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Vivir La Vida Con Sentido Victor Kppers PDF
Vivir La Vida Con Sentido Victor Kppers PDF
Víctor empieza el libro bajándote todas las expectativas que puedas tener al
comprarlo: “Este libro no tiene nada nuevo, no hay ninguna idea mía, todo
lo que digo ya lo sabes, pero no lo haces. La vida es muy simple pero nos
gusta complicarla”.
Él concibe su libro como un resumen de todo lo que ha aprendido, pero le
falta decir que todo lo que ha aprendido es fantástico y que el resultado es
un libro increíble que leerás con una sonrisa de oreja a oreja. Sí que
aprenderás cosas nuevas y recordarás que tienes que hacer muchas otras,
que es cierto que sabes, pero que te tienen que repetir 1000 veces para que
lo hagas.
Os dejo con los mejores consejos de este libro, que recomiendo
encarecidamente a todo aquel que dude sobre el sentido de la vida y haya
perdido su rumbo.
Las personas fantásticas son íntegras, honestas, ayudan a los demás, son
alegres y entusiastas, generosas, trabajadoras, optimistas, amables,
agradecidas, tolerantes, dialogantes, humildes… Y todos estos
comportamientos podemos desarrollarlos independientemente de nuestros
genes.
La vida no consiste en ser mejor que nadie, sino en ser la mejor persona que
uno puede llegar a ser.
El reto es definir los hábitos que queremos incorporar a nuestra manera de
ser y esforzarnos para que formen parte de nuestro comportamiento.
Si no te gustan tus resultados analiza tus acciones, que están determinadas
por tus hábitos y estos se basan en tus valores.
No actúes sobre los efectos de tus acciones, ya que difícilmente puedas
influir en ellas. Actúa sobre la causa.
Tu exterior es el reflejo de tu interior. Decide incorporar virtudes fantásticas
a tu manera de ser. Después, practícalas hasta que se conviertan en
hábitos.
Nosotros crearemos nuestros hábitos y estos nos terminarán haciendo a
nosotros.
Nos gusta la rutina y lo que dominamos, rechazamos lo que nos resulta
complicado, pero para crecer hay que salir de la zona cómoda.
Quizá se tarden años en cambiar, pero no se tarda en empezar a
cambiar.
Para cambiar un hábito debemos seguir 3 pasos: querer, saber y hacer. El
más importante es el primero.
Quien tiene un motivo encuentra la forma.
Haz esta prueba: Llama a tu madre ahora mismo, a ver si tienes valor a
decirle: “Mamá, sólo llamo para decirte que te quiero mucho”. Se quedará
trastocada “Hijo ¿dónde estás? ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien? ¿Te han
echado?”.
Este es el mundo en el que vivimos, donde decirle a tu madre que la quieres
le preocupa, en el que es mejor no decírselo “por su bien”. Y es algo que
deberíamos decir a menudo a las personas que queremos.
Hemos perdido las muestras de cariño y de afecto. Y todos los humanos
nacemos, vivimos y morimos por amor, eso es lo que nos mueve.
Examina tu vida: Qué funciona, qué no, qué tipo de persona eres, cómo te
gustaría ser, qué vas a hacer para mejorar…
Cuando encuentras tu misión en la vida, todo de repente tiene sentido, es
como tu brújula. Tu misión en la vida estará influida por tus principios y
valores, tiene que suponer una contribución y ser gratificante.
Ese proyecto debe incluir la mejora continua como persona y el servicio a
los demás.
En la vida hay dos tipos de personas: los que lloran y los que luchan. Es
mucho más fácil quejarse que ponerse a hacer. Puedes vivir centrado en lo
que no puedes controlar, quejándote y excusándote en las circunstancias
adversas.
O, por el contrario, enfocándote en lo que está en tus manos y depende de
ti. Buscando las opciones que tienes para mejorar la situación.
“Haz como si… hasta que lo seas”. ¿Quieres ser amable? Ve por la vida
como si fueras la persona más amable del mundo. ¿Quieres aprender a
escuchar? Actúa como si fueras la persona que mejor escucha. Requiere una
práctica consciente, hasta que dejas de pensar en ello y forma parte de ti.
