
como: cuá ndo se realizan las elecciones, a quién se le permite votar, quién puede
presentarse como candidato, có mo se marcan y emiten las papeletas de votació n,
có mo se cuentan las papeletas de votació n, límites en el gasto de campañ a, y otros
factores que pueden afectar el resultado.
Los sistemas electorales políticos está n definidos por las constituciones y
las leyes electorales de cada país, por lo general son conducidas por comisiones
electorales y pueden usar mú ltiples tipos de elecciones para diferentes cargos.

TIPOS DE SISTEMAS ELECTORALES.

Bá sicamente, existen dos grandes modelos de sistemas electorales, los


sistemas mayoritarios y los sistemas de representació n proporcional.
 Sistemas mayoritarios. Cuando hablamos de que un sistema electoral es
mayoritario, nos referimos a que el candidato que obtiene más votos gana.
Asimismo existen dos tipos de sistemas mayoritarios. Si un candidato es
electo con la mayoría de los votos es un sistema de mayoría simple. En
cambio, si para ser electo es necesario obtener el 50% má s 1 un voto
corresponde a mayoría absoluta.

 Sistema de representación proporcional: el principio de elecció n


proporcional responde a la voluntad de que la representació n política que
produzca en cada caso la elecció n se distribuya de modo proporcional al
nú mero de votos obtenido por cada candidatura, esto es, que cada opció n
política formalizada (grupo o partido político) se halle representada en el
ó rgano electo en proporció n a los votos obtenidos.

Este sistema pretende dar espacio a todas las necesidades e intereses de la


sociedad y garantizar la igualdad del voto al otorgar a todos los electores el
mismo peso prescindiendo de la preferencia expresada determinando una
cuota o cociente respecto del total de los votos
 Sistemas Derivados y mixtos: son sistemas que mantienen la esencia de los
mayoritarios pero incorporan elementos para dar espacio a la
representació n de las minorías.

Todos los sistemas electorales son susceptibles de ser estudiados en la


teoría y en la prá ctica, dentro de uno u otro modelo; eso sí, con mayores o menores
correcciones o elementos integrantes que desvirtú an la plena efectividad del
principio mayoritario o proporcional.
Esta es una concepció n dualista de los sistemas electorales que excluye toda
consideració n teó rica de una tercera categoría, los llamados «sistemas mixtos», que
no dejan de ser producto de la combinació n de elementos propios de los otros dos.
Radiografía de los sistemas electorales
Para poder analizar los sistemas electorales por país se utilizó la base de
datos mundial de la Universidad de Gotemburgo. Como se advierte en el siguiente
grá fico.
Los sistemas proporcionales lideran la lista mundial. Le siguen los
sistemas mayoritarios y posteriormente los mixtos.
Algunos atribuyen este fenó meno a la diversidad de partidos que
pretenden obtener representació n política. Como los sistemas de mayoría limitan
la participació n política de estos grupos, muchos países optan por reglas que
sumen diversos grupos al espectro parlamentario.

Muchos de los países con mayor desarrollo humano tienen sistemas de


representació n proporcional. Finlandia, Noruega o Dinamarca entran en este
grupo.
Como se muestra en el grafico a continuació n, los países con
representació n proporcional obtienen los má s altos índices de IDH (Índice de
Desarrollo Humano) y de calidad de gobierno ICG (Índice de Calidad de Gobierno)
creado por la Universidad de Gotemburgo. Este ú ltimo indicador se genera de tres
atributos principales: niveles de corrupción, ley y orden y calidad de la burocracia.

Los sistemas mayoritarios, en cambio, debido a la presencia en ese grupo


de países como Ghana, Guinea Ecuatorial o Malawi, su IDH y ICG se ven afectado su
promedio, aunque en el grupo se encuentren también países como Estados Unidos
o el Reino Unido.

Por lo tanto, estos datos se contraponen con el argumento de que los


sistemas mayoritarios tienden a generar mejor calidad de los gobiernos. Si bien el
promedio es un elemento que se distorsiona con los casos antes mencionados, a
nivel general los sistemas proporcionales lideran las listas de calidad.
Al observar los tipos de los sistemas electorales con los sistemas políticos
nos encontramos, en primer lugar, con una similar cantidad de países con sistemas
presidenciales y parlamentarios. La importante presencia del presidente en la
mayoría de los países de América Latina genera una paridad con el sistema político
que se inició con los Estados modernos. No obstante la presencia de sistemas
mayoritarios y proporcionales sigue siendo mayor en países con parlamentarismo.
Es en los sistemas mixtos donde el presidencialismo se impone.

ELEMENTOS CONFIGURADORES DEL SISTEMA ELECTORAL

Partiendo de la idea de que todo sistema electoral descansa sobre


un elemento de base: la caracterización del sufragio. Sobre la base de un
sufragio universal, igual, directo y libre, suele convenirse que los sistemas
electorales vienen configurados por los siguientes elementos:

1. El nú mero total de representantes que se eligen.


2. Las circunscripciones electorales o divisió n electoral.
3. La forma de las candidaturas.
4. La forma de expresió n del voto.
5. Las barreras electorales.
6. La fó rmula electoral.

El número de representantes que hayan de elegirse (escaños en juego)


significará un margen má s amplio o má s estrecho para la efectiva
representació n proporcional: cuanto má s alto sea ese nú mero, mayores
posibilidades habrá para la proporcionalidad del sistema.

Se entiende por circunscripción o distrito electoral aquel á mbito,


generalmente de cará cter territorial, en el que se agrupa una parte del cuerpo
electoral para que en él o a partir de él se proceda a la conversió n de votos en
escañ os. Se llama magnitud de una circunscripció n al nú mero de escañ os que
en ella corresponde elegir.

En esencia, hay dos formas de candidaturas: candidatura personal y


candidatura de lista (o relació n de candidatos conforme a una orden de
prelació n para la asignació n de los escañ os que le correspondan). Esta ú ltima
tiende a asociarse a sistemas electorales de decisió n proporcional, si bien son
relativamente frecuentes los sistemas mayoritarios de lista (las elecciones
presidenciales norteamericanas, por ejemplo).
Dentro de las candidaturas de lista se diferencian principalmente tres
modalidades:
- La lista cerrada y bloqueada.- No permite al votante alterar el orden en que
se presentan los candidatos y los escañ os que corresponden a la lista se
asignan por ese orden (Españ a, Alemania Federal).

- La lista cerrada y no bloqueada.- Al votar por ella, el elector puede alterar


-de modo limitado o ilimitado el orden en que aparecen los candidatos,
señ alando su preferencia o tachando nombres (Italia, Bélgica).

- Listas abiertas.- Aquellas que el elector puede reelaborar por completo a


efectos de voto, no só lo alterando el orden de colocació n de los candidatos,
sino también combinando candidatos de diferentes listas.
Todos los sistemas de lista refuerzan el papel de los partidos políticos en la
presentació n de candidaturas y en el proceso electoral en su conjunto, pero de
modo muy especial los de lista cerrada y bloqueada.

Las formas de expresión del voto o procedimientos técnicos de voto se


vinculan en gran medida a las formas de candidatura. Las má s importantes giran
alrededor de los conceptos de voto único y voto múltiple.

El «voto único» significa que el elector emite un solo voto con


independencia del nú mero de escañ os que se eligen en la circunscripció n. Puede
ser un voto a candidatura personal o de lista. Una modalidad particularmente
interesante es la del «voto ordinal» o «alternativo», mediante el cual el elector
señ ala un orden de preferencia entre candidatos con objeto de que si el primero de
ellos no puede aprovecharse de dicho voto, lo haga el segundo, y así sucesivamente
(Australia).

El elector puede también emitir varios votos, en nú mero igual al de escañ os


que se eligen en la circunscripció n (<<voto múltiple» propiamente dicho; caso de
Luxemburgo), o un menor nú mero de votos, con intenció n de propiciar la
representació n de las minorías (<<voto limitado»; caso del actual Senado españ ol).
Otra modalidad es el llamado «voto acumulativo», con el que el elector puede
otorgar (acumular) todos o parte de los votos de que dispone a un mismo
candidato.

El voto de lista cuando ésta es cerrada y no bloqueada abre la posibilidad del «voto
preferencial» a favor de uno, varios o todos los candidatos de la misma, lo que
alterará el orden inicial de colocació n de los candidatos de la lista. A su vez, el
sistema de listas abiertas conduce a la posibilidad del «voto combinado» o
«panachage», que permite ademá s que el elector combine candidatos de varias
listas (Suiza y Luxemburgo conjugan una modalidad de voto acumulativo y
«panachage»). Ahora bien, advirtamos que estas posibilidades ofrecidas al elector
de modificar las listas, en la prá ctica suelen ser aprovechadas muy poco.

