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Planteamiento del problema

Situación Problemática

El cáncer es un problema de salud pública en nuestro país y a nivel mundial, que se


caracteriza por un crecimiento celular anormal y continuo con una tendencia a la invasión y
metástasis, donde se alteran principalmente las vías de transducción de señales mitógenas,
el ciclo celular y los mecanismos de muerte celular programada (apoptosis).

En el Perú, cada año se diagnostican más de 66 000 casos nuevos de cáncer y se estima que
fallecen más de 32 000 personas por esta enfermedad. Desde el 2015 y por primera vez, el
cáncer representa la primera causa de muerte en el país ocasionando 130 defunciones por
cada cien mil habitantes. El estudio nacional de carga de enfermedad realizado por el
Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio
de Salud estima que para el 2016 se perdieron en el país 365 387 años de vida saludable
(AVISA) debido a neoplasias malignas de un total de 5 315 558 de AVISA por todas las
enfermedades lo que representa el 6,9 % de la carga de enfermedad nacional. De los 365
387 AVISA por cáncer, el 56,3% correspondieron al sexo femenino y el 43,7 % en el sexo
masculino.

En el Perú las neoplasias son detectadas con mayor frecuencia cuando los pacientes acuden
a un establecimiento de salud por los síntomas ocasionados por el cáncer (Presentación
clínica con síntomas) que representa el 65,7% de los casos y esto indica que el diagnóstico
se realiza tardíamente. En nuestro país existe un predominio de casos de cáncer en el sexo
femenino en comparación con el sexo masculino (Razón mujer/varón de 2:1). El cáncer en
el sexo femenino se presenta a edades más tempranas que en el sexo masculino. En los
varones, los tumores malignos de estómago, piel y próstata fueron los más frecuentes;
mientras que en las mujeres, fueron los tumores malignos de cérvix, mama y piel.

Las neoplasias del sistema hematológico, constituidas mayoritariamente por las leucemias,
se constituyen en enfermedades catastróficas porque afectan a población infantil y
adolescente (primera causa de muerte en adolescentes) representando una causa de pérdida
importante de años de vida por muerte prematura.
La Vigilancia Epidemiológica de Cáncer registró en el período 2006-2011 un total de 5561
neoplasias del sistema hematológico de las cuales, 1679 se presentaron en niños y
adolescentes. Asimismo, cada año fallecen en nuestro país 1350 personas por leucemia lo
que corresponde a 4-5 defunciones por cada 100 000 personas. Según el último estudio de
carga de enfermedad publicado por la Dirección General de Epidemiología con datos del
año 2012 el cáncer con mayor carga a nivel nacional fueron las leucemias con 51 835 años
de vida saludable perdidos (AVISA) superando al cáncer de estómago (el de mayor carga
en estudios previos) que registró 47 833 AVISA.

Además, los costos de su tratamiento resultan elevados para el estado peruano el cual se
realiza a través de ciclos de quimioterapias y radioterapia llegando incluso a ser más costo
efectivo el transplante de médula ósea. Datos del Fondo Intangible Solidario de Salud
(FISSAL) muestran que en el período entre 2012 y abril 2014 se ha financiado el
diagnóstico y tratamiento de 2429 casos de leucemia por un monto de 27 millones de soles;
mientras que, sólo en transplante alogénico no emparentado se ha financiado 10 casos por
un monto cercano a 12 millones de soles.

Esto evidencia lo dramático que puede ser para un peruano presentar esta enfermedad y no
tener cobertura por un seguro, incluso si no se trata de una persona en pobreza y pobreza
extrema. Desafortunadamente, en países como el nuestro, solamente entre el 35% a 45% de
pacientes con leucemia linfoblástica aguda que inician tratamiento pueden llegar a curarse.
Uno de los principales problemas es el abandono de la terapia, lo cual se produce por
razones psicológicas, sociales, culturales y económicas entre otras. El impacto de esta
enfermedad sobre los pacientes y su entorno familiar es catastrófico, con grandes
repercusiones sociales, económicas y emocionales.

Para el tratamiento del cáncer se emplean fármacos antineoplásicos, que actúan sobre una o
varias fases del ciclo celular o sobre los mecanismos de proliferación celular. Sin embargo,
a pesar del alto nivel de respuesta que se logra con los tratamientos antineoplásicos; estos
medicamentos presentan un estrecho margen terapéutico y un bajo perfil de seguridad,
debido a que no solo actúan sobre las células cancerosas sino también sobre las células
normales sobre todo de tejidos de rápida proliferación.
Los pacientes con cáncer que reciben tratamiento presentan una elevada variabilidad en su
respuesta farmacocinética, farmacodinámica y clínica, derivada de sus características
fisiológicas y de su capacidad de absorción y de disposición (metabolismo y exc r e c i ó n )
de los fármacos antineoplásicos que reciben. A esta situación contribuye, en mayor o menor
medida, el resultado de las interacciones de los mismos con los lugares de acción
(receptores), los polimorfismos genéticos y el entorno del paciente. Todas estas
circunstancias proporcionan comportamientos diferenciadores en su respuesta,
consecuencia de perfiles farmacocinéticos y farmacodinámicos (PK-PD) casi únicos, en
determinados pacientes. Estos perfiles PK- P D, no siempre compatibles con las estrictas
condiciones exigidas a los fármacos antineoplásicos, explican por qué a pesar de utilizar los
mismos criterios posológicos, en un aparentemente grupo homogéneo de pacientes, el
resultado en algunos de ellos es fallo de tratamiento (pobre efecto antitumoral), mient ras
que otros pacientes presentan efectos tóxicos inaceptables.

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