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PROGRAMA No.

077

MATEO

Capítulos 11:28 - 12:32

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro de Mateo en el Nuevo Testamento.
Al concluir nuestro programa anterior, estábamos considerando un cambio drástico y definitivo
que notamos en el mensaje del Señor. Dijimos que hasta este punto, el Señor estaba enseñando:
Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado. Había presentado Sus credenciales y
había sido rechazado como el Mesías. Las ciudades que se mencionaron le dieron la espalda, y
así mismo ocurrió en Jerusalén. El Señor ahora, vuelve la espalda a la nación de Israel y ya no le
presenta más el reino a Israel. Ahora está en camino a la cruz y su invitación es al individuo, sin
importarle su raza, credo o nacionalidad. Escuche usted la lectura de los versículos 28 al 30 de
Mateo, capítulo 11:

28
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
29
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30porque mi yugo es fácil, y ligera
mi carga. (Mat. 11:28-30)

Este lenguaje es un verdadero contraste a lo que lo ha precedido en este capítulo. Es como


salir de una feroz tormenta de nieve al calor de un día primaveral; como pasar de una tempestad a
la calma; o como pasar de las tinieblas a la luz. Este es un nuevo mensaje de Jesús. Vuelve de la
nación corporativa al individuo. Ya no es más el anuncio nacional acerca de un reino, sino una
invitación personal, individual, a encontrar el “descanso de la salvación”.

La carga de la cual habla el Señor es el ser agobiado por el pecado. Esta carga de pecado es
mencionada por Isaías, capítulo 1, versículo 4, donde dice: ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado
de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al

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Santo de Israel, se volvieron atrás. También se habla en cuanto a ella en el Salmo 38:4: Porque
mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre
mí.

Amigo oyente, el pecado es demasiado pesado para llevarlo usted mismo. El único lugar en
todo el mundo donde puede poner su carga de pecado es en la cruz de Jesucristo. Él llevó el
pecado suyo en su lugar y le convida a venir y a traerle su carga de pecado. Le perdonará y le
dará libertad y descanso eterno. Este cambio en el contenido y la dirección del mensaje del
Señor, es parte del movimiento en Mateo que presenta a Jesús como Rey y su rechazo.

El versículo 28 de este capítulo 11 del evangelio según San Mateo, se refiere a la salvación
del pecador por medio de Jesucristo. Los versículos 29 y 30, se refieren a la santificación
práctica de cada creyente. Hay un descanso que Jesús da y es la redención. Hay un descanso que
el creyente halla, y viene por medio de la entrega y la consagración a Cristo. Llevar Su yugo
significa ser entregado completamente a Él. Hay también un descanso que viene cuando uno se
entrega a Cristo. No va a preocuparse más por ganar un oficio, ni por alcanzar cierta posición.
El Señor nos pondrá donde Él quiere que estemos si es que nos hemos entregado de una manera
total e irrestricta a Él.

Y así, amigo oyente, concluimos nuestro estudio del capítulo 11 del evangelio según San
Mateo. Y comenzamos ahora, con el capítulo 12. El tema de este capítulo es el conflicto y
rompimiento final de Jesús con los príncipes religiosos. El capítulo 11 de Mateo, presentó el
rechazo de parte de Jesús, de aquellos que antes le habían rechazado a Él. Ahora, en el capítulo
12 se hace evidente la hostilidad de los príncipes religiosos hacia Jesús.

Es importante notar que el rompimiento final resultó por causa de diferencias sobre la
observación del día de reposo. Jesús se declaró “Señor del Sábado”, y esto incitó tanta
animosidad de parte de los fariseos que empezaron a conspirar Su muerte desde esta ocasión
crítica. Nunca cesaron sus ataques desde este momento en adelante hasta aquel día cuando
cruzaron sus brazos debajo de la cruz.