Por barreras legales se entiende los resultados electorales mínimos que


una candidatura ha de superar para tener acceso a la atribució n de escañ os. La
legislació n electoral las establece para impedir la representació n parlamentaria de
pequeñ os partidos. Suelen concretarse en la necesidad de alcanzar un cierto
porcentaje de votos sobre el total de los vá lidamente emitidos (el 3 por 100 en las
elecciones españ olas al Congreso). Nota: ver el caso de Guinea Ecuatorial.
Especial referencia a las fórmulas electorales.

Se entiende por fórmula electoral el procedimiento matemá tico que


se aplica para la conversió n de votos en escañ os, esto es, para el reparto de los
mismos entre las distintas candidaturas. La fó rmula electoral (o modo de
escrutinio) sustancia particularmente la modalidad del sistema de decisió n
mayoritaria o proporcional.

a) Fórmulas mayoritarias.

- Fórmula de mayoría simple o relativa.- Es la fó rmula mayoritaria por


excelencia: ganan los candidatos que obtienen mayor nú mero de votos, con
independencia de cualquier otra circunstancia. Puede aplicarse en
circunscripciones uninominales (típico del sistema inglés) o plurinominales
(caso de Turquía).

- Fórmulas de mayoría absoluta.- Intentan corregir las distorsiones


provocadas por las fó rmulas de mayoría relativa, a través de la exigencia de
la mayoría absoluta de votos emitidos (la mitad más uno). Entre ellas se
distinguen:
 Fórmula mayoritaria a dos vueltas .- La elecció n se decide, en principio, por
mayoría absoluta, pero si ningú n candidato la alcanza, se celebra una
segunda votació n (segunda vuelta) en la que basta la mayoría simple.
Normalmente, se restringe la participació n de candidatos en la segunda
vuelta a quienes en la primera hubieran obtenido el voto de cierto
porcentaje de electores (clá sico caso francés) o a los dos candidatos con
mayor nú mero de votos (Alemania antes de 1914).

 Voto alternativo.- Forma de voto ordinal que pretende reunir en una las
dos operaciones de la fó rmula de segunda vuelta. El elector fija en su voto
un orden de preferencias entre candidatos y cuando, una vez
contabilizadas las primeras preferencias, éstos no consiguen la mayoría
absoluta, se acude a eliminar sucesivamente a los candidatos con peores
resultados y a contabilizar las segundas preferencias de quienes les habían
votado, hasta que haya candidatos que alcancen mayoría absoluta
(Australia).
- Fórmulas mayoritarias corregidas por determinadas formas de expresión del
voto.- El empleo de formas tales como el «voto limitado» o el «voto
acumulativo» -ya examinadas anteriormente tienden a corregir en parte los
efectos desproporcionados de la fó rmula mayoritaria, posibilitando la
representació n de las minorías.
b) Fórmulas proporcionales.
- Fórmulas de cociente electoral común.- Son aquellas que recurren a una
primera operació n de cá lculo de un cociente electoral cuyo valor indica el
nú mero de votos que necesita una candidatura para obtener cada escañ o; es
decir, una candidatura (hablaremos de partidos a partir de ahora)
conseguirá tantos escañ os como veces su nú mero de votos contenga dicho
cociente. El cociente má s comú n es aquel que resulta de dividir la suma de
votos vá lidos obtenidos por todos los partidos (Vv) entre el nú mero de
escañ os de la circunscripció n (Ec); es el llamado cociente entero o de Hare.

Tampoco es raro que se aplique un cociente entero rectificado, cuyo


denominador sea el nú mero de escañ os aumentado en una o má s unidades
(cociente Hagenbach-Bischoff)
Los escañ os no atribuidos aú n en esa primera fase lo son
normalmente por uno de estos dos procedimientos:

a. El de mayores restos: Implica ordenar de mayor a menor los


«restos» de los partidos (votos no utilizados en la operació n
anterior) y atribuir por ese orden los escañ os que falten.

b. El de la media má s alta: Se calculan las medias correspondientes a


cada partido (dividiendo el nú mero de votos del partido entre el de
escañ os obtenidos en la primera fase aumentado en una unidad),
ordená ndolas de mayor a menor y atribuyendo por ese orden los
escañ os que falten.

- Fórmulas de divisor (o de media má s alta, entendiendo por «media» el


«coste» medio, en votos, que a cada partido le supone cada escañ o.

Nota: profundizar en el estudio de las diferentes fórmulas, según sean las listas.

Es importante saber que los efectos políticos de un sistema electoral no


vendrá n dados tan só lo por la fó rmula electoral aplicada, sino por el conjunto de
los elementos que lo configuran.
4. SISTEMAS POLITICOS Y FORMAS DE GOBIERNO.
Conceptualización.

Un Sistema Político es un conjunto de interacciones existentes entre todas


las instituciones políticas del estado, las leyes que las regulan y la forma de
participació n política de sus ciudadanos, todo eso orientado a ejercer el poder
político.

Dicho de otra manera, el sistema político es la organizació n existente en un


determinado territorio para el ejercicio de la política. En este sistema intervienen
diversos agentes, instituciones y normativas que componen aquello que se
entiende por poder político.

Las formas de gobierno no son otra cosa que el modo y la manera de


proceder de una constitució n política, es decir, los métodos que utilizan los
gobernantes para administrar, organizar, y ejercer orden y control sobre la
població n.

Dicho de otra manera, la forma de gobierno es la manera que tienen los


gobernantes para ejercer el poder político en un estado. O también puede definirse
como la manera de elecció n y representatividad que tiene el gobernante.

La preocupació n humana por el ejercicio del poder político tiene larga


data. Aunque actualmente las formas de gobierno se clasifiquen de forma distinta.
Ya en los tiempos de la Antigua Grecia los filósofos habían propuesto clasificar
las formas de gobierno. Entre ellos, Aristó teles estableció dos grandes categorías:
formas puras e impuras de gobierno, y tres modos específicos de ejercer el poder:

Formas puras. Aquellas formas de gobierno que tienen en cuenta el interés


de la comunidad gobernada. Pueden ser de tres tipos:

- Monarquías. En las que gobierna un solo individuo, coronado como rey.


- Aristocracias. En las que gobiernan unos pocos, quienes ejercen el poder
político para el bien comú n.
- Democracias. En las que gobiernan muchos y el criterio de las masas es
tomado en cuenta.

Formas impuras. Aquellas formas de gobierno que no tienen en cuenta el


bien comú n y sirven só lo a los intereses de quienes los ejercen. Pueden ser
de tres tipos:

- Tiranías. En las que gobierna un solo individuo mediante la fuerza o la


intimidació n, sin asomo de legalidad o reconocimiento.
- Oligarquías. En las que gobierna una minoría privilegiada, que defiende só lo
sus intereses y no los de la comunidad.
- Demagogias. En las que gobiernan muchos, pero só lo pocos se benefician,
pues dicen a las masas lo que quieren oír y las engañ an.

Posteriormente, en el siglo XVIII el ensayista francés Montesquieu propuso


tres formas posibles de gobierno:

• República. En ella el poder político es detentado por la voz de la


mayoría, mediante mecanismos de representació n (parlamentos o
asambleas legislativas), y es ejercida con el consentimiento de la
comunidad. La mayoría de las naciones modernas son republicanas.

• Monarquía. Una persona es elegida para gobernar absolutamente,


dentro del marco de ciertas leyes sucesoriales y cierto ordenamiento de lo
que el Rey tiene permitido y lo que no.

• Despotismo. Es el gobierno absoluto; es decir, que el poder es


ejercido por una sola persona, preferentemente un rey, pero de manera
tirá nica, es decir, a la fuerza, sin respeto por ordenamiento jurídico alguno.

¿Qué es un Gobierno de facto?

Un gobierno de facto es un gobierno tomado a fuerza, como un


golpe de Estado, una Revolució n o una conspiració n. Este tipo de gobiernos
carecen de legitimidad de origen, ya que no representan la voluntad del
pueblo sino la de una minoría poderosa, generalmente.

Por otro lado, cuando un gobierno legítimo se niega a entregar el


poder del Estado una vez vencido su período, en algunos casos emplea los
mecanismos del Estado mismo para perpetuarse en el poder. Entonces
pierde su legitimidad y pasa a ser un gobierno de facto, incluso si
inicialmente ascendió al poder mediante elecciones.

