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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS


DIVISIÓN SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA
LICENCIATURA EN FILOSOFÍA

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA II-1


EDAD MEDIA-RENACIMIENTO

LA FELICIDAD (EUDAIMONIA) EN ARISTÓTELES

MARTÍNEZ GÓMEZ JORGE


La felicidad (eudaimonia) en Aristóteles

El hombre feliz y la sociedad justa


son los que buscan el equilibrio
entre los hombres.

Oriol Ponsatí-Murlà1

Planteamiento del problema

Una de las inquietudes, cuestiones, expectaciones o preocupaciones que más perturban o


desconciertan a los seres humanos es aquella que tiene que ver con su felicidad, en su
búsqueda pasan gran parte de su vida, aunque de forma intermitente; los esfuerzos por
conseguirla lo llevan a consideraciones que van de lo más fútil a lo más extraordinario, no
sin extraviarse en los caminos que siguen: consideran las más de las veces que la felicidad
se encuentra en la posesión de todo tipo de bienes materiales, en el amor o el placer, en lo
divino, en el dinero o en alguna relación sentimental; también consideran (las menos de las
veces, tal vez) que se puede encontrar en hacer el bien, en la alegría (que por su naturaleza
es efímera), en la amistad, en la solidaridad con ciertas causas comunes, en el esfuerzo de
algún tipo (el estudio, el trabajo, …) que fructifica en la felicidad.
Pero, entonces, ¿qué es la felicidad? ¿Qué hacer para conseguirla? ¿Cómo puede
obtenerse, sin que sea pasajera (o lo más perdurable posible)?
Estos cuestionamientos los iré resolviendo acudiendo a la filosofía de Aristóteles,
justo en aquella parte que trata de la felicidad (eudaimonia).

¿Qué es la felicidad en Aristóteles?

Para la resolución de este cuestionamiento (y de los demás también) me auxilio de la


clásica obra “Ética a Nicómaco”.
Con el propósito de encontrar, o por mejor decir, perfeccionar el concepto felicidad,
Aristóteles filosofa en dicha obra, respecto a todo aquello que tiene que ver con ella: el
placer, la amistad, la virtud y en general filosofa respecto a la ética en forma muy amplia.
__________________
1
Oriol Ponsatí-Murlà, Aristóteles, RBA Contenidos Editoriales y Audiovisuales, S.A.U., 2015, RBA
Coleccionables, S.A., España, en portada [Aprender a pensar].
Por lo que respecta al placer, la amistad o la virtud hace una disquisición de cada
concepto, a mi juicio, de manera amplísima (¡cómo no habría de hacerlo si es “El
filósofo”!, con todo lo que ello significa). En una síntesis de estos conceptos dice Ponsatí-
Murlà (2015): “Una vida virtuosa conduce a la felicidad pero, en Aristóteles, esta es una valoración que
solo es posible establecer al final de la vida. Para que el balance sea positivo hay que haber vivido con

moderación, haber dispuesto de tiempo libre y haber contado con amistades sólidas” p.73
Por lo que se puede colegir que la felicidad en Aristóteles se encuentra en la
excelencia del bien vivir, (porque es “el Bien Supremo”) entendido ese bien vivir como
vida virtuosa, i.e. honrada, valiente, contemplativa (ésta en el sentido de dedicación al
estudio y comprensión de principios supremos: la justicia, la verdad, ...); se encuentra
también en tener una vida con moderación, o sea con placeres y apetitos sanos y buenos, sin
oprobios ni bajezas; igualmente se puede presentar la felicidad en los amigos, obviamente
en aquellos que tienen una vida virtuosa, buena y sabia; y, en mi opinión, la felicidad se
puede hallar a lo largo de la vida en momentos ad hoc, es decir, en esos momentos que nos
llenan, que nos colman el espíritu con alegría inefable.
“[la felicidad]… hay que clasificarla como una cierta actividad –como se dijo anteriormente-, y de
las actividades unas son necesariamente deseables por causa de otras cosas, y otras deseables por sí
mismas, es evidente que hay que clasificar a la felicidad como una de las deseables por sí mismas y
no por otra cosa: la felicidad no es carente de nada, sino autosuficiente. [...] Y de esta índole parece
que son las acciones acordes con la virtud, pues el realizar acciones nobles y buenas está entre lo

deseable por sí mismo.”2

Debe ser bien entendido el argumento, no sea que se vaya a caer en actividades
placenteras que no son genuina felicidad; desafortunadamente caemos con frecuencia, con
mucha frecuencia diría, en diversiones, pasatiempos o cosas (algunas perniciosas) que nos
hacen parecer o creer que así se es feliz, cuando no es así; el fin de la felicidad se toma
como diversión. Por eso hay que comprender perfectamente la importancia de saber qué
cosas o actividades son las que verdaderamente producen felicidad.
“…sería extraño que el fin fuera la diversión, y que nos afanemos y suframos penalidades a lo largo
de toda la vida con el fin de divertirnos. […] Pero esforzarse y penar por buscar diversión, parece de