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Este capítulo concluye con Jesús reconociendo un nuevo parentesco que es más importante y
más fuerte que el parentesco por parte de sangre. Este parentesco con Jesús llega a ser más y más
importante a medida que estudiamos el resto del Nuevo Testamento. Para su referencia, le doy a
continuación las siguientes citas para su estudio: Juan 14:20, Juan 17:20-23; Segunda a los
Corintios 5:17; Gálatas 2:20; Efesios 1:3, Efesios 1:23, Efesios 2:5-6; Filipenses 4:13; Romanos
6:8 y Romanos 8:1. Ahora, leamos el versículo 1 de este capítulo 12 del evangelio según San
Mateo; dice así:

1
En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos
tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. (Mat. 12:1)

Antes de entrar en las controversias que había entonces, y que aún hay sobre el día de reposo,
notemos algo de importancia básica. No era una reclamación vana en cuanto a la pobreza, la que
hizo Jesús en Mateo 8:20, al decir: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el
Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Seguir a Jesús significaba para aquellos
hombres en aquel entonces sufrir hambre.

El acto de arrancar y comer estas espigas – que probablemente eran de trigo, avena, o cebada,
fue considerado lo mismo que cosechar. Era “trabajo”, y lo estaban haciendo en el día de reposo.
Ahora, mientras estaban siguiendo al Señor les dio hambre, y el Señor así defiende sus acciones.
Aquí es precisamente donde sucedió el rompimiento entre Jesús y los príncipes religiosos. Al
principio, parecía que había abierta simpatía de los fariseos por Jesús, pero luego hubo
intranquilidad. Y ahora los fariseos se tornan abiertamente hostiles hacía Jesús por las
declaraciones de Jesús en cuanto al Sábado. Leamos el versículo 2:

2
Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer
en el día de reposo. (Mat. 12:2)

Cuando los fariseos acusaron a los discípulos de violar el día de reposo al cosechar, el Señor
los defendió, refiriéndose al Rey David. Ahora, recuerde usted que el Señor procedía del linaje
de David, y que David había hecho lo mismo por sus hombres cuando sufrían hambre. En este

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incidente, los fariseos reprendieron a Jesús según las bases de la ley mosaica. Pero Él les dijo en
los versículos 3 al 8, lo siguiente:

3
Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban
tuvieron hambre; 4cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición,
que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los
sacerdotes? 5¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo* los sacerdotes en el
templo profanan el día de reposo,* y son sin culpa? 6Pues os digo que uno mayor que
el templo está aquí. 7Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio,
no condenaríais a los inocentes; 8porque el Hijo del Hombre es Señor del día de
reposo. (Mat. 12:3-8)

Esta respuesta de Jesús está en armonía con Su reclamo de Majestad, y se refiere a David
porque Él mismo es de aquel linaje real. Este incidente particular se relata en el Primer libro de
Samuel, capítulo 21, versículos 1 al 6. Y aconteció durante los días del rechazo de David como
Rey mientras reinaba Saúl. A Jesús también lo rechazaron en aquel entonces como Rey. Sus
argumentos mesiánicos no fueron reconocidos.

El Señor demostró que según la ley les era lícito a los sacerdotes trabajar en el día de reposo.
Luego alegó Su propia superioridad sobre el centro más santo de la vida religiosa en Israel, o sea,
el templo. Desde el punto de vista de los fariseos, Jesús había blasfemado al proclamarse
superior al templo. Aún alegó que Él era Señor del día de reposo. Jesús dijo que Sus discípulos
eran inocentes de quebrantar el Sábado, pues había un precedente legal para sus acciones, y más
que nada porque Él era Señor del Sábado. No pudo hacer ninguna alegación mayor según los
fariseos. El Señor había puesto Su mano en la observación religiosa más sagrada que mantenían.
Y así, la amargura y el odio de los fariseos se despertó vivamente contra el Señor. El Señor y
Sus discípulos salieron del campo de grano, y fueron a la sinagoga. En Mateo 12:9, leemos:

9
Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. (Mat. 12:9)

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Jesús acostumbraba asistir a la sinagoga aunque la adoración allí llegó a ser apóstata del
sistema mosaico en el Antiguo Testamento. Note usted, sin embargo, que el Señor la llamó “la
sinagoga de ellos”. No era de Él, ni de Dios. En el Evangelio según San Juan, notará usted que
en el principio era el templo del Señor. Sin embargo, más tarde, Él dijo: He aquí, vuestra casa
os es dejada desierta. Así leemos en Lucas 13:35. Ahora, leamos los versículos 10 y 11 de este
capítulo 12 de Mateo.