 En la actualidad cualquier gobierno que pretenda justificarse


frente a sus gobernados se autodefinirá como democrático, ya que
éste se ha constituido en el paradigma universal del sistema
político moderno, que promueve los valores de igualdad, libertad,
justicia y participación

FORMAS DE GOBIERNO Y FORMAS DE ESTADO

En lo que se refiere a las relaciones que se establecen en el seno del


Estado, existen dos conceptos que revisten particular relevancia para el estudio de
los sistemas políticos: las formas de Estado y las formas de gobierno.
Por una parte, haciendo referencia a la manera en que se relacionan los
elementos fundamentales del Estado (territorio, població n y gobierno), se puede
arribar a la clasificació n de las formas de Estado, y por la otra, haciendo
referencia a la forma en que se posicionan y relacionan los ó rganos de gobierno
(Ejecutivo, Legislativo y Judicial) se determinan las formas de gobierno.

En este sentido, al hablar de las formas de Estado nos referimos a la


estructura o contorno de la organizació n política, es decir a la configuració n total y
unitaria de las instituciones políticas de una comunidad política nacional, de un
Estado-Nació n. La tipología má s extendida en nuestros días sobre las formas de
Estado son el Unitario y el Federal. Mientras que las formas de gobierno típicas se
clasificarían en parlamentario y presidencialista.

CLASIFICACIÓN DE LAS FORMAS DE GOBIERNO ACTUALES

1. LA REPUBLICA.

Del latín res publica “cosa pública”; una repú blica es una forma de
gobierno en la que el Jefe del Estado es el Presidente de la repú blica, elegido
por sufragio universal entre todos los ciudadanos con derecho a voto.
Ademá s de la elecció n del presidente, los miembros del poder legislativo, en
teoría, también son elegidos por los ciudadanos.

La republica se subdivide en:

a) República Presidencialista (sin primer ministro): Se trata de sistemas en


los que un presidente es la cabeza activa de la rama ejecutiva del gobierno.
El presidente es a la vez jefe de Estado y jefe de gobierno, no hay asignació n
del cargo de primer ministro. Tal es el caso de países como Estados Unidos,
Argentina, Nigeria, México, Brasil o Ghana.
b) República Presidencialista (con primer ministro): Se trata de sistemas en
los que un presidente es la cabeza activa de la rama ejecutiva del gobierno;
no obstante, nombra a un primer ministro para coordinar las tareas de
gobierno sin necesidad de consulta o aprobació n legislativa. Ese modelo lo
comparten países como Guinea Ecuatorial, Camerún, Gabón, Costa de Marfil,
Perú, Corea del Sur, Togo, RDC, Bielorrusia o Sudan.
c) República Semipresidencialista: En sistemas semipresidencialistas, hay
por lo general, tanto presidente como un primer ministro, pero parte del
papel del jefe del gobierno es ejercido por el primer ministro que suele ser
nombrado por el presidente pero es responsable ante la cá mara legislativa.
Los siguientes estados son repú blicas semipresidencialistas: Francia,
Portugal, Senegal, Egipto, China, Rusia o Guinea Bissau.
d) Repúblicas parlamentarias: Una repú blica parlamentaria es un sistema en
el cual un primer ministro es el jefe activo del poder ejecutivo de gobierno y
también el líder de la legislatura; por este motivo el presidente de la
repú blica solo tiene funciones representativas y ceremoniales. Los
siguientes Estados son repú blicas parlamentarias: Etiopia, India, Grecia,
Italia, Irlanda, Alemania, Croacia, o Trinidad y Tobago.
e) Repúblicas parlamentarias mixtas: En estos sistemas el poder ejecutivo
está en manos del presidente y su gobierno elegidos al mismo que la
legislatura. Sin embargo el presidente está sujeto a la confianza del
parlamento (también pueden estarlo sus ministros o miembros del
ejecutivo). Por ejemplo, en Sudá frica, el Presidente puede ser forzado a
dimitir por el Parlamento. Adoptan ese sistema países como: Sudafrica,
Botsuana o Suiza,
f) Repúblicas unipartidistas: Las repú blicas unipartidistas son estados en los
que un partido ú nico tiene todo el poder en el gobierno o estados en que la
estructura del partido es a la vez la estructura del gobierno y que no
permiten la creació n de otros partidos (o si existen otros partidos, tienen
una representació n muy limitada). Las siguientes son repú blicas
unipartidistas: China, Cuba, Correa del Norte, Vietnam o Eritrea.

2. LA MONARQUIA

Las monarquías son sistemas de gobierno en que la jefatura del estado es


personal, vitalicia y designada segú n un orden hereditario (monarquía
hereditaria), aunque en algunos casos se elige, bien por cooptació n del propio
monarca, bien por un grupo selecto.

a) Monarquías constitucionales: En las monarquías constitucionales el


monarca que ejerce el cargo de jefe de Estado ocupa también el cargo de
jefe de gobierno reteniendo el poder ejecutivo mientras el parlamento o
congreso retiene el poder legislativo.
b) Monarquías parlamentarias: En las monarquías parlamentarias, el
monarca, aun manteniendo su posició n como el jefe de Estado, tiene
poderes muy limitados o meramente simbó licos o ceremoniales. El poder
ejecutivo es ejercido en su nombre por el gobierno, dirigido por un jefe de
gobierno, primer ministro o presidente del gobierno. Son conocidos con ese
sistema países como Españ a, Japon, Lesoto, Belgica, Suecia o Malasia.
c) Reinos de la Mancomunidad de Naciones: Los reinos de la Mancomunidad
de Naciones (Commonwealth realms of Nations), son aquellos estados que
reconocen como jefe de Estado al monarca soberano del Reino Unido,
actualmente la reina Isabel II, que toma en esos países el título
correspondiente (p. ej. reina de Australia, reina de Canadá , reina de Nueva
Zelanda, etc.).
Cabe destacar que la organizació n denominada Mancomunidad de Naciones,
incluye Estados que no tienen al monarca britá nico como jefe de Estado, sin
embargo, lo consideran como un jefe de Estado honorario dentro de la
organizació n. Los embajadores entre estos Estados reciben la denominació n de
altos comisionados.
La reina designa un gobernador general como su representante, para cada
uno de estos Estados (excepto para el Reino Unido), con poderes ejecutivos
limitados y ceremoniales. El primer ministro es el jefe de gobierno de la rama
ejecutiva en cada uno de sus Estados, el cual proviene del cuerpo legislativo como
líder del partido o coalició n con má s representació n.
Los Reinos de la mancomunidad de Naciones está formada por estados como:
Reino Unido, Australia, Jamaica, Bahamas, Nueva Zelanda, Canada o Nueva Guinea.

d) Monarquías semiconstitucionales: a pesar de regirse por un texto


constitucional y poseer instituciones legislativas elegidas, judiciales con
mayor o menor independencia y un ejecutivo dirigido por un primer
ministro; el monarca conserva poderes significativos, que puede utilizar a
discreció n, y control sobre todos los poderes. Son monarquías
semiconstitucionales oaises como Marrruecos, Rmiratos Arabes Unidos,
Monaco, Kuwait, Jordania o Leichtenstein.
e) Monarquías absolutas: Las monarquías absolutas son regímenes
moná rquicos en los que el monarca tiene el poder absoluto del gobierno.
Las siguientes son monarquías absolutas países como Qatar, Suazilandia,
Arabia Saudita, Oman o Bruney.

Teocracias: Son gobiernos sin separació n de poderes entre la autoridad


política y la religiosa. Su cuerpo legislativo está supeditado a la legislació n interna
de la religió n dominante, la sharia en el mundo islá mico, o el derecho canónico para
la Iglesia cató lica. El Estado del Vaticano es el mejor ejemplo de ello.
La Ciudad del Vaticano es una monarquía absoluta electiva y una teocracia católica;
su monarca, el papa, es el líder de la Iglesia católica. El papa posee la plenitud de los
poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Estados gobernados por juntas militares: Gobiernos formados
exclusivamente por altos mandos de las fuerzas armadas de su Estado, tal es el
caso de Birmania.
Estados con gobierno provisional: son estados que tienen un sistema de
gobierno que está en transició n. Su poder político es limitado y termina cuando se
constituye un gobierno legítimo por medios convencionales., tal es el caso reciente
de Chad, por la reciente muerte de su presidente Idriss Deby Itno, un gobierno
provisional asumió el poder hasta nuevas elecciones presidenciales.

REGIMENES AUTOCRATICOS Y REGIMENES DEMOCRATICOS.

