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de Bernard Manin
Introducción
Bernard Manin nace en 1951 en Marsella, Francia. Es
un politólogo conocido por sus trabajos sobre el
liberalismo y la democracia representativa. Director de
la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales
(EHESS), es también profesor de la New York
University y uno de los principales exponentes que trata
el fenómeno de la representación política en clave
contemporánea.
El sufragio universal resulta crucial porque introduce una nueva lógica en el lazo entre
gobernantes y gobernados. Ahora la base del voto deja de tener sustento en la propiedad,
la cultura, o alguna otra distinción, más que el número. Una persona es un voto, sea cual
sea su origen o status social, punto. Esto da origen al parlamentarismo liberal como
sistema de gobierno representativo.
1
MANIN, Bernard, “Metamorfosis de la Representación”, en Dos Santos, Mario (coord.), “Qué queda de
la Representación Política”, CLACSO-Nueva Sociedad, Caracas, 1992.
Primer principio: “no hay representación sin elección de los gobernantes por
los gobernados” 4
Este principio señala que el voto de parte de los gobernados, otorga legitimidad política
a los gobernantes. Como señala Zimerman y Wyngaard “(...) a diferencia de la
2
Véase SCHUMPETER, Joseph A., “Capitalismo, Socialismo y Democracia”, Traducido al español por
García, José Díaz, Editorial Aguilar, Ciudad de México, 1961. Para Schumpeter, el pueblo ni si quiera
elige a sus representantes, sino de entre una oferta muy acotada de candidatos preestablecidos por sus
mismos partidos. La ciudadanía elegía entre aquellos líderes que, en su momento, ya habían sido
previamente elegidos por la clase política para competir electoralmente.
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Manin tiene en cuenta las críticas de Jean Jacques Rousseau al sistema representativo y de Carl Schmitt
al parlamentarismo liberal, pero de alguna manera, entiende que éstas no tuvieron el eco que la tradición
del liberalismo político tuvo sobre el desarrollo histórico político.
4
O simplemente “no hay representación sin votos.”
5
Zimerman, Héctor J.; Wyngaard, Álvaro Monzón, “La evaluación crítica de la representación política y
el déficit en el control institucional” en X Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado
y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 18 - 21 Oct. 2005, Pág. 2.
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MANIN, Bernard, 1992, Op. Cit., Pág. 20.
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Manin pone de ejemplo aquellos países con presencia socialdemócrata o partidos socialistas, en donde
la dirección de los votos tiene fuerte apego en la división de las estructuras de clase en la sociedad.
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Llama la atención que Manin no utiliza el concepto de “capitalismo” para graficar el fenómeno que
acusa.
9
La hipótesis del autor es concreta. La ampliación de sufragio, la industrialización y la división en la
estructura social generan una metamorfosis de la representación política del parlamentarismo liberal a la
democracia de partidos.
10
MANIN, Bernard, 1992, Op. Cit., Pág. 22.
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Más allá de los teóricos clásicos de la representación como (Pareto, Mosca y Michels), Bernard Manin
no es el único contemporáneo que hace un análisis elitista del gobierno representativo. Su homólogo
italiano, Norberto Bobbio, también reconoce “(...) la existencia de grupos de poder que se alternan
mediante elecciones libres permanece, por lo menos hasta ahora, como la única forma en la que la
democracia ha encontrado su realización concreta”, en BOBBIO, Norberto, “El futuro de la
democracia”, Traducción José Fernández Santillán, Editorial Fondo de Cultura Económica, tercera
edición, México 2012. Original “Il futuro della democrazia”, Turín, 1984.
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O simplemente “no hay obligación (legal) de cumplir las promesas.”
13
Esto se conoce como “disciplina partidaria”.
Tercer principio: “la opinión pública sobre temas políticos puede expresarse
más allá del control de los gobernantes” 14
Este tercer principio descansa sobre la base de dos elementos. El acceso a la
información política y la libertad de opinión pública. A finales del siglo XIX, al igual
que Inglaterra, en Estados Unidos y más lentamente en Francia, la libertad de opinión
pública ofició de lazo entre representantes y representados.