____________
2
Aristóteles, Ética a Nicómaco, intr., trad., ns., José Luis Calvo Martínez, Alianza, España, 2001, 4ª. ri, 2005,
p.299 [Biblioteca temática]
[En línea]: https://www.pdfdrive.com Ética-a-nicómaco-e58986735.html. [Consulta: 15 de septiembre, 2022]
bobos y en exceso pueril:”3 “Pues absolutamente todo, por así decirlo, lo elegimos por causa de otra

cosa, excepto la felicidad. Porque ella es el fin.”4

Luego del estudio abordado hasta ahora ya se puede saber con alguna certeza que
los elementos necesarios para conseguir la felicidad pueden ser: la virtud, entendida como
actividad que implica llevar una vida moderada y sensata (buscando persistentemente la
excelencia, así lo creo); disponer de tiempo para la contemplación, pero no cualquier
contemplación, sino aquella que busca la comprensión de principios supremos, como
decíamos la justicia, la verdad, la probidad, etc.;
“También la llamada ‘autonomía’ estaría más en la actividad contemplativa, pues tanto el sabio
como el justo, y los demás, precisan de lo necesario para vivir, pero, supuesto que están
suficientemente provistos de tales cosas, el justo necesita otros hombres para los que y junto con los
que obrar justamente –y lo mismo el temperante y el valiente y cada uno de los otros-. En cambio, el
sabio puede ejercer la contemplación incluso estando en aislamiento, y, cuanto más sabio sea, más.

Puede que lo haga mejor si tiene colaboradores, pero, con todo, él es el más autosuficiente [o

autárquico]”5

También beneficia contar con amistades genuinas, y no en grandes cantidades sino


con la clásica moderación que siempre aconseja Aristóteles, porque si se cuenta con
muchas amistades no se podría en caso necesario, ayudar a tantas y si fuera el caso
contrario, i.e. contar con pocas, quizá nos haría falta tener más a quienes ayudar; porque…,
yo creo que, justo en ayudar a los demás, amigos preferentemente, consiste en buena parte
ser feliz, hallar la felicidad.
Respecto a otra actividad que también juzga Aristóteles es un bien o valor superior
es la actividad del intelecto:
“ … mientras que la actividad del intelecto parece que es superior en valor al consistir en la
contemplación y no tender a fin alguno diferente de sí misma; y si parece poseer un placer propio
(pues colabora a incrementar su actividad); y si la autonomía y el ocio y una carencia de cansancio a
la medida humana, y todo cuanto se concede al hombre feliz, se dan manifiestamente en esta
actividad…, entonces ésta sería la felicidad perfecta del hombre, si es que recibe la extensión de una

vida completa: pues nada hay incompleto de lo que pertenece a la felicidad .”6

3
Ibíd., p.300
4
Ídem,
5
Ibíd., p.302
6
Ibíd., p.303
Además de la actividad intelectual Aristóteles adiciona la actividad contemplativa, que
equivaldría a la felicidad perfecta:
“Que la felicidad perfecta es una cierta actividad contemplativa resultará claro a partir de lo
siguiente: (a) damos por supuesto que los dioses son bienaventurados y felices en grado máximo.
Pero ¿qué clase de actividades habremos de asignarles? ¿Acaso las justas? ¿Y no parecerán ridículos
cerrando tratos y devolviendo depósitos y lo demás? ¿O acaso las acciones liberales? ¿Y a quién
darán? Pues extraño sería que tengan moneda o algo parecido. Y sus acciones temperantes ¿en qué
consistirían? ¿No será grosero nuestro elogio de que no albergan malos deseos? Si recorriéramos
todo, parecería que lo referente a las acciones morales es pequeño e indigno de los dioses. Y, Sin
embargo, todos dan por supuesto que viven, y, por consiguiente, actúan […] Pero si al viviente se le
quita la acción –y, más aún, la creación- ¿qué otra cosa queda sino la contemplación? Por tanto, la
actividad del dios, que sobresale en felicidad, estaría unida a la contemplación. Luego también entre
los humanos, la más apta para la felicidad será la más emparentada con aquella.
(b) Prueba de ello es, también, el que los demás animales no participen de la felicidad, privados por
completo como están de semejante actividad. Y es que para los dioses la vida toda es bienaventurada,
y para los hombres lo es en la medida en que se da una cierta semejanza de tal actividad. […] Por
tanto, hasta donde alcanza la contemplación también lo hará la felicidad […] –y no
concurrentemente, sino en virtud de la actividad contemplativa, pues ésta es valiosa por sí misma-.