1. REGÍMENES AUTOCRÁTICOS:
Los autocrá ticos, en términos generales, son aquéllos donde los
gobernados deben comportarse segú n las reglas que les dicta el gobernante. Se
dividen en:

- Régimen totalitario: Los gobernados pueden participar en el proceso


político a través de un solo canal o partido ú nico, el cual está orientado por
una ideología totalizante que controla y regula todos los aspectos de la vida
de las personas. No se admiten ni toleran minorías discrepantes al orden
establecido. El partido político ú nico de gobierno desarrolla la educació n y
la propaganda que da sustento permanente al régimen establecido.

- Régimen autoritario: Existe un pluralismo político limitado y no


responsable. No existe una ideología elaborada que lo guíe como el
totalitarismo, sino que existen "mentalidades" distintas, que má s bien
defienden y justifican la estructura política existente sustentada por las
costumbres y la tradició n. Estos regímenes se caracterizan por ser de élite,
donde un grupo de elegidos resuelve los problemas pú blicos sin consultar al
pueblo.

2. REGÍMENES DEMOCRÁTICOS.
Los regímenes democrá ticos se caracterizan porque el poder político se
encuentra distribuido en tres ó rganos, (ejecutivo, legislativo y judicial) las
autoridades son elegidas en elecciones libres, competitivas y limpias, la acció n
política de la oposició n es aceptada e incentivada, existe un respeto y garantía por
los derechos de las personas y en general priman los valores, principios y atributos
de la democracia.
5. LOS PARTIDOS POLITICOS.

NOCION DE PARTIDO POLITICO.

Los partidos políticos son los principales actores políticos en las


sociedades contemporá neas. «Han acabado siendo el puntal sobre el que se
asientan los Estados modernos» (R. García Cotarelo), o como señ ala el profesor
Caciagli, «con todos sus defectos siguen siendo la viga maestra de la democracia de
masas y por tanto de la política moderna».

Pese a ello, los politó logos no han llegado a un acuerdo total sobre la
definició n de partido, porque cada una de las propuestas privilegia un aspecto de
su naturaleza o actividad. Pero cuidadosamente, a continuació n se expone algunas
de sus conceptos má s completos:

 Se entienden como partidos políticos a entidades de interés pú blico y con


personalidad jurídica, creadas para promover la participació n de la
ciudadanía en la vida política.

 Un partido político es una entidad política, compuesto por un conjunto de


individuos, unidos por una ideología política, que se reú nen y trabajan en
conjunto con el objetivo de acceder al poder y concretar sus propuestas
para la organizació n social.

 Los partidos políticos son asociaciones de ciudadanos que constituyen


personas jurídicas de derecho privado cuyo objeto es participar por medios
lícitos, democrá ticamente, en los asuntos pú blicos del país dentro del marco
de la Constitució n Política del Estado.

 Los partidos políticos son instituciones que intermedian entre el Estado y la


sociedad civil en la toma de decisiones políticas; y son eje del
desenvolvimiento político contemporá neo.

 No obstante, la Ley nú mero 3/1992 de 6 de enero sobre Los Partidos


Políticos de Guinea Ecuatorial, en su artículo 2, establece la siguiente
definició n: “Los Partidos Políticos son organizaciones políticas integradas
por personas que, libremente, se asocian para participar en la orientación
política del Estado. Constituyen la expresión del pluralismo político y de la
democracia, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular
como instrumentos fundamentales para la participación política”.
Aunque dicha Ley ha ido conociendo modificaciones en algunos de sus
artículos, sigue siendo vigente en la actualidad.

Los partidos políticos está n regidos por doctrinas y teorías que explican su
modo de interpretar la realidad. Por ejemplo, Un partido político de tendencia
liberal, nunca propondrá la abolición de la propiedad privada, ya que eso iría en
contra de sus creencias.

Má s allá de lo ideoló gico, los partidos políticos tienen estatutos o


reglamentos que sus afiliados deben respetar. Solo de ese modo podrá n
proponerse como candidatos del partido en un proceso de elecciones o participar
de la toma de decisiones del partido. Para difundir sus propuestas y seducir a los
votantes, los partidos políticos elaboran una plataforma y diversos programas
donde detallan los principales problemas de la sociedad y las soluciones que
proponen a cada uno de ellos.

La formación de los partidos políticos está regida por el ordenamiento


jurídico de cada país.

Nota: ver Ley nú mero 3/1992 de 6 de enero sobre Los Partidos Políticos de Guinea
Ecuatorial.

Origen histórico de los partidos políticos.


Es difícil hablar de democracia en los tiempos que corren sin considerar a
los partidos políticos, pues ellos son los principales articuladores y aglutinadores
de los intereses sociales. Para precisar su origen, podemos distinguir dos
acepciones. Una concepció n amplia de partido nos dice que ése es cualquier grupo
de personas unidas por un mismo interés, y en tal sentido, el origen de los partidos
se remonta a los comienzos de la sociedad políticamente organizada.

Si, en cambio, admitimos la expresió n partido político en su concepció n


restringida, que lo define como una agrupació n con animo a permanencia
temporal, que media entre los grupos de la sociedad y el estado y participa en la
lucha por el poder político y en la formació n de la voluntad política del pueblo,
principalmente a través de los procesos electorales, entonces encontraremos su
origen en un pasado má s reciente.

Se discute, así, si los partidos políticos surgieron en el ú ltimo tercio del s.


XVIII o en la primera mitad del s. XIX en Francia, Inglaterra o Estados Unidos. Con
esta acepció n, por tanto, el origen de los partidos políticos tiene que ver con el
perfeccionamiento de los mecanismos de la democracia representativa,
principalmente con la legislació n parlamentaria o electoral surgidos como
consecuencia a la eliminació n del poder absolutista y la consiguiente instauració n
de los primeros parlamentos.

Finalidad de los partidos políticos.

Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo
en la vida política, contribuir a la integració n de la representació n nacional, como
organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del
poder pú blico.

EVOLUCION Y TIPOLOGIA.

La tipología de los partidos políticos se puede vincular a su evolució n. De


las diversas tipologías propuestas, optaremos por las ternarias, que distinguen
entre partidos de cuadros, partidos de masas y partidos de electores.

La estasiología, rama de la ciencia política que estudia los partidos


políticos, término propuesto por M. Duverger, aparece cuando los partidos ya
está n consolidados, y al principio los enfoques predominantes eran ideoló gicos o
descriptivos.

Para los estasió logos, las primeras formas de partido estaban


determinadas fundamentalmente por el tipo de sufragio existente, el restringido,
limitado a los varones contribuyentes o con una determinada formació n
intelectual, lo que producía un reducido censo electoral. Los partidos resultantes
se califican como partidos de cuadros. Los partidos de cuadros, trataban, no de
conseguir adhesiones multitudinarias sino de reunir a notables, personas con
prestigio o fortuna, que permitan cubrir los gastos de campañ a y atraer votos.
Surgieron a finales del s. XVIII y principios del XIX, en Inglaterra y Estados Unidos.

En la segunda mitad del siglo XIX la conquista del sufragio universal


masculino y el asociacionismo obrero (Españ a, 1869) provocan el surgimiento de
un nuevo tipo de partido, que se ha dado en llamar partido de masas, o partido
de organización de masas. Un ejemplo típico de ellos son los partidos socialistas
europeos. Los rasgos definitorios de estos nuevos partidos, que coexistirá n con los
de cuadros, son: Reclutamiento masivo, intentará n lograr gran nú mero de
militantes, de ahí el nombre de “partidos de militantes”, que consigan la
financiació n de las campañ as electorales de los candidatos obreros, que no tienen
otras fuentes econó micas.

En los ú ltimos añ os los partidos se han adaptado a las transformaciones


de las sociedades capitalistas europeas tras la Segunda Guerra Mundial, y algunos
teó ricos de los partidos políticos hablan de la aparició n de un tipo de partido
moderno, llamado partido de masas electoral, partido de electores, o, partido de
votantes, segú n la denominació n de cada autor.

En la segunda mitad del s. XX, surgen los llamados “partidos


acaparadores”, acuñ ado del termino ingles “catch-all-party”. Esa tipología de
partido político estaba formada por aquellos que, abandonando toda ambició n de
encuadramiento intelectual o moral de las masas, se vuelca plenamente hacia la
escena electoral, tratando de realizar una acció n en profundidad hacia una
audiencia má s amplia y hacia un éxito electoral má s inmediato. Estos nuevos
partidos perderá n militantes, pero ganará n electores. Sus características son:
Buscan un electorado lo má s amplio posible, dirigiendo sus esfuerzos má s al
electorado que a la militancia.

Los partidos acaparadores coexisten con los de cuadros y masas, y se


pueden encontrar en todo el espectro político, desde la' derecha a la izquierda, en
los países de Europa occidental.

