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Tema de Exposicion Ronal
Tema de Exposicion Ronal
En el uso común y frecuente, la palabra poder sirve tanto para designar una especial aptitud
para hacer algo (potencia, en el lenguaje aristotático - temista) como al sujeto o titular de
esa aptitud. Con tales acepciones, se puede tener poder y ser poder. En el primer caso se lo
posee, en el segundo, se lo personifica.
Corresponde advertir, sin embargo, que en esta obra, antes de ahora - y volverá a ocurrir
después - se ha localizado el poder como sujeto o como aptitud; pero ello se debe a que a
veces hay que expresarse elípticamente o no se puede eludir el empleo de una
terminología de uso común.
La acepción del poder como relación de mando y obediencia abarca un ámbito muy
extenso; un ámbito tan extenso como el de la política en su sentido más amplio. Es que
poder y política suponen recíprocamente la relación política en su acepción más amplia el
carácter puramente formal de la política es ya una relación de poder. Cuando un vecino
incita a otros para apagar un incendio y obtiene su concurso, se está en presencia de una
relación de poder. Lo mismo es el caso del gangster que obtiene la colaboración de otros
congéneres para asaltar a un banco.
(*) Tomado del libro “Introducción a los estudios políticos: Teoría política. Mario Justo LOPEZ,
Edit. Kapeluz. Buenos Aires. Pág. 39-43.
Y es también relación de poder, por supuesto, la relación política que con carácter también
material está configurada, por la existencia de una iglesia, de una sociedad anónima, de un
club deportivo. Es que, en definitiva, el poder no es otra cosa que otro nombre que se da a la
relación política, o, quizás con más propiedad, al complejo de relaciones políticas. Dentro de
esa amplia acepción cabe tanto el poder político como el poder no político.
Cuando se trata del "sistema político" mayor, es decir, de aquel que corresponde al grupo
humano superior a todos y que incluye en sí a los demás, la política se reduce
conceptualmente - según se ha visto- a la actividad y a la relación que tienen al Estado
como marco de referencia. En ese caso se produce igual reducción en el concepto de
poder. Sólo existe, por una parte, el poder del Estado, es decir, la relación entre aquellos
seres humanos cuya actividad se imputa al Estado y los demás seres humanos que se
comportan como súbditos del mismo; por otro, las relaciones que se originan internamente en
los grupos que tienden a ejercer influencia sobre los ocupantes de los cargos o roles en
función de mando, y, por fin, las que se generan externamente a esos grupos
precisamente para ejercer la mencionada influencia. El poder en su acepción limitada - tal
como aquí se lo considera - es, pues, el poder político en sus distintas manifestaciones
(estatal, no estatal e influencia).
No hay duda que el poder - la relación política - es una relación de influencia. Hay poder si
hay influencia. Hay poder si unos influyen sobre otros para inclinar sus voluntades. Pero,
para una mejor comprensión de ese complejo de relaciones políticas que es el "sistema
político", a nivel del Estado, resulta conveniente establecer en el uso de ambos vocablos
la siguiente diferencia conceptual: hay poder, cuando la relación política opera en sentido
directo, de "arriba" a "abajo", es decir, de los ocupantes de los cargos o roles (de mando)
normativamente establecido, a los no ocupantes, hay, en cambio, influencia, cuando opera
en sentido inverso, de "abajo" a "arriba", es decir, de los "no ocupantes" a los "ocupantes".
Por supuesto que en ambos casos hay también, en alguna medida, consentimiento, sea
"abajo" o "arriba". Por lo demás, iguales tipos de relación política pueden originarse en
el seno de los grupos políticos no estatales. Cabe, pues, distinguir entre poder político
estatal, poder político no estatal e influencia política.
En esa acepción limitada que, hay que insistir, es la que aquí interesa, la vinculación de la
política con el Estado ofrece numerosas manifestaciones. La actividad política en
"faz agonal" tiene lugar con referencia al Estado. La pugna entre los aspirantes a la
ocupación de los cargos o roles, para conquistarlos, conservarlos o resistirlos, según los
casos, no es sino una pugna pero que su actividad puede, en su momento, llegar a ser
imputada al Estado mismo. Así, el juego múltiple entre diversas fuerzas, según ciertas
formas, condicionadas por determinados factores y en procura de diversos fines, gira
alrededor de ese ente - real o imaginario - que es el Estado. Del mismo modo, la
actividad política en "faz arquitectónica" realiza la relación de poder del Estado con sus
súbditos, institucionalizándola mediante una estructura especial de órganos y normas y
haciéndola funcionar.
El poder del Estado, es, pues, poder político estatal, y el Estado, en definitiva, sólo cobra
existencia mediante él. Hay, fuera, más poder político (no estatal e influencia), pero éste
gira necesariamente alrededor de aquél, y lo que hace que se realicen uno y otro, poder
del Estado (o sea el Estado mismo) y poder político no estatal (e influencia), no es sino
la actividad política. Queda así evidenciada la múltiple y recíproca relación entre
poder, Estado y política, lo que no implica, sin embargo, confusión ya que, como se ha
visto, hay actividad política que es actividad estatal, y la hay también que no lo es. Hay,
además, actividad estatal que no es política.