Con que, en fin, la felicidad sería una cierta actividad contemplativa. ”7

Creo que se deduce de todo el argumento, que se podría obtener felicidad de manera
menos intermitente si se busca una actuación o actividad cualquiera que se base siempre en
la contemplación, misma que por estar identificada a la actividad de un dios, que tiene en sí
mismo la felicidad, justificaría vivir en vida contemplativa.
También se debe vivir en la virtud, o sea, siguiendo las recomendaciones de
Aristóteles: viviendo con moderación, realizando acciones mucho más nobles y también
viviendo con templanza. Disquisiciones todas que ha desarrollado Aristóteles a lo largo de
toda la ética nicomáquea.
El hombre feliz, que vive más permanentemente con felicidad no es aquel que
podría ser o no ser rico ni poderoso, aunque esto no es impedimento de ningún modo para
alcanzar la felicidad, i.e. se puede ser o no ser rico y poderoso, sin dejar de ser por ello
necesariamente feliz. Creo que todo depende de la más alta virtud, a mi juicio, la búsqueda
del equilibrio o moderación: virtud que en ningún momento de la vida del hombre debe

7
Ibíd., pp 305-306
dejar de practicarse, porque ayuda mucho en múltiples aspectos, entre otros: relativos a la
salud física (y mental también); en las relaciones interpersonales; relativos a la economía
individual; incluso aspectos relacionados a la economía política (hablando en términos de
que el Estado también podría, mejor dicho, debería practicar la moderación).
Además se infiere que
“… debemos vivir de acuerdo con el ideal de la autarquía. Vivir autárquicamente significa vivir
lejos, en la misma medida, de la dependencia social y de la solitud [soledad] radical. El autárquico no
es un anacoreta [absoluto], sino alguien que vive su dimensión social sin que ninguno de los aspectos
esenciales de su vida dependa de los demás. Este ideal de la autarquía individual encuentra, en
Aristóteles, un paralelismo revelador en el plano político: la vida autárquica es la mejor tanto para los
individuos como para las ciudades, que no viven a espaldas de las ciudades vecinas pero tampoco

están dispuestas a perder ni un ápice de su autonomía a expensas de ellas .”8

Así que autarquía significaría sociabilidad constituida sobre la autonomía, no vivir


solamente en soledad y reclusión contemplativa.
Aunque ya se trató someramente la felicidad en relación con las amistades.
Aristóteles tiene su propia clasificación:
“… la amistad útil, la placentera y la virtuosa.
Los dos primeros tipos de amistad son frágiles y están sujetos a las variaciones del carácter y a las
innumerables vicisitudes de la vida. En la medida en que no constituyen un fin por sí mismos sino
que buscan en la relación obtener algo a cambio (la utilidad en el primer caso; el placer en el
segundo), caducarán en el momento en que las circunstancias cambien y la relación deje de aportar
aquello por lo que fue iniciada. En cambio, la amistad virtuosa es duradera porque no se fundamenta

ni en el placer ni en la utilidad y se da exclusivamente entre iguales e igualmente virtuosos .”9

La igualdad a que se refiere Aristóteles, es tal cual, literal, igualdad entre amigos
que compartan (tal vez) las mismas condiciones, aficiones o virtudes naturalmente; si
hubiera alguna disconformidad en este sentido de la igualdad, no habría posibilidad de
felicidad compartida. Porque
“La relación ideal de amistad entre virtuosos no puede ser contaminada por una desigualdad
manifiesta, porque esta constituiría un obstáculo que no permitiría a la relación dar los frutos que le
son propios. […]… sería extraño no considerar igualmente necesaria la amistad, que es uno de los

bienes exteriores al que solemos dar mayor importancia.”10


8
Ponsatí-Murlà, op. cit. p. 76
9
Ibíd., p.77
10
Ibíd., p.80
Pero parecería haber una cierta contradicción entre la autarquía y la relación de
amistad entre amigos; contradicción que resuelve Aristóteles:
“Sin embargo, la definición aristotélica de autarquía (disponer uno de lo que le es necesario) es lo
suficientemente amplia para permitir la inclusión de la amistad: ser autárquico no significa no tener

nada, sino tener lo que a uno le conviene. Y los amigos convienen al hombre bueno.”11