Y para finalizar, en cuanto a los partidos de países en desarrollo, Duverger


caracteriza a algunos de ellos, africanos, por la gran distancia que existe entre el
círculo de dirigentes y la masa de los miembros. El primero está a nivel intelectual
y técnico de las sociedades modernas y éstos al de sociedades arcaicas. La
estructura del partido refleja el estadio de desarrollo de esos países.

Stein Rokkan, teniendo en cuenta la evolució n histó rica y el contenido


ideoló gico, aportó siete tipos de partidos: Partidos confesionales, Partidos laicos,
Partidos de á mbito nacional, de á mbito regional, Partidos campesinos, Partidos de
empresarios, Partidos obreros. Estas categorías pueden darse ademá s mezcladas
entre sí en determinadas sociedades.

Tipologías de los partidos políticos en la actualidad.

De igual forma que los sistemas de partidos, los partidos también pueden
clasificarse en funció n de ciertos criterios. Estas tipologías ayudan a ordenar la
variedad de los fenó menos sociales para entender mejor dicha diversidad. Para la
identificació n de los partidos a menudo se determinan los rasgos característicos
para comprender las similitudes y las diferencias entre los partidos individuales.
Así, se puede efectuar una tipología de los partidos segú n criterios muy diversos.

Algunos partidos expresan en sus nombres los objetivos sociopolíticos con


los que está n especialmente comprometidos. De esta forma también dan una idea
de có mo desean ser percibidos. Esto demuestra que la tipología de los partidos no
es só lo un ejercicio académico, sino también una parte de la competencia política
entre los partidos.

Las tipologías surgieron primero con respecto a los sistemas multipartidistas de


Europa, pero también pueden aplicarse a otras regiones del mundo.
¿Por qué existen los partidos políticos?

En cualquier sociedad existen diferentes opiniones, necesidades,


expectativas e ideas sobre los asuntos cotidianos así como acerca de los “grandes”
temas del ordenamiento social, sus normas y procedimientos. Existen opiniones
muy diversas sobre prá cticamente cualquier tema imaginable. No existe algo así
como una voluntad general del pueblo o un predeterminado bien común. Por
el contrario, en todas las sociedades existen intereses contrapuestos que a
menudo chocan fuertemente entre sí.

Para resolver los conflictos existentes pacíficamente, el proceso de


formació n de opinió n debe mediar en un proceso abierto de debate entre las
diferentes opiniones. Para ello es necesario un mínimo de convicciones comunes.
Este es el consenso democrá tico bá sico que establece que todo ciudadano tiene el
derecho de representar su propia opinió n en una competencia pacífica de
opiniones. Este supuesto bá sico, segú n el cual existen diferentes intereses en todas
las sociedades, que en principio está n justificados, se conoce como pluralismo o
como “teoría de la competencia” de la democracia. Pues bien, los partidos políticos
existen para representar el conjunto de intereses particulares de sus afiliados en el
contexto de los conflictos de intereses resueltos democrá ticamente.

Dado que existe una competencia de ideas, el proceso de formació n de


opinió n en la sociedad pluralista debe pasar por un proceso abierto de debate
entre los grupos de interés heterogéneos. Debido a la diversidad de opiniones y
a los conflictos sociales, no puede existir una solución absolutamente
correcta, por lo que las decisiones se toman por lo general sobre la base del
principio de la mayoría. Sin embargo, no debe darse una “tiranía de la mayoría”
que infrinja las reglas democrá ticas y viole los derechos humanos inalienables, ya
que las decisiones mayoritarias también pueden implicar deficiencias o incluso
estar equivocadas. Una protecció n de las minorías só lida y garantizada
constitucionalmente por una parte, y por la otra, el reconocimiento de la derrota
en la votació n o elecció n por el partido perdedor –siempre que se trate (en gran
parte) de elecciones libres y justas–, son por lo tanto partes constitutivas de este
entendimiento democrá tico.

FUNCIONES DE LOS PARTIDOS POLITICOS.

Para participar con éxito en el proceso político y contribuir a la


consolidació n de la democracia, los partidos deben prestar una gama de servicios.
En la ciencia política, estas “funciones de los partidos” se resumen a continuació n:

Los partidos:
 Articulan y unifican los intereses sociales : los partidos formulan las
expectativas pú blicas y las demandas de los grupos sociales en el
sistema político (funció n de formació n de opinió n);

 Reclutan al personal político y promueven la formación de nuevos


cuadros: los partidos seleccionan personas y las presentan en las
elecciones para optar a cargos políticos (funció n de selecció n);

 Desarrollan programas políticos: los partidos integran los diferentes


intereses en una concepció n global de la política y los incluyen en un
programa político, para lo cual solicitan la aprobació n y el apoyo de la
mayoría (funció n de integració n y articulació n);

 Promueven la socialización política y la participación ciudadana : los


partidos establecen una conexió n entre los ciudadanos y el sistema
político, permiten la participació n política de los individuos y los grupos
con perspectivas de éxito (funció n de socializació n y participació n);

 Organizan el gobierno: los partidos participan en las elecciones para


ocupar posiciones de poder; en las democracias partidistas, por lo
general, al menos una parte de los miembros má s destacados del
gobierno proviene de los partidos que han ganado las elecciones
(funció n de dominio);

 Contribuyen a la legitimidad del sistema político : como los partidos


establecen un vínculo entre los ciudadanos, los grupos sociales y el
sistema político, contribuyen al afianzamiento del orden político en la
conciencia de los ciudadanos y en las fuerzas sociales (funció n de
legitimació n).

En las sociedades modernas, la formació n de opinió n es un proceso de


mú ltiples facetas. Los medios, las organizaciones sociales, los grupos de interés, las
iniciativas ciudadanas, las comunidades religiosas y cada vez má s las formas
modernas de comunicació n en Internet, Facebook, Twitter y otras comunidades
virtuales, tienen un impacto significativo sobre las opiniones y las actitudes
políticas. Sin embargo, los partidos siguen siendo principalmente los que
unifican la variedad de opiniones, las integran en el proceso político de toma
de decisiones y, en ú ltima instancia, toman dichas decisiones a través de sus
representantes en los parlamentos y en los gobiernos. Cuando los ciudadanos
siguen el trabajo de los partidos, escuchan sus argumentos en el debate político y
los evalú an, pueden orientarse políticamente hacia ellos. Ademá s, los ciudadanos
mismos, con su participació n en los partidos, pueden influir en el proceso de toma
de decisiones políticas.
LOS PROGRAMAS DE PARTIDO y LOS PROGRAMAS ELECTORALES.

LOS PROGRAMAS DE PARTIDO: Los programas de los partidos cumplen


diferentes funciones. Los programas básicos (manifiestos) constituyen en primer
lugar la identidad política de los partidos y dan a los votantes una orientació n
política general. Con un programa bá sico, los partidos demuestran sus valores
fundamentales, sus objetivos y demandas, y con ello ilustran claramente qué los
hace diferentes de otros partidos. Tales programas bá sicos tienen validez de largo
plazo y por lo general contienen declaraciones fundamentales de los partidos
sobre diversos á mbitos políticos. Por lo general no toman ninguna posició n sobre
temas políticos de actualidad, esa es tarea de los programas electorales o de acció n
que tienen una perspectiva de corto plazo y está n diseñ ados específicamente para
la campañ a o para un debate político de actualidad.
Un partido debe desarrollar su programa bá sico con mucho cuidado y con
la mayor participació n y consenso posible de un gran nú mero de sus miembros.
Mientras má s involucrados estén los miembros en el proceso del desarrollo de un
programa bá sico, mejor lo conocerá n y defenderá n má s adelante en pú blico. Para
el desarrollo o actualizació n de su programa bá sico, muchos partidos crean
primero las llamadas “comisiones básicas” que determinan los temas que se
abordará n en el programa y elaboran un primer borrador del programa.

Algunos partidos tienen, ademá s de su programa general, otros


programas especiales o documentos de posición en los que explican sus
posiciones bá sicas con respecto a á reas políticas específicas. É ste es el caso de la
política econó mica, la política energética, la política de la mujer, la juventud y la
familia, la política agraria, la política cultural, entre otras. Lo atractivo de la
elaboració n de dichos programas o documentos de posició n es que pueden ser
desarrollados con la mayor participació n posible de representantes de cada uno de
los sectores específicos. Esto contribuye a estrechar los vínculos del partido con
dichos sectores.
En definitiva, los programas políticos cumplen dos funciones principales:
- por una parte deben articular los intereses de la població n (los partidos
como “portavoces” del pueblo) y,
- por otra, deben facilitar e influenciar el proceso de formació n de opinió n de
los ciudadanos (los partidos como “moldeadores” de la opinió n de un
pueblo o al menos de una parte del mismo).

