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Introducción a los modelos

Para Baroni, existen 4 modelos a través de los cuales se puede explicar el origen
y advenimiento de la bioética como campo del conocimiento:
1) Origen de la Bioética (1) – Origen del neologismo (1): Aquí la palabra
(bioética) y el hacer de este campo aparecen al mismo tiempo, y son
relevantes Fritz Jahr y Potter con su bioética ecológica, y luego los jesuitas
de Georgetown con su bioética análoga a la ética clínica.
2) Orígen de la Bioética (1) – Origen del neologismo (0): La disciplina apareció
antes que el neologismo.
3) Origen de la Bioética (0) – Origen del neologismo (1): La disciplina apareció
años o décadas después de la aparición del neologismo.
4) Origen de la Bioética (0) – Origen del neologismo (0): La disciplina no
existe, se cuestiona su legitimidad y la existencia del neologismo es solo
para ocultar las malévolas intenciones de quienes lo formularon.

Origen de la bioética (1) – Origen del neologismo (1)

Fritz Jahr, primer bioeticista


Aunque desde hace años, en toda la bibliografía de la disciplina se ha
atribuido la creación, no solo del neologismo pero de la disciplina, a Potter en 1970
con la publicación de sus artículos, se descubrió recientemente que en realidad el
neologismo y muchos de las ideas que Potter planteaba eran muy familiares a las
del pastor luterino alemán Fritz Jahr. Es por esto que el nacimiento de esta
disciplina está envuelta de un cierto adanismo, esto es, discusiones o disputas por
afirmar quién en verdad es el creador de la disciplina, o intentos paneuropeos por
afirmar que Fitz Jahr es en verdad el ‘padre’ de la Bioética, en forma de
conferencias que honran su nombre en forma de premios. De cualquier forma,
realmente el primero en anunciar este nuevo nombre para esta ‘nueva’ disciplina
fue el alemán.
Y el alemán, entonces, está envuelto y educado en el contexto histórico del
romanticismo, pero más importantemente, en la víspera de la Segunda Guerra
Mundial. Su primer texto: “Bioética. Una visión sobre las relaciones éticas entre el
ser humano, el ser animal y las plantas” data de 1927. Su segundo texto “Estudios
sobre el quinto mandamiento” aparece en 1934, y es una reescritura adaptado a
su visión ecologista animal. De hecho, es por esto que Jahr señala a San
Francisco de Asís como el primer bioeticista, por compartir sus ideas ecologistas
animalísticas.
«Respeta a todo ser vivo como fin en sí mismo, y trátalo coherentemente
en tanto sea posible» (Jahr, 1927). El Quinto Mandamiento como Expresión de
Ley Moral. ¿Cómo podemos hacer el bien? A esta pregunta nos da respuesta la
denominada «Regla de Oro»: Trata a tus congéneres igual que quisieras ser
tratado (Cf. Mateo 7,12; Lucas 6,31). El imperativo categórico según Kant: «Obra
solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una
ley universal», significa en principio lo mismo. No obstante esta y afines
formulaciones solo dan una señal formal de un modo de obrar «bien». La razón
podría ser un extremado interés propio a pesar del motivo en cuestión, es decir,
un contrato de transacción: No me lastimas y yo no te lastimo (según
Schopenhauer en su «Fundamento de la Moral»). «El amor no hace mal al
prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley» (Romanos 13, 10). [...]
Más de dos milenios antes de Schopenhauer, el Quinto Mandamiento mencionó
este saber, bajo una perspectiva diferente al de la utilidad y el daño, es decir,
desde el punto de vista de una santidad de vida y de las manifestaciones de la
vida. De ahí la exigencia: «¡No matarás!». Sabemos por Jesús que el Quinto
Mandamiento no solo prohíbe matar, sino ejercer toda acción mala contra el otro,
que incluye también palabras y pensamientos malos. Esto significa: No solo se
prohíbe el malévolo e imprudente exterminio de la vida, sino también todo cuanto
tiene una influencia perturbadora o inhibitoria para una vida. Eso significa que el
Quinto Mandamiento no solo tiene el sentido negativo prohibitivo, sino también un
sentido positivo, como lo mostró Lutero en su catecismo. En síntesis, de todo esto
resulta que el Quinto Mandamiento expresa especialmente lo que significa el bien
moral en las actuaciones prácticas. [...]

