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• Este test examina el grado de integración del yo en la medida en que la capacidad simbólica
supone un desarrollo evolutivo, inseparable del desarrollo de las funciones de: discriminación,
contacto con la realidad interna y externa, reparación y sublimación. La simbolización es la
precondición para el pasaje del pensamiento concreto al pensamiento lógico abstracto, del
proceso primario al proceso secundario y del dominio de la identificación proyectiva al
establecimiento de la represión como mecanismo organizador de consciente – inconsciente.
La primera parte produce un impacto emocional intenso, porque propone fantasear con la
idea de la propia muerte, que es probablemente el conocimiento más resistido. El grado de
desorganziación que sufre el entrevistado depende de la tolerancia y aceptación inconsciente
o rechazo frente a este reconocimiento.
La segunda parte “¿Qué es lo que más le gustaría ser?” o “¿Qué es lo que menos le gustaría
ser?, ofrecer la posibilidad de asumir distintas personificaciones en la fantasía. Es este juego de
personificaciones fantásticas el que otorga cierto matiz lúdico al test.
Si examinamos en mayor profundidad esta segunda parte, podemos observar que propone
como método para elaborar las ansiedades movilizadas un trabajo de “creación” o de
“recración2 de símbolos. La realización del test pone a prueba, por lo tanto, la capacidad de
simbolización, que en la vida mental es el método de mayor eficacia para la resolución de
ansiedades tanto depresivas como paranoides.
Cuando mayor es la capacidad del entrevistado para reparar su mundo interno apelando a un
trabajo de creación de símbolos, mayor será la posibilidad de modificar las ansiedades
movilizadas por la consigna. Esto se evidenciara por una creciente capacidad para lograr
respuestas altamente simbólicas y condensadores de su situación emocional. Los fracasos en
esta capacidad se evidenciarán en distintas inadaptaciones del test: bloqueo, secuencias
desorganizativas, pérdida de distancia con el objeto elegido, incongruencia entre el objeto y las
características asignadas. El entrevistado vive y en realidad re vive una situación de amenaza a
su identidad, de reiteración de una situación de pérdida y duelo. La posibilidad de enfrentarla y
modificarla o sucumbir al peso de la ansiedad depende de la capacidad para reestructurar el
mundo interno a través de la creación de símbolos representantes del yo y de los objetos que
está amenazado de perder. La posibilidad de resolver la situación de duelo depende de la
capacidad del yo para reinstalar el objeto necesitado perdido como un objeto interno
simbólico. La simbolización madura es un logro de la situación depresiva infantil, factor del
desarrollo del pensamiento y coexistente con el desarrollo de la capacidad de discriminación,
juicio de realidad, reparación y sublimación. En este sentido la capacidad o incapacidad del
entrevistado para lograr respuestas adecuadas (crear objetos símbolos) nos informa sobre el
desarrollo logrado en el proceso de simbolización y, por lo tanto, sobre el grado de integración
del yo.
El objeto que adquiere la cualidad de representar a otro puede ser tanto una representación
plástica como una idea, un concepto abstracto o una palabra. Podemos abstraer dos
posibilidades por las cuales un objeto puede ser seleccionado para representar
significativamente a otro:
1) un objeto puede ser símbolo porque es capaz de representar plásticamente (por su forma,
movimiento, funcionamiento, sonido) las características del objeto o situación, emocional
simbolizada.
2) un objeto puede ser símbolo porque se ha establecido una ligazón de significado por
reiteración de experiencias emocionales. En este caso la elección del símbolo es en parte
producto de la evolución cultural y personal en tanto no reproduce en su estructura cualidades
o características de lo simbolizado (este es el caso de la palabra).
Pero en ambos casos cada individuo, en su evolución, adquiere y recrea ese objeto símbolo
dentro de sus múltiples experiencias vinculares. Cuando este proceso simbólico fracasa nos
encontramos para tomar un ejemplo dentro del lenguaje, con las reproducciones verbales
imitativas, estereotipadas, pero despojadas de significado, de ciertos niños esquizofrénicos.
1) el pecho externo real y el yo: el bebé adscribe al pecho real impulsos propios (la concepción
de un pecho que muerde es expresión de la indiscriminación pecho boca);
2) la imagen interna del pecho y el pecho real externo: la imagen interna del pecho es vivida
como un objeto concreto dentro del cuerpo (no hay diferenciación entre representación y
objeto representado);
3) el objeto interno y el yo: interpreta las sensaciones corporales (hambre bienestar) como
acciones de objetos concretos dentro del cuerpo.
Estas primeras fantasías son concepciones sobre los objetos de la realidad (el pecho en este
momento) y corresponden, como ya vimos, a los primeros intentos de representación bajo la
forma de ecuaciones simbólicas. Son los antecedentes del símbolo, producto de la elaboración
depresiva.