Con base en el programa presentado, los votantes pueden juzgar si un


partido tiene conciencia social y si ofrece propuestas adecuadas para la solució n de
los problemas y desafíos que enfrenta el país.

Los partidos de la oposición tienen la responsabilidad de supervisar al


gobierno y de proporcionar alternativas constructivas. Esta tarea también es
de gran importancia para una democracia, ya que sin oposició n el gobierno tiende
a la complacencia y a la arrogancia y pasa por alto la bú squeda de alternativas.

EL PROGRAMA ELECTORAL. Un programa electoral es generalmente mucho


má s breve que un programa bá sico. Contiene propuestas y demandas concretas
con respecto a una elecció n y el posterior trabajo de gobierno que un partido desea
implementar. Los programas electorales tienen que ser rediseñ ados para cada
evento electoral. Por lo general se desarrollan con el o los candidatos principales
de un partido y está n altamente adaptados a ellos. También llamado “oferta
electoral” es, ademá s de los candidatos, la “mercancía” que los partidos ofrecen al
electorado como conocimiento y solució n a los problemas sociales.

PARTIDOS E IDEOLOGIAS

Las ideologías y las cosmovisiones (visió n del mundo) tienen una gran
importancia para los partidos. Las ideologías son visiones generales del mundo
compactas que incluyen explicaciones, valores y objetivos para los
acontecimientos sociales pasados, presentes y futuros. Las ideologías son la base
para las acciones políticas y sociales concretas. Son una parte fundamental de la
orientació n política. El concepto de ideología ha sido y es utilizado sobre todo por
los partidos de izquierda, los socialistas y los comunistas para describir sus
cosmovisiones y posiciones políticas. Sin embargo, también otras corrientes del
pensamiento político se pueden identificar con el concepto de “ideología”, como
por ejemplo el liberalismo y el conservadurismo, el nacionalismo o el fascismo.

Hoy en día, el discurso se da una y otra vez en torno a la


“desideologizació n” de la política y los partidos. Esto significa que los partidos
enfaticen menos sus posiciones ideológicas y en lugar de ello se caractericen
más fuertemente por un pragmatismo circunstancial, es decir, por el
procesamiento (o incluso la solución) de los problemas sociales, políticos y
económicos concretos.
Sin embargo, la menció n de las principales corrientes ideoló gicas deja en
claro que las ideologías todavía son de gran importancia para la identificació n de
las posiciones ideoló gicas y políticas. El “final de las ideologías”, que el politó logo
estadounidense Francis Fukuyama anunció con la caída del comunismo, no
ocurrió . Fukuyama dijo que la democracia liberal se habría impuesto como la
forma dominante de gobierno y que esto también habría hecho superfluos todos
los viejos debates ideoló gicos.
¡Quien esté involucrado en la política, debería conocer las diferentes corrientes
ideológicas básicas. Esto no sólo es importante para determinar su propia posición,
sino también para evaluar las posiciones políticas de los demás y poder debatir con
ellos con medios políticos pacíficos!

Resumen de algunas ideologías

Ideologías que hacen hincapié en el individuo


Liberalismo, neoliberalismo, conservadurismo, democracia cristiana.

Ideologías igualitarias
Socialismo, comunismo, marxismo, leninismo, estalinismo, maoísmo,
eurocomunismo, anarquismo.

Ideologías que hacen hincapié en el colectivo.


Socialismo, socialismo democrá tico, socialdemocracia, comunismo,
marxismo,
Nacionalsocialismo.

Ideologías que enfatizan el origen étnico o la nacionalidad.


Nacionalismo, sionismo, regionalismo, panafricanismo, panarabismo,
fascismo, nacionalsocialismo, racismo, colonialismo.

FINANCIACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS.

Para poder ejercer efectivamente sus funciones en el sentido de promover


la sociedad democrá tica, para adquirir conocimientos, para desarrollar y difundir
sus programas, para construir y mantener una estructura organizativa estable,
para mantener la comunicació n con los miembros del partido y, por ú ltimo, pero
no menos importante, para llevar a cabo las campañ as electorales, los partidos
necesitan una financiació n adecuada. Idealmente, esta financiació n debe permitir a
los partidos ejercer sus funciones sin depender econó micamente de una sola
persona o grupo de interés.
Como es indiscutible que los partidos son necesarios para el sistema
democrá tico, en muchos países democrá ticos existe un apoyo financiero estatal
para los mismos. Esto ocurre, por ejemplo, en forma de subvenciones directas del
presupuesto estatal (por lo general como reembolso de los gastos electorales) o en
forma de apoyo indirecto a través de la deducibilidad fiscal de las donaciones a los
partidos políticos.

Nota: ver Ley nú mero 8/1995 de 9 de enero, sobre Financiació n a los Partidos
Políticos en Guinea Ecuatorial.
LOS PARTIDOS POLITICOS EN EL PARLAMENTO Y EN EL GOBIERNO.

Desde la perspectiva del “voto“ y de la “búsqueda de cargos públicos”, es


bien sabido que el objetivo primordial de todo partido político es conseguir su
participación en el parlamento, por medio de escaños (cuantos más, mucho
mejor) y en el gobierno. Si sus representantes tienen escañ os en el parlamento y
posiblemente también tienen responsabilidades en el gobierno, pueden diseñ ar,
ejercer el poder y gozar de los privilegios inherentes por un tiempo determinado, y
por ú ltimo, distribuir los beneficios entre sus seguidores.

Sin embargo, desde una perspectiva orientada a las políticas, el


“verdadero” trabajo só lo empieza con la entrada exitosa en el parlamento. Las
elecciones deciden có mo estará n representados los partidos en las cá maras del
parlamento nacional, dependiendo del nú mero de escañ os que un partido haya
podido alcanzar, podrá forjar coaliciones o no, y elaborar un plan de gobierno.

Los gobiernos necesitan una mayoría parlamentaria, por ello el


gobierno y los partidos reunidos en una coalició n de gobierno trabajan
estrechamente, en particular bajo las condiciones de los sistemas parlamentarios
de gobierno. Por el contrario, los partidos de oposición fiscalizan al gobierno y
proponen alternativas constructivas a los proyectos del gobierno y de los
partidos gobernantes.

El modelo clá sico de la separació n de poderes se basa en una clara


separació n entre el poder ejecutivo (gobierno) y el legislativo (parlamento). Sin
embargo, en la prá ctica este modelo no funciona en el sentido de la estricta
separació n entre ambas instituciones, sino má s bien en el sentido de la limitació n o
divisió n de tareas. Esto es especialmente vá lido en los sistemas parlamentarios de
gobierno donde el poder ejecutivo se encuentra a merced del apoyo parlamentario.

Entre el gobierno y el parlamento, mejor dicho de la mayoría


gubernamental en el parlamento, existe una dependencia mutua que los obliga a
un alto grado de consenso y unidad. Sin esta unidad no es posible gobernar en
muchos países. Por lo tanto, todos los gobiernos deben esforzarse por tener una
mayoría estable en el parlamento o en ambas cá maras del parlamento.

Para asegurar las mayorías parlamentarias, se realizan reuniones perió dicas de


consenso entre los jefes de las bancadas de los partidos de gobierno y el jefe de
gobierno y otros miembros del gabinete, las llamadas “rondas de coalición”.
Debido a sus contactos informales con los funcionarios del gobierno, los diputados
de los partidos de gobierno a menudo se informan mejor sobre los futuros
proyectos.
6. LA PARTICIPACION POLITICA
En la democracia de masas la participació n de los ciudadanos es un
elemento esencial y ha sido éste uno de los estímulos de los estudios del
comportamiento de los individuos y de los grupos en el funcionamiento de las
instituciones políticas.
Las investigaciones sobre la participació n intentan responder a las
siguientes preguntas:
- ¿por qué los ciudadanos participan o no en la vida política?,
- ¿qué niveles de participació n existen?,
- ¿qué mecanismos se utilizan?, y,
- ¿qué factores influyen en la participació n política?

CONCEPTUALIZACION. Pero primero demos una definició n concisa de lo


que se entiende por participació n política. Si bien, numerosos autores no
establecen una definició n exacta para ese concepto. Así, una definició n amplia la
define como el conjunto de actividades, interacciones, comportamientos,
acciones y actitudes que se dan al interior de una sociedad en forma
individual o colectiva por parte de individuos, grupos, partidos e
instituciones, las cuales van dirigidas a explicar, demandar, influir o tomar
parte en el proceso de decisiones políticas.
Segú n Roger Hart, 1993, “la participación política es la capacidad para
expresar decisiones que sean reconocidas por el entorno social y que afectan a la
vida propia y/o a la vida de la comunidad en la que uno vive”.
En síntesis, la participación política es cualquier acció n realizada por un
individuo o grupo de individuos con la finalidad de incidir en los asuntos pú blicos. 