10
Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder
acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? 11El les dijo: ¿Qué hombre habrá de
vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche
mano, y la levante? (Mat. 12:10-11)

No podríamos preguntar si es que los fariseos quizá colocaron allí con premeditación al
hombre con la mano seca para atrapar a Jesús induciéndole a sanarlo. Si fuera así, entonces hay
dos reconocimientos importantes que hacen los enemigos de Jesús. Primero, admitían que Él
tenía poder para sanar los enfermos; y en segundo lugar, reconocían que cuando había un hombre
imposibilitado ante Jesús, Él se vería conmovido por la compasión para sanarlo aun si fuese en el
día de reposo. ¡Y qué admisión, amigo oyente!

Su pregunta, entonces, en cuanto a la legalidad de sanar en el día de reposo, fue designada


solo para atraparlo. Pero fue Jesús quien en realidad atrapó a Sus enemigos cuando dijo en el
versículos 12:

12
Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el
bien en los días de reposo. (Mat. 12:12)

Y esta, amigo oyente, es la clave de todo este tema: ¿Se debe hacer o no se debe hacer el bien
en el día de reposo? Ellos concederían que, aun según la ley mosaica, una oveja debiera ser
rescatada en el día de reposo. Pero sin esperar la reacción de los fariseos, Jesús se torna hacia el
enfermo, y en el versículo 13 leemos:

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13
Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue
restaurada sana como la otra. (Mat. 12:13)

Y así Jesús sanó al hombre en el día de reposo. Ahora, ¿violó Jesús la ley por esto? ¿Cual es
su respuesta, amigo oyente? La nuestra es que no violó la ley. Esto marca el rompimiento entre
los príncipes religiosos y Jesús. Aquí es donde hicieron la decisión de destruirlo. Leamos el
versículo 14:

14
Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle. (Mat. 12:14)

Hasta este momento, los fariseos habían sido amistosos con Jesús. Le habían observado y
habían querido que Él se identificara con ellos, y que los acompañara como uno de ellos. Pero el
Señor rehusó acompañarlos así, y por esto al fin llegaron a ser Sus enemigos. El rompimiento se
hizo sobre la pregunta en cuanto al día de reposo, y el conflicto se pone de manifiesto. De aquí
en adelante, estos sabuesos de odio siguen su pista, y nunca cesan en sus maquinaciones sino
hasta cuando ven a Jesús colgado en la cruz. Desde ese momento comienzan a conspirar Su
muerte y sin duda lo habrían prendido allí mismo, si no fuese porque le tenían miedo a las
multitudes. El versículo 15 dice ahora:

15
Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y sanaba a todos,
(Mat. 12:15)

La acción de los fariseos causó que Jesús se apartara de ellos temporalmente porque Su hora
todavía no había llegado. No lo tocarán sino cuando llegue el tiempo debido. Es interesante
notar aquí en este versículo que Jesús no sanó sólo a unos pocos entre la multitud, sino que los
sanó a todos. No podemos siguiera formarnos una idea de la impresión que Él causó en aquel
día. Fue algo absolutamente asombroso. Tenían que aceptarlo o rechazarlo.

Y todavía hoy en día, Jesucristo es controversial. El enemigo todavía le persigue. Los


nuevos dramas y libros sucios lo blasfeman. Y usted, amigo oyente, tiene que escoger: o bien,
ser su amigo o bien, ser su enemigo. Él, por Su parte, será su Salvador o de otra manera, su juez.

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No puede ser neutral o tratar de desprenderse de Jesucristo. Note usted ahora lo que dijo Él a las
multitudes en el versículo 16:

16
y les encargaba rigurosamente que no le descubriesen. (Mat. 12:16)

Amigo oyente, el Señor no vino a la tierra como fabricador de milagros. Vino a presentar
Sus credenciales como Mesías. Cuando fue rechazado, continuó Su rumbo hacia la cruz para ser
así el Salvador del mundo. Sus milagros causaron que los gentíos lo apretaran, en tal manera que
no pudo llevar a cabo Su ministerio como deseaba. Sus acciones fueron tales, como son descritas
en los versículos 17 al 21, escute usted:

17 18
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: He aquí mi
siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada mi alma; Pondré mi
19
Espíritu sobre él, Y a los gentiles anunciará juicio. No contenderá, ni voceará, Ni
nadie oirá en las calles su voz. 20 La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea
21
no apagará, Hasta que saque a victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los
gentiles. (Mat. 12:17-21)

