Está en la página 1de 3

La reencarnación en el cuento La Lechera de Vermeer de Manuel Rivas

Por: Andrés Felipe Rojas Márquez

Este trabajo se desarrolló en el curso de “Teoría y análisis literario: narrativa” de la Licenciatura


en español y literatura UIS.

Con un ambiente de misterio, La Lechera de Vermeer es un cuento en el que se presenta


un concepto ficcional en el transcurso de la narrativa: la reencarnación. La obra de Rivas tiene un
hilo argumental en el que el tiempo es un factor importante, y esto es porque los sucesos ocurren
en distintas épocas. Esos hechos se presentan a modo de recuerdos en una fecha posterior a 1992.
Los simbolismos que usa el autor en torno al relato son destacables, ya que complementan y
refuerzan la ambientación del cuento. Las memorias inciertas de los personajes son fruto de la
reencarnación.

Misteriosos recuerdos que no corresponden al tiempo de vida de los personajes aparecen


de forma recurrente en todo el relato. Son imágenes de sucesos pasados que no presenciaron. El
personaje principal, que es también el narrador de la historia, cuenta que su mente tiene memorias
más claras de un pasado incierto que de sucesos recientes: “Lo recuerdo muy bien. Mejor que lo
que ha ocurrido hoy, antes de comenzar esta historia. Incluso recuerdo lo que los otros aseguran
que no sucedió” (Rivas, p.64, 2001). Las imágenes del pasado tienen más sentido al pensar en la
reencarnación relacionada con la familia. Los personajes recuerdan miembros de su propia
familia que no conocieron en vida.

La transición generacional se menciona en varias ocasiones. En este caso la reencarnación


es la herencia de recuerdos de algún familiar pasado, especialmente los recuerdos que hicieron
parte de un momento importante o destacable de alguna forma para esa generación pasada. En
una ocasión el personaje principal menciona una cena de navidad en la que se le escapa a su
padrino el pavo que iban a cocinar, sale corriendo y termina en una situación anecdótica; termina
de contar la historia del pavo así: “Esa fue una de las cosas que yo vi y no sucedieron” (Rivas,
p.65, 2001). Los recuerdos más memorables son los que se mantienen vivos en las mentes de los
personajes, teniendo en cuenta también que son recuerdos propios, no son fruto de una historia
que se les haya contado, son fruto de vivencias en otra época.
El cuento La Lechera de Vermeer lleva ese nombre porque en el relato se hace una
relación con el misticismo de la iluminación presente en una pintura de 1660 que lleva el mismo
nombre. Es un cuadro con una ventana en la parte izquierda, una mesa en la que reposa un cesto
con pan y una vasija de barro; coronado por una mujer de piel blanca, con una jarra en sus manos,
sirviendo un poco de leche en la vasija de barro. El personaje principal siente especial fascinación
por esta obra y por Los Comedores de Patatas que hace alusión, según el mismo protagonista, a
la “Sagrada Familia”, en la que hay una familia humilde sirviéndose comida de la tierra; al igual
que la familia del protagonista del cuento. Las pinturas y la historia de las generaciones
familiares están relacionadas, desde la condición social hasta económica, incluso en cuanto a las
situaciones presentes en los cuadros.

La madre es el segundo personaje del cuento; aparece al principio y al final para darle
sentido a todo el relato. La reencarnación es el elemento que explica los sucesos misteriosos de
la obra de Rivas. Finalizando el texto, el personaje principal le entrega un poema de La Lechera
a su mamá y como respuesta aparece otro recuerdo, esta vez de ella. El poema describía una
situación familiar en la que una mujer servía leche y el resto se preparaba para ir a la mesa. La
mamá del protagonista tiene una foto que data entre 1660 y 1960, allí está ella y en ese momento
estaban presentes familiares con las mismas características del poema en la misma situación.
Recordaba que su fotografía se había hecho en circunstancias similares a las que se hizo el
cuadro. El cuento termina con: “Mi madre no le daba ninguna importancia a que la mujer del
cuadro y la de la foto se parecieren tanto como dos gotas de leche” (Rivas, p.69, 2001). La
fotografía y el cuadro son de la misma situación, en diferente momento. La leche es un sustento
de la familia, desde los antepasados y la madre es lechera: “Mi madre era lechera” (Rivas, p.63,
2001).

Teniendo en cuenta la fecha de la pintura, 1660; y la fecha en que se relata el cuento,


posterior a 1992, se evidencia la reencarnación en la familia por los saltos de tiempo tan abruptos.
Los cuadros dotan al cuento de misticismo ya que permiten relacionar el contexto del relato del
protagonista con lo que está pasando y es ignorado por los personajes. Los recuerdos inciertos
son producto de la reencarnación que mantiene vivas algunas memorias. El parecido físico y
sicológico de los personajes del momento actual en la narrativa con los antepasados es grande.

Referencias bibliográficas
Rivas, M. (2001). “La Leche de Vermeer”. En ¿Qué me quieres, amor? España: Punto de
Lectura.

También podría gustarte