Conclusión
Juzgo que he tratado la felicidad (eudaimonia) en Aristóteles, lo mejor que he podido con
sus ideas fundamentales: una de estas, la pongo en primer lugar, tiene que ver con el
equilibrio o la moderación (que se refleja o manifiesta no sólo en esta cuestión de la
felicidad, sino en toda la “Ética a Nicómaco”, que es de donde he extraído la mayor parte
del trabajo); el manejo magistral que desarrolla entre extremos es muy ilustrativo de las
diversas cuestiones éticas que trata y que nos atañen necesariamente; podríamos decir que
es una ética basada en la virtud como término medio y sería por lo tanto una actividad y no
un estado. No se puede llegar a ser virtuoso si no se busca serlo.
Luego la felicidad (ahora que lo sé) se entiende o se encuentra mejor dicho, no en la
posesión de bienes materiales, ni en el hedonismo (que por naturaleza es perecedero),
tampoco en el amor o en alguna relación sentimental efímera o temporal; sino que la
podemos encontrar en el hacer el bien “el Bien Supremo” (porque quien hace el bien –
obvio, de forma desinteresada-, recibe casi de inmediato una recompensa –que percibe el
espíritu-, ésta, es justamente la felicidad, misma que estoy seguro, cualquiera hemos
percibido alguna vez); también se encuentra en la más refinada (así creo que ocurre, se va
refinando) virtud, la cual debe cultivarse persistentemente (aunque lo acabo de decir, debo
repetirlo porque me parece de lo más importante); la felicidad también la podemos
encontrar en la amistad, pero no en la amistad útil o placentera, en la que se trata de obtener
algo a cambio, utilidad o placer, sino en la amistad virtuosa, la que no cambiará con las
circunstancias ni vicisitudes de la vida y seguirá siendo siempre la misma, igual, para los
amigos que tienen mismo virtuosismo amistoso; por último, podrá encontrarse en la vida
dedicada a la contemplación de los principios supremos como la justicia, la autarquía, la
verdad, etc., para alcanzar este estado de contemplación, se recurre necesariamente a la

11
Ídem
inteligencia, a la razón o a la conciencia, ya que es una actividad que así lo requiere.
Por otra parte, en mi opinión, para que el hombre sepa si ha encontrado o no la
felicidad en el transcurso de su vida, no precisa haber llegado al final de la misma para
saberlo, ya que la felicidad no puede ser un estado de permanencia perenne (ya que es una
actividad –coincido absolutamente con Aristóteles- no un estado); sino que la felicidad son
momentos grandes o pequeños que vamos teniendo a lo largo de la vida y según las
circunstancias o vicisitudes que se nos presentan.
Para terminar, quiero agradecerle Doctor López Espinoza, el trabajo que me ha
encomendado, no sabe cuán importante ha sido para mí: hace apenas unos días me sentía
triste, muy triste, y en una reunión que tuve con uno de mis hermanos le pregunté que qué
podría o debería hacer para encontrar alegría o felicidad y pues no supo darme respuesta.
¡Pero la respuesta ya la encontré! Sinceramente profesor muchas gracias, he aprendido algo
muy importante para mi vida. Creo que nunca me había ocurrido casualidad igual.
Finalmente si el trabajo no cumpliera con la expectativa esperada, le agradecería
muchísimo me hiciera saber las fallas. Me sería de mucha utilidad. Gracias.
Bibliografía

Oriol Ponsatí-Murlà, Aristóteles, RBA Contenidos Editoriales y Audiovisuales, S.A.U.,


2015, RBA Coleccionables, S.A., España, [Aprender a pensar].

Aristóteles, Ética a Nicómaco, intr., trad., ns., José Luis Calvo Martínez, Alianza, España,
2001, 4ª. ri, 2005, [Biblioteca temática]
[En línea]: https://www.pdfdrive.com Ética-a-nicómaco-e58986735.html. [Consulta: 15 de
septiembre, 2022]

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