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El derecho notarial y su incidencia en

otras disciplinas jurídicas


abril 10, 2017
Escrito por: Víctor López Velarde Santibáñez
Aludir al derecho positivo implica considerar la legislación vigente en
determinando espacio y tiempo determinado, por lo que cuando se profundiza
en revisar las leyes relativas a la normativa penal o fiscal (por poner un ejemplo)
dentro de un ordenamiento jurídico no es que se esté revisando un derecho
diferente persé. En un primer momento, sí porque son cuerpos normativos
diferentes y cada uno se rige bajo principios propios, pero después de todo el
derecho implica unidad por lo que aun siendo tales ramas independientes de
otras, derivan de un mismo ordenamiento jurídico que es obligatorio y vigente
dentro del orden estatal.

En este sentido, el derecho notarial, al menos dentro del derecho mexicano, es


bastante peculiar porque tiene los suficientes principios y normas propias para
sustentarse como una rama autónoma, pero del mismo modo depende de otras
áreas como el derecho administrativo o derecho civil para cobrar mayor sentido
y funcionar apropiadamente.

Hay tres hechos innegables que nos podrían permitir sustentar la autonomía de
dicha rama jurídica: existe una función notarial, existe el instrumento público y,
como consecuencia, hay una legislación notarial que da sentido a los dos otros
elementos y los regula.

Como punto de partida, podemos puntualizar que la mayoría de especialistas


clasifican al derecho notarial como  perteneciente al derecho público (lo cual
tiene mucha lógica, pero de cualquier manera es curioso dado que trabaja
frecuentemente con actos celebrados entre particulares). Hasta este momento
pocos se oponen a la afirmación anterior, pero el debate se abre a partir de
quienes defienden que el derecho notarial es una materia independiente y los
que aseguran que en realidad es una sub-rama del derecho administrativo o del
derecho civil.

Alguno especialistas han catalogado al derecho notarial como una actividad que
aun pertenecido al derecho público, deriva del derecho civil considerando que
dicha función se completa al legalizar  actos jurídicos celebrados entre
particulares. Esta afirmación bien puede convertirse en una falacia ya que solo
se enfoca en el fin del derecho notarial y no tanto en su contenido o
funcionamiento.

Otros cuantos, por su parte, repudian dicha teoría pues aseguran que al ser el
notariado una función pública, en realidad se desprenden del derecho
administrativo, lo cual tiene sentido pues a fin de cuentas dicha rama se encarga
de regular la organización del estado y el funcionamiento de todos sus servicios.

Sin embargo, irónicamente la función de la fe pública ha sido excluida del


derecho administrativo, por lo que aquí podemos encontrar dos argumentos
tanto para defender o refutar la tesis de este artículo: por un lado, el simple
hecho de que la fe pública sea regulada por una ley notarial y no por leyes
administrativas me da la razón respecto a que, en efecto, el derecho notarial es
una rama autónoma del derecho; pero, por otro lado, también subyace el
argumento de que la esencia de la labor del notario es originalmente para
cumplir una «función administrativa» y de algún modo se adecua a los
principios o disposiciones del derecho administrativo.

La cuestión se complica cuando se cae en cuenta que el acto notarial como tal no
es un acto administrativo, pues si bien puede dar fe de éstos, en su más pura
esencia no lo es ya que no está sujeto a ninguna disposición o normativa
administrativa que regule su función.

Podríamos soslayar entonces que el acto notarial escapa del derecho


administrativo teniendo un régimen especial a partir de la ley o reglamento
notarial, pero que de algún modo sigue vinculado a éste a partir de ciertas reglas
como el hecho de que depende de la administración pública estatal y  que la
designación o sanción de un notario sí son actos meramente administrativos.

Con la información anterior podríamos reafirmar dos posturas: que el derecho


notarial es en realidad una rama especializada del derecho administrativo o que
es una rama independiente al tener una naturaleza u objeto propio. No
obstante, de cualquier manera supeditado a éste guardando cierta autonomía.
En lo personal, prefiero inclinarme al segundo supuesto dado que hay áreas
jurídicas que aun siendo independientes, guardan una relación intrínseca unas
con otras, hoy en día es difícil concebir el derecho procesal penal apartado de los
derechos humanos, el derecho fiscal ajeno al derecho financiero o negar el
vínculo que existe entre el derecho de la propiedad intelectual y el derecho de
los contratos cuando hablamos de cesión de marcas o de cesión de derechos de
imagen.

