Autores: Ps. Cl. July Vizcaíno A. & Ps. Cl.
Está bien, además, aceptar la ayuda
Enrique Quiroz Z., Mg.
RESILIENCIA EN TIEMPOS
DE CONFINAMIENTO POR
COVID- 19
Esta emergencia que estamos atravesando,
supone amenazas para nuestra salud física,
también para nuestra fortaleza mental,
afectiva, y socio-económica. En momentos
como este, es más importante que nunca la
resiliencia, como herramienta esencial para
fortalecerse ante las situaciones difíciles que
se nos presentan, que nos acontecen
Si la resiliencia es la Capacidad del ser
humano para hacer frente a las
adversidades, superarlas y ser transformado
por ellas. Entonces, la resiliencia, es algo
parecido a hacer un viaje a través del océano,
como en la vida, en el mar podemos
encontrar aguas en calma, pero también
grandes olas, corrientes y tormentas. Hay
que lidiar con eso.
Los cambios que experimentamos afectan
de forma diferente a cada quien. A veces
tenemos un plan para nuestro viaje, otras
veces no, cada uno lo hace a su manera. La
diferencia pasa por la perseverancia y la
confianza en nuestra capacidad para
enfrentar obstáculos. Algunas personas nos
ayudarán a navegar incluso a contra
corriente. Podemos bajarnos del barco y
descansar en alguna playa, sin embargo,
para terminar nuestro recorrido debemos
volver al barco y continuar.
Ser resiliente no es ser la más fuerte o el más
duro. Ser resiliente no significa que no se
sienta angustia o dolor. Negar o minimizar
estas emociones nos puede complicar
psicológicamente. Si nos guardamos las
cosas que nos duelen o nos causan malestar,
estas pueden reaparecer transformadas en
peores formas, como síntomas que pueden
enfermarnos sin una causa aparente. En
psicología a esto se le llama somatización.
Por eso es importante aceptar el momento
de dolor y de incertidumbre, hablarlo con un
profesional, si se desea; es parte del proceso
para que la persona pueda recuperarse poco
a poco.
de la familia, y de la red de apoyo.
La flexibilidad y la capacidad de adaptación
tienen que ver con la resiliencia. Sin cambio
y transformación no hay evolución, y,
además, esto es inevitable. Aceptar la
realidad nos obliga a modificar expectativas
y deseos, y a asumir sentimientos de
frustración e indefensión. Nos ayuda a
centrarnos en las situaciones que sí son
modificables.
La resiliencia no garantiza llegar a ser los
mejores, pero si nos permitirá sobrevivir para
luchar un día más. Pero esto no es simple, la
resiliencia nos desacomoda, nos mueve
porque no es estática: es un proceso
constante de aprendizaje sobre las
dificultades y nuestros propios errores, para
superarnos. En la vida se aprende más de las
situaciones difíciles que de las fáciles. Los
problemas son en realidad nuestros mejores
maestros.
A pesar de traumas graves, muy graves, o de
dificultades más comunes, la resiliencia es
una realidad confirmada en la vida de
muchas personas. Hay grandes libros
escritos sobre esto, como “El hombre en
busca de sentido” de Víctor Frankl, un
sobreviviente del holocausto.
De hecho, por nuestro trabajo, vivencias y
lecturas, todos conocemos niños,
adolescentes, familias y comunidades que
han superado crisis, difíciles pruebas, y
rupturas, y continúan desenvolviéndose y
viviendo, a menudo a un nivel superior, como
si el trauma sufrido y asumido hubiera
desarrollado en ellos, a veces revelado
incluso, recursos propios, ocultos y aun
insospechados, que todas y todos tenemos.