14
O simplemente “los gobernados pueden manifestar libremente sus opiniones políticas.”
15
MANIN, Bernard, 1992, Op. Cit., Pág. 21.
16
Ibídem, Pág. 27.
17
O simplemente “el gobierno a través del debate”.
18
Manin señala la singularidad del caso de Thomas Hobbes, que puede entenderse como el único de los
teóricos de la representatividad que efectivamente sí confiere a un solo hombre el poder representativo de
la colectividad (un único Soberano que no pacta).
19
MANIN, Bernard, 1992, Op. Cit., Pág. 22.
Esta metamorfosis que desarrolla el autor se mantiene dentro del marco de los
principios del gobierno representativo, de allí que la democracia de audiencias sea una
metamorfosis de la representación. A continuación se detallan los cuatro principios de
la representación y qué características propias adquiere este sistema dentro de los
principios antes expuestos.
20
BURSTEIN, Nidia, “Reflexiones en torno a las tesis de Bernard Manin sobre la representación
política”, en Jornadas de Hum. H. A, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca, Buenos Aires, 2005.
21
Manin no entiende a la personalidad como algo estrictamente negativo, sino como una característica
propia de la democracia de audiencias que tiene sentido para este tipo de sistema. De allí que la
personalización de la política en este tipo de gobierno representativo, tenga ventajas como la
movilización del electorado y su consecuente participación política (lo que revitaliza el sistema); pero
también desventajas, como la manipulación de las imágenes políticas, o un poder personal que otorga
legitimidad al líder y no al partido (un desequilibrio de poder entre el líder y las autoridades de su fuerza
partidaria).
22
MANIN, Bernard, 1992, Op. Cit., Pág. 29.
23
Reactivo -podríamos agregar- a los estímulos con los que los medios de comunicación trabajan.
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Diferencias que puedan distinguir entre un “nosotros” y “ellos” en clave de distintas configuraciones
posibles: ricos y pobres, nacionales y extranjeros, católicos y no-católicos, etc. Obviamente Manin no está
pensando en una autonomía total del candidato para expresar con libre antojo con qué división decidirá
jugar. Existen límites a la autonomía de los candidatos sobre cómo expresar la división electoral para
favorecer sus estrategias de campaña, pues no toda división tiene utilidad electoral y un error en falso
podría significar quedar afuera del escenario político. Hoy en día, la mejor herramienta para “medir” las
percepciones de los electores la constituyen las encuestas de opinión.
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Este principio de escisión como Manin lo describe posteriormente, no supone de parte de la población
un desinterés por las ideologías o la estructura social a la que pertenecen (pongámosle “clases”), las
cuales cada elector les agrega un sentido determinado y personal. Se observa más bien un sentimiento de
empatía -Manin nunca habla de “empatía”- entre el representado con el representante que elabora un
“discurso” que lo interpela o que representa “su pensamiento” sobre aquello que ese determinado elector
entiende que sucede con determinadas temáticas: impuestos, matrimonio gay, aborto, migración, etc.
El otro caso, el de las encuestas de opinión, constituye una nueva forma de expresión
de la opinión pública en la cual la metáfora de la escena propuesta por el autor,
adquiere mayor precisión que la esbozada por Schumpeter. ¿Por qué? precisamente
porque él o los candidatos saldrán a la escena (pública) y mostrarán al público
(electorado) una iniciativa de escisión política a la cual la gente reaccionará
(favorable o desfavorablemente). De allí que quién realice las encuestas sean
consultoras privadas apartidarias que intentan transparentar el “termómetro social”
con la menor distorsión política posible, para que sea precisamente el político que
encargó la encuesta, el que puede hacer el análisis político del objeto social y de esa
manera articular una estrategia de comunicación para proponer una eventual escisión
política con la que trabajar electoralmente.