Por lo mismo, existe un instrumento prácticamente exclusivo de la actividad del


notario, que es el instrumento notarial y en el cual el derecho administrativo no
tiene mucha incidencia (si acaso tiene mayor protagonismo el derecho civil).
Sumemos que, como se había indicado anteriormente, la Ley del notariado se
sostiene por sí sola y regula de una manera que no tenga que supeditarse a lo
que indique alguna otra ley de naturaleza civil o administrativa (salvo
determinados puntos muy específicos).

En el acontecer jurídico, cada disciplina, actuación  o labor especial tiene a un


protagonista absoluto: así como el legislador se encarga de elaborar la ley, el
juez de interpretarla y dirimir controversias legales o el  ejecutivo de ejercer la
función pública y administración de recursos; del mismo modo el notario tiene
la labor exclusiva de dar fe y certeza jurídica a ciertos actos o hechos jurídicos
ejerciendo la función notarial. En otras palabras, el protagonista del derecho
notarial es el notario (aunque parezca pleonasmo)  y el instrumento público.

La rama puede alegar aún más su autonomía si tomamos en cuenta que además
de una ley propia y un reglamento que vienen siendo sus fuentes formales por
excelencia, también se adapta a la realidad histórica, doctrina y costumbre como
fuente material (aunque probablemente en menor medida que otras ramas).
Así mismo, el derecho notarial a raíz de que su funcionamiento gira alrededor
del instrumento público, maneja documentos que en la que otras ramas del
derecho no tienen incidencia. Tal como el derecho penal trabaja con denuncias o
el derecho civil con demandas, el derecho notarial trabaja con actas, escrituras
públicas y protocolos, algo que es prácticamente exclusivo de esta área, lo cual
ya de por sí es un argumento contundente para reafirmar la autonomía de esta
área. Esto se debe a que aunque en un determinado bufete de abogados, por
ejemplo, se podrán llevar casos que van desde mercantil hasta ambiental, una
peculiaridad del notarial es que en una notaría solo se llevan asuntos referentes
a la fe pública y la gente solo acude al notario para ello, algo tan especializado
como un juez en materia fiscal o un corredor.

En lo personal, considero que hay elementos suficientes para atribuir al derecho


notarial un carácter autónomo desde la perspectiva formal al estar su
normatividad recogida en una ley propia y no en un código perteneciente a
alguna otra rama, además de que cuenta a su vez con principios e instrumentos
muy particulares que la individualizan de cualquier otro campo jurídico.

La legislación notarial es de las más particulares, desde su cárter especial así


como el debate respecto a su autonomía o pertenencia a alguna rama del
derecho, pero sobre todo el protagonismo que tiene el notario dentro de la
legislación mexicana. Pues de entrada se encarga de garantizar la seguridad
jurídica prevista en la Constitución y por ende en el derecho constitucional, así
como su constante incidencia en el derecho civil al momento de dar fe, certeza y
publicidad a ciertos actos celebrados entre particulares, al grado que varios
acontecimientos del derecho civil no se concretan o no se legitiman si no entran
en contacto con el derecho notarial.

Me atrevería a agregar que, a razón de su dinámica, el derecho notarial es quizá


una de las ramas jurídico más transversales pero a la vez más especializadas
dentro del campo del derecho y es que además de seguir ciertos lineamientos
bastante peculiares, el grado de conocimientos que debe saber el notario es
amplio abarcando por desde derecho familiar hasta impuestos, por lo que la
amplitud de información así como fuentes formales y materiales que lo rodean
deberían ser suficientes para considerarla una rama autónoma.

Víctor López Velarde Santibánez. Estudiante de la licenciatura en derecho


de la Universidad del Claustro de Sor Juana.

NOTA: Las opiniones y datos contenidos en este documento son de la exclusiva


responsabilidad de su(s) autor(es) y no representan el punto de vista del CIDE
como institución.

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Fuentes Bibliográficas

Núñez Lagos, R (1995) / El Derecho Notarial como Rama Particular del


Derecho/ Instituto de Investigación de Ciencias Jurídicas de la UNAM:México
D.F./  (Página 38)

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