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Resiliencia

La resiliencia es un concepto nuevo, difundido en los últimos años, y muy


atractivo para los que trabajamos con niños y jóvenes. Abre nuevas posibilidades,
da una nueva mirada, más esperanzadora, para viejos problemas de nuestros
educandos. Todos los profesionales tanto de la salud como de la educación
conocemos niños o adolescentes que viven situaciones de tragedia que parecen
difíciles o imposibles de superar. Sin embargo, la realidad nos muestra que
habiendo superado, logran una vida adulta equilibrada, creativa y hasta optimista,
a pesar de todo. Este modelo, tal vez opuesto al modelo de riesgo, o
complementario de este, nos describe la existencia de verdaderos escudos
protectores o factores de resiliencia que actúan atenuando los efectos de la
adversidad y transformándolos en factores de superación.
La palabra resiliencia se refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos
críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada.
También indica volver a la normalidad.
Resiliencia es un término que deriva del verbo en latín resilio, resilire, que significa
"saltar hacia atrás, rebotar".

La resiliencia es una aptitud que adoptan algunos individuos que se caracterizan


por su postura ante la superación de una adversidad y de mucho estrés, con el fin
de pensar en un mejor futuro.

No obstante, no todas las personas poseen esta característica, aunque tampoco


se relaciona con la genética.

Muchas veces esta habilidad es desconocida por el individuo y la descubre


únicamente cuando se encuentra en medio de una situación difícil que logra
superar gracias a su postura de lucha y de seguir adelante.

Ahora bien, se denomina como resiliente a aquella persona que, en medio de una
situación particular, es asertiva y convierte el dolor en una virtud como, por
ejemplo, el padecimiento de una enfermedad, la pérdida de un ser querido, la
pérdida de cualquier parte de su cuerpo, quedar en bancarrota, entre otros.

Algunos sinónimos que se pueden emplear para indicar la palabra resiliencia son
fortaleza, invulnerabilidad y resistencia.

El significado de resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de


la Lengua  (RAE) es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones
límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología añadimos algo más al concepto
de resiliencia: no sólo gracias a ella somos capaces de afrontar las
crisis o situaciones potencialmente traumáticas , sino que también podemos salir
fortalecidos de ellas.

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de


las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las
personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las
adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan
esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y
no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente
y más optimista de ver el mundo, ya que son conscientes de que después de la
tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su
buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo
que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.

El origen del concepto de resiliencia en psicología

El primer autor que empleó este término fue John Bowlby, el creador de la teoría
del apego, pero fue Boris Cyrulnik, psiquiatra, neurólogo, psicoanalista y etólogo,
el que dio a conocer el concepto de resiliencia en el campo de la psicología en su
bestseller “Los patitos feos”.

La práctica de la resiliencia: ¿Cómo podemos ser más resilientes?

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes,


aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un
“buen carácter”. La resiliencia es algo que todos  podemos desarrollar a lo largo
de la vida.

Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien
cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el
camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y
cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.

De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han


tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el
sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del
abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias
para enfrentarse a los diferentes retos de la vida.

¿Qué caracteriza a una persona resiliente?

Las personas resilientes practican estos 12 hábitos:

1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El


autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las
adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor.
Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades,
así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse
metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y
sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
2. Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se
limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a
volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y
transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo
precioso.
3. Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y
limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de
hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se
sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen
la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino
que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de
la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan,
pero las personas con un alto nivel de resiliencia son capaces de ver más
allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis
como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer.
Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de
la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se
preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto.
5. Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de
esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar
plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran
capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del
ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no
les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces
de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el
mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su
capacidad para asombrarse ante la vida.
6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma
optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son
sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas,
pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que
nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en
los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan
un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas
de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede
ser mejor.
7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas
que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que
generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva
ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros
emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les
puede sostener en los momentos más difíciles.
8. No intentan controlar las situaciones, sino sus emociones. Una de las
principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar
todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de
entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo,
las personas con capacidad de resiliencia saben que es imposible controlar
todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se
sienten cómodos aunque no tengan el control. Se centran en cambiar sus
emociones, cuando no pueden cambiar la realidad.
9. Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes
tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren
lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus
planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se
cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes
alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una
única solución.
10. Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que los resilientes sean
flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las
distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia
estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el
sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una
motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo
que se proponen.
11. Afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de
las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de
la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor
aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite
enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas
resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer
objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del
apoyo social y no dudan en buscar la ayuda de un buen psicólogo cuando
lo necesitan.

La resiliencia en los niños

Si queremos que nuestros hijos afronten las dificultades de la vida con fortaleza
es importante construir un apego seguro y educarles en la capacidad de ser
resilientes, para ello es fundamental nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre
todo creer en ellos.