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Manin es consciente que la democracia deliberativa no supone la toma irrestricta de decisiones
políticas consensuadas, porque sería imposible. En una entrevista concedida a la revista “Temas y
debates”, la entrevistadora Rocío Annunziata al preguntar a Manin sobre la deliberación, éste sentencia:
“(...) el objetivo de la deliberación no es el consenso (...) en la deliberación lo que se trata es de llegar a
decisiones, y, como estamos hablando de política, hay que considerar los límites temporales, y por eso la
deliberación debe terminar en algún momento” y finaliza “(...) la misma [la deliberación] no es un
substituto de los procedimientos de decisión, sino que es uno de sus elementos, una de sus etapas, y luego
el procedimiento de decisión es el voto mayoritario (...) la deliberación es más bien un método que
permite que una decisión sea tomada de la forma más esclarecida posible (...) mi visión es una visión
modesta.” ANNUNZIATA, Rocío, “Entrevista a Bernard Manin. Representación y deliberación en las
democracias contemporáneas”, Revista Temas y debates, N°26, julio-diciembre, Buenos Aires, 2013.
Para Manin la instancia deliberativa, inclusive cuando no se toma en cuenta las demandas de la
contraparte, crea mejores decisiones políticas porque logra pulir los fundamentos del por qué se toma tal o
cual decisión, al tiempo que otorga moralidad pública a la decisión política. Es por ello que el escritor se
muestra a favor de institucionalizar la deliberación (no necesariamente de manera vinculante).
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Ejemplos de éstos son las discusiones televisivas sobre la despenalización del cannabis con grupos a
favor y en contra.
Una conclusión
Manin analiza sobre tres casos particulares los lazos de representatividad entre los
gobernantes y los gobernados, aduciendo que actualmente vivimos en un período de
crisis de representación. Para el politólogo francés, existen cuatro principios del
gobierno representativo que han permanecido con distintas características pero con una
misma línea lógica en tres experiencias diferentes: el parlamentarismo liberal del siglo
XIX hasta comienzos del XX; la democracia de partidos hasta finales del XX; y la
actual democracia de audiencias o de lo público la cual entiende estamos atravesando
en la actualidad.
La metamorfosis del gobierno representativo se produce por cambios en el entorno, en
donde el sufragio universal viene a modificar el paradigma de dominación entre
gobernados y gobernantes por un sistema político que en principio mostró un
acercamiento importante entre representados y representantes. Pero no será sino hasta la
ampliación del sufragio, la industrialización y la consiguiente división de la estructura
social en donde se edificará un gobierno representativo mucho más extendido y
complejo abarcando a importantes facciones de la población que se encontraban sin
representación política en la toma de decisiones (entre ellos las mujeres y las minorías).
La última metamorfosis que constituye la actual, provendrá de cambios en el entorno
que atienden a los avances en las técnicas de comunicación propia de la revolución
informática de nuestros tiempos. La metamorfosis de la representación adquiere
características tales que obliga al autor a plantear una nueva modalidad de gobierno
representativo que como tal, respeta los principios de la representatividad pero le
confiere una configuración propia. El título de una democracia de audiencias resulta
polémico y atrapador, mucho más su argumento filosófico.
La noción de crisis de representación a la que alude Manin, no tiene que ser entendida
desde una visión peyorativa o negativa, más allá que su significado deje entrever algo
semejante. Recurrir al adjetivo de crisis a secas desbordaría el diagnóstico que hace el
autor sobre el gobierno representativo dando la idea de que es precisamente éste el que
mutaría en sí, mientras lo que muta es la democracia de partidos que es un tipo de
gobierno representativo, pues los principios de representatividad continúan en la nueva
democracia de audiencias.
Por último y no por ello menos importante, Manin establece una diferenciación entre lo
que es un gobierno representativo y un gobierno democrático. El gobierno
representativo constituye un sistema en sí mismo y no una variante de la democracia,
que algunos entienden existe una directa y otra indirecta en donde precisamente se
hallaría el gobierno representativo.
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Schumpeter analiza en “Capitalismo, Socialismo y Democracia” los principios de la teoría democrática
y encuentra en la “voluntad popular” uno de los principios del sistema democrático, para más tarde
atacarlo.