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Trabajo expuesto en el Congreso Internacional en memoria de Antonio Carrozza , celebrado en la
Scuola Superiori di Studi Universitari y di Perfezionamento S. Anna, celebrado en Pisa, Italia, el 30 y 31
de octubre de 1997, sobre el tema “Diritto Agrario e Ambiente”.
incidencia en la actividad agraria y su regulación jurídica 1. Como resultará de los tramos
siguientes de esta exposición, la normativa fundamental del MERCOSUR sigue idéntica
orientación y las Constituciones Nacionales de casi todos sus países miembros – es el
caso de Paraguay, Brasil y Argentina – dedican extensas normas a garantizar el
“derecho al medioambiente sano” y al principio de “desarrollo sostenible”.
Efectivamente, el MERCOSUR ha adoptado como organización de integración
regional los principios ambientalistas , dictando normas de política ambiental común .
Ya el Tratado de Asunción , constitutivo del MERCOSUR, refiere a la cuestión en su
preámbulo, aunque luego omita hacerlo en el articulado, señalando a “la preservación
1
Sin ánimo de ser exhaustivo, y excluyendo los países del Mercosur a los que referiré en el texto, pueden
recordarse al respecto varios ejemplos. La Constitución de Bolivia en su Art. 170 dispone que el “Estado
regulará el régimen de explotación de los recursos naturales renovables precautelando su conservación e
incremento”; en Cuba el Art. 27 prevé la protección del “ medio ambiente y los recursos naturales del
país” y reconoce “su estrecha vinculación con el desarrollo económico y social sostenible para hacer más
racional la vida humana y asegurar la supervivencia, el bienestar y la seguridad de las generaciones
actuales y futuras”, imponiendo a los ciudadanos el deber de “contribuir a la protección del agua, la
atmósfera, la conservación del suelo , la flora, la fauna y todo el rico potencial de la naturaleza”. La
Constitución de Honduras enmarca la preservación ambiental dentro del “derecho a la salud” reconocido
en el Art. 145, declarando que el Estado “conservará el medio ambiente adecuado para proteger la salud
de las personas”.Panamá dedica cuatro artículos al tema: el Art. 114 considera “deber fundamental del
Estado garantizar que la población viva en un ambiente sano y libre de contaminación , en donde el aire,
el agua y los alimentos satisfagan los requerimientos del desarrollo adecuado de la vida humana”,
mientras el Art. 115 pone en cabeza del Estado y de “todos los habitantes....”el deber de propiciar un
desarrollo social y económico que prevenga la contaminación del ambiente, mantenga el equilibrio
ecológico y evite la destrucción de los ecosistemas”; en esa misma línea el Art. 116 dispone que el Estado
“reglamentará , fiscalizará y aplicará oportunamente las medidas necesarias para garantizar que la
utilización y el aprovechamiento de la fauna terrestre , fluvial y marina , así como de los bosques , tierras
y aguas, se lleven a cabo racionalmente , de manera que se evite su depredación y se asegure su
preservación, renovación y permanencia”; y finalmente, reiterando un tanto las directivas fundamentales,
el Art. 117 prevé que la “Ley reglamentará el aprovechamiento de los recursos naturales no renovables, a
fin de evitar que del mismo se deriven perjuicios sociales, económicos y ambientales”. Nicaragua en su
Carta Magna (Art. 60) declara que los” nicaragüenses tienen derecho de habitar en un ambiente
saludable ; es obligación del Estado la preservación , conservación y rescate del medio ambiente y de los
recursos naturales”, y Guatemala (art. 119) incluye dentro de las “obligaciones fundamentales del
Estado”, la de adoptar “las medidas que sean necesarias para la conservación , desarrollo y
aprovechamiento de los recursos naturales en forma eficiente”. La Constitución peruana establece que el
“Estado determina la política nacional del ambiente..” y promueve “el uso sostenible de sus recursos
naturales “( art.67), estando obligados “a promover la conservación de la diversidad biológica y de las
áreas naturales protegidas”(art. 68). La Constitución de Colombia tiene la particularidad de consagrar la
“función ecológica” de la propiedad, considerándola una de las obligaciones inherentes a la misma que
“es una función social “(art.58); luego incluye un capítulo específico sobre los derechos colectivos y del
ambiente, admitiendo en su art. 7 9 que todas “las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano” ,
previendo que la ley “garantizará la participación de la comunidad en las decisiones que pueden
afectarlo” , y considera que es “deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente,
conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos
fines” . Luego dispone el art. 80: “El Estado planificará el manejo y aprovechamiento de los recursos
naturales, para garantizar su desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución. Además ,
deberá prevenir y controlar los factores de deterioro ambiental, imponer las sanciones legales y exigir la
reparación de los daños causados. Asimismo, cooperará con otras naciones en la protección de los
ecosistemas situados en las zonas fronterizas”; prohíbe el art. 81 “la fabricación, importación, posesión y
uso de armas químicas, biológicas y nucleares, así como la introducción al territorio nacional de residuos
nucleares y desechos tóxicos “, otorgando al Estado la facultad de regular “el ingreso al país y la salida de
él de los recursos genéticos, y su utilización , de acuerdo con el interés nacional”.