Hasta que se convierte en un hábito.
“Si no deseas mucho, hasta las cosas pequeñas te parecen grandes” ¿No
tienes ninguna ilusión? ¡Búscatelas, póntelas!
Hoy en día parece que si te ríes y lo pasas bien no estás trabajando ni
haciendo nada serio. Cuando se ve a alguien sonreír, muchas personas
piensan que es un vago. Cuando ven a alguien serio, con cara de palo, lo
consideran un profesional concentrado en lo que hace.
Júntate con personas que te hagan reír, no con cenizos, porque los estados
de ánimo se contagian. Al final uno se parece a las personas con las que va,
y atrae a las que están en consonancia con su manera de ser.
Es difícil reír y mantener la alegría si no paras de escuchar malas noticias:
apaga la tele, cierra el periódico, borra a los cenizos de tu Facebook. No
estás obligado a pasar el día dándole vueltas a los dramas y las malas
noticias.
Escribe cartas a las personas que quieras mucho y léeselas en persona. Las
cartas facilitan una forma de expresarse diferente. Cuando uno escribe,
piensa mejor, además es capaz de conectar con sus sentimientos más
profundos y expresarlos de una manera más valiente, más clara. Es una
manera fantástica de demostrarles a las personas que queremos nuestro
aprecio y quedará por escrito, para poder releerlo siempre que queramos.
Tenemos más tecnología y menos humanidad que nunca. Vivimos
encerrados en nosotros mismos, centrados en nuestras cosas, en nuestro
yo, yo, yo. Eso provoca que hayamos creado una sociedad en la que
tratamos al resto de personas como “bultos peludos con patas”.
Siéntate un día en un autobús, metro o tren a 3cm de otro ser humano y
salúdale con un “¡Buenos días!”. Verás como de repente coge su bolso con
más fuerza. ¡Le asustarás!
Lo más normal es sentarte al lado de alguien y ni saludar. Esa es nuestra
magnífica sociedad.
En la vida, como en el boxeo, es mejor dar que recibir. Decide adoptar, con
todas las personas que entren en contacto contigo las siguientes virtudes:
sonreír, dedicar unas palabras amables, escuchar, ser tolerante, paciente,
humilde, utilizar su nombre, pedir perdón, saber perdonar, dar las gracias,
ver lo bueno que todo el mundo tiene, hacer sentir importantes a los demás,
hacer favores, dar sorpresas agradables, no discutir, no imponer tu punto de
vista, no perder los nervios, ser justos y honestos, aguantar con alegría a las
personas que nos parecen más pesadas, tratar igual de bien a todos y no
guardar lo peor de nosotros para las personas que más queremos.
Si queremos un mundo mejor, tenemos que empezar provocándolo
nosotros.
Ayudar al que más lo necesita es lo más grande que puede hacer un ser
humano.
Aprende a vivir con humildad, sin pensar que lo que dices o haces está
mejor que lo que dicen y hacen los demás, sin querer salirte siempre con la
tuya, reconociendo las virtudes de los demás y aprendiendo de ellas, no
dando tu opinión si no te la piden, no despreciando el punto de vista de los
demás, no mostrándote como ejemplo de buenas conductas, siendo flexible
para rectificar y saber pedir perdón, no poniendo excusas cuando te
reprenden o cuando pides disculpas, evitando encubrir errores para no
estropear el concepto que tienen de ti, reconociendo que tus dones no son
mérito tuyo, no complaciéndote con las alabanzas, disculpando los defectos
de los demás, no teniendo envidia de otros, no dando tanta importancia a la
imagen y la apariencia, aceptando con alegría las humillaciones (incluso las
injustas), no negándote a realizar tareas “inferiores”, siendo atento a la hora
de ayudar a los demás, no intentando singularizarte, aceptando las críticas,
no reclamando atenciones y no poniendo pegas cuando toca obedecer y
seguir unas normas.
Bibliografía
Küppers, V. (2013). Vivir la vida con sentido. Plataforma Editorial.