No se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello


tenemos que confiar en que ellos pueden. Por supuesto, tampoco se trata de
exponerles a peligros o ambientes agresivos “para que se hagan más fuertes”,
afortunadamente no estamos en Esparta. Aportar seguridad y protección es
necesario.

Algo importante que podemos preguntarles a los niños cuando tienen un


contratiempo si queremos que aprendan a desarrollar la resiliencia es ¿qué
puedes aprender de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha ocurrido?

Enseñar a los niños a relativizar y a ver los errores y los contratiempos como una
oportunidad para aprender y mejorar les guiará por el camino de la resiliencia,
pero no desde la negación de sus emociones, sino desde empatía hacia lo que
sienten y su mundo emocional, transmitiéndoles nuestra confianza en que ellos
pueden afrontar la adversidad y superarla.

Cuando tienes capacidad de resiliencia, aprovechas tu fuerza interior para


reponerte de un contratiempo o un desafío, como la pérdida de un empleo, una
enfermedad, un desastre o la muerte de un ser querido. Si careces de resiliencia,
es posible que te obsesiones con los problemas, te sientas una víctima o te
sientas abrumado, o recurras a mecanismos de afrontamiento poco saludables,
como el abuso de sustancias.
La resiliencia no hará que tus problemas desaparezcan, pero puede darte la
capacidad de ver más allá de ellos, encontrar el disfrute de la vida y manejar
mejor el estrés. Si no eres tan resiliente como te gustaría ser, puedes desarrollar
habilidades para aumentar esta capacidad.

Adaptarse a la adversidad
La resiliencia es la capacidad de adaptarse a situaciones difíciles. Cuando el
estrés, la adversidad o el trauma te golpean, sigues experimentando ira, dolor y
pena, pero puedes seguir funcionando, tanto a nivel físico como psicológico. Sin
embargo, la resiliencia no significa soportar algo difícil, ser estoico o atravesar la
situación solo. De hecho, ser capaz de buscar el apoyo de otras personas es un
componente fundamental de la resiliencia.

Resiliencia y salud mental


La resiliencia puede ayudarte a protegerte de diferentes afecciones de salud
mental, como la depresión y la ansiedad. La resiliencia también puede ayudar a
compensar los factores que incrementan el riesgo de presentar trastornos de
salud mental, como el acoso o un trauma previo. Si ya tienes un trastorno de
salud mental, la resiliencia puede mejorar tu capacidad para afrontar una situación
difícil.

Consejos para aumentar la resiliencia


Si quieres ser más resistente, ten en cuenta estos consejos:

 Conéctate. Construir relaciones fuertes y positivas con los seres queridos y


amigos puede darte el apoyo y la aceptación que necesitas en momentos
buenos y malos. Establece otras conexiones importantes ofreciéndote como
voluntario o participando en una comunidad religiosa o espiritual.
 Haz que cada día tenga sentido. Haz algo que te dé una sensación de logro
y propósito todos los días. Establece metas que te ayuden a mirar hacia el
futuro con sentido.
 Aprende de la experiencia. Piensa en cómo has afrontado las dificultades en
el pasado. Recuerda las habilidades y estrategias que te ayudaron en los
momentos difíciles. Incluso podrías escribir sobre experiencias pasadas en un
diario para ayudarte a identificar patrones de comportamiento positivo y
negativo, y guiar tu comportamiento futuro.
 Mantén la esperanza. No puedes cambiar el pasado, pero siempre puedes
mirar hacia el futuro. Aceptar e incluso anticipar el cambio hace más fácil
adaptarse y ver los nuevos retos con menos ansiedad.
 Cuídate. Atiende a tus propias necesidades y sentimientos. Participa en
actividades y pasatiempos que disfrutes. Incluye actividad física en tu rutina
diaria. Duerme mucho. Sigue una dieta saludable. Practica el manejo del
estrés y técnicas de relajación, como el yoga, la meditación, la visualización
dirigida, la respiración profunda o la oración.
 Sé proactivo. No ignores tus problemas. En cambio, averigua lo que hay que
hacer, haz un plan y toma medidas. Aunque puede llevar tiempo recuperarse
de un gran contratiempo, un evento traumático o una pérdida, debes saber
que tu situación puede mejorar si trabajas en ello.
Cuándo buscar asesoramiento profesional
Ser más resiliente requiere tiempo y práctica. Si no sientes que estás
progresando, o no sabes por dónde empezar, considera la posibilidad de hablar
con un profesional de la salud mental. Con asesoramiento, puedes mejorar tu
resiliencia y tu bienestar mental.
Clases de resiliencia
Resiliencia natural

La resiliencia natural se refiere a la capacidad de resiliencia con la que uno nace.