del medio ambiente” como uno de los medios para alcanzar el objetivo de la integración
regional. Con posterioridad el Grupo Mercado Común dictó la Res. n.10/94 de
“Directrices Básicas en materia de Política Ambiental”. La directiva se propone la
armonización de la legislación ambiental de los Estados miembros, y recoge
orientaciones de desarrollo de la actividad productiva directamente inspiradas en el
respeto del principio de “sustentabilidad” ambiental. En ese sentido se compromete a
garantizar la adopción de prácticas no degradantes del medio ambiente en los procesos
que utilizan los recursos naturales y el manejo “sustentable en el aprovechamiento de
los recursos naturales renovables a fin de garantizar su utilización futura”, asegurando
“el menor grado de deterioro ambiental en los procesos productivos de los productos de
intercambio”; para ello propugna la concertación de acciones y la armonización de los
procedimientos legales y/o institucionales para la “habilitación ambiental”, y la
utilización del mecanismo de estudio de impacto en los ecosistemas compartidos. Es
decir que la normativa MERCOSUR parte de premisas que se alinean, en la relación
producción / medio ambiente, dentro de los parámetros del “desarrollo sostenible”.
Para la Constitución brasileña, todos “tienen derecho a un medio ambiente
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ecológicamente equilibrado” , y acercándose a la definición aceptada de “desarrollo
sostenible” impone al Poder Público y a la colectividad el deber de defenderlo y
preservarlo “para las presentes y futuras generaciones”. Para asegurar “la efectividad”
de ese derecho, la norma dispone que incumbe al Poder Público preservar y restaurar
los procesos ecológicos esenciales y proveer al manejo ecológico de las especies y
ecosistemas, como así también preservar la diversidad e integridad del “patrimonio
genético”, fiscalizar las entidades dedicadas a la manipulación de material genético, y
controlar la producción, comercialización o empleo de técnicas, métodos y sustancias
que comporten riesgo para la vida, calidad de vida y medio ambiente. Como
instrumentos de tutela ambiental, contempla la definición de espacios territoriales
protegidos y el estudio previo de impacto ambiental para la instalación de obra o
actividades potencialmente causantes de significativa degradación del medio ambiente.
La Constitución de Paraguay, sancionada en 1992, recoge también en los arts. 7
y 8 de la sección “Del Ambiente” el “derecho a un ambiente saludable” y da pautas de
los mecanismos de protección ambiental. Declara que “toda persona tiene derecho a
habitar en un ambiente saludable y ecológicamente equilibrado”, para luego enumerar
2
El texto corresponde al primer párrafo del art. 225 de la Constitución de la República Federativa de
Brasil. Esta extensa norma integra el Cáp. VI del Título VIII, denominado “DO MEIO AMBIENTE”.
los objetivos que deberán orientar la legislación y la política gubernamental: “la
preservación , la conservación, la recomposición y el mejoramiento del ambiente, así
como su conciliación con el desarrollo humano integral”. Aunque no incluye en su texto
una directa alusión a la pauta de “sustentabilidad” en referencia a las actividades
productivas, la misma subyace en el objetivo consignado de “conciliar” ambiente con
desarrollo humano, y luego al prever la regulación de las actividades susceptibles de
producir alteración ambiental, e incluso la prohibición de aquellas que califique como
peligrosas.