Los cambios cualitativos implicados en el pasaje de ecuación simbólica a símbolo son, a modo
de síntesis:
Cuando por factores internos y/o externos la diferenciación fracasa, la ecuación simbólica
permanecerá como el modo de funcionamiento mental, situación prevaleciente en la psicosis y
en el área psicótica de la personalidad.
Indicadores diferenciales
b) congruencia entre las características del objeto elegido y las características adscriptas
(discriminación yo / no yo, realidad/fantasía): la percepción distorsionada de la realidad se
evidencia en respuestas en las que las características adjudicadas a los objetos no coinciden
con las del objeto real. Esta distorsión es consecuencia de mecanismos de identificación
proyectiva evacuativa, que borran la diferenciación e impiden el conocimiento de la realidad.
En la vida adulta la permanencia de mecanismos de identificación proyectiva evacuativa en
objetos de la realidad evidencia la alteración en el proceso de formación de símbolos maduros,
en cuanto diferenciados del yo y de los objetos internos, dando lugar, en cambio, a ecuaciones
simbólicas en las que las representaciones son el objeto. En toda producción desiderativa
encontramos ciertos desvíos de la realidad. En las producciones neuróticas, éstos se expresan
habitualmente como omisiones en la descripción de ciertos rasgos que el objeto real posee y
refuerzo de otros, que el sujeto necesita privilegiar porque responden más a funciones o
vínculos valorados. El forzamiento en el objeto real de rasgos que esto no posee indica
siempre patología porque señala zonas de confusión yo –no yo, aunque responda a un área
restringida dentro de una organización neurótica. Cuando dominan mecanismos psicóticos
severos, la relación de la racionalización con las características reales del objeto es nula o
escasa.
- intensa ansiedad persecutoria movilizada por el impacto inicial de la consigna, del que luego
podrá recuperarse.
Se expresa en:
- Verbalizaciones cuya relación con las características reales del objeto es escasa o nula.
Por otro lado, el excesivo acercamiento emocional (pérdida de distancia con el objeto); dentro
de sus indicadores encontramos algunas de las respuestas psicóticas que describien la
interpretación literal de la consigna, en efecto, el entrevistado toma la consigna como una
amenaza de muerte y responde con conductas paranoides, respuestas llorosas, bloqueo. Se
expresa a través de verbalizaciones en las que el sujeto asume explícitamente la
personificación y se refiere al objeto elegido en primera persona.
Interesa determinara aquí si el entrevistado tiende a elegir objetos que tienen una clara
delimitación física o por el contrario objetos con límites difusos, que no se recortan con
claridad del medio ambiente, porque no poseen una estructura física diferenciada. Estos
últimos indican mala delimitación y diferenciación del yo (imagen corporal) con respecto a los
otros objetos y refieren mayor patología cuando están presentes como elecciones positivas. Su
presencia en las negativas indica distintos grados de tendencia a la organización, pérdida de
límites y confusión por incremento de identificación proyectiva, pero de lo que el yo intenta
diferenciarse y recuperarse.
Por otro lado, es importante la capacidad de específica claramente los objetos símbolos y
describirlos en forma completa. Interesa aquí determinar si el entrevistado puede delimitar
objetos específicos o si se refiere a categorías generales, amplias, que impiden delimitar
claramente. La delimitación indica el grado de reconocimiento y delimitación de la identidad
con relación a la identidad de los demás. La presencia de categorías generales expresa la
tendencia a confundirse con la identidad de otros y adscribirles o adscribirse características
similares en función de algún rasgo común. La difusión de límites, sumada a categorizaciones
amplias, que por lo tanto impiden una descripción personalizada, indica la presencia de
perturbaciones en la delimitación yo/no – yo por predominio de mecanismos proyectivos que
borran la diferenciación entre el yo y el mundo de objetos y crean confusión entre ambos. Esta
indiscriminación corresponde a áreas de funcionamiento psicótico que pueden coexistir con
áreas de mayor organización (por ejemplo, solo alguna respuesta negativa tiene estas
características o la primera positiva por el impacto de la consigna) cuando abarca toda la
producción y/o coexisten con distorsiones, estamos en presencia de rasgos psicóticos de
gravedad.
La posibilidad de lograr un análisis detallado del objeto y a partir de allí desarrollar los motivos
que fundamentan el rechazo o la elección depende del predominio de las funciones de
percepción de la realidad sobre la fantasía. En los procesos psicóticos vimos que esta
posibilidad fracasa por el uso excesivo de identificación proyectiva que da lugar a evacuaciones
que perturban la percepción. En los cuadros neuróticos el análisis formal del objeto es
adecuado, aunque cada cuadro presente áreas específicamente omitidas, rasgos y funciones
evitados en la descripción.