También esta acción de Jesús condujo al cumplimiento de la profecía de Isaías en su libro,


capítulo 42, versículos 1 al 4, donde dice: He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en
quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las
naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña
cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se
cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley.
Su rechazo como el Mesías por parte de los Suyos condujo a la oferta de gracia a los gentiles.
Esto fue cumplido después del día de Pentecostés. Pues entonces, Jesús envió a Pablo a los
gentiles. En Hechos, capítulo 26 y versículos 17 y 18, nos dice: librándote de tu pueblo, y de los
gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí,
perdón de pecados y herencia entre los santificados. Leamos ahora los versículos 22 y 23 de
este capítulo 12 de Mateo:

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22
Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que
el ciego y mudo veía y hablaba. 23Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste
aquel Hijo de David? (Mat. 12:22-23)

Este es nuestro Mesías. Tiene todas las credenciales. Este milagro de echar fuera un
demonio, fue un milagro tremendo que hizo Jesús. Creemos que es tan importante como el
milagro de levantar los muertos, si no fuera mayor. Los continuos y consecutivos milagros de
Jesús, de sanar y echar fuera los demonios, convencieron a la gente de que Él era el Hijo de Dios,
el Mesías prometido. Pero, ¿qué dijeron los fariseos? Leamos aquí en el versículo 24:

24
Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú,
príncipe de los demonios. (Mat. 12:24)

Y aquí entramos en la cuestión del pecado imperdonable. Por eso le pido el favor de seguir
esto con mucha atención y mucho cuidado. Leamos los versículos 25 al 30:

25
Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí
mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26Y
si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues,
permanecerá su reino? 27Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los
echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28Pero si yo por el Espíritu
de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
29
Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus
30
bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. El que no es
conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. (Mat. 12:25-30)

Amigo oyente, los fariseos nunca dirían que si sus propios hijos echaran fuera los demonios
lo hacían por Beelzebú. La índole convincente de los milagros de Jesús obligó a los fariseos a
ofrecer una explicación de ellos. El gentío creyó que este hombre era Hijo de David, el Mesías
prometido. Los fariseos no pudieron negar la existencia de los milagros cuando los hizo delante
de sus mismos ojos. Hicieron uso de la explicación más baja y más impía en cuanto a los

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milagros de Jesús. No negaron que eran verdaderos milagros, sino que alegaban más bien que
fueron hechos por el poder del diablo. Esta es la blasfemia contra el Espíritu Santo, y es
designada como el pecado imperdonable, como lo veremos en los dos versículos siguientes.

Los fariseos no estaban en la posición cómoda en que se encuentran los enemigos de Jesús
hoy en día. Es relativamente fácil sentarse hoy en una silla giratoria en el continente Americano,
separado por 2000 años y muchos kilómetros, de la vida terrenal de Jesús, y negar ahora el hecho
de Sus milagros.

La lógica cabal nos conduce a ver que, si en los días de la presencia de Cristo en la tierra el
atribuir Sus milagros al poder de Satanás más bien que al poder del Espíritu Santo, era cometer el
pecado imperdonable; entonces recíprocamente Su ausencia hoy día hace imposible que nosotros
cometamos como acción el pecado imperdonable y nuestra posición es enteramente armonizable
con un Evangelio de “todo aquel que cree”. Leamos ahora, los versículos 31 y 32:

31
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la
blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32A cualquiera que dijere alguna
palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el
Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. (Mat. 12:31-
32)

No hay ningún pecado que fuera cometido ayer que el Señor no pueda perdonar hoy. El
Espíritu Santo entró en el mundo para verificar la salvación de Cristo a los corazones de los
hombres. Si usted, amigo oyente, resiste la obra del Espíritu Santo cuando le habla, no hay
entonces perdón posible. ¡Claro que no! No hay perdón porque usted ha rechazado entonces la
salvación que le ha sido verificada por el Espíritu de Dios. Es el Espíritu de Dios quien puede
regenerarlo a usted y darle una nueva vida. Y es nuestra esperanza que al concluir este programa,
usted abra su corazón al Hijo de Dios, y le reciba como su Salvador personal. ¡Que Dios le
ayude a hacerlo!

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Continuaremos nuestro estudio del evangelio de Mateo, en nuestro próximo programa.
Contamos como siempre con su amable sintonía. Será pues, hasta entonces, es nuestra oración
¡que el Señor le bendiga ricamente!

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