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AUTOCONTROL
I. ESTILOS INTERACTIVOS
Vivimos en sociedad y con mucha frecuencia interactuamos con los demás. Las
relaciones con otras personas son nuestra principal fuente de bienestar; pero
también pueden convertirse en la mayor causa de estrés y malestar. Mantener unas
relaciones interpersonales satisfactorias facilita la autoestima y ayuda a incrementar
nuestra calidad de vida, en la medida que nos ayuda a sentirnos bien y a obtener lo
que queremos. Cuando las relaciones con los demás son tensas o torpes sentimos
con frecuencia emociones negativas como la frustración, la ira, el rechazo, la soledad,
etc,..
Según el tipo de conducta que manifestamos cuando nos relacionamos con los
demás nuestro estilo interactivo será agresivo, pasivo o asertivo. Todas las personas
tenemos comportamientos de los tres estilos. Cuando la frecuencia de conductas de
un estilo es elevada, podemos decir que ese estilo es un rasgo de la personalidad.
- Insulta
- Grita - Cede - Dialoga
- Pega derechos
-
- Deteriora la -Debilidad de - Consigues el
relación carácter objetivo
- Le tienen miedo - Abusan de ti - Mejoras la
relación
- A veces, no
consigue el - Te valoran
CONSECUENCIAS objetivo
La ira está muy relacionada con las frustraciones de diverso tipo y con los
conflictos interpersonales que mantenemos con las personas más próximas:
familia, compañeros, etc. Cuando nos irritamos con alguien próximo uno de los
factores que incrementan la ira es que al enfadarnos se activa el recuerdo de
todos los comportamientos suyos que nos han molestado. Cuando nos inunda la
ira tendemos a confundir el comportamiento negativo o molesto de la persona con
quien estamos enfadados, con esa persona en su globalidad. Al etiquetar
negativamente a alguien, distorsionamos su imagen: nos centramos en sus rasgos
negativos y los exageramos, vemos al otro como un demonio, nos mostramos muy
hostiles con él y acabamos consiguiendo que él también se comporte de forma
muy hostil con nosotros.
Beck considera que muchas personas agresivas tienen una imagen muy pobre
de sí mismas que tratan de compensar intimidando a los demás. Hay personas que
sólo se autoaceptan cuando son aprobadas por los demás, son más propensas a la ira
porque tienden a sentir que su autovalía depende de lo que los otros piensen de ellas.
Algo parecido ocurre cuando hacemos depender nuestra autoestima de conseguir
ciertas metas, si no conseguimos lo que queremos y culpamos de ello a otras personas,
reaccionaremos con una ira excesiva hacia ella.
Su mapa de la realidad, su sistema de valores es diferente al nuestro y evalúan
el comportamiento de otra persona como injusto.
Tienen baja tolerancia a frustración.Piensan que su ira se debe a factores que no están
bajo su control como los acontecimientos externos, (siempre echan la culpa a los
demás) “fulano me saca de mis casillas”, o “ me pone de los nervios”, dando por
válido que para dejar de estar furiosos, tendrían que cambiar los demás.
Las personas con ira crónica suelen justificarla diciendo que expresar sus enfados les
hace sentirse bien. Es una forma de autoengañarse ya que la ira no es un estado
emocional agradable y destruye las relaciones interpersonales..
Utilizan frases e imágenes violentas, se dicen a sí mismo o repiten a los demás “lo
mataría” “hay que machacarlo”,... Esas autoverbalizaciones, así como las imágenes
mentales que las acompañan influyen enormemente en sus emociones y conductas
Si queremos controlar nuestra ira tendremos que aprender a detectar y cambiar los
pensamientos irracionales relacionados con ella.
Cuando una persona tiene un arrebato de ira o de cólera se siente desbordado por
todo tipo de sentimientos: tensión, miedo, desesperación, tristeza, resentimiento,
culpa, rechazo, soledad, etc... También puede sentir el rechazo de los demás y después
el repliegue autodefensivo. Hay personas que se sienten atrapadas por sus emociones
y que son incapaces de escapar de ellas como si fueran esclavos de sus estados de
ánimo.
3. Reestructuración cognitiva
4. Busca distracciones
- Pon una mano en el pecho y otra sobre el estómago, para asegurarte de que llevas el
aire a la parte de abajo de los pulmones, sin mover el pecho.
- Toma el aire lentamente y lo llevas hacia abajo hinchando un poco la barriga sin
mover el pecho
- Retienes un momento el aire en esa posición contando hasta tres
- Sueltas el aire, lentamente, hundiendo un poco estómago y barriga , sin mover el
pecho, contando hasta cinco.
- Procura mantenerte relajado y relajarte un poco más al soltar el aire.
2.- Relajación
- La calma fisiológica es la clave para que los circuitos emocionales implicados bajen
la alerta de amenaza constante y restituyan la sensación de seguridad. La relajación
permite aliviar la irritabilidad y el nerviosismo, para que sea más eficaz debe de
comenzar a aplicarse al detectar las primeras señales de ansiedad, antes de que se
haga demasiado fuerte .
- La tensión muscular es uno de los componentes de la ansiedad. Es un mecanismo
automático e involuntario, pero podemos aprender a controlarlo voluntariamente
como ocurre con la respiración o los pensamientos.
- La primera fase consiste en tensar y relajar diferentes músculos y habituarte a
discriminar entre ambos estados, para ello hay que centrar la atención en la
sensación de tensión y relajación que se nota.
- Intentas relajarlos un poco más. Imaginas que están más relajados y que vas
notando que pesan y que se van relajando, cada vez más y mas.
- La segunda fase consiste en detectar y relajar tensiones. Revisa mentalmente qué
grupo muscular tienes en tensión y, comienza con la respiración diafragmática a
relajarlo.
- Detectar los pensamientos que generan ansiedad y cambiarlos por otros más
positivos que favorezcan la seguridad y la calma.
Cuando la otra persona te está tratando en forma agresiva, puede ser útil
mostrarte empático con sus sentimientos. “Parece que estás enfadado; ¿puedes
decirme si te he molestado en algo?
Si creemos que la otra persona está enfadada, distante, etc., porque voluntaria o
involuntariamente le hemos molestado, lo más asertivo y adecuado será pedirle
disculpas y, cuando sea oportuno, cambiar nuestro comportamiento.