Dicha acció n puede surgir de dos vertientes: por una parte, de los líderes
políticos, que se dirigen a la ciudadanía pidiendo el voto; y por otra parte, de la
ciudadanía que emite su voto cediendo así su soberanía. Y las actuaciones
siguientes pueden orientarse, por ejemplo, hacia la elecció n de cargos pú blicos, la
acció n de los actores políticos y a las propias políticas pú blicas, etc.

TIPOS DE PARTICIPACION POLITICA.

La participació n política ha sido considerada durante mucho tiempo a través


de su forma de expresió n má s habitual: el voto. Sin embargo, en los sociedades
democrá ticas actuales, se percata que el voto ya es solo uno má s entre otros
muchos recursos de los que dispone el individuo para incidir e influir en el mundo
político. En la actualidad, la participació n política se clasifica generalmente a partir
de dos grandes categorías: convencional y no convencional.
La participación convencional es aquella que aparece como legal y legítima,
es demandada por el sistema político y promovido por las élites y las instituciones.

- La forma convencional de participació n política por excelencia en un


sistema democrá tico es el voto, otro ejemplo puede ser la asistencia activa
de ciudadanos a un mítin o campañ a política.

La participación no convencional es aquella que no emplea los canales


institucionalizados, en ocasiones es ilegal y suele ser irregular, específica e
infrecuente.

- Una forma no convencional de la participació n política puede ser, por


ejemplo, la actividad de protesta violenta ante un suceso o similares.

FACTORES QUE INFLUYEN EN LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA

La participació n política puede explicarse con base en diferentes


variables, dependiendo a su vez de los factores particulares existentes dentro de
cada país, como sistemas políticos, el nivel de concienciació n política de los
ciudadanos, acceso a las instituciones de gobierno, apertura de canales e
implementació n de mecanismos que posibilitan y apoyan la participació n política
por parte del sistema político, etc. Todos estos factores se agrupan en dos bloques:
factores individuales y factores institucionales.

a) Factores Individuales: ¿Cuá les son las razones que explican que una
persona participe en política? ¿Por qué unas personas participan má s que
otras? E incluso, ¿por qué unas personas participan má s a nivel
convencional, como votar, y otras prefieren protestar en las calles?

Pues bien, una de las explicaciones má s comunes tiene que ver con un
sentimiento o estado emocional del individuo que los psicó logos sociales
denominan deprivación política; y no es otra cosa que la diferencia entre lo que
uno tiene y lo que cree que merece tener. Esa percepció n es precisamente la que
motiva a los individuos a participar, involucrarse y tratar de cambiar las cosas. Es
una motivació n muy poderosa y que puede dar lugar a que un individuo decida
participar y luchar por lo que cree que es justo. Para que una persona se mueva y
participe, debe sentir privació n respecto a ciertos bienes o derechos.

Esto depende de una serie de factores, entre ellos, de sus características


individuales, de su nivel socioeconó mico, de la conciencia colectiva, de los recursos
que tiene a su disposició n, etc.

b) Factores Institucionales: Las instituciones pueden ser definidas como


entes formales que marcan pautas de comportamiento en los individuos y
en los grupos. Las instituciones pueden incentivar o desincentivar la
participació n política.
La participació n política se incentiva cuando se abre una estructura de
oportunidades o canales de acceso a las instituciones políticas de gobierno,
apertura de canales e implementació n de mecanismos que posibilitan, facilitan y
apoyan la participació n política de los ciudadanos a los á mbitos de toma de
decisiones para que los mismos manifiesten sus decisiones y que esas decisiones
den resultados.
Cuando existen aliados de la causa en la estructura del gobierno y/o de la
administració n que permitan lograr influencia en las decisiones pú blicas, la
participació n política cobra sentido. Dependiendo de la situació n, de la existencia y
el grado de apertura de los mecanismos institucionales, la acció n que tome la
ciudadanía puede ir desde los mecanismos convencionales (consultas, foros
pú blicos, campañ as cívicas, entre otros) hasta los no convencionales (protestas,
huelgas, boicots o similares).

Participación política y bienestar del ciudadano.


La participació n tiene efectos significativos a nivel individual del ciudadano;
es decir, la creencia de que el régimen o las autoridades son sensibles al intento de
influencia del ciudadano.

Algunos autores exploran la relació n entre el acto de votar y la satisfacció n de


los ciudadanos y concluyen que existe una asociació n positiva entre el voto y la
felicidad. Sin embargo, afirman que, al parecer, la felicidad es má s bien una causa
que una consecuencia de la mayor participació n electoral de los ciudadanos. Es
decir que las personas má s satisfechas con su vida son má s propensas a votar, y en
general a participar en los procesos políticos a través de formas tanto
convencionales como no convencionales.

--Un estudio de la ONU a nivel mundial sobre la participación política en


relación a la satisfacción de los ciudadanos, indica que el nivel de participación
mundial de los ciudadanos en los procesos políticos está conociendo un descenso
considerable en la forma convencional; y por consiguiente, un aumento en la
participación política no convencional debido a que los ciudadanos están más
insatisfechos con sus gobernantes políticos.

Dicho con otras palabras, es má s fá cil convencer a un grupo de individuos a


asistir a una manifestació n que a asistir a un mitin o una campañ a electoral.

Participación y democracia.
La palabra democracia tiene su origen en dos palabras del griego: “demos”,
pueblo, y “kratos”, gobierno. Podríamos traducirlo entonces como “el gobierno del
pueblo”. Esta frase refleja la idea fundamental de la democracia: un modo de
gobierno en el cual todas las personas pueden participar en el proceso de toma de
decisiones para generar el bien comú n. Precisamente así fue como el presidente de
los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln, la definió : “el gobierno del
pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Cuando las personas participan en las decisiones políticas, se puede lograr el
bien comú n, es decir, construir una sociedad en la que cada persona sea libre e
igual y donde cada uno pueda realizar su vida conforme a sus deseos y
preferencias; siempre y cuando ésas sean la de la mayoría.

En definitiva, haciendo una relació n entre la participació n política y la


democracia, señ alaríamos que una sociedad democrá tica no se podría concebir
como tal sin la activa participació n de sus individuos en los asuntos políticos.

LOS GRUPOS DE INTERES y GRUPOS DE PRESION.

La existencia de grupos de presió n en sentido moderno no se remonta


mucho má s allá de comienzos del siglo XIX, centrá ndose inicialmente en los EE.UU
y, en menor medida, en Gran Bretañ a. Su génesis aparece ligada a los procesos de
industrializació n, así como al reconocimiento del derecho de libre asociació n y a la
regulació n por vía parlamentaria de las má s diversas actividades econó micas.

Los partidos políticos son un elemento clave en la participació n política en las


democracias contemporá neas, sin embargo, no son la ú nica. Existen otros grupos que
también intervienen en política e influyen en el proceso de toma de decisiones como son
los grupos de interés y grupos de presió n.

Un grupo de interés es un conjunto de personas organizadas en torno a un


interés comú n, con el fin de actuar conjuntamente en defensa del mismo. Se denomina
grupo de presión cuando ese grupo busca la manera de influir a la opinió n pú blica y
provocar una intervenció n estatal en su beneficio.

La actividad política de ambos grupos es indirecta porque procuran intervenir en


la política desde un segundo plano, o indirectamente. A menudo los grupos de interés son
de conocimiento pú blico, como los sindicatos, las organizaciones patronales, las grandes
empresas, las asociaciones de profesionales, las ONG, etcétera.

La mayoría de la sociedades modernas democrá ticas reconocen legitimidad a los


grupos de interés y de presió n y regulan las modalidades de su accionar, de modo que no
afecten la forma en que se encuentra regulada en cada país la toma de decisiones políticas.
Una modalidad característica de la canalizació n institucional de los grupos de interés son
los consejos económicos y sociales, que existen en varios países. Es habitual que los grupos
de interés realicen sobre los poderes pú blicos una actividad particular denominada lobby,
con el fin de tratar de incidir a su favor en el proceso de toma de decisiones pú blicas,
convirtiéndose así en grupos de presió n. Se caracterizan por los tres siguientes elementos
constitutivos:

1. La existencia de un grupo organizado.


2. La defensa de un interés, bien material o moral.
3. El ejercicio de una presió n sobre el poder.
4. No buscan ejercer por sí mismos el poder político.
5. No asumen la responsabilidad de las decisiones adoptadas bajo su influencia.

Diferencia entre grupos de interés y grupos de presión.