7
Las mencionadas, como es sabido , son algunas de la pautas contenidas en la referida “Declaración de
Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo “ de l992.
8
V. Bwergel , S.D. op cit. pag. 308.
9
V. Riechmann, Jorge, “Desarrollo sostenible: la lucha por la interpretación”, en el volumen “De la
economía a la ecología”, Madrid, 1995, pag. 11.
10
El libro al que refiero, de donde se toman la posición y propuestas citadas, es “La comunidad financiera
y el desarrollo sostenible” de Schnmidheiny, S. Y Zorraquín, F. J. L.- Buenos Aires, 1997.
cambio, los “ecologistas “ plantean políticas públicas mucho más activas, fundadas en
principios cuya realización incidiría notablemente en las relaciones productivas en
general y en particular en las de la producción agraria: de irreversibilidad cero; de
recolección sostenible de los recursos naturales (tasa de recolección igual a tasa de
regeneración); principio de “vaciado sostenible” (en los recursos no renovables debería
ser igual a la tasa de creación de sustitutos renovables); principio de emisión sostenible (
o sea, “emisión cero” de residuos no biodegradables ); principio de selección sostenible
de tecnología, etc..11. Consecuentemente, proponen para lograrlos otros instrumentos
bien distintos, que en general coinciden con los contemplados en muchas leyes
ecológicas y de conservación de recursos naturales argentinas, especialmente
provinciales, aunque, vale decirlo, no tienen todavía mayor eficacia en su actuación
práctica: autorización previa, certificado de buena gestión (del suelo, por ejemplo),
certificación de “ impacto ambiental”, “zonificación”, etc.
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Algunos casos ya son analizados por Quiroga Lavié, H. En “La protección del ambiente en la reforma
de la Constitución Nacional”, La Ley, 16 de marzo de 1996. El caso referido en nota 4, dio lugar a un
comentario que pone de manifiesto el enfrentamiento entre distintos puntos de vista en el alcance de la
defensa ambiental:”El desarrollo sostenible aplicado a un problema de vista paisajística de un ecosistema
natural”. Esain, J. En La Ley Buenos Aires, Año 7, n. 9, octubre de 2000, pag. 1169.
13
V. Caravita, B. “ Diritto Pubblico dell’ambiente”, p. 17.
incidir en el contenido del derecho de propiedad y libertad económica, sugieren que la
inclusión de la defensa del ambiente en la Constitución Nacional partió del presupuesto
de su indiferencia e inocuidad en el campo de las relaciones económicas y de los
derechos a ellas vinculados. Y sin embargo, la vigencia del principio de “producción
sostenible”, como se ha visto antes, debería necesariamente llevar a un resultado
contrario.
Por ello, y más allá de los interrogantes pendientes, no hay duda que la fórmula
“desarrollo sostenible” es la llamada a resolver las relaciones entre producción y medio
ambiente, y como tal, elevada a principio constitucional, se constituye en el principal
vínculo del derecho agrario con los principios ambientales de la Constitución,
abarcando además los otros temas donde la producción agraria está directamente
interesada, esto es, “ la utilización racional de los recursos naturales” y la preservación
del “patrimonio natural” y de la “diversidad biológica”. De modo que del contenido y
alcance de este principio y de la posición que su reconocimiento constitucional merezca
frente a los demás principios constitucionales relacionados con la actividad agraria y los
bienes destinados a la producción, dependerá la profundidad de la redefinición de
institutos tradicionales del derecho agrario, como la propiedad y la empresa agraria. De
lo que no cabe duda es que una vez que ha adquirido rango constitucional este principio
que exige una compatibilidad de entre actividad agraria y medio ambiente, ha pasado a
constituir, en la expresión tan cara a nuestro recordado maestro, el Prof. Antonio
Carrozza, una nueva “base constitucional” del derecho agrario14.
14
Así denominó Carrozza a su relación al III Congreso Internacional de Derecho Agrario, celebrado en
Rosario, Argentina , en 1984. La versión italiana fue publicada en RDA, 1985,I,4, bajo el título “Diritto
Agrario e Costituzione”.