Se trata de la fuerza vital y forma parte de la naturaleza humana. 
Este es uno de los tipos de resiliencia que se aprecia en las experiencias
como jugar, aprender y explorar. Y se identifica en las personas al poner en
acción todas sus competencias; incluso, cuando fracasan. 
De este modo, la resiliencia natural es uno de los tipos de resiliencia que consiste
en el proceso de adaptación, recuperación y superación de las adversidades que
causan estrés. Este estrés puede provenir de diferentes áreas de la vida,
como problemas familiares, financieros o laborales, por mencionar algunas.

Resiliencia adaptativa 

Entre los tipos de resiliencia, se encuentra la resiliencia adaptativa, que se


presenta cuando las circunstancias requieren aprendizaje, cambio o adaptación. 
Como afirma un estudio de Infobae, ante la irrupción de situaciones conflictivas y
que generan una disrupción en nuestra vida, la mejor decisión es la aceptación.
En efecto, es esencial abrazar lo incierto desde la esperanza, creyendo que
tenemos las habilidades necesarias para salir airosos frente al contexto que
abruma. Y como consecuencia, podremos llevar a cabo la transformación de los
momentos negativos en oportunidades de crecimiento mediante la capacidad de
resiliencia. 
Resiliencia aprendida

En este post sobre los tipos de resiliencia, no podemos dejar de abordar la


importancia de la resiliencia aprendida. Una de las características de la
resiliencia aprendida es que incentiva el aprendizaje de las experiencias; y al
mismo tiempo, permite desarrollar nuevos pensamientos y comportamientos para
recuperarse de eventos estresantes que acontecen en la vida. 

Las personas con una resiliencia baja pueden sentirse cansadas, deprimidas,


desconectadas o estresadas. Pero la buena noticia es que los tipos de
resiliencia se pueden desarrollar. 

Resiliencia corporal

A la hora de enfrentar las dificultades de la vida, tener una adecuada resiliencia


corporal es esencial. Hay personas que tienen una amplia capacidad de
resiliencia emocional. Pero no sucede lo mismo en relación con otros tipos de
resiliencia, como el caso de la resiliencia física. Somos mente y cuerpo; y por eso,
se vuelve imprescindible desarrollar la resiliencia corporal. 

Dentro de este contexto, una opción para fortalecer esta capacidad de resiliencia
corporal implica hacer ejercicio. De hecho, la actividad física  brinda una gran
oportunidad para reducir el estrés. Hacer cualquier tipo de ejercicio como caminar
o practicar yoga, te ayudará a lidiar mejor con el cansancio y la fatiga.
Resiliencia laboral

Este es uno de los tipos de resiliencia más importantes porque permite que un


determinado colaborador pueda superar las presiones que tanto se presentan en
el contexto actual del trabajo. 

A continuación, en esta guía sobre los tipos de resiliencia, te presentamos


los rasgos y cualidades que las personas con resiliencia laboral van a demostrar: 
 Tienen la capacidad de adaptarse al cambio. 
 Se diferencian por desarrollar en forma constante, su inteligencia emocional. 
 Mantienen relaciones estrechas y duraderas con sus compañeros de trabajo:
generalmente, las personas resilientes se rodean de sujetos positivos, con
quiénes pueden vincularse sin problemas. Su nivel de comunicación es
excelente y buscan siempre el crecimiento personal, a partir de
un feedback con aquellos que forman parte de su entorno.
 Pueden sobrellevar los obstáculos. 
 Los seres resilientes tenen un sentido humorístico al ver las cosas. 
 Se caracterizan por una actitud autocrítica y buscan en todo momento,
aspectos a mejorar de su personalidad: el desarrollo de los tipos de resiliencia
implica una adaptación con mayor facilidad a los cambios que se presenten.
 Se recuperan rápido ante las dificultades.
 Saben que las cosas suceden por alguna razón. 
 Dan su mejor esfuerzo pase lo que pase en todas las tareas asignadas. 
 Los individuos resilientes tienen un buen desempeño laboral. 
 Confían en que pueden lograr sus objetivos. 
 Saben dónde pueden buscar ayuda: confían en sus líderes ante situaciones
conflictivas.  
 Piensan con claridad bajo presión. 
 Toman la iniciativa para resolver un problema. 
 No se desaniman ante el fracaso. 
 Ser resiliente incluye pensar en sí mismos como personas fuertes.
 Toman decisiones difíciles. 
 Actúan, muchas veces, aplicando la intuición, pero sin abandonar del todo su
pensamiento lógico. 
 Tienen un fuerte sentido de propósito. 
 Sienten cierto control en su vida. 
 A los que han adoptado alguno de los tipos de resiliencia que existen, les
gustan los retos.
 Trabajan para lograr sus metas. 
 Se enorgullecen de sus logros. 

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