Este texto viene con su imperativo bioético que ciertamente ha moldeado lo


que es bioética hoy en día, aunque no exactamente en el contexto clínico-humano.

«No matarás», así exhorta el Quinto Mandamiento. Entonces, el término


matar se refiere a una acción sobre lo vivo. Pero los seres vivos no son solamente
los humanos, sino también los animales y las plantas. El Quinto Mandamiento
no solo prohíbe explícitamente el matar humanos. ¿No deberíamos entender y
ampliar este mandamiento también a animales y plantas? Considerando que
animales y plantas simpatizan tanto con nosotros, podemos tratarlos como
prójimos [...] Como explicación del Quinto Mandamiento resulta el imperativo
bioético: «Respeta a todo ser vivo como fin en sí mismo, y trátalo
consecuentemente en tanto sea posible» (Jahr, 1934a).
Otro aspecto a destacar de la visión bioeticista de Jahr es que está inmersa
en un contexto puritano, ascetista y protestante. Así, muchas de sus ideas incluían
la mojigatería vital y sexual. Pero, lo que llama la atención es esta superposición
de la disciplina con la segunda guerra mundial, y siendo este alemán, la pregunta
es: ¿era Jahr un nazi? Esta pregunta da lugar a la probabilidad de un
despropósito: que el creador de la bioética sea un eugenista es un hecho de doble
moral. La cosa es que existe un gran silencio de este autor en esta época, por lo
que es difícil decir. Y lo que suma a estas dificultades es que sus ideas
ecologistas, en especial de protección a los animales, eran compartidas por el
régimen nazi. Dijo Hitler en un discurso: “En el nuevo Reich no debe haber cabida
para la crueldad a los animales”, traducido esto a la creación de leyes, todas en
virtud a proteger a los animales.

Finalmente, es digno destacar que las ideas de Jahr fueron inspiradas por
el Parsifal de Wagner (de nuevo, contexto romántico), festival en que en el primer
acto un cisne es asesinado por un arquero irresponsable, lo que condicionó el
pensamiento del alemán para apuntar a cómo debía ser el trato con los animales,
especialmente en aquello referente a las investigaciones científicas aplicadas
sobre ellos (campo vigente de la bioética, o al menos… en humanos).

Potter, falso profeta


Las ideas de Potter en 1970 fueron similares a las de Jahr. En cualquier
caso, discutir quién fue el verdadero creador es inútil, pues la disciplina más bien
ha ido hacia el camino de quien disputaba el término contra Potter, quienes serían
los jesuitas: la bioética como ética clínica, humanizadora.
La preocupación de Potter que le da lugar a su visión bioeticista es la
sobrepoblación como factor que irrenunciablemente afectará el ecosistema
terrestre. De nuevo, el panorama de la bioética es aquel del ecologismo. De esta
forma, el proceder de la disciplina era evitar el incremento de la natalidad (¿se
puede hablar de antinatalismo?).
La disputa a la que se hace referencia es que, aunque en 1971 Potter
publica su artículo “Bioética, puente hacia el futuro”, este término es
tempranamente reproducido por el Instituto Kennedy de Ética quien, como ya se
mencionó, le dan un sentido diferente a la disciplina atribuida al neologismo. Toda
discusión de este hecho es mera trivialidad, y caídas innecesarias en adanismo y
mesianismo. Al final, la bioética es esencialmente una ciencia multidisciplinar.
Potter, aunque en su origen creativo, nunca leyó a Aldo Leopold, este es
básicamente el precursor directo a sus ideas. Para los tiempos de 1988, cuando
publicó su segundo libro: “Bioética global: construyendo sobre el legado de Aldo
Leopold”, era claro que ya la lectura había sido hecha y que las raíces de su visión
estaban claras. De hecho, señala, como lo hizo Jahr, a Leopold como el primer
bioeticista. Sus ideas en verdad, son una: evitar el incremento de la población
como puente para la supervivencia humana. “Algo es correcto cuando tiende a
preservar la integridad, estabilidad y belleza de la biota. Es erróneo cuando tiende
a lo contrario”.

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