Un grupo de interés se diferencia conceptualmente del  grupo de presió n en


que el grupo de interés busca la realizació n de sus necesidades mediante sus
actividades profesionales, es decir, por ejemplo: un ONG protectora del medio
ambiente buscaría afiliar más socios y buscar más animales, plantas, bosques,
etcétera, para proteger, a fin de que las autoridades vean su necesidad de
colaboración y una empresa se esforzaría en crecer en producción para ser objeto de
medidas de política económica.

En cambio un grupo de presió n  busca forzar el proceso de decisiones del


estado en su favor e intereses, utilizando mecanismos de presió n, como pueden
ser, acudir directamente al parlamento a dialogar para satisfacer de ese modo sus
necesidades.

En definitiva, a pesar de las disimilitudes, el grupo de interés, segú n el


contexto histó rico, social, cultural y político, podría mutar en grupo de presió n.

Las estrategias y las actividades los Grupos de Presión

Los medios de actuació n de los grupos de presió n son muy variados, pero se
podrían destacar los siguientes:

 Persuasión: Consiste en tomar contacto, a través de la negociació n, con las


personas que tienen capacidad para tomar decisiones y convencerlos con
argumentos de que sus demandas son justas y deben ser satisfechas.
 Amenazas o intimidaciones: Pueden ser de muy diversa índole: electoral
(retirar el apoyo en las pró ximas elecciones), gubernamental (prestar apoyo a
la oposició n para derribar al gobierno, o recurrir a la desobediencia civil),
profesional (obstaculizar la carrea de un político o de un funcionario), etc.
 Lobbying: Es una técnica de persuasió n pero que se realiza de manera muy
discreta, no oficial, y preferentemente, en los parlamentos para tratar de
persuadir a los representantes sobre la validez de ciertas demandas o
propuestas.
 Medios de comunicación: Los grupos de presió n a través de los medios de
comunicació n intenta atraer la atenció n de la opinión pública sobre sus
demandas. Así, en lugar de acudir de manera directa a los decisores pú blicos se
recurre a una estrategia de tipo indirecta, mediante la cual se trata de
convencer a la opinió n pú blica para presionar al  político para que adopte las
medidas solicitadas.
 Acción directa: Cuando ninguna de las anteriores acciones funciona se
recurre a las huelgas, manifestaciones, paros temporales, toma de espacios, etc.
 La corrupción: Constituye éste el mecanismo má s contrario al
ordenamiento jurídico, siempre se realiza fuera del escenario pú blico,
utilizá ndose generalmente medios econó micos para recompensar la decisió n
política favorable al grupo de presió n.

Diferencias entre partidos políticos y grupos de presión.

Los partidos políticos y los grupos de presió n difieren en su estructura jurídica y


social, en los medios que emplean para actuar en la vida política y,
fundamentalmente, en su finalidad. Los primeros tienen como objetivo principal
conquistar el poder, o al menos conseguir representació n, para gobernar y poner
en prá ctica su programa político, o en su defecto, influir sobre las decisiones que
adopte el ejecutivo; mientras que los segundos, no pretende tomar el poder por sí
mismos sino que su objetivo es influir sobre quienes lo ejercen, haciendo presió n
sobre ellos.

LIDERAZGO POLITICO.
Ademá s de todos los esfuerzos organizativos, estratégicos, comunicativos
y de contenido, que son indispensables para el éxito político a largo plazo, los
partidos deben contar con otro elemento sin el cual no pueden esperar la
aprobació n de los ciudadanos y votantes: dirigentes políticos adecuados.

Desde la antigü edad, los pensadores políticos se ocupan de la cuestió n de


qué características debería reunir un “buen” líder político. Las ideas van desde los
“reyes filó sofos” de Plató n, pasando por el pragmatismo maquiavélico (se acepta
todo lo que sirva para ganar y conservar el poder), hasta las teorías modernas de la
escuela italiana sobre las élites y la competencia que surgieron con el
advenimiento de la política de masas.

En las democracias, los líderes políticos se encuentran facultados por


elecció n para guiar el proceso de formació n de la opinió n pú blica y de la toma de
decisiones. En la medida que puedan hacer uso de estas facultades dependerá
también de las condiciones del marco político. Así, existe diferencia si se trata de
un sistema de gobierno presidencial o si es un sistema parlamentario de gobierno,
si un partido gobierna en solitario o en coalició n con otros partidos, o si se trata de
un estado unitario o un estado federal, etc. También la fuerza (o debilidad) de los
grupos de interés sociales como los sindicatos o las asociaciones empresariales, o
el papel del ejército, son factores que influyen en el liderazgo político.

No obstante, de forma ideal, los líderes políticos deberían demostrar


ciertas capacidades (recursos de liderazgo), entre las que encontramos:

 Principios éticos y morales y objetivos políticos claros en los cuales basen sus
acciones (y que deben ser transparentes en una democracia). La honestidad
y la credibilidad, así como el sentido de responsabilidad hacia los
ciudadanos, también son importantes características de liderazgo;

 Conocimiento y experiencia política para poder evaluar y sopesar los temas


políticos específicos y su importancia para el proceso político y sus
consecuencias políticas y sociales.

 Capacidad de gestión para poder dirigir una gran organizació n y una rá pida
capacidad de entendimiento para responder adecuadamente a los cambios
(aú n mejor es la habilidad de poder anticipar ciertos acontecimientos);

 Capacidad de convencimiento, optimismo y en el mejor de los casos carisma


para convencer a la gente sobre las decisiones políticas adoptadas o
previstas y ganar su apoyo para las mismas;

 Los factores personales también juegan un papel importante, tales como el


conocimiento de la naturaleza humana y la razón práctica, los contactos
personales (redes), el talento retórico y la habilidad táctica, la acció n rá pida,
la paciente espera,

 Otro factor, no menos importante, que afecta mucho a los líderes políticos
en la actualidad es el vasto conocimiento del espectro socio-político
internacional, etc.

Estas características son condiciones importantes para el liderazgo político


tanto interno –es decir, la dirigencia del propio partido– como también externo –
para obtener el apoyo de los ciudadanos y votantes y para ejercer el poder político
legitimado democrá ticamente.

Por lo tanto, el liderazgo político implica mucho má s que só lo el


conocimiento y el control funcional del proceso legislativo, es decir “por un lado, la
permanente y constante bú squeda de conceptos políticos, y por el otro, la
integració n y convicció n tanto de las instituciones políticas como de la ciudadanía.”

La cuestió n del liderazgo político surge con mas énfasis en la era de la


globalizació n que tiene importantes implicaciones en el diseñ o de la política y por ende en
los líderes políticos nacionales. En general se puede observar que, al parecer, se ha
incrementado la necesidad de liderazgo a nivel internacional. Esto es consecuencia de la
internalizació n de los problemas a los que está n expuestas las sociedades actuales. Tal fue
el caso de la reciente crisis econó mica mundial de 2008/2009, o en la actual crisis
sanitaria mundial provocada por la pandemia del Covid-19. En tales situaciones se
necesita de un liderazgo político inteligente que tome e implemente decisiones
democrá ticamente responsables.

CONCLUSION.
A pesar de todas las debilidades de los partidos y de todos los desafíos que
deben enfrentar, una cosa es clara: sin partidos no puede funcionar la democracia. En
una democracia, los partidos siguen siendo el vínculo má s importante entre el Estado y la
sociedad. Sin embargo, deben adaptarse a los cambios sociales para no ser atrapados por
los mismos.

La formació n de opinió n política y la creació n de consenso en la democracia de


masas son un proceso infinitamente aburrido y parcialmente ingrato en la aburrida
cotidianidad de los gremios. La formació n democrá tica de opinió n política, la creació n de
consenso y la gobernabilidad orientada al bienestar pú blico no pueden lograrse al margen
o en contra de los partidos políticos, sino só lo con ellos. Aunque las iniciativas ciudadanas
y los movimientos sociales sean necesarios para la innovació n política, la oposició n y la
crítica, al final dependen de los partidos políticos que son los responsables en el largo
plazo y deben presentarse ante la ciudadanía perió dicamente en el contexto de las
elecciones.

Los partidos ejercen una funció n de liderazgo político de la que una democracia
moderna no puede prescindir. Especialmente en los tiempos del cambio omnipresente, el
liderazgo político debe ser responsable y estar siempre conectado a las preocupaciones de
los ciudadanos. Todo partido existe para el beneficio del pueblo y no para sí mismo”. Los
partidos, sus miembros y sus má ximos representantes son desafiados, hoy má s que nunca,
a asumir esta responsabilidad.

Trabajo confeccionado